Capítulo 7: Pequeños Enamorados
Los dos pequeños se alejaron de los mayores y regresaron al parque, ya ahí subieron en uno de los juegos para después sentarse uno frente al otro dentro de un cubo de plástico en una plataforma elevada que daba a los resbaladeros. Anteriormente siendo muy pequeños se referían a su papi como Mami, pero tras mucha insistencia el mayor logro que se dirigieran a él como Papi. Aun así ambos tenían una gran duda en su vida, si su Papi era su Mami, entonces ¿Quién era su Papa? Pese a preguntarle, cada vez que lo hacían el mayor les decía que eso no era algo que necesitaran saber, que él era más que suficiente para cuidar de ambos y que siempre estaría ahí para ellos.
Sin embargo esa respuesta nunca les era suficiente, aunque con el tiempo dejaron de preguntar, aun deseaban saber la respuesta. Y así como existía esa gran duda en sus mentes, también tenían otras cuantas que no lograban explicar. Como por qué siendo hermanos y al haber nacido al mismo tiempo, eran tan diferentes. ¿Por qué Dai tenía cabello azul y Tai cabello rojo? ¿Por qué uno era moreno y otro más bronceado? ¿Por qué Tai tenia cejas partidas y Dai no?
Esas y otras eran muchas de las preguntas que tenían y que su papi siempre respondía evasivamente, si bien ambos se llevaban perfectamente y eran los mejores amigos siendo hermanos, en verdad deseaban obtener alguna respuesta. Afortunadamente esas eran cosas en las que pensaban por poco tiempo, pues por lo general estaban muy ocupados jugando y haciendo travesuras como para preocuparse demasiado por pequeñeces. Si bien eran distintos por fuera, por dentro eran idénticos, tenían las mismas aficiones, les gustaba la misma comida, el básquet era su deporte favorito y soñaban con entrar a un equipo cuando crecieran.
Y así como esperaban entrar a un gran equipo al crecer, tenían otro objetivo común. Muchas veces notaron que su papi estaba completamente solo, que a diferencia de otras personas, él no tenía a nadie a su lado, siempre estaba trabajando o ayudándolos en sus tareas sin importar cuan cansado estuviera. Los dos desde que podían recordar tenían sentimientos muy fuertes por él, fue así como un día que su papi no estaba en casa, hablaron, acordaron e hicieron la promesa de que cuando crecieran y fueran grandes, ellos serían quienes harían feliz a su papi, que sería de ellos y de nadie más.
Pero ahora algo amenazaba todos sus planes. Cuando vieron que esos dos tipos seguían a su papi, fueron a escondidas tras ellos y se quedaron afuera de la tintorería escuchando todo. Fue impactante saber que esos sujetos eran sus padres, más aun saber que cada uno tenía un padre distinto, y a pesar de ser muy pequeños y no comprender del todo lo que decían, si entendieron que ellos le hicieron algo muy malo a su papi, y era la razón por la que a veces su papi se despertaba en mitad de la noche con pesadillas y no se calmaba hasta que ellos estaban a su lado y se dormían con él.
Eso los hizo enfurecer mucho, ellos le hicieron algo terrible y si su papi se negaba a perdonarlos, entonces ellos tampoco podrían perdonarles. Cuando se acercaron a la cafetería donde estaban y escucharon un poco su plática se enfadaron aún más al saber que ellos querían tener a su papi de regreso, en palabras simples eso significaba que iban a quitárselo, de ser así, significaba que no podrían tenerlo cuando crecieran y fueran mayores, y eso era algo que jamás permitirán, su papi era de ellos y de nadie más, no por nada habían hecho esa promesa, el corazón de su papi era solo para ellos y jamás dejarían que nadie más entrara.
-Tenemos que hacer algo Dai.
-Eso lo se Tai.
-No pueden tener a nuestro papi, ya lo tuvieron antes y fueron malos con él, no podemos dejar que vuelvan a hacerle lo mismo.
-Tienes razón, no permitiremos que le vuelvan a hacer daño y como has dicho, ellos ya lo tuvieron antes, nosotros ni si quiera hemos tenido la oportunidad de tenerlo, no podemos permitir que sea suyo de nuevo, Papi es solo para nosotros y así es como será y debe ser.
