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Fuegos artificiales en Heartland City por HanakoTomoharu

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Notas del fanfic:

Estaba algo nerviosa e insegura por mostrarme por aquí de nuevo siendo que no he actualizado el fanfic que tengo pendiente, pero como entre las razones de mi tardanza está el hecho de que me he dedicado a otros proyectos, pensé que sería un desperdico si no los acababa publicando de una vez. Así que aquí está este otro proyecto de dos historias con unas de mis parejas favoritas de zexal, que ya que no son tan populares me siento mejor aportandolos al fandom y más como un pequeño regalo de fin de año a quienes sigan estos shippings.

Bueno, sin más preámbulos, disfruten la lectura y Felices fiestas!!

Notas del capitulo:

Advertencia por uso de alcohol y situaciones sexuales. No se preocupen, es más que nada fluff

Rio y Ryoga Kamishiro apenas pasaron por la entrada del festival de Heartland City, y ya se veía todo lleno de gente, puestos de comida, juegos, tiendas de recuerdos, globos y luces por todas partes. Recordaba bastante a uno de los festivales estilo hanabi. Los dos se sintieron asombrados, aunque el mayor no lo demostrara tanto con su rostro. Hacía tiempo que no venían en persona a presenciar el espectáculo de fuegos artificiales de Heartland City, y eran algo realmente espectacular. Recordaban la maravilla que les provocaba de niños ver las figuras móviles que estallaban en el cielo; algunas frases, corazones, e incluso monstruos. Los fuegos artificiales de Heartland eran algo especial y reflejaban la pasión de la ciudad por los duelos y la festividad del Año Nuevo. 

- ¡Mira, Ryoga! –Rio jaló el brazo de su hermana y señaló entusiasmada la torre de Heartland City alzándose tras los edificios cercanos. Sin duda era lo más decorado y brillante en toda la ciudad. Se imaginó a Kaito pasando esa noche con su familia, mirando el espectáculo desde allí arriba con su hermano menor– Qué bello… -Ryoga asintió sin comentar mucho; mientras que su hermana se la pasó señalando cosas por el resto del camino. En un punto lo hizo detenerse para pedirle que le comprara un recuerdo en uno de los puestos presentes; el cual estaba atendido por un robot algo parecido a Obomi. En realidad todos los puestos estaban atendidos por ellos, ya que los robots de Heartland se encargaban de organizar casi todo el festival. Era algo extraño y reconfortante ver que aún con los avances tecnológicos algunas costumbres no se perdían. Aunque de hecho el festival de Año Nuevo era algo introducido desde hace pocas décadas en Heartlnd. 

El entusiasmo en su hermana menor hizo a Ryoga querer sonreír, porque su comportamiento no distaba mucho de cuando era niña; y eso le alivió de cierto modo. No participaban en estas festividades desde el accidente de sus padres, ya que era algo que solían hacer en familia. Pero luego de pasar los últimos años festejando solos en casa, logró ser convencido por Rio de volver a venir. Claro que sabía que la repentina petición de su hermana se debía a que ahora tenían con quien pasar año nuevo, pero no dijo nada al respecto. Sería como admitir que él también se consideraba parte de lo que eran los idiotas del club de números; o por así decirlo, el grupo de amigos de Yuma. 

Fingió quejarse de cómo recién habían llegado y Rio ya le había hecho gastar dinero, sólo para recibir un mohín de su hermana; y luego de darle lo que pidió se vio atrapado en un fuerte abrazo mientras ella le agradecía sonriendo con felicidad. Verla así le hizo pensar que venir había valido la pena después de todo. Cuando volvió a fijarse en alguno de los puestos de comida vio otra de las sonrisas que más amaba, pero ésta le provocaba algo más extraño y fuerte que aceleraba su corazón. 

Yuma estaba junto a Astral señalándole uno de los platillos que ofrecían y al parecer explicándole algo que hizo que los ojos heterocromáticos del alien brillaran con asombro. Luego el pelinegro se dio la vuelta y sus miradas se encontraron. 

- ¡Shark, Hola! –levantó el brazo para saludarlo y le gritó desde su lugar, como el chico escandaloso que era. Ryoga sintió algo de pena por el repentino encuentro y se preguntó si había sido lo correcto dejar que Rio eligiera su ropa; pero dejó de cuestionarse por su yukata azul marino y se aproximó para saludarlo tratando de mantener su andar casual. Al acercarse observó mejor el que vestía Yuma, un rojo carmesí con detalles en dorado y blanco que de hecho combinaba con sus ojos y sus raros mechones de cabello- ¡Hola, hermana de Shark! –el gesto de disgusto de Rio al ser llamada por tal apodo no pasó desapercibido, pero le sorprendió ver que ella lo ignorara y pasara de largo para ir a saludar a Kotori; poniendo una sonrisa en su rostro. Fue solo entonces cuando Ryoga notó la presencia de la chica de cabello verde, que llevaba puesto un bonito kimono rosa con aves o algo así, la verdad no le prestó mucha atención. Sus ojos continuaban posándose en Yuma. 

