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Let yourself be loved por Shi chan

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Notas del fanfic:

Hola, hace tiempo no pasaba por aquí, de hecho soy una simple lectora en estos últimos meses. Aunque ahora, YOI ME TIENE CONSUMIDA, así que debía escribir de alguna de mi otp's. Amo con mi vida el Victuuri, pero últimamente no he podido sacarme de la cabeza a estos dos.

 

Así que debía escribir de ellos. 

Notas del capitulo:

ADVERTENCIAS:

-YURIO TIENE 15 AÑOS, original al anime.

-JEAN es mayor de edad.

-No me pienso responsabilizar si la ONU golpeá tu puerta.

 

 

Otra cosa:

Como todavía se desconoce el nombre de la Novia de JJ, 'Julie' no es más que un invento mió. 

 

Los rayos de luz entraban sin aviso por las cortinas de la habitación, la brisa de la mañana se colaba por la ventana que había quedado media abierta durante toda la noche. Fue abriendo los ojos notando la luz del día, y una persona dormida sobre su pecho. Sonrió satisfecho al notar su cabello rubio desordenado y su mano aferrada a su camisa, era sencillamente adorable. Embobado por cada detalle de su rostro no se percato cuando el pequeño abrió los ojos, medio dormido levanto la cabeza y sonrió tímidamente para luego darle un beso, suave y corto. Si ese era un beso de "buenos días" inmediatamente el rey denominado lo intensificaría. Rodeo su cuerpo con sus manos dejándolo debajo de él, ahora llegaba el de las "buenas noches", porque no pensaba dejarlo ahí.

 

Así de dulces eran sus mañanas, así de tierno era ese amor que imaginaba en sus sueños.

 

 

Abrió los ojos con los brazos estirados y en su lado derecho reposaba la cabeza de una bella mujer, su princesa, porque después de todo era ella a quien le había prometido amor eterno, era ella la causa de sus delirios, la que lo traía loco, la protagonista de sus sueños y sus fantasías más locas, era ella el amor de su vida.

 

Era.

 

Ni el mismo sabe cuando paso, el era el rey, ¿acaso no pudo ver que algo así pasaría? Ella se merecía el cielo. En esos dos años que habían estado juntos le había demostrado que tan incondicional era para él, que tan compañera y amante sería para estar con él todos los días de su vida y apoyarlo en cada paso que de. Lo sabía muy bien, más cuando sentía la calidez de la yema de sus dedos acariciar su rostro cuando creía que no podría con el entrenamiento espartano, o simplemente antes de dormir.

 

Pero ahí estaba él, soñando con cierto muchacho que era todo lo contrarío. Un carácter explosivo y una lengua condenadamente afilada, dispuesto a dar a conocer su opinión si algo no le agradaba y no le importaba tener tacto de quien se tratara. Era su forma de ser, compadecía y envidiaba a victor, quien había compartido tiempo con él, y en parte a ese japonés que había recibido "apoyo" del gato ruso, hecho que presencio y le genero cierta molestia, cosa que no pudo evitar expresar con un silbido llamando su atención.

 

Como amaba que sus ojos verdes se posaran sobre su persona, adoraba su expresión de molestia, amaba ser el único que lo pusiera así, pero no, no era el único.

 

Podía ver como el rubio prestaba su infinita atención al programa de ese tal "Yuuri katsuki" e hizo lo impensable.

 

Posó sus dedos sobre sus labios recordando la sensación y la suavidad que traían los del quinceañero, no se arrepiente, la patada en sus partes bajas dolió si, pero no se arrepiente, de hecho lo volvería hacer, una y otra vez si se lo permitiera.

 

— Se que te gustan mis besos, pero aquí me tienes para robármelos

 

Hablo risueña mientras acariciaba el rostro de su pareja, Había despertado. Beso los labios del moreno y le susurro un buenos días antes de levantarse y caminar hacía el baño.

 

Y JJ se sentía lo peor.

 

¿Qué tipo de rey engañaba a su princesa?

 

Tenía que hacer algo pronto, no podía seguir así. Una porque ella merecía a alguien que la amara y la valorara, DOS, el tenía que ver nuevamente a Yuri y besarlo.

