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Entre faldas y vestidos. por FruttiKouki

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Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroko no Basuke no son míos (tristemente ;-;). Su autor es Tadatoshi Fujimaki.

Notas del capitulo:

¡Hola! He aquí uno de mis aportes para el mes AkaFuri (amo, literalmente, a esta pareja). 

En cuanto a advertencias... Pues es un AU: Universo alterno. En esté universo, Akashi y Furihata no se conocen.

Espero y lo disfruten. 

¡Nos leemos abajo!

Tomó el vestido azul cielo con detalles de flores blancas. Le quedaba corto, pero no más arriba de la rodilla. Tal y como le gustaba. Se dirigió al baño para poder tomar una ducha y quitarse los restos de maquillaje de esa noche. Al menos ya sabía que se pondría al día siguiente para ir a la fiesta después de la universidad.

Se miró al espejo unos segundos cuando hubo terminado de desvestirse, observó sus ojos cafés, simples desde su punto de vista. Su corto cabello era suave y castaño y no deseaba dejarlo crecer más de lo necesario, sería un problema. Su piel tenía ese toque suave al tacto, pero con un tono bronceado natural. Y por fin, llegó al resto de su cuerpo después de su rostro. El cuello esbelto dibujaba los tendones y venas con inusual suavidad, como si los acariciaba y presumiera de ellos. Sus clavículas no eran tan pronunciadas como le gustarían, pero le daba cierto toque sensual que, más de una persona, le habían dicho su deseo por morderlas y marcarlas. Sus hombros, a los lados de éstas, caían con gracia representando solo la manera frágil con el que usualmente le tomaban, y que le molestaba, durante el día. El tronco de su cuerpo dibujaba curvas que muchas chicas envidiarían, estas mismas le ayudaban a atraer la mirada de muchos, ya fueran buenas o malas. Sus piernas eran esbeltas y delgadas, pero sin demasía. En pocas palabras, eran apetecibles para marcarlas más de una vez.

Finalmente, observó su pecho, plano. Su desnudes dejaba ver aquellos botones rosados que se hallaban erectos por el frío del cuarto de baño. Puede que su cuerpo formará curvas que le permitían presumir unas caderas que provocaban a muchos a tomarlas, pero, lo vieran por donde lo vieran, él era un hombre. Lo único que lo hacía diferente de los demás hombres era ese cuerpo, ese cuerpo defectuoso. Ese cuerpo que más que mostrar a alguien del sexo masculino, parecía una combinación perfecta de los hijos que seguramente tendría afrodita junto con la cruda realidad de tener que ser sometido a halagos bochornosos, nada aceptables para un chico, si se lo preguntaban.

Se acercó a la tina para llenarla. Revisó que la temperatura fuera la deseada y procedió a entrar de nueva cuenta a su habitación para recoger la toalla y pijama que enrollaba su ropa interior. De vuelta al baño, cerró la llave y, tras dejar las prendas sobre el lavamanos, metió su cuerpo con lentitud sintiendo cómo el agua caliente permitía que sus músculos, agarrotados por causa del estrés de las clases y trabajo, se destensaran causándole un suspiro de alivio por parte de sus labios. Cerró los ojos permitiendo que su cabeza recargará su nuca en la orilla de la tina para poder ver el techo blanco que le cubría.

Su celular, que se hallaba en la pequeña repisa de vidrio con patas metálicas cerca de él, comenzó a vibrar, sacándolo de sus cavilaciones en cuestión a las tareas que tendría que entregar la semana próxima. Con su mano izquierda tomó su celular, siendo ayudado por sus pies para poder alcanzar dicho aparato, y revisó el mensaje haciendo que una sonrisa surcará sus finos y rosados labios. <<Es una tontería>> se dijo a sí mismo, no podía más que reírse de lo bizarra que podía ser la situación.

Si bien, él era un hombre, pero conocía con exactitud la manera de que estos cayeran con facilidad ante los encantos de unas caderas bien contoneadas y una mirada que desbordará falsa lujuria, obviamente el toque de deseo no podía hacer falta junto con una que otra caricia siendo acompañadas por la dulce sonrisa de una chica linda. Y, todo eso, se los podía brindar el mismo Furihata.

Releyó el mensaje del teléfono en sus manos:

De: Tetsuya.

                “¿Te apetece que nos encontremos antes de la reunión de mañana por la noche? Deseo que pasemos un ameno tiempo juntos, al menos un tanto alejados de los demás. ¿Qué me dices?”

El castaño rodeo los ojos con visible fastidio ante tal invitación. Había conocido a Tetsuya, a pesar de que no conocía su apellido puesto que él mismo nunca daba el suyo, en una fiesta hace dos semanas. Al parecer estudiaban en la misma universidad, pero en distintas carreras.

Una que otra vez sucedía eso. Conocer a un tipo que se encaprichará con él y le invitará unos tragos mientras estuvieran a solas. No es que a él le gustarán los chicos. Aunque no estaba del todo seguro, solo le parecía bastante divertido ver las reacciones que él provocaba, las miradas que se posaban en su cuerpo esbelto envolviéndole casi en un abrazo, algo que no podían hacer sin que Furihata se los permitiera. En cambio, a causa del cuerpo nada masculino que poseía, había aprendido a poder obtener ciertos… privilegios por parte de los de su mismo sexo.

Con ambas manos respondió el mensaje.

De: Kou

                “Estaría encantada. Sin embargo, no sabría donde podríamos reunirnos.”

Un mensaje corto, pero que dejaba que el otro imaginará cualquier tipo de ideas en cuanto a sus sentimientos. Cabe decir que Tetsuya no tenía ni idea de lo que en realidad pasaba por la mente del castaño. Y así estaba bien, mientras el interés durará, estaba bien.

                                               *                             *                             *                             *

Se sentía bien, vaya que sí. Sin embargo, estaba consciente de que eso solo era para satisfacer su deseo carnal que le invitaba, siendo casi una obligación para él, a que se hundiera con más fuerza entre las piernas que rodeaban su cintura. La chica debajo de él no era fea, de hecho, siendo sinceros, poseía cierta ternura mientras no abriera la boca. Sin dudas, si Akashi deseaba cambiar algo de ese efímero encuentro sexual, sería eso.

