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EIEN TO IU BASHO por Raziel Soul

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– ¿Katsuya? – un pequeño de nueve años jugaba con su mejor amigo en el patio trasero de una escuela

– Hai – contesto el otro niño, dos años mayor que el primero

– ¿Estarás conmigo siempre?

– Siempre Atsue, lo prometo… – la sonrisa en su rostro alegró al pequeñín que tenía enfrente

 

10 años después…

 

– ¡Katsuya! – Atsue corre tras su amigo, el cual alegremente lo espera frente a la reja de la escuela, ambos habían entrado a la misma universidad en el distrito de Nagoya.

 

Se conocían desde pequeños, sus padres habían sido íntimos amigos por lo cual disfrutaban de una amistad que rayaba en la hermandad; no obstante algo pasaba con Atsue, desde hacia algún tiempo sus sentimiento para con Chitose eran más fuertes. Su sola presencia alegraba el día, no soportaba las horas entre la entrada y el almuerzo, en el cual se reunían para comer, y ni se diga las horas siguientes. Se podría decir que la salida era su momento predilecto en la escuela, puesto que terminando clases se iban a dar la vuelta por cualquier sitio que se les ocurriese.

 

Además que Etsuko era sumamente consentido por Katsuya, cualquier antojo que tuviese su amigo era más que suficiente para que buscara por toda la ciudad hasta conseguirlo y dárselo; y ese día precisamente a Atsue se le ocurrió la grandiosa idea de comer churros. No hubiese sido un problema si el único lugar donde vendían dichas golosinas no quedase a mas de cuarenta minutos del sitio en donde estaban, Chitose miró a Etsuko con ojos de pistola, mas la sonrisa en el rostro de su amigo, y el hermoso brillo de esos ojos color miel  lo hicieron flaquear y tocar retirada a la rotunda negación que estaba a punto de hacer.

Ambos se dirigían, con pereza y falta de ganas por parte de Chitose, a la parada de autobús que los conduciría al paraíso de los churros rellenos de chocolate, los preferidos de Atsue. Este último trataba de alegrar a su acompañante de ojos marrones y cabello negro, cuyo mundo solo giraba entorno al chiquillo latoso que, confiado de los semáforos, atravesaba la calle de una acera a otra con singular alegría.

 

¡ATSUE! – el grito de Katsuya resonó por todo el lugar. La sirena de la ambulancia indicaba un terrible suceso, pero el silencio de la misma a mitad del camino fue peor aún…

 

Dos semanas después…

 

MENTIROSO – un grito de rabia y una foto en el suelo con el cristal roto son las únicas señales de vida en aquel departamento del que no ha salido el dueño hace casi quince días – dijiste que siempre estarías conmigo… ¡LO PROMETISTE! – el llanto fluye de sus apagados ojos, recoge la foto del suelo, los vidrios rotos caen en la verde alfombra del dormitorio, cuyas ventanas cerradas dejan en penumbra cualquier punto en ese lugar. La nublada vista contempla el retrato que no hace mas que recordarle la terrible tragedia.

 

Flash back

 

Katsuya corre hacia Atsue al ver que un coche se dirige a toda velocidad a donde está el chiquillo, a pesar de que el semáforo sigue en rojo, Etsuko sólo alcanza a mirar de reojo el coche y siente como su cuerpo es empujado fuertemente hacia atrás. Cuando vuelve en si un grupo de personas lo ven con morbosa curiosidad, se da cuenta que está en una camilla; trata de levantarse pero un paramédico se lo impide al tiempo que otra camilla pasa frente a sus ojos…

 

– Katsuya – exclama con incredulidad – ¡KATSUYA! – grita, y sin reparar en sus propias heridas corre cerca de su amigo. Chitose había logrado empujarlo antes de ser arrollado por aquel automóvil cuyo conductor ebrio se dio a la fuga después del suceso. La sangre mancha la blanca sábana, todos suben a la ambulancia, mas es vano el esfuerzo de todos en ese pequeño lugar, Chitose no responde, y es el nulo movimiento en aquella verde pantalla el que anuncia el fin de aquel que comenzaba  a disfrutar su vida.

 

Fin flash back

 

BAKAYAROU – Atsue sigue molesto, molesto con él mismo pues cree que por su culpa su mejor amigo yace en el cementerio. Las botellas de alcohol están regadas por todo el departamento, a tirado su existencia a la bebida y el sufrimiento, no siente ganas de vivir. No sin su amado Chitose, se tira en la cama cuyas revueltas sábanas están desperdigadas por el suelo y las almohadas han dado cuenta ya de espejos, floreros y cualquier cosa que se les atravesara en el camino al ser aventadas por Etsuko. El cual se queda inconsciente tumbado en la cama.

