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No tocar por FireBlueFlames

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Notas del capitulo:

Holi :3 Traigo el último capítulo del fic ^^ Lamento si no lo pude subir ayer, fue un día ocupado y he tenido algunos problemitas jeje, pero no quise retrasarme más así que aquí está :D

Creo que con el anterior ya resolvimos muchas cosas y vimos que mi pelirrojo adorado no es tan malote después de todo :')

Espero que este final les guste <3

Le contemplo un momento, anonadado por la forma en que la luz del sol es absorbida por su piel, dándole un ligero tono anaranjado y haciéndola brillar. Sé que ha sido una treta algo infantil el pedirle vernos durante la tarde, pero es que siempre he amado la forma en que los últimos rayos del sol contrastan con su tez nívea. Soy consciente de que me mira frunciendo el entrecejo, y no puedo evitar sonreír, riendo en mis adentros, pues realmente estoy disfrutando esto. Él desvía la mirada un segundo, y si no fuera porque la luz de la tarde nos cubre a ambos, casi podría jurar que se ha sonrojado.
 
-¿Acaso te has arrepentido?-le pregunto, hay un tono juguetón en mi voz, pero al mismo tiempo intento hacer notar la seriedad que esto implica para mí. 
 
-No-me contesta sin mirarme. Infla ligeramente sus mejillas y tengo que reprimir otra sonrisa ante tan tierno acto, entonces dirige sus ojos de oro hacía mí-Estoy listo.
 
Yo me inclino un poco sobre la mesa mientras recargo mis antebrazos en esta y pienso antes de empezar a hablar.
 
-De acuerdo. Algo sobre tu familia.
 
Sé que es una pregunta arriesgada, y sé que no le agrada en lo más mínimo por la forma en que aprieta la mandíbula en un gesto amenazador, pero mi carta ha sido tirada y él no tiene manera de resistirse, pues sé que no es de esas personas que faltan a sus promesas. 
 
-No nos llevamos bien, de hecho apenas nos vemos. Mi padre prácticamente vive en su oficina, mi madre es más feliz en lugares de sociedad. He estado solo desde que tengo memoria y ellos sólo me recuerdan cuando hay que guardar las apariencias. Cada semana hay un sobre con el dinero necesario para mí sobre la mesa del comedor y unas cuantas cervezas en el refrigerador.
 
Le miro apoyarse en el respaldo de la silla y cruzar los brazos, señal de que no quiere hablar más y lo dejo, pues es claro que no es un tema fácil para él, y yo no quiero hacerle daño obligándolo a decir cosas que no quiere.
 
-¿Cómo comenzaste a beber y fumar?
 
Sonríe descaradamente, como suele hacer él, mientras mira por la ventana a nuestro lado y casi se me escapa un suspiro ante lo bella que es la imagen de este demonio de cabellos rojos mientras esa aura de superioridad le rodea.
 
-Mi padre ha bebido desde siempre, especialmente luego de pelear con mi madre, así que un día, cuando estaba verdaderamente harto de escuchar sus gritos por toda la casa tomé una botella, la cajetilla de cigarros, y me fui al jardín.
 
Asiento y no despego la mirada de esos ojos que me escrutan un poco, y no se separan de mí ni siquiera cuando la camarera trae los cafés que hemos pedido y los pone frente a nosotros. Esto es algo que podría hacer toda la vida, contemplar a este chico que parece tan rudo, y que sin embargo fue capaz de romper su caparazón para dejarme ver a la persona que nadie pensaría que es.
Tomo un sobre de azúcar y lo señalo, seguro de que dará una negativa, cuando le veo tomar dos más y verterlos directo sobre su café. Me quedo estupefacto mientras le miro mezclar el negro líquido, y es entonces que un sonido que jamás había escuchado desde que le conozco llena mis oídos, y mis ojos contemplan una imagen que creí que nunca podría presenciar. Eustass Kid ríe genuinamente, sus ojos se llenan de alegría, y pueda asegurar que esa es la risa más bonita y jodidamente sensual que he escuchado jamás, pero su expresión es aún mejor. No puedo evitar reír también y una vez que el momento ha pasado él parece volver a ser el chico rudo que conozco y sigue mirándome.
 
