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Algodón de Azúcar (YoonSeok) por Futuristic lover

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Yoongi se quedó boquiabierto a punto de decir algo cuando les vio alejarse, por lo que apresuradamente consiguió seguirles hasta llegar a un lugar apartado. Hablaban de un tema desconocido que prontamente comprendió. El rostro de Hoseok se desencajaba con las palabras que exponía Taehyung. ¿Acaso era un idiota como para no saber con quién pasó la noche? No obstante, Yoongi intentaba mantener sus sentimientos en calma, pero había algo, algo inexplicable que le comenzaba a molestar. ¿Realmente estuvieron juntos? ¿Realmente Hoseok le aceptó? ¿Por qué tantas preguntas que le confirmaban una incómoda realidad? Y por instinto, dio un fuerte golpe al coche que se hallaba a su lado ocasionando que la pareja guiara su mirada hacia el ruido seco producido. El moreno se impresionó por verle ahí, Yoongi había escuchado todo y no podía estar más decepcionado consigo mismo.

 

A continuación, el más bajo se marchó enojado, tampoco deseaba escuchar más palabras de ellos pues ansiaba perderles de vista. Taehyung se dio la vuelta y comenzó a irse también dejando a Hoseok completamente solo.

Sin explicación Taehyung le hizo entender a su amigo que se habían acostado juntos cuando no era cierto, aquella no era la verdad, pero quería hacerle saber que sí lo hicieron y que el moreno había cometido un error. ¿Algún tipo de rencor por la confesión de Hoseok? Puede ser y no le importaba.

En ese momento, su memoria le dedicó los recuerdos vividos de esa noche.

 

 

Taehyung daba vueltas a su bebida mientras miraba el espectáculo que hacían algunos trabajadores en la fiesta en la que se encontraba. Se trataba de la celebración del tercer aniversario de la cadena y había sido invitado como muchos tantos a la gala. De repente, vio salir a un chico del baño perplejo de lo que pasaba a su alrededor, mientras se sentaba en la barra, pidió unas cuantas botellas de soju sin percatarse de su bienestar. Taehyung le reconocía pues se había encargado de ser su chófer de una noche por petición de Victoria, su jefa. Conocía su nombre, altura, porte y dirección. Era guapo, para qué engañarse, el primer chico quien había robado la atención al castaño, sin embargo, en esos momentos parecía estar pasando por un momento nocivo debido a la cantidad de alcohol que había encargado, por lo que, decidió acercarse a él y cortar por lo sano esa facilidad de beber cada chupito.

 

—Hola, soy Kim Taehyung. Veo que estás un poco bebido y...

 

Hoseok seguía mirando su pequeño vaso a medio acabar, no prestaba el suficiente interés a las palabras de Taehyung. Para sorpresa de este último, el moreno empezó a hablar solo mientras miraba hacia un punto fijo del segundo piso. Taehyung no tardó en guiar también su mirada hacia ese lado, intuyendo que buscaba a alguien de la zona VIP. Y así fue, ya que visualizó a algunos actores que hablaban entretenidos con sus superiores y CEOs de algún otro tipo de industria. Hoseok terminó su copa y la levantó hacia una persona que reconoció al instante. ¿Estaba mirando a Suga?

 

—Maldifto idiota. Sonriéndole como esfftúpido a esos festúpidos junto a essse chico. Suga idiota, idiota.

 

— Si te soy sincero esta fiesta es una auténtica mierda. —cortó Taehyung a su lado, obteniendo por fin la atención deseada. — Puedo llevarte a casa. Fui el chófer quien te trajo aquí. Lo mejor fue no haberlo hecho, ¿verdad?

 

Hoseok se giró un poco y se le quedó mirando con los ojos entrecerrados mientras sujetaba su bebida ya acabada. En silencio, asintió moviendo la cabeza de arriba y abajo sin parar, al tiempo que daba otro sorbo al vacío.

 

—Tieneesh razón. Vámonos. Vámonos, mmm Chófeeer. —Pasó su brazo por el hombro opuesto y antes de partir en dirección a la salida, se volvió hacia Yoongi, levantó el brazo y le hizo un corte de manga sin que el otro se diera cuenta. Taehyung sonrió por la extraña actitud del ebrio y posó su mano en la espalda por si Hoseok perdía el equilibrio. De repente, presenció cómo Yoongi miraba a Hoseok mientras se llevaba el borde de su larga copa a los labios, su semblante se mantenía frío y serio, algo usual en el actor, pero ahora era mucho más siniestro.

 

Taehyung le echaba una mano para subir las escaleras de su apartamento intentando que no se precipitara por el mareo intenso que comenzaba a experimentar. No podía ser de mucha ayuda cada vez que Hoseok se balanceaba de un lado a otro, era un completo desastre cuando bebía que, sin más, le sujetó de la cintura con fuerza ignorando los quejidos agudos del moreno. Tras entrar como pudo al departamento del contrario, dejó que Hoseok le guiara entre suspiros hacia su habitación, encontrándola al instante, a continuación, le llevó a su cama donde le acostó, esperó a que abriera los ojos para que apreciara el lugar conocido y no temiera por nada. Sin embargo, mantuvo sus ojos cerrados mientras se acomodaba en su cama al tiempo que cogía una larga almohada y se la ponía entre las piernas para dormir abrazado a esta. Tal imagen de él abrazando y balbuceando cosas imposibles de escuchar ni comprender le hizo sonreír inconscientemente. Taehyung se separó de la cama, buscó una hoja y bolígrafo para escribir una nota dedicada al sobrio de Hoseok que lo leería al día siguiente. Durante unos segundos, escribió la nota con una perfecta caligrafía, decidió no poner su nombre sino un apodo que Hoseok mencionó en el coche de camino a su casa, una señal de que sabía su secreto y esperaba que el ajeno se acordara del momento. Sus amigos de su grupo de baile en secundaria le llamaban Hope y daba a entender que nadie más sabia de ello. Así fue como Taehyung abandonó ese apartamento después de dejar el papel al pie de la cómoda, con un sentimiento optimista esperaba que le reconociera la próxima vez que se encontrasen.

Sin embargo y lo que Taehyung desconocía era que cuando él se fue de aquel departamento, Hoseok se despertó repentinamente y empezó a dar vueltas por su casa mareado y buscando a alguien por cada habitación.

 

—¡SUGA! ¡YOONGI! ¡COMO RAYOS TE LLAMES! ¡DÓNDE MIERDAS TE ESCONDES! —bramó abriendo con fuerza la puerta del baño y descubriendo su ausencia, un desenlace distinto a la primera vez en la que se conocieron. — ¡Eres un engreído! ¡Un maldito egocéntrico! ¡ERES DE LO PEOR! ¡¿Dónde estás?! —golpeó otra puerta casi con los ojos cerrados y tropezó con el marco del salón de camino a la cocina. Inconscientemente y en ese estado, empezó a recordar lo que había hecho en aquel cubículo del baño después de que el protagonista de su enfado le calentara contra la fría pared del lugar. Agitó enérgicamente su cabeza de un lado a otro borrando los pensamientos tan degenerados, comenzó a quitarse la camiseta y con ello los pantalones mientras caminaba por el salón tal como un pollo sin cabeza. —¡VAMOS! ¿Dónde te escondes? ¡Termina lo que has empezado! Cabrón. ¡Cabrón! ¡MALDITO ALGODÓN DE AZUCAR CON PATAS! Vamooooos, muéstraaaate. —separó sus brazos sin dejar de gritar y armar alboroto en aquel pacífico apartamento, en ese momento le importaba lo más mínimo los vecinos, su objetivo no se encontraba y eso le cabreaba aún más. Volvió a la habitación ya desnudo del todo y dio un fuerte golpe en la mesa que desplazó sus pertenencias más importantes al suelo, luego fue al armario y con la adrenalina del momento echo toda la ropa al suelo, tirándola por todas partes. Estaba colérico, su orgullo dañado al igual que su habitación totalmente desordenada, le cabreaba progresivamente. Se había masturbado por una persona en un lugar público y no se sentía nada orgulloso, lo único anhelaba hacer era darle su merecido a Yoongi, que acabara lo que empezó y joderle vivo como todos los personajes con los que se había acostado. Estaba harto, fuera de sus cabales, no era él, en absoluto, no reconocía a ese Hoseok que muerto del cansancio inexplicable que había obtenido por un reproche estúpido, volvía a su cama para caer rendido sobre ella.