La voz de la chica le provocaba a que quisiera poner una almohada sobre su rostro para callarla de una maldita vez y es que, con cada palabra que decía, Seijuro se sentía que estuviera grabando algún tipo de película porno. Le gustaba complacer a quienes le atraían, de manera sexual claro está, pero el saber que aquella boca que parecía ser inocente decía palabras que, inclusive para él, eran majaderas, lo cual le hacía ver a la chica como una vil puta, le desagradaba en demasía.

Aceleró los movimientos con los que se arremetía con ímpetu en lo más profundo de la intimidad de la chica. Los gruñidos que salían de sus labios solo confesaban el placer que le daba la fricción de su pene. El gemido de la chica al venirse, de la cual desconocía su nombre, resonó en toda la habitación de aquel hotel, quien fue seguido por el gruñido de Seijuro al terminar.

Tras calmar sus respiraciones, Seijuro salió de aquel húmedo lugar y retiro el condón que envolvía su miembro. Lo lanzó a un bote de basura que yacía a un costado y se dispuso a cambiarse.

- ¿No te quedarás a dormir, Akashi? – le preguntó con voz melosa la chica de cabello negro. Se inclinó, estando aún desnuda, sobre la espalda del pelirrojo, quien se hallaba poniéndose sus zapatos.

- Claro que no. Sabes que nunca me quedo. Debo volver para otras cosas, quizás nos volvamos a ver – era mentira. Akashi no se quería volver a acostar con aquella tipa tan sucia en su manera de hablar, pero si quería mantener las apariencias, debía decir ese tipo de cosas. Además, nunca dijo para que se verían.

Se levantó retirando los brazos de la pelinegra que se había colgado de sus hombros y la deposito sobre la cama. Le dio una sonrisa coqueta a lo cual la chica se dejó engañar y se envolvió entre las sabanas. Akashi salió del cuarto riendo en su interior por lo ingenuas que podían llegar a ser las mujeres. <<Es por eso mismo que no pueden estar en el mundo de los negocios>> sonrió con sarcasmo mientras se dirigía al elevador. Una vez dentro, y el haber seleccionado la planta baja donde se encontraba el estacionamiento, encendió su celular dándose cuenta que había recibido un mensaje.

De: Taiga

                “Kuroko me ha invitado a una fiesta mañana en la noche en el lugar de la otra vez. ¿Vienes?”

Los labios de Seijuro se curvaron en una sonrisa ladina. Taiga sabía que no debía preguntar, después de todo, él siempre asistía. Sin embargo, de alguna manera se estaba cansando un poco de esa vida libertina y, aunque su padre sabía sobre las acciones que hacía su heredero, mientras obtuviera las mejores calificaciones no le importaba mucho lo que pasará.

De: Akashi

                “Claro. Solo envía la hora y ahí nos encontramos.”

Salió del elevador y con la llave, que había sacado con anticipación, se dirigió a su auto Mercedes gris.

                                               *                             *                             *                             *

 El sol se colaba por entre las cortinas dando de lleno a su rostro. Frunció el entre cejo en molestia por la luz solar y con su mano derecha se cubrió. Ese día no tenía clases hasta las diez de la mañana y deseaba dormir hasta tarde, pero, en contra de su deseo, su teléfono sonó dando a conocer que una llamada le llegaba. Estiró el brazo hacia la cabecera y tomó el aparato; enfocó su vista en la pantalla y la palabra “Hiroshi” se leía en está. Su amigo solía llamarlo solo cuando necesitaba algo, estaba consciente de los sentimientos que el pelo negro tenía por él, pero también sabía que esto solo había florecido a causa de mirar su cuerpo siendo esculpido por la ropa mojada luego de un día de lluvia. No es como si alguien pudiera quererle por algo más que su apariencia.

Soltó un suspiro con fastidio notable deslizando su dedo para responder.

- ¡Ey, Furi! – el sonido de la ensordecedora voz de Fukuda le había incitado a alejar el celular a unos centímetros de su oído.

- ¿Qué pasa? – preguntó estirándose y lanzando un bostezo cual gato a lo largo de la cama.

- Tengo un favor que pedirte – la seriedad en la voz que se hallaba al otro lado del aparato se podía interpretar de varias maneras. Una podría ser que, como su voz denotaba, el asunto era serio y grave. Pero, por otro lado, y el cual molestaba al delicado castaño que yacía moviendo sus pies sobre la cama de manera juguetona, podría ser que el asunto tuviera que ver solamente con alguna tarea o materia donde Fukuda ocupaba que Kouki distrajera al maestro.

- ¿Con qué me pagarás? – podía sonar como un interesado. Como alguien convenenciero. Pero todo eso a Furihata poco le importaba. Después de todo, estaba acostumbrado a recibir una paga conveniente por cualquier cosa que tuviera que hacer para alguien que no fuera él.

- Te invitaré a comer en la cafetería de la universidad, podrás escoger lo que tú quieras.

- Muy bien, me gusta la idea. Sin embargo, necesito saber a qué tipo de favor quieres que haga – el castaño sonrió con diversión ante el suspiro de fastidio que soltó su amigo. – ¿Y bien?

- Necesito que me consigas una chica. Es para una fiesta en la noche, me invitó el chico que te presente la otra vez.

- ¿Kawahara? – ni Hiroshi ni nadie más conocía el secreto que mantenía Kouki. Le gustaba que nadie supiera, pues no quería tener que lidiar con las preocupaciones de sus compañeros.

- Ese mismo. Por eso me preguntaba si podías invitar a alguna de tus amigas, solo necesito que se haga pasar por mi novia. Sencillo ¿no? Al menos por esa noche.

Furihata no estaba seguro de porque le pedía eso a él, pero no era lo suficientemente idiota como para caer en una trampa tan obvia. Estaba seguro que Fukuda era consciente de lo poco popular que era en la universidad, ya que, durante el día cuando vestía de hombre, no se veía para nada bien. Obviamente era a causa de su manera de usar ropas holgadas que evitarán dar a notar el cuerpo que tenía, sin embargo, y muy poco probable, a decir verdad, no compartía la idea de usar ropa demasiado pegada, pues no sentía la necesidad de parecer un fácil en época de apareamiento.

- Lo siento, pero en está ocasión tendré que decirte que no. Sabes bien que no me llevo demasiado con los demás, pero quizás si le preguntas a Shumpei o Shun, ellos puedan ayudarte.

