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Utopía por plumaescritora

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Notas del fanfic:

Espero que les guste, pueden acompañarla con esta canción https://www.youtube.com/watch?v=qIZ4_yFNyXQ

La reunión navideña de ex compañeros de clubs deportivos este año se había adelantado dos semanas a diferencia de los años anteriores, la razón fué porque mucho viajarían para ver a sus familias en otras prefecturas, incluso en otros países por diferentes y nuevas razones, como Kagamí y Kuroko, que visitarían al padre del pelirrojo para darle una grata sorpresa, sería abuelo.

Este año, llegaron los mismos amigos de siempre, las parejas de siempre y otras cuantas parejas nuevas. Todos tomaban asiento, reconociéndose y saludándose entre sí con mucha alegría, abrazándose o peleando amistosamente por cualquier tontería; nada o mucho habíamos cambiado desde que dejamos el instituto.  

Fui de los primeros en llegar, por lo que fui testigo de cómo se iba amenizando y llenando cada vez más el salón con caras familiares así que me senté a apreciar el momento mientras que algunos recuerdos divagaban por mi memoria conforme divisaba a cada uno de los invitados. En eso, entró el.

Lo reconocí incluso mucho antes de que llegara a la puerta, su cabello castaño claro y el contraste con su piel semi bronceada chocaban como relámpago contra mis ojos como desde el primer día en el que éramos unos mocosos fanáticos del basket. Un recuerdo más cruzó en mi cabeza. Ahora, se me hacía ridículo pensar lo mucho que amaba ese deporte, siendo ahora yo abogado, pero él no, el lo tomó tan enserio que después de aquella recuperación en Estados Unidos, lo hizo profesionalmente, era como ver una estrella de televisión frente a nosotros. Era toda una celebridad del basket en la NBA y en América, donde ahora residía.

Un recuerdo más se entrecruzaba en mi mente mientras el entraba con su sonrisa de millón de dólares saludando a todos. La despedida que tuvimos en el aeropuerto, cuando me dijo que no me preocupara y prometió que regresaría para seguir con todo, seguir jugando, seguir siendo los mejores amigos. Promesas que las recuerdo como si hubiera sido ayer; Y ahí, al mismo tiempo,  mi corazón había decidido que solo sería de el sin importar que. Pero las cosas siempre cambian y generalmente no son para mejorar.

Después de su regreso, me le confesé, lo intentamos, pero de besos y abrazos no pasamos, él no se sentía atraído lo suficiente por mí. Prácticamente me dejó en la “zona del hermano” por qué es así como me veía, como una combinación entre hermano y mejor amigo. Par mi maldita suerte, lo acepté y le recomendé que  encontrara a la persona que lo haría feliz y que luchara por ella, así como yo lo había hecho con el, sin quitarme el privilegio de ser su íntimo amigo. Jamás imaginé a quien elegiría como “el amor de su vida”. De haberlo sabido, tal vez lo hubiera secuestrado solo para mí, pues ya que soy abogado, no habría habido ningún problema legal, en fin. Me hundí desde ese momento en algo llamado desamor y soledad. Dramático, pero que se le iba a hacer? Era el hombre con el que me imagine una vida y al final, terminó siendo el único.

Dos años de terapia psicológica no me había servido de mucho. Su rechazo fue la peor cosa que había experimentado y que seguía haciendo, ahora inconscientemente, aceptando la realidad y aceptando que lo nuestro, en realidad solo había sido mío. Me había educado mentalmente a la resignación de mi enamoramiento y a la diplomacia por nuestra dolorosa amistad; y eso estaba bien, él era feliz, eso era bueno para mí, yo era exitoso…. Bueno, en lo profesional, en lo personal ya algo me había imaginado muriendo de la mano de alguno de mis sirvientes en algún hospital de Roma o algo así. Que tragedia la mía, pensé, elegir roma, la ciudad del amor para pasar ahí mis últimos años…. Vaya amor pero a mi depresión.