 

 

 

 

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Estando solo y sin poder respirar adecuadamente, comenzó a caminar al lado opuesto donde se habían ido Taehyung y Yoongi con el fin de buscar un espacio de tranquilidad y poder asumir las palabras escuchadas anteriormente. La ansiedad se acumulaba en su inestable alma sumiéndole en un estado crítico de impaciencia destructiva. Su memoria le fallaba sucesivamente y debido a ese pequeño problema muchas veces le era imposible recordar lo que había hecho en una noche por su constante irresponsabilidad con la bebida. Ver el rostro exasperado de Yoongi tras golpear aquel coche le había dejado sin palabras y con un sentimiento irritante en el corazón. ¿Por qué le angustiaba cuando es una información que no le debería entrañar? Pero le importaba y Hoseok se sentía miserable por ello. Los latidos de su corazón incrementaban cada vez que daba un paso, no sabía si era necesario pedir ayuda o quedarse en un lugar resguardado de su realidad. Deambuló hasta encontrar un asiento vacío con el poder acostarse y no morir en el intento. Poco a poco su vista fallaba y apreciaba un gran peso sobre el que no le dejaba caminar más, tenía miedo, mucho miedo, pensó en un posible ataque de ansiedad, no estaba seguro. No obstante, permanecía tan absorto que no presenció un fuerte estallido a lo lejos. Creyó que los fuegos artificiales habían comenzado a ser lanzados al ras del cielo apagado. Por un momento, no se arrepentía por habérselo perdido ya que no estaba en las condiciones para temer más por su vida, por lo que se quedó en aquel sitio intentando recuperarse de su estado crítico. Él solo. Como siempre.

 

 

 

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Los gritos de los padres y abuelos llamando a sus hijos y cercanos entre tanto alboroto y humareda fue el sonido principal tras la fuerte explosión ocasionada en una caseta que vendía productos altamente inflamables.

 

Nadie podía pensar que en una fiesta tan aclamada y popular pasaría, en un día como ese, un accidente de tal nivel.

Nadie podía pensar que todo comenzó tras el choque entre un chico cuya camisa de palmeras se hallaba manchada de helado y el de un niño perdido que disfrutaba de su bebida como cualquier otro.

Nadie podía pensar que aquello fuera la causa para que comenzara a caer una por una las fichas de dominó de situaciones aleatorias que ocurrirían antes del incidente.

 

Si no hubiera ocurrido el primer accidente, la primera ficha de dominó, el helado sobre la camisa de Hoseok, el niño que portaba una bebida habría acabado con sus padres que le esperaban a unos metros, los niños en el otro extremo de la zona seguirían molestando a la pequeña niña, la señora continuaría degustando su delicioso bocata, los adolescentes no pararían de fumar hierba y cada ficha de dominó se mantendría estática, sin ocasionar un desastre. Sin embargo, la realidad fue distinta cuando el niño en su camino para reencontrarse con sus padres, tropezó con el moreno y terminó consiguiendo  una bebida nueva adquirida por Hoseok y Yoongi, alejándose de su objetivo principal, dándose cuenta de lo perdido que se encontraba, por lo que salió corriendo intentando localizar a las personas más importantes de su vida, no obstante encontró a unos niños que se metían con una niña pequeña y por el que dio su nueva bebida para calmarla tras haber ahuyentado a los crueles niños, niños quienes salieron corriendo empujando a una señora que comía su único bocata del día y que finalmente terminó maldiciendo dicho accidente, mientras se inclinaba para coger su alimento, tal acción provocó que su pantalón se rompiera ocasionando que unos chicos de la temprana edad de los quince años se burlasen de la mala suerte de la mujer y lo ridícula que se veía, entre risas a uno se le cayó el cigarro cerca de la caseta peligrosa y que portaba objetos inflamables.

Realmente nadie sabe cómo ese puesto estalló provocando la onda expansiva a su alrededor en menos de unos pocos segundos, pero pasó y ya no hay vuelta atrás. La causa del accidente es desconocida para todos, incluso para Hoseok, Yoongi, el niño amado por sus padres, la niña abusada, la pobre mujer que no probó ni un bocado y los chicos a punto de saber lo difícil que es cuando las fichas de dominó acaban desplomándose una gracias a la otra.

 

—¿Qué ha pasado? —inquirió Jiwoo cuando escuchó el escándalo desde lejos. Habían avanzado un tanto cuando su hermano, Yoongi y Taehyung habían desaparecido. — ¿No habéis escuchado un petardo o...?

 

—Espera. —Seokjin se detuvo girando su cabeza hacia un lado y presenciando algo que no podía creer. — Creo que sale humo de ahí. ¡Oh, chicos mirad! —señala una caseta a lo lejos y la gente corriendo por todas partes.

 

Las personas huían hacia algún lugar a salvo, los niños lloraban, los trabajadores alarmaban a los clientes y nada más pues desde donde se encontraban no podían ver nada debido a la gran humareda que se aproximaba hacia ellos. El ambiente se tornaba caliente y todo era tan confuso que Jiwoo se estaba preocupando demasiado. ¿Dónde estaba Hoseok? ¿Yoongi y Taehyung? Y con una agilidad impresionante la chica ya estaba marcando el número de su hermano rezando internamente por la salud del chico.

 

—Voy a llamar a Taehyung. —masculló Seokjin preocupado. Jungkook estaba tan paralizado que había olvidado mover un músculo determinado. — ¿Alguien sabe el número de Yo...?

 

De repente, Taehyung apareció tras haberse marcado una larga carrera. Se inclinó sobre su cuerpo y posó sus manos en ambas rodillas tomando grandes bocanadas de oxígeno. Jiwoo, Jungkook y Seokjin se alegraron por la repentina aparición del castaño, pero la felicidad concluyó cuando notaron la ausencia de los otros dos. Jiwoo se acercó rápidamente a él.

 

—¡Taehyung-ssi! ¿Dónde está mi hermano? ¡¿Por qué no ha vuelto contigo?!

 

—¿Cómo? ¿Hoseok no ha vuelto? Si hace poco le... —Y se quedó callado. Escuchó la explosión cuando estaba buscando al grupo tras alejarse del moreno, pensó que Hoseok le había seguido o que simplemente había escogido otro camino para volver con el resto. Sin embargo, no estaba. Había desaparecido. 

 

—¡¿Qué ha pasado?! ¡Taehyung-ssi!

 

—Pensaba que...

 

Jiwoo agitó su brazo con furia perdiendo la impaciencia, segundo a segundo.

 

—¡Di algo!

 

—Es...estuvimos ha...habla...hablando hace un rato, estuvo Yoongi también y ...