-Exacto, tuvieron su oportunidad y la desperdiciaron, si al crecer llegamos a tenerla, jamás vamos a desperdiciarla.
-Recuerda bien Tai, justo como lo prometimos, Papi solo puede ser de nosotros, somos los únicos que pueden hacerlo feliz y eso es lo que haremos, ahora de niños, siendo buenos y obedeciendo.
-Mañana cuando grandes, estando a su lado cada uno y haciéndolo feliz todos los días de su vida.
-Vamos a formar una bonita familia feliz los tres juntos.
-Y nadie nunca va a impedir eso.
-¡Papi es Nuestro! ¡Nosotros amamos a Papi! ¡Y Papi nos amara a nosotros!
Fue la declaración que gritaron ambos niños al mismo tiempo, desde su punto de vista, su papi Kuroko solo podía ser de ellos y nunca más de sus padres. La escena tan sorprendente fue interrumpida abruptamente cuando otros niños llegaron corriendo y los empujaron accidentalmente al resbaladero, los dos pequeño terminaron estampándose contra la tierra con muchos niños sobre ellos mientras sufrían de dolor.
Kuroko estaba ocupado en su trabajo lavando los trajes y arreglando los que ya estaban limpios para ser entregados a sus dueños. Para su fortuna nadie en el trabajo se enteró de la escena ocurrida más temprano, lo cual era un alivio pues no quería tener que dar explicaciones. Ya tenía suficiente con que sus amigos del trabajo a veces le hieran miradas picaras al preguntar su pasado y como era que tenía dos hijos tan distintos uno del otro, solo eran bromas entre compañeros de trabajo por lo que no le daba importancia.
Aun recordaba cómo es que consiguió un trabajo en ese negocio, si bien no era la mejor paga del mundo, complementando lo de sus otros trabajos, le daba justo lo que necesitaba para vivir y cuidar de sus pequeños. Además trabajar en este lugar valía totalmente la pena, cuando pasaba al frente de la tienda podía ver por el gran ventanal el parque y la zona de juegos enfrente donde dejaba a sus niños y vigilarlos un poco.
Dai y Tai estaban encantados con ir a ese parque y poder hacer muchos amigos, además ya también se había hecho amigo de otras personas que traían a sus hijos al lugar y estos les hacían el favor de vigilarlos un poco. Si bien cuando salía de trabajar la gran mayoría de la gente ya se había ido, sus dos pequeños siempre lo esperaban ahí, a veces jugando, a veces escondidos dentro de los juegos, pero tenía la certeza de que estaban bien, además si alguna vez llegaban a necesitar de algo podían ir al local a buscarlo.
Para el joven adulto las cosas ahora parecían un feliz sueño, momentos tranquilos como ese eran justo lo que necesitaba en su vida para ir olvidando gradualmente lo ocurrido años atrás. Pero lo que nunca se espero fue ver esa mañana a sus pequeños en frente de los que eran sus padres, sus pensamientos tranquilos y serenos fueron truncados al ver nuevamente a esos sujetos que tanto había tratado de olvidar.
Todo parecía una broma cruel del destino, luego de años de éxito de evitar encontrárselos, de hacer una nueva vida, de haber pensado que todo estaría bien, justo tenían que volver a aparecer. Y al verlos, fue como si todo ese odio y rabia que contuvo dentro de él explotaran igual que un volcán en erupción. No quería relacionarse con ellos de nuevo, tampoco quería que tuvieran la menor relación con sus hijos, porque eso eran, Suyos, no de ellos. Podrían ser sus padres biológicos pero nada más, él era la única familia que tenían y lo único que necesitaban. En su interior solo esperaba ser capaz de educar bien a Dai y Tai para que cuando crecieran no fueran unos brutos y cometieran tonterías iguales o peores que Kagami y Aomine.
Kuroko ni si quiera se imaginaba que sus pequeños estaban siguiendo exactamente los mismos pasos que sus padres desde jóvenes, pues los niños estaban enamorados de él y pese a ser muy pequeños, ya se adjudicaban a su papi como suyo y solo soñaban con crecer y volverse grandes para tenerlo con ellos todos los días. Era como si el de ojos celestes tuviera un hechizo sobre sí que hacía que aquellos más cercanos a él se enamoraran. Para su fortuna no corría ningún riesgo con sus dos retoños, pues apenas se imaginaban durmiendo con su papi todas las noches, pasarían un par de años para que pensaran en otras cosas y descubrieran todo lo que podrían hacer.
