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Unforgiven Creation por Lebrassca

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Notas del fanfic:

Personajes a su creador, esto se hace sin ánimo de lucro.

Advertencias: Acoso y universo alterno (AU). Por ahora.

 

Notas del capitulo:

Mi primera historia de InuYasha ¡Que emocionante! Pues… espero no hacerlo taaan mal, y también que tanto ustedes como yo podamos disfrutar de la trama.

En Lyirsa se tenía un sistema tan peculiar que si los habitantes de la tierra viéramos por momentos determinados hacia ese distante lugar no lo entenderíamos, es más, temeríamos de él.

Sus grandes ciudades capitales eran, al oeste, Sars, y al este, Hebel, donde hace tanto tiempo humanos y monstruos habían convivido en armonía. Época que acabo hace siglos con la insurrección de los demonios, inmortalizando a los hombres como presas y a sus mujeres como trofeo. Después del auge de las telecomunicaciones y la revolución tecnológica las cosas habían cambiado un poco. Sin embargo, los cimientos del rechazo seguían tan fuertes como antaño.

El planeta era dirigido enteramente por demonios, y a causa de ello se tenían leyes que, como muchas otras, velaban por la supremacía de la especie dominante. Éstas eran viejas y no tenían casi ningún cambio.

Cualquier humano de género masculino deberá ser eliminado desde el momento mismo de su nacimiento, aquellos que se opongan a su destrucción serán eliminados también.

Las mujeres humanas pueden tener hijos con sus señores demonios, pero no pueden casarse con ellos.

A los Hanyou y los Treinyo* se les permitirá vivir siempre y cuando su parte demoníaca predomine en el cuerpo, lo que se determinará observando que sus rasgos físicos sean similares a los del padre. Ellos no podrán ocupar cargos públicos.

El único indicio de cambio notable a este sistema era la posibilidad de trabajo digno e independiente que tenían las humanas desde el inicio de la modernidad. Y aunque se suponía que la débil especie debió perecer hace tiempo, esas mujeres no desaparecían y cada vez llegaban más y más a las ciudades. No se sabía el porqué de ese hecho, se creía que los humanos tenían campamentos ilegales en las zonas boscosas, pero no estaba comprobado.

Encontrar a un semi-demonio era bastante extraño, además no se sabía mucho de ellos ya que los pocos que había se ocultaban bien de los ojos del gobierno.

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UNFORGIVEN CREATION

 

1º Corte: Prólogo

                   .-.-.-.                    

- ¡Tengan cuidado! Inuyasha, te encargo a mis niñas - Menciona la vieja Kaede como siempre al ver salir a sus retoños. Las muchachas agitan las manos en señal de despedida, el chico murmura algo inteligible al tiempo que frunce el ceño y da la espalda.

Los tres caminaban hacia el restaurante de lujo donde trabajaban. Una como cajera y los otros dos como camareros. Era un camino de media hora a pie, donde multitudes se quedaban viendo a las humanas, pero ningún valiente se atrevía a gritarles algo al ver al Youkai que les acompañaba.

La puerta trasera del lugar se abre dándoles paso, hasta hora son las 4.00 de la tarde y su turno está por empezar. Cada uno va a ponerse su uniforme de trabajo y antes de comenzar van a saludar a su jefe, Kouga.

- Buenas tardes, Kouga-san -

- Oh! Kagome, sigues tan hermosa como siempre - Dice el lobo con una sincera sonrisa en el rostro, a lo cual los otros dos no pueden evitar resoplar por debajo – Kikyo, perrucho, no los había visto -

- Eso nos dimos cuenta, jefe idiota - Respondió el peliblanco.

- ¡¿Cómo me has dicho?!- Furibundo

- ¿Tengo que deletrearlo? I-D-I-O-T-A - Vuelve a decir con toda la sorna del mundo, mirándole con esos ojos que le decían justamente eso sin necesidad de palabras.

Por ende, el otro le cogió la nariz jalándosela fuertemente hacia adelante. Las chicas rieron un poco, ese par era muy divertido.

