Zoro se enrosco alrededor de si mismo y sus escamas hicieron fricción, dejando salir chispas entre ellas. Su cuerpo había estado completamente curado por algunos días y los ataques se habían detenido. Para el dragón verde, aquello era nada más que una preocupación extra. Si ni siquiera podía sentir el dolor de su alma gemela, significaba que había pasado algo, algo importante, y que tal vez pudiera no ser tan bueno como creería.
Volvió a su forma humana y salió del rincón del cual se había apoderado en el castillo de Mihawk. Tenía ganas de algo de comer así que iría al bosque, para cazar algunos deliciosos simios espadachines, y en su interior sospechaba que la razón de Mihawk para escoger este refugio en especial eran las cenas gratuitas.
¿Eh? ¿Dónde estaba el bosque? Debía tomar el pasillo izquierdo, bajar las escaleras… ¿Por qué las escaleras se habían vuelto unas escaleras de caracol de repente? ¿El castillo era mágico y las cosas se movían de su sitio?
El dragón siguió caminando, tratando de encontrar una salida, casi toma la decisión de simplemente derribar las paredes hasta encontrar el exterior, pero Mihawk se enojaría mucho probablemente.
Al final llego a una puerta extraña. De ella provenía un aura exagerada de frio. ¿Algún elemental estaba viviendo también en el castillo del dragón? Eso era raro. Los elementales de hielo y agua no se llevaban bien con los de fuego o para el caso, dragones de fuego.
Sin darle importancia en lo más mínimo se adentró en el recinto. Pero lo que encontró allí era muy diferente de todo lo que había imaginado.
No había elemental.
Lo que había era una enorme sala circular, congelada hasta los cimientos. La sostenían cuatro columnas de hielo de las cuales podía sentir exudar la magia que congelaba la habitación. Había cristales rectangulares en el techo, y para total consternación del dragón verde, un sillón rojo como los que el dragón mayor tenía en la sala, justo al frente de una bola de hielo gigante y perfectamente redondo y congelado.
Zoro no era un ser precisamente curioso, en realidad era indiferente a la mayoría de las cosas, siempre y cuando no fueran de primordial necesidad. Así que esa sala, para él, representaría si mucho una estrafalaria preferencia de su anfitrión dorado.
Estaba a punto de regresar por donde vino, cuando se dio cuenta de algo bastante curioso. Lo que había llamado columnas cuando entro, en realidad tenían la forma de algo bastante conocido para el… eran… eran los fantasmas de Perona.
Cuatro versiones más tétricas de sus fantasmas, menos adorables y más agresivos, todos se conectaban con la esfera del centro. El dragón simplemente se encogió de hombros, restándole importancia a todo el asunto. Si a Perona le gustaba eso, no era quien para decirle nada.
Sin embargo, no había subido las escaleras que lo llevaban hacia la salida cuando ella se hizo presente. Bajaba cantando una canción tenebrosa, algo pegadiza y saltando las escaleras de dos en dos.
Se miraron a los ojos por varios segundos.
-¡¿Qué estás haciendo aquí, Zoro?!- ella grito, con los ojos afuera de sus cuencas súper maquilladas y el dragón verde se encogió de hombros.
- buscaba la salida- admitió con simpleza.
- ¿me crees tonta? ¡Esto está muy lejos de la salida!
-¿enserio?- Zoro no creía que se hubiera alejado tanto
- está bien, está bien- Perona sacudió la cabeza restándole importancia al asunto- solo vete de aquí, es la sala privada de Mihawk y no le gusta la gente además de él, aquí.
-¿tú no estás aquí también?-
- ¡yo soy un caso diferente! ¡Tengo que mantener este lugar congelado!
Zoro se encogió de hombros.
- está bien, me voy.
-bueno, si quieres puedes quedarte, no me tardare, y entonces podré llevarte a la salida ¿no eres bueno con las ubicaciones, verdad?- era algo extraño viniendo de un dragón, al igual que las sirenas, tienen instintos afilados para esas cosas.
Zoro ladeo la cabeza con un sonrojo minúsculo que no pasó desapercibido para la chica de cabello rosa. Siempre le habían dicho lo mismo, pero se negaba y se negará por siempre a admitirlo. No Hay algo mal con sus sentidos de ubicación.
-siéntate en el inicio de las escalas, si experimentas mi poder, tendrás la tentación de aumentar la temperatura y eso es algo que NUNCA se debe hacer aquí ¿entendido?