Pero ahora Kuroko tenía otra cosa importante en mente, pues dudaba mucho que Aomine y Kagami en verdad fuesen a alejarse y dejarlo en paz, los conocía muy bien, más de lo que quisiera. Algo le decía que volvería a encontrárselos pronto y que difícilmente lograría deshacerse de ellos como lo hizo ese día. Solo esperaba ser lo suficientemente fuerte para mantenerse firme en sus decisiones y no permitirles entrar de nuevo en su vida.
-(Juro por mis hijos, que ninguno de ustedes dos volverá a estar cerca de mi).
-Kuroko ¿Te sucede algo? Llevas arreglando ese traje diez minutos.
-¿Qué? ¡Oh discúlpame! Me distraje un poco es todo, lo lamento Takao, no volverá a ocurrir, lo prometo.
-Tranquilo no te estoy regañando ni nada, solo que parecías perdido en tus pensamientos. ¿Seguro que estas bien?
-Si descuida no es nada jajaja solo estaba pensando en cosas sin importancia.
-Bien como tú digas, apropósito ya casi es la hora del almuerzo, ¿Quieres que mande a alguien por tus hijos y que te acompañen a comer?
-No te molestes tanto, Tai y Dai van a almorzar hoy con sus amigos del parque, ellos estarán bien.
-De acuerdo, entonces solo pondré el letrero de cerrado y todos podremos comer… Kuroko ya deja ese traje o lo puedes dañar.
-Ah, sí, sí, lo que tú digas jajá.
-Jajaja andas muy distraído hoy, es divertido verte así.
Kuroko fue al comedor con el resto de los empleados y se dispuso a almorzar, Tai y Dai estaban sentados en una banca en compañía de un amigo cuya madre les había preparado sándwiches a todos. Para bien de Tetsuya, las personas tanto en sus trabajos como en el parque le tenían mucho aprecio a él y sus hijos, así como sentían una gran admiración por el joven padre que siempre hacia lo mejor por sus pequeños, fue por eso que contaba con la seguridad de que los niños estarían bien aun cuando no lograra vigilarlos en todo momento.
El joven padre de familia retomo sus actividades del trabajo luego del almuerzo y los niños regresaban a los juegos en compañía de todos sus amigos. Por lo que resto del día, las cosas transcurrieron con normalidad y tranquilidad, finalmente los rayos de luz de sol comenzaron a menguar mientras se oscurecía un poco más con cada minuto que pasaba. Kuroko salió de su trabajo y se despidió de sus compañeros para dirigirse al parque, ya ahí noto que no quedaba mucha gente pues la mayoría de los padres se llevaban pronto a sus hijos, pero sabía que sus pequeños debían estar por ahí escondidos en alguna parte.
-Tai, Dai, Papi volvió, niños ya es hora de irnos.
-¡Papi!
-¡Papi!
Ambos pequeños aparecieron por el resbaladero y fueron corriendo a abrazarlo, Kuroko solo les dio una pequeña pero alegre sonrisa.
-¿Cómo se la pasaron mis dos tesoros?
-¡Muy bien Papi!
-¡Papi hoy jugamos todo el día!
-Me alegro mis niños, bueno, tómenme cada uno de una mano, hay que volver a casa.
-Como digas papi.
-Tú mandas papi.
Los pequeños tomaron una mano de su papi y comenzaron a caminar a su lado en dirección a su hogar. Para Kuroko solo eran una pequeña y feliz familia volviendo a casa, pero sus pequeños ya se imaginaban de mayores haciendo eso mismo y volviendo feliz a su Papi. Luego de cruzar la calle, dos figuras aparecieron de entre los árboles del parque mirándolos alejarse.
-Está decidido, verdad Kagami.
-Claro Aomine, volveremos a estar junto con Kuroko.
-Nuestros hijos pueden creer que Tetsu les pertenece.
-Pero Kuroko ha sido nuestro desde hace mucho más tiempo y volverá a ser así.