 

—No han vuelto, Taehyung. —murmuró Seokjin sintiendo fuertes empujones en su espalda por gente desesperada buscando la salida más segura por la que escapar. Cogió el teléfono para llamar a Hoseok y este no respondía. — No responde. Su teléfono no responde.

 

Jiwoo sentía marearse, las lágrimas asomaban por sus acuosos ojos, no comprendía qué estaba pasando, si era todo real, si no estaba viviendo una pesadilla. La falta de su hermano pequeño le angustiaba, le carcomía la poca paciencia y empujó al resto para salir disparada hacia algún lado buscando a su Hobi.

 

Gritaba entre los gritos de tanta gente. Un sin fin de nombres se escuchaba por encima de otros en el lugar. Muchos niños lloraban al igual que las familias y los amigos. Todo era un caos, corrían perdidos sin saber qué hacer, sin saber a quién recurrir. Volvió a marcar el número de Hoseok y nada. ¿Estaría bien? ¿A salvo?

Se mordió el labio pensando por donde ir esta vez, había dos caminos, derecha e izquierda, elegiría uno al azar y ya volvería para ir por el otro, estaba tan desesperada que su cabeza no pensaba correctamente. Antes de avanzar por la derecha, Seokjin le detuvo al cogerla del brazo, avisó que era peligroso el que se separasen y que irían a buscar entre todos, Jiwoo asintió guiándose por el camino de la derecha sin notar lo confundido que estaba Taehyung ya que ninguno de esos caminos le sonaban.

Quería que la tierra le tragase en ese instante, por su culpa Hoseok estaba desaparecido, por haberle dejado solo, por no darse la vuelta, su amigo podría estar en grave peligro. Veía a la gente ir y venir a cámara lenta, continuaba tan paralizado, tan en vilo, la agonía le desgarraba el ánimo y no sabía que hacer.

 

Se sentía tan culpable.

 

 

 

 

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Su cuerpo inmóvil yacía sobre el banco donde había optado por tumbarse. Por lo menos su corazón se había calmado, en parte, aunque su mirada, situada en un solo punto, se alteraba a una desenfocaba, el calor repentino que apreciaba en los poros de su cuerpo era algo extraño para esa época del año, escuchaba mucho bullicio y no sabía si los fuegos artificiales habían acabado. Aunque Hoseok lo percibía como si estuviera debajo del agua, le era imposible confirmar si se trataban de gritos de ilusión o de auxilio. Intentó moverse al incorporarse, pero su claro agotamiento que padecía por todo el cuerpo, sobre todo, en las piernas, le obligó a caer hacia delante sin tener tiempo a sujetarse, no obstante, unas manos en sus hombros le hicieron volver sobre sus pies. Una persona le había ayudado, una persona que Hoseok desconocía.

 

  —¿Estás bien? —habló el chico a su lado intentando cogerle mejor para que no se cayera. — Soy Daniel. Te he visto en muy malas condiciones. Si deseas, vamos a un sitio más calmado porque con lo que ha pasado, pues…

 

—¿Cómo? ¿Q-Qué ha pa-pasado?

 

—Mejor vamos a otro lugar.

 

Daniel, el chico alto, moreno, con gafas y porte elegante, vestía como si se hallara en los mejores locales de Gangnam, el barrio más lujoso de todo Seúl. Sin embargo, estaba ahí, frente a Hoseok, preocupado, pero con ganas de ayudarle. Hoseok solo quería salir de ahí y poder calmarse por el ataque de ansiedad que había sufrido hace unos minutos, por lo que se dejó llevar por el chico hacia un lugar apartado en donde había una fuente y pocas personas. Daniel le ayudó a tomar asiento en uno de los bancos lejos de todo ese ajetreo. Una vez sentado, Hoseok se inclinó dejando sus codos apoyados en sus rodillas y comenzó a hacer ejercicios de respiración esperando a la pronta tranquilidad notando la presencia de Daniel a su lado. Aquel chico le recordaba a alguien, parecía que lo había visto antes, pero no estaba seguro donde exactamente, mejor no pensar y apaciguarse poco a poco.

 

—Toma, una botella de agua. —le tendió la bebida tras desenroscar la tapa y esperó a que la cogiera. —¿Cuál es tu nombre?

 

—Hoseok. —dijo en un tembloroso hilo de voz aceptando la botella, dejó pasar el líquido frío a su boca y después garganta percibiendo la frescura del agua.

 

—No las des, Hoseok. Menos mal que te he encontrado. Estabas muy pálido e iba a llamar otra ambulancia.

 

No tenía ganas de hablar, ni de pensar, simplemente ansiaba recuperarse cuanto antes, permanecía realmente débil y no entendía qué hacer. Bebió el agua con lentitud y se atragantó cuando intentó respirar, por lo que, comenzó a toser muy fuerte, dándose golpes en el pecho impaciente. Daniel, se inclinó hacia él y le dio pequeños golpes en la espalda.

 

—No te preocupes te encontrarás bien. ¿Estás perdido? —inquirió al tiempo que tomaba distancias del ajeno.

 

—N…No. Es…

 

—Puedo hacerte un poco de compañía hasta que te recuperes.

 

—Gracias, Daniel, pero no hace fal… —intentó levantarse, pero su cuerpo todavía se encontraba frágil así que tendió a sentarse con la ayuda del opuesto.

 

—Ten cuidado, ¿sufres muchos ataques de ansiedad? —preguntó mirando su cuerpo encogido y asustado, bajó la mirada y volvió a subirla hacia él. —Conozco un buen médico que puede ayudarte con eso.

 

—Estoy bien. —murmuró Hoseok aún con los ojos cerrados. Atrapó la botella de agua y nuevamente se levantó mirando a su alrededor. Daniel le sujetó por si volvía a derrumbarse.

 

—Ten cuidado. Si quieres ayuda o si sigues con la ansiedad, llámame. —le entregó una tarjeta de presentación y le soltó. Hoseok asintió y agradeció al tiempo que aceptaba esa tarjeta distinguida y profesional.

 

— ¿Por qué suenan tantas si-sirenas? —cuestionó.

 

—Ha ocurrido una explosión en una caseta, no se más. —dijo con voz seria.

 

—¡¿Cómo?! –Sorprendido se giró hacia él sin saber qué decir o qué hacer.

 

Hoseok buscó su teléfono entre los bolsillos con ansia, sin embargo, no lo encontraba. ¿Lo había perdido? ¿Se le había quedado en algún lugar? Palpó los bolsillos de su camisa de palmeras manchada y siguió nuevamente por los pantalones. Daniel le miraba confuso intuyendo lo que estaba pasando, así que, con rapidez, tomó su propio móvil y se lo tendió para que hiciera alguna llamada que requería la mayor atención del moreno.

 

—Puedes usarlo. —musitó con el teléfono en las manos.

 

Hoseok hizo una leve reverencia antes de cogerlo y marcar el número de Jiwoo. Sus dedos temblaban más que un simple flan, había fallado un par de veces en marcar algunos números y tragando saliva volvió a intentarlo para después colocárselo en la oreja y esperar por los tonos del otro lado. Se mordía el labio inquieto, pasaba su mano sobre la cabeza impaciente por escuchar la voz de su hermana. Cerró los ojos mientras se inclinaba sobre sus rodillas y esperaba. Daniel, miraba todo en silencio, sin mover un músculo ni decir nada.

 

—¡JIWOO! —gritó conmovido. —¿Es-estáis todos bien?