- Ay! ¡Suelta eso! -

- Muajajaja. Así sabrás quien manda - Dice y le suelta luego de un rato. El chico se soba su nariz, que para colmo esta roja. Las chicas ya no están.

- Ten cuidado con esas orejas. Además, deberías inyectarte, creo que la solución tópica no funcionara por tanto tiempo - Menciona Kouga por lo bajo antes de que el chico se vaya a atender a los clientes que ya empiezan a llenar el restaurante.

- Entiendo- Inuyasha tiene una trenza suelta amarrando todo su cabello y un traje de barman, además de una fragancia suave y varonil perteneciente a la costosa colonia comprada con sus ahorros.

El trabajo no es difícil, solo se trata del ir y venir de la cocina hasta los distintos comensales, que degustan los deliciosos platos preparados por la chef en jefe y sus discípulos. Casi nunca dan abasto por lo que Kouga los ayuda regularmente, igual que en esta ocasión. Es un lugar muy popular aunque la mayoría de sus trabajadores sean mujeres humanas, vestidas con elegantes kimonos (sin incluir a los cocineros que también, con excepción del joven aprendiz, eran mujeres, solo que no podían vestir de esa manera) y donde múltiples personalidades reconocidas iban por una buena cena.

Pero siempre había algo que arruinaba los buenos momentos, un algo que Inuyasha había encontrado sin buscar.

Naraku. Mejor dicho, Naraku acosando a Kikyo.

Mientras caminaba hacia la zona más retirada del restaurante, podía escuchar como la araña se insinuaba a su querida prima. Ya lo suficientemente cerca pudo ver que le tenía agarrada de la muñeca para que no se fuera, y que la gente que acompañaba al pelinegro se estaba riendo.

Ahora sí que estaba enfadado, pero se guardó su coraje y encaro al imbécil con profesionalismo.

- ¿Necesita algo, señor? Puedo ver que mi compañera aún no ha tomado su orden. Si la atención está siendo deficiente podría yo atenderle - Sus palabras eran duras, pero la chica sabía que le estaba salvando del monstruo. Mientras tanto, Inuyasha no quitaba sus soberbios ojos de los orbes de ónix de su “oponente”.

- No tienes que preocuparte. La joven estaba siguiendo el protocolo, era yo el que le insistía con ayudarla, ya sabes, las humanas necesitan de colaboradores para progresar - Adornó el comentario con una sonrisa de suficiencia. También hubo risas por parte de sus acompañantes – Sin embargo, si deseas atenderme, yo no soy nadie para negar tus deseos - Añadió, a lo cual ambos camareros tuvieron que calmar sus instintos asesinos.

- Diga usted, señor. Su orden- Respondió cortante Inuyasha, su prima pudo irse y él se encargó de los pedidos. Tuvo que regresar a llevar la comida, pues no iba a permitir que la mujer le suplantara y la volvieran a humillar.

- Tienes un cabello bastante peculiar... ¿Inuyasha? –

- Diga. Necesita algo mas- Suspiraba cansado. Ya no tenía nada más que hacer en aquella mesa.

- Ese es tu nombre. Solo te conocía porque eras familiar de esa humana, pero nunca había hablado contigo. Un gusto, Naraku Onigumo - Tendió su mano. Ésta no solo no fue estrechada, sino que también fue vista con desdén.

- Esa humana tiene nombre - Mencionó con aire grosero, a lo cual Naraku puso cara de desagrado – Y sí, ese es mi nombre. El suyo ya lo conocía -

- Ah. Entonces te han hablado de mí, no me extraña- Dijo con soberbia, cambiando el semblante – ¿Qué más sabes? Dímelo todo… Inuyasha- Ordenó con voz sensual.

El peliblanco se incomodó bastante cuando su nombre paso de forma tan lenta y tan sugerente en esos labios, pero se lo guardo ¿¡A este tipo se había estado aguantando Kikyo durante seis meses!? ¡Qué suplicio!

- Lo lamento. Necesito ir hacia las otras mesas. Espero que usted lo entienda - Mencionó con voz suave, lo menos que quería era quedarse en ese lugar.