- ¿Estás loco? Lo único que me conseguirán, como máximo, es una mujer como Aida – reprochó con molestia notable el otro. Un corto silencio se instaló entre la plática y por la mente de Furihata paso que se había cortado la llamada. Separó el aparato de su oído y verifico que la emisión seguía en curso, presionó el botón de alta voz para ponerlo en el pequeño escritorio que tenía en una esquina. - ¿Kouki? – le llamó Hiroshi dudoso.

- Sí, aquí sigo.

- Amm… - Furihata no lo escuchó, pero podía apostar que en ese momento su amigo había tragado saliva sintiéndose nervioso, después de todo había adquirido cierta “experiencia” en la observación de la gente. Sobre todo, en hombres. - ¿Crees que podrías ser tú?

El castaño ensanchó aquella sonrisa que solo demostraba cuando se hallaba a solas. Aquella sonrisa que hacía cuando todo era tal y como él lo había planeado. ¿Quién podía refutarle que se equivocaba en alguna ocasión sobre sus acertados comentarios? Nadie. Pues, cuando del saber las reacciones de las personas se trataba, él podría consentir en ser llamado casi profesional.

Se quitó la camisa que usaba por pijama, se acercó a su armario, al menos ahora no tenía que dejar la otra mitad bajo llave o tener aquellos ropajes femeninos doblados en una maleta bajo la cama, no desde que comenzó la universidad y pudo vivir solo.

- ¿Ser yo? ¿De qué hablas? – habló con fingida ignorancia, quería orillar al otro a que fuera más honesto con lo que sentía, total, él le rechazaría sin rechistar.

- Ya… Ya sabes. Que seas tú quien me acompañe – dijo con cierto tono de ruego en su voz. Cosa que no pasó desapercibida por Furihata, que se hallaba cambiando sus ropas por unos pantalones de mezclilla gastada y una playera blanca con tres rayas de color naranja y azul marino atravesando su pecho superior.

- ¿Qué no buscabas a una chica? – le recordó con obviedad, aunque se reía en su interior por las vueltas que le daba el otro.

- ¡Sabes a lo que me refiero! – lloriqueó Fukuda.

- No, no lo sé. Por eso mismo no llegamos a ninguna parte con esta conversación.

Un bufido molesto se soltó al otro lado de la línea y eso solo le confirmó a Kouki que, como siempre en esa área del control de personas, había ganado.

- Quiero que seas tú quien me acompañe a la fiesta – soltó mecánicamente como si de un robot autómata se tratase; como si la frase hubiera sido ensayada una y mil veces para evitar mostrar el revoltijo de sentires que ocultaba.

- Te recuerdo que yo no soy una chica, Hiroshi – el coqueteo en su voz fue rápidamente interceptado por el otro ya que, en el caso de Furihata Kouki, eso no importaba demasiado realmente. Y ambos estaban enterados de ello.

- Podrías vestirte de una e irnos a divertir nosotros dos – contestó con la misma insinuación su amigo. Fukuda podría ser un tonto, en lo que académicamente se creería, pero cuando la cosa iba al rumbo pasionario era completamente distinto. Quizás no era todo un galán al que todos voltearán a ver, pero de alguna u otra forma terminaba saliendo con alguien atractivo, esto gracias a su carisma.

Kouki se vio tentado a mandar todo al demonio y decirle que se presentará en ese mismo instante en su departamento para tener una noche de pasión desenfrenada en la cual desharían la cama una y otra vez. Tuvo que morder su labio inferior para evitar hacer dicha tontería, ese chico de cabello negro que se encontraba al otro lado de la llamada, definitivamente lo estaba provocando. Pero, si las cosas serían así, Furihata también sabía jugar con fuego.

- ¿Y qué pasaría con la fiesta? – cuestionó con una voz que Fukuda, sosteniendo aún el celular, le pareció que le acariciase cada palabra. Y, de hecho, ese era el cometido de Kouki.

- Al carajo la fiesta, mientras nos divirtamos está bien.

De todos los puntos buenos que Furihata pudiera sacar de su amigo de la universidad, no servía de nada si, tal y como lo había dicho el otro, Hiroshi no enviará todo al carajo tan fácilmente. Kouki, muy a pesar del pensamiento que mantenía sobre la manera de poder provocar a la gente, aún creía que el amor podía existir, aunque dudaba que para él fuese de esa manera, que, si algún día, él conociera a alguien especial, definitivamente, se entregaría a esa persona en cuerpo y alma. Y si de algo estaba seguro, es que Fukuda no era ese alguien.

Torciendo los ojos con toda la molestia que podía tener, ante el hecho de la poca madurez que contenía el pelo negro, se convenció de cortarle luego de unas cortas y firmes palabras.

- Lo siento, pero declinó tu oferta –. Y cortó. Así, sin más. No importaba si había sonado grosero, pues estaba seguro que Fukuda volvería a hablarle en la universidad como si fueran amigos de toda la vida. Ignorando, olímpicamente, el hecho de haber tenido esa charla en la mañana.

Tras acomodar sus ropas y verse en el espejo, Kouki se dirigió a la cocina en busca de un desayuno rápido pues, luego de ver la hora al finalizar la llamada, notó que faltaba un poco más de media hora para que entrará a clases. Sus suposiciones, en cuanto al horario, eran errados.

*                             *                             *                             *

Decir que no había dormido era exagerado. Aunque, la idea no haber dormido lo suficiente, le quedaba perfecto. Luego de la noche anterior, donde se acostó con una chica que sin duda alguna veía pornografía, había llegado a su departamento pasada de la media noche. El cansancio le había llevado a cenar algo ligero; no obstante, su cuerpo le pedía a gritos una ducha caliente y que le despejará la mente.

Obediente a sus necesidades, que por demás le obligaban en lugar de solo dar rumores de lo que deseaba, Seijuro se dirigió al baño para llenar la tina. Quince minutos después, se le veía saliendo de la misma con aires relajados al igual que sus músculos dejando de estar adoloridos por las variadas tareas que tuvo durante el día.

Con pasos tranquilos y templados, se dirigió a la sala para encender el televisor luego de haber acomodado los papeles de algunos informes por parte de la mini compañía de la cual le había encargado su padre. Consintió en dejar su cuerpo reposar sobre el cómodo y costoso sofá para, después de unos minutos, leer cada uno de los documentos prestando total atención en cada resquicio de los susodichos papeles.