 

—¡HOBI! DIOS, ME HABÍAS ASUSTADO MUCHO. —De repente, la voz de Jiwoo se quebró dejando paso a los sollozos que no podía controlar. Hoseok estaba bien, ya podía estar un poco más tranquila. —¡No vuelvas a hacerme eso, Jung Hoseok!

 

—Me mareé un poco y acabé sentado en un banco. Pensaba que eran fuegos artificiales y no le preste atención, ¿de verdad que todos estáis bien?

 

Sí, todos estamos bien, sin daños ni un rasguño. Taehyung-ssi llegó tan pronto como empezamos a busc… —Y paró de hablar. — Espera… Hoseok. Está contigo Yoongi-ssi, ¿cierto? —su voz comenzó a temblar.

 

—¿Yoongi? N… No está conm… —murmuró en un hilo quejumbroso de voz. Su respiración aumentó nuevamente gracias al estado de incertidumbre que volvía a experimentar. La última vez que vio a Yoongi fue tras golpear un coche al ver a Hoseok y Taehyung hablando y después nadie supo más de él.

 

Hoseok, soy Jin. Buscaremos a Yoongi entre todos, pero antes dinos donde estás.

 

El aludido no escuchó lo último que había dicho Seokjin pues salió corriendo hacia la cadena de puestos tal como si se tratara de un impulso. Eludió a las personas que venían del lado contrario, giró su cabeza hacia los lados intentando, a la vez, no tropezar con sus propios pies. La situación de su alrededor era de completa inseguridad, muchos se hallaban perdidos y sin atender a las noticias oficiales. ¿Cómo podía haber pensado que solo se trataba de la apertura de los fuegos artificiales? Error, todo era diferente. Mientras muchas familias marchaban hacia la salida con ayuda de policías que habían interrumpido el festival para desalojar la zona, Hoseok percibía que su objetivo se alejaba más de él. ¿Dónde estaba Yoongi? ¿Qué había pasado? Corría sin sentir las piernas, corría fijándose en cada detalle de las personas de cualquier edad, corría intentando ahogar el llanto y las lágrimas que no dejaban de esparcirse por sus mejillas. Luchaba por retener pensamientos auténticos y positivos. No le convenía derrumbarse en esos momentos, aunque se encontraba débil no le importaba, su fragilidad era tan complementario, tan insignificante, no dolía tanto como la ausencia del actor. Proseguía buscando desesperadamente la cabellera oscura de Yoongi. Los policías acompañaban a niños y grupos de personas hacia lugares seguros calmándoles en el camino. Mientras más se apresuraba, cuanto más avanzaba en la hilera de los puestos afectados, más aumentaba la presencia del equipo de sanidad y ya de los bomberos. Todo era un completo caos, sus lágrimas obstaculizaban el rostro delicado de Hoseok. Llevado por la falta de oxígeno y agotamiento, se detuvo sobre sí mismo pensando en algún camino al que no haya ido aún y todo se paralizó.

 

Le encontró.

 

Su garganta se mantuvo deshidratada al igual que sus labios. Su corazón dio un sobresalto haciendo que experimentase un fuerte pinchazo, su respiración se paralizó, un escalofrió comenzó a recorrer toda su espina dorsal. Todo se detuvo. Solo escuchó silencio, silencio que le hizo dar un paso hacia delante. Era él.

 

Yoongi estaba en una camilla, con la cara manchada y los ojos cerrados.

 

 

—¡YOONGI! —chilló en un tono desgarrador y fue hacia el chico inconsciente, pero un policía interrumpió en su paso y le sujetó de los brazos para que no se acercara. —¡Suéltame! ¡SUÉLTAME! ¡LE CONOZCO! —intentó deshacerse del fuerte agarre del gran policía y volvió a gritar con lágrimas en sus ojos vidriosos. —¡Yoongi, soy Hoseok! ¡Estoy aquí!

 

—No puede estar aquí, señor. Por favor, cálmese y venga conmigo.

 

—¡Que no! ¡No voy a dejarle solo! ¡Esta vez no! —le dio un fuerte empujón al policía, a continuación, le asestó una firme patada en el tobillo provocando la liberación de su sujeción corriendo hacia la camilla donde reposaba el chico.

Su ropa estaba manchada por todos los lados, su cara llena de polvo, su pelo moreno parecía ser gris o de algún color irreconocible. Hoseok fue a su lado sin percatarse de las camillas colocadas a su alrededor, los paramédicos y enfermeros estaban ocupados llevando a los afectados a las ambulancias.

 

—No, no, no. Tú no. Po…Por favor. Tú no. Tú… —se arrodilló a su lado mientras le cogía del brazo y aguantaba las ganas de quebrarse ahí mismo. Se mantenía fuerte para el ajeno como las pocas ganas de subsistir le permitían. No abría los ojos, esos ojos que tanto le gustaban, sus labios secos y también manchados, se hallaban en una fina línea. ¿Qué hacía ahí y por qué nadie le atendía? Negaba continuamente, girando de lado a lado tembloroso. —No deberías haber estado aquí, te invité, fue toda mi culpa. Toda mi culpa. T…Tú no pued…. —Su voz se rompió dolorosamente, no aguantaba verle así, en ese estado. Tan débil y sin apenas respiración. Hoseok estalló a llorar mientras se encogía más, apretando su mano en su pecho sobrecogido. Estaba al borde del colapso y no era nada bueno pues su prioridad era proseguir a su lado y no acabar también en una camilla por el gran malestar que sentía en esos instantes.

 

Un paramédico se acercó a él y le cogió del hombro para llamar su atención.

 

—Chico, no puede estar aquí es zona protegida. Vamos a trasladar la camilla a una ambulancia. ¿Podría marcharse?

 

—Déjeme estar un minuto más, por favor. Solo un minuto. –sollozó arrastrándose como nunca había hecho ante alguien, deseaba estar un poco más con él. El paramédico iba a continuar con un par de palabras, pero una enfermera le interrumpió para avisarle la gravedad de un paciente en la ambulancia y requería de su atención totalmente urgente, por lo que, se marchó rápidamente dejando al moreno arrodillado y suplicando. Cuando se marchó para atender a otros pacientes, Hoseok volvió a mirar a Yoongi y se encogió hacia a él. —Por favor… Yoongi. Esto, tú… yo… no puede acabar así. Yoongi, abre los ojos. ¡Mírame! Mírame como me lo pediste en mi casa. Por favor. Hazlo. Hazme caso. —se aferró a su brazo con fuerza bajando la cabeza y juntando su frente con la ajena. —Mírame, por dios. Mi-Mírame. —presiono más su mano contra su propio pecho intentando acallar esas punzadas de dolor. La agonía le mataba lentamente, no podía morir ahí, cerró los ojos sin apartarse de Yoongi mientras se calmaba. —Si te hubiera detenido antes de que te marcharas, no hubieras estado aquí. Maldita sea, idiota. Eres una persona tan rara, pero algo me atrae que no puedo mantenerte lejos de ti. No sé, no hay explicación, pero me gusta que estés a mi lado. Solo tú. Yoongi, solo t…

 

—¿Es una confesión o?

 

La voz ronca, apagada y gruesa del mayor fue el único sonido que escuchó Hoseok. Inesperadamente, Yoongi comenzó a reír haciendo que el moreno se percatara de los sutiles movimientos debajo de él. Cuando abrió los ojos encontró la mirada del actor sobre la suya, tan cerca, tan condenadamente cerca.

