— ¡Karma! — Nagisa le gritó a su novio asustado por lo que podría hacerle al pobre chico que sólo se había acercado para hablarle inocentemente.
La clase E había asistido a una de los tan comunes actos que se desarrollaban en el edificio principal y desde el inicio del noviazgo entre el peliazul y pelirrojo, Karma había comenzado también a asistir a aquellas citaciones para cuidar a Nagisa, su amado novio.
Nagisa le había repetido incansablemente que no necesitaba tenerlo como un guardaespaldas, sin embargo Karma era demasiado testarudo para hacerle caso, por lo que continuaba con su obsesión con cuidarlo. Y lo que temía Nagisa, sucedió.
Ambos se habían retrasado porque el peliazul quería ir al baño, Karma como buen novio, le había dicho que lo esperaría en la entrada principal. No obstante, este notó que Nagisa se estaba demorando más de lo que debería, y la escena con la que se había topado desató su ira.
Vio como un alumno acosaba a su novio, obviamente por pertenecer a la clase E. La sangre de Karma quemaba por su furia.
— ¡No te vuelvas a acercar nunca a él! — Karma concluyó su amenaza proporcionándole un último golpe directo en su estómago, dejando al individuo completamente débil.
Nagisa estaba por hablar cuando un fuerte jalón en su muñeca lo interrumpió, Karma se lo estaba llevando hacia afuera para dirigirse hacia la montaña donde yacía el edificio de la clase E. El agarre contra su muñeca cada vez se endurecía, sin tomar en cuenta el dolor en Nagisa.
—K-Karma, detente, me estás lastimando— Nagisa habló con suavidad y con la suficiente firmeza para que el pelirrojo reaccionara, lo que logró.
—Lo siento— suspiró—. Por esas cosas odio dejarte solo.
—Ya te dije que no necesito que me cuides siempre, sé defenderme— replicó Nagisa con una sonrisa ladeada intentando convencer a Karma, algo que fue imposible.
—Yo tengo que hacer eso, además, sabes que no me molesta golpearlos, mucho menos por ti— seguido, con suavidad, el pelirrojo condujo sus manos hasta la cintura de su pareja y lo atrajo más a su cuerpo.
—No es necesario, pero… gracias por preocuparte por mí— de puntillas, Nagisa acopló sus labios contra los del contrario, quien de inmediato correspondió.
El beso se iba intensificando hasta que se vio detenido por la falta de aire por parte de ambos lados, se dieron un último pico antes de retomar su camino con sus manos entrelazadas y esta vez con el pelirrojo más sosegado.
—Karma— llamó recibiendo la atención del nombrado—. Ahora en serio, no quiero que golpees a más chicos, puede valerte una suspensión o peor, una expulsión.
—No puedo prometértelo, pero lo intentaré— depositó un beso en la mejilla de Nagisa con ternura—. Por ti intentaré cualquier cosa.
Su trayecto se tornó corto, estaban tan centrados en sus conversaciones de temas triviales que no prestaron atención a la noción del tiempo. Al llegar a la sala de clases, se percataron que habían llegado tarde, unos diez minutos aproximadamente pero tarde al fin y al cabo.
Korosensei les había reprendido, Nagisa se había disculpado mientras que Karma no estaba muy interesado en el regaño que les otorgaba el pulpo. Cuando finalmente acabó, cada chico caminó hasta sus asientos correspondientes, muy lejos según Karma.
Al sentarse, desde el último pupitre, Karma observaba atento a su novio, no le quitaba su mirada, especialmente a la chica de su lado; Kayano Kaede, la chica de cabellos verdes que se ubicaba al lado de su pareja.
El chico le guardaba en su interior rencor, pues se había enterado que una semana antes de pedirle que sean pareja, la chica se le había confesado, sin embargo había sido rechazada por quien ahora era su hermosa pareja.
—Karma— escuchó que alguien lo nombraba y al girar su cabeza hacia adelante se topó con la alta y amarilla figura de su profesor—. Como te veo atento, ¿quieres pasar a adelante y resolver el ejercicio de matemáticas?
El de orbes cobres, con una mirada notablemente desinteresada, tomó la tiza que el pulpo le ofrecía y caminó en dirección al pizarrón, siendo seguido por las silenciosas miradas de sus compañeros de clase.
Examinó el ejercicio, era una ecuación avanzada. Su apariencia era compleja, pese a eso, Karma no tuvo mayores complicaciones, por lo que en un par de minutos ya había llegado al resultado final, dejando perplejos a todos por la facilidad de su desarrollo.
Luego de haber terminado, se estaba dirigiendo a su asiento cuando el timbre estaba resonando en el aula, culminando el periodo de clases y dándole el inicio al primer receso. Todos guardaban sus cuadernos y extraían sus almuerzos de sus bolsos.
Karma se quedó esperando a Nagisa en la puerta del salón y cuando el menor ya estaba cerca, este lo tomó de improvisto con un inesperado beso. Guio su brazo a la cintura del peliazul y caminaron hacia el patio donde se hallaban los demás.
Y al divisar a Sugino, Kayano, Isogai, Maehara y Nakamura sentados bajo unos árboles, ambos chicos emprendieron marcha hacia ellos. Al sentarse, recibieron la atención de sus amigos. Nakamura se dirigió a Karma.
— ¿Y quién te distrajo cuando Korosensei te habló? — le lanzó una mirada pervertida al pelirrojo, que con una sonrisa respondió.
—Estaba revisando que todo estuviera bien— dio una discreta y rápida mirada a la peliverde que parecía ignorar el comentario de Karma.
— ¿Por qué se demoraron en llegar? — ahora había sido el Ikemen quien había hablado.
—Quería ir al baño, eso es todo— Nagisa se encogió de hombros mientras desenvolvía el envase con su comida.
—No creo que haya sido sólo eso— dijo Maehara, su mirada paró en la de Karma—. ¿Golpeaste a alguien de paso?
Sus amigos conocían muy bien al pelirrojo para adivinar lo que haría—. Adivino, alguien molestó a Nagisa, ¿no? — dedujo Sugino.
Karma asintió cambiando su ánimo a uno de malhumor, todos lo notaron.
—Bueno, déjenlo, no ven que Karma se enoja y después se desquita con el pobre de Nagisa— bromeó la rubia abrazando a Nagisa.
Todos rieron, menos Karma que soltó una que otra risa floja mientras bebía su jugo de frutilla y Nagisa, que fingía su risa, porque nadie de sus amigos lo sabía, pero era verdad. Nadie de la clase E lo sabía, pero el noviazgo de ellos no era tan perfecto como lo aparentaba.