Cogí mi agenda de la mesita de noche y arranqué una hoja de ella antes de escribir una nota rápida, saqué la carta que había escrito hace una semana de mi cajón y salí de mi habitación. Ahora era mi oportunidad, era el momento perfecto.
Con las piernas comenzando a fallarme, logré llegar al baño principal del departamento. ¿Es aquí donde hyung las guarda, cierto? Suspiré y cerré mis ojos por unos segundos, estaba listo. Apoyé mi cuerpo sobre el lavado, y estiré mi brazo lo más que pude, intentando alcanzar el frasco de pastillas que estaba fuera de mi alcance. Logré envolver mis dedos alrededor del frasco y este rodó hasta el borde, pero no se cayó. Hice una pausa por un minuto, consciente del ruido que producirían las pastillas; sin embargo, no oí a nadie aproximarse. Suspiré de alivio antes de coger el frasco y mirar atentamente su contenido. ¿Me prometes que no dolerá? Giré la tapa, dejándola caer al suelo. Estaba decidido.
Vacié el contenido sobre la palma de mi mano y cogí el vaso de encima del lavado para llenarla de agua. Apreté con fuerza el puñado de tabletas que sostenía y las coloque todas en mi boca. Tomé varios sorbos de agua y trague con fuerza. Hice que cada pastilla pasara por mi garganta lo más rápido que pude, no conté cuantos fueron, lo intenté pero perdí la cuenta. Cuando terminé de tragar la última pastilla, me senté sobre el suelo, con mi cabeza apoyada en el frio azulejo del baño.
No tardaría mucho. Mis manos estaban empezando a temblar y me sentí tan cansado, mi estómago dolía. Sentí al vaso resbalarse de mi mano y el agua mojar mis pijamas. Miré alrededor del baño. Fue aquí la primera vez, ¿cierto? El primer beso. Aún podía recordar el sabor de la pasta dental en mis labios. Sonreí. Sí, que lo recordaba. “Te amo”. Era todo lo que había deseado oír pero- “Lo siento” La honestidad era una de las cosas que menos aplique con él. “Conocí a alguien más”
Había creído que era lo mejor pero el corazón quiere lo que quiere.
Odiaba la forma en cómo le hice cuidar de mí, habría consumido el resto de su vida si no hubiese hecho esto, él no lo merecía. Hacía esto porque lo amaba. Cerré mis ojos despacio, con la esperanza que lo sea por última vez.
Traté de recordar cómo eran las cosas antes; cuando estábamos lo sietes juntos. Cómo diferentes personalidades complementaban una con otra y cómo nos hicimos dependientes uno del otro. Éramos siempre los siete, y no podíamos verlo de otra manera. Sabía lo mucho que esto los lastimaría. Yo sabía que me iban a odiar por esto pero quizás, ellos intenten entenderme.
Pensé en Yoongi. En todas esas tardes en las que sin decir nada esperábamos que la noche cayera hasta ser iluminados solo por la luna y las estrellas. Simplemente tumbados allí, en la azotea, con la respiración tranquila pero con nuestros corazones siendo el refugio del otro. Fue en una de esas tardes en la que me di cuenta de lo enamorado que estaba de él. Y me tomó tiempo después darme cuenta de que él también sentía lo mismo. Pero la realidad te golpea cuando menos lo piensas. Mentiría si dijera que no lo intenté. Las esperanzas estaban puestas en ese viaje. Se lo diría cuando regrese porque traería buenas noticias. Quería creer que las cosas resultarían así. No lo fue. La palabra desahuciado rondaba por mi cabeza. ¿No me dejarías ni si quiera intentarlo?, ¿me llevarías así sin más? No había esperanzas para mí. No había esperanzas para nosotros. Un Te Amo nunca pudo ser tan doloroso. Una mentira nunca pudo ser tan fácilmente dicha. Intente tantas veces que venciera mi egoísmo y decirle la verdad. Pensé que un corazón roto y la distancia ayudarían. Solo incremento mi necesidad de amarlo más. Me pregunté si era correcto vivir así. Decidí decir la verdad. Media verdad, para ser honesto. Y pude sentir sus labios por segunda vez. Y eso era suficiente para asumir que fue lo correcto.
Pero hasta cuando se sentiría así de bien.
Evité pensar en los meses posteriores a ello. En donde todos sabían mi condición, en donde todos tenían que sacrificar cosas por mí, en donde yo destruía poco a poco la vida de la persona que amo. Lo odiaba.
Siete chicos destinados a dominar el mundo. Ellos eran mi familia, mi vida y lo último que cruzó por mi mente. Su imagen comenzaba a desvanecerse lentamente y pude sentir la falta de respiración.
Podía ver las estrellas.
Estaba casi libre.
Pero ellos seguían allí, nunca se desvanecieron. Nunca.
Sonrío.
Finalmente, estaba listo para morir.