- Tranquilo. Espero que nos llevemos mejor, chico - El peliblanco se da la vuelta - Mándale saludos a tus queridas humanas - Inuyasha lo ignora, pero no ha dado ni un paso cuando Naraku se para y le toma de los hombros por detrás - Cuídate, pequeño semidemonio - Menciona al final, con sorna.

El contacto no duro nada, sin embargo, Inuyasha permaneció alerta y algo asustado durante toda la noche. Kagome preguntó sobre aquello, pero como ella ya suponía, él dijo que no le pasaba nada y que no se preocupara. El camino a casa fue corto. Cada uno se fue a su cuarto y el peliblanco cayó como una roca a su cama.

Consideraba que mi idea era infalible. Huelo como un demonio. A lo sumo necesito de ayudas químicas externas en mi época de celo y en las noches de luna nueva. Incluso las aplico cada dos semanas como precaución. Escondo mis excéntricas orejas pegándolas a mi cabeza y usando mi cabello con la ayuda espiritual de mis primas que además sirve para engañar a los sentidos de los demonios comunes. Para todos soy un Youkai. Entonces ¿Por qué?”

Acostado en su cama se dispuso a quitar las ataduras espirituales de sus orejitas y dormir, pero los pensamientos rondaban su cabeza con ímpetu. Ya llegando a los brazos de Morfeo, a su mente vino el recuerdo de su único amigo demonio, Kouga, cuando éste le advertía que la solución tópica nueva ya no le funcionaria más. Él obviamente sabia de su condición de Hanyou y velaba por su bien. Ya no quería pensar.

Se durmió por fin, más confundido que nunca.     

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2º Corte: Reflejo de calma.

.-.-.-.

La mañana se hizo presente y los ruidos en la cocina despertaron a Inuyasha, que sentía dos piedras a cada lado de sus hombros. Mientras masajeaba la zona y pensaba volverse a dormir, entró Kikyo pidiéndole ayuda, ya que su hermana había intentado cocinar y eso había resultado en desastre… como siempre.

- ¿Acaso Kagome no puede vivir sin su comida instantánea? Agh. Ya me paro - Dijo con flojera. Todavía tenía su ropa de ayer.

- Tú la conoces. Es muy despistada- Mencionó la mujer intentando calmar la situación.

- Lo sé. Pero todos los domingos pareciese que hubiera pasado un tifón en la cocina-

- Mamá Kaede está durmiendo aún. No hagas tanto ruido - Dice poniendo el índice sobre los labios ajenos al acabar la frase.

- Como sea - Le resta importancia pero no habla más.

Entran y ven como la menor de las humanas tiene toda la cara cubierta de blanco, huevo untado en el cabello y sus ropas están repletas de masa –de quien sabe que- color marrón. Sus ojitos están a punto de las lágrimas cuando ve a su hermana y a su primo, al cual se tira a llorar manchándole la camiseta roja.

Bien. Le gustaba esa camisa, pero eso podía esperar. Kagome le preocupaba un poco; ella sabía que sus dotes en culinaria eran nulos entonces nunca se ponía triste por razones de ese tipo. Por otro lado, la niña levantó su carita triste del pecho de Inuyasha y con todo el esfuerzo del mundo articuló mientras se sorbía los mocos.

-In-intente hacer un...  Pastel… sniff. Y sa-salió mal- La chica tomó un pañuelo que Kikyo le paso. No obstante, el peliblanco no entendía ¿Un pastel? ¿Con que motivo Kagome haría algo así?

- ¿Para qué querías hacer un pastel? - Preguntó muy confundido. Las chicas le miraron como si le hubiera salido una segunda cabeza. Un tiempo después la menor le dio un zape bestial en el rostro.

- Ay! Yo no he dicho nada malo-  Se soba el golpe.

- Lo olvidaste, Inuyasha. No puedo creerlo - Mencionó la pelinegra mayor, a lo cual la otra le dio la razón.

- ¿Olvidar qué? – Dijo ahora más enojado.

