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Histories of a Geisha por MarychanRod

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Notas del capitulo:

Les traigo esta historia nueva, inspirada en una hermosa película llamada "Memorias de una geisha" si no la han visto se las recomiendo mucho, use varias escenas de la película especialmente con la historia de Kenma lo demás si vino de mi mente, es un fic que contará tres historias, la de Suga, la de Yaku y la de Kenma, Kenma será el personaje principal. 

Esta historia constará de unos 5 capítulos, los semes todos son mayores que los ukes, esto es un AU, tal vez (de verdad) habrá mucho OC, así que me disculpo por eso, también me disculpo si hay alguna falta de ortografía o redacción. 

 Disclaimer: Los personajes no son míos, son de Furudate-sensei, solo los utilice para esta historia.  

Sin más que aclarar les invito a iniciar la lectura. 

Prólogo

En un pequeño pueblo de Japón vivía una humilde familia que estaba en una situación extrema de pobreza, los tiempos en esos años no habían sido muy buenos, un pequeño de apenas cinco años llamado Kenma estaba junto a su madre que estaba muy mal de salud, el día era lluvioso y hacía un frío tremendo.

—Lo siento Kenma-chan no tuvimos otra opción— le dijo confundiendo al pequeño peli negro de cinco años.

— ¿De qué hablas mamá? — pregunto pero su madre volteo la mirada con lágrimas en sus ojos.

El pequeño quería seguir preguntado pero un señor que había cuidado de ellos cuando más lo necesitaban lo llevo junto a él a un carro en contra su voluntad, ¿Por qué se lo llevaban? ¿Por qué su madre no lo detenía? ¿Qué iba a pasar? Eso era lo que pasaba en la mente del pequeño.

— ¡Mamá! — gritó desesperado mientras sentía que el carro comenzaba a moverse a un rumbo, recibiendo las gotas frías de lluvia.

—Lo siento Kenma-chan— dijo para luego ponerse a llorar.

— ¿Dónde vamos Suzuki-san? — pregunto temblando ante aquel frío que sentía.

—Lo siento Kenma-chan pero lo sabrás al llegar— dijo con algo de arrepentimiento en sus palabras.

Luego de un pequeño camino que recorrieron llegaron a la estación de trenes, el señor le indico que no fuera desobediente con las personas que lo acogerían en la capital, que ahí viviría mejor, se despidió del pequeño guardando sus lágrimas al ver como una joven se lo llevaba lejos. Sabía que era lo correcto después de todo la madre del pequeño peli negro estaba por morir gracias a esa enfermedad que tenía y tal vez así este podría tener un futuro más prometedor en vez de ser un huérfano que sufriría de hambre.

El tren tomo su camino, en el tren iban varios niños y niñas de su edad, Kenma estaba asustado, ¿Qué tipo de personas le esperarían? Mientras pensaba en su futuro, pudo ver una joven castaña de cabello corto peinado elegantemente, que estaba junto a un hombre de lujosas ropas, la joven iba abrazada a él y vestía un hermoso quimono rojo vino con decoraciones doradas de flores muy hermoso. Se quedó algo impresionado ante aquella vista pero duro poco puesto que el tren paro y los sacaron a todos los que iban en aquel espacio reducido, fueron llevados a una casa que era atendida por una mujer mayor.

—Esta no, esta tampoco, ha rebajado la calidad en que me mandan a los niños ahora— dijo suspirando aquella mujer.

—Lo siento mucho oka-san— se disculpó la mujer joven que había llevado a los niños.

—Espera, tal vez si tienes a alguien de calidad entre ellos— dijo viendo al pequeño peli negro con una sonrisa satisfecha. —Me lo quedo—

—Pero es un niño ¿de qué le serviría un niño? Además...—

—No estás para decirme que hacer además incluso los hombres pueden trabajar como geishas si es necesario— dijo en tono frío frenando a la mujer.

"¿Qué es una geisha?" pensó el pequeño que solo miraba que la mujer mayor pagaba una buena cantidad a la otra que lo había traído.

—Tus hermosos ojos fueron lo que hicieron que tomará esta decisión, espero que los aproveches en un futuro— le dijo la mujer observando al pequeño.

—Sí, señora— dijo algo inseguro.

—Por mientras primeramente trabajarás con Sugawara, él te indicará como es este negocio, aunque primeramente solo trabajarás para pagarme tu deuda limpiando la casa— le indico llevándolo donde estaba un peli platino de unos quince años sentado viendo el pequeño jardín que había en esa posada.