-¿Es que nunca has visto a alguien endulzar un café?-me pregunta con sorna, así que le doy un ligero puntapié bajo la mesa.
 
-No, lo que pasa es que no pensé que alguien como tú tolerara las cosas dulces-confieso.
 
Él se encoge de hombros mientras bebe de su taza para después contestar.
 
-Me gustan los dulces, incluso los como de vez en cuando.
 
Asiento y doy un sorbo al café antes de continuar.
 
-¿Color favorito?-pregunto con una sonrisa que no puedo disimular.
 
 
Él me muestra su dedo corazón, haciendo gala del negro que cubre sus uñas y no reprimo una carcajada.
 
-Vale, ¿comida favorita?
 
-Rollos de col.
 
-¿Comida que más odias?
 
-Curry udon-y hace una ligera mueca de asco.
 
Quisiera poder continuar con esas preguntas, pero la necesidad de sacar cosas más serias a flote por fin me supera y me convenzo de que tendremos mucho tiempo para hablar de trivialidades después.
 
-Algo que te hace seguir-digo, dejando un momento de lado nuestros juegos.
 
Él piensa por un momento mientras mira su taza, entonces me dirige una mirada llena de seriedad.
-Antes no hubiera podido contestar eso, pero ahora creo que tú mismo tienes la respuesta.
 
Siento mi corazón acelerarse ante sus palabras y él esboza una pequeña sonrisa.
 
-Acerca del amor-me atrevo a indagar.
 
Kid reposa su barbilla en el dorso de su diestra y suelta un resoplido.
 
-No creo en las promesas-yo enarco una ceja y aguardo-No creo en eso de colgar un candado en un puente, tirar una moneda a una fuente o pedir deseos a estrellas. No pienso que nada de eso haga una relación eterna, creo que se trata de acciones, no de palabras ni juramentos.
 
Tengo que tomarme unos segundos para respirar antes de seguir. Si debo ser honesto muchas veces pensé si él podría pensar en todo eso con que yo me rompí la cabeza tantas veces, y me doy cuenta de que estuve tan ocupado con mis ideales sobre su persona que realmente nunca consideré que fuera alguien capaz de analizar las cosas desde el punto de vista de sus sentimientos.
 
-¿Por qué nunca nos despedíamos?
 
El pelirrojo me mira como si yo fuera un tonto y hago un puchero ante eso.
 
-Porque no me gusta decir adiós a alguien que quiero volver a ver.
 
-¿Pensabas en mí cuando no nos veíamos?
 
-Cada momento del día, incluso si acababas de marcharte.
 
Siempre fui muy escéptico cuando en las películas de amor, novelas y demás, los protagonistas sentían esa extraña mezcla de nervios y adrenalina que provocaba que su pulso se desbocara y su razón mermara; pero en este punto entiendo que todas esas descripciones que vi y leí se quedan cortas junto a la realidad, que realmente nada en este mundo se podrá comparar con escuchar a la persona que amas decir que eres todo lo que ha estado en su mente.
 
-¿Por qué nunca me dejabas preguntar nada sobre ti? ¿Y por qué tampoco me decías nada por tu cuenta?
 
Suspira y bebe un poco más de café, yo le imito y espero su respuesta.
 
-Porque no quería que te volvieras más importante de lo que ya eras-y sus palabras van llenas de ese tono de confesión que parece liberarle, y a la vez hacerle sentir un poco culpable.
 
-¿Entonces por qué no me dejaste ir?
 
-Porque tienes una bonita manera de sonrojarte cuando me ves-suelta sin más mientras vuelve a esa actitud de chico malo que tanto me gusta.
 
-¿Pero qué clase de excusa tonta es esa?-digo mientras siento que toda la sangre de mi cuerpo se agolpa en mi rostro, y me maldigo por ser tan obvio.
 
-Es la verdad-y por su expresión sé que está siendo sincero-Desde la primera vez que te vi, desde que te besé, supe que quería que me pertenecieras; que esa fría manera de ser, esos ojos, ese rubor que se expande por tus mejillas fueran míos. Pero algo salió mal, y es que no pensé que yo también quería ser tuyo.
 
