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The Naked Truth in the Other Thruth por LumeWolf

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The Naked Truth the Viewfinder: The Naked Truth in the Other Thruth

Extra Dark Thruth (Parte IV)

 

 

 

Otro día más. Existía ansiedad relegada, por algo que sabía que no estaba del todo bien. La ausencia de Takaba le estaba inquietando, pese a que no parecía haber motivo aparente para preocuparse por ello. Por otro parte, al menos lo que quitaba un poco de cargada mente con la agenda de sus propias actividades, Yamakira se había puesto en contacto con él –de manera externa y cuidada de ser descubierto en aspecto alguno por Ryuusei Amon- y le puso al tanto de algunos mensajes de Rume en cuanto al negocio pactado noches antes y del pronóstico favorable de mejora en sus heridas con la que podría ser prolongada estadía en aquel lugar para reposar y recuperarse por completo.

 

Asami Ryuichi bebió del vaso de vodka por el que había optado en ésta ocasión; el regusto inquietante que le daba no tener noticias de Akihito le hizo preferir una bebida un tanto más fuerte. Takaba no había contestado siquiera sus mensajes de texto, además de dejar ir a buzón sus llamadas.

 

Tocaron a la puerta de su oficina y permitió la entrada de quien estaba al otro lado de la puerta. Kirishima.

 

-Asami-Sama….- la expresión un poco aprehensiva de su secretario puso en alerta al de ojos miel, mientras éste se acercaba a su escritorio con un paquete en sus manos; poniéndolo a su alcance sobre la pulcra superficie solo obstaculizada por documentación a la espera de su revisión y firma. Asami no tuvo necesidad de cuestionar en voz alta, puesto que la mirada que encaró a la de su particular fue suficiente para que le comprendiera –No va a gustarle.- aseguró, con una ligera mueca en sus labios, señalando con la mirada el paquete en sobre que aquel había abierto a falta de alguna inscripción.

 

El de cabellos castaños oscuros echó una ojeada dentro del sobre, frunciendo el entrecejo antes de vaciar el contenido sobre el escritorio… Sintió algo parecido al temor atenazando su pecho ante las llaves del apartamento con el distintivo llavero, el móvil, las lentes y la cámara de Takaba; cada pieza en una bolsa hermética. Casi pasó desapercibida la hoja doblada que quedó bajo el móvil. El silencio y gesto contrito de Kirishima le hacía pensar lo peor…

 

Hazme llegar a Rume y tendrás a tu chico de vuelta. No soy famoso por mi carácter ni paciencia, como tú bien sabes.”

 

Rezaba el pedazo de papel, con un número telefónico en una de las esquinas inferiores. No era necesario tener el nombre del remitente; difícilmente se podría ignorar la obviedad de quien lo había enviado.

 

Ryuusei Amon.

 

Asami vio rojo por unos instantes, el impulso primero fue constreñir y arrojar el papel a un lado, pero se contuvo a tiempo; mientras su mirada se mantuvo en la caligrafía y su mente trabajando en las condiciones en que estaba Akihito, si no habría recibido algún daño, categóricamente seguido por la inconcebible idea de delatar en manera alguna la localización de Rume…

 

La mirada de color miel espesa fue afilada, fría y letal, en cuanto la determinación de ir a por su amante sólo vio como viable el enfrentarse a Ryuusei, sin implicar al que aquel tanto desea pero que aún requería de recuperación y, además, se había retirado precisamente para salir de su alcance… Aun así, también temía el resultado subyacente de lo que podría pasarle a su Akihito si el otro se enteraba de su intención.

 

-Asami-Sama…- Kirishima captó su atención, entendiendo en claro los pasos de su jefe a seguir, respecto a Takaba; sin embargo, en su última comunicación con Yamakira, había una peticionada orden del que también estaba involucrado en esto –Ryoishirou-Sama debe estarse enterando por Yamakira-San en éstos instantes. Se me pidió advertirles si Ryuusei-Sama hacía algún movimiento de contacto sobre su persona, para tomar medidas…-

 

-¿Qué?- Asami se puso en pie, casi con un aura oscura abismal a su alrededor… La letalidad en la baja cuestión con su fija y fiera mirada en su secretario; ante la idea de su actual amante expuesto y la posible exposición del que una vez lo fue. Kirishima casi se arrepiente de lo hecho, pero no había cómo revertir lo ocurrido, sólo afrontarlo.

 

El secretario se enfrentó a su jefe, irguiéndose con resoluto respeto. El de cabellos castaños oscuros estuvo al punto de llenar el silencio con alguna mordaz expresión, cuando el móvil del elegante y letal hombre comenzó a sonar. Renuentemente apartó la atención de su particular y extrajo el móvil de su pantalón para averiguar quién llamaba. El número estaba protegido, no dejaría registro una vez terminada. El de cabellos castaños se debatió por unos instantes el responder, preguntándose si se trataría de Ryuusei, para presionar más su suerte… Tomó la llamada, antes que ésta se cortara.

 

-‘Ryuuichi…’- el inconfundible tono en que fue pronunciado su nombre al otro lado, nunca dejaría a dudas de quién era su interlocutor; inconscientemente relajó apenas un grado su molestia a lo efectuado por Kirishima –‘Tomaré la responsabilidad de las acciones de Ryuusei y hare que Takaba esté contigo de vuelta. Después de todo, es su obsesión hacia mí el que quiera afectarte para llegar encontrarme, usando al más joven…’-

 

-No irás a él, aunque Yamakira y tus hombres te acompañen. Tengo que ir personalmente por Akihito.- Asami, su voz barítona inflexible, determinada. Un ligero, casi desapercibido suspiro enmascarando un bosquejo de risa; era fácil imaginar la socarrona sonrisa en los labios del que estaba al otro lado de la comunicación.

 

-‘No puedo detenerte más de lo que no puedes detenerme tampoco…’- Ryoishirou, un conciliatorio acuerdo que no podía rebatir el otro –‘Estoy en camino. Les veremos en 35mins, fuera en el aparcamiento de tu oficina…. Sé dónde puede tener Amon a tu chico, así que te guiaré al lugar.’- no hubo necesidad de aguardar repuesta, cortó la comunicación; seguido del resoplar discreto del de cabellos oscuros, al haber sido condicionado de manera que no podía refutar pero que no le molestaba en realidad…

 

No como la nota de Amon…

 

-¿Asami-Sama…?- Kirishima aventuró…

 

-Prepara el auto, Ryoishirou estará aquí en menos de media hora.- Asami, comprobando su arma y asegurando su fácil acceso desde la sobaquera bajo su saco; también un par de cartuchos de recarga, por si eran necesarios…

 

-En seguida. ¿A cuántos de los hombres dispongo que nos acompañen?- Kirishima inquirió nuevamente. Por lo general no tendría que preguntarlo, la situación habría requerido a cuantos fuesen necesarios para traer de regreso a Takaba Akihito; como en el asunto con Fei Long… Sin embargo, ésta vez era distinto, puesto que Ryoishirou Rume estaba, aunque involucrado en algún aspecto, respaldando a su jefe.