Intentó disimularlo cuando se dio cuenta de que estaba quedándose mirándolo como estúpido, pero ya era muy tarde, porque Rio lo había notado y reconoció ese gesto en su mirada de “déjaselo a tu Onee-chan”, y comprendió chasqueando la lengua que iba a volver a entrometerse en sus asuntos pese a que le dijo ya miles de veces que no lo hiciera. Lamentablemente no pudo detenerla de acercarse a Yuma antes de que hiciera algo que lo avergonzara después, y luego de verla susurrarle algo al pelinegro en el oído, Rio empujó al chico hacia él y se despidió para irse con Kotori y Astral, ya que el alien quería ver algo que la peliverde prometió mostrarle. 

- ¡Muy bien! Ya que no estás muy familiarizado con el festival de Heartland, ¡yo seré tu guía, Shark! -sonrió y se señaló a sí mismo con orgullo- O si quieres puedes llamarme “Capitán Yuma”, como cuando… 

- Ni lo sueñes, bastardo. No sé qué te haya dicho Rio, pero… -gruñó, enfadado de no haber podido siquiera protestar por lo que sea que planease su hermana; sin embargo escuchó a Yuma reír y sintió como le tomaba una de las muñecas. 

- Menos charla, ¡hay mucho que ver! ¡Ven, vamos primero a los juegos! –al final Ryoga solo dejó que lo arrastrase por el lugar. 

  

… 

  

Ryoga se habría enojado porque Rio lo había dejado por ahí con Yuma a solas, sin consultarle; pero se distrajo lo suficiente como para olvidarse de su enojo. Aunque no admitiría que fue graciosos ver a Yuma hacer “Kattobingu” e intentar en uno de los juegos de tirar y embocar por un premio por casi 20 minutos sin dar mucho resultado, aunque le centellearan los ojos por cada vez que hacía un avance y pareciera mejorar. De verdad era pésimo, pero su entusiasmo le contagió un poco y decidió intentarlo. Ryoga en realidad no esperaba que le saliera tan bien a tan corto intento, pero sintió cierta satisfacción al recibir un premio, más escuchando elogios por parte de Yuma. 

- ¡Eres tan genial, Shark!  

Así que decidió regalárselo, pero fue casi un impulso para que Yuma tuviera otra cosa que mirar que no fuera él, porque el color en sus mejillas resultaba embarazoso. 

Continuando el recorrido Yuma lo llevó hasta otro puesto para verlo probarse un montón de máscaras tradicionales extrañas, pero luego de varias vueltas lo que más pareció esperar el pelinegro fueron los de comida. Le advirtió a Yuma que no debería probar tan temerariamente los platillos que ofrecían allí, porque sabía que había algunos muy fuertes; pero éste no le hizo caso y se metió un bocadillo entero en la boca. Segundos después lo vio correr hasta la fuente en la plaza para meter la cabeza bajo el agua y así apagar las llamas que amenazaron con salir de su garganta. 

- ¡Te advertí que era picante! –pudo sentir una vena saltar en su sien mientras contemplaba al pelinegro que tenía la cara mojada y colorada, con lagrimitas en los ojos.  

- E-eso no fue nada, ¡estuvo delicioso! Mi hermana ha cocinado cosas más fuertes –no supo qué intentó con esa excusa, así que se limitó a suspirar y mirar alrededor.  

No había prestado mucha atención a esa parte de la plaza, pero los bancos que normalmente hacían un círculo alrededor de la fuente estaban todos ocupados; y se percató de que eran todos parejas melosamente acurrucadas. Yuma no pareció darle importancia o siquiera notarlo, pero ahora que era más consiente del ambiente, y de los susurros dulces y tiernos que se oían de fondo no pudo evadir el sonrojo en su rostro. Acabar en ese lugar con Yuma... 

Se aclaró la garganta pensando en marcharse con el otro de allí, pero algo lo detenía. Quizás… quizás ese fuera el momento para… 

- ¡Aquí están! –Rio apareció de repente, tomándolos por sorpresa de la manga a cada uno y jalándolos por donde vino- Los llevamos buscando desde hace rato –dijo en tono de reproche. 