Clava la mirada en la mesa y entre nosotros sólo el sonido de nuestras respiraciones y las conversaciones de otras mesas llenan el silencio que se ha creado. Viéndole de esta forma tan vulnerable debo preguntar algo más.
 
-¿Alguna vez te has sentido triste?
 
Me mira de reojo y vuelve a soltar otra de esas risas de matón que quitan el aliento y por las que el grupo de chicas que hay dos mesas más allá de nosotros no han dejado de mirarle.
 
-No soy un robot, Trafalgar-me encojo un poco ante su respuesta y supongo que él interpreta mis acciones como una disculpa-Tal vez antes me sentí triste, pero siempre lo ignoré pues no me gusta sentirme de esa forma. Y si hay algún momento en que pudiera decir que me sentí realmente desolado, ese sería cuando supe que podía perderte.
 
Yo estoy a punto de replicar ante esa confesión, pero él me detiene con un gesto de la mano y toma aire para continuar.
 
-Si quieres saber si alguna vez me había enamorado la respuesta es no. Si tu siguiente pregunta es si alguna vez había sufrido por alguien la respuesta no cambia; y si te cuestionaste si estuve con alguien más desde que te conocí todavía te diré que no. Y antes tampoco había podido ser fiel a nadie. La cosa es que un día en que yo maldecía por tener que ir a la jodida escuela mientras mis padres me dejaban solo en una nueva ciudad un tipo de ojos grises y cara de pocos amigos me miro como si yo fuera una maravilla mientras sus mejillas se ponían rojas y apuesto a que nunca se dio cuenta de eso. Apuesto también a que ni siquiera se le cruzó por la cabeza que si yo terminé herido el día en que hablamos por primera vez fue por casi matar al idiota que se atrevió a decir que podría fallárselo al menos una vez. Entonces tendré que decir que sólo caminaba por los pasillos del colegio porque quería mirarle, que no quería que nadie se acercara a él porque tenía miedo de que encontrara a alguien mejor que yo, que le hacía vestir mi ropa para que supieran que me pertenece, y que quisiera colgarle un letrero que diga “no tocar” para que nadie se atreva a quitarme lo que es mío.
 
En este momento mi cerebro parece haber tomado sus maletas para abandonar mi cabeza y mi corazón corre en círculos mientras tiene una crisis o qué sé yo, pues no puedo hacer más que verle levantarse de su lugar para inclinarse sobre la mesa y tomar una de mis mejillas antes de unir nuestros labios y mandar al carajo toda discreción.
 
A penas puedo responder al gesto, mover mis labios sobre los suyos mientras miles de sentimientos se disparan dentro mío, y cuando nos separamos todo lo que puedo ver son sus orbes ámbar a unos centímetros de mí, mientras siento que podría llorar por lo dichoso que me siento en este momento. Acaricio su rostro hasta llegar a su cuello, donde puedo sentir sus latidos desbocados, acompañando a los míos. Si los demás clientes nos están mirando realmente no es importante, y casi podría reírme en la cara de las chicas que ahora cuchichean decepcionadas, pero todo lo que quiero en este momento es seguir besando esos labios, continuar el viaje de mis manos sobre esa piel.
 
-Trafalgar, puedo jurarte que desde te conocí no he querido nada más que pasar cada día contigo, incluso cuando no sabía cómo decírtelo.
 
No puedo reprimir más la cursi sonrisa que se apodera de mis labios, y vuelvo a besarle, sólo que esta vez muerdo ligeramente su labio inferior, amando cada segundo del contacto que mantengo con esa boca. Él da un respingo y nos separamos rápidamente. Vuelve a sentarse y parece que hace un gran esfuerzo por controlarse, entonces termino de decidirme y bebo todo el café que resta en mi taza antes de levantarme y hacerle una señal para que haga lo mismo.
 
-¿A dónde vamos?-pregunta sin comprender nada y bebiendo rápidamente el contenido de su taza.
 
-Se supone que las preguntas las hago yo, Eustass-me burlo mientras me pongo la chaqueta, cortesía de mi pelirrojo novio-quiero continuar esto en otro lugar-y guiño un ojo antes de contemplar la noche que se ha cernido sobre la ciudad mientras estábamos perdidos en nuestra pequeña burbuja.
 