- El cumpleaños de madre - Mencionó por segunda vez Kikyo. E Inuyasha miro su teléfono. “Olvidar. Hoy. Fecha. Cumpleaños. Kaede. ¡¿Cómo se me pudo olvidar?!”  Se repitió mentalmente, apunto del suicidio.

Luego miro la cocina. Casi le da un infarto.

- No sé qué hacer - Hora de sincerarse. Las orejitas de su cabeza se agacharon y Kagome no pudo evitar acariciarlas como siempre hacia en esos momentos.

- Yo tengo un plan - Dijo la otra chica – Sin embargo, estamos atrasados - Vio la hora y su ceño se frunció un poco, 7.30 am.

- Dinos, hermana-

- Primero, hay que limpiar un poco la cocina - Señaló el cataclismo- Y nos repartiremos los papeles. Inuyasha, tú harás el pastel. Yo pondré el dinero necesario para los ingredientes. Si no puedes hacerlo, cómpralo. Kagome, tu distrae a Madre Kaede. Sácala de la casa apenas se levante. Yo le pediré a Sango ayuda con la cena, para que sea especial - Dice con el aire imponente que le caracteriza.

- No me ordenes, Kikyo - agrega con molestia el chico, la otra le ignora- Todos nos encontraremos a las 8.00 de la noche - Plantea él.

- Falta algo, el regalo ¿Cómo lo vamos a conseguir? - Menciona Kagome.

- Tú lo compraras cuando ella se distraiga- Vuelve a decir Inuyasha. Kikyo le da la razón.

La pelinegra menor corre a cambiarse. Ya con una sudadera despierta a su madre diciéndole algo sobre unas aguas termales matutinas muy eficientes. Kaede, sin motivos de sospecha, sale de la casa preguntando por sus otros dos retoños. Ninguno está en la casa, pero la cocina esta reluciente.

- No te preocupes, madre. Ellos están en casa de Kouga - Dice con sinceridad, ajá; y siguen caminando. Aunque con un poco de miedo, pues los transeúntes están vociferando a sus espaldas.

.-.-.-.

Kikyo e Inuyasha están hablando con el lobo, el cual se muestra muy feliz de ayudarlos. Después de la breve conversación el peliblanco sale afanado para la “Estación Dulce”, una cafetería con pasteles deliciosos. Ve a Sango, la cocinera en jefe del restaurante de Kouga, la cual le saluda con la mano y sigue su camino hacia la casona de su jefe.

Al entrar en el establecimiento se encuentra con un ambiente de olores exquisitos y manjares que parecen pedazos de paraíso. También con una sorpresa fantástica. Shippo, el joven aprendiz de culinaria, está allí.

- Hey! Zorro- Saluda Inuyasha.

- Eh? - El aludido se da la vuelta y ve al peliblanco – Hola Inuyasha ¿Qué haces por aquí?- menciona extrañado, pues su compañero no solía frecuentar esos lugares.

- Así no se saluda, Shippo. Debes decir: encantado de verte, o algo parecido- Bromea, el chico zorro pone mala cara – Pero si vengo por algo en especial ¿puedes ayudarme?-

- Depende ¿Qué necesitas? -

- Que me ayudes a hacer un pastel de otro mundo-

- Pues págame y te lo daré en 30 minutos-

- Quiero hacerlo yo-

- Eh… espera. ¿Para qué lo quieres?-

- Es el cumpleaños de la vieja Kaede-

- ¿Tu benefactora? ¿La madre de Kikyo y Kagome?-

- Si-

- Entonces te ayudaré. ¿Qué tipo de pastel quieres hacer?-

- Tres leches-

Shippo toma un papel y anota varios ingredientes ahí. Luego se lo da a Inuyasha y sale corriendo para la cocina antes de que lo regañen.

- Saldré a la 12.00. Compra lo que escribí-

- Nos vemos en la casa de Kouga- El chico asintió antes de seguir trabajando. Inuyasha fue directo al supermercado de esa zona y buscó todo lo que le indicó el zorro.

.-.-.-.

11.00. Era la hora que se marcaba en el reloj de pared en la cocina dentro del hogar de Kouga. Sango y Kikyo estaban progresando lentamente en la cena de esta noche. No obstante, el dueño de la casa se aburría.