- ¡Oh, no! ¿Hice esperar mucho a Astral? –la preocupación en la voz de Yuma causó una opresión en el estómago del chico de cabello púrpura y ojos azules. ¿Es que siempre debía estar tan pendiente de Astral? Entendía que fueran tan unidos pero… no, más bien, no lo entendía. Eso era lo que más le molestaba. No llegaba a comprender que tan profundo era el lazo de esos dos, ¿pero tanto les jode estar separados unos minutos? Estaba seguro de que Astral no iba a morir por permanecer a distancia de Yuma, al menos mientras éste mantuviera segura la Ou Key. 

 - ¿Y bien? –la voz de Rio lo sacó de sus pensamientos, quien se había acercado para cuchichearle en voz baja- ¿Disfrutaron de la cita? 

- No es así, no fue una cita –respondió irritado, aunque no se le había ocurrido llamarlo de esa forma hasta ahora. Pero cuando estuvieron frente a aquellas parejas se le pasó la idea por la cabeza de cómo sería si Yuma y él fueran como ellos. Sentándose frente a la fuente, iluminados por sus colores, y abrazándose el uno al otro. 

Quería borrar tan vergonzosa imagen de su mente. 

- Aunque digas eso, lo llevaste hacia la plaza con todos esos enamorados –soltó una risita cubriéndose los labios con una mano- ¿Tan siquiera pensaste en besarlo allí mismo? 

- ¡Por supuesto que no! Estúpida, que llegáramos a ese lugar fue una coincidencia. 

- ¿Eh? ¿Entonces no pensaste en declararte con semejante oportunidad? –dijo decepcionada- Pero lo hiciste, ¿o no? 

- ¡No! –el calor en sus mejillas aumentó frustrantemente, y tuvo que hacer un esfuerzo por no levantar más la voz y llamar la atención de Yuma, que caminaba distraído más atrás que ellos. 

- ¡Aghh! Hago todo esto por ti y no te molestas en tomar la iniciativa, pero no importa. Tu onee-chan te dará más tiempo, ¿sabes?  

La sonrisa adorable de Rio aterró hasta en el infierno, lo que le sonó a otro plan; y maldita sea, deseó que su hermana nunca se hubiera enterado de sus sentimientos por Yuma. De verdad que detestaba que se entrometiera en su vida, él estaba prácticamente bien como estaba, con él y Yuma como rivales y un cierto lazo de compañerismo que el pelinegro llamaba amistad; aunque Ryoga nunca tuvo a alguien que llamar así antes.  

- ¡Por aquí, chicos! –Rio se adelantó a ambos y haciéndoles señas los guió hasta una de las mesas en la plaza que solían utilizarse a veces para picnics, y que en ese momento estaba entre 5 árboles unidos por cables de luces de colores que colgaban desde arriba- Desde aquí podremos ver los fuegos artificiales ya que está cerca. Los demás no tardarán mucho en llegar para preparar la mesa y así comenzar con la fiesta de año nuevo. 

- ¿Fiesta? –el de ojos azules se sorprendió, recapitulando a lo que habían venido desde el principio. 

- Claro, Ryoga. ¿Se te olvidó que el club de números planeó una fiesta para celebrar? Ahora todos están con su familias, pero en unos momentos nos reuniremos para compartir el final de la noche juntos –dijo, haciéndole recordar cuando escuchó a los otros hablar de ello en los últimos días de clase. Los miembros del club y sus familias comerían algo juntos esa noche y contemplarían el espectáculo de Heartland, casi se le olvida pasando tiempo con Yuma- Bien, iré a buscar a Takashi-kun y Cat-chan, son los únicos que no he visto en el festival por ahora. Ustedes solo esperen aquí, y sírvanse algo mientras tanto si quieren –agregó antes de marcharse de nuevo.  

Ryoga intentó hacer que no vio el guiño que le dedico antes de irse y se volvió hacia la mesa. Las bebidas ya estaban puestas, así como los vasos y platillos. La comida estaba envuelta en una fuente así que no pudo ver qué era, pero de todas maneras los otros traerían más comida cuando llegaran así que no se molestó en averiguarlo. Aun así el olor era agradable.  

- ¡Qué bueno, ya tenía sed! –Yuma tomó un vaso y se dispuso a elegir alguna bebida para servirse algo- Umm… ¿qué crees que sea esto, Shark? –preguntó luego, señalando los recipientes recubiertos puestos en el centro de la mesa.  

- No lo sé –apenas reconocía el que había traído Rio, pero solo sabía que era un pastel de nueces. Su hermana no le dejó ver hasta ese momento. El pelinegro tomó precisamente ese, el más pequeño, y retiró su envoltorio- Oye, se supone que no comeremos hasta que estén todos. Confórmate con tomar algo. 

