Izuku siempre lo ha pensado, y quizás no es momento ni lugar para ponerse a pensar en eso de nuevo, pero debe tener algo de masoquista en su interior. Intenta rememorar qué ha hecho Katsuki por él en todos esos años que se conocen a parte de hacer pedazos su confianza y su intento de amistad.
Suelta un jadeo imperceptible y se muerde el labio intentando hacer el menor ruido posible. Como se dijo, no es el momento ideal para pensar en ello, pero su mente parece siempre estar trabajando y pensando en algo, rondando hasta que analiza cada pensamiento recurrente.
¿Quién seguiría usando un mote infantil y hasta cariñoso como Kacchan con alguien que le llama Deku por desprecio?
—Deku… —gruñe Bakugou escondiendo el rostro en su cuello, mordiendo con fuerza antes de dejar ir su miembro hasta lo más profundo de Izuku—. Hasta acá te escucho pensar.
—Ka-Kacchan —gimió con fuerza, intentado responder a su provocación. Pero la sensación de estar tan lleno y las furiosas arremetidas contra su cuerpo habían cortado de golpe sus pensamientos.
No por ello se habían detenido, claro. Era todo un don eso de no poder detener su mente, pero a veces realmente necesitaba entender la lógica de la situación. No eran algo ni siquiera cercanos a ser amigos, difícilmente se podían llamar compañeros.
Pero un día simplemente explotó todo entre ellos, como desde el inicio estuvieran destinados a terminar de esa forma. Fue Kacchan colándose en la habitación de Deku una madrugada especialmente fría, con el ceño perpetuamente fruncido, un gruñido atorado en la garganta y las manos picándole en anticipación. Fueron más mordidas que besos y fue más dolor que placer lo que sintió Midoriya, que en ningún momento se negó. Le era imposible negarse a los deseos apabullantes de Katsuki.
¿Tensión sexual no resuelta? A veces creía eso. Aunque ya estaba más que resuelta.
Los movimientos de Bakugou se volvieron brutales, enfadado al ver que hiciera lo que hiciera, Deku no dejaba de pensar e intentara concentrarse en lo importante. Él. Sus labios colisionaron con fuerza, el sonido húmedo de sus besos reemplazó los ruidosos jadeos que ninguno podía callar y el orgasmo explotó en cada uno de ellos como un golpe sordo que les hizo olvidarse del mundo por unos segundos. Sólo existían ellos dos, el calor de la piel contraria, la humedad del sudor, el semen y la saliva, sólo eran las manos de Izuku subiendo y bajando por la espalda del rubio de forma conciliadora, como si intentara consolarle por algo. Si Bakugou no estuviera disfrutando de lo último de su orgasmo, haría un comentario hiriente al respecto, le reclamaría por creer que él necesitaba el consuelo de alguien. Que de entre todo el mundo, necesitaba de su consuelo. Aunque fuera verdad.
—Deja de estar pensando cuando estés conmigo —fue la petición disfrazada de orden que gruñó Kacchan antes de quedarse dormido.
Deku no sabía cómo explicarle que no sabía cómo dejar de pensar en él.
---------------------
No me jodas AY, son 500 palabras, ¡Por qué nunca cooperas con la causa!