- Voy a salir. Tengan cuidado, no destruyan nada-

- Ya entendimos- Dijo Sango – Déjanos en paz, estamos ocupadas-

Ya se acercaba a la puerta cuando la mujer pelinegra le tocó el hombro.

- ¿Si ves a mi hermana puedes quedarte con ella? Me asusta un poco que esté en la calle con mi madre, considerando que son vulnerables- Mencionó algo preocupada.

- Claro. Aunque Kagome sabe defenderse bien ¡Yo la protegeré de todos!- Gritó con entusiasmo. Kikyo se permitió sonreír levemente, aquel demonio le tenía un cariño especial a su hermanita.

Ya afuera, Kouga pensó en qué hacer. Decidió ir a buscar a la pequeña humana, no vaya ser que le pasara algo. Pero, ¿Dónde podría estar? Ni idea. Caminando sin rumbo llego a la plaza del este de la ciudad, la cual estaba en el distrito de Krades y era punto de encuentro para mafias de bastante poderío.

Sin embargo, lejos de ser un lugar aterrador, a esas horas estaba deslumbrante. El agua de las fuentes corría y se elevaba sobre los estanques. Había uno que otro niño-monstruo jugando con burbujas de sulfuro* y el sol daba de lleno.

Kouga admiraba todo, no iba muy seguido a ese lugar aunque estuviera metafóricamente cerca de su casa. Ese distrito era algo peligroso y él no era fanático de meterse con gente que podía derretirle los sesos –con veneno- muy dolorosamente.

En su observación vio a un tipo encapuchado, el cual tenía un traje antiguo y estaba sentado con la cabeza entre las manos. La sombra le daba un aspecto algo tétrico. Sin embargo, al lobo no le pareció amenazante y... estaba aburrido, entonces se acercó a hablarle.

- Hoy ha sido un día agotador - Mencionó. El desconocido dio un saltito chistoso al escuchar la voz tan cerca, levantando el rostro. Y es que el muy descarado de Kouga ya se había sentado a su lado.

- Ni que lo diga - Respondió el muchacho, quién no sintió energía negativa provenir del extraño, así que se tranquilizó.

- Disculpe mi atrevimiento, es que no soy de este barrio. Me he perdido - Mintió Kouga, al tiempo que esbozaba una corta sonrisa. Sopló una brizna y pudo sentir un olor algo extraño provenir del chico, mas no dijo nada.

- Ah! Yo le ayudo. ¿Dónde vive? -

- Necesitaba llegar al norte de la ciudad, pero ya no importa - Mintió de nuevo – Vivo cerca de “La cueva del lobo”- “El cual es mi restaurante” podría agregar el tonto. Menos mal no lo hizo.

-…- La cara del desconocido de ojos azules demostró confusión - ¿Qué es eso? -

- El restaurante - Dijo. Y el otro pareció comprenderlo ahora.

- Sé dónde queda, no es muy lejos - “No me digas” pensaba el lobo – Venga, lo acompaño - Se levantó e indicó al demonio que hiciera lo mismo.

El camino de vuelta fue bastante entretenido. Hablaron de algunas cosas. Aun así, a Kouga no dejaba de pasarle por la mente que aquel extraño tenía un aroma muy peculiar; parecía el olor de un monstruo cualquiera, sin embargo, cuando intentaba descifrar de que especie, se quedaba corto. No olía como humano. Ni tampoco olía como su amigo Hanyou en sus épocas de debilidad. Era como si su aroma fuera una ilusión patente.

Llegó a una conclusión. El muchacho era un misterio, y tal vez podría estar en riesgo. Por eso, él, como amante de las criaturas indefensas, brindaría su ayuda a aquel chico.

Al frente del restaurante, el lobo se acordó de algo primordial. 

- Mi nombre es Ookami Kouga - Dice apenado por no recordar decir su nombre desde el principio.