 

—¡YOONGI! —bramó Hoseok al verle despierto, sus lágrimas seguían recorriendo sus mejillas, sus labios temblaban y alejándose un poco para comprobar su estado, vio la sonrisa que se le dibujaba en los labios. No paraba de tiritar y notar el corazón a mil por hora. —¡YOONGI! ¿ME ESTABAS VACILANDO? —dijo enfadado por haber caído en su broma. —¡Maldito imbécil! ¡Nunca cambias! —se levantó y con el ceño fruncido fue hacia una enfermera que estaba a un lado y comenzó a darle pequeños toques en la espalda. — Pido que incineren a esa persona. —señaló al chico que comenzaba a sentarse en la camilla.

 

—El paciente se encuentra bien, ahora vamos a desplazar la camilla a la ambulancia.

 

—P-perdón. —se inclinó. —Siga trabajando duro. —hizo una reverencia avergonzado por su comportamiento, segundos después se aproximó a Yoongi para tomarle de la muñeca y llevárselo fuere de ese ambiente ensordecedor.

 

—Hey, me duele, imbécil.

 

—¡Eres un idiota! Me había asustado mucho. ¡Me había asustado mucho! —se limpió las lágrimas con su antebrazo con furia.

 

Al cabo de unos segundos, Yoongi se soltó de un movimiento e hizo girar a Hoseok.

 

—Voy a casa. —dijo con la voz seria. Estaba cansado y pedía un poco de paz.

 

—Suéltame.

 

—No. Te llevaré a casa.

 

—No sabes conducir.

 

—¡Sé conducir!

 

—Y una mierda. —murmuró sin sorprenderse.

 

—Volvamos, los chicos estarán muy preocupados.

 

—Deja de ser tan ruidoso. —dijo por último Yoongi escondiendo una sonrisa por lo que había escuchado antes en silencio. Se sentía contento sin razón. —El escucharte me da dolor de cabeza.

 

—¡Que te den!

 

 

 

 

 

 

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La explosión llegó a ocasionar decenas de heridos de distinta gravedad, pero ningún muerto. Dicho puesto de objetos inflamables se encontraba vacío cuando ocurrió todo, sin embargo, las personas que recibieron el primer impacto fueron gravemente heridos. Las unidades de policías y ambulancias no tardaron en llegar al lugar del suceso por lo que la ayuda ejercida en cada herido fue ágil y eficaz. Mas fue el miedo y la incertidumbre por el ruido o el desplazamiento de la multitud por el simple hecho de no tener respuestas que el accidente en sí. Las noticias de las diez de la noche estuvieron colapsadas por el mismo tema, reporteros en el lugar, declaraciones de testigos aún asustados o sorprendidos, entrevistas de profesionales de incendios se hallaban en cada cadena comentando lo ocurrido junto a la exposición de las fuertes consecuencias que pueden tener un mal uso de ellas.

Jiwoo se encargó de llamar a su madre al igual que el resto espantando la inquietud de cada familiar. Jungkook se fue tan pronto como encontraron a Hoseok y Yoongi, Seokjin fue en busca de Namjoon preocupado por el bienestar del camarero y Hoseok decidió conducir en dirección a la casa de Yoongi. Hacía mucho que no cogía un coche, pero era tanta la prioridad de mantener al actor cómodo y sano en el asiento del copiloto que dejó su orgullo a un lado.

 

—Solo por hoy te dejo conducirlo. Estoy demasiado cansado. —murmuró casi acostado divisando el continuo parpadeo que provocaba la combinación de las luces de la calle con la velocidad a la que iba el coche. —Ve más rápido, idiota. Ni yo conduzco tan lento.

—Estoy a cuarenta que es lo máximo permitido, no me jodas Yoongi.

—Viejo.

 

Ignoró esa palabra usada como despectivo y continuó deslizándose por la carretera una vez comprobado por cada espejo la ausencia de los demás coches. Hoseok miró de reojo a Yoongi quien estaba somnoliento aguantando mantener los ojos abiertos y sonrió inconscientemente por lo ridículo que se veía dando cabezazos en el asiento. Evitó hacer algún ruido para no dificultar su descanso, por lo que decidió no encender la radio ni pasar por calles ruidosas. Volvió a mirarle una vez más y noto como se removía, sin querer, sus pensamientos se transformaron en decenas de recuerdos vividos esa noche. Los sentimientos que despertó la desaparición de Yoongi, le hizo dar cuenta que algo extraño escondía su corazón. ¿Cuán cierta era la confesión que le dijo a Taehyung? ¿Realmente le gustaba? Lo único que pensaba en esos momentos era mantenerse a su lado, tal como ahora estaba haciendo. A partir de ahora, velaría por su comodidad, aunque sería un trabajo difícil. Demasiado difícil.

 

Minutos después, Hoseok ya se encontraba aparcando dentro del parking del lujoso edificio del propietario del coche, ejecutaba los movimientos del volante con miedo y con mucha lentitud pues hacia tanto tiempo que no cogía un coche, temía por si algo le saliera mal y terminara estropeando el coche en sí. Levantó el freno de mano tras terminar, se quitó el cinturón y echo un vistazo hacia un adormilado Yoongi. No fue capaz de saber por cuánto tiempo se había quedado apreciando cada porción de su rostro tranquilo, esos labios entreabiertos, rosados y voluminosos era tan atrayentes, todo de él le parecía la obra de arte más perfecta y delicada que nunca antes hayan podido hacer. Su corazón palpitaba más rápido y no era recomendable continuar pensando en su aspecto pues acabaría muriendo por un paro cardiaco. Tragó saliva y tras abrir la puerta del conductor para salir, Yoongi le detuvo tirando de su brazo. Aquella acción asustó a Hoseok que de un sobresalto volvió a su sitio, llevó su mirada hacia él y se quedó en silencio. Sus mejillas ya comenzaban a calentarse.

 

—¿Qué haces? —murmuró Yoongi con los ojos cerrados.

 

¿Había estado fingiendo dormir?

 

—Hemos llegado a tu casa. —respondió Hoseok al tiempo que cogía la mano ajena para apartarla y salir del coche. — Te acompaño a tu piso.

 

El ambiente se palpaba tan incómodo que ambos estuvieron en silencio todo el camino. Ni en el ascensor, ni en los pasillos cruzaron palabra, Yoongi caminaba por detrás de Hoseok, quien nervioso se dejaba llevar por el único trayecto que conocían sus piernas, el más bajo observaba su espalda amplia y fornida, Hoseok no era de tener la musculatura tan corpulenta como otras personas con las que había trabajado, pero eso no le quitaba lo atractivo que se veía desde su punto de vista. No solía fijarse mucho en él, sin embargo, cada rasgo que apreciaba del ajeno era más atrayente que el anterior y así.

 

—Perdona por las molestias de hoy. Mañana es el último día de mi hermana en Seúl, por lo que n-no volveré a molestarte. –Esas palabras eran tan dolorosas para él que no supo cómo continuar, simplemente fue capaz de asentir y detenerse al llegar a la puerta del apartamento del actor. Yoongi, en silencio, le miraba, estudiaba la forma nerviosa del otro al gesticular cada palabra. Presentía las inmensas ganas que tenía de salir de ahí sin saber cómo y qué decir por lo ocurrido horas antes. —Me alegro tanto de que no te haya pasado nada. —dijo sin mirarle.

 

Yoongi sin musitar una mísera palabra o un simple agradecimiento, adelantó un par de pasos al tiempo que se inclinaba y robaba un beso corto y tímido de los labios del moreno.

 

—Eres muy ruidoso.

 

Hoseok se quedó mudo, de piedra, estancado en el mismo limbo de la estupefacción por el gesto tan inesperado del mayor.

 

 ¿Qué había sido eso?

