-¡MARIMO! –Grito a todo pulmón un joven rubio de dieciséis años, complexión delgada y fracciones un tanto afeminadas, mientras pateaba con fuerza una de las puertas de la residencia -¡ABRE EN ESTE MOMENTO! ¡¿ME OYES?!
-¡Y UNA MIERDA CEJUDO! –Era la voz de otro chico, quien se encontraba del otro lado de la puerta, más específicamente: su recamara -¡TE DIJE QUE NO PIENSO IR!
-¡VOY A CONTAR HASTA TRES Y SI NO ME ABRES TUMBARE LA PUERTA!
-¡HAS LO QUE QUIERAS! –Grito el niño peliverde. Sanji; el rubio; estaba iracundo, esa actitud del peliverde lo estaba cabreando. No entendía porque no quería salir, es decir, era una fecha importante, su cumpleaños y sus compañeros del colegio habían preparado una fiesta sorpresa para Zoro; quien tan pronto la vio, salió sin decir palabra a su alcoba.
Sanji estaba decidido a tumbar esa puerta, si el peliverde creía que hablaba en broma estaba muy equivocado. Aspiro y exhalo profundo antes de derribar de una estocada la puerta de madera. Podía ser un chico joven, pero tenía una gran agilidad y fuerza en sus piernas, todo un misterio para sus padres
Zoro solo se escabullo bajo la cama, ocultándose de su amigo, no porque tuviese miedo de él, sino porque sabía que podía convencerlo de bajar
-Marimo… no te escondas… -pudo ver como unas piernas desaparecían debajo del respaldo de la cama -¡QUE SALGAS JODER! –grito, al tiempo que sacaba a Zoro de un tirón
-¡Suéltame! ¡Te dije que no quiero ir!
-No te estoy preguntando, saldrás afuera y punto. No puedes dejar así a las damas, solo quieren felicitarte, darte obsequios, abrazos, besos ¡Joder, porque no es mi cumpleaños!
-Pervertido…
-Como sea, ¿Por qué no quieres salir? Que yo sepa, siempre te ha gustado festejar tu cumpleaños
-No es por qué no quiera festejarlo –Suspiro –pero ya tengo trece años, ya estoy grande para esas cosas, además no quiero el regalo de esas brujas… solo hay una cosa que quiero, pero sé que no lo tendré así que no me molestare en salir a esa ridícula fiesta
-¿Por qué estás tan seguro? En todo caso, tendrás cosas nuevas y tal vez alguien te obsequie lo que quieres –replico, tratando de disuadir al peliverde
-Eso no es posible, estoy más que seguro
-Bah, no debe de ser para tanto, seguro es una tontería –sentencio cruzándose de brazos. Se lo pensó un poco antes de continuar -… mmm ¡ya sé! si sales afuera, te daré lo que quieres ¿Qué te parece? Es un buen trato ¿no?
-… Suena bien… pero luego no podrás arrepentirte –dijo con un pequeño tono carmín en sus mejillas, cosa que Sanji no noto
-Sí, si –De seguro me pide una katana nueva, ¡ja! Era lo que le traje de todos modos
-¿Seguro, seguro? ¿No te echaras para atrás? –pregunto nuevamente, mirando directamente al único ojo visible; pues su flequillo cubría el otro; del mayor
-Soy un caballero, siempre cumplo lo que digo, aun si no eres una dama –Sanji sonrió con orgullo, totalmente seguro y confiado, no se dio cuenta de la pequeña sonrisa curvada de Zoro, pero de lo que si se dio cuenta fue del repentino y brusco contacto de labios por parte del peliverde, un simple roce considerando que fue un niño quien lo dio
-¿Eh? –parpadeo confundido, Zoro… el… ¿¡lo había besado?! -¡¡¡¿EHHHHHHHHHHH?!!!
-Gracias por el regalo Ero-cok –dijo Zoro sonriendo por primera vez en todo el día, antes de retirarse de regreso a la fiesta, animado y listo para celebrar.
Sanji seguía en shock, estupefacto, sorprendido, anonadado, tremendamente descolocado y todo sentimiento de confusión existente
Después de varios minutos despertó de su estado, su joven rostro se tiño de un enorme sonrojo llegándole hasta las orejas
-Tsk maldito musgo suertudo –se dijo en voz alta, sonriendo antes de cerrar la puerta tras de si