 

Asami le miró de reojo un momento, terminando de alistarse… Estaba teniendo una idea clara de cuánta compañía traería Ryoishirou consigo mismo y, por tanto sería quizá demasiado temerario de su parte decir lo que estaba al punto… Pero, tal parecía, el de cabellos cobrizos no quería hacer de esto un espectáculo y tomar en serio su palabra de responsabilizarse de lo hecho por Ryuusei…

 

-Solo nosotros. Rume vendrá acompañado de Yamakira.- Ryuuichi, tomándose un momento para encender un cigarrillo, de la cajetilla guardada en el cajón del escritorio. Kirishima se crispó ligeramente; no le parecía seguro o prudente… Sin embargo, sabía que la apariencia juvenil y descuidada de Ryoishirou no reflejaba al astuto y letal hombre que en realidad era… Asami dejó ir el humo, tras una breve calada –Andando, no tardarán en estar aquí, no quiero demorarme para ir por Takaba…- indicó y señaló; dirigiéndose a la salida, con el cigarrillo en los labios; seguido invariablemente por su secretario que solo se limitó a asentir a la indicación.

 

 

 

 

 

 

 

La espera no fue mucha; aparcados a un costado de la entrada del edificio, un vehículo lujoso, negro con los cristales tintados, se acercó apenas unos metros, haciendo un par de cambios de luces, antes de continuar su marcha…

 

Marcando el camino.

 

El vehículo aparcado poniéndose en marcha prontamente tras aquel. El ocupante de éste no tardando el recibir  un mensaje del que estaba abordo del que les antecedía; a través de sus particulares.

 

-Yamakira-San quiere saber si podemos esperar un poco retirados de nuestro lugar de destino. Ryoishirou-Sama dice que va a despejar el camino más fácilmente si va por delante, dada la “situación”.- Kirishima. En otras ocasiones podría ordenar un poco las palabras y hacerlas más respetuosas para su jefe; pero al tratarse de aquel y de Asami; ni Yamakira ni él se sentían “inspirados” en cambiar las palabras que dirigiesen al otro con ellos de intermediaros… Serían viejas costumbres que, aunque se habían perdido un poco, no morían tan fácilmente.

 

Al de cabellos castaños oscuros, cuya mirada de miel espesa tuvo un filo frío por unos instantes; meditó por unos segundos, pese a la negativa que había saltado casi a sus labios… El de ojos grises tenía una legítima razón para la sugerencia. Después de todo el otro hombre no dispondría ningún despliegue en su contra; a diferencia de lo que tendría reservado para sí mismo, si no cumplía con la demanda de Ryuusei.

 

Kirishima aguadaba manteniendo comunicación, con el dispositivo inalámbrico de su propio móvil, con Yamakira; Asami desvió ligeramente su atención a la ventanilla, reconociendo edificios de negocios de menor calibre en el distrito que circulaban en ese momento… Negocios de prestamistas, usureros, etc. El recorrido desde sus propias oficinas no estaban más allá de 20 minutos siendo tan noche como ahora.

 

¿Takaba había estado tan cerca de él todo éste tiempo?

 

-Si considero que tarda demasiado iré por él y por Akihito.- comunicó a Kirishima, concisamente; y éste pasando el mensaje a su interlocutor, destinado a transmitirlo a Ryoishirou…

 

A pocos metros el vehículo frente al de Ryuuichi hizo un juego con las luces intermitentes traseras y la direccional, antes de adelantarse un poco más y aparcar frente a un edifico que no pareciera muy ostentoso, pero tampoco deplorable. Kirishima mantuvo el auto a la distancia, en el sitio donde le habían hecho el juego de luces; y en cuanto se estacionó en un espacio disponible; Asami puso toda su concentración en las figuras abrigadas que abandonaron el otro vehículo, antes de perderse de vista dentro del edificio.

 

Si había algo que a Asami Ryuuichi le molestaba, era tener que estar al margen de una situación que verdaderamente le interesaba; que le afectaba de manera íntima, al tratarse de su joven amante y del que una vez lo fue…  Sin poder reprimir el gesto de sus dedos crispándose en el reposa brazo de la puerta del vehículo, no pudo evitar pensar en que Akihito había estado siempre más a salvo en su vida como fotógrafo, hasta que se cruzó en su camino.

 

Indudablemente habría llegado a tener problemas con algunas de sus fotos o por su carácter temerario y hasta imprudente; pero no se habría visto arrastrado a las sórdidas entrañas del abismo en el que Asami había hecho su lugar… No se habría visto enredado en situaciones con Feilong o Arbatov… Ni siquiera ésta con Ryuusei…

 

¿Pero Asami Ryuuichi se arrepentiría, por ello, de querer tener a su lado a Takaba Akihito pese al riesgo? No.

 

El móvil timbró, el de ojos miel oscura inspeccionándolo tras extraerlo de su pantalón; número protegido. Descolgó la llamada y aguardó a verificar si era de…

 

-‘Ryuuichi. El edificio está despejado de subordinados, Amon debía prever tu llegada o la mía; así que es como un “juego limpio” de su parte. Te espero en la entrada, Yamakira está haciendo el barrido en la planta baja para descartar algunos recovecos que sé que tienen aquí.’- Rume. Cortó la llamada, sin aguardarle la respuesta; pero al de cabellos oscuros no le molestaba viniendo de aquel tal acción. Estaba apreciando la seriedad con la que estaba tratando el asunto de su amante; sin embargo, no podía evitar la pequeña duda de lo que saldría de ésta situación para el de cabellos cobrizos…

 

Sobre todo, por aquellas pocas frases que parecían infortunadas, al referirse a aquel ‘Ryuu’

 

 

 

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A sabiendas de que podía parecer cliché el esperar en su oficina el tener noticias de Asami o de Ryoishirou, para el momento que el primero recibiera la nota; fue otro motivo, de los suficientes que tenía, para no hacerlo. Por el contrario. Se habría quedado con el joven en la pequeña habitación también, por lo inmediatamente improbable de que le buscasen ahí en el sótano, precisamente; ante el énfasis inherente en la nota; pero era un punto en que estaba en completa ceguera del entorno, salvo por el móvil.

 

Por lo tanto, se instaló en la oficina de seguridad. Así tenía el dominio completo de las cámaras de vigilancia en las instalaciones; minimizando, según sus planes, el factor sorpresa que pudiera intentar Asami Ryuuichi para recuperar al joven de cabellos cenizos. El cual, en ese instante, estaba arrinconado en el sofá en la habitación.

 

Sí, pudiese ser exagerado, pero con todo y su carácter, quería que sus hombres trabajasen cómodos y estuvieran “contentos”… En la Yakuza si los subordinados estaban felices con los de mayor rango o sus Wakawashira (sin importar que éste pudiese ser a menudo un hijo de perra cuando se enfadaba) la lealtad y el compromiso hacia ellos era inquebrantable; de lo contrario, si alguien más quisiera arrebatar el rango y cuenta con el apoyo de la mayoría… Uno o todos esos subordinados son capaces de enterrar el puñal por la espalda.

 

Ryuusei contempló al joven que, arriba del sillón, estaba obstinadamente abrazando sus rodillas y fulminándole con esa mirada insolente tan propia de su juventud

 

El chico había aprendido rápidamente que no debía ponerlo de mal humor y sólo bastó un ligero toque de escuadra, cerca de su cuello, para persuadirlo a abstenerse de intentar escapar cuando lo trajo consigo hasta aquí. No es que pensara en hacerle daño, porque eso jodería por completo la idea de haberlo retenido, en primer lugar; sin embargo, esto no tenía por qué saberlo el chiquillo. Además de que, una vez dentro de la oficina de seguridad; sentado a la silla que facilitaba estar recorriendo los monitores; le bloqueaba la puerta por donde habían ingresado. Aparentemente la única vía de entrada o salida. Sólo sus hombres y él mismo sabían que, tras la hilera de lockers en el muro del fondo de la habitación existía una salida de emergencia. Razón de más para permanecer ahí.