 

Hizo el amago de articular alguna palabra, pero el asombro era tan grande que terminó suspirando pesadamente. Yoongi no era de tomar esas acciones, ni de revelar algún sentimiento que escondía en su misterioso corazón. ¿Por qué le confundía tanto? ¿Por qué se confundía tanto?

 

—Me vuelves loco. —dijo Hoseok cabizbajo —No sé por qué me siento miserable cuando me alejo. Eres un hombre y estas cosas están mal, pero… No quiero separarme esta noche de ti, de un idiota, de un egocéntrico como tú. No debo decirte nada de esto porque somos homb…

 

—Entonces no te vayas. —murmuró Yoongi cortándole y mirándole a los ojos.

 

—Dímelo otra vez.

 

—No te vayas, Hoseok.

 

Y no bastó ni una palabra más para que el moreno posara sus manos en ambas mejillas del actor, cortar distancias y besarle con deseo y furia culminante, anhelando sentir, palpar y saborear con gusto esos labios que le hacían sobrepasar la línea marcada por sus principios, principios ya mancillados e irreconocibles.

 

 

 

 

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Hoseok terminó estampándole contra la pared más cercana de aquel salón plagado de la más infinita oscuridad de la noche, la ausencia de luz les dificultaba visualizar cada movimiento del contrario, sin embargo, se dejaron llevar por las interminables sensaciones que causaban tales toques recorrer ambos cuerpos. Entre besos deliciosos, Hoseok se separó un poco y bajó la mirada hacia las caderas de Yoongi que se movían por inercia.

 

—¿Me v-vas a pegar como la última v-vez?

 

—Si sigues hablando, sí.

 

Aquella respuesta robó una sonrisa amplia en Hoseok la cual Yoongi se encargó de borrar con más besos hambrientos. Las emociones eran tan reales, tan vivas, tan jodidamente magníficas que era inevitable no querer continuar. Sus grandes fantasías se hacían realidad, el protagonista de sus sueños más depravados le cogía de la camiseta guiándola hacia el cuello para comenzar a quitársela. Sus manos pálidas, cuyas venas eran tan notorias como el rubor en las mejillas de Hoseok, viajaban por todo su pecho a la vez que enrollaba la camiseta y terminar despojándosela.

Entre besos y caricias chocaban contra los grandes sofás de cuero que tenía Yoongi en el salón, caminaban torpemente hacia la habitación sin ser vistos por Holly, quien descansaba plácidamente en uno de los sitios prohibidos por el dueño. Las ansias que incrementaba a cada paso que daban, las salivas que se combinaban en cada beso, la lujuria mezclada con la armonía de sus cuerpos les hizo ver tan deseosos por disfrutar el momento. Hoseok ladeó la cabeza para introducir ágilmente esa ávida lengua en la cavidad caliente de Yoongi quien le recibió gustoso para fundirse en un beso más sucio que antes, entretanto, el moreno consiguió levantar al contrario y colocarlo entre sus caderas donde Yoongi enrolló sus piernas al igual que sus brazos en el cuello de Hoseok. Descendió los besos desde la boca hacia la mandíbula y después por el cuello, cada toque enloquecía al moreno que sin más se dedicó a echar la cabeza hacia un lado y le llevó hacia la cama de la habitación. En el camino, pasó las yemas de sus dedos en el cabello moreno de Yoongi, agarró su nuca y tiró con fuerza robando un suspiro agitado por parte del ajeno.

 

—Eres un maldito hipócrita. –consiguió decir Yoongi entre gemidos profundos por los continuos tirones en su cabello. –Te pone que te la chupe, que te toque, que te haga sentir mierda, pero después eres de los           que dicen que esto está mal entre hom¡AGGGH! –se quejó cuando sintió su espalda ser impactada por la pared de su habitación con rudeza.

 

—Hoy te permito que me llames hipócrita. –musitó Hoseok. Movió su pelvis entre la entrepierna de Yoongi aun sujetándole en sus caderas y volvió a embestirle escuchando ese quejido ronco, un sonido sublime para sus oídos. Era un enfermo.  —Déjame disfrutarte. Quiero…

 

—Hazlo. –musitó Yoongi sobre sus labios—. Vamos a la cama. Te la chuparé mejor que en tus sueños.

 

 

Las mejillas de Hoseok se calentaron nada más escuchar esas palabras tan ciertas y le soltó en la cama. Yoongi cayó de espaldas y, en un abrir y cerrar de ojos, se situó a cuatro patas gateando al encuentro de la entrepierna del menor.

Esa imagen, ese movimiento de todo su cuerpo aproximándose hacia él, moviéndose al compás de la excitación como si estuviera a punto de darle a caza le estaba calentando mucho más. Hoseok se imaginó estar grabando con su cámara de trabajo su punto de vista, el gateo sumiso antes de experimentar el clímax era el plano principal en el visor de su cámara imaginaria. Se lamió el labio con deseo y cerró los ojos sintiendo las maravillas concentrándose en un único punto. Yoongi llevó la punta de su dedo hacia el impaciente miembro opuesto y delineó la longitud ocasionando que esta se endurezca más bajo la ropa.

Por primera vez, Yoongi disfrutaba calentarle, ponerle más nervioso que antes, hacerle sentir lo que nadie le haya podido ofrecer. Se sintió feliz por tener tanta destreza para hacerle gozar.

Por primera vez, se esforzaría conscientemente en complacerle.

 

Él, Yoongi, el tan experto actor del mundo del porno le estaba observando desde abajo, esbozando una media sonrisa mientras descendía el borde de su pantalón sin dejar de acariciar por encima de la ropa el largo de su excitación. Dos de sus dedos viajaban por el borde pausadamente haciendo que la desesperación del moreno incrementara. Hoseok notó la sonrisa de Yoongi cuando se acercó un poco más a su entrepierna, desconocía las próximas acciones de él, esa incertidumbre le volvía aún más loco. Asimismo, Yoongi dejó una larga lamida por toda la extremidad. Hoseok gruñó con fuerza, le quería sentir ya, ansiaba que le despojara de esos malditos pantalones que comenzaban a ser un gran estorbo en esos segundos. Y así fue. Su deseo se cumplió cuando sintió el deslizamiento de su ropa entre sus muslos junto a su ropa interior ocasionando que su miembro diera un pequeño rebote tras la liberación. Segundos después, el actor acercó su lengua al glande con el fin de comenzar a saborearlo entre juegos ágiles. Con delicia, ejecutaba rodeos cuando se introdujo la punta en la boca. Succionaba, lamía y degustaba el tacto caliente y húmedo sin dejar de complacer los testículos lascivamente.

 

Estaba experimentando la mejor mamada que le hayan podido hacer en toda su vida. Ni los líos de una noche, ni sus exnovias, le hacían justicia. Esto era incomparable, inverosímil, no había palabras para explicarlo. Llevó su mano hacia el cabello de Yoongi e inició un vaivén sincronizado con los movimientos eróticos opuestos, hundiéndole más en su órgano, escuchando el roce sucio y húmedo de la conexión entre la boca y su entrepierna.

 

Esto era el paraíso.

 

Eran tan bueno. Mostraba su gran maestría en la acción. ¿Era así con el resto? ¿Todos habían tenido a ese Yoongi que parecía esforzarse en hacerlo bien? Hoseok tenía miedo por ser otro más del saco al que le daba el mismo placer repetitivo de cada corto de porno.

 

No.

 

Mejor no pensar pues no quería interrumpir el momento.

