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Unforgiven Creation por Lebrassca

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3º Corte: La insinuación del juego estático.

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Las blancas manos se despojaron de los guantes de látex, botándolos a la caneca más cercana. Sus cansados ojos ya estaban irritados por la brillante luz blanca, así que decidió apagarla antes de cerrar, viendo el laboratorio de cerca, con una inexpresividad inaudita. Una de sus cejas inquinada hacia abajo, imperceptible. Estaba molesto.

Caminó por los ya oscuros pasillos de la edificación, con la bata bajo el brazo y la gabardina negra ya puesta, el portafolio moviéndose en el suave compás de su movimiento elegante. Así, él cierra los ojos por unos instantes, deteniéndose.

¿Cuándo había conseguido gente tan incompetente en sus industrias? Él no lo recordaba, para nada, había sido muy claro con sus empleados y sus exigencias eran ley, entonces ¿Por qué no conseguían aquella muestra? ¿Qué tenía de complejo? Nada. No obstante, esa conglomeración de demonios idiotas no podía cumplir ni esa simple tarea.

Aún recuerda, despidió a todo el personal del sector C hace dos horas, incluido el jefe, ya que no habían cumplido con su pedido.

Si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo. Citaba la frase de un libro de su madre. El Yokai resopló molesto al recordarla. Sus pasos retomaron su rumbo aun con los parpados cerrados durante unos minutos.

Ya cerca a la salida abrió los ojos y siguió caminando. Cerró la puerta principal con el mecanismo de seguridad, tomó su auto azul marino y se fue rápidamente, proporcionándole una mirada dura a los vigilantes. Los pobres diablos sabían lo que les pasaría si descuidaban sus industrias. No por nada tenía tal mala fama.

Al llegar a un semáforo llamó a uno de sus hombres más eficientes. El jefe de sección de la zona A, quien se encargaba también de la sala B-5.

- Te necesito a primera hora mañana ¿Entendido? -

- ¿Qué querrás tú? Apuesto, no te cumplieron tu capricho - Dice la voz al otro lado de la línea, a lo cual el otro solo resopla – Okey, ya entendí. Te veo allá -

Cuelga. Su trayecto sigue hasta llegar a la zona rica de la ciudad. Subiendo una pronunciada pendiente donde solo hay vegetación por algún tiempo, llega a su mansión. O más bien, el “hogar” que comparte con su padre.

Los guardias no se hacen esperar y abren el portón. La fila de mayordomos le esperan en la puerta, el otro los ignora y sigue de largo, con su fino rostro imperturbable.

- Jaken - Es lo único que sale de sus labios.

- Si, amo bonito - Responde la vieja rana.

- Que nadie me moleste - Llega a su alcoba, donde se encierra.

¿Qué tan difícil era conseguirle un nuevo espécimen Treinyo?

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2 días atrás.

Antes de que Inuyasha empezara su turno, alguien llegó al restaurante. Pudo escuchar desde el vestier cómo se saludaba con el lobo y por eso se apuró, al parecer era alguien que su jefe estaba esperando. Despreocupado, salió solo con la camisa blanca y el pantalón de paño, sin chaleco ni zapatos. Ahí le vio, un tipo de cabellos oscuros atados en una pequeña cola de caballo justo en el cuello, cara ovalada y rasgos finos, con una estatura considerable, aunque no más alto que Kouga o él. Lo que más le impresionó fueron sus ojos, grandes y brillantes, de color azul mar. Tenía algunos aretes, un cetro y ¿ropa de monje?

¿De dónde había salido ese payaso? Lo más raro es que Kouga parecía feliz de verlo, y su penetrante mirada no hizo otra cosa más que delatarle pues el desconocido volteo a verle.

- Hola. Un gusto, mi nombre…-

- ¿Qué es este tipo? Kouga - Vio al extraño y luego a su jefe, extrañado. Su pregunta hizo que el ambiente se pusiera demasiado tenso. Los susodichos aguantaron la respiración.

Ninguno sabía qué hacer, pero cuando Kouga vio la cara de su invitado, la rabia nació de pronto desde su pecho.

- ¡Eso es descortés, descerebrado! - Reaccionó violentamente Kouga, dándole un coscorrón en la cabeza de manera descendente y sobrepasándose con su fuerza. Tanto, que si el peliblanco fuera un demonio común le habría noqueado. Miroku vio esto con sorpresa, pero seguía tensionado por la pregunta del muchacho a medio vestir, además, de verdad era un maleducado; mira que no saludar.

