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Noche Buena por ALICE15

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Notas del capitulo: Gracias a los que leen
Hay tantas esencias perdidas y mezcladas sólo en ti, en la naturaleza de tu ausencia, de tu presencia y tu nombre. Te vuelves las letras que escriben mí biografía, todo aquello que sólo yo conozco de mi y desconozco de ti. Misterioso e impropio, eres la causa sobre un profundo abismo entre tú y yo. El negro agujero que ruge atemorizante frente a mi, lejos de donde puedas oírlo, a tus espaldas. ¿Abra un vacío frente a ti también? ¿caminas hacia el, así como yo camino ciego y roto hacia mi propio abismo? ¿puedo acaso, ser yo quien te salve? ¿o frente a ti esta la vida que quisiera para mi y todo lo que nunca podré conocer de ti?

Intento no ser quien caiga lejos del vacío inexpresivo de tus ojos, pero tus brazos me atan a la realidad, mientras me tambaleo a la deriva.

Me revuelvo, asteado, sobre mi cama, pensando en ti. Esta tarde, sábado, nos volvemos a ver después de tres siete días, reduces mi vida a mis encuentros contigo. Tengo tanto tiempo para pensar en ti o pensar en nada, que no me queda tiempo de pensar e mi, a menos que sea en la noches, durante la madrugada, impidiendo que pueda dormir. Me gustaría que sepas que llevo una vida odiosa, que siento que no puedo cambiar. Siento que estoy a punto de permitir que pasase lo que mas temía. No sabes que yo tampoco entre en la Universidad, que a diferencia de ti, yo no sé lo que quiero. Creía saberlo, pero ahora parece que vendo mi vida a alguien más.

Quería der dibujante ¿sabes? He dibujado pobremente un par de cómics en las hojas cuadriculadas del Instituto, los leíste. Dijiste que eran buenos, que te gustaba la historia. Puede que con un par de clases de dibujo haga algo que valga la pena, algo genial, que se disfrute. Nadie, ni siquiera yo, creo en esa tontería de sueño ¿Por qué no tengo ese valor?

Eres la única parte de mi vida que es real, que puedo tocar y presentarle a mis padres, que me hace feliz.

Y tú no me quieres.

Me arreglo, sacándome los retortijones de tristeza y frustración del estómago, para ir a verte. Me aterra salir de casa, paso tanto tiempo encerrado, que el mundo exterior me intimida. Saldré por ti. Iríamos a comer una porción extra grande alitas a uno de esos restaurantes que te dan premios o la comida gratis si te terminas el plato en una cantidad de tiempo. Si quieres ganar, estoy dispuesto a que me de un cólico.

En el transporte público todos parecen observarme “ese es el chico que se enamoró de un amigo suyo, el asqueroso homosexual” Y si, pelee tanto con esa idea. Me aterre, intente obligarme a ignorarla, me odie cada segundo, quería desaparecer. Me daba igual lo que pensarán otros, pero me importaba lo que pensabas tú. Gracias al cielo que no eres como todos. Y sin embargo no he conseguido nada y no creo que lo haga. Te diría que jamás me he enamorado antes y menos de un chico, que llevo tanto tiempo queriéndote que es parte de quien soy, pero eso no lograría que me correspondas y no sé qué clase de milagro podría.

Tras varios minutos en silencio, llegó a mi parada, una cuadra más abajo del restaurante, se supone que estarás esperando en la entrada. Me imagino la realidad en donde esto es una cita, donde eres tú el idiota enamorado y yo quien te corresponde. Imagino como llegó a tu lado, y ya has pasado rato largo esperando, te saludo con un beso, un abrazo. Llegué al local, estabas ahí, te saludo con un apretón de manos. Un cosquilleo incómodo me recorre y me insiste en que debo actuar como si nada pasara, como si lo que siento no tuviera la menor importancia.

Al final, creo que te serví bien a tu propósito. Comí más que tú, ganamos el premio, un par de ridículas camisetas y una foto nuestra en el muro del local. En esa fotografía apareces rodeándome los hombros con un abrazo, sonriendo. Prometí que volvería al lugar a conseguir una copia. Nos divertimos mucho, siempre te ríes un montón conmigo, a diferencia de cuando estás con otros, me lo has dicho, soy como tu antídoto para ser feliz, y me gustaría que eso me bastará a mi también. Decidimos quedarnos un par de horas más en el restaurante, nos dieron bebidas de cortesía.

-Vayamos a mi casa después de esto, mis padres viajaron y mi hermanita está con su abuela- Tu invitación me sorprendió, pero no era nadie para decir que no.

