ChanYeol apenas tenía ocho años cuando encontró su “Jewel” colgando en una cadena alrededor de su cuello y no podía estar más que feliz, después de todo ese collar que había aparecido de la nada era demasiado bonito y tenía ganas de presumir de el en frente de sus amigos, los cuales seguramente quedarían con la boca abierta y dirían cosas como "Wow", "Genial, ChanYeol", "Te queda bien, Yeol", sí, a sus ocho años era un niño algo ególatra, sin embargo de buen corazón. Con toda la energía que podía tener al despertar fue corriendo hacia la sala donde seguro encontraría a su hermosa madre, quería enseñarle la cadenita con incrustaciones de rubí, no obstante toda su infantil emoción desapareció cuando al fin encontró a su progenitora, la bella señora, con el ceño algo fruncido le había dicho que no podía tomar las cosas de otras personas porque “Eso se llama robar, Yeollie y es muy malo”. ChanYeol no tomó nada de nadie y saber que su mamá pensaba eso le había hecho caer en un berrinche donde abandonó el precioso collar en un desolado y feo cajón, él no era un ladrón.
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En otra dimensión, cabe decir, el pequeño y pelirrojo BaekHyun de tan solo cinco añitos se encontraba nervioso, ansioso y más que nada triste. Al pequeño niño de bonitos ojos rubí le habían informado que sería enviado al mundo humano para así cuidar de un niño, sin embargo él sabía la verdad de toda esa artimaña, después de todo no era tan tontito, él sabía que ningún Jewel menor de los dieciséis era enviado allá, a ese mundo tan desconocido. En el reino Jewel siempre se burlaban de él y no era para menos, era torpe y siempre causaba desastres a donde sea que iba, no podía usar de forma correcta su magia y eso que ya tenía cinco años, era obvio que querían deshacerse de él, del tonto BaekHyun, y que mejor forma de hacerlo que enviándolo al mundo humano, pensó el pequeño pelirrojo. BaekHyun esperaba que al menos el niño fuese bueno y descubriera rápido como sacarlo del guardapelo, no le gustaba estar mucho tiempo ahí a pesar que era como su segundo hogar.