- ¡Ay! ¡Perdón! -  Se soba Inuyasha, ni siquiera se ha caído por la fuerza del impacto – Pero ¡¡Si va con esas fachas es normal que pregunte!! ¡Parece un monje budista con pelo! - Menciona el chico en su defensa y tanto el extraño como su jefe dan un respiro. El peli-plateado era único, solo él haría una pregunta tan incómoda con ingenuidad, por dios.

- Los antiguos monjes budistas usaban prendas naranjas, tonto -

- Oh. Pero aun así pareces un monje - Se dirigió al de ojos grandes ignorando al lobo - No te deje terminar - Se sonroja un poco al instante, porque la curiosidad sobrepaso sus modales – Inuyasha es mi nombre - Le brinda la mano. A lo cual el otro no duda en corresponder.

- Miroku… como decía, un gusto - Posa sus orbes mar directamente sobre los ojos ámbar, descubriéndole el alma. Inuyasha lo intuye, pero no le desagrada del todo.

El joven monje sonreía, pues, aunque su primera impresión no fue muy agradable, ahora que lo veía de cerca notaba que ese muchacho peliblanco era de buen corazón, como Kouga, y que tenía un gran secreto, como él. Al ver por esas pupilas, Miroku sintió que podía confiar y eso lo asusto un poco. Sin embargo, si su instinto se lo decía, era cierto.

Duraron largos segundos con las manos estrechadas viéndose a los ojos. En donde Kouga los miraba sin interrumpir, creyendo que sus recién conocidos amigos sufrían de amor a primera vista. Nada más alejado de la realidad. Se separaron.

Tan solo si el lobito supiera que Miroku lo había analizado de la misma manera.

- Bueno. Creo que me voy - Se despide con la mano - Necesito terminar de cambiarme -

- Adiós. Joven Inuyasha –

- Solo Inuyasha - Mueve su mano quitándole importancia, entrando al vestuario. Aun escuchaba.

- Se parece a usted, joven Kouga - Mencionó cuando el otro ya no estaba en su campo de visión. El susodicho torció la cara.

- ¿En qué? Además, te he dicho que me tutees - Dijo él, a lo cual el monje se sonríe, haciendo entender su punto – Bien, sí, pero a nadie le gusta que lo traten como un viejo - Contradice.

- Es formalidad -

- Solo a los ancianos y a los estirados les gusta que les hablen así, y te lo aseguro, entre mis amigos no encontraras ni uno ni lo otro - Recuerda – Ah. Sí. Perdona a Inuyasha por su actitud, es muy curioso y no sabe hablar con delicadeza. -

- No te preocupes, con el golpe que le has dado es más que suficiente – Sigue sonriendo. Aunque se guarda lo de la fuerza bruta y la resistencia anómala del chico; no le parece necesario expresarlo, aunque esté sorprendido - Realmente le agradezco que quiera acercarse a mí. No tengo muchos amigos - Recalca.

- Siendo nuevo en la cuidad como vas a tener – Deduce audazmente el lobo – ¿Te estás quedando en krades? - 

No. Mi departamento está más al norte, en el casco antiguo- Menciona – Sin embargo, la primera noche sí me quede allí, pues llegué muy tarde por la entrada de ese distrito. Los del hotel me advirtieron que esa área era peligrosa, por lo que me fui para mi departamento en la mañana -

- ¿Entonces qué hacías en la plaza cuando te encontré? - Una duda se introduce en Kouga, el otro solo niega levemente.

- Me devolví por mi báculo - Mueve la herramienta con suavidad. Para el lobo despistado, el objeto había aparecido hasta ahora, pues nunca le había observado conscientemente – Tuve suerte de que no me lo robaran -

- Mucha, créelo -

- Difiero. Lo mejor fue haberme encontrado con usted, jov…- mirada reprobatoria - Kouga- recalca.

- ¿Y eso por qué? - Se muestra interesado y un leve rubor le invade por la forma en que el monje habló sobre él.

- Aquí la gente no es amable ni se ayuda, el que me hablaras me dio la posibilidad de conocer a alguien bueno... - le señala - tú. -

- Oh…-

- Vaya. Ya debería irme- Ve la cara del otro y seguido su reloj, ya son las 4.

- ¿Estás trabajando? - Menciona el lobo, atando cabos.

- Por ahora no, pero estoy buscan…- La luminiscencia invade a Kouga.

- Contratado - Le toma del brazo, conduciéndolo a los vestieres –Empiezas hoy mismo -

- Sabes, no es lindo que te interrumpan - Bromea - ¿Por qué me has contratado? - Dice, cambiando de tema.

- Necesito más meseros y ya que tú no tienes trabajo me caes como anillo al dedo - Entran al vestier, Inuyasha se estaba trenzando su cabello cuando entraron – Perrucho, ayúdale con el traje - Se dirige al peliblanco que asiente - Hay uno en el casillero continuo. Ten - Le da la llave a Miroku – Y apúrense que ya abrimos- Menciona sonriente. El de ojos ámbar refunfuña por lo bajo.