Zoro asintió e hizo lo que se le dijo.
Desde allí pudo observar el funcionamiento de la otra mitad de la raza de Perona, ¿un elemental de hielo? Eso sin duda era una mescla rara. Los fantasmas que estaba creando actualmente, hacían descender la temperatura y recubrían delicadamente con otra capa de hielo la esfera gigante congelada en medio de la sala.
El pelo del medio elfo se tornó gris azulado mientras terminaba su trabajo, parecía tranquila y haciéndolo de buen grado así que Zoro descarto por ende cualquier tipo de obligación que Mihawk le estuviera poniendo.
- no creí que te encontraría aquí, Roronoa-
Zoro se levantó con lentitud, y se dio la vuelta mirando a Mihawk directamente a los ojos. No iba a retroceder o arrepentirse ya que no estaba haciendo nada malo, pero al contrario de lo que imagino, el dragón más viejo no parecía enojado, parecía extrañamente complacido con la actitud de Zoro.
- se perdió- dijo Perona y Zoro le gruño en la vergüenza-
Una suave risa vino del otro dragón y la vergüenza de Zoro llego a sus límites. Estaba a punto de retirarse tranquilamente cuando lo detuvo.
- está bien, por alguna extraña razón, sospechaba que eso pasaría, Roronoa-
-hmm
-sigue, creo que Perona ya ha terminado.
- ¡esta como nuevo!- se jacto la medio elfo- sigue en perfectas condiciones.
- gracias, Perona-
Y esta vez, Zoro pudo notar el verdadero tono de agradecimiento.
Ambos dragones se acercaron a la esfera de hielo y Mihawk levanto la mano, limpiando el vapor frio de una pequeña parte. Zoro no pudo contener un suspiro sorprendido. En el centro de la esfera había un hombre. Su cabello era rojo y quedo paralizado como si hubiera caído en el agua. Vestía una especie de pantalón algo infantil y una camisa blanca. Su brazo izquierdo faltaba, quedando en su lugar un largo y tenebroso rompecabezas de sangre congelada. Había múltiples heridas aquí y allá.
- ¿está vivo?- pregunto el peli verde.
- sí y no- respondió Mihawk- está congelado en el momento exacto antes de morir. Si este hielo se derrite, no poder salvarlo.
-¿Cómo se puede salvar? Eso… es imposible- Zoro era realista, no se podía.
- lo parece, pero no lo es. Hace un tiempo que existía una raza especial de magos que manipulaban el cuerpo humano como un rompecabezas. Curar absolutamente todo tipo de herida o enfermedad.
- los magos blancos de flevance…
- así es, Roronoa.
-pero ellos fueron…
-¿masacrados? Lo sé. Pero si esa magia existió, es posible que exista una segunda vez. No tengo ninguna intención de vivir una eternidad sin la compañía de mi alma gemela. Incluso si debo mantenerlo ahí por miles de años, hare lo que sea necesario para salvarlo.
Zoro no respondió a ese argumento. Sabía que en caso de ser el, habría hecho lo mismo. Era su alma gemela, una parte esencial de su propia existencia.
Sin ella, la vida sería vacía y sin sentido. Podría volver a las matanzas, a la quema de ciudades y nada podría amenguarle.
- el gobierno mundial ha estado exterminando todo aquello que interfiera con sus categorías. Los magos blancos de flevance no estaban unidos al gobierno mundial y no ponían su magia al servicio de ellos. Por lo cual se decidió que era demasiado peligroso que existieran.
-pero…- Zoro simplemente pudo pensar en una cosa- ¿Qué es exactamente el gobierno mundial?, ¿Por qué se supone que reina todo? Sé que soy joven pero ni siquiera se conoce el origen de eso.
- ese misterio estaba a punto de ser revelado por Shanks y los demás magos- Mihawk miro a su alma gemela encerrada en esa esfera de vidrio- supongo que querían erradicar la amenaza.
- ¿es la razón por la que nunca dejas esta isla?
- así es. No puedo dejarlo solo. No voy a permitir que el gobierno mundial llegue hasta él y termine con lo que empezó. Lo han intentado, y he devorado sus huesos y carne hasta no dejar rastro. Pero nunca dejaran de intentarlo.
- ¿Qué hiciste cuando Perona no estaba?-
- secuestre elementales de hielo para que mantuvieran fría esta habitación.
Uh, en realidad a Zoro no le extraña para nada.