 

El de los ojos cobalto apartó la mirada del joven unos momentos; viendo la hora en las pantallas y las imágenes de la entrada y los pasillos en los edificios. Todo despejado, todo desierto. Había despachado, atípicamente, a todos sus subordinados. Pero es que, aunque algunos (más que otros) supiesen bien de su irrazonable  obsesión por Ryoishirou Rume; no los quería en el medio ni montando una guerrilla sin cuartel en algo que él mismo estaría provocando, a título personal, ante sus acciones. Quisieron o no, habían tenido que retirarse; sirvió también la persuasión de disparar al pie a uno de ellos y motivarlos con la compensación monetaria de que tomaran esa noche para divertirse… Las cosas se iban a arreglar sin “incidentes”. Takaba Akihito había visto la escena, por lo que ayudó el que creyese que le dispararía también si quería jugarle alguna treta.

 

El tiempo estaba pasando. A decir verdad, el de cabellos negros, sabía de ante mano que Asami no iba a ponerse en contacto. ¿Por qué? Porque tenía la certeza que, de estar él en esa posición, sólo iría personalmente a por lo que es suyo

 

Oh, el habría ido simplemente tras Rume, de éste no haber salido de su rango de alcance… Y dado que la paciencia nunca había sido su fuerte, estaba forzando éstas circunstancias para poderlo atrapar.

 

Así pues solo era un ardid, más que nada, para que Ryoishirou entrara en contacto con él. Tenía la seguridad que Asami llegaría al edificio, seguramente informado por Yamakira en cuanto le hiciera saber de la nota y la retención de Takaba. Rume, entonces, estaría marcándole para increparle sus acciones contra el otro, quizá hasta defendiendo al amante de éste; pero dándole tiempo de ubicar su paradero si mantenía una larga llamada…

 

El ligero sobresalto que hubo por parte del muchacho, con el que compartía la habitación, le hizo mirarle por un segundo, antes de seguir el trayecto de la mirada de este sobre los monitores de vigilancia; particularmente el de la entrada…

 

Un par de figuras trajeadas, una más alta que la otra, ingresaron con confianza en el edificio. La de menor estatura tomándose un momento, tras un gesto de inspección visual a su entorno, sacando la cajetilla de cigarrillos y un encendedor de tapa del interior de su saco, extrayendo uno de ésta… Dándole tres golpecitos en el dorso de su mano enguantada antes de aprisionarlo entre los labios, encendiendo el cigarrillo y luego guardando los suministros de nuevo en el bolsillo.

 

La lánguida, lenta calada, que le siguió la parsimoniosa exhalación de humo… Mientras el fumador dio una instrucción al que le acompañaba; asentido por éste y apartándose de su lado; antes de dirigir fijamente la mirada a la cámara que lo enfocaba.

 

Amon no lo podía creer…

 

 

 

 

 

¿Esa persona no era…?

 

Akihito se exaltó al ver movimiento en las pantallas, después de lo que parecía una eternidad de solo imágenes vacías y fijas… El salto en su corazón habría sido de esperanza y miedo, también anticipación, pensando que sería Asami; pero no fue así. Tardó unos momentos en reconocer, al menos, a uno del par de sujetos en la pantalla; sin embargo, aún y estando retirado del panel principal de los monitores, el que estuviese a color la imagen, permitió ver los reflejos rojizos del cabello elegantemente largo y “desordenado” por los quiebres naturales de las hebras…

 

Era el sujeto con el que Asami había salido del Sion algunas noches atrás…

 

Aquel sujeto se preparó un cigarrillo del que dejó ir una lenta exhalación de humo; haciendo que su acompañante se pusiera en marcha, antes de dirigir la mirada directamente a la cámara de seguridad que lo enfocaba…

 

Para Takaba, fue un ambiguo Dejavú…

 

Le sorprendió, para sí mismo, la confianza y frialdad que podía transmitir esa mirada en una persona que no parecía ser más mayor de lo que era él mismo; pese al aspecto desenfadado aunque elegante. Pero pronto se percató que no era el único impactado con la llegada de esa particular persona; el otro que le acompañaba, aunque fuese más alto y con cierto porte, no opacaba esa presencia letal del que parecía tan joven.

 

Hubo una increpación vociferada, haciendo respingar a Akihito por el exabrupto, en el instante que la pantalla que enfocaba al de cabellos castaños quedó en negro.

 

La cámara fue desconectada.

 

El que había pasado desapercibido, hasta cierto punto; ante la persona de menor estatura; se movía con conocimiento de antemano de cada cámara en el recibidor, puesto que no había sido detectado ningún movimiento destacable en cualquiera de los respectivos monitores hasta que éstos quedaban en negro repentinamente.

 

-¡JÓDETE YAMAKIRA!- el de cabellera negra, Ryuusei, gritó con furia; dando un violento golpe con el puño a la mesa del equipo de vigilancia… Su mirada cobalto escaneando frenéticamente las cámaras aún activas; buscando ubicar a los intrusos.

 

Takaba vio a ese alto hombre lucir peligroso, salvaje… Trató de permanecer quieto, que no notara su presencia –que parecía haber olvidado en ese momento-, porque tenía la sensación de que podría cargar en su contra si llegaba a emitir un suspiro siquiera…

 

Aquel hombre conocía a aquellos otros, quizá había estado esperando –como el propio Takaba- a que se presentara Asami en persona. Sin embargo, Akihito, no podía imaginar siquiera el por qué entonces estaban estos aquí, y dudaba que el de ojos miel espesa enviara a alguna otra persona que no fuesen de los guardas de siempre o Kirishima; si es que en verdad había algún motivo acuciante para no mostrarse en persona, de primera mano…

 

Y, aquel de cabellos cobrizos, estaba lejos de parecerle alguien que siguiera una orden… Acaso podría estar colaborando con Asami –puesto que pudo ver que se conocía con bastante afinidad con aquel-… ¿Pero qué ganaría en todo esto…?

 

El peligroso hombre con el que compartía aquel espacio, mascullaba algo ininteligible mientras manipulaba la consola de vigilancia, tratando infructuosamente de conseguir nuevamente algún punto de visión en el vestíbulo del edificio. Las pantallas permanecieron oscuras y las activas dejaban muchos puntos ciegos… Fue entonces que la mirada cobalto se volvió salvaje hacia el más joven en la habitación; Takaba contuvo la respiración, mientras observó a aquel apretar la mandíbula y los puños… Conteniéndose, sin duda, pero esto sumaba una incógnita más a la lista de ¿Por qué?

 

-Ni un ruido…- fue la baja, inquietante, advertencia que le lanzó el de ojos cobalto…

 

 

 

 

Aunque a Ryuusei le habría gustado decirle al joven quién era éste aparente que había llegado, tal parecía, a su rescate… Sabía que no era buena idea que éste muchachito entrara en alguna especie de exaltación emocional (cualquiera que ésta fuera). Y lo tenía en claro, dada su muy propia experiencia en frenesí emocional

 

 

 

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Asami llegó al interior del edificio, aguardado de manera tranquila y desinteresadamente elegante por el de cabellos cobrizos; que fumaba un cigarrillo con aire casual, pese a que la mirada grisácea era la evidencia de los pensamientos quiméricos fríos, analíticos y despiadados. La socarrona pero suavizada sonrisa que le dirigió, al dejar salir el humo de entre sus labios, apartando totalmente el cigarrillo fue su recibimiento.

 

-Yamakira ha desconectado las cámaras de éste piso y está revisando algunas de las oficinas y habitaciones aquí. Amon debió tener una fuerte sorpresa de que me presentara personalmente; pero el verdadero factor sorpresa aquí, es que no sabe que también tú lo estás. Solo necesito confirmar en qué parte del edificio estarán; desafortunadamente no será un blanco fácil… O no habría llegado hasta el puesto en el que está en la organización.- Ryoishirou; sacando la cajetilla de cigarrillos y el encendedor de su saco; ofreciéndole tabaco a aquel. Pero Asami declinó, por ésta vez, con un ligero gesto; permitiendo que el otro guardase los elementos.