 

Cerró los ojos con fuerza dejando salir cientos de gemidos graves y roncos. Esto era diferente, se notaba. Había grabado unos cuantos cortos de Yoongi haciendo mamadas y no era nada igual a lo que estaba haciendo en esos instantes.

 

¿Por qué, de repente, sus pensamientos se basaban en eso cuando estaba experimentando una de sus tantas fantasías?

 

Yoongi dio unas largas lamidas a toda la extensión antes de volver a enterrar la boca en su miembro cortando cualquier reflexión corriente por parte de Hoseok quién bajó la cabeza al tiempo que se mordía el labio. Posó su mano en la longitud del pene y comenzó a masturbarle mientras lamía con lujuria y delicadeza al compás de los fuertes movimientos que ejercía el contrario en su cabeza. Engulló el pene en toda su cavidad, todo lo que le podía caber, aguantando la respiración hasta que se alejó volviendo a jugar con el glande. Sí, todo un experto. Escupía en todo el falo y repetía la acción una y otra vez. Con ternura y parsimonia. Algo nunca antes visto. Su respiración comenzaba a agitarse, su otra mano ya viajaba para complacerse el mismo sobre la ropa. No solía tocarse mientras satisfacía a la otra persona, pero lo necesitaba, su cuerpo lo requería cuanto más segundos pasaban, sus ganas eran inmensas que sin tapujos bajó la cremallera de su pantalón y empezó a tocarse suavemente.

 

Hoseok abrió los ojos y se quedó embelesado por la imagen delante de él. El centello de la magnífica luna maquillaba el bello rostro de Yoongi quien subía y bajaba por su entrepierna, disfrutando del momento, del placer, de la pasión de la noche. Su corazón latía con fuerza y no podía aguantar más, quería darle el mismo placer que este le proporcionaba, por lo que, sin avisar, se separó y le empujó hacia la cama consiguiendo que Yoongi sorprendido terminara acostado entre las arrugadas sábanas blancas. Estaba hambriento, intentaba no perder la paciencia para no tirarse encima de él, pero ya no podía más. Quería regocijarse en su realidad, hacerle entender que también era bueno en el sexo, que había reunido toda la experiencia posible y superar a los tantos actores con los que había compartido cama, a sus coprotagonistas, a sus exnovios, incluso a Jimin.

 

Ahora era él y nadie más. Era él y comenzaría a pasárselo de maravilla.

 

 

—Eres tan impaciente. —susurró el mayor lamiéndose la saliva sobrante que mantenía en sus labios. —Tanto como la primera noche.

 

—Me haces serlo. Eres tú, no yo. —Hoseok se quitó los pantalones y fue desnudo hacia un Yoongi que le miraba con una media sonrisa. Se hallaba aún vestido, tan injusto. — Ven. —mandó cogiendo la muñeca nívea de Yoongi, tiró de él dejando que se colocara en frente y arrodillado, al igual que él. Rápidamente, le quitó la camiseta con furia y descubrió que los pantalones ajenos ya se encontraban abiertos y manoseados. — Pervertido. Un algodón de azúcar pervertido.

 

—¿Eso crees?

 

—No me calientes.

 

—Tú eres el jodido pervertido.

 

—No me tientes, Yoongi.

 

—Acéptalo. —cortó las distancias quedando muy cerca de su rostro provocándole. — ¿Acaso al chico, a quien no le parecía correcto pensar en hombres, le ha gustado? —retó sacando la lengua y le dio una lenta lamida en el labio inferior del moreno.

 

Sabía cómo desafiarle, desafío que también le calentaba.

 

Un maldito idiota.

 

Estampó al mayor contra la cama con el ceño fruncido, no le gustaba que jugaran con él. Llevó sus manos a la camisa de este y de un solo movimiento la abrió haciendo que algunos botones saliesen disparados. Hoseok volvió a darle un empujón molesto, era tan débil a los juegos de Yoongi que no quería caer más en sus provocaciones, por lo que decidió tomar el mando.

 

—¿He dañado tu orgullo? —picó Yoongi.

 

Hoseok evitó seguirle el juego, continuó quitándole la ropa hasta que llegó a la ropa interior opuesta donde se detuvo. Esbozó una sonrisa cuando divisó la erección del chico y prosiguió las caricias por la zona sin llegar a tocar su firme miembro, comenzaría así su venganza por haberse metido con él. Le excitaría tanto que empezaría a rogar por más, a querer sentir su contacto apresuradamente. Era débil, pero perspicaz.

 

—¿Q-qué haces?

 

—Ser tú por una noche. Un maldito cabrón.

 

Bajó los pantalones y se los quitó dejándole completamente desnudo. Le echó una mirada seria acompañada de una sonrisa socarrona. Ahora era su turno y se lo haría pasar condenadamente bien. Pequeños flashes le venían de aquella noche que acabaron juntos tras una discusión en un bar. Todo era igual, aunque ahora, la diferencia, es que era consciente de sus actos y podría jugar mejor. Estuvo en esa posición hace tiempo con él y ahora lo recordaba. Hoseok encima de Yoongi, observando cada parte de su blanquecina piel, tan suave, tan apetitosa, yacía mirándolo sin musitar ni una palabra. Todo era a través de la mirada, los deseos, las ansias, todo. Sus músculos, apenas perceptibles ante la oscuridad de la noche, le atraían, al igual que sus abdominales notables. Le gustaba mucho. Era tan guapo para Hoseok, un adonis que nunca podía haber disfrutado en sus otras vidas, pero estaba ahí, debajo de él. Más calmado que antes, se inclinó y empezó el recorrido de besos por todo el pecho de Yoongi, sin tocar, ni rozar aquella zona palpitante que deseaba atención.

 

Pinchazos de placer se manifestaban en cada parte del cuerpo del actor al roce de los labios contra su piel. Dejaba rastros de caricias y besos causando que su piel se tornara a una de gallina. Le encantaba, lo hacía con tanto mimo, tan distinto a todos. Así era Hoseok para Yoongi, un chico que parecía tener muchas personalidades. Molesto, atento, cariñoso, despistado, inteligente. Su espalda se encorvaba cuando los largos dedos del chico se aproximaban al punto de gozo, sin embargo, se alejaba cuando la sensación de dicha aumentaba. Sabía que estaba jugando con él, pero a diferencia del otro, a él le gustaba. En parte, el sentir ese suplicio en el sexo era una maravilla que tanto anhelaba, no obstante, parecía que solo Hoseok sabía cómo hacérselo hacer y lo elaboraba tan bien. Levantó los brazos por encima de su cabeza y empezó a mover sus caderas como un gesto de deseo por el toque en su entrepierna. Perdía la cordura cuando Hoseok rozaba la punta de su excitación y volvía a recorrer sus piernas repartiendo besos.

 

—Deja de j-jugar.

 

—¿Quién está jugando?

 

—Termina lo que tengas que hacer y deja de entretenerte. —masculló.

 

Antes de continuar por otra zona, Hoseok le dio una lamida rápida a su miembro y siguió desentendiéndose. Quería reír por verle quejándose, pero se lo merecía.

 

¿Desde cuándo Hoseok era un rencoroso?

 

Otra faceta que descubría esa noche.

 

Roces accidentales, suspiros aclamados, ganas del simple desenfreno en el que ambas respiraciones se sincronizarían.

 

Yoongi aprovechó el despiste de Hoseok en dedicarle una zona para comenzar a tocarse él mismo, sus dedos tanteaban sus pezones ya duros y su mano acariciaba sus testículos. No aguantaba más. Anhelaba atención, pero Hoseok atrapó sus manos bloqueando alguna otra acción. Arqueó la espalda y le miró desde arriba con los labios entrecerrados queriendo escupir una maldición.