- A ver. Dame la llave - Le dice al monje, el cual acata la orden –Listo. Te ayudo con el chaleco y la corbata. Tu ponte lo demás - Menciona mientras se voltea para darle algo de privacidad. Escucha la ropa caer, la subida del cierre del pantalón y los botones de la camisa.

- Ya - Inuyasha voltea. Le acomoda la corbata y el chaleco, viendo algo que no concuerda - ¿Qué tienes en la mano derecha? - Dice. El oji-azul levanta la mano, mostrando un rosario.

- No me lo puedo quitar, joven Inuyasha-

- Es Inuyasha, sin el joven- Piensa, algo exasperado - Okey, espera un momento -  Le da una chaqueta a juego con el pantalón y unos guantes oscuros de invierno, suyos - Ten. Te veo afuera-

Miroku sale, viendo lo que él considera el paraíso. Ese amplio espacio estaba lleno de señoritas hermosas en kimonos coloridos, tal vez unas 6 o 7; las luces cálidas creaban un ambiente placentero y acogedor, igual que el decorado estilo japonés. Realmente era un lugar muy bello, lo creyó al entrar, pero ahora sí que lo confirmaba. Más con esas doncellas.

El peliblanco y él usaban traje tipo barman, Kouga seguía con su camisa de seda verde y el pantalón oscuro. El sitio estaba a reventar.

- Has lo que yo hago- Le dice el lobo, en la oreja, yendo a atender una mesa continua. Ya visto el comportamiento, Miroku lo aplica y descubre que es increíblemente fácil.

Al llevar el pedido sus instructores son Inuyasha y la recién conocida Kikyo, la cual le parece hermosa y muy seria. Cargar platos era más complicado, pero no le requería mucho esfuerzo, haciéndolo casi todo instantáneamente.

Por su lado, el joven peliblanco estaba dichoso. Naraku no ha ido desde la semana pasada ni se aparecería hoy, eso seguro. Y aunque tenía que quitarse las dudas de la cabeza, prefería no verle. Además, ese monje le producía curiosidad. Su olor era compacto pero esa mirada que le dio, lo jura, lo estaba leyendo, y ningún Youkai que conozca puede hacer eso.

Cuando acabo el turno volvieron a los vestuarios, se cambiaron y cada uno se fue para su casa. Así, durante los próximos dos días, en los cuales Inuyasha pensaba mucho en aquel anormal monje. No se lo podía quitar de la cabeza, le parecía un ente extraño.

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Al llegar en su auto ya podía ver a la figura difuminada en la puerta de las industrias, con guantes y gorro. Aquel siempre exageraba, puede que estuviera haciendo frío, pero no era para tanto.

- Hasta que llegas - Menciona la figura pelinegra mientras los guardias abren el portón. El Youkai resopla, baja del auto y desactiva el sistema de seguridad. Ambos entran al edificio, pasando una tarjeta para abrir. La puerta se cierra, y los corredores amplios y fríos que se extienden en todo el complejo de laboratorios les dan la bienvenida. Ninguno habla, se dirigen silenciosamente hacia la cafetería. Nadie llegará hasta una hora después.

- Todos duermen bastante bien, digo, considerando lo lúgubre del lugar - Rompe el silencio el pelinegro al no escuchar nada, refiriéndose a algo que el otro sabe muy bien.

- Son pocos, ya que la mayoría está en la otra sede. Aquí solo habrá tres o cuatro lo suficientemente sedados -

- ¿Vendrán los otros? - Empieza a preparar café.

- Sí. Estas instalaciones son más seguras y avanzadas. Llegarán gradualmente - Responde cortante. Recibe el vaso de café brindado por su compañero al tiempo que saca un cigarrillo. Beben en paz por varios minutos.

- ¿Para qué me llamaste, Sesshomaru? -

- Necesito que encuentres un espécimen-

- Yo no trabajo así y lo sabes-

- Despedí a todo el personal de la sección C ayer- Menciona. El otro entreabre los ojos levemente sorprendido. Nunca se lo espero - ¿Deseas saber por qué? -

- Te cansaste de la búsqueda. Vamos, joder. Tú sabes que encontrar a un semi-demonio, particularmente a un Treinyo, es complicado -

- Naraku, han pasado tres años – Suspira - Esa no es la razón - Saca un sobre de su portafolio bajo la atenta mirada del otro – Yo le encontré, indefenso - Y una siniestra curvatura se cierne cuando sonríe, sardónico.