"Esto es extraño" pensó inseguro.

—Oh, ¿eres el nuevo? —preguntó el peli plata cuando los vio a acercarse.

—Indícale que hacer Sugawara— le dijo con seriedad la mujer.

—Claro, claro— dijo suspirando al verla irse. —Ella es oka-san cuidará de nosotros mientras le obedezcamos en todo— le explico al pequeño. "Ahora vienen cada vez más jóvenes" pensó algo triste, esperaba que el pequeño tratará de escapar como él lo intento tantas veces pero que al menos él pudiera lograrlo. — ¿Cómo te llamas pequeño? —

—Kenma, Kenma Kozume— dijo tímido.

—Soy Koushi, Koushi Sugawara, pero llámame Koushi— dijo sonriendo viendo la afirmación del menor, después de todo este se miraba mucho menor que él.

Sugawara le indico que hacer y le ayudo de vez en cuando sintiendo la mirada de las otras que se hospedaban en ese lugar, sabía que no era correcto ayudarlo pero no podía dejar a un niño a merced de todo, después de todo sabía lo que era sufrir. Un día Kenma estaba caminando por los pisos de madera, era de noche y las velas eran las que daban iluminación y logro ver al peli plateado en la entrada junto a otro hombre que se miraba importante a pesar de vestir con un quimono sencillo de un solo color pero de tela fina.

— ¡Por favor Koushi, escapa conmigo! — le suplico Daichi tomándole una mano.

— ¡Daichi-san se meterá en problemas, por favor entienda! — dijo con dolor.

Kenma sintió que no debía estar en ese lugar pero al querer retirarse hizo ruido llamando la atención de los dos que estaban en ese lugar que voltearon en su dirección, esto lo asusto un poco pero la sonrisa del peli plata lo calmo.

—Kenma-chan, no debes de seguir siempre lo que oka-san te diga si quieres irte puedes hacerlo o intentar hacerlo en las noches, no vivas para ser una geisha busca tu destino, enamórate y escapa de este lugar por favor— le dijo acariciándole la cabeza, sabía que lo que le decía estaba mal pero no quería que un pequeño niño sufriera lo que él había sufrido, era lo mismo que le decía a cada niño o niña que entraba en aquella posada.

—Gracias Koushi-san— le dijo en tono bajo para después recibir un pequeño beso en su frente como lo hacía su madre antes de caer enferma.

Luego de aquellas palabras el peli plata aprovechando que no había nadie tomo la mano del peli negro y se retiraron del lugar, Koushi quería llevarlo con él pero sabía que el solo hecho de huir él era peligroso.

—Espero poder venir pronto y rescatarlo— le dijo a su amante, si Daichi Sawamura era su amante aunque para él estuviera prohibido el amor, su corazón no pudo ante los suaves tratos del peli negro el cuál era un importante empresario en Osaka a su corta edad de dieciocho años. 

Al pasar la noche cuando la noche, la señora a cargo al enterarse de aquello que había pasado al no ver a Koushi hizo un gran y terrible estruendo, después de todo era por él que la posada estaba tan bien a pesar de que este era tan joven por su cabello de tan extraño color los hombres lo pedían siempre a él, a pesar de tener opciones de hermosas mujeres, ganaba muy bien y había pagado su deuda hace mucho pero se había quedado ahí porque no tenía un lugar donde ir.

— ¡Ese mal agradecido! — grito con furia. —Tendré que arreglar desde ya las nuevas compras— dijo con más furia.

Una de las que hacía buenas ventas le pedía que todavía los pequeños estaban muy jóvenes, además que sería mejor si ellas ahora robaban el mercado del peli plateado, la señora acepto y resulto bien, al no tener la competencia de Koushi las demás mayores podían tener más clientes, el negocio creció más. Los años pasaban y Kenma ahora tenía doce años de edad, todavía no era aprendiz de geisha y la señora le dijo que por ahora solo pagará su deuda con la limpieza, era tratado un poco mal por esta por no servirle para nada más por su edad.

—Eres un inútil tal vez si cometí el peor error al escogerte— dijo mientras fumaba y le miraba con rencor.

—Lo siento— dijo mirando hacia el suelo todo el tiempo.

Kenma intentó escapar de ese lugar como le dijo Sugawara, sin hacer mucho ruido subió al techo sabiendo que por lo que paso con el peli plata no podía escapar por las puertas al estar vigiladas, con cuidado y sin hacer mucho ruido iba caminando por los techos, no sabía dónde podría ir, no sabía si su madre seguía viva, no sabría que hacer pero no quería seguir en aquel lugar.

