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TU, MI ALMA GEMELA. por Loraine Ishmouth

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Notas del capitulo:

hola señoritas, creo que ha sido unas largas dos semanas desde que nos hemos leido. 

bueno, me pasaron algunas cosas como que el maldito cafe internet donde estaba no tenia licencia de windows y no me dejaba editar los capitulos para corregir los errores en el documento y al final me cansé y me fui para mi casa XD

pero bueno, hoy es el dia XD

espero que la esten pasando bien, y que este nuevo año lo hayan iniciado con alegria.

bueno, no quiero alargarme mucho asi que los dejo con el capitulo.

gracias a todas y todos por sus amables comentarios, son el unico pago que nosotros esperamos, de verdad muchas gracias.

one piece no es mio y nunca lo sera TT.TT

A leer

Los ojos dorados de Mihawk miraron a su joven rival tendido en el suelo en un charco de sangre.

El joven tenía honor, eso era seguro y no había dado la espalda al golpe del dragón más viejo cuando se había visto superado. Mentalmente el “rey dragón” lo aprobó.

Algún día sería un magnifico rival.

La herida era grave pero confiaba en el hombre para sobrevivir.

“- eres fuerte Roronoa- dijo a su rival- pero aún muy joven.

El otro dio un rugido bajo.

- no deberías estar arriesgando tu vida de esa manera cuando ni siquiera has recibido tu marca, aun*. ¿Qué pensaría de ti tu destinado o destinada si murieras egoístamente?  

-eso… eso no es de tu incumbencia, ojos de halcón…

- por supuesto que no- dijo el dragón mayor con severidad- pero es deber de los mayores corregir a los jóvenes equivocados. Vete, vete y vuelve cuando hayas conocido a esa persona, y si aún quieres pelear ¡derrótame! ¡Te esperare aquí en mi forma más fuerte!”

 

Llevaba volando días. Aterrizó en otra isla con un fuerte "crack" de las piedras bajo sus pies y rugió con fuerza alertando a todos los habitantes de la isla que corrieron a esconderse del dragón invasor.

Hace unos años cuando su marca apareció, comprendió lo que el dragón dorado había querido decirle hace tanto tiempo, cuando intentó matarlo, siendo derrotado y herido gravemente.

No deseaba ser el dragón más fuerte del mundo nunca más. Bueno, no por las mismas razones. Ahora no quería que el mundo reconociera su fuerza y se arrodillara ante el cómo había planeado hacer cuando tomara la cabeza del dragón centenario.

El quería ser el más fuerte, ser el más rápido y poderoso dragón solo para esa persona.

Quería protegerlo, acunarlo entre su garras y alas y volar, volar en la inmensidad del cielo y mostrarle lo maravilloso de las nubes, permitir que extienda sus manos hacia esos cúmulos de agua y aire, ver su risa y su sorpresa cuando vea las montañas más altas por debajo de sus pies.

Solo para esa persona.

Si Mihawk era el último dragón dorado, Zoro se llamaría a sí mismo el único en su especie un dragón verde, ni más ni menos.

No sabía porque había nacido así ni realmente le importaba, pero sus escamas eran de color verde esmeralda jamás visto en los dragones de fuego (el verde era sobre todo para los señores del bosque). Sobre su cabeza no dos, si no tres cuernos se alzaban asombrosos  en las cienes de su cabeza y uno en la mitad de la frente.

Dejó su cansado cuerpo caer sobre la arena de la playa tomando el sol para recargar su energía. Hacía semanas que no comía ni dormía mientras volaba por septuagésima vez sobre el mundo humano en busca de… su marcado.

¿Dónde diablos estaba? ¿Por qué no podía llegar a él?

¡Necesitaba encontrarlo, por el orden!

Estaba sufriendo.

Sufriendo mucho.

Nadie que hiciera eso a su destinado merecía vivir para contarlo.

Recibió todo el daño que estaba destinado a él, permanentemente sus órganos internos gritaron en agonía. Si solo la piel hubiera sido dañada, Zoro no le hubiera importado, las escamas de un dragón son uno de los siete materiales más duros de todos los mundos. Pero al parecer al ver que cubrían con ellas la piel de su alma gemela le había hecho tragar líquidos dañinos, atacando la única parte vulnerable de Zoro.

Su interior.

Soportó todo sabiendo que el podría sobrevivir mucho más fácil.

Trató de ponerse de pie y seguir su camino, con la esperanza de encontrarlo pronto pero una presencia conocida inundo el ambiente. Levantó la cabeza y frente a él estaba el mismísimo Mihawk en su forma humana.

¿Por qué estaba aquí?

¿Quería pelea?

Se levantó parándose en sus cuatro patas.