 Tras el tiempo transcurrido, que a su parecer fue demasiado corto, observó que la hora de cuatro de la mañana había llegado, dejándole un tiempo de dos horas y media para dormir; eso restándole la posible aceleración que daría para llegar, al menos, diez minutos antes de su primera clase.

Soltando un bostezo cansador, pero discreto, llevó su cuerpo hasta su habitación para dormir hasta que su alarma le despertase avisándole que debería prepararse para la universidad. Cosa que sucedió más temprano que tarde, pues ni siquiera había sentido cuando se había quedado profundamente dormido, viéndose sorprendido por el cansancio subyugador que llevaba acumulado.

Con los ojos ardiéndole por la falta de descanso, instó a su cuerpo a despabilarse en la clase de alemán. Por suerte, las clases anteriores a esa las había pasado con total comodidad sin haber sentido la falta de sueño. No obstante, era medio día y el sol estaba en su punto más alto, se dirigió a la cafetería donde, tras pedir su almuerzo, se sentó en una mesa casi al final. No deseaba ser molestado.

Se concentró en comer a la vez que revisaba sus próximas citas y juntas, en cuanto a lo laboral. De pronto, recordó la invitación que Taiga le había hecho la noche anterior, ¿debería ir o sería mejor descansar en casa? No tuvo que pensar demasiado para llegar a la conclusión de que ya tendría los dos días siguientes para dormir cómodamente.

- No digas tonterías, Hiroshi – la voz de alguien lo saco abruptamente de sus cavilaciones. Alzó la mirada y se encontró con dos pares de ojos que le observaban como si esperasen algo.

- ¿Les puedo ayudar en algo? – preguntó con firmeza, pero sin llegar a lo grosero. Sólo como él sabía hacerlo.

- Amm… N… No, nada. Disculpa – habló el pelo negro más alto para luego darse media vuelta casi jalando al castaño que se encontraba a su lado. – Vámonos, Furi – le susurró en un vano intento de evitar que el pelirrojo les escuchará.

- ¿Qué, por qué? Es nuestra mesa – le respondió el menor en igual tono, sacando un poco de sus casillas a Seijuro, pues estaba tratando de acomodar su apretada agenda para tener más tiempo para él.

- No veo que tenga nombre – le expuso con tono agresivo sin mirar al par que apenas habían dado un paso alejados. Observó, sin tener que despegar la mirada de su teléfono, como el castaño se giraba con dirección al él, a pesar de que su acompañante le decía que no lo hiciera.

- Nunca dije que lo tenía – respondió con igual tono y dejando la charola en la misma mesa para tomar asiento. – Siéntate aquí, Hiroshi – llamó como si nada mientras palmeaba la silla roja a su lado.

- Yo… Yo creo que… lo mejor sería b… buscar otro lugar, Furi – opinó Hiroshi con notable nerviosismo que se lograba a ver por el temblor de la charola que traía su comida.

- Deberías de hacerle caso a tu noviecito – dijo con sorna el pelirrojo al mismo tiempo que alzaba una ceja y bajaba su teléfono para comer.

- No es mi novio, idio… - la boca de Furihata fue cubierta por su amigo antes de que pudiera seguir.

- Perdónalo, Akashi. Es que él… él no sabe lo que dice. Nosotros nos i… iremos. Con permiso – le interrumpió Fukuda luego de jalar a Kouki para que se levantará. – Vámonos, Furi.

Siempre era de esa manera. Siempre terminaban con la boca cerrada y le respetaban sin necesidad de que abriera la boca. Sin embargo, aquel castaño le había enfrentado <<seguramente no sabe quién soy>> dedujo Seijuro bebiendo de su jugo de naranja y observando como aquel chico era llevado por el pelo negro a pesar de la molestia que aún daba a conocer con ciertos jaloneos al agarre que le sujetaba.

                                               *                             *                             *                             *

Sin duda su día preferido era el viernes.

Las clases de esa semana habían llegado a su fin y ahora podría pasar las dos noches siguientes sin preocupación, al menos hasta la próxima semana.

- ¿Quieres algo más de beber, Kou-san? – preguntó el pelo celeste desde su banco al otro lado de la mesa, redonda y plateada, que los separaba.

Kou, quien se hallaba rodeando la boquilla de la copa que aún no terminaba, negó lentamente con una sutil sonrisa. – Así estoy bien, gracias, Tetsuya – contestó con un tono coqueto, pero sin llegar a lo descarado. Se levantó del banco acomodando su vestido azul con parsimonia y bajo la atenta mirada de Tetsuya. – Iré un momento al tocador, con permiso.

Al desaparecer de la vista del otro chico, Kouki soltó un suspiro. Esa “charla” estaba llevando más tiempo de lo que esperaba. Más de lo que le gustaba. Decir que Tetsuya era una mala compañía, o que fuera incomodo pasar tiempo con él, sería mentir; no obstante, Furihata deseaba salir a pasear, caminar por la calle y robar una que otra mirada que seguramente recibiría.

- Kouki, ven aquí – susurró el hombre de barba negra mientras buscaba por la casa. El niño castaño se pegó a la pared del incomodo armario cubriendo su boca para evitar que los sollozos se alcanzaran a escuchar. Con uno de sus brazos se abrazó las piernas que temblaban al igual que todo su cuerpo.

- No me hagas esperar – canturreó con tono amenazante el mismo, dando pasos cautelosos y girando su vista de un lado a otro en busca de su presa. – Si no sales, sabes que te irá peor – advirtió con una sonrisa que a Furihata le heló hasta el último resquicio de su cuerpo.

Negó variadas veces, convenciéndose que su madre y hermano estarían bien. Después de todo, ellos ya estaban a salvo y pronto él se reuniría con ellos, se lo habían prometido y él creía en ellos.

- Kou… - le volvió a hablar cada vez más cerca de su escondite. Furihata tembló con más ahínco ante aquella voz sintiendo como sus mejillas se humedecían más por las lágrimas que bajaban de sus ojos. Su pecho dolía por una opresión fuerte en su corazón al latir demasiado rápido.

- Ya te encontré… - susurró hombre pelo negro parado a un costado de la puerta del armario. Kouki respingó ante el brusco movimiento de las puertas al abrirse. Tanteó con desespero patente la madera del armario en busca de algo a lo que aferrarse a la vez que negaba reiteradamente dejando salir los sollozos que salían de sus labios.