Yuma no lo escuchó y babeó un poco al ver que se trataba de un pastel. 

- Ahhh… se ve realmente delicioso… -sus ojos brillaron ante la tentación- Solo será un poco, así que no hará daño ¿está bien? 

- No lo sé, pero supongo que después de lo de esta noche no deberías ingerir nada sospechoso, ¿o sí? –lo vio sonrojarse y tragar saliva, probablemente recordando el picor en su boca. 

- ¡T-tonterías! Además lo de la fuente me vino bien para refrescarme, así que cualquier cosa que coma ahora estará bien –dijo, y tomó una rodaja para llevársela a la boca. 

  

… 

  

- ¡Estúpido, no se supone que te la acabes! –le gritó apartándolo del pastel cuando vio que ya solo quedaban menos de la mitad de las porciones iniciales.  

- Pero Shaaku~, ¡sabe tan bien! ¡No es mi culpa que los demás aún no lleguen, pero tengo hambre! 

- Eso no es hambre, ¡solo quieres acabártelo solo! 

Al empujarlo que evitar que volviera tomar otra rodaja, Yuma tropezó y causó que los dos cayeran al suelo. Ninguno se hizo daño gracias a la alfombra de pasto que recubría la plaza. 

- ¡Idiota! ¡Mira lo que haces! –Ryoga solo recibió una risa por respuesta, y ya había notado que por alguna razón Yuma actuaba más infantil y torpe que siempre, por lo que comenzó sospechar ya del contenido de aquel pastel que había hecho su hermana. 

- Lo siento… -Yuma todavía no se levantaba de encima suyo, y estaba repentinamente silencioso. Ryoga se preguntó si se estaría quedando dormido; porque eso sí que lo haría enfadar; pero entonces se movió y sintió su respiración en su cuello. 

- Oi, quítate de una vez –las palabras salieron menos amenazantes de lo que quiso de su boca, pero es que en realidad no le importaría permanecer así un rato. Sin embargo, la nariz de Yuma le hacía cosquillas en el hueco de su hombro; haciendo que un estremecimiento recorriera su columna, y eso no era bueno.  

Yuma volvió a reír suavemente, y lo vio luciendo una sonrisa tonta mientras lo miraba. 

- No quiero –se le erizó la piel al sentir sus labios en su hombro, y solo entonces se percató de que le había bajado un poco el yukata para dejar más visible esa parte. 

- ¿Yuma? 

- Tienes razón, tal vez no es hambre –el pelinegro se inclinó de nuevo, esta vez rozando sus labios en su oído mientras hablaba- Pero no importa cuánto coma o beba, mi interior nunca se llena. Es como si… -se detuvo, pensando, como si de pronto se volviera torpe hasta con las palabras. Ryoga se estremeció con su aliento- Siento algo dentro de mí, que no importa lo que haga, no desaparece. 

El silencio fue todo lo que se oyó luego de eso, además de sus respiraciones, y el murmullo opacado de las voces a lo lejos. El corazón de Ryoga latía tan fuerte que casi sentía su caja toráxica ser bombardeada. 

- Quería hacer esta noche divertida para ambos –volvió a hablar el pelinegro, de pronto- Pero ahora solo quiero… -Ryoga sintió su nariz de nuevo en el hueco de su hombro, y posteriormente sus labios. pero ya no era un simple roce o contacto. Yuma estaba besando su cuello. Repartía suaves y cortos besos por toda la extensión de piel allí. 

- ¡¿Q-Qué haces?!  

- No habíamos estado tan cerca antes –susurró, llevando sus dedos a su cabello para jugar con él un poco- Hueles bien, Shark. 

El aludido se sintió desconcertado por el ¿cumplido?, y entre su confusión dejó de removerse para quitárselo de encima. Pero reaccionó al darse cuenta de que Yuma tenía razón, sus cuerpos estaban demasiado cerca. Sintió que el pelinegro primero se le pegaba como si fuera un abrazo, y luego se apartó lo suficiente para moverse con más facilidad. Los besos en su cuello regresaron y se alertó. 

- Yuma, ya para. –pasó una mano por su espalda y lo sujetó de la ropa. Lo jaló para apartarlo, pero no hizo mucho esfuerzo. Se sintió vulnerable y ni su voz no salió tan fuerte como quería. 