- No hace falta avergonzarse. Yo soy Miroku - Menciona haciendo que Kouga sienta más vergüenza al verse descubierto – Será un placer volvernos a encontrar. Hasta entonces, joven Kouga -

- Oye, Miroku. Si necesitas algo de ayuda o de asilo puedes venir aquí. Yo trabajo en este lugar - señaló el restaurante - y estoy todos los días desde las 2 de la tarde. Bueno, menos los domingos - Dice atropelladamente, mientras el otro le observa.

- ¿Por qué consideras que necesitaría ayuda?- Menciona, alerta.

- No sé. Solo siento que podrías estar en apuros, ya sabes. Tengo algunos amigos que tienen sus líos y tú me das la misma sensación -

- Ah. Ya- Dice.

- Por favor, no botes mi proposición por la borda si llegases a necesitarla - Hace ojos de cachorrito. Y Miroku no puede evitar derretirse ante esa mirada.

- Lo tendré en cuenta, joven Kouga. Yo no quiero que se moleste por cosas sin sentido. Me ha parecido bastante agradable - Dice, en parte por desconfianza y en otra por sinceridad.

- A mí también me has caído bien. ¡Ya sé! Vente al restaurante el miércoles por la tarde -

- Yo no creo que…- Miroku estaba empezando a odiar su indulgencia.

- Vamos. Será divertido- Sonríe amplio. Olvidando que lo conoció hace menos de una hora.

- Está bien- Miroku también se deja llevar, olvidando exactamente lo mismo.

Se despiden dándose las manos. El chico de ojos azules se va rápidamente, dando una vuelta a la izquierda en la esquina a dos cuadras del negocio. El lobo le observa girar y luego prosigue a tomar su camino a casa, pues buscar a la pequeña Kagome sin algo de información era prácticamente imposible, y si Kikyo no le había dicho nada es porque no sabía –y aun así le preguntaría de todas formas- sobre el paradero de su hermana.

Mientras tanto, Inuyasha estaba en sentado en el marco de la ventana de Kouga con todos los ingredientes esperando a Shippo. Veía la gente en la calle pasar. Reconocía sus olores. Pensaba en su problema: Se estaba imaginando como sería si le descubrieran, es decir, su condición no es cualquiera, es riesgoso ser un Hanyou en cualquier ciudad, más en Hebel por ser la capital del subcontinente este, pero realmente no tenía muchos lugares a donde ir.

Si le descubriesen ¿Qué sería de él? Tal vez rata de laboratorio, quizá comida para mascotas de magnates. Si era optimista, simplemente le ejecutarían con glunier**, o sería la atracción principal de un circo.

¿Qué sería de su tía y sus primas? Objetos de diversión, muerte si acaso. Dios… Esto no era nada alentador. Incluso Kouga corría un riesgo considerable. Debía decirle; alguien más sabía su secreto, alguien no deseado y muy peligroso. 

- Tierra llamando a tonto… despierta ¡¡¡Inuyasha!!! - Grita el chico-zorro a escasos centímetros de su rostro, parándole los pelos de punta. Ese niñato sí que podía ser un incordio.

BAM! Le ha pegado un puñetazo que le hace morder el asfalto. Shippo gime de dolor e Inuyasha, sin preocuparse por el estado del menor, le jala hacía arriba y golpea la puerta. Ésta, una vez abierta, es testigo de cómo el muchacho es arrojado hacía adentro como un bulto de carne. Las chicas huyen, aun así, el peliblanco se ríe bajo la filosofía de “Si eres un demonio, por lo menos deberías ser resistente”

- ¡Eso dolió! ITAI! - Empieza a llorar el joven zorro.

- No seas llorica, más bien, ayúdame con ese pastel - Al ver la cara enfado de las féminas no puedo hacer más que voltear la cara - ¡Él me ha asustado! - Reclama.

- ¡Yo no tengo la culpa de que estés distraído! - Prosigue Shippo - Eres un desagradecido, Inuyasha… sniff - El otro le pasa la mano por el pelo, en gesto de disculpa. Se escuchan unas llaves, es Kouga.

- Ya volví -

- No. Que va - Menciona airado. Quita su mano de la cabeza del zorrito.