- ¡No, papá! ¡Por favor, no! N… No lo hagas… ¡Por favor, papi! – repitió una y otra y otra vez, pero sus plegarias no fueron escuchadas. Por más que intentó soltarse del agarre que le sujetaban con demasiada fuerza su delgada muñeca, casi huesuda por la mala alimentación.

- Te dije que no me hicieras esperar, Kouki – regañó negando con la cabeza y jalando al pequeño, en contra de su voluntad, para sacarlo de aquel lugar. – Deberás recibir un castigo.

Las lágrimas parecieron ser más pesadas desde sus ojos hasta su cuello siendo absorbidas por su playera ceniza y vieja, la cual era levantada por su padre, luego de haberle arrojado a la cama mullida e incómoda.

Kouki se perdió en sus pensamientos en un intento de ignorar su situación. Su cuerpo ya no le respondía y él se dedicaba a observar por la ventana la luz de la luna deseando con todo su ser dejar este mundo y poder desaparecer.

Ya no quería sufrir.

No más.

Furihata sacudió su cabeza ante el recuerdo desagradable que se había colado en su mente. Tenía que pensar en el ahora. En el hoy. En su carrera, en su futuro y en él. Nada más importaba.

Abriéndose paso entre las mesas, caminó hasta poder llegar a los sanitarios. Se miró al espejo unos segundos para cerciorarse que era él en el ahora. Ahora era alguien distinto. No más miedo. No más temor. No más desconfianza. Sólo él y eso era todo lo que necesitaba saber.

                                               *                             *                             *                             *

Kagami le había avisado que la hora en la que se encontrarían sería a las diez de la noche; sin embargo, eran pasadas las once y él apenas llegaba. <<Lo mejor, siempre llega hasta el final>> o eso fue lo que pensó, cuando, entre risotadas, carcajadas y manoseos nada decorosos, llegó una pareja a la reunión. Seijuro observó al par, a uno lo conocía desde hacía tiempo, pero a su acompañante nunca antes la había visto.

Por eso mismo se vio ensimismado ante la delicadeza con la que actuaba aquella castaña de vestido azul. Le atraparon los ojos cafés con los que recorría a los asistentes y se detenían cuando saludaba a alguien. La sonrisa que la mujer mostraba le causó un estremeciendo que, en lugar de recorrer su entrepierna como siempre sucedía, asoló con rápidos latidos a su jovial corazón. Sus delgados, y a la vez carnosos, labios le invitaban a querer tocarlos con una delicadeza que él mismo desconocía poseer.

- Y él es Akashi Seijuro – culminó Kagami al presentar a cada persona nueva que jamás se había encontrado la castaña.

- Un gusto conocerlo, Akashi-san – saludó con amabilidad y una inclinación de cabeza en su dirección.

Akashi, luego de pestañear algunas veces para despejar su mente de las observaciones que había hecho, correspondió el saludo con una sonrisa casi sincera, cosa rara en él.

- El gusto es mío, Kou – dijo el pelirrojo con voz calmada, pero que en su interior conllevaba un sinfín de emociones casi desconocidas por el heredero. Entre ellas, el sentimiento ambiguo de haberle visto anteriormente, o al menos el haber escuchado su voz.

La velada pasó tranquila, aunque sin faltar uno que otro pasado de copas, algo normal en ese tipo de eventos, según su opinión. Seijuro, sin retirar la mirada de la desconocida chica, se sorprendió al darse cuenta de las atenciones que le brindaba el pelo celeste que no se despegaba de su lado más que sólo cuando era necesario. Notó, en el tiempo que Tetsuya se había retirado al baño, que las mejillas de Kou eran de fácil enrojecimiento tras comentarios persuasivos o, inclusive, académicos y Akashi se fascinó por ello.

Aprovechando la oportunidad en la que Kuroko se había separado de la chica, se acercó a ésta para sentarse a su lado, obviamente respetando su espacio personal, pero dejando ver lo que por su mente pasaba.

- ¿No te incomoda el estar con tantos desconocidos? – indagó para iniciar una conversación que la castaña no le rechazó.

- Para nada, Akashi-san. Agradezco su preocupación – respondió con una sonrisa haciendo que el pecho del otro se entibiará poco a poco. El pelirrojo, con un vaso de cerveza hasta la mitad en la mano, le sonrió ligeramente mirándole a los ojos y alcanzando a vislumbrar un brillo en la mirada ajena que le instó a acercarse un poco más al rostro de ella.

- Ahora que te veo más de cerca, tienes unos ojos hermosos, Kou – comentó y su corazón saltó al ser sorprendido por el sonrojo que llenaba las mejillas de su acompañante, quien sonrió con vergüenza ante el halago y se encogió de hombros bajando la mirada.

- C… Creo que… ya está demasiado bebido, Akashi-san.

- Debo admitir que he bebido bastante. Sin embargo, en comparación de los demás, soy muy bueno aguantando el alcohol – informó dejando el vaso junto al otro montón que estaba en la mesa de madera que tenía cerca. - ¿Será acaso que no estás acostumbrada a los halagos? Porque no quiero incomodarte – preguntó Akashi con una sonrisa y acercó levemente su mano a la de la otra en una simple y lenta caricia.

La joven negó ligeramente con una sonrisa pequeña y tímida, mirándole de reojo.

- Yo creí que Tetsuya te lo decía seguido, después de todo, el trabajo de un novio es el de hacer sentir como reina a su pareja – confesó retirando su mano para alcanzar uno de los bocadillos que se hallaban en la mesa y comerlo.

- Tetsuya y yo no tenemos ese tipo de relación. Sólo somos amigos, apenas nos conocimos hace poco – informó la otra sin desvanecer su expresión avergonzada y tímida; y recibiendo una mirada fugaz por parte del pelirrojo.

- Vaya. Perdona si te llegué a molestar por mis apresuradas conclusiones – se disculpó Akashi sintiéndose extrañamente feliz por saber tal noticia.

- Kou-san – llamó Kuroko haciendo que ambos alzaran la vista a su persona. Akashi, quien hasta el momento se sentía tranquilo con la compañía de Kou, le estremeció un piquete y escozor en su abdomen al mirar a su amigo que les interrumpía. Y la palabra “celos” le llegó a la mente – Será mejor retirarse por esta noche.