 

-Ryoishirou-Sama…- Kirishima, que iba acompañando al de cabellos castaños oscuros, se atrevió a hablar al de menor estatura; obteniendo la atención de la pálida mirada –Si está bien para usted y Asami-Sama, podría ayudar a Yamakira-San para acelerar la búsqueda.- sugirió. No podía externar su duda sobre porqué aquellos parecían conocer demasiado bien la distribución del edificio; porque, pese a que no era ajeno a que la relación del hombre de apariencia joven con aquel Yakuza, no le parecía que frecuentara el lugar de trabajo de Ryuusei Amon…

 

-Por el momento no, permanece con Asami. Si confirmo mi sospecha, entonces irán por otra ruta antes que nosotros lleguemos donde se encuentran Takaba y Ryuusei.- Rume negó ligeramente, volteando a ver directamente al alto hombre a su lado; esperando si tenía algo que decir respecto a la confianza de dar instrucciones al subordinado ajeno. Ryuuichi lo miró seria, fijamente, por unos instantes; había tensión disimulada en su faz, quizá mucha molestia (aventuraba el pensamiento, Ryoishirou), pero terminó asintiendo silentemente a lo que había dicho.

 

Le era significativamente grato mantener la confianza de éste peligroso, elegante, hombre; como él no tenía reparo alguno en haberle dado la suya propia, de ser papeles inversos ésta situación.

 

 

Kirishima asintió levemente, mientras la mirada de miel espesa estaba fija y profunda en ese aparente joven, astuto y letal hombre… Asami no pudo evitar la ligera muestra de sonrisa en sus labios pese a toda la disconformidad que estaba sintiendo ante la situación; pero en verdad aquel…

 

-Hablando así, no pareciera que te dedicas a los negocios relacionados con el arte…- Ryuuichi, comentando apenas…

 

-La estrategia en las confrontaciones son otro tipo de arte también.- Rume rebatió fluidamente; por lo bajo, ligero intercambio entre ellos…

 

-Ryoishirou-Sama, Asami-Sama…- vino la respetuosa intervención –Vacíos los cuartos y habitaciones… Incluidas las del descanso. Deben estar en alguno de los pisos superiores; desconecté el suministro principal de las cámaras de seguridad.- Yamakira.

 

-Bien. Kirishima y tú vayan por arriba, sabes a dónde. Ryuuichi, acompáñame a la escalera de incendios… Recordemos un poco de aquellos viejos tiempos.- los ojos grises se afilaron en dirección al alto hombre; tras la indicación a los secretarios de ambos. Éstos, versados en el conocimiento de sus propios jefes y la interacción de ambos; procediendo a adentrarse en el edificio. Yamakira encabezando. Había cierta interrogante en la mirada de miel espesa, pese a la confianza  –Amon no habría escalado tanto en su grupo de ser solamente impulsivo como siempre se comporta alrededor….- comentó, sobreentendiéndose que significaba “alrededor de él” –Así que su prioridad mayormente estará en tener una salida segura. Solo tomaremos la oportunidad, cuando piense que puede retomar ventaja al haberlo dejado “ciego” de nuestras acciones.-

 

Ajustándose la gabardina que llevaba en esa fresca noche, al igual que el otro, el de cabellos cobrizos volvió a la intemperie. Con el andar tan seguro y resuelto, que nadie imaginaría por lo que aquel debía estar atravesando físicamente. Asami lo siguió de cerca, rodeando el edificio hasta el callejón al costado, donde la vieja pero resistente herrería de las escaleras de emergencia se divisaba.

 

-¿En verdad te encuentras bien para hacerlo?- Asami. Lo había olvidado por unos momentos, el que aquel aún estaba convaleciente de profusas heridas; por la resolución que mostraba, por su desenvolvimiento y desentendimiento de sus propios dolores, por la seriedad con la que estaba ahí para respaldarlo… Recordó sólo en el instante en que la tensión acudió a los hombros de aquel, al abrir la puerta del edificio, el casi inadvertido paso de vacilación con la apretada mandíbula… disimulando el malestar con reafirmar el cuello de la gabardina.

 

Aquel le miró de manera afilada, socarrona, como lo fue también la sonrisa…

 

-Dije que tomaría la responsabilidad de las acciones de Ryuusei. Puedo lidiar con esto. Hay un Dragón al que tengo que poner en su lugar ésta vez.- Ryoishirou alegó; en su mirada gris afilada un destello determinante, casi frío, mientras la sonrisa socarrona se acentuaba en la sutileza con que se dibujaba en sus labios; y, sin embargo…

 

 

 

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Sus sentidos estaban en ebullición, furia y desconcierto principalmente. Ryuusei, en un arranque, realmente había roto una de las pantallas con su puño... Había vislumbrado en uno de los pasillos a Yamakira, antes que éste desconectara la respectiva cámara en el sitio. No tenía ninguna duda. No estaban tomando el camino a su oficina, sino a esa habitación de vigilancia.

 

¿Cómo lo sabían? Ryoishirou o su particular, jamás habían estado ahí… ¿El de cabellos cobrizos tenía un infiltrado en su grupo? No le parecía, pero no podía descartarla tampoco; y, si lo hacía, la cuestión sería más inquietantemente persistente.

 

Preparó su arma y comprobó los cartuchos que traía consigo; no se le antojaba la idea de herir al de ojos grises –sobre todo porque no había pasado suficiente tiempo para que estuviese repuesto de las profusas que ya tenía desde que salió intempestivamente de América-, aunque le importaba poco darle una lección al secretario por tocarle las narices con lo de su infiltrado.

 

El de cabellos oscuros miró de soslayo al muchachillo que estaba completamente quieto en el sofá; seguramente sobre entendiendo sus gestos y sintiendo el aura asesina que lo rodeaba ante su descomunal molestia; la mirada almendrada clavada inquietamente en el arma.

 

-Ponte de pie.- fue la seca orden que le dirigió, no obteniendo ninguna objeción del joven (era seguro que no iba a provocar a un hombre que pensara que podría dispararle); más la mirada osada y desafiante no pudo ser del todo reprimida por aquel, al acatar su orden.

 

El de ojos cobalto le hizo un ambiguo gesto –con el arma- de que se apartara hasta la pared del fondo; antes de mover el sofá, a punta de patada, bloqueando la puerta.

 

 

 

 

Takaba dio un respingo, por el violento golpe del impulso para conseguir tal objetivo. La mente del joven fotógrafo estaba repleta de vertiginosos pensamientos; la incertidumbre creciente de los motivos de éste salvaje hombre para intentar haber atraído a Asami, aunque terminaran llegando otras personas que –aun así- también conocía… El de cabellos cenizos se esforzó enormemente en mantener un empecinado silencio, dado la violencia que aquel demostraba hasta por lo más mínimo; con el mobiliario, con sus propios subordinados... y, pese a que entendía que estaba siendo –nuevamente- una moneda de cambio; con éste sujeto no estaba muy dispuesto a tentar su suerte. Porque podría ser que llegar el mal instante que a éste individuo le diera totalmente igual.

 

-Nos vamos.- Akihito tuvo el impulso de apartar su brazo, cuando aquel lo sujetó del codo; pero la fiera mirada cobalto le hizo recapacitar; sin embargo…

 

-¿Cómo…?- no pudo evitar que se le deslizara la pregunta, mirando desconcertadamente hacia la única salida ahora bloqueada. Aunque no obtuvo una respuesta en particular, sino el tirón hasta estar frente a un par de puertas del conjunto de casilleros contra la pared.