- Cállate, perrucho. ¿Sabes dónde está Kagome? - Se dirige a Kikyo.

- Se fue a unas aguas termales nuevas. Al centro - Responde el peliblanco, desinteresado.

- ¡¿Y lo dices así sin más?! ¡Es peligroso! - Se altera el lobo.

- Myoga está cuidándolas, y está encubierto. No hay problema -

- No confío en esa pulga cobarde -

- No teníamos más. Igual ¿te quedas o vas? -

- Voy. Nos vemos - Sale de nuevo. El peliblanco se dirige a la cocina, allí empieza su labor con ayuda del joven pastelero.

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7.45 pm. Hora local.

El lobo se dirigía con la pequeña humana y la anciana madre a su casa, y estaba realmente impresionado por las miradas de asco, lujuria y superioridad que dirigen los demonios a las humanas, incluso a él. Un solo rugido y todos esos impertinentes se alejan asustados.

Feh. Se nota que son de bajo nivel, bestias inmundas”

Al llegar al hogar suyo, se da cuenta que todo está callado y en silencio. Entra con recelo; solo para escuchar el grito de ¡SORPRESA! El cual fue dado por todos, menos por el semi-demonio, que solo lo susurro por lo bajo. Ese chico nunca cambiaría.

- Esta delicioso - Felicita la vieja Kaede al instante de probar el chop suey. Las cocineras dan el visto bueno, viendo el banquete. Sango pudo haber hecho más, pero Kikyo era nueva en la materia, por eso fue que la mesa no quedo totalmente llena.

Ya en la mitad de la velada, comieron el pastel, el cual tenía una deliciosa salsa de moras dulces en el centro, agraz en la parte superior y una cubierta de galleta con trozos de melocotón en la base, además de tener una consistencia suave y cremosa. Simplemente delirante al gusto.

- Que rico les quedo, chicas - Vanagloriaba el lobo, al tiempo que engulle el tercer pedazo que han puesto en su plato.

- No nos vas a dejar nada, sarnoso. Además no lo hicieron ellas, lo hicimos nosotros -

- ¿Enserio? - Kouga se traga el pedazo y mira a los ojos a los otros dos machos, se encoje de hombros y coge más pastel – no se puede desperdiciar la comida al fin y al cabo - 

Inuyasha y Shippo intercambian miradas de complicidad ligadas a una sonrisa de suficiencia. Todos parecían a gusto con el postre, realmente, toda la celebración estuvo bien. La vieja Kaede estuvo feliz y no hubo problemas (además de que a Kagome se le haya caído la gaseosa) así que se pudo decir que tuvieron éxito. 

Una cámara se cernió en el ángulo exacto donde la cortina de la ventana izquierda tenía la abertura central típica, el flash no se escuchó en ningún lugar, pero en la lente quedo grabada la imagen de los jóvenes.

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Aclaraciones finales.

Treinyo*: Semi-demonios producto de la posesión de un demonio a una humana en tiempo de gestación. El monstruo se une completamente al bebe creando un nuevo organismo, por eso al nacer, algunos tienen habilidades especiales. Su forma es humanoide y sus ojos presentan colores claros. Ellos saben que la fortaleza del su alma humana es muy importante, pues es lo permite que no enloquezcan gracias a su anti-natural mitad demoníaca.

Burbujas de sulfuro*: Juego muy común entre los jóvenes monstruos que equivale a soplar burbujas gigantes hechas de ese material.

Glunier**: Toxina que se aplica a los indeseables del Estado, su uso intravenoso produce una muerte rápida y limpia, aunque algo dolorosa.

Notas finales:

Esto lo tenía hecho desde mitades del año pasado (Imagínenselo... un montón), por lo que puede que mi forma de escribir difiera. He decidido hacer 2-3 cortos por capítulo para acelerar la trama y que no queden tan efímeros, eso sí, las separaciones van por la naturaleza conjunta de los cortos.

Ojalá les haya gustado. Cualquier comentario es bien recibido mientras sea decente, y les deseo feliz día de velitas :)

El próximo lo subo la otra semana, ya está hecho.

Sava Tone.


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