.

.

.

 

Un escalofrió recorrió su espalda mientras servía café, tenía un mal presentimiento. Mila lo observo desde el sofá, Yurio últimamente se comportaba muy extraño, y ella con ese complejo de hermana tenía que saber que había ocurrido con el pequeño de quince años. Camino hacía él y le ayudo con las papas y los refrescos que habían aun lado, la película estaba por comenzar y ella ya quería lanzarse al sofá y disfrutar de dicha obra que había alquilado por el guapo actor. Dejando la comida sobre la mesilla del centro se dispuso a sentarse y quizás recostarse, podía. Yurio por su parte había elegido uno de los sillones individuales y se había apoderado de la mayor parte de las palomitas.

 

¿Train to busan..?  — examino la portada de la película, no sé sentía del todo atraído por la trama de esta, pero tampoco podía evitar que la joven se apoderara de su departamento, cocina, y de su propia televisión.

 

— Sí, pensé que no estaría para alquilar ya que apareció hace poco, pero ¡hoy es mi día de suerte! — dijo con felicidad genuina mientras le guiñaba el ojo.

 

— Terminaste con tu novio ¿no es cierto?

 

Justo en el clavo.

 

— comienzo a considerar a Georgi una buena opción.

 

Y Yurio casi escupe el café que bebía en ese momento.

 

Sinceramente ninguno de los dos prestaba atención a la película que se reproducía en ese momento, Mila había venido a quejarse de su relación, de su fracaso, como siempre. Yurio la escuchaba tomando en cuenta jamás enamorarse o tomando nota de nunca fijarse en alguien como ella, tan intensa para sus emociones.

 

— Ya me gustaría que mi relación durara tanto como la de JJ — estaba tan centrada en sus emociones que no se percato de la reacción del quinceañero — Su novia es bellísima, y tal parece que el ama y la adora como si no hubiera un mañana — decía mientras bebía de su refresco — es cosa de ver las fotos que suben a instagram — tomo su celular entrando a la red social y mostrándole al rubio una de las fotos más recientes que había subido a su cuenta.

 

 

En ella aparecía la mujer recostada sobre el pecho desnudo del king, al parecer también tenían una "mañana" de películas y que por la descripción de dicha imagen, no pensaban levantarse de la cama. Era ella la dueña del King en ese momento, y disfrutaría cada momento con su rey antes de que el patinaje se lo arrebatara nuevamente.

 

Era bonita, no lo negaba. Su cabello negro venía agradablemente con el tono de sus ojos y su amplia sonrisa.

 

— Que envidia, y uno acá sufriendo por alguien que ni vale la pena — en ese momento se le ocurrió una brillante idea — ¡Yurio sácate una foto conmigo! — era necesario demostrarle a su ex lo bien que se encontraba luego de su termino.

 

Ni siquiera espero una respuesta afirmativa, sabía que nunca lo obtendría por el chico, así que con energías renovabas se levanto y fue donde el rubio dejándose caer sobre él amorosamente. No es que tuviera otras intensiones, pero Yurio le recordaba a un hermanito que tenía lejos y al cual no veía hace muchos años, por eso su deseo por proteger su frágil persona, por que eso era Yurio ante sus ojos, un niño que alguien debía proteger con espada y escudo.

 

Entre quejas e insultos se dejo besar la mejilla. Mila corrió por su vida a su lado en el sillón, viendo la foto algo borrosa que tomo en el momento, era divertida porque representaba perfectamente la relación que tenían. La publico en su cuenta esperando que su ex la viera y se retorciera en el suelo de arrepentimiento.

 

Yurio por otra parte se preguntaba que tenían las personas por besarlo. Se limpiaba la mejilla con la manga de su camiseta de dormir, seguía sintiendo el labial de la bruja esa. Cuando estuvo a punto de reclamar, corto su oración. 

 

— Nunca te enamores Yuri, nunca lo hagas por favor.