Él entiende inmediatamente lo que quiero decir y deja dinero sobre la mesa antes de tomarme de la mano y comenzar a andar hacia la entrada. No me resisto y simplemente me dejo llevar por esta criatura que arranca suspiros y provoca deseo con sólo mirarle, feliz de que sea yo quien puede disfrutarle.
 
-Mi casa está sola, y puedo arreglármelas con tus padres si tardamos más de lo debido-me susurra mientras cruzamos la puerta y las miradas de todos nos siguen hasta que continuamos nuestra caminada y desaparecemos entre las calles.

 
En cuanto cierra la puerta de su casa yo espero con un suspiro a que me arranque la ropa de esa manera en que siempre suele hacer, pero en cambio unas frías manos me rodean y siento sus labios recorrer mi cuello lentamente, provocándome escalofríos y haciendo que libere un jadeo. Me toma de la mano para guiarme a su habitación, y en cuanto entramos cierra la puerta tras de mí y me aprisiona contra esta y su cuerpo. Con sus manos aferra mi cadera y se acerca a mí, pero no me permite besarle, simplemente me contempla y posa su frente sobre la mía antes de sonreír, y yo imito tan adorable gesto antes de acariciar su rostro. Ahora que lo noto nunca antes nos habíamos detenido lo suficiente para que yo sintiera lo suave que es su piel y lo cautivante de su mirada. Por fin puedo volver a contemplar esa lujuria en su mirada, mezclada con el cariño que me acelera el corazón.
Me lleva hacia la cama y se sienta en el borde de ésta mientras yo me paro frente a él y me quito la chaqueta. Él mete sus manos bajo mi ropa y me estremezco ante su frío tacto, entonces no puedo contenerme más y lo beso mientras estruja mi piel. Muerde mis labios y me hace recostarme sobre la cama, unos minutos después él está sobre mí y no hay prenda que se interponga en nuestro contacto, yo enredo mis dedos en su cabellera y él me hace gemir mientras combina sus besos con la agilidad de sus manos.
 
-Ahhh Kid-apenas puedo pronunciar su nombre entre suspiros y siento una sonrisa formarse en sus labios que marcan mi piel antes de detenerse a mirarme.
 
-Entonces ¿sus manos son mejores que las mías?-pregunta mientras inserta un dedo en mi entrada y yo no ahogo exclamaciones por el placer que siento.
 
Como puedo niego con la cabeza y él me besa de nuevo.
 
Entonces así es como me enamore de un chico que bebe café con tres sobres de azúcar, que odia las despedidas y hablar de sí mismo. Alguien que fuma por las mañanas y bebe cerveza con más alcohol de lo usual, que siente más de lo que dice y hace más de lo que cualquiera pensaría. De alguien que ama ser libre, y que sin embargo se ha quedado prendado de mí para acompañarme siempre, para dejarme ver sus malos momentos y esa persona que no será frente a nadie más. Entonces, así es como en mis mañanas algunos mensajes de buenos días comenzaron a llegar, como algunas noches transcurrieron mientras descansaba entre sus brazos, y muchos días pasaron mientras seguía aprendiendo de él. ¿Si todo es bueno? No siempre, pues si fuera así las cosas comenzarían a perder su magia, pero a fin de cuentas no son los días en que él no está de buen humor lo que hacen que esto valga la pena, sino la manera en que después ingenia algo para pedir perdón, pues detesta hacerme sentir mal. Sé que no es perfecto, y tampoco pretendo que lo sea, simplemente quiero que continúe como ese chico malhumorado y medio desquiciado que se cruzó en mi camino e hizo mi vida tan complicada en un principio, pero tan dulce al final.
Notas finales:

*Inserte grito fangirl aquí*

Lamento haber cortado el lemon xD Pero la verdad es que me gusta que mis historias vayan por el lado bonito jejeje y prefería que esto terminara así /u

Bueno espero que les haya gustado esta historia ^^ Gracias por haberle dado una oportunidad a mi fic. También gracias a las personitas que dejan review, siempre me animan muchísimo <3 Y a los lectores fantasmita igual, besitos ^3^

Ha sido un placer ^^ Nos leemos en otro fic <3


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