- ¿has venido a retarme de nuevo, Roronoa? No quiero ofenderte, pero no parece que estés en las mejores condiciones para hacerlo…

-¿retar?

Miró a su alrededor y se dio cuenta de que había aterrizado en la isla del dragón dorado. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Los árboles milenarios retorcidos y la neblina eran permanentes e incluso al fondo podía mirar el castillo donde vivía, elevando sus torres por encima de todo lo demás.

Le dio la espalda al dragón, poniéndose de cuclillas para echarse a volar. Solo quería descansar pero si no era posible simplemente seguiría su viaje.

- espera, Roronoa.

No iba a esperar, no podía esperar. No podía darse el lujo de pelear con ese hombre. No ahora…

Por fin lo entendía.

Sin embargo, no había dado sus primeras aletadas en el aire cuando sintió la enorme presencia seguirlo. Mihawk se había transformado y su poderosa mandíbula se  cerró en torno a la cola de Zoro, haciéndole perder el equilibrio y tirándolo hacia el suelo.

Rugió y lanzó una llamarada contra su oponente pero no sirvió de mucho. La potencia y la temperatura estaban muy por debajo de lo que había sido cuando se había enfrentado a él por primera vez. Se estrelló contra la playa y gruñó de con mucha fuerza cuando el otro dragón aterrizó sobre él, presionándolo en el piso con sus enormes garras.

Como si fuera una presa indefensa.

Se sacudió con rabia, tratando de liberarse del agarre pero no pudo hacer mucho. Estaba demasiado débil y cansado para cualquier cosa.

Sus rugidos se fueron debilitando a medida que las poderosas garras lo presionaban y finalmente se quedó inmóvil con el enorme dragón dorado sobre él.

Un ataque a su alma gemela lo golpeo con fuerza en el momento equivocado y Mihawk observo como su boca comenzaba a sangrar sin razón aparente y se sumía en la inconciencia.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Abrió sus ojos verdes mirando alrededor con confusión. ¿Dónde estaba? No recordaba ese extraño lugar.

Una cama enorme y cómoda estaba bajo él y mantas de seda fina cubrían su cuerpo.

Se levantó de un salto, en guardia, preparado para cualquier cosa. ¿Qué era lo último que recordaba? Ah, a su rival dorado tirándolo en la arena ¿él le había hecho esto?

-No, no fue el- recordó

-parece que estas despierto, Roronoa-

Una voz gruesa vino de una esquina de la habitación y los ojos de Zoro se movieron a máxima velocidad mientras su cuerpo entraba en estado de alerta. Mihawk estaba sentado en un elegante sofá, con una copa de vino en su mano mirando el fuego de la chimenea crepitar.

- ¿Qué ha pasado?- preguntó-

- no lo sé, esperaba que pudieras darme una explicación- los ojos penetrantes del mayor perforaron al dragón verde - llegaste a mi isla y traté de enfrentarte pero todo lo que hiciste fue volar para el lado contrario y cuando trate de hacerte explicar, comenzaste a sangrar sin razón aparente. Así que te he traído a mi casa y te he dado medicina… ¿puedes explicarme?

Zoro paso su mano por su estómago, y la sensación de ardor y órganos semi derretidos se había ido. Era agradable no sentir dolor por una vez.

- no es asunto de su incumbencia- respondió a la defensiva, su alma gemela y sus problemas eran asunto de nadie más-

- Roronoa- la severidad en la mirada del otro dragón lo detuvo de seguir hablando- no creas que no he visto esos síntomas antes… ¿ha pasado algo a tu alma gemela?

El dragón verde gruño, pero Mihawk ni se inmuto.

- no dejaré que te marches, Roronoa, no medio muerto. Tu alma gemela no se lo merece.

- ¡usted no sabe nada!- Zoro grito- ¡no hable como si conociera lo que pasa!

-¡horo horo horo horo!

¿Qué?

Zoro volteó la mirada hacia la risa descarada que sonó en la habitación y vio a una mujer. ¿La pareja de Mihawk? Tenía el cabello rosado recogido en un par de moñas  a los lados de la cabeza, una corona y  una camisa blanca con negro a rayas  a juego con una falda roja.

Flotaba en el aire mientras sus redondos ojos negros se fijaban en él. ¿Una semi-elfa?

-no estas siendo lindo- dijo la mujer con un puchero- el verde  siempre es el color de la calma y la paz, pero tu personalidad es como de color rojo.

Zoro le gruño pero la mujer solo soltó otra risa descarada, flotando en círculos sobre él.

- ¿esa es tu forma de agradecerme?- la chica dijo con desdén mirándolo sobre la lámpara de araña- me tome la molestia de curar tus heridas y de regenerar tus órganos internos ¡estas vivo gracias a mí! ¡Se más lindo!