 

Hacer llorar a una mujer debía ser un crimen, pensó sin saber que decir. La voz quebrada y su maquillaje corrido le daban una impresión lamentable, pero sabía que con su pequeño amigo no podía llevar mascaras, ni menos actuar como si realmente no le importara. Mila era ese tipo de chica, de las pocas pero maravillosas, sonreía y lo molestaba gran parte del tiempo, pero no dejaba de ser alguien frágil con las emociones a mil.

 

Sintiéndose torpe acaricio su cabeza, ¿en que momento se había acercado? Se pregunto la pelirroja. Dejándose llevar ahora por la decepción una vez más en su vida, rompió a llorar.

 

Ya tendría tiempo para regañarlo por tratarla como alguien inferior.

.

.

.

 

 

— El amor está en el aire — mencionó Julie sin despejar su vista de su celular.

 

— ¿Por qué lo dices? — pregunto divertido Jean sin despegar su vista del televisor.

 

— Mira — le mostró la pantalla de su iPhone en donde descaradamente salía una muchacha besando a un joven rubio — es el instagram de una patinadora que sigo, se me hizo muy linda y vi alguno de sus programas por Youtube — miro un poco más la foto — Ah, ¿este no es el niño que se encontraba en el podio junto a ti, miamor?.

 

No respondió, efectivamente era él. Cuando asimilo por completo la foto le pidió amablemente a su novia prestarle el teléfono para observar mejor, quizás había sido un error de sus ojos, o eso quería pensar. Teniendo a Julie a su lado admirando lo jóvenes y enamorados que se veían en dicha selfie, no ayudaban en nada en el malestar que sentía y se agravaba al pasar de los minutos.

 

 

— No creo, conozco a este joven, tiene un temperamento muy fuerte como para llevar una relación tan linda — le regreso el teléfono.

 

 

Julie lo tomo devuelta y volvió a sonreír, parece que su novio estaba empeñado en desmentir esa relación, pero con esto de seguro le quedaría claro.

 

 

— No lo creo miamor — Mostró la pantalla de su celular — y la foto es de su propia cuenta.

 

 

Ahora no podía decir nada, la sonrisa se le borro por completo. La foto ahora publicada venía desde la cuenta oficial del gatito, y en ella estaba nada más que Mila dormida y el gato a su lado.

 

— Voy por unos refrescos.

 

No dijo nada y con su mejor sonrisa salió de la habitación. Contuvo el impulso de golpear la pared con una patada, o mejor, darse un cabezazo con ella y así olvidar lo que acababa de ver. Saco su iPhone del bolsillo y busco en la lista de contactos. Ahí estaba, el numero del rubio, ¿Cómo lo consiguió? Solo él sabe.

 

Quiere llamarlo, pedirle una explicación, pero no son nada, ni lo serán.

 

Tampoco puede aparecerse por su departamento, no le agrada, lo sabe bien, sus partes bajas podían confirmárselo.

 

Pero él es el King, y no hay nadie que se arriesgue más que él.

 

Llamo.

 

 

La cubrió con una cobija y le ordeno al gato que se levantara del sillón, enfurruñado este le hizo caso y se cambio al individual bajo la atenta mirada del ruso.

 

El tono de llamada en su celular le hizo saltar, no porque estuviera inundado en silencio sino porque no quería despertar a Mila, así que partió a su habitación donde se encontraba dicho aparato. Desconecto el teléfono del cargador y miro extrañado la pantalla por el numero desconocido.

 

 

Diga.

 

—Buenas princesa, llevaba tiempo queriendo escuchar tu voz.

 

—¡¿JJ?!

 

—El mismo, ¿me extrañaste tanto como yo a ti?

 

Quería cortar, definitivamente iba corta. Aunque fue más su deseo por saber quien le había dado su numero a ese ególatra.

 

—Primero, ¿Quién rayos te dio mi numero?

 

—Eso no es lo importante. Lo importante para este rey, es que pudo escuchar la hermosa voz de...

 

Y corto, cansado de la conversación.