 Salí de mis pensamientos de nuevo y noté que saludaba efusivamente a Takao, que feliz, le presumía su brillante anillo de oro mientras que su prometido, bastante lejos de ellos, se acomodaba los lentes por molestia, seguramente, por alguna tontería dicha por Kise; él y los milagros seguían casi exactamente igual de desesperantes con sus características peculiares y su buena, si no que excelente relación amistosa.

También noté que cada vez, se acercaba más y solo así pude notar lo que me dejó helado de la columna vertebral hasta la última terminación nerviosa de mi cuerpo, tenía un bebé en sus brazos.

Ya sabía yo que había sido papá de un niño, los rumores corren rapidísimo en la prensa del espectáculo deportivo y yo como buen lector del diario, me la había topado hace algunos meses, pero simplemente ver esa escena, fue más emotivo de lo que pensaba. Aguanté, tragué saliva y cuando menos lo esperaba sentí una mano presionar mi brazo.

-Hyuga! Por qué no vas a saludar a…

-si Riko, lo sé…. Dios, pero que susto me diste maldición!

-estabas de nuevo sumido en tus pensamientos, ahora levántate y…

Demasiado tarde, Él estaba al frente mío con un niño que era su copia exacta. El mismo color de cabello, sus mismos rasgos, sus mismos gestos, aunque no pasaba de los 10 u 11 meses, todo era igual a él, excepto sus ojos. Los ojos del pequeño no eran marrones, eran de un verde tan intenso como los de su madre, como los ojos de su esposo. Luego, fijé mi vista sobre él, su rostro, su sonrisa, sus manos, y su brazo, extendiéndolo hacia mí para contraerme y mantenerme sobre su pecho. Un abrazo tan efusivo que me hizo devolvérselo mientras cerraba mis ojos involuntariamente y así seguimos unos 4 segundos que para mí fue como detener el tiempo.

-Hyuga….

 -Tanto tiempo Kiyoshi…-atiné a responder mientras mis manos comenzaban a temblar- ¿cómo has estado?

-muy bien gracias, te extrañé tanto. No sabía cómo contactarte, entre mis viajes y tu trabajo… ha sido casi imposible el poder visitarte!

-Si, lo sé, han sido casi dos años, ya que la reunión pasada no viniste, pero bueno es comprensible ya que ahora, - miré al bebé que estaba recostado sobre el pecho de su padre- ahora  eres papá también, me imagino que es un gran cambio en tu rutina.

Me estaba costando demasiado hablar sin que mi labio inferior temblara de los nervios como una vil quinceañera con su primer amor, pero lamentable y patéticamente eso era Kiyoshi para mí, mi primer amor. El cual dicen, jamás se olvida y vaya que si los dichos siempre hablan la maldita verdad.

-Ven, vamos a la sala a conversar- ponía su mano en mi espalda para guiarme hacia el looby, y con la otra sostenía a su bebé. Su buen físico tampoco había cambiado con el tiempo, es más estaba aún mejor. Mientras llegábamos, recordé los días en los que me tocaba pensando en él, justo después de verlo en las regaderas que compartimos después de las practicas; sin poder evitarlo, sonreí y negué con la cabeza, qué tiempos aquellos de pubertad y descubrimientos.

Llegamos y nos sentamos; no paraba de mirarlo, simplemente no podía. No verlo casi dos años y sin conversaciones fue una maldita tortura, después de todo, él era mi mejor amigo, y aún más que eso. Lo extrañé demasiado y de repente caí en cuenta que el rol de papá le quedaba perfecto, era tan cuidadoso, sin duda su instinto paternal me recordaba a la época en la que juntos protegíamos a todo seirin. Qué recuerdos.

-Bueno, como te dije, no tenía tu número y el pedírselo a alguien era casi imposible por mi exceso de giras y supongo que tu trabajo tampoco te dejaría mucho tiempo para vernos. Pero, aquí estoy y verte me hace muy feliz… como vez… fui papá haha.

Reía mientras tocaba su nuca, ese gesto que me encantaba.