“Así que ya no te servían y por eso los botaste” Pensó la araña. Fue una suerte que no los matara, realmente.

- Entonces yo hago el trabajo sucio trayéndolo. Por lo que has dicho, está solo -

- Llegó hace poco sin nadie junto a él, la Sarvatov* me lo dijo- la curva sardónica cada vez se pronuncia más –Entró de noche, muy débil, de manera que su repugnante mezcla de olor llenó la instancia- Saca algo del sobre, dejándolo sobre la mesa.

En la foto se ve un chico de ojos grandes y tiernos con el cabello cogido en una coleta, visiblemente tímido en una calle concurrida.

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4º Corte: El inicio de caza.

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Desde entonces, Miroku trabajaba con ellos en el restaurante. Ya habían pasado tres meses y sus lazos de amistad comenzaron a crearse. El monje había resultado siendo alguien muy inteligente y sagaz, pacífico, y un pervertido de primera mano. No solo con las bellas damas (de las cuales la más afectada era Sango) sino también con los muchachos. Le habían descubierto más de una vez palpándole el trasero a Shippo, y ni que decir de las toqueteadas a Kouga. Sus perversiones eran algo de temer, pero su ingenio era de escándalo. Un genio, pensaban todos; pues sus ideas eran tan impredecibles y de tal magnitud que no había otra forma de llamarle.

Fue en los inicios de primavera cuando les reveló algo de su misterioso ser, estando todos reunidos en la casa del lobo y con las mujeres en una habitación aparte. Un algo que, según el subconsciente de Inuyasha, era tan falso como verdadero, y le decía que Miroku estaba más cerca de su forma de lo que él pensaba.

- No poseo un olor determinado. Sé que es una condición extraña, pero varios la han tenido en el transcurso de la historia -

“Aquello es mentira. Lo sé” Pensó Inuyasha. Kouga no se quedaba atrás.

- No obstante, nosotros sabemos que la energía espiritual es útil para muchas cosas, crear ilusiones es una de ellas. Un buen manejo del ki hace posible una ilusión perfecta -

“Él no es un demonio, crea espejismos para mantenerse a salvo”

- Miroku ¿De casualidad eres...- “Como yo?” Estuvo a punto de preguntar el peli-plateado.

- ¿Un gran demonio budista con buen gusto para las mujeres? Claro - Sonrió. Sin embargo, su sonrisa tenía un transfondo. El mensaje había sido recibido por sus compañeros, y vaya que sentía limpia su mente.

Él no es un humano, la ilusión que lo envuelve necesita demasiada energía

- ¿Vamos a dormir? Perrucho -

- Cállate idiota. Duerme bien, monje -

“Tal vez… no, no es posible. Él solo es un demonio anormal”

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13 de noviembre. Invierno. 3.00 pm Hora local.

Faltaba una hora para abrir. Mientras llegaban sus empleados, Kouga se informaba con unas vecinas de que esta semana las fuerzas de ataque vendrían a Ju’dem para verificar si hay indeseables*.

- ¿A qué se debe? - Pregunta al grupito.

- Ah… Ookami-kun. Al parecer un grupo de mitad-bestia se adentró en la ciudad hace algunos meses y la Sarbatov los está rastreando por distritos, el próximo es el nuestro - Dice su vecina, junto a Ayame que se alegra al verlo.

- Vaya. Debían ser muy ingenuos, mira que entrar a Hebel, aunque si se les pasaron a la Sarvatov no eran malos, para nada – Piensa en voz alta - Habrá que andar con cuidado - Menciona.

- Más tú, Kouga-kun- Ayame, amiga suya, le toma del brazo - El restaurante lleno de humanas que tienes será un blanco de diana para ellos, te recomiendo no molestarles, es muy riesgoso -

- Entiendo, gracias- Se despide, abriendo el restaurante y adentrándose en él. Toma su celular y marca rápidamente a la casa de la vieja Kaede.

Rin-Rin-Rin…. Buzón de mensajesDe nuevo. Rin… buzón de mensajes. Otra vez. Rin-Rin…

- Aló ¿Quién habla? - Es Kagome, está agitada así que habrá corrido por agarrar el teléfono.

- Soy yo. Necesito que le digas a Inuyasha que no puede venir esta semana - Dice rápido. Apuesta su nombre a que ellos estaban a punto de irse.

- ¡¿Eh?! ¿Porque? Si te hizo algo malo le voy a…-

- Pásamelo - La corta.   

- Sí. Ya va - Escucha los gritos de fondo llamando al susodicho, mandándole el mensaje, y al final un “¡Ven rápido!” seguido de un “¡Ya voy!”.

- ¿Qué pasó? ¿Qué es eso de que no debo ir? - Dice.