 

 

Y aunque Yurio no lo crea, para Jean escuchar su voz fue el detonante para la decisión que ya había tomado. Nunca se había sentido de esa forma, esas ansias que recorrían su cuerpo eran algo desconocido que le incitaba a ir a su encuentro con el joven, aunque este no quisiera ni verlo en pintura. Guardo el celular en su bolsillo y entro a la habitación para encontrarse con la mujer sentada en la cama, perdida en la bella escena de la película que hace un momento estaba viendo, una romántica a elección de ella.

 

 

—Julie, necesitamos hablar.

 

Ella dejo de ver la pantalla para mirar extrañada a su pareja.

 

—¿Ahora? —Jean asintió— Bueno.

 

—Arréglate, vamos a salir.

 

Ya le extrañaba ese tono de voz, tan inusual. Sonrió mientras se levantaba de la cama y besaba los labios del más alto, para luego emprender hacía el lavado.

 

La llevo a un restaurant desconocido, extrañada entro al lugar, se imagino que sería al mismo de siempre, su favorito, pero tal parece que el rey quería conocer nuevos lugares. No dijo nada y encargo el plato más conocido para ella.

 

Se veía hermosa esa noche, no podía negarlo. Su cabello perfectamente liso hacía resaltar su cálida sonrisa al igual que el labial rojo intenso que se había puesto esa noche. El vestido escotado le daba una vista pálida de su cuerpo y de su delgada figura, era sencillamente perfecta, aunque había algo que llamaba aun más su atención. La cadena que colgaba de su cuello, el "JJ" que le había obsequiado en su primer mes de novios, y que ella guardaba con esmero.

 

—¿y, a que se debe esta salida tan inesperada? Pensaba pasar todo el día en la cama contigo — Bebió de su copa.

 

Tomo aire, esto sería dificil.

 

—Julie, sabes yo...

.

.

.

.

 

 

Doblo su pantalón de chándal, realmente le quedaba muy grande, aunque no se quejaba, era un regalo de su abuelo. Se dirigió a la cocina a buscar algo en la nevera que le dejara disipar ese dolor que llevaba hace un momento en su estomago, es que después de haber hablado con el estúpido ese esa sensación de malestar regreso como el primer día que volvió a su departamento en Rusia.

 

Y el recuerdo de ese momento también regreso.

 

 

La sensación de los labios ajenos chocar con los suyos volvió, la frustración por no tener la fuerza de quitárselo de encima le molestaba. Si tan solo hubiese sido más grande de seguro le habría mandado a volar uno que otro diente. Cerro con fuerza la nevera chistando los dientes en el progreso, no era algo agradable de recordar.

 

Nunca es agradable de recordar cuando quien no te interesa, te besa.

JJ no se cansaba de humillarlo una y otra vez.

Y sinceramente Yurio, no sabía que tenía en la cabeza.

 

Tampoco le interesaba, de seguro era obra de su esa mentalidad tan artificial que tenía, para el ruso era completamente desagradable sus aires de Rey.

 

Se dejo caer un su cama clavando su mirada en el techo. Su gato lo observo y se recostó a su lado.

 

Además tiene novia.

 

Pobre mujer, la compadecía por tener un novio así.

 

Los parpados comenzaban a pesarle, y la voluntad por levantarse disminuía al pasar de los segundos. No obstante el vibrar de su teléfono llamo su atención. Estiro su brazo hasta la mesita de noche y lo desbloqueo. Era el segundo numero desconocido que lo llamaba en el día.

 

—¡Deja de molestar estúpido JJ!

 

—¿JJ? ¿de que hablas Yuri? Soy yo, Georgi.

 

Yuri se descoloco por un momento.

 

—Ah, lo siento, espera, este no es tu numero.

 

bueno si, verás fui a pedirle una segunda oportunidad a mi Anya, y en medio de la discusión apareció el noviecito ese, nos agarramos y mi celular sufrió las consecuencias. Yuri, no sé a donde ir, no quiero ir a casa, todo me recuerda a ella...

 

"¿Qué tenían esos dos en la cabeza? El solo tenía quince años para lidiar con sus problemas"

 

—Por eso he decidido ir a la tuya, estoy cerca ábreme la puerta por favor.

 

Tiene que estar bromeando.