-Si, tu hijo es idéntico a ti, es imposible no darse cuenta que es tuyo- respondí sonriendo

-Su nombre es Hanayoshi- dijo con voz tierna y en mi interior sentí que algo se quebró. Es la combinación  de su nombre con la de su marido- pensé de inmediato- que ingenioso, seguro había sido idea de él ya que era demasiado cursi para esas cosas y bueno…. Su marido no era del todo “emocional” que digamos.

-Hola Hanayoshi!- tomé la pequeña mano del bebé a la par que Kiyoshi me lo ofrecía para hacerlo sentar en mi regazo. Era como si estuviera dándome un pequeño cachorro, demasiado adorable para no acogerlo y hacerle uno que otro mimo con su pequeño animal de felpa que cargaba.

-Sabes, hyuga? Realmente te extrañé, han pasado tantas cosas… hay que ponernos al corriente de  todo! Haha

Y ahí estaba de nuevo esa sensación de cuchillos en mi estómago y nudos en mis cuerdas vocales.

Sus palabras eran así, siempre habían sido así, ya estaba acostumbrado, pero inevitablemente reaccionaba de esa manera siempre. Maldita sea, algún día se terminarían mis sentimientos?

-Bueno, realmente no ha pasado mucho, abrí mi nueva firma de abogados y me está yendo muy bien- las manitas del niño apretaban mis dedos como queriendo separarlos hasta arrancarlos, era muy dulce, y me pegó una incoherencia en la cabeza. ¿Y si ese bebé hubiera sido mío? Sin duda estaba obsesionado, pero de mi cabeza no iban a salir esas ideas así que imaginé que por el momento que tuviera al hijo de Kiyoshi entre mis brazos, sería mío también. Estaba jugando a la familia a mis 30, dentro de mi cabeza…. Y se sentía tan bien.

-En serio? Muchas felicidades!- Se paró solo para darme un beso en la cabeza y después revolver mis cabellos con su mano, como siempre lo hizo cuando ganábamos partidos y campeonatos- Estoy muy orgulloso de ti, en serio que te admiro mucho- Sus palabras sonaron como un marido orgulloso, así las tomó mi cabeza, en ese momento era mío y de nadie más.

-Gracias-

-Y, bueno… haz encontrado a alguien?

-a alguien? A que te refieres?

-Ya sabes Hyuga, no creo que estar solo sea bueno siempre, no has encontrado una pareja?

Adiós al romanticismo de mis pensamientos. Kiyoshi lo había arruinado, pero me propuse seguir en el papel de su marido sin importar que.

-Hahaha, claro que no, sabes muy bien que te soy fiel- sí, eso lo había dicho y no sentí ni el menor remordimiento, eso era porque no había ni una pizca de mentira en mi afirmación

-Vamos Hyuga… no digas eso, ha pasado tanto tiempo de eso- hizo un silencio- y sabes que te amo como a un hermano desde siempre, me preocupas y quiero verte feliz

-Soy muy feliz a tu lado Kiyoshi, digo, no nos vimos por dos años pero aun así te quiero demasiado como para no sentirte cerca de mí, siempre lo has estado- Cada vez me costaba más que las palabras sonaran firmes e intenté distraernos con el que en ese momento era nuestro bebé- Es hermoso no crees? – Le pregunté refiriéndome al niño- un día va a crecer y va a ser igual a ti, voy a estar muy orgulloso si sigue tus pasos, o si es abogado.

-Hyuga- dijo mientras tomaba mi mano- te quiero como a nadie, lo sabes, quiero que estés bien.

-Estoy bien, créeme- lo miré serio- tampoco es como si no pueda vivir sin ti-una mentira como una bala en medio de los ojos, certera y profunda.

-Yo…- no pudo terminar su frase, alguien llegó para interrumpirnos

-Kiyoshi aquí estás! Hana-chan te está buscando! Que le digo?- la pelirosa que ya antes la había saludado junto con su marido, que por cierto, éste no había perdido su cara de asesino intelectual todos estos años, le reclamaba de cierta manera tierna- obvio no quiero interrumpirte con Hyuga-kun, pero Hana chan se ve algo molesto. Además, ya es casi hora del brindis, así que será mejor que vengan a la mesa.