- Viene la Sarbatov al distrito. Al parecer se les colaron unos semi-demonios -

- ¡¿Estás de coña?! - Las chicas atrás pegan un grito asustadas por el grito y la expresión.

- ¡Ojalá lo estuviera! Ándate con cuidado más bien, idiota - Dice – En fin, solo deberías faltar tú, que no haya tres empleados puede ser sospechoso - Deduce.

- No voy a mandarlas solas por allá - Habíamos olvidado mencionar que el peliblanco era algo sobreprotector con sus primas – Y menos se van a devolver solas a esa hora de la noche, son humanas, pedazo de…-

- Yo las llevare, pero deben venir ya. Que vengan con Myoga -

- ¡Koga! - “Ya basta Inuyasha, que ha pasado” escucha a Kikyo. Entonces el peliblanco cuelga.

El lobo se soba la cien, agotado. Un corto pensamiento le taladra la mente de momento: Miroku, ese monje extraño. Rápido, le manda un mensaje al teléfono recién regalado por el mismo. No sabe porque se preocupa, se supone que el otro no es indeseado y en el debido caso debería saber cuidarse solo ¿no?

Re: Kouga

Las fuerzas de ataque estarán en el distrito, si quieres puedes faltar.

Aun así, le escribe, visiblemente asustado por el otro. No entiende sus acciones, pero no puede evitar el alivio al observar que ya lo ha recibido.

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- Al parecer ese hibrido se esfumó, nada que lo encuentro - Menciona el rastreador al aire con un cigarro en la mano. Se lo pone en los labios y empieza a buscar su encendedor en la gabardina.

Una llamita se prende del aparato que alguien delante de él carga en la mano. La sombra del callejón no le permite verle el rostro, pero sabe quién es.

- Te dije que no me siguieras - Se acerca al fuego proporcionado, prendiendo el cigarrillo. A lo que el otro cierra el encendedor.

- No iba a dejarle solo, maestro - Suspira la sombra – A este paso el jefe le arrancará la cabeza - Se mueve, adentrándose en la construcción oscura delante suyo, pasándole por enfrente al otro pelinegro.

- No lo hará, eso seguro - Dice al tiempo que le cierra el paso a su subordinado, abriendo la puerta del escondite de una patada –Aunque temo por esa infeliz criatura, sufrirá bastante en los laboratorios - Ríe. Sus ojos rojos se acentúan, permitiéndole ver en la habitación entre la penumbra.

No hay nadie. Solo una cama asquerosa, una silla y un escritorio con papeles.

Se ponen a rastrear. El mayor voltea la cama de un zarpazo mientras el otro lee los escritos de la mesa. Lo más distintivo de todo era el olor, bastante humano, así que era muy probable que el Treinyo se estuviera haciendo pasar por mujer en la ciudad.

- Maestro Naraku, mire esto - Señala un rincón del cuartito, que al acercarse, contenía líneas parecidas a las de un cuadrado en el cemento. El susodicho abrió dicho cuadro de la pared con su puño; dando a un pequeño espacio vacío detrás. Agrietando más la pared se dejó ver un cubículo con cartas, y más importante, fotos.

Eran dos, en una estaba el pequeño Treinyo con una mujer humana, hermosa, de mayor edad. Ambos con el cabello castaño y los ojos de igual color. En la otra, solo se veía la espalda fuerte de alguien con el tatuaje de una camelia en el omoplato derecho y una (posiblemente) peluca roja. 

- Vaya. El pequeño si tenía familia. Debemos buscar a esa mujer, Byakuya - Toma las fotos y las demás cartas dentro del espacio, metiéndolas en su gabardina. Su aprendiz lo sigue, obedientemente.

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En el restaurante ya empezaban a llegar los clientes, aunque no estaba a reventar como siempre, todo por culpa de la expedición de la Sarbatov. Tanto Kikyo como Kagome estaban trabajando ya, bajo la atenta mirada de Myoga, y no había rastro de Miroku o Inuyasha; gracias al cielo.

Pronto entrarían muchos soldados, lo sabía. Su negocio era para ellos como un bombillo para las moscas. Y no paso mucho tiempo para que los primeros militantes cruzaran la puerta.

- Buenos días, señores y señoras - Se dirigió un demonio-tigre a los comensales, por su posición debía ser el jefe de escuadrón –  No quisiéramos incomodarlos, pero necesitamos hacer una revisión del lugar, por lo que pediremos que se retiren - Menciona. La multitud empieza a salir ordenadamente, despidiéndose de forma cortes del dueño.