Las manos del menor se deslizaban por su cintura y una se metió bajo la ropa. El contacto piel con piel casi lo quema, o esa impresión le dio la primera vez. Las caricias eran inesperadas, y persistentes. Cualquier lugar donde Yuma tocara  o simplemente le respirara encima se sentía intenso, y no iba a poder controlarse mucho más.  

- Idiota, hablo enserio…  

Fue cuando Yuma pasó de besar a chupar suavemente su cuello que dejó salir un jadeo parecido a un gemido, y arrugando la ropa de Yuma en sus manos, lo suficiente para arañarle la espalda sobre la ropa; que se dio cuenta de que ya no tenía control sobre nada y eso le hizo decidir que tenía que parar. 

- ¡Te digo que pares! –Yuma se apartó un poco cuando le gritó y aprovechó tenerlo cara a cara para en un rápido, furioso, y casi desesperado gesto; golpear su cabeza contra la suya. Ambos se quejaron ante la colisión, pero finalmente el pelinegro lo soltó y se echó a su lado, con las manos en la frente mientras gemía de dolor. Ryoga solo se levantó ignorando las punzadas del golpe y se volvió para ahora que había una distancia considerable entre ambos. El pelinegro, mareado, miró al más alto con confusión. 

- ¡¿Q-Qué fue eso?! ¡Shark! ¡Duele! –gritó.  

- ¿Y todavía lo preguntas, imbécil? ¡Es tu culpa! 

- ¿Eh? ¿P-por qué? –se extrañó de su confusión, pero fijándose bien el pelinegro lucía más desorientado y aturdido que antes por el cabezazo. Cuando quitó las manos de su cara apreció la hinchazón que comenzaba a formarse en el medio de su frente, y el cabello se le había desordenado un poco en el jaleo. Incluso algún mechón rojo desarmado de su posición habitual se le atravesó en la cara pero Yuma lo apartó. Sus ojos estaban algo colorados, su ceño fruncido, las mejillas coloradas y sus labios hacían una mueca de malestar mezclada con un leve puchero. Estaba enfadado, y se veía adorable. 

Verlo así solo frustraba más a Ryoga. 

- ¡No te hagas el desentendido! 

- ¿El qué? Ah… me duele un poco la cabeza, ¿podrías parar de gritar? Yo… -de repente palideció, abrió grandes los ojos y se dejó caer sobre sus codos. Lo vio gatear intentando alejarse y observó sin entender esa reacción. 

- Oi, ¿qué estás haciendo? ¿Qué pasa? –lo único que obtuvo por respuesta fue una tos ronca, posteriormente lo que sonó como una ahorcada; y para cuando lo vio venir Yuma ya estaba vomitando sobre la hierba- ¡Yuma! –lo tomó de los hombros para sostenerlo por si le fallaban los brazos, y consideró que sería estúpido preguntarle si estaba bien; así que no dijo más nada. Le quitó algunos pelos de la cara, sin poder hacer más que esperar a que el otro soltara todo, y cuando acabó le frotó la espalda con una mano para relajarlo. 

En serio no quería creer todo lo que estaba pasando, pero estaba claro quién era culpable y se juró que cuando se la encontrara exigiría una buena explicación. Maldición, provocar que Yuma quedara en ese estado… claro que sabía que Yuma se había hecho eso él solo, pero es que era un idiota. Y todo el mundo sabe que Yuma es un idiota, así que eso no es excusa para exponerlo a tal situación de mierda.  

- Te dije que no te lo acabaras todo, eso te pasa por comer apresuradamente –su regaño fue más suave que las ocasiones anteriores, y no pudo evitar sonar preocupado. 

Yuma pareció recuperar el color de su cara y ya no se veía tan desconcertado, por lo que Ryoga le dio algo de espacio para que respirara mejor; pero volviendo en sí, el pelinegro abrió los ojos con temor y se miró las manos, observándolas como si no fueran suyas. 

- H-Hace un momento… hice algo raro… ¿Shark? –no se atrevió a mirarlo a los ojos, y el aludido le imitó. Ahora que el otro pensaba con más claridad y estaba más al tanto de lo que había hecho, no estaba seguro de qué hacer o decir.  

Mierda. Habían quedado solos por un tiempo, y Ryoga sólo quería decirle lo que sentía, ¿por qué las cosas siempre se salían de control cuando se trataba de ellos dos?  

Al diablo, la confesión pasó a segundo plano. Lo importante ahora era Yuma, que apretaba los puños y los miraba con la mandíbula tensa. 

- No te preocupes por eso, ¿estás bien ahora? 

- Pero… 

- ¿Estás bien? 

- S-sí, ¡no  es como si fuera a enfermarme ahora! Pero, tú… ¿estás bien? 