 

El de cabellos oscuros abrió con una pequeña llave, sacada del bolsillo de su pantalón, uno de los casilleros… O eso es lo que había pensado Takaba hasta que la puerta de ésta se apartó, unida a la que parecía el casillero contiguo, revelando así que era un espacio vacío, del ancho de una puerta normal; al fondo de lo que debieran ser ambos casilleros, estaba otra puerta. La que, seguramente, debía conducir a las afueras…

 

-Mucho cuidado con intentar salir corriendo por ahí…- le hizo una enérgica advertencia, remarcada con la fiera mirada cobalto –Ahora…-

 

-Ryuusei-san.- llamaron desde el otro lado de la puerta.

 

 

 

 

Amon rechistó, mirando con una mueca ilegible más allá del fondo iracundo.

 

-¡Apresúrate!- tiró del brazo del jovenzuelo, apurándolo; pero modulando el tono para intentar no ser escuchado por Yamakira… Era inconfundible la voz como en su forma de dirigirse a él.

 

Se escuchó que intentaron abrir la puerta bloqueada con el sofá; el chico de cabellos castaños cenizos mirando con la ambivalente esperanza que podría presentarse una oportunidad de irse; la perspectiva de considerarlo sin una distracción de por medio, sentía que podría costarle caro

 

-Ryuusei-san, deje ir a Takaba en estos momentos. Ryoishirou-sama considerará hablar con usted en cuanto el joven esté con nosotros.- al otro lado de la puerta.

 

El alto hombre, pese a todo el caos en su interior, se recriminó mentalmente haber estado casi tentado con la idea; sin embargo, si el de ojos grises solo le estaba dando algunas “negociaciones” a través de Yamakira y no por su propia voz, podría creer entonces que la consideración de hablar sería sólo cuando de Rume lo estableciera, nada que fuera en ése instante y tampoco garantía de que no tuviese preparado retirarse a donde sea que lo mantuvo fuera de encontrarle pista, para seguirlo…

 

Guio bruscamente al jovenzuelo que tenía sujeto, a la salida de emergencia oculta, abriendo la puerta casi en el mismo instante en que se escucharon repercusiones de bala en la cerradura de la entrada a la habitación. Takaba desconcertado sobre a quién se refería el hombre tras la puerta con Ryoishirou-sama… Ryuusei miró por un instante hacia atrás, cerrando la falsa puerta de casilleros a sus espaldas para despistar a los que estaban por entrar en el espacio de vigilancia, sin perder el control de agarre en el de cabellos castaños cenizos; pensando en lo que debería hacer para cambiar el curso que había tomado su plan original; apremiándolo a bajar los escalones de la ruta de incendios, pero…

 

-¡Asami…!- Akihito, en su exclamación se mezclaba la sorpresa y el alivio que sintió al verle…

 

 

 

 

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-¡¿Qué…?!- Ryuusei se volvió ante la invocación del joven que tenía sujeto por el brazo. La expresión en su rostro un poema lleno de matices, mientras su mirada recorrió los rostros ante ellos; justo algunos peldaños debajo de los escalones por el que estaban saliendo del edificio.

 

La mirada cobalto quemó en la suya propia, más relegó cualquier emoción en ello; su mano se mantuvo estable y firme al alzar su arma y apuntarlo, con su otra haciendo un tranquilo gesto al imponente hombre a su lado; cuya seria y mordaz mirada estaba dirigida en el otro alto, que tenía aprisionado al sujeto más preciado por el que estaba ahí… En arco reflejo la pistola del que estaba en los peldaños altos con el más núbil de entre todos ellos, también le apuntó.

 

-Es suficiente. Deja al chico, Ryuusei, y terminemos las cosas lo mejor posible por ésta noche. Asami hará una indulgente excepción sobre éste incidente, llevándose a Takaba ahora.- Ryoishirou; la mirada afilada, pálida y fría, calculadora, como lo era su expresión en ése instante, despojada de socarronería. Demostrando, ante el otro, el grado de su disgusto por sus acciones.

 

 

 

 

 

Asami habría querido decir y hacer más que el solo estar ahí, parado junto a un antiguo amante que estaba rescatando al que lo era ahora. Sin embargo, Rume le había solicitado mantenerse al margen porque ya tenía planes en mente, aunque sin darle ningún detalle; salvo que necesitaba acaparar toda la atención de Ryuusei Amon, ‘para que no siga cometiendo más estupideces’ según sus palabras.

 

Era una enorme prueba a su voluntad, pero estaba dispuesto a ello,  porque confiaba en el aparente joven a su lado y con tal de que Akihito estuviera fuera del peligro y de regreso junto a él, estaba dispuesto a probar aquel desconocido plan; pese a lo mucho que le enervara la sangre mirarlo retenido por el otro, mientras el joven tenía sus almendrados ojos en él… Suplicantes, aún si Takaba se negara después a admitirlo.

 

 

 

 

Anonadado era un eufemismo en ese instante. No solo por la situación en sí, sino por cómo se suscitaron las cosas hasta el momento… Revirtieron sus planes, sabían la ubicación de las cámaras de seguridad y de la posibilidad de haberse quedado en la habitación de vigilancia por tener ésta ruta de escape; el que la desconectaran solo había sido para mantenerlo ajeno a que éste hombre eternamente joven no estaba dentro del edificio. Podría, incluso, sólo estar Yamakira al otro lado de la puerta a su espalda… O acaso también estaría el particular de aquel otro…

 

La mirada cobalto fue entonces a la de miel espesa; no perdiendo la sujeción, en instante alguno, del joven fotógrafo… El sonido del corte de cartucho trajo nuevamente su atención a los orbes grises y afilados; su propia mano armada, como la de aquel, manteniendo una férrea firmeza mientras apuntaba a la cara del contrario. Ryuusei sabía que podría vacilar, llegado el momento, si tenía que herir al de cabellos cobrizos; pero estaba seguro de que Ryoishirou no se contendría ésta vez, ya que en el hotel, las noches pasadas, no había dudado en accionar su escuadra.

 

-Por su puesto… Pero tienes que ser tu quien venga conmigo entonces, corta toda relación con él y no habrá razón para molestarlo otra vez.- Amon, contestando a las palabras que Rume le había dirigido; acercando más hacia sí al joven con él. Obteniendo una queja ligera, por el repentino movimiento; pero ahora tenía en su mirada almendrada un genuino desconcierto sobre el giro que daba en su cabeza el motivo de su retención.

 

 

 

 

Akihito miró alternadamente entre éstos hombres; estaba nervioso e intranquilo por la posibilidad de quedar entre fuego cruzado y que le dieran muerte en el enfrentamiento… Pero ante aquel intercambio de éste llamado Ryuusei Amon con el de cabellos cobrizos que lucía casi tan joven como él; lo hizo replantearse, conmocionado, por el motivo de ser moneda de cambio… ¿El plan de éste salvaje sujeto había sido con la intención de que Asami le entregara a esa persona? ¿Por qué? ¿Qué tipo de relación tienen como para que, éste que lo retenía, pidiese que cortaran sus lazos?

 

Se encontró con la mirada de Asami, quien parecía defensivo ante tal petición para que le dejaran ir…

 

 

 

 

En la lozana faz que había estado desprovista de expresión, ajeno a su molestia, se dibujó una lenta, despectiva y socarrona sonrisa; el imposible filo de la mirada grisácea parecía tan mortífero y frío como el acero de una katana.