-Claro- contesté mientras me levantaba cargando a “mi retoño”

-Debemos ponernos de acuerdo y terminar la conversación de acuerdo?- me dijo Kiyoshi mientras me tomaba del brazo y me acompañaba hasta donde estaban todos. Yo solo asentí.

-Muy bien! Ya que estamos todos reunidos de nuevo, debemos pedir nuestros deseos por adelantado, porque bueno, muchos de ustedes se largan a otro lado- gritaba el gorila que alguna vez estuvo en rakuzan- entonces, chicos, espero que sus deseos se hagan realidad hoy y siempre.

Todos chocaron sus copas con quienes tenían más próximos, y como si fuera una escena de ensueño, yo no esperaba hacerlo con nadie más que con quien estaba a mi lado. Ese momento que anteriormente me parecía tan patético y cursi ahora lo disfrutaba y lo grababa en mi cabeza para recordarlo hasta el último de mis días. Brinde con el amor de mi vida, y con “nuestro” hijo entre mis brazos. Cerré los ojos y pedí con todas mis fuerzas su felicidad, su salud, su bienestar de él y de todos los que amaba. Por supuesto también el de Hanayoshi, que creciera fuerte y sano y que ojalá algún día llegara a quererme tanto como yo ya lo quería a él.

El momento pasó, todos se besaban y abrazaban deseando felices fiestas y después continuar con la respectiva fiesta. Kiyoshi me miró con ternura y se acercó para darme un ligero beso en la frente. Cuando noté que alguien se acercaba hacia nosotros.

-Así que aquí están- era Hanamiya

-Hola Hanamiya, cómo estás?- dije intentando no parecer deprimido

-Supongo que mejor que tú, cuatro ojos, en fin, Kiyoshi- lo llamó- Iré a un bar con Furohashi, Hara y los demás. Esta fiesta ya está empezando a aburrirme.

-Como todos los años- dije sin temor a que Hanamiya me volviera a agredir, la verdad es que no me importaba y mucho menos en ese momento. Todo este tiempo, Makoto se había controlado por que sabía que a pesar de estar cerca de Kiyoshi él lo amaba lo suficiente para no pensar en nadie más. Sabía que tenía a Kiyoshi solo para él, sin embargo, también sabía que él me apreciaba como su mejor amigo. Llegué a pensar que le daba igual mi existencia, cuando antes me hacía la vida imposible, si es que se hubiera podido aún más.  Qué ridículo- pensé- ¿porque alguien quisiera hacerte sentir como basura cuando ya era el dueño del que era el amor de tu vida? En fin, solo deseaba que mi pequeño Hanayoshi no hubiese heredado ese gen de maldad de su madre.

 -Bien, iré por ti cuando me digas tan solo llámame; yo me quedaré aquí con Hyuga- Dijo Kiyoshi mientras cubría al bebé con una manta que antes le entregó el ojiverde junto con una pañalera pequeña.

-Si adiós, te veré más tarde- y salió de ahí acompañado de los ex kirisaki Daichi, no sin antes decirle un adiós exagerado con su mano en la que hacía notar a propósito su argolla matrimonial, casi restregándola contra mi cara y mi dignidad. Sin duda, todo un sádico. Kiyoshi por su parte, le sonreía embobado sin notar malicia en su gesto.

La noche siguió tan perfecta como había iniciado, sabía que tenía unas pocas horas para disfrutar de “mi familia”. Por primera vez en muchos años, me sentía feliz, tan feliz que no me importó que estuviera en una utopía una creada a base de dolor, amistad, amor no correspondido, etc. pero al fin y al cabo, estaba con  el amor de mi vida a mi lado con nuestro bebé, porque a pesar de no haberlo tenido, ya lo sentía como mío. Era algo enfermo, o algo maravilloso. Como quiera que se hubiera visto, era algo sólo mío, y sabía que en mi soledad apreciaría esta noche por siempre, porque era la mentira más bonita que viví en la realidad.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

espero que les haya gustado este one shot ;)


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