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Noche Buena por ALICE15

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Desperté a tu lado, en una mañana cálida, la lluvia parecía ser un recuerdo lejano, al igual que los sucesos de la noche anterior. Me abrazabas por la espalda, con fuerza, casi asfixiándome, con una mueca dolorosa aún en sueños. ¿Despertarías cada mañana así? Estando sólo, no me imagino lágrimas en tus ojos. Sabrás, mi visión inalcanzable de ti se tiñe de gris, eres un obstáculo que no puedo afrontar, eres el mar que no puedo cruzar, eres el alma que no puedo salvar del infierno. Fácilmente intuyo como es que vives tu vida incierta, demasiado ocupado para pensar en mi y concentrado en cualquier cosa que refresque tu aliento con alguna risa. Peleas por tu escape a todos problemas. ¿Cuáles son los tortuosos contratiempos que se interpone entre tú y tu felicidad? ¿Cuáles son los detalles de tu vida? Te desconozco… sin oportunidad de más. Pasa el rato, apenas me animo a voltear a verte. Con el movimiento más mínimo de mi parte te despiertas, agitado y temblando, al verme ahí, respiras aliviado.

-Gracias a Dios que estas aquí, Sebastián- Tus manos me ayudan a girarme para verte cara a la cara, en lo que pronuncias casi en llanto mi nombre.

-Esta bien…- Se nota la melancolía de mi voz, duele muchísimo que siquiera la tomes en cuenta.

-Escucha… lo lamento, ya no sé que más decir ¿Te sentirás mejor si te digo que voy a necesitar repetir lo de anoche el resto de mi vida?

-Por ahora…- Sabia que de cierta forma era una mentira… sabía que nada te ataría a mi por el tiempo necesario. Sin embargo, la leve promesa de tu compañía me acalambraba el corazón, obligándome a voltear y darte la espalda nuevamente.

Tenías el rostro oculto entre mis omoplatos, sentía tu respiración, antes veloz, bajar el ritmo mientras te relajabas. ¿Qué soy para ti? Aún en estos días, tanto como en aquellos, me lo pregunto. Me fui antes de que llegarán tus abuelos con tu hermana, no esperaba un mensaje tuyo en las primeras horas, pero pasó un día y las noticias no llegaban. Algo en mi, ajeno a la desesperación, te extrañaba. No puedo asegurar pensar en ti a cada hora, lentamente comprendía como ignorar la idea de ti, ahogándote en los pasatiempos de mi vida diaria. Ya en una pérdida, recuerdo, que llegaron mis padre. Finalmente mi madre anunció una pesadas vacaciones. Estas se guiaban por un pesado y ajetreado recorrido cansador y largo, con un objetivo difuso y naturaleza nefasta. Daba tres de enero y mi bandeja de mensajes estaba vacía aún, temblaba al creer que no te vería en un largo tiempo. ¿Después de lo pasado me dejas así?

Sin más, casi en la madrugada, una notificación con tu nombre. Intente ignorarla, sin embargo mi respuesta estaba sin falta un minuto después. Me invitabas a un concierto en un club en el centro de la ciudad, no pregunte ni la hora ni detalles de más, acepté. Poco o nada importó lo que hiciera a mis padres, especialmente a él. Mi padrastro, apenas lo veía de ves en vez, resultaba ser atroz y violento. Gracias a él, yo era un tipo sensible, dispuesto a llorar ante la más mínima provocación, siempre y cuando no fuera frente a nadie.

Te encontré en la puerta del local, presentamos nuestras identificaciones, acabábamos de cumplir 18 los dos. Una vez dentro, la música era lo de menos, llevaba horas perdido en una charla estúpida mirando tus ojos. La pista de baile, llena de adolecentes vestidos de negro, fanáticos del rock en vivo, se movían animados con las canciones novedosas de la banda. Realmente no había mucha idea en mi cabeza de como bailar ese ritmo. Ello no obstante, me preguntaste si quería bailar al estar un rato con la vista perdida en la pista de baile. Tú odiabas esas cosas, jamás te plantabas en un lugar como ese por voluntad propia, así que acepte honrado.

En ese instante sonó una lenta, reconocí la letra, un cover, no el primero de la noche. “Save Yourself” de Sense Field. Coloque mis manos en tu cuello acoplándonos al ritmo, guiándote. Tus manos en mi cintura, no muy lejos uno del otro, no muy cerca, sin importar lo que digan otros. ¿Algo podría ser entre ambos algún día? ¿Qué línea separaba un relación ideal de lo que estábamos viviendo? ¿no era lo mismo aquello a lo que yo quería?

Al volver a casa esa noche, no volviste a escribirme o contestarme los mensajes, temía por ti, sabía que la depresión que cargabas, si es que ese nombre se le podía dar, era algo serio. En eso un mensaje tuyo llegó, preguntándome sobre mis planes, te comenté las vacaciones que empezaban mañana en la mañana, tomaste todo con calma, me deseaste suerte y acabaste la comunicación conmigo hasta mi regreso. Supe la diferencia entre tu amor y tu posesión, disponías de mi como si fuera un objeto sin emociones. ¿Viviría sin ti casi dos semanas mientras cargaba el peso de la conciencia ligado al hecho de que si te pasaba algo sería mi culpa?

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