 

-No compares tu posición con la mía, Ryuusei. Te estoy puntualizando que entregues al muchacho, no negociando.- Ryoishirou hizo un ligero gesto con su arma, enfatizando el punto; viendo el relámpago de furia cruzar por la faz de aquel dragón; había conseguido el efecto que necesitaba… Sólo tenía que soportar un poco más su cuerpo ante lo que estaba por hacer –Además…- miró brevemente al jovenzuelo que tenía su atención en quien estaba a su lado; aunque, por esos breves instantes, su almendrada mirada de fijó en la suya –Algunas relaciones no están destinadas a romperse…- con su mano libre hizo un rápido movimiento, tirando de la corbata del Ryuu a su lado; intercambiando miradas pese a lo intempestivo que le resultara al otro su gesto, aunque hubo un atisbo de comprensión, justo antes de arrebatarle…

 

Un último beso…

 

 

 

 

 

El de cabellos cenizos sintió su mundo tambalearse en su interior ante tal escena; pero el de cabellos oscuros vio rojo en ese instante… Ryuusei cambió la dirección en que apuntaba su arma; Takaba, de manera inquietante, no encontró su voz para advertir ésta vez…

 

Y todo lo demás, pasó en tan solo un instante.

 

4 disparos resonaron en el estrecho pasillo, una estridente imprecación como eco de éstos; el agarre que lo retenía se perdió, para ser sujeto entonces por otras manos, ésta vez estabilizándolo. El momento le pareció a Akihito tan irreal; miró a quien le había atraído a retroceder, desde sus hombros, encontrándose con Kirishima y el otro sujeto, (que sólo podía suponer) que era el tal Yamakira, alejando cualquier arma del alcance de Ryuusei… El peligroso hombre que estaba sangrando profusamente del brazo en que había sostenido la pistola antes.

 

-¡Takaba…!- Asami había acortado la distancia de aquellos peldaños; sustrayéndole de las manos del secretario, para apretarlo contra su cuerpo…

 

Al sentir el calor de éste hombre, oler su familiar colonia, el muchacho comenzó a temblar incontrolablemente; cuando su mente dio paso a comprender los disparos tan cercanos, sobre todo, después de ya haber tenido desagradables experiencias cuando las armas de fuego eran percutidas a su alrededor.

 

Buscó el rostro del que lo apretaba en su abrazo, encontrando la espesa miel de su mirada un tanto distorsionada… Respingó apenas al contacto en su rostro, sin haberse dado cuenta de sus propias lágrimas hasta que el alto hombre se las enjugó con sus dedos. Sin importarle en esos momentos lo que había presenciado, se aferró a los hombros de éste hombre que había despertado en él cosas que nunca habría soñado siquiera en sentir con tal intensidad hacia otra persona…

 

-¡Asami…!- la voz ahogada en emoción, de Akihito, mientras se abrazó al invocado; fue conmovedor…

 

 

 

 

 

Observó a la pareja, conteniendo la respiración unos instantes antes de bajar su arma –que había mantenido en posición aún después de haber disparado-; se planteó el guardarla en la sobaquera oculta por su saco y abrigado, pero simplemente no podía soltarla todavía…  Enmascarando sus pensamientos y el padecimiento por movimientos inapropiados a su condición física; antes de subir los pocos peldaños que le mantenían a distancia de donde el resto estaba. La mirada cobalto quemaba sobre su persona, pero lo ignoró por completo, dado que establecía su punto sobre la jerarquía de mando que aquel había estado ignorando y pretendiendo sobrepasar entre ambos.

 

Amon estuvo por decir algo, refrenado por Yamakira que estaba asistiéndole con torniquetes para frenar el sangrado. Rume mantuvo su atención en los otros, con los que casi se había puesto a la par…

 

-Será mejor que se retiren a descansar. Me haré cargo del desorden aquí.- comentó con calma, esos matices curiosos de desenfadada fachada pese a la sangrienta escena; aunque no había sido nada mortal. El muchacho aquel soltó a Asami, apartándose un poco para encararle… Ryoishirou no pudo más que sonreírle afablemente, procurando no mostrar las tonalidades socarronas de antes; ya que a éste chico no le tenía ninguna mala voluntad –Takaba Akihito-kun… Lamento que haya sido de ésta manera y circunstancias el conocernos; pero te doy mis sinceras disculpas por las acciones de éste sujeto… - miró de soslayo, despectivamente, hacia el que estaba a medio recostar en los escalones y soportando los dolores de  las heridas –No volverá a hacer un problema para ninguno de ustedes.- categóricamente, no hizo por presentarse formalmente –Kirishima, te lo encomiendo.- añadió al secretario de aquel –Yamakira…- se quedó en intención lo que estaba por decirle a su particular…

 

-Ryoishirou…- Asami, en su llamado había cuestionamientos que, entre ellos, no había necesidad de formular para su comprensión.

 

 

 

 

-¿Qué fue lo que pasó aquí? ¿Asami, porqué tú… ellos…?- Takaba estaba confundido, sus manos estrujando los pliegues del abrigado del nombrado…

 

¿Éste que era tan letal y lucía tan joven, era el mismo Ryoishirou-sama del que había escuchado antes…?

 

El joven de cabellos cenizos estaba tratando de procesar toda ésta información y la manera en que éste personaje les había dicho aquello, como quien pide disculpas por derramar una taza de café… Explotó en su cabeza los pensamientos que habían consumido su mente aquella noche en que vio a Asami y a éste Ryoishirou saliendo de Sion, la forma en que éste de ojos claros y grises se había tomado una libertad tan abierta para atraer al de ojos de miel espesa…

 

 

 

 

-¿No le darás una respuesta…? ¿Qué sepa que… ustedes fueron: amantes…?- definitivamente, era como una bestia herida, atacando por puro instinto y orgullo; queriendo lastimar de la misma manera en que… Un nuevo disparo  -¡AGH! ¡HIJO DE…..!- el de cabellos oscuros, sosteniendo difícilmente la nueva herida sufrida.

 

-¡Ryoishirou-sama, es suficiente…!- Yamakira, en ese instante, no pudo evitar intervenir; porque, de haber querido su jefe matar al Yakuza, lo habría hecho desde el primer tiro… Sin embargo, el mayor sangrado ocasionaría dificultades.

 

-Eres verdaderamente imposible, Ryuusei…- la mirada letal y pálida, enfatizaba el destello de algún haz de luz perdida en el arma que sostenía Ryoishirou en dirección al nombrado. Le había disparado en  la pierna por su innecesaria intromisión. El de cabellos cobrizos aligeró su expresión para volver a encarar, principalmente, al de los ojos almendrados; viendo cómo era sujeto con gentil firmeza por Asami, ante el aturdimiento del joven –Es agua pasada, Takaba-kun, pero eso no evita que sostengamos la camaradería y hagamos negocios juntos; puesto que por negocios, fue que nos conocimos en primer lugar. Lo de recién ha sido para llevar a éste…- cerró momentáneamente los ojos, ocultando muchas cosas en ello; sus emociones por la situación, su malestar físico por las heridas –Ésta bestia a la distracción que se logró para sacarte de su poder. Reitero que me habría encantado conocernos, bajo otras circunstancias.- ésta vez miró al alto hombre junto al joven –Asami…- le hizo una ligera inclinación de cabeza, tras el breve intercambio de miradas, que el otro fácilmente le interpretó como su manera de disculparse por todo lo acontecido y que no tenían que quedarse por más tiempo –No les entretengo; deben estar exhaustos.- se despidió, a su manera.