El pelirrojo se vio tentado a ofrecerse a llevar a ambos en su auto, pero al ver que Kuroko era quien se quedaba y sólo Kou se despedía de todos como si fueran viejos amigos negándose reiteradamente a los ofrecimientos de acompañarla hasta casa, decidió abstenerse de hacer lo mismo. Antes de poder saberlo, Seijuro se había levantado para seguirla.

- Kou – le llamó con voz calmada y paso tranquilo. La chica volteó en su dirección, deteniendo su andar. – Me gustaría que intercambiáramos números, ¿te parece? – ésta asintió y Akashi pensó que aquel brillo en los ojos ajenos y sonrisa resplandeciente le cegaron por un segundo.

- Por supuesto – respondió Kou sacando su celular de uno de los bolsillos que traía escondido el vestido.

Tras dictarse cada uno el número telefónico, se despidieron, no sin comprometerse a que la castaña le enviará un mensaje en cuanto arribará a su hogar.

                                               *                             *                             *                             *

El fin de semana, de alguna manera, había sido agobiante. Furihata había estado en algunas fiestas pequeñas, ya que quería evitar el riesgo de acabar mal en aquellas donde todo se descontrolaba, no obstante, con el sólo hecho de haber intercambiado números y platicado un poco con un chico pelirrojo, que había conocido hace poco, su mente parecía estar fuera de sí.

Caminó con paso tranquilo por el pasillo. Sus brazos iban colgados y pareciera que fuese un títere o robot que caminaba solo por inercia. El clima era casi tan terrible como su estado de ánimo, nublado prometiendo que llovería en unos minutos. Uno que otro alumno pasaba por su lado y Kouki notó que lo miraban más de lo usual. <<Como cuando me visto de mujer>> llegó a pensar, pero rápidamente desechó la idea, pues sus ropas eran las que usualmente llevaba durante el día.

Entró a la biblioteca, bastante grande, pero muy vacía.

 Eso era agradable.

El corto y veloz repiqueteo de las teclas al ser oprimidas por la mujer de edad mayor de recepción era apenas audible, Furihata sonrió a la anciana como saludo y se internó entre los estantes inundados de diferentes libros.

“… Después de todo el trabajo de un novio es hacer sentir como reina a su pareja”

La frase le resonó en la mente haciendo eco hasta sus oídos que zumbaron débilmente. ¿Realmente era así tener pareja? ¿Se trataba de consentirse uno al otro? No lo sabía y su falta de experiencia no le ayudaba en nada. Pero decir que realmente no le interesaba, sería mentir en cierta manera. Kouki no deseaba ser mimado, su único deseo saber que él es importante para alguien. Que alguien ansía verlo, y no solo por su cuerpo. Que es amado y no solo querido.

“Ahora que te veo más de cerca, tienes unos ojos hermosos, Kou”

Desde que había llegado a aquella reunión sintió en él una mirada penetrante que pareciera quitarle el aliento, pero en cierta manera era agradable ser visto así. Que sólo le mirará a él. A los pocos minutos supo la razón de su nerviosismo. Un par de ojos rojos le observaban sin dejar escapar cualquier detalle de sus movimientos.

- Akashi Seijuro – pronunció el nombre como si fuese algo irreal. ¿Cómo podía existir alguien que le hiciera sentir tan cómodo? Ni él mismo estaba seguro.

Hojeó el libro de leyes que había tomado segundos antes, aunque no era de ninguna de sus asignaturas lo había tomado para evitar que se viera como un tonto ahí parado.

- ¿Perdón? ¿Nos conocemos? – le cuestionó una voz profunda, aquella que le había estado rondando por su cabeza en más de una ocasión. Furihata se sobre salto y volteó su mirada a aquel par de ojos que le observaban. Parpadeó un par de veces sintiendo como un calor desconocido le invadía y casi juró que seguramente su rostro había enrojecido.

Kouki negó al mismo tiempo que bajaba la mirada bajo la observación expectante del pelirrojo a su lado. ¿Qué probabilidades había de que se volvieran a encontrar? Ahí estaba su respuesta, al parecer era más probable de lo que parecía.

- Disculpa, pero el libro que tienes en tus manos, ¿lo vas a utilizar? – preguntó con educación Akashi, sin dejar entrever algún tipo de pensamiento o molestia. Sólo preguntando sin interés. Aunque, realmente, su corazón había saltado en sorpresa por aquella mirada tímida que reconoció casi al instante.

- ¿Eh? N… No, para nada – respondió cohibido el castaño cerrando el libro y dejándolo en su mismo lugar. Un calor abrasador le inundo su mano cuando la de Seijuro se posó sobre la suya, su cuerpo dio un ligero respingo ante la acción del otro e intentó retirar su mano siendo detenida por la de Akashi.

- ¿Seguro que no nos hemos visto antes? – volvió a interrogar dando un ligero apretón a la mano morena que sostenía. Para él era casi inconcebible el creer que aquel chico le recordará bastante a Kou. Sin embargo, había quedado prendado casi al instante, casi como un hechizo, al ver sus ojos cafés y brillantes.

¿Cómo era posible? ¿Era algún tipo de broma que le estaba jugando el destino? No lo podría decir con claridad, pero aun si así fuese, ¿qué debía hacer ahora que había encontrado a Kou? Después de todo, era un hombre, ¿o se vestía de hombre por alguna razón? Poco importaba. Lo único de lo que tenía certeza casi palpable era que la chica castaña que había conocido hacía tres días no podía sacarla de su mente y le invadía en su pensar a cada momento.

Furihata retiró su mano paulatinamente a la vez que negaba sin siquiera devolverle la mirada al pelirrojo. Era completamente irreal que estuvieran los dos en aquel lugar, en un mismo tiempo. Otrora se hubiera podido deshacer de aquel agarre, pero su corazón latía con rapidez como si fuera tirante a aquellos encuentros.

- Estoy seguro, ahora me… ¿me podría soltar? – dijo jalando su mano ante el insistente agarre de Akashi. Quería irse, no importaba si sus clases aún no terminaban, sólo quería salir de la universidad y no volver a encontrarse con Seijuro nunca más en su vida. Aquel desconcierto que le provocaba era un hálito de ignorancia que denotaba su inexperiencia en las áreas románticas.