 

Y el timbre de su departamento sonó.

.

.

.

 

 

 

Ajeno a todo ignoraba las altas horas de la noche que le indicaba su celular, escuchaba como los individuos a su alrededor se levantaban de la mesa y pagaban la cuenta en el proceso, algunos entre risas y abrazos, otros que entre miradas silenciosas se alejaban tomados de la mano. En ese momento solo era él y la cadena abandonada sobre la mesa.

 

"Entonces yo no debería tener esto" la escucho decir mientras veía como se lo quitaba y lo miraba con cariño, "No me sirve de nada quedarme con él cuando ya no estás aquí" ella había notado lo ausente que había estado desde que volvió a sus tierras, ignoro sus sospechas y trato de hacer como que nada pasaba, y en los días todo se volvía más insoportable. Odiaba no estar en sus pensamientos, ni ser ella la responsable del latir desenfrenado de su corazón, era consciente que esa sonrisa en las mañanas que veía antes de que el rey despertara, no eran para ella, ni era ella la protagonista de sus sueños.

 

Quería decirle que siempre estaría para él.

Pero las palabras murieron ahí.

 

Se levanto de la mesa. Jean se levanto junto a ella.

 

—Puedes volver a tomar asiento, yo me iré.

 

—Te iré a dejar.

 

—No.

 

—Julie, yo...

 

Levanto su mano, ¿acaso jean no entendía que ella no quería escuchar nada?

 

—Solo déjame ir ¿si? — no quería escucharlo —Soy lo suficientemente grande para irme sola, no me creas tan dependiente de ti jean.

 

No dijo nada, comprendía su actitud.

 

 

—Disculpe señor —un mesero interrumpió sus pensamientos—Dentro de unos minutos daremos fin a nuestra jornada.

 

—No te preocupes, ya me iba.

 

Pago la cuenta y fue a la estación.

 

Fue difícil, pero ahora se siente mucho más tranquilo.

 

Ahora sabía a donde debía ir.

 

.

.

.

 

 

—¡Achu!

 

—¿Estás resfriado? — pregunto Georgi al escuchar el estornudo del rubio.

 

—No, que yo sepa.

 

—De todas formas ve abrigarte — menciono Mila desde la cocina. No le agradaba ver a Yuri andar sin zapatos ni calcetines por toda la casa.

 

 

Genial, ¿desde cuando debía hacerle caso a la vieja bruja? Pensaba mientras se ponía unos calcetines de leopardo que le gustaban bastantes. Y en su regreso a la cocina los observo en silencio.

 

Georgi corregía algunos errores de mila, quien al parecer no era muy buena en la cocina. Yurio podía confirmarlo desde esa vez que comió arroz quemado, y bebió el café demasiado cargado.

 

Ellos harían una excelente pareja.

 

Pensó inconscientemente mientras volvía a sentarse frente a la televisión y tomaba el mando del videojuego. Quitaría el pause y terminaría con esa poca barrita que le quedaba a Georgi de vida.

 

Una vez que lo hizo, pudo escuchar el "¡No!" Casi igual a esa vez durante el programa A tales of Sleeping prince, así de dramático.

 

 

 

 

 

Canadá - Ottawa

 

Desde las a fueras se podía ver una gran casa apartada del resto, rodeada de un verde jardín que llamaba la atención de algunos turistas. Por dentro era bastante cálida por las voces de los niños que corrían de un lado a otro, no precisamente por estar jugando, sino porque uno discutían con el otro y buscaban a su progenitora para que de una vez por todas le dieran la razón a uno de ellos.

 

Entre empujones llegaron a la cocina, en donde dieron con ella.

 

Y antes de decir siquiera una palabra, el sonido de un auto estacionándose a fuera los alerto.

 

—¡Es el rey! — dijo la niña mientras soltaba la mejilla de su hermano para correr a la puerta.

 

Y efectivamente, la madre se asomo a la ventana para sonreír mientras veía como el mayor bajaba del deportivo y era recibido por la niña, quien sin dudarlo salto a sus brazos. Dejo de lado sus labores, para ir a recibir a su hijo.