 

Asami tenía la ligera reticencia de retirarse precisamente por lo exhausto que estaría quien había dispuesto finalizar así las cosas, aunque el joven al que sostenía era una fuerte motivación para tomar la palabra del de cabellos cobrizos; miró brevemente hacia Ryuusei y Yamakira –quien seguramente había hecho algo más que torniquetes para acallar al hombre que le devolvió la mirada de manera oscura-, el particular de Ryoishirou ofreciendo una respetuosa inclinación en la despedida, pero manteniéndose firme a las acciones que tomara su jefe. Su propio secretario aguardando a poca distancia, atento, en espera…

 

-Kirishima, nos vamos.- concluyó el alto hombre de mirada miel espesa; a sabiendas que sería ya poco por hacer para cambiar los planes del de pálida mirada; manteniendo estrechamente a su lado a Takaba…

 

-¿Asami…?- el de los ojos almendrados inquieto, intrigado, entre el entendimiento que, de alguna manera, existe entre éstos hombres a su alrededor, que pesa a todo han compartido la oscuridad… Lo cual los compenetra de una forma u otra.

 

El nombrado asintió; despidiéndose brevemente del que comparte su línea en el oficio; tomándose un momento respetuoso con el jefe de éste, que representa una autoridad todavía para él, en cierto sentido. Fue entonces a tomar camino para preparar el vehículo; mientras duró un solo parpadeo más la despedida entre los que más se habían entendido entre sí, antes que el elegante y peligroso se fuera con el que le era importante; ese jovenzuelo con una luz tan impropia de los que, ahí reunidos, eran abismales.

 

Fue como si algo ahí hubiese terminado en aquel momento y sin embargo siempre existiría una estrecha camaradería…

 

Ryoishirou aguardó unos instantes, viendo aquellos perderse entre las betas oscuras de ese callejón, acentuadas por la mala iluminación de las farolas; a su cuerpo le recorrió un escalofrío de dolor y cerró los ojos unos instantes, obligándose a contenerse, soportar un poco más; aunque ya estaba en su límite. Sin embargo, tenía cosas que terminar ahí y tenía que mostrar el temple que lo llevó a estar asociado a la élite del bajo mundo. Tomó una respiración, medida entre el vendaje ajustado en su cuerpo; oculto por la indumentaria; por fin guardó el arma en la sobaquera y extrajo del bolsillo interior su gabardina el móvil que había esperado no tener que usar alguna vez… No porque fuera situación grave, o porque al otro lado de la línea pudieran tratar de tener una ventaja sobre sí. La realidad, era sólo que no había querido mezclar su estilo y negocios con aquella otra parte perdida de su oscuro mundo. Marcó el único número en éste, volviéndose entonces hacia Yamakira y Ryuusei; observando a éste de manera fría y despectiva, mientras fue atendido en el segundo tono.

 

-Ojisan*… Tomaré por un tiempo prestado a uno de tus dragones; ya sabes cuál… He sido demasiado displicente en su osadía, pero ya necesita disciplina… … No ésta vez, lo dejaré de una pieza, si aprende algunos modales. Retira al resto de tu personal en breve, no quiero más indiscreciones de las que ya he tenido que soportar las pasadas noches y menos que sepan tan a fondo… Bien, te lo agradezco. Tendré otro juego de móviles para  contactarnos alguna vez… … Hasta entonces.- sin apartar su mirada de los cobaltos que mantenían fiereza, intriga, posesión, cierto nivel de desconcierto, resentimiento y dolor; todo entremezclado; rompió el móvil y guardó los pedazos en el bolsillo del que había salido en primer lugar –Amon… Estás relevado de tus deberes en el Kokuryū-Kurabu** hasta que yo me encuentre satisfecho de todas tus acciones desdeñables. Será mejor que cooperes en lo que se te atienden las heridas o te dejaré desangrando aquí mismo… Estoy en un punto que ya no soporto ésta situación...- se refrenó apenas a tiempo de que su voz traicionara su mente, de lo que respecta hacia éste Ryu y lo que su cuerpo ya no aguanta de las heridas por no haberles dado tiempo a sanar.

 

Cansado de la obsesión que ya no tenía fundamentos, de tener que poner distancias; fatigado a tal extremo de la expectativa de perderlo o perderse él mismo, para acabar con la locura

 

Yamakira miró con insistentica a su jefe, notando la casi imperceptible variación en el tono antes que se cortara abruptamente. Ha pasado tanto tiempo a su lado, queriendo satisfacer cada orden y demanda con tal devoción -pese a que no podrá verse recompensado-, que casi conoce a la perfección lo que implica… Casi; más no la íntima compenetración del que, el de ojos grises, se halla tan a fin como con quien se había retirado ya con su joven amante.

 

-¿Cómo…? No… ¿Quién eres  realmente…?- Ryuusei, con los dientes apretados por el dolor en sus extremidades; procesaba el contexto de la llamada con la que aquel había hablado abiertamente para que le escuchara, y el resultado dado de ésta. Los ojos cobalto y profundos, veían con una nueva y desconocida luz al de cabellos cobrizos que, ante su desconcertada cuestión dibujó parsimoniosa, casi retozona, la socarrona sonrisa que había estado ausente de sus labios antes.

 

-Ryoishirou Rume… La persona que, antes y después de tu grupo, le debes obediencia.- y, pese a todo su malestar o las inquietudes en su mente sobre aquel que había estado tan locamente obsesionado con su persona… Los orbes pálidos fueron afilados, intensos, calculadores, letales y arrogantes, junto aquella sonrisa socarrona que se tiño despiadada y altiva...

 

Como un verdadero Oyabun*** de la Yakuza.

 

Amon sintió un atípico cosquilleo en su espalda, justo en la tinta que marcaba la piel; ante la visión de aquel aparente joven hombre, que no había visto mostrar tal intención como hasta ahora.

 

-Nos vamos.- Rume. Fue toda la indicación que dio, antes de dar media vuelta y obligar a su cuerpo a sostener su imagen; encabezando la marcha al vehículo, escuchando la imprecación de Amon cuando Yamakira lo debió haber asistido a levantarse para andar tras sus pasos.

 

 

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Si el trayecto no fue efímero, lo pasó desapercibido, pues todo lo que le importaba ahora estaba donde siempre debería estar

 

-A-Asami… ¡!- la exclamación del joven de cabellos cenizos ahogada por los labios que se apropiaron de los suyos; aferrándose a los hombros de quien lo sostenía imposiblemente estrecho al fornido cuerpo ajeno. Estaba aprehensivo y confundido respecto a todo lo que había ocurrido en cuestión de horas y, sin embargo, parte de ello se disolvía con el contacto de aquel hombre que le sostenía.

 

El invocado, sin pausa ni tregua, estaba necesitando tanto del joven entre sus brazos; quizá más de lo que éste a él en esos instantes. Pero si bien fue cierto que una pequeña parte de su mente se había quedado en aquel callejón; al traspasar el umbral de su residencia y la de Akihito; todo en lo que podía pensar y querer era tenerlo a él… Éste chico tan joven, tan testarudo y tenaz; tan vivo en su alegría, cuando se le desbordaba, y tan conmovido cuando su sensibilidad empatizaba… Tan humano

 

-Takaba…- el llamado suave, grave y penetrante, del que fulminó con la espesa miel de su mirada aquella aturdida color almendra; antes de alzarlo entre sus brazos, reclamando su boca, mientras lo condujo directo a la habitación.

