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El rey y el tigre acto 2
“Jean Jacques Leroy abandona el patinaje artístico”
Ese fue el primer encabezado de muchos. El articulo decía que después de su humillante participación en el Grand Prix decidió tomarse un descanso, seguido de dos días vocifero que se retiraba. Todos los artículos se lamentaban que a tan corta edad y con una carrera en ascenso, un tropiezo lo hubiese hecho retirarse del mundo del patinaje.
Yuri echo su largo mechón hacia atrás y lo resguardo detrás de su oreja.
La sección de noticias era un completo caos. Todos los encabezados eran solo malas de noticias, cada una iba de peor a peor.
“Jean Jacques Leroy y su prometida rompen relación de dos años”
En el artículo aclaraba que ninguno de los dos daría explicaciones de su separación. Los periódicos lamentaban que una pareja tan inspiradora se separar.
“El ex-patinador artístico canadiense, Jean Jacques Leroy, ingresa a rehabilitación por ataques de depresión”
La última actualización de la noticia decía que JJ escapo de rehabilitación. Ningún medio sabía que él se encontraba en san Petersburgo.
Yuri dejo el celular aun lado e inhalo y exhalo por un largo tiempo, sus entrañas no podían soportar todo lo que había pasado en cuatro meses. Desde el Grand Prix, todo el mundo del cual fue obligado a separarse estuvo en caos, seguía en caos. Y no tenía la menor idea si regresar a ese mundo o no.
En la hora de salida, nuevamente una acumulación de chicos y chicas se reunieron en un punto. Yuri sintió un cosquilleo en la punta de los dedos y su corazón comenzó acelerarse.
—A él siempre lo buscan personas geniales, que estorbo…—Yuri escucho decir a alguien mientras se dirigía a la multitud.
—Sí, pero el anterior era más guapo ¿no lo crees? —escucho decir
Agitado, Yuri aparto a todos con brusquedad para llegar al final. Su desesperada mirada se encontró con la de Otabek, con el rostro frio, pero con una pequeña sonrisa en los labios. Como de costumbre, iba usando su chaqueta de cuero, bufanda gris e iba montado en su motocicleta.
—¿Qué pasa? ¿Esperabas a alguien más? —le pregunto Otabek, con el ceño junto
Yuri reacciono enseguida
—No claro que no, solo me sorprendí de verte
—¿Quieres ir a entrenar?
Como respuesta, Yuri le sonrió competitivo.
Por lo que Yuri podía notar, Otabek había perfeccionado sus saltos, era un defecto de Otabek, él no ponía muchos saltos en sus programas, entonces no elevaba sus puntuaciones. Yuri había pulido sus saltos, cada vez más altos y todos estrictamente perfeccionados. En las nacionales, estaba obligado a destrozar a Viktor.
Ambos tuvieron un receso. Se apoyaron en la barandilla, tomaron algo de agua y recargaron energía.
El semblante de Otabek adopto más seriedad de la normal.
—Yuri... —llamo casi en un suspiro
Yuri alzo la mirada y dejo su botella a un lado. Antes de que su amigo hablara, él lo interrumpió.
—¿Por qué estás aquí? —le pregunto Yuri
Otabek se acarició el cuello
—Necesitaba entrar contigo un poco. Además…—guardo silencio por unos segundos antes de continuar—. Quería hablar contigo sobre algo…
—¿No lo podías decir por teléfono?
Otabek lucia muy pálido, como si fuera a desmayarse en cualquier segundo
—No es un tema que hables pro teléfono, es un tema que lo tienes que decir cara a cara
—¿De que hablas? —Yuri se alzó de hombros
Con pequeños signos de irritación, Otabek lo dejo salir.
—Tuviste que haberlo notado hace tiempo, a mí me gustas muchos, Plisetsky
Un repentino sonido despertó los sentidos de Yuri, miro a su alrededor, pero no había nadie en la pista, solo él y Otabek. Lo comprendió, fue el sonido de los latidos agitados de su corazón.
—No…—comenzó a negar Yuri. La respuesta negativa apenas salió de su boca, le sorprendió que pudiera hablar—No, No, No…—su voz, su piel, todo su ser temblaba. Yuri no lo entendía…—. Somos amigos, Otabek, te lo suplico no pasemos esa línea, me gusta esa línea, eres mi primer amigo, no quiero que termine así—arrastro las palabras
Otabek noto que el pecho de Yuri subía y bajaba
—Entonces…—Otabek cerró los ojos—, no terminara así
Yuri logro comprender el dolor que sentía en el pecho se debía a que aquel mundo había vuelto, no, siempre estaba con él.
Yuri decidió regresar a casa por su cuenta, no quería ver a Otabek por el resto del día, el temblor en sus manos no desparecía. En su camino, se detuvo enfrente del Nashotel.
Recordó que JJ se hospedaba ahí. Sus pies se movieron por si solos.
¿De verdad JJ estaba sufriendo de depresión severa? Era lo más probable, después de esa humillación….
Yuri pensó que JJ actuaba de forma patética. Le recordaba a la actitud que porto el cerdo después de perder. Le quería escupir en la cara, sin embargo, el recuerdo del rey apoyado en la baranda, sujetándose la cabeza y llorando de impotencia llenaron su pecho de odio y ansiedad.
En ese momento, por alguna razón, Yuri no pudo moverse.
Habitación 115. Se dirijo a ella. Aporreo la puerta dos veces y espero.
La puerta se abrió un poco, y en el espacio libre, la mitad del rostro de JJ lo recibió.
—Así que aquí te escondes…—susurro Yuri
—¡Yuri! Oye…amm…no creo que sea un buen momento—trato de articular. JJ evito cualquier contacto visual con el ruso.
—¿Qué demonios dices? ¿no quieres que pase a tu mugrosa habitación?
—No es un buen momento…—sin decir nada más, JJ cerró la puerta.
El ceño de Yuri se frunció y comenzó a patear la puerta de JJ, tenía que dejarlo entrar, tenía que dejarlo entrar.
Yuri lo noto, la habitación de JJ olía a sangre.