 

– Despierta – una voz junto a su oído lo estremece – que pena me das – ¡Esa voz! ¿Podría ser? Se levanta de la cama tan rápido como puede. Mas en la habitación no hay nadie – Hey, atrás de ti – nadie mas que…

– ¡NEKO DA! – Atsue talla sus ojos con sorpresa al ver como un gato negro da un salto hacia la cama y se sienta de forma elegante – no más bebida – dice mirando de reojo las más de diez botellas regadas por ahí

– Eso mismo digo yo – dice el gato con tal frescura que provoca en Atsue un desvanecimiento acompañado de un azotón – oi omae, daijôbu ka – pregunta el animalito cuando el muchacho abre los ojos

– H… hai – dice con más calma, pues a quedado en la cuenta de que todo es un sueño o se le safaron los tornillos definitivamente, y es mejor que en cualquiera de los casos le siga la corriente al gato parlanchín. Al cual toma por los costados levantándolo – quien eres – dice acercándolo a su rostro

– Katsuya – una gota por parte de Etsuko

¡NANI! – retumba el edificio con todo e inquilinos.

 

Otro desmayo después…

 

– Así que… eres Katsuya – una bolsa llena de hielo reposa en la cabeza del jovencito de cabello castaño, estaba en el piso recargado en un costado de su cama, el gato asienta y se acerca a él – si eso es verdad… ¿a qué has venido? – preguntó Atsue en tono serio aunque todavía con un gesto de incredulidad

– A pedirte que no sigas culpándote por lo que pasó… – el gatito dio unos cuantos pasos más hacia él

– Pero fue mi cul… – una garrita negra sobre su boca

– No es así… – los ojos del animalito lo miraban con una infinita ternura – además, morí de la forma que siempre quise hacerlo

– ¿Aplastado por un coche? – una gota baja por la cabeza de ambos

– No – el gato cierra los ojos, una sonrisa enmarca sus bigotes, más su amigo agacha la cabeza avergonzado – protegiendo a la persona que amaba – una mano lo toma de la barbilla

 

Atsue mira con sorpresa que aquel gato negro se ha transformado en su amigo Chitose, las lágrimas se agolpan en sus ojos al mirar nuevamente esos ojos marrones y ver que estos no le reprochan nada. Un efusivo abrazo que hace a la bolsa de hielos caer a un costado, Katsuya corresponde el abrazo al tiempo que besa la frente del otro muchacho

 

– Ore no koto suki nan des ka (¿Me amas?) – pregunta Etsuko sin soltar a su amigo, al contrario, lo atrae más hacia si incrédulo de lo que ha escuchado

– Ore wa omae ga suki des (Te amo) – un beso en los labios sella la confesión – soro soro – dice al separarse – es tiempo de partir – el chico de cabello negro se levanta con cierto dejo de pesadumbre. Tristemente mira a aquel que se ha quedado en el suelo – koishiteru… sayonara (Te amo… adiós)

– ¡Iie! – Atsue detiene a su amigo – nokotte kudasai (quédate por favor) – los ojos miel del chiquillo se clavaron en los del otro – onegai (por favor) – como hipnotizados ambos acercaban sus rostros – nokotte… kudasai – vuelven a besarse

 

Pero esta vez el beso no es corto, ni único. Tal parecía que los dioses habían concedido a Chitose un poco más de tiempo para disfrutar del amor con su adorado Etsuko, pues esa noche se hicieron uno mientras que prometían jamás olvidarse, amarse por siempre y esperar… esperar el fin de la vida y el comienzo del que sería su eterno amor.

 

******

 

Atsue despierta lentamente, parpadea, no hay nadie junto a él, talla sus ojos dándose cuenta que todo ha sido un sueño, un hermoso sueño…

 

– Ohayô (buenos días) – el rostro del gato negro aparece de repente ante él. Rápidamente se sienta en la cama, desborda felicidad, todo sucedió en verdad, abraza al minino – es tiempo ya koibito

– Demo…

– Iie, no puedo quedarme más tiempo. – sonríe – pero recuerda que, siempre estaré contigo. Fue una promesa y pienso cumplirla… por que te amo – las lágrimas mojaban el pelo del pequeño gato – Kurae (toma) – dice al tiempo que con su garras arrastra hasta su amigo un sobre y un camafeo

– Kore wa nan des ka – pregunta Etsuko. Lo abre, dentro del camafeo se encuentra una foto de ambos, y al lado está grabada una frase “Por siempre juntos” y la fecha de ese día – Katsuya yo… – baja la carta

 

Con asombro se da cuenta que un gato bebé es lo único que queda en el lugar, los ojos del crió son de color verde, nada comprable al color marrón de los de su amado Chitose; es entonces cuando abre la carta…

 

“Lo encontré sólo en el callejón, se llama Uriel, por favor cuídalo“

Atte: Katsuya

 

PD: Seguramente tiene hambre… te amo.

 

Una sonrisa se dibuja en su rostro, se levanta de la cama y se viste.

 

– Ikure Uri-kun – toma al pequeño animalito y sale del departamento, debe comprarle comida.

 

Camina despreocupado por una de las calles de Nagoya, sus ojos muestran la felicidad de su alma; no llora, pues sabe que no importa el tiempo que pase, es seguro que al final de sus días se reencontrará con la persona que ama, y solo por ello habrá valido la pena vivir feliz toda su vida.

 

FIN


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