Ahí estaba nuevamente, alto, fuerte, guapo, salvaje y sexy usando esos movimientos que dejarían con la boca abierta y babeando a cualquiera, de aquí hacia allá una y otra vez, moviéndose al ritmo que marcaba el balón sobre la cancha.
Si pudiera describirlo en una palabra, arrebatador seria lo ideal, porque esa chispa que ocasionaba en él lo prendía y lo arrastraba hacia lugares que solo su mente en aquellos momentos podía imaginar.
Y es que para Kuroko Tetsuya, no era cosa fácil concentrarse en el partido de práctica de aquel día, mucho menos cuando Kagami Taiga, ese Tigre de ojos borgoña que tenía como compañero de equipo lo seducía de esa fatal manera, dejándolo solo con un sensacional y exquisito hormigueo recorreriendo su acalorado cuerpo, aunque quizá piensen que el pobre gatito lo hacía inconscientemente, o que el depravado en realidad era él, Inocentes todos por pensar que ese hombre era un pan, nadie notaba que en realidad era el infierno hecho hombre, ardiente y sensual con cada musculo de su cuerpo incitándolo a nada bueno, y lo sabía, oh! Pero claro que lo sabía y lo usaba a su favor...
Estúpido y sensual kagami kun!
Había sido el primer pensamiento que cruzo su mente, después de darse cuenta que tenía un pequeño problema por arreglar, y no!, no se trataba de una erección, el problema era que ya no solo era él el único que se estaba deleitando con la exquisita forma de jugar de su tigre, no señores, ahí estaban en plena practica el resto de sus compañeros y los del equipo rival cortesía de los demoníacos contactos de la entrenadora con el mas allá, la academia Too, Todos observándolo con la boca abierta, relamiéndose los labios sin pudor y sin la mas mínima intención de despegar su libidinosa mirada de lo que era solo para él, pero por su orgullo de macho alfa, ese que lo caracterizaba tan bien muy aparte claro de su don divino de desvanecerse en la nada, no pudo hacer mas que maldecirlos por lo bajo, deseándoles quizá una horrible, lenta y dolorosa muerte, y es que se debia ser bastante desvergonzado para lanzar tremendas miradas hambrientas a lo que ya tenia dueño, o es que acaso Furihata kun, el tímido chihuahua del equipo, su compañero, su supuesto amigo, No guardaba una intima relación con el cotizado multi-asquerosamente millonario del momento Akashi kun? acaso no eran aimiguitos íntimos casuales?, acaso Akashi kun no era el muerde almohadas perfecto al que someter? Que hacia mirando lo que no debía? Incluso tsuchida sempai, dioses que no era este tipo heterosexual? Incluso la entrenadora estaba metida en esto, aunque lo encontraba muy comprensible de su parte seguia sin agradarle la idea y era obvio que al flacucho de Hyuga sempai tampoco...
Los celos son una cosa terrible sempai
Pero realmente que su equipo no pudiera despegar el ojo de ese exquisito manjar hecho hombre no le molestaba tanto como la maldita expresión de sádico depravado que tenia dibujada en su cara nada más y ni nada menos que su amiguisimo, su ex compañero, su ex íntimo, su ex luz, su antiguo yo salto tu saltas, Aomine Daiki, el cual tenia estampada en la cara sus claras y malignas intenciones de meterle mano y algo más si se pudiera a su querido Kagami kun.
Oh no, eso si que no Aomine ku..
Su cara desencajada era todo un poema cuando este ya se había aventurado hacia Kagami en medio del partido con la excusa de un uno a uno entre los ases del equipo. Así que ahí estaba, toqueteando sin pudor en roces "casuales" e innecesarios a su luz
Maldito negro traicionero!!
Como se atrevía, acaso no habían sido pinky friends en la secundaria? Donde quedaba la amistad?, era esta la venganza por meterle paletas de helado por la espalda? O porque quizá Kise kun se fijó en él primero? Y no es por justificarse ni nada, pero es que era endemoniadamente irresistible en ese entonces y ahora también pero todo indicaba que el resentimiento no se eliminaba tan fácilmente sin importar los años, pero que ni crea que Kise kun no se enteraría, se encargaría de que no le aceptara otra cogida es decir una nueva cita en su vida, y también se aseguraría de que Momoi san se enterara de la ubicación exacta del escondite secreto de su querida muñeca inflable "Mai chan" y tal vez si corría con suerte Akashi kun le clavase unas tijeras en el moreno y redondo trasero que se cargaba, ah pero claro que se vengaría de su ahora ex amigo y de todos los presentes que le querían arrebatar a ese bombón pelirrojo, pero seria después, primero debía castigar a cierto gatito mal portado y atrevido, incluso ya se encontraba ideando distintas formas para castigarlo, después de todo había conseguido que alguien tan calmado y serio como él experimentara quizá por primera vez la ira de los celos esa que apenas podía contener, se preguntaba cómo le había hecho Midorima kun cuando Takao kun el pelinegro novio de su amigo se había declarado ebrio ante un poste de luz y es que aunque era notorio que se había confundido de poste, es decir de individuo se notaba que su amigo de secundaria ardía cual fogata de celos y aunque en su momento le pareció lo más absurdo que se podía apreciar, ahora podía hasta comprenderlo, que cosas tan misteriosas de la vida y estaba a punto de entrar en un nuevo vaivén de recuerdos que justificarían sus actuales pensamientos y futuros accionares cuando justo como caído del cielo el silbato que anunciaba el final del bendito partido había sonado como eco en todo el lugar, oh si, al fin! ya casi podía saborear el momento de su anhelada venganza, solo debía ser paciente, después de todo este sería un sublime plato que se comería gustosamente, aunque no precisamente frió...
Kuroko? Vamos a casa
Se había acercado tan sonriente, tan ingenuo y seductor, con el uniforme aun puesto y el sudor recorriendo deliciosa mente su tostada piel que por un segundo, solo por un segundo había olvidado todo lo pasado y el impulso de querer plantarle un arrebatador beso gobernó sobre él, sonrió ante aquello, pues le sorprendía la facilidad con la que lo podía llegar arrástralo fuera de sus propios sentidos.
Sí, esa era su Luz, su dulce, deslumbrante y jodidamente encantadora luz, quien quizá también tenía mucho de ingenuo y más de inocente y después de todo, lo demás no era más que su divagadora mente quien buscaba solo una pobre excusa para justificar su libido del momento, pero quien sabía a ciencia cierta las intenciones del otro, lo que si era seguro es que esa noche su hermoso y redondeado trasero no quedaría intacto.