- ¿A quién le estás preguntando? No te preocupes por mí, yo no acabo de vomitar. 

Yuma no se convenció e intentó abordar el tema una vez más. 

- Lo de hace un momento, yo… -se le notaba muy nervioso, e intentando no estar tan nervioso; no sabía cuál era peor. Yuma temblaba. 

- Vayamos a conseguirte algo de agua, estás hecho un desastre –volvió a interrumpirlo, se puso de pie y comenzó a caminar fuera de la plaza, dejando al pelinegro con las palabras en la boca. Lo oyó quejarse por ello y ciertamente se sorprendió cuando lo tuvo enseguida corriendo tras él, como si ya no se sintiera mal en lo absoluto, pero le resultó un alivio que estuviera tan activo con la reciente escena que tuvo. Los escuchó reclamarle molesto por casi dejarlo solo, y sin decir nada más caminó a su lado. 

  

… 

  

Para cuando Ryoga volvió al lugar acordado por sus amigos, los chicos ya habían servido la mesa con manteles, platillos, servilletas y bocadillos. Yuma había llegado con él tras beber un poco de agua y usar el mismo contenido de la botella para lavarse la cara y enjuagarse el mal sabor de la boca; y ya con mejor aspecto fue a tomar asiento con sus amigos. Las sillas estaban ya siendo ocupadas por los miembros del club, entre ellos Rio, quien se levantó para ir hacia su hermano en cuanto lo vio. Sin embargo, le bastó con ver su cara para saber que las cosas no iban bien. 

- Rio –la severa voz de su hermano mayor la tomó por sorpresa, y aflojó el paso al acercarse, con el extraño sentimiento de haber hecho algo malo.  

- ¿Qué?  

Entendió al ver en las manos de su hermano el pastel de nueces con molde de aluminio. 

- ¿Qué es lo que tenía este pastel que hiciste? 

- Ah, eso… -desvió la mirada un segundo, viéndose atrapada, y le pareció que tragó saliva- Solo le agregué algo de… la bodega de casa. 

Ryoga hizo un esfuerzo por no comenzar a gritar, porque pensó que traer algo de la bodega de vino de sus padres era obviamente algo no apropiado para una fiesta con sus amigos, y para empezar era evidente que no iba a encontrar nada adecuado para unos chicos que sólo rondaban 14 años allí; pero lo soportó. Aguantó y lo contuvo porque no quería pelear con su hermana justo esa noche, y en ese preciso lugar al que tanto había querido ir. Respiró aire profundamente y respondió con menos calma de la que quería, pero más de la que su hermana esperaba por su expresión de hace unos instantes. Hasta él se sorprendió a si mismo por haber manejado un autocontrol de esa calibre. 

- ¿Por qué pensarías que sería bueno ponerle algo de ese lugar? Idiota, no me digas que esto tiene que ver con tu ridículo plan.  

Rio se mordió los labios y tanto su ceño como sus hombros se tensaron. 

- No, no era para ustedes –él alzó una ceja, y esperó a que se explicase- De igual manera solo puse un poco, ¿sucedió algo malo por eso?  

Supuso que si su hermana decía la verdad, tal vez Yuma solo tenía poco aguante al alcohol, pero eso no justificaba nada. No podía creer lo descuidada que había sido Rio, ella entre todas las personas. 

- Sí, y es tu culpa. ¿No se te pasó por la cabeza cómo podría afectar eso a cualquiera de nosotros?  

Su silencio dijo casi todo. 

- …Perdóname Ryoga, sé que fue una estupidez y no tengo excusa para haber hecho algo tan desconsiderado, pero… -Su mirada se movió incómoda por el lugar y el mayor pensó que no la había visto así de nerviosa antes- Estaba preocupada y… no pensé en las consecuencias. Actué egoístamente. Perdón. 

No fue lo sincera que sonó su disculpa lo que lo sorprendió, sino la expresión en su rostro. 

- ¿Qué te preocupa? 

Mientras ella desviaba la mirada, él siguió el rumbo de los ojos de su hermana, y lentamente comprendió. La manera en la que Rio miraba a Kotori charlar tan animadamente con Cat-chan iba desde rabia, celos, tristeza, envidia, soledad… miedo. Él conocía bien esa sensación. La misma que lo llenaba, quemándolo por dentro y a la vez haciéndole sentir como si su corazón se congelara cada vez que veía a Yuma con Astral; o a veces incluso Kaito, Shingetsu, o ese niño nuevo Alit. Entendió entonces que las intenciones de lo que hizo Rio no iban hacia ellos, sino por ella misma.  