- ¿Cómo te llamas? – se acercó Akashi al ambiguo castaño que le sacaba de sus casillas de una manera casi agradable. Algo extraño, a decir verdad.

- Eso… Eso no importa, ¿puedes soltarme, por favor? – volvió a repetir Kouki. Su situación no era la mejor, corría el peligro de ser descubierto, además de que sus piernas comenzaban a flaquear ante el acercamiento del otro. Reculó un paso para seguir manteniendo la distancia, pero Seijuro no parecía querer eso.

Con su otra mano levantó el rostro sonrojado del castaño para que le mirará, desvelando un nuevo sentimiento que entibiaba su pecho. Aquel que le había invadido sin permiso en la fiesta donde conoció a Kou, aquel que le asoló durante el resto de la velada tras haber intercambiado números telefónicos, aquel que se desplegó sin timidez ni piedad los siguientes días.

- ¿Eres Kou? – preguntó sin más y dándose cuenta del temblor que hizo acto de presencia bajo su tacto. ¿Había acertado?

Sin dar respuesta alguna, Kouki jaló su propia mano para soltarse, no importándole si era alguna clase de desplante para el pelirrojo. Y, sin esperar reacción del otro, corrió. Corrió lo más rápido que pudo sin detenerse. Escuchó la voz de la mujer mayor que le reprendía por aumentar el paso. Chocó, al menos, tres veces con docentes a los que no les miró ni de reojo. Y sus ropas se vieron empapadas por la lluvia torrencial que se había desatado poco antes de que saliera. Cuando aún se encontraba con Seijuro.

Sin saber cómo, llegó a su apartamento. Abrió la puerta con gesto cansado e intentando recuperar el aliento. Todo se había echado a perder. ¿Qué se supone que haría ahora? ¿Debería irse a otra universidad? ¿Una transferencia sería lo apropiado? Su pecho se estrujó con dolor ante la idea de no volver al pelirrojo, pero eso era lo mejor.

Cerró la puerta, o al menos eso intentó, cuando, sin aviso, alguien evitó que terminará su cometido.

- ¡Espera! – se escuchó decir a quien abría con fuerza y entraba igualmente empapado a como se hallaba él.

- Q… ¿Qué haces aquí?... ¿Cómo…?

- Te seguí – le interrumpió Akashi con respiración agitada.

Kouki dio dos pasos hacia atrás negándose a creer que Seijuro se encontraba frente a él. Se dio cuenta que su corazón ya no palpitaba por el ejercicio hecho sino más bien por la presencia de Akashi cerca. Sin decir nada más se giró en dirección al baño y escuchó como el otro le seguía a pocos metros de distancia.

- Será mejor que te vayas – sentenció el castaño sin mirarle y caminando hacia el baño. Agarró una toalla para lanzársela a Akashi y tomó otra para secarse él mismo. – No sé porque me has seguido y quiero evitarme problemas en la universidad. Si me reconociste entonces debes ser consciente de que soy un hombre entonces ahí se acabó el problema. Ahora sólo vete y no vuelvas a hablarme.

El cuerpo de Seijuro se puso completamente rígido y la toalla que rodeaba su cabeza se comenzó a inundar por la humedad de su cabello. ¿Qué estaba diciendo ese chico? ¿Qué no volviera a hablarle? ¿Justo ahora que por fin se había enamorado?

<<Ah… Entonces era eso. Estoy enamorado de este chico y ni siquiera me había dado cuenta.>> La mente de Akashi pareció iluminarse cual farol en medio de la tormenta, como una casa oscura en la que encendían por primera vez alguna vela como única fuente de luz. Ahora todo tenía sentido para el pelirrojo, ¿cómo era que no se había dado cuenta? Quizás por el hecho de que nunca antes se había enamorado.

- Me gustas y no pienso irme – dijo con firmeza, aunque por dentro estuviera completamente nervioso, aunque su corazón latiera con ferocidad cual caballo en mitad de carrera, cual motor de auto en la última carrera. Todo parecía que se derrumbaría tras las palabras que Furihata diría, por primera vez Seijuro se vio abrazando el temor en su pecho a la espera de la respuesta del castaño que había detenido todos sus movimientos.

- No te gusto, sólo estás confundido porque e has visto vestido de mujer y…

- No estoy confundido, creo tener la capacidad e intelecto suficiente como para saber cuándo estoy enamorado de alguien. Y ese alguien eres tú.

¿Qué debería decir? Kouki sentía que su alma se saldría en cualquier momento. Nunca se esperó esa clase de confesión y mucho menos de alguien como Akashi Seijuro. ¿Sería curiosidad lo que sentía? ¿Quizás estaba en lo cierto? Pero si ese era el caso, ¿debería confiar en él? No. La respuesta era más que clara, no podía permitir que con solo aquellas palabras le arrastrará a un amor que no era más que una ilusión.

- Entonces si es así, ¿te acostarías conmigo, aunque se trate de un hombre? – la pregunta salió casi por sí sola, sus labios se habían movido como si tuvieran vida propia y dijesen todo aquello que rondaba por su mente en ese momento. - ¿Realmente puedo confiar en ti?

                                               *                             *                             *                             *

La habitación estaba a oscuras y sus ropas mojadas habían pasado a segundo plano desde el momento en el que Akashi se había acercado a unir sus labios. A morderlos y marcarlos sin piedad.

La cama no hacía demasiado ruido, al menos aún no. Pero el sólo hecho de poder tocarse directamente piel con piel les hacía sentir un escozor agradable en cada parte de su cuerpo.

Las manos de Seijuro no se detenían, tocaban cuanto se les presentaba delante sin titubeos y con una increíble curiosidad mezclada con un amor y delicadeza que nunca pensó llegar a albergar. Más que sentirse perdido por ser su primera vez con un hombre, pareciera que tuviera un don innato para encender el delgado cuerpo el castaño. Aquella bronceada piel le llamaba instándole a besarla y morderla sin recato, sin piedad ni consideración. Los suspiros que salían de la boca de Kouki le hacían sucumbir a sus más primitivos deseos de querer tomarle en ese mismo momento.

Acarició la espalda, pecho, piernas, brazos y rostro deleitándose con la suavidad del otro que se dejaba hacer, pero al mismo tiempo le instruía en su neófito conocimiento en el sexo entre hombres.