- Bien – Dice el militar al ver el establecimiento vacío – Necesito que llame a todos sus trabajadores, joven…- Espera a que el otro se presente

- Ookami, señor - Menciona grave y erguido, para proseguir llamando a todo su personal, quienes, hay que decirlo, morían de miedo.

- Hagan una fila recta, viendo hacia acá - Dice con cierto desdén hacia las humanas. Las muchachas empiezan a hacer una fila recta. Shippo se queda al lado de Kouga, sabiendo que él no es requerido, y ambos demonios respiran profundamente. 

- Así que ¿Trabajadoras? Vaya, las humanas sí que empiezan a ser una plaga. Una hermosa plaga - Comenta un soldado, tomando de las mejillas fuertemente a una cocinera – Si hablan con sinceridad, nos iremos pronto- Jala a la muchacha hacia el piso, golpeándola en el proceso.

- A ver ¿Alguna de ustedes viene de las afueras de Hebel? - Ninguna levanta la mano. Otro golpe resuena y al instante una mesera está en el suelo. Hay dos manos levantadas.

- Me gusta la sinceridad. Nombres - Dice el demonio-tigre, a lo que las dos mujeres sacan identificaciones de viaje de sus carteras. Una de ellas era Sango.

- Yama Sango- Dice mientras muestra su identificación. El soldado la revisa minuciosamente. No encuentra inconsistencias. Igual con la siguiente.

- ¿Hace cuánto ellas están en la ciudad? – La pregunta era para Kouga.

- Dos años, todas ellas – Respondió confiado el lobo. Los soldados enfurecieron, era probable que de ese lugar no sacaran nada.

- ¿Están presentes todos los trabajadores? – “Piensa, Kouga. Sospecharan, pero es mejor sepan que mentí”

- No. Falta uno. Un Youkai perro- Los soldados sonrieron. Mas bajaron la sonrisa cuando analizaron sus palabras.

- Si tienen dudas de su procedencia, pueden testificar a los comensales cuando lo deseen. Sabrán ustedes que la naturaleza de los perros demoníacos es bastante explícita y prácticamente imposible de simular - “A menos de que seas un Hanyou de tipo Inu, y ellos ni imaginan que haya alguno”

- No te hagas el listillo, Ookami, lo sabemos de memoria ¿Solo falta uno? – La amenaza de golpiza estaba presente en esa pregunta.

- Si. No faltan más- Kouga sabía que se jugaba el cuello, pero hablar de Miroku sería cavar su tumba con sus propias manos.

- Bien. Quiero un registro de absolutamente todas las pertenencias de estas humanas, el señor Ookami y el demonio zorro. Ahora - Los soldados procedieron de inmediato. Kouga los guió hasta los vestieres y allí ellos hicieron de las suyas.

Fue en ese momento que la campanilla de la puerta se dejó oír.

- No hay servicio. Por f… ¡Señor Naraku! - Reconoció el demonio-tigre al hombre que entraba, acompañado de otro joven de tez blanca inmaculada y cabellos negros.

“Justo cuando creí que ya había pasado lo peor. Quien diría que ese tipo es tan poderoso. ¡Demonios!” Se reñía internamente Kouga. La pulga Myoga entró en pánico al ver a esa persona entrar ¿Podría ser, ese sujeto, aquel sobre el cual le advirtió el joven Inuyasha?

- Jefe de escuadrón, tengo algunos asuntos pendientes con el dueño de este local. Si ya ha acabado con la inspección agradecería que usted y sus hombres se fueran de inmediato - Mencionó Naraku con una sonrisa.

- Señor ¿Hay algo sospechoso aquí? - Preguntó el soldado con mucho respeto. Kouga solo rodó los ojos, y frunció el entrecejo.

- Para nada – El de ojos rojizos bajó los hombros. No obstante, su penetrante mirada estaba ubicada en un solo lugar: la fila de humanas. El demonio-tigre simuló no notar aquello, llamó a sus hombres y salió de allí con ellos, rápidamente.

Las trabajadoras, quienes seguían en fila, no se movieron de su lugar. Ellas sabían que pasaba algo extraño, mas no iban a preguntar.

- Las tienes bien entrenadas, Ookami. Ninguna se ha movido, eso me gusta- Comento la araña.

- ¿Qué busca aquí, Naraku? - Se refirió Kouga a lo obvio. “Si está aquí es porque quiere algo. Debo saber qué”.

- Yo… busco muchas cosas aquí. Me gusta este lugar. Es una pena que no haya podido venir durante cuatro meses, pero el trabajo me mantenía ocupado ¿Me extrañaste, Kikyo? – Se dirigió a la humana. Ella pegó un respingo, se veía nerviosa. Las demás la observaron sorprendidas, aquello no era normal.