Y lo hizo enojar, también. Pero no era tan cabeza dura como para reclamarle a su hermana que pasaba entrometiéndose en sus intereses amorosos cuando ella no sabía cómo manejar los suyos. Era su culpa también, porque Rio siempre intentaba ayudarlo con Yuma desde que supo su secreto, pero Ryoga no había atentado a entrometerse en la vida de su hermana; y aunque pensó que eso era lo correcto, ahora se rectificaba de las veces que decidió ignorarla cuando ella intentaba contarle sobre las cosas que ocurrían cuando salía de compras con las chicas, o sobre algo que hablaron con Kotori en el almuerzo a mitad del recreo, o cualquier otra historia que encajara en lo que él catalogaba como “cosas de chicas” y posteriormente etiquetaba en su mente como “no me interesa”. Había ignorado los sentimientos de su hermana, y eso la había llevado a actuar sola. 

- Yo solo quería… 

- Olvídalo, no tienes que explicarme nada –la interrumpió, pasándose una mano por el pelo y cerrando los ojos para darse un momento. Quería escucharla, pero ese no era el mejor momento- Solo piensa bien las consecuencias de tus actos antes de volver a pensar en hacer algo así, ¿entiendes? –Rio lo miró perpleja un momento, para luego limpiarse los ojos e inclinarse para ocultar las lágrimas- Si pensabas usar esta noche para decir algo, hazlo tú misma. No necesitas esto para facilitar la situación –y esperando a que ella observara, se acercó a un bote de basura cercano y se deshizo del pastel- Yo no quiero forzar nada, por eso no pedí tu ayuda. Si algo sucederá esta noche, es porque lo hice todo por mi cuenta. Nada fortalecerá tu corazón de hielo más que el hecho de que creas en ti misma ¿verdad? Hermana idiota.  

Vio el asombro en sus ojos ante cada una de sus palabras, pero luego la vio relajarse un poco y cambiar de cara para hacerle un mohín. 

- Tú tampoco eres muy listo, Ryoga. Deja de molestar a tu hermanita y concéntrate en lo que tú quieres decir esta noche, entonces. 

Se miraron cómplices unos segundos, y tras una sonrisa de entendimiento mutuo que sólo ellos, los hermanos Kamishiro podrían comprender, volvieron caminando a donde estaban los demás. Se separaron allí, Rio volvió a acompañar al club de números en la mesa, sirviéndose un bocadillo, y Ryoga pensó que el año que entraba deberían tener esa charla hermano-hermana sobre percances amorosos que tanto les hacía falta. Era jodidamente embarazoso sólo considerarlo, pero podría intentarlo. 

Se volvió hacia el centro de la plaza, donde el cielo despejado brindaría una buena vista a los fuegos artificiales,  y vio a Yuma explicándole algo a Astral. El alien lo escuchó con atención, hizo un par de observaciones y le arrojó algunas preguntas con ojos brillantes de asombro y curiosidad. Luego escuchó a Kotori llamarlo, siendo ella la única además de ellos capaz de verlo, y apartó a Astral del pelinegro para inducirlo en otra conversación en la mesa, buscando hacerlo parte de la reunión con sus compañeros. Kotori se sentó junto a sus amigas y la hermana de Yuma; que hablaba con la de Tetsuo, y Astral la acompañó flotando junto a las sillas. 

Ryoga sintió su pulso aumentar ante semejante oportunidad, y se aproximó a Yuma con paso lento. Permaneció de pie junto a él dirigiéndole la mirada de forma pausada; sin intentar apresurar la situación, y pensó en cómo demonios llevar a cabo un dialogo coherente que pudiera expresar todas las palabras atoradas en su garganta. Yuma le correspondió la mirada e intentó sonreír, buscando algo que le indicara en el otro que todo iba bien. Aún se veía inseguro por lo sucedido momentos atrás y necesitaba saber que no habría un ambiente incómodo entre ellos. El mayor de los Kamishiro deseó poder responder que todo estaría bien, pero las cosas nunca serían así de fáciles. 

- ¿P-podemos hablar sobre lo de hace un momento? –la sola pregunta le indicó cuanto le carcomía la cabeza aquello a Yuma. Su voz no sonaba tan confiada como siempre, el tartamudeo no era propio de él, y las manos le sudaban; o esa impresión le dio por como las abría y cerraba contra la tela de su ropa, incómodo. 

- Ya te dije que no te preocupes por eso, no estabas en todos tus sentidos; lo que hiciste ya no importa. 