- Perona…
- no, ella llegó sola.
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Mihawk miro al elemental tembloroso frente a él con paciencia. Estaba bien que era un dragón milenario y que podía matarlo con exhalar una llama de su boca, pero esto era una exageración.
- no trates de arruinarlo – su voz penetrante hizo temblar al elemental- mientras hagas tu trabajo, no te pondré un dedo encima.
El otro solo pudo asentir.
Bueno, Mihawk sabía que atacar una base del gobierno, matar a todos sus ocupantes y secuestrar un elemental no era su mejor plan hasta el momento pero era lo que había hecho. Necesitaba mantener a Shanks congelado hasta encontrar una cura. Si no lo hacía, la única forma de detener su ira y su sed de sangre, seria matándolo.
- pero si en algún momento, llegas a arruinarlo y él- dijo señalando a Shanks- muere… voy a convertirte en un inmortal solo para poder torturarte eternamente. ¿Entendido?
Podía ver claramente las lágrimas asomándose por la cara del otro pero no le importó. Si en primer lugar no hubieran tratado de matar a Shanks, no habría necesidad de esto.
Superviso el trabajo del hombre con total severidad, asintiendo cuando vio que había sido bien hecho. Al parecer, el tipo valoraba su vida.
Unos años después lo reemplazó con otro y otra, y así siguió viviendo.
Una noche como cualquier otra sintió alguien entrando en su mansión. Su sexto sentido registro una presencia pequeña, que se arrastraba por una de las entradas a su cueva e inmediatamente se levantó. Su instinto protector hacia Shanks en alerta máxima.
Podría ser otra treta del gobierno mundial.
El olor se concentra en una pequeña abertura mohosa que Mihawk había considerado cerrar hace unos cuantos años pero que servía de hogar a los murciélagos para que no anduvieran molestando en su morada.
Cuando puso un pie dentro, una niña pequeña salió sin ser llamada.
Mihawk la miro con extrañeza.
¿Qué hacía ahí?
- ¿Quién eres?- preguntó el dragón- ¿Qué estás haciendo en mi casa?
-me gustan los murciélagos.
¿Eh?
¿Qué clase de respuesta era esa?
El dragón la miró severamente buscando intimidarla y hacerle confesar cualquier mala intención.
Pero la chica ni se inmuto. Y de repente, de la cueva comenzaron a salir los murciélagos con…
Moños en sus cabezas.
Cada uno tenía al menos un moño rosado.
¿Cómo rayos había hecho eso en tan poco tiempo?
- ¿no son lindos?- la niña dijo con encanto- los he nombrado a todos.
¿Cómo?
¿También había tenido tiempo para eso?
Sin tener control de sí mismo, Mihawk dejó escapar una suave curvatura de labios parecida a una sonrisa. Estaba seguro que a Shanks le hubiera encantado ver esto. Probablemente con su imprudencia habría ayudado a esta niña a nombrar los malditos murciélagos o pintarles las uñas. No sería la primera vez que Shanks lo hiciera después de todo.
-¿solo has venido a eso?
- me gustan los lugares oscuros… y fríos. – La niña desvió la mirada- no le gusto a la gente del pueblo porque soy una medio elfo, así que me escondía también. Los murciélagos son solo un bono extra.
-¿Cuántos años tienes?
- once- respondió- ¿Por qué?
- ¿Dónde están tus padres?
- no lo sé, El señor Moria había estado cuidando de mí, pero últimamente no ha vuelto a casa.
Daba lo mismo, era inofensiva (no quería admitir que había causado en el nostalgia por su amado) así que se dio la vuelta y se marchó a su sala, ignorando las preguntas que la chica soltaba detrás de él.
Dejó que siguiera viviendo en el castillo siempre y cuando no se atravesara en su camino y pudiera alimentarse sola.
Era imposible echarla cuando su extravagancia se asemejaba tanto a la de Shanks…
Algunos años más tarde, cuando uno de los elementales que había secuestrado trató de escapar y de desactivar su magia, Perona había salvado a Shanks y Mihawk se había enterado de que su otra mitad era la de un elemental de hielo.
Como gratitud por salvarle la vida Mihawk la había adoptado como su hija y le había prometido que, después de Shanks ella sería su persona más importante.
Perona había estado sorprendida por eso, pero había aceptado. Después de unos cuantos años de convivencia había terminado encariñándose con Mihawk y su historia de amor, para pasar a convertirse en parte de su familia.
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