Al escalar otro techo, sus pies resbalaron, se deslizo y cayó al suelo dándose un fuerte golpe en uno de sus brazos, quedo inconsciente por el dolor y al despertar vio a un doctor que vendaba su brazo mientras hablaba con oka-san.

—Ahora me debes más, sabes los doctores cobran muy caro— dijo suspirando.

—Lo siento— se limitó a decir, no sabía qué hacer, ahora lo tendrían más vigilado que antes.

—Por cierto llego esto para ti— dijo con una carta en su mano mientras sostenía su pipa en la otra.

Kenma aún no sabía leer ni escribir, así que la mujer de edad le abrió la carta y la comenzó a leer, era una carta por parte del señor que les ayudaba que le decía que su madre murió justamente ayer, que le deseaba lo mejor y lo perdonará por no poder haberle ayudado más, Kenma ya lo sabía, sabía que su madre ya no sobreviviría mucho tiempo, le agradeció a oka-san mirando hacia el suelo llorando en silencio un poco.

Oka-san le dijo que tomará su tiempo y se retiró para ir a hacer sus cuentas dejándole la carta en las manos del peli negro, este al lograr levantarse se dispuso a cumplir con sus deberes porque oka-san le indico hacerlos, se encontró con la ahora reina del lugar la cual le miro con desprecio, desvió la mirada y esta se le acercó.

—Sabes pequeño, pagarías todo si tuvieras talento para ser una geisha— le dijo en tono burlón. —Pero eres feo y la verdad no llegarías a mucho con un rostro así—

—No necesita ofenderme— le respondió algo molesto.

—Tú no tienes derecho a discutirme— le dijo dándole una cachetada con fuerza tirándolo al suelo al agarrarlo desprevenido, aquella mujer era una despreciable.

Kenma solamente se levantó de su lugar y se fue corriendo fuera de la posada, después de todo en el día tenían permitido salir, suspiro profundo y se detuvo en un pequeño puente que dejaba ver un río que pasaba por ahí, irremediablemente las lágrimas empezaron a salir de sus ojos claros se limpiaba con su brazo bueno pero sus sollozos no paraban.

—Sabes, el día es hermoso como para que llores— le dijo una voz por el cual volteo a ver, era un joven de más o menos dieciocho años o eso calculaba, de cabellos rojizos o eso dedujo ya que el sombrero que usaba no le daba una buena vista. —Vamos por un helado—

—Pero señor presidente el teatro empieza pronto— dijo una mujer vestida elegantemente con un hermoso quimono.

—Eso puede esperar o vaya adelantándose si quiere— le dijo suspirando. —Entonces vamos— le dijo extendiéndole una de sus manos al pequeño.

—Está bien— acepto con una leve sonrisa, una sonrisa sincera, no sonreía desde que la única persona que lo trataba bien huyo.

—Bien toma es una nieve de fresa es muy deliciosa— le dijo sonriendo feliz. —Y ten algo de dinero para que puedas comprar algún dulce o algo de comida, pero con la condición de que si nos volvemos a ver sonrías como lo haces ahora— le dijo sincero.

—Se lo prometo— dijo con un leve rubor en sus mejillas sin dejar de sonreír, el joven le limpio con un pañuelo que tenía y se lo dio para luego retirarse.

Kenma había quedado fascinado ante aquel hombre tan amable, sonrió y fue al templo para poder poner en oración el único deseo que ahora tenía.

—Deseo por favor encontrarme con él de nuevo aunque sea convertido en una geisha— dijo en un susurro para luego dejar el dinero para la ofrenda y tocar las campanas, camino ahora con calma y una sonrisa, se esforzaría para poder verlo de nuevo aunque tuviera que vender su dignidad y orgullo convirtiéndose en geisha.

El camino fue largo pero no le desagrado, después de todo no quería llegar a su objetivo, guardo el pañuelo en su quimono de segunda mano y se fue a su habitación para guardarlo en un lugar donde nadie pudiera encontrarlo, sonrió de nuevo al recordar el rostro de aquel hombre de baja estatura pero con una sonrisa tan esplendida y brillante como el sol. Tal vez sería la única vez que lo mirará pero pudo conocer el amor, el amor a primera vista, el motivo de volver a vivir, de volver a renacer.

Fin del prólogo. 

Notas finales:

Gracias por leer~, nos veremos pronto en el primer capítulo. 

Hasta pronto. 

 


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