 

Respirar era difícil, pero parecía innecesario hasta cierto punto…

 

Akihito jadeó, recuperando el aire en sus pulmones, sorprendido al haber sido arrojado sobre la amplia cama… Mirando al imponente hombre ante sí despojarse de sus ropas, su arma; con una premura poco característica en él y que, sin embargo, no hacía más que enfatizar el espesor de la mirada miel en algo que superaba al deseo

 

-A-Asami… ¿Por qué estás tan…?- el joven, queriendo encontrar las palabras y su voz; aunque el peligroso y atractivo hombre ante él, subiendo al a cama e inclinándose sobre él, sin más nada que la piel…

 

Una de aquellas grandes y poderosas manos acarició el rostro del muchacho con gentileza, sosteniéndole de esa forma al volver a por los apetecibles y ahora hinchados labios; obnubilando su mente, manteniéndole así mientras dejaba el tacto al acalorado y suave rostro para ir a por el resto de la estrecha anatomía. Había demasiadas prendas en el camino, y el de cabellos castaños oscuros se dio a la imperante tarea de quitarlas del medio.

 

La madurez y la experiencia combinaban de compleja y perfecta forma con la lozanía y la experiencia aún joven…

 

El de cabellos cenizos se arqueó al contacto de la caliente boca sobre su piel, intrigado y agradecido –por igual- por la destreza del mayor al desvestirle; sin embargo, espasmos de conciencia destellaban en su mente sobre lo ocurrido en las últimas horas…

 

Quería entenderlo y desterrar la silente inquietud de en qué posición estaba dentro de aquel esquema de personajes oscuros, peligrosos y de relaciones estrechas.

 

Sin embargo sería para después… De los labios del más joven profirieron un vibrante jadeo y ahogado gemido; mientras su cuerpo se estremeció con la húmeda, persistente, invasión en su cuerpo y la acogedora sensación que lo recibía, simultáneamente…

 

-… ¡!- las palabras estaban más allá de lo que no fuesen sonidos de agobiante placer; estrujando los castaños y oscuros cabellos entre sus dedos; mientras que el poseedor de éstos prodigaba atención con sus labios y lengua, en tanto los dígitos extendían su interior. Takaba, buscando la de espesa miel, se encontró sin razón o fuerzas para no rendirse a su amante… El hombre más corpulento sometió en el delirio al más esbelto; la pasión en que se retorcía el más joven impeliendo en el mayor –N-no puedo… Asami…¡!- sin tiempo de advertir o de resistirse, Akihito llegó a su clímax en el los labios ajenos; la sobre estimulación de sus sentidos durante su cautiverio hasta éste momento, mermando cualquier resistencia de su parte.

 

Asami retrocedió tras unos instantes, liberando al núbil cuerpo de sus atenciones, para mirarlo con posesividad incandescente en su mirada de miel espesa en la intensidad de su sentir por aquel. Imponente, sobre el joven, tomó con firmeza la mandíbula del muchacho, pero fue gentil en hacerlo encararle nuevamente. Besando los trémulos labios que suspiraron un sollozo, mientras que los ojos almendra desbordaban las lágrimas que los empañaban; el esbelto cuerpo estremeciéndose por los espasmos de un llanto que apenas comenzaba ahora que había tenido una pequeña liberación de sus sentidos…

 

-Te tengo, Akihito…- Asami, liberando el rostro del nombrado, para consolar en un abrazo a su joven amante; que se aferró inmediatamente a él. Cambiando de posiciones, se sentó sobre el colchón mientras el más esbelto quedó a horcajadas sobre su regazo; Ryuuichi acariciando con la firme, reconfortante, gentileza los contornos el estrecho cuerpo, enjugando con sus labios las lágrimas a las que tenía alcance… Deslizando sus dedos en la caricia profunda, en el pequeño umbral que permitiría apaciguar la incertidumbre del más joven y que, también, calmarían sus propias y ocultas emociones que toda la experiencia vivida en las últimas horas habían marcado para ambos…

 

-Asami…- suspiró Akihito, entre el gemido y el sollozo, sintiendo largos dedos ajenos sondear superfluamente donde ya habían más que explorado solo momentos antes… -…¡!- su cuerpo respingó y se arqueó, con una sofocada exclamación, al ser reemplazados los dígitos por la familiar, caliente turgencia, que lentamente se abrió paso en su interior. Jadeó ahogadamente, aferrándose a la piel ajena a su alcance; sintiendo sus emociones y sentidos destrozarse para volver a juntarse en ésta conexión tan íntima con su amante mayor; aunque en su mente había todavía mucha agitación, sentirse apresado contra la imponente figura y sostenido tan firmemente en ésta profunda, imposible, postura le traía tranquilidad a su corazón.

 

El mayor hizo un ligero movimiento, capturando la boca de su joven amante; su pasional intensión de borrar del medio las dudas en aquel, mientras apretó la flexible figura sobre él. Permitiéndose sentir el placer del asfixiante calor aprisionando su miembro, con un gruñido encandilado; secundado por el ahogado gemido del que le recibía en su interior.

 

El más joven se apartó de los labios ajenos, desesperado por aire, mientras la boca ajena se deslizó sobre su cuello y las manos impusieron el ritmo de sus caderas sobre aquel viril cuerpo que le sometía… La sonata de gemidos y nombres subiendo de tonos, en cuanto mayor se hacia la fricción entre sus cuerpos; las manos de Takaba no le parecían ser lo suficientes para abarcar caricias o estrecharse imposiblemente con éste atractivo, peligroso hombre, que le sostenía y que lucía una expresión salvajemente sexy y posesiva, al devolverle la mirada…

 

-Akihito…¡!- Asami asaltó a los labios del más joven, ante la expresión de sensual, desinteresada entrega; bebiéndose los gritos o sonidos de su placer al derribarlo nuevamente contra las mantas y aumentar la intensidad con la que se hizo nuevamente dueño de ese cálido, joven y núbil cuerpo… Las manos arañando su espalda incentivándolo más; el deseo imponiéndose y desdibujando lo que hubiese ocurrido antes. Teniendo a su joven pareja ahí, entregado a él, era todo lo importante.

 

 

 

La realidad se rompía; la incertidumbre, la esperanza, las dudas, el miedo; se disolvía en el calor abrazando su cuerpo, su interior repleto, profundo y constante… El llanto desbordado antes por todos los sentimientos encontrados ahora eran sollozos del placer que recibía; la conciencia nublada por la pasión era un momento que podría desear fuese eterno. Permanecer así con el hombre que le había robado el sol y, en su lugar, dejó una oscuridad abismal que, por sí misma, también era deslumbrante. Su cuerpo estremecido de placer con cada embate llenando su interior, mientras desesperadamente se aferraba al mayor…

 

Una ligera inflexión en las embestidas, fue lo único necesario para que el mundo estallara en luces tras los párpados que no supo en qué instante apretó; mientras las sensaciones giraban vertiginosas en su interior. Con un grito ebrio de acalorada pasión, el estrecho cuerpo se sacudió en su liberación.

 

-Asami… Asami…- el aliento escaso en el delirio, entreabriendo los ojos nublos de placer en busca de los contrarios –Yo… te…-

 

En la profunda, espesa mirada de miel fundida destelló un reconocimiento de las palabras, y con sus labios sello la correspondencia de aquel afecto que no necesitaba ya ser expresado.

 

 

 

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[Note1: *Ojisan: Tío. Puede o no estar relacionado por sangre.]

[Note2: **Kokuryū-Kurabu: {Asociación del Dragón Negro} una de las familias Yakuza reconstituida en 1961 y que siguen operando en la actualidad; de la Kokuryūkai {La Sociedad del Dragón Negro} disuelta en 1946.]

[Note3: ***Oyabun: {Buen Padre} El rango superior, Jefe, dentro de la agrupación Yakuza.]


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