 

—Déjame.

 

—¿Ahora quién es el pervertido?

 

—¿Quién eres y dónde está ese idiota estúpido llamado Hoseok? Eres peor que satán. —se incorporó para llegar a sus labios y posar sus manos en la nuca ajena. — Pero… Me pones.

 

Hoseok tembló por la confesión repentina del mayor, le mordió el labio inferior antes de descender por el cuerpo de Yoongi y comenzar a estimularle como sabía. Aunque no ha tenido mucha experiencia, aprendería por los pocos cortos que había visto y en las sensaciones que más le gusta sentir de una mamada.

 

Y así fue. El menor incitaba al chico con lamidas y recorridos de su lengua en su longitud al tiempo que le masturbaba con la mano. No sabía si lo estaba haciendo bien, pero no se preocuparía pues los movimientos y sobresaltos de Yoongi le confirmaban la satisfacción que ejercía en él. Al parecer ese tiempo de tortura hizo que las estocadas de placer se hicieran más intensas.

 

—Te tendré que pi-picar más porque esto es…

 

Hoseok sonrió como pudo ya que la boca la tenía ocupada. Sus dedos descendieron por los testículos, donde también concedía toques y lametones con la lengua, y comenzar a estimularlos. Percibía los gemidos que Yoongi ahogaba con el dorso de su mano y los movimientos de caderas contra su boca. Entre tocamientos obscenos, Hoseok dejó sus dedos en la entrada de Yoongi donde lo acarició robando fuertes vibraciones en la espalda ajena.

El opuesto comenzó a acariciarse a sí mismo mientras disfrutaba de las sensaciones, sin notar que Hoseok clavaba su mirada en su goce.  Le maravillaba esa escena, le calentaba más, le excitaba de sobremanera que, sin más tapujos, se levantó y comenzó a besarle con desesperación, suciamente, como ambos querían. Todo era tan maravilloso que sin poder aguantar más posó su pene encima del contrario y se acomodó entre sus piernas para empezar unas simulaciones de penetraciones rudas y desenfrenadas. Yoongi se encargó de masturbar ambos miembros juntos con solo una mano al tiempo que se derretía del placer.

 

—J-joder. E-e-esto es… ~ —consiguió decir Hoseok.

 

—No recuerdo que f-fuera así la primera v-vez.

 

 

Ejecutaron unas cuantas estocadas más antes de que Hoseok guiara el glande a su entrada, con cuidado y con algo de miedo por si le hiciera daño. Metió dos dedos en la boca de Yoongi para humedecerlos un poco antes de llevarlo a su glande y después entrada.

—Hazlo sin miedo. Estoy acost… —Un dedo sobre su boca le hizo callar antes de acabar la frase. Hoseok le miró seriamente antes de hablar.

 

—Cállate.

 

Con meticulosidad, introdujo el glande haciendo que Yoongi temblara deliciosamente. Dejó que este se acomodase a su intromisión antes de empezar las penetraciones que ansiaba vivir. Sin embargo, Yoongi se dio la vuelta colocándose a cuatro patas y metió de un solo meneo el miembro de Hoseok en su interior, sin ternura. Él mismo comenzó a moverse mientras posaba sus codos sobre la cama y bajaba la cabeza dejando salir gemidos roncos.

 

Todo era tan surreal para Hoseok. Tal como si estuviera en un sueño. Yoongi, Min Yoongi estaba en esa posición penetrándose él solo, aclamando por fuertes estocadas. Su culo respingado se movía en círculos y luego verticalmente. El menor no podía estar más contento que llevó sus manos a los costados de Yoongi y comenzar a propulsarse vertiginosamente. Fuerte, rudo, rápido, sin cariño. Los interminables suspiros de placer se convirtieron en fuertes gemidos, el sudor maquillaba cada rostro bajando por la sien hasta la mandíbula. Sus cuerpos se sincronizaban en sacudidas electrizantes y satisfactorias. Sus respiraciones aumentaban cuan más brusco eran. Yoongi abrió una de sus nalgas para incrementar esa delicia. Tan veloz, sin pudor, con auténtico placer, eran testigos del mismo clímax.  Los ruidos húmedos que causaba esa fricción de sus entrepiernas era el sonido principal de esa noche. El tiempo avanzaba lento para ellos, pero rápido para el resto del mundo. Su burbuja era difícil de romper y más cuando estaban llegando al orgasmo tras un buen sexo.

Hoseok enredaba su mano en el cabello de Yoongi, este se meneaba a los lados y comprimía su interior para el deleite conjunto.

 

—H-Hoseo…k

 

Antes de que Yoongi dejara su garganta en el clímax, Hoseok le mordió el hombro soltando un fuerte orgasmo del momento. Sus respiraciones agitadas era la cúspide de lo vivido.

Fue grandioso.

 

 

Desnudos y sin indicios de vestirse se quedaron frente a frente. Hoseok observó a Yoongi quien mantenía los ojos cerrados tranquilizando dicha respiración. Quería decirle algo, tocarle, rozar su mano en la mejilla que aún estaba sonrojada, pero no fue capaz. Se incorporó quedando sentado y comenzó a coger sus cosas para salir de ahí. Conocía bastante bien al actor, sabía que le echaría de su habitación y de su casa como muchas veces hizo. Fue sexo. Nada más. No tenía porqué permanecer más tiempo bajo ese techo.

 

Yoongi se quedó con los ojos cerrados, notando cómo el otro abandonaba la habitación. No diría nada, no pensaría nada, no confesaría que fue el mejor sexo que tuvo con alguien en su vida, mantendría la mente en blanco. No obstante, una simple y mísera palabra apareció en sus pensamientos.

 

 

—Quédate. —murmuró.

 

 

 

 

 

 

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Cuando Hoseok terminó de vestirse, guardó sus pertenencias en los bolsillos y avanzó por el salón antes de dirigirse a la puerta semiabierta de la entrada. Yoongi comenzó a correr por el pasillo, apareciendo inesperadamente, portando solamente unos pantalones para detener al moreno. Antes de que el chico se marchara, le cogió de la muñeca deteniendo cualquier movimiento del contrario, sin embargo, se paralizó al ver a Hoseok sorprendido y mirando su mano. ¿Por qué estaba estupefacto? ¿Qué pasaba? ¿Por qué no le miraba a él, no le gustó que le haya detenido, que haya perdido el orgullo para pedirle que se quedara?

 

—Hyung. —habló una voz detrás de él. El aludido se dio la vuelta aun sujetando la muñeca de Hoseok al escuchar y percibir una presencia.

 

—Jimin acaba de llegar y te estaba buscando, Yoongi.

 

 

Jimin estaba de pie a un lado del salón, su rostro estaba enrojecido y bañado en lágrimas. Tenía el abrigo y la gorra puestas dando a entender que acababa de llegar.

 

¿Qué hacía ahí? ¿Jimin y Hoseok habían hablado?

 

Yoongi se giró hacia este último y miró su mano vacía. Volvió a cogerle, pero el moreno nuevamente se desenganchó de él.

 

—Nos vemos en el trabajo. —murmuró con un tono seco y hastío de voz.

 

 

 

Hoseok se marchó cerrando la puerta tras él.

 

Quería desaparecer cuanto antes y más tras la amenaza de Jimin.

 

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Continuará

 

 

 

Notas finales:

Gracias por los comentarios que vais dejando en cada capítulo. ¡Espero que os haya gustado y nos vemos en el siguiente! <3


 


B~


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