 

Una cantidad de preguntas le llegaron al momento que piso tierra, su pequeña princesa le miraba ilusionada, haciéndose la idea que pasaría una temporada en casa. Por el otro lado estaba su hermano, quien le comentaba los progresos que últimamente estaba teniendo en sus programas, y que seguir su consejo había sido lo mejor que había hecho esa temporada.

 

Su señora madre miraba desde la puerta la escena, siempre es grato ver un encuentro de hermanos. Sobre todo cuando uno ya es prácticamente independiente y todo un hombre.

 

—¡Por supuesto, después de todo ese es el JJ style! —Hizo su pose habitual acompañado por los pequeños.

 

O talvez no, quizás todavía no era el momento de dejarlo ir por completo.

 

—¿Y? ¿se puede saber que trae a su alteza a su lecho familiar?

 

—Solo vengo por unas cosas, debo irme o este rey perderá el vuelo.

 

La niña quien no quería soltar su mano lo miro extrañada.

 

—¿Te vas? —y jean no podía con su expresión angustiada — Pensé que te quedarías una temporada con nosotros.

 

—Mi princesa —Beso su mano con delicadeza, sin perder de vista sus grandes ojos —Este rey debe viajar para aclarar unas cosas con un reino lejano..

 

—Jean, tengo trece años, dime claramente que te vas a Rusia a buscar a quien sabe quien—dijo algo cansada.

 

—Bueno si.

 

—¿Irás con Julie?— pregunto el niño.

 

—No, ella ya no vendrá más a esta casa.

 

—Sí, lo supuse— dijo la madre—está mañana estuvo por aquí, dejo en la sala una caja con tu ropa y accesorios que tenía ella en su departamento.

 

—Oh..

 

—Oh.. —imitaron luego los hermanos.

 

—Jean, necesitamos hablar un momento, ven conmigo— No espero respuesta, sabía que la acompañaría.

 

 

Una vez que los niños esperaban en la sala, ella lo acompaño hasta su habitación.

 

—Bien, ahora me dirás cual es la verdadera razón por la que te vas.

 

Él abría el closet y sacaba unos abrigos que no tenía en su departamento.

 

—Como le dije a mis hermanos, solo es por un tiempo, quizás me tengan aquí antes de lo pensado.

 

Aunque haré todo lo necesario para quedarme ahí.

 

¿Es por una mujer?

 

—No exactamente.

 

—¿Un hombre? — pregunto extrañada, que ella supiera su hijo era hetero.

 

—Cerca, cerca.

 

—Un menor de edad.

 

Jean jamás pensó que su madre sería tan asertiva.

 

Palideció ante su silencio.

 

.

.

.

 

 

Bajo rápidamente las escaleras con la maleta en mano. Se acerco al niño, a quien le estropeo el peinado con su mano, y a su pequeña princesa quien recibió un beso en la frente de su parte. Salió como alma que lleva el diablo.

 

Los niños se miraron entre si, sin tener idea de porque su repentina prisa. Sus dudas fueron aclaradas cuando vieron bajar rápidamente a su madre quien con un intento en vano pensó en alcanzar al mayor de los Leroy, quien para su desgracia, ya se había dado a la fuga.

 

—Este niño nos va meter en problemas, estoy segura.

 

Llevo las manos a su cabeza, mientras miraba como el auto se alejaba cada vez más.

 

—El rey estará en problemas cuando decida volver — decía la niña.

 

—En muchos —dijo el hermano.

 

.

.

.

.

 

Mientras tanto, Yuri, quien era ignorante de todos los dolores de cabeza que su existencia estaba provocando, no podía decidir si la camisa con el tigre estampado iría de acuerdo a la ocasión.

 

—Yuri, solo iremos a comprar algo para comer ¡Ponte algo rápido! —dijo desde la puerta mila, llevando sus manos a los bolsillos.

 

—¡Ya voy ya voy!

 

—Es peor que una mujer.

 

—Por algo es la hada de Rusia.

 

Y con ello, Georgi sello su sentencia de muerte. 

 

 

Notas finales:

¡Nos leemos en la próxima actualización! 


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