Entrada la noche llegamos a tu residencia, era una noche relativamente fría. Era sólo mi tercera vez ahí, y me recosté en el sillón de tu sala con pereza, con los pies en uno de los apoya brazos y la cabeza en medio del cojín del otro extremo. Te vi acomodar tu chaqueta y tus llaves antes de caminar en mi dirección y mover mis pies para sentarte. Me acomodé para poder verte de frente. Buscaste el control de la tv que estaba frente a nosotros, un lindo aparato nuevo de pantalla plana y alta resolución. Pusiste el canal de las noticias, y te quedaste viendo el suelo, dando a entender que sólo querías llenar el silencio y no ver la tv realmente.

-Imagino que quieres hablar sobre lo que pasó en noche buena.

-Imaginas mal, entonces.

-Ups- y soltaste una risilla, a pesar de lo que se esperaría, el ambiente no era nada incómodo.

-Supongo que mi mamá espera que la llame para saber a que hora vuelvo a casa, debe estar feliz de que este afuera por fin- me viste una fracción de segundo analizando mi comentario y luego esa típica mueca en tu cara, la que indica que mi rareza te da gracia, que sientes la vergüenza que yo no siento y que en parte eso no te molesta, se presentó. Adoro verte esa expresión puesta, ocultando una emoción que realmente sientes, tanto o más de la que la odio. Sé que no eres sincero, pero es por que no quieres apartarme de ti.

-¿Cómo que estará feliz?

-Es que.. yo no salgo casi nunca, creo que sólo salgo de mi cama cuando me invitas tú.

-No tienes que molestarte por mi.

-No es una molestia, te agradezco sacarme de esa cueva, al paso en que voy me convertiré en un mantenido y ermitaño pedazo de vago.

- No creo, te ira bien- y te apoyaste en mi hombro, sentía el roce de tu cabello castaño y revoltoso en la base de mi cuello. Me forzaba a mi mismo como nunca me había forzado a nada antes, para no temblar, para no tensar mis músculos, quería que te sientas cómodo.

-Creo que conseguiré un trabajo… ya sabes, y luego saldré a otro lugar, me refiero a un lugar realmente lejos. Tal vez al otro lado del mundo y… viviré de lo que dé, nunca… he tenido metas realmente grandes.

-Es extraño, de los dos, tú eras quien más decidida tenía su vida, no como yo.

-Ahora es al revés.

-Deberías tomar clases de dibujo gráfico, luego tomar la carrera de Artes, dedicarte a hacer comic, yo sería tu mejor fan, de cada trabajo que hagas.

-Tú, Adriana, Camila y Kincho- ese último era el apodo de un buen amigo nuestro, llamado Joaquín. Durante nuestro ultimo año de Instituto conseguí algunos de los mejores amigos que jamás tuve. No los había vuelto a ver, a la mayoría. -Sin embargo, yo… creo que es mejor que me aleje de eso, no hay forma para que se lo diga a mi madre.

-Hazlo.

-¿Enserio? Sabes que no lo haré- en ese instante te separas de mi, y me sujetas del brazo con algo de fuerza de más, con los ojos fijos el vacío, incapaces de fijarse en el míos.

-¡Hazlo! Maldición…

De todos los años que llevo conociéndolo, jamás lo había visto de esa forma. Eras de esos chicos calmados que no les importa mucho el mundo, que se la pasan durmiendo y no por ello les va especialmente mal en las materias. De esos que no salen a bailar, ni toman, ni fuman. Realmente jamás me habías gritado. Apenas sabías insistirme en un mismo tema o discusión. Yo por otro lado era el amigo ruidoso, el que sacaba malas notas. El chistoso con carácter algo cruel y amante del humor negro, el típico malvado que daba miedo cuando se lo proponía.

-¿Qué te pasa?- Callaste por un tiempo, soltándome, te reclinaste hacia atrás soltando un largo suspiro.

-Perdóname. Yo no quería tener que decirte esto… mucho menos desde que me soltaste la bomba de la vez anterior, pero realmente te necesito a mi lado y no quiero que te vayas. Creo… que sólo estoy feliz y libre de la carga de los problemas cuando estoy contigo. Me haces reír y me haces sentirme vivo… Me gustan tus comics, me gusta la forma en que hablas y me gusta tu extraña personalidad, nunca voy a conocer a otra persona que sea mínimamente parecida a ti. No obstante, no puedo corresponder tus sentimientos y lo lamento, por que a pesar de que te hago daño no me quiero alejar, no entiendo por que mi estúpido cerebro no quiere enamorarse de ti, realmente quiero, pero no funciona.

Escuche atento cada palabra tuya, cayendo hasta lo mas profundo. ¿Por qué? ¿Por qué no te gustaba? ¿Había algo mal conmigo? No era suficiente para ti, esa era la razón ¿cierto? ¿Quién más que tu creería que mi insoportable forma de ser sería agradable? Y por ello no podías llegar lejos, no podías enamorarte de mi. A mi también me avergonzaría tener algo que ver con una persona como yo, si fuera normal. Algo… Algo tenía que poder hacer al respecto.

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