- No creo que deba responder- Dijo al fin, aun manteniendo su frialdad.

- Ja. ¿Segura? Tal vez Inuyasha sí lo hizo. A propósito ¿Dónde está? - Preguntó divertido. Tal vez el chico podría ser un buen regalo para Sesshomaru, aunque esa idea no le gustaba del todo.

- No vino - Tanto Kikyo como Kagome tenían los pelos de punta. El lobo fue quien respondió.

- Ohh… ya veo. Es previsible - Mencionó con sorna. La cara confundida de Kouga se lo dijo todo.

- Naraku…- La leve mención hecha por Byakuya acabó con su diversión, pero bueno, trabajo es trabajo. Su expresión cambió, se volvió más sombría.

- Humana. Tu vienes conmigo ¿Nombre? - Señaló a Sango, mientras la sostenía del hombro derecho.

- Yama Sango. ¿Qué pasa? – Mencionó la chica, aterrorizada.

- No es de tu incumbencia, Sango. Ni de ninguno de ustedes –

- ¡No puedes llevártela sin decirle por qué! - Gritó Kagome. Alterada. No permitiría que se llevaran a sus amigos de esa forma. Naraku la miró enojado y levantó su mano.

- Cállate, mujer- El golpe fue detenido por Kouga, quien le observaba con ojos salvajes “Si la tocas, te mato” era lo que se leía en ellos. A la araña le gustó esa expresión. Bajó el brazo.

- Está bien. Sango está detenida, se le inculpa de ayudar a un indeseable. - Sonrió macabro. La chica empezó a hiperventilar en enojo y confusión. ¿Cómo era posible aquello? Mentira ¡Mentira!

- ¡Eso es imposible! Yo no he hecho nada… ¡nada! –

- Si lo hiciste. Tal vez deba refrescarte la memoria - Dijo, y a continuación sacó una fotografía – Observen esta imagen, tal vez la muchacha en ella se les haga conocida – Explicó. Apenas Sango vio la foto se puso a llorar.

- No ¡No! ¡¡NO!! - Sango gritaba, repetidamente. Byakuya sacó a todas las chicas del local, a lo que las gemelas Higurashi se quedaron afuera, esperando. Naraku sonreía con emoción, pronto su trabajo ya estaría cumplido y además se estaba divirtiendo de lo lindo.

- El niño de la foto es un Treinyo, ¿No es así, Sango? - Se acercó a la chica. Kouga se puso a la defensiva, no permitiría que le hiciera daño.

- Si así fuera ¡¿Qué hay de malo?! - Respondió mirándolo a los ojos, con veneno en cada una de sus palabras. La araña sonrió aún más.

- Entró a la ciudad hace tres meses y medio, se mantuvo en un refugio subterráneo y recibió comida regularmente. Se camufla como mujer humana, y, según las cartas, vino aquí porque sus padres murieron y quería estar junto a su hermana. Me parece que esa eres tú ¿Lo eres? -

Sango no respondió. Temblaba fuertemente.   

- Tienes tantos crímenes sobre tus hombros, Sango. No obstante, como soy bueno, te daré una oportunidad: Dame a tu hermano y yo no avisaré sobre tu colaboración ilegal. Piénsalo, te ejecutarán. Entre tú y la orca solo hay alguien, él -

Le acarició la cabeza, ella seguía sin hablar.

– Aunque si lo entregas, tú serás su asesina, querida -

Naraku reía. Kouga estaba petrificado. Sango lloraba con la cabeza abajo.

En un ataque de locura, la chica tomó su cuchillo y lo puso sobre la garganta de la araña.

- No le harás daño, no permitiré que toques a Kohaku... ¡AGH! -

 - ¡Sango! -

Naraku la había golpeado fuertemente, lanzándola por los aires. El semblante del pelinegro había cambiado. Ahora era totalmente indiferente. Ya tenía lo que quería.

- Quién lo diría, ahora mismo Kohaku está en tu casa. Su olor es muy sutil, pero perceptible dentro de tus ropas – Sango quedo en shock aun en brazos de Kouga – No te preocupes. Por tu colaboración, solo me lo llevaré a él, aunque te aseguró que será una rata de laboratorio -

- ¡¡No!! ¡¡NO!!-

- ¡Sango, cálmate! - Gritaba Kouga, sabiendo que el dolor de la chica divertía a Naraku, quien los veía de reojo. Antes de salir del local, aquel decidió decir algo al viento.   

- El próximo viernes estaré aquí. Y si tú no te aseguras de que Inuyasha me atienda, yo lo haré-

Kouga quedó en blanco. ¿Naraku sabía de la naturaleza de Inuyasha?