Incluso si él no quería había sido ayudado. Y debía dar gracias. La mujer había salvado indirectamente a su alma gemela y acabado con su sufrimiento (por quien sabe qué tiempo)

Inclino un poco su cabeza (no mucho) y dijo en voz baja:

- gracias por ayudarme-

- ¿vez que puedes ser lindo si quieres? Ahora siéntate, es tiempo para cambiar los vendajes.

- no es necesario, me siento mejor. Debo seguir viajando.

- ¡no puedes irte así! ¡Tu interior podría infectarse! Ustedes son invulnerables por fuera pero son delicados como bebes por dentro- la mujer reclamó.

- solo déjenme en paz.

- ¡ghost!

Zoro vio una curiosa bola de niebla tomar forma de un fantasma algo fofo… la mujer elfo lo señalo y la criatura se dirigió rápidamente hacia él. Gruño y transformo su mano en una garra pero no pudo dañarlo, un segundo después el fantasma lo atravesaba por el estómago  y calló de rodillas.

- siento… siento mucho hablarle así princesa… no lo volveré a hacer- ¿Qué rayos estaba diciendo?

- así está mejor- la mujer fantasma bajo del techo y atravesó la puerta entrando minutos después caminando.

-Perona- Mihawk miró la chica de pelo rosa- no doblegues la voluntad de Roronoa…

- lo siento- dijo ella agachando solo un poco la cabeza- pero necesito sanarlo, se morirá si no lo hago.

El mayor asintió y ella guio a un muy dócil Zoro a la cama quitando las vendas ensangrentadas para limpiar las heridas y luego cambiarlas.

- esta poción es muy amarga- dijo ella- pero ayuda a tus órganos a sanar más rápido y combate las infecciones- la bebida en el vaso era de color morado y el humo formaba espirales al subir.

- eres fuerte, todo ese daño podría haber matado incluso a un dragón antiguo. ¿Qué has estado haciendo? ¿Peleando contra los gigantes?- Sus labios pintados de color rojo oscuro se torcieron en una sonrisa

El de pelo verde no contesto tomando la poción de un trago. Era realmente amarga pero no hizo ni una cara, si eso hacía que su alma gemela dejara de sufrir, estaba bien.

- Roronoa ¿ha aparecido tu marca, verdad?, no te pongas a la defensiva, no planeo hacerte daño o pelear contigo.

Zoro se mojó los labios  resecos con la lengua y Perona le dio agua en una taza.

- si- contestó con simpleza-

- veo que no está a tu lado-

Zoro gruño.

- la estoy buscando… pero no puedo encontrarla.

Los ojos dorados de Mihawk se centraron en el joven dragón verde. Había visto esos síntomas en muchas personas antes.

El rey de los hombres lobo.

Algunas de las mujeres serpiente (naga)

También los Mink.

Gyojin y sirenas.

Hace varios siglos que muchas de las almas gemelas habían estado desapareciendo, esfumándose sería una mejor palabra para definir. El sufrimiento de ello no solo era sentimental sino también físico pues al parecer estaban siendo torturados en algún lugar y aunque lucharan no podían llegar a ellos. Cuando le dijo a Roronoa Zoro que se marchara y conociera a su alma gemela, esperaba que el joven dragón comprendiera la importancia del vínculo y los limites.

Las almas gemelas tenían el poder y la libertad para controlarlos. No de la forma en que se controla una marioneta o un peón, si no de la forma en que se controla al ser que se ama.

Mihawk también había tenido ambiciones de derrotar a todos los dragones más fuertes sin tener en cuenta las consecuencias, y si Roronoa hubiera venido a retarlo en esas épocas no habría dudado un segundo en romper su cráneo y dejar sus sesos desperdigados por el suelo. Pero había sido shanks y solo el, quien le había amedrentado, le hizo ver que el derramamiento de sangre sin sentido no era realmente su felicidad. Le había enseñado a disfrutar de las cosas pequeñas de la existencia y finalmente el dragón dorado había aprendido a disfrutar de una vida medianamente pacífica.

Zoro aún no lo conocía.

No por falta de interés como podía notar, sino por la misma maldición que asolaba a tantos otros.

El dragón de pelo verde había querido marcharse inmediatamente pero Mihawk le explico todo lo que sabía acerca de su problema y que por mucho que diera vueltas al mundo o a los tres planos terrenales de más allá de la frontera no iba a encontrarlo. Finalmente Zoro había accedido a ser ayudado más que todo por el bienestar de su alma gemela y había hecho un pequeño nido en un rincón del enorme castillo del mayor negándose a cualquier tipo de atención, únicamente aceptando las medicinas que facilitaban su curación después de los violentos ataques.

 

Notas finales:

¿que les parecio? 

espero que les haya gustado. 

 


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