Miraba el ventilador del techo recostado boca arriba en el suelo, sentía la ropa pegada a su cuerpo aumentando su mal humor, y ni siquiera podía ir a la alberca a refrescarse hasta que cayera la noche pues debido a la fecha estaba cerrada.
Nunca había odiado la Navidad hasta ahora.
Aunque era una festividad católica-cristiana siempre la había «celebrado» con los Tachibana, ellos siempre le habrían las puertas de su casa en cualquier fiesta, era lo más cercano a un ambiente familiar que tenía y en los últimos años remataba acurrucado con Makoto en el sillón viendo alguna película.
Por primera vez estaba lejos de todo eso y estaba de muy mal humor, el calor australiano no ayudaba.
Sí, ir a la competencia había sido una oferta imposible de rechazar y resultó muy llamativo atestiguar el ambiente navideño australiano (había tomado bastantes fotografías de los muñecos de arena y de los Santa Claus surfistas) pero cuando llegó el momento de la convivencia se sintió nostálgico y había terminado encerrado en su cuarto, incluso rechazó la oferta de Rin de ir con Russell y Lori a celebrar.
Es que extrañaba mucho a Makoto, no recordaba cuando fue la última vez que había pasado tantos días lejos de él, si es que alguna vez había pasado varios días lejos de él.
Y como invocado por sus pensamientos Makoto acudió a él como siempre, cuando lo necesitaba.
Su teléfono empezó a sonar.
Rodó sobre sí mismo, su primer idea fue ignorarlo pero estiró la mano y lo tomó de la orilla de la cama, su corazón latió de modo especial cuando vio el nombre en la pantalla.
─Makoto ─contestó la llamada sentándose en el suelo.
─Hola Haru ¿cómo estás? ─la voz de Makoto fue muy reconfortante.
─Bien…
─¿Seguro?
Haru no respondió. Makoto suspiró.
─También te extraño ¿pero sabes?, allá no estás solo, Rin está contigo y estoy seguro de que sus amigos allá también quieren ayudarte a pasar un buen rato ─¿cómo sabía Makoto su estado de ánimo? Aceptaba que se conocían muy bien pero le sorprendía esto, le preguntaría a Rin cuando lo viera si le había dicho algo.
─Estoy bien ─insistió neciamente.
─A mi no puedes mentirme Haru ─su voz sonaba entre divertida y resignada.
Guardaron silencio unos momentos.
─Nunca hemos estado tantos días separados ─no le importó sonar como un niño pequeño.
─Lo sé ─respondió Makoto─ pero ya sabías que esto iba a pasar Haru, y las distancias y los tiempos se harán más grandes cada vez ─su voz se escuchó afectada en ese momento, Haru guardó silencio mientras Makoto jalaba aire─. Al menos en Australia tenemos casi la misma hora pero después… ─dejó el comentario al aire.
(El secreto mejor guardado de Makoto era un mapamundi grande con los usos horarios y las horas de diferencia con respecto a Japón).
─Lo sé ─respondió finalmente Haru con un suspiro.
─Además ¿cuándo vas a tener otra vez la oportunidad de nadar en la playa en Navidad? ─era algo que todos los amigos de Haru pensaban.
─Está bien, trataré de pasarla bien.
Ambos se extrañaban y eso era innegable pero al menos la idea de tranquilizar la preocupación de Makoto alentaban a Haru lo suficiente para salir de su encierro e incluso pedirle disculpas a Rin por rechazar su invitación.
Media hora después, luego de ducharse y ponerse algo más presentable llamó a Rin.
─Espero que tu llamada sea para disculparte ─refunfuñó Rin al contestar.
─… sí ─respondió Haru. Hubo un silencio en la línea.
─¿En serio?
─No.
─¡Haru! ─hubiera reído.
─¿Tu oferta sigue disponible? ─adivinó que Rin sonreía al otro lado de la línea.
─Quizás.
─Pero… ─Rin bufó.
─¿Pero qué?
─Quiero ir a nadar.
─Sí, no me extraña ─tenía voz de haber rodado los ojos─ iremos después de comer.
Haru suspiró.
─Está bien ─del otro lado de la línea Rin sonrió ampliamente.
─Iré por ti, estaré ahí en un rato.
Colgaron y Haru se guardó el teléfono. Extrañaba a Makoto pero eso no quería decir que no pudiera pasar un buen rato, tenía a un amigo ahí y debía disfrutar la experiencia, esta era su primera prueba lejos de casa y tenía seres queridos que le apoyaban. Todo estaría bien.