Espera. Tal vez…

- Sango ¡Sango! ¡Reacciona! - La chica era un mar de lágrimas. No se enfocaba en nada, el dolor dentro de ella era muy intenso. Su hermanito estaría solo e indefenso, lo matarían, lo torturarían y todo era su culpa - ¡¡Sango!! -

Fue en ese momento que las gemelas Higurashi entraron. Al ver a su amiga tan descompuesta no dudaron en acercarse. Kouga estaba preocupado, no había tiempo.

- ¡Kagome! Llama al perro, ahora - La chica asintió dudosa. El teléfono no fue contestado.

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Mientras tanto, Inuyasha recorría el casco antiguo con lentitud. No estaba en casa, pues, aunque la Sarvatov registraba solo Ju’grem hoy, toda la zona cercana estaba bajo vigilancia.

Además, Miroku le dijo que vivía por aquí y que estaría en casa hoy. Estaba aburrido, así que nada perdía.

Tenía la dirección en un papel viejo y arrugado. Por ende, se demoraría horas en llegar. Al cruzar la avenida principal del norte, no se fijó en el semáforo, no venía ningún carro.

Sin embargo, se acercaba una moto, a máxima velocidad.

El ruido alertó a Inuyasha, a tiempo. Gracias a ello pudo esquivar la moto a duras penas, la cual siguió derecho.

“Que le pasa a ese bastardo. Ya va a ver”

Ni corto ni perezoso, Inuyasha tomó una piedra y, con todas sus fuerzas, la lanzó hacia la cabeza del conductor. Lo sorprendente es que le dio, desorientándolo.

La motocicleta paró. Inuyasha, totalmente anonadado, notó como el desconocido empezaba a levantarse y se quitaba el casco.

Era la hora de emprender la huida.

- Detente ahí, estúpido – Alcanzó a escuchar. El peli-plateado, que no era tonto, siguió de largo. Ya estaba corriendo.

El desconocido sacó un látigo luminiscente. En menos de nada, Inuyasha ya estaba atrapado en él, frente al bastardo que casi lo atropella. Con los ojos cerrados.

“Genial. Ahora tendré que salir de aquí. Maldición ¡Miroku, te detesto!” Cuando abrió los ojos, se sorprendió en sobremanera, el tipo delante de él era… era… un Youkai perro, un jodido Youkai perro ¿Podría tener peor suerte?

El desconocido también estaba muy sorprendido. Tanto, que descuido el agarre del látigo. ¿Cómo era posible? Su parecido era simplemente impresionante ¿De dónde venía aquel chico? No podía ser familiar suyo, eso era improbable. Sus cavilaciones le absorbieron, de manera que el muchacho pudo correr rápidamente, ocultándose entre la maleza.

Sesshomaru estaba ocupado, por lo tanto, solo registró el olor, guardándolo en su mente. Ya volvería a por el extraño lanza-piedras, por ahora, debía irse. La ubicación de su espécimen nuevo era temporal, debía apurarse.

Hubo algo en el olor que le molesto.

- Ataduras espirituales -

.-.-.-.

Cuando Inuyasha llegó a casa de Miroku, ya pasaban de las 11.30. Golpeo seis veces en un ritmo específico, tal como el monje le había indicado. Pumpum pum pum pumpum. Le abrieron en seguida.

- Inuyasha, por favor, no grites - Pidió Miroku, y vaya que tenía razones para hacerlo.

La escena que ahora se alzaba ante los ojos del híbrido era simplemente…impactante.

.-.-.-. 

Aclaraciones finales.

Sarbatov*: Nombre de la institución estatal que une al ejército y a la policía. Dentro de otras funciones se encarga de velar por la seguridad, encontrar humanos y vigilar quien entra dentro de las fronteras de cada una de las ciudades. Está en cada una de las puertas de contención de Hebel y sus integrantes tienen permiso para matar y rastrear si es necesario. Aunque se sabe, tiene un alto índice de corrupción.

Indeseables*: Así se reconocen a quienes pueden ser un peligro para la hegemonía. Es decir, humanos de género masculino, semi-demonios desarrollados en nucleos no controlados o en contacto con personas, los traidores al sistema, y demás.

Notas finales:

Gracias por los reviews, me alegra mucho saber que les guste esta cosa. La otra semana procederé con el siguiente, aunque podría demorarme un poco dado que se acerca el 18 de Diciembre.

Cualquier comentario es bien recibido, ya saben, mientras sea decente. Y pues ya ven como todo va tomando color ¡Sessh e Inu ya se vieron, al menos! y Miroku y Kouga van a pasos agigantados. Por otro lado, tremendo "control mental" el que ejerció Naraku en Sango ¿no creen?. 

Sava tone.


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