- Kou… - susurró su nombre para asegurarse que ahí estaba, que no era un sueño más en los que se había visto envuelto en las últimas noches.

- Es Kouki… - jadeó el castaño sintiendo como su cuerpo se estremecía y calentaba bajo el experto trato de las manos ajenas. Su cuerpo temblaba por las atenciones que le brindaba el pelirrojo y sentía un estremecimiento en su mente, turbia por el placer, con los besos que dejarían una marca segura en sus muslos y pecho.

Kouki no era una chica, sin embargo, las manos de Akashi parecían mágicas. Le calentaban y excitaban como ninguna otra persona lo había hecho anteriormente, aunque era solo un pretexto el decir que el no haber tenido sexo en mucho tiempo era lo que le hacía más sensible.

- ¡Ah! – su espalda se arqueó cuando los dientes de Akashi le mordieron el muslo interior con provocación e incentivo placer que le inundaba, que despertaba en él el querer rogar porque le tomase en ese mismo instante. Quería sentirlo dentro, sentir como se abría paso en su interior de manera desconsiderada, pero con un toque cariñoso que le ponderaba a sentirse amado.

Realmente amado.

- Sei… Seijuro… ¡mn! – cubrió su boca con precaución de no cerrar sus piernas al sentir el semi-liquido del lubricante cayendo frio en su miembro, desplazándose con lentitud como si le acariciara hasta su entrada.

- Tranquilo – la excitada voz de Akashi resonó en los oídos ajenos y el pelirrojo, sintiendo en sus brazos el estremecimiento del cuerpo de Furihata, se vio incitado a saltarse el paso de la preparación que le había indicado Kouki.

Tras algunos segundos, en los que se tuvo que abstener su ansiedad que le carcomía en la entrepierna, metió su dedo índice en aquella estrecha cavidad, por donde pronto él se hundiría. Hizo movimientos lentos sacando y metiendo hasta que Kouki le avisó que podía enterrar dos, cosa que no se hizo esperar. Repitiendo los anteriores movimientos, repitió el proceso con una falta de control que no había tenido en sus encuentros antiguos.

- Crees… ¿Crees que… ya? – cuestionó relamiendo sus labios anticipando el placer que pronto tendría, con excitación que poco podía contener, con amor que nunca antes había conocido.

- S… Sí… mn… Apresúrate – rogó con voz suave, olvidándose del hecho de que sólo abriría los ojos del pelirrojo y que éste se olvidaría con facilidad de él. De pronto, sin haberlo consentido antes, sus ojos se inundaron de lágrimas las cuales limpió rápidamente antes de que Akashi se diera cuenta. No quería verse patético de nuevo, no cuando quería creerle a Seijuro.

Akashi abrió sus piernas depositando besos en éstas, besos que irradiaban amor y cariño que eran más allá de la razón que había perdido desde que tocó los labios de Kouki. Acarició sus piernas descendiendo sus manos hasta los glúteos para abrirlos. Usando una de sus manos, dirigió su miembro erecto a aquella apetitosa entrada y, con cuidado, entró por el orificio que inmediatamente le apretó exquisitamente.

- ¡Ah! Más… Más lento… - gimió con notable excitación arqueando su espalda ante la intromisión de Seijuro. Estiró sus piernas ante el placer que le invadía por ser tomado por Akashi y sujetó las sábanas con una fuerza que dejó blancos sus nudillos.

- Seguro… - gruñó el pelirrojo deteniéndose en contra de su propia voluntad. Aquel castaño le volvía loco, todas sus reacciones le hacían desear moverse dentro de él y cada gesto era una manera cálida de provocarle sin querer. – Te amo, Kouki – susurró en el oído ajeno con tanta ternura que las lágrimas, que Furihata estaba conteniendo, se desbordaron mientras le rodeaba el cuello con sus brazos para besarle.

                                               *                             *                             *                             *

De: Tetsuya

                “Kou-san, me gustaría que nos volviéramos a ver, pero sin una fiesta de por medio. Esperare con ansias tu respuesta”

El sonido del celular de Furihata le había despertado encontrándose solo en la alcoba. Cuando había abierto los ojos sintió un miedo que nunca antes experimento, pero sus dudas habían sido resueltas al escuchar el ruido desde el baño.

Akashi tomó su celular, una vez que borró el mensaje que Kuroko, y llamó al pelo celeste. Llamada que fue respondida a los dos tonos.

- ¿Akashi-kun? – respondió Kuroko desde el otro lado del teléfono con cierto tinte de sorpresa.

- Tetsuya, quero decirte que dejes de llamar a mi pareja, eso cuenta también con los mensajes – informó el pelirrojo sentándose en la cama y quitando las sábanas con las que cubría su desnudez.

- No sé a qué te refieres, Akashi-kun. Que yo sepa tú nunca has tenido una pareja formal – la puerta del baño se abrió en ese momento, dejando ver el cuerpo semi desnudo de Kouki, del cual sus mejillas enrojecieron al ver a Seijuro.

- Pues verás, Kou es mi pareja formal y no pienso cederla a nadie. Así que más te vale mantenerte alejado – advirtió para luego colgar la llamada. El rostro de Furihata explotó en color al escuchar aquellas palabras y apresuró sus pasos para salir del cuarto. – Espera Kouki – le llamó levantándose con rapidez y abrazándole por la espalda para repartir diminutos besos en la nuca del castaño. – Ya que has escuchado eso, espero que te hagas cargos por haberme enamorado de esta manera – susurró pegándole más a él y aplicando una ligera mordida en el hombro de Kouki para luego sonreír ante el temblor del cuerpo del otro. – Suelo ser muy caprichoso.

¿Era eso cierto? ¿De verdad le amaba? Furihata no sabía que pensar exactamente, pero más que preocuparse por ello, sólo quería dejarse llevar por ese amor del que dudaba y que, seguramente pronto, Seijuro se ocuparía de aclarar. 

Notas finales:

¡Lo sé! No debí cortarles el lemmon (xD), pero creo que era, es, demasiado largo. Quizás se pregunten: ¡¿Y por qué tenías que cortar exactamente el lemmon?! Pues porque ... ni yo misma lo sé (sorry x'''D). 

Aun así, espero que les guste y me dejen sus lindos reviews. 

Nos leemos en el siguiente one shot OwO)/" 


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