- ¡A mí me importa! –aclaró de inmediato, y Ryoga lo miró sorprendido- No sé por qué actué así… ¡D-d-digo! ¡Sí que lo sé! No lo comprendo bien pero creo que entiendo por qué lo haría. Pero es que yo… -hizo una pausa para ordenar sus pensamientos y prosiguió- Estoy muy feliz de pasar esta noche con todos, y sobretodo porque viniste y sé que era importante para ti porque hacía tiempo que no participabas en estas cosas. Quería hacer esto divertido para ti también, pero más que nada, quería estar contigo hoy. Por eso lo siento. 

Sus mejillas estaban ardiendo. Y dios, las suyas también. Había hablado demasiado rápido pero Ryoga le entendió. Esas palabras lo eran todo, era todo lo que necesitaba. Se sintió ansioso y cargado de valor para poder decir lo que desde hace tiempo llevaba guardando. Sin embargo, esperó a que Yuma terminara de hablar. Quería escuchar todo lo que tuviera para decir. Quería el momento indicado. 

- No quería arruinarlo, no quería que todo acabara como lo hizo recién. Pero no me gusta echarme para atrás cuando las cosas se ponen difíciles, porque creo que si lo intento no habrá algo que esté fuera de mi alcance; así que quería esforzarme para que esto saliera bien y para cuando llegara este momento pensaría “¡Kattobingu!” y las palabras saldrían solas de mi corazón. 

Reconoció entonces aquellas señales. El sudor en sus palmas, la determinación dilatando sus pupilas, la respiración agitada por los latidos desbocados en su pecho, las mejillas rojas y los labios apretados. Yuma era el relejo de cómo lucía Ryoga en ese momento. Ambos estaban iguales, preparándose para decir las mismas palabras. Ryoga, alias Shark,  se sintió completo. 

Así que era eso lo que necesitaba… “Kattobingu”. 

Se miraron a los ojos al mismo tiempo, y como si sus corazones se hubieran sincronizado; tomaron coraje a la vez para soltar al unísono aquellas palabras. 

¡Me gustas! 

El mundo pudo haberse detenido ahí mismo y él estaría eternamente agradecido, porque quería atesorar cada segundo que le brindó mirar aquellos grandes orbes carmesí brillantes y sorprendidos, adornados con un fuerte sonrojo luego de aquella mutua confesión. Sintió la necesidad de hacer algo más, un gesto, lo que fuera. Algo para transmitir todos esos sentimientos que lo embargaban. 

De pronto se oyeron voces alrededor: los gritos entusiasmados los hicieron volverse para ver cómo iban todos hasta donde ellos se encontraban. Al ver que pronto sus compañeros y familias se reunían en el centro de la plaza se pusieron de pie, comprendiendo lo que significaba. 

- ¡Comenzará pronto! –anunció Yuma, alzando los ojos al cielo, impaciente y rebosante de emoción. Le imitó el acto, escuchando cómo comenzaban el conteo regresivo en conjunto, y esperó también por el gran momento. Sin embargo, aún sentía que le faltaba algo. Quería comenzar año nuevo recordando ese sentimiento que aún no se sacaba del pecho, así que buscó un gesto adecuado. Su pulso casi le impedía permanecer impasible, pero aun así tomó la mano de Yuma; esperando que no sintiera toda la ansiedad que le provocaba; pero cuando éste le respondió con un apretón se relajó un poco.  

Permaneció con los ojos fijos en el firmamento, y el conteo llegó a cero.  

- ¡¡FELIZ AÑO NUEVO!! –gritaron todos, y la tormenta de fuegos artificiales dio comienzo. Notó que Astral había vuelto a su lado, y Yuma y él se sonrieron; pero esa vez Ryoga no ardió de celos por dentro, porque Yuma se volvió enseguida a mirarlo de nuevo. Sus ojos brillaban con un cariño y una felicidad que lo dejó paralizado, y esta vez algo en su interior se encendió por distintas razones. 

- ¡Feliz año nuevo! –le dijo, y luego le sonrió de manera excepcional, con una sonrisa dedicada sólo para él. Eso fue suficiente para Ryoga.  

En esos instantes, sintió como algo nuevo nacía entre ambos. Y sintió el verdadero significado de ese momento. El comenzar un nuevo año, con nuevas posibilidades y nuevas oportunidades. Olvidar todos los conflictos del pasado y mirar juntos hacia el futuro. Entrelazó sus dedos con los de Yuma mientras aún se tomaban de las manos y pensó que muchas cosas cambiarían a partir de esa noche de nuevos comienzos, y quizá eso era justo lo que necesitaba. 

 

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado, más tarde publicaré la noche de Año Nuevo con Misael. 

Que pasen bien, y ojalá hayan tenido una linda navidad!


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