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Fuegos artificiales en Heartland City por HanakoTomoharu

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Notas del capitulo:

Aquí llega casi a tiempo la última parte!  Echo mucho de menos Zexal; así que he disfrutado mucho escribir esto para revivir las emociones que llevo guardadas por esta serie; y que nunca mueren. Han pasado años desde que finalizó y aún no lo supero ;-; me pasa lo mismo con Arc-V que está llegando a su clímax pero bueno. Pienso que lo importante es no olvidar como todos estos personajes y sus historias nos hicieron sentir en su momento, así que por medio de este pequeño aporte espero haber revivido emociones en los Lectores.

Quizá fallé un poquito con el fic porque creo que están algo fuera de personaje; y es que estos son precisamente los personajes cuyas personalidades se me hacen difíciles de manejar; pero omitiendo el intento lo que yo quería era volver a poner a todos estos maravillosos chicos juntos de nuevo; utilizando como contexto esta época de fiestas. 

En fin, espero lo disfruten!

Era, por supuesto, la primera vez que venían a un festival en Hearland City, y de hecho, también la primera vez que participaban en el tan proclamado Año Nuevo de la Tierra. Era un hecho a nivel mundial que los humanos celebraban para contar los años de la humanidad en la Tierra cada vez que ésta terminaba de dar la vuelta completa alrededor de su estrella principal, el Sol. Aunque Durbe le había explicado que en realidad la festividad en sí recaía en las culturas, ya que los humanos claramente existieron miles de años más que los que éstas contaban; pero lo que importaba era lo que significaba esa noche actualmente para todos ellos. Los humanos consideraban Año Nuevo como el punto para un nuevo comienzo, y una oportunidad para dejar atrás todos sus problemas y agradecer todo lo bueno que les han regalado los años anteriores; e incluso pedir buenos deseos para los que aún les esperan. 


 


A Misael en particular no le interesaban para nada las costumbres humanas, pero Durbe sí que mostraba un interés especial por saber más de ellas desde que llegaron a ese mundo por primera vez. En el fondo al rubio le preocupaba a dónde podía llevar esa fascinación a su compañero, justo ahora que la Tierra estaba en medio del conflicto del mundo Barian y el mundo Astral, pero confiaba en que su lider era lo suficientemente listo como para no encariñarse con un mundo que luego probablemente acabarían por destruir en la guerra. 


 


Así que a fin de cuentas aceptó el plan de Durbe para permanecer en la Tierra durante esa temporada de Año Nuevo con sus compañeros; ya que mientras la actividad de los números se había reducido sospechosamente en esos días, le pareció que no sería muy arriesgado tomarlo también como un descanso. Gilag y Alit estuvieron de acuerdo y se apegaron a la idea enseguida, en cuanto a Vector… bueno, solo dijo que no le interesaban esas cosas y se largó. No había una muy buena comunicación entre él y el resto del equipo; de hecho nunca la hubo, así que nadie se preguntó realmente dónde estaría en ese momento. Pero mientras no causara problemas, mejor para Misael. Un idiota menos del qué preocuparse. 


 


Entonces, durante dos semanas acompañó a Durbe  a conocer más sobre la cultura de la ciudad. Para establecer su estancia en la Tierra, Misael se negó firmemente a permanecer en el local abandonado del que se habían adueñado Gilag y Alit; así que los convenció de buscar un lugar más apropiado. Tuvieron la suerte de reservar así en un hotel cercano con anticipación, ya que muchas oficinas y lugares, tanto públicos como privados, suelen cerrar días antes de año nuevo. Aunque las instalaciones solo podían hospedar hasta 2 personas, era un complejo sencillo pero cómodo; por lo que se conformaron con 2 habitaciones para los 4.  


 


Ya hospedados, la primer noche se dedicaron a la decoración navideña, la cual en realidad fue idea de Alit; y Durbe enseguida se sumó guiado por el entusiasmo del chico moreno. Los cuatro armaron casi 5 días antes el árbol de Navidad,  y para Noche Buena  ya se sentían contagiados por un extraño ambiente familiar que sus vecinos y cualquiera que se encontraran en las calles transmitiera con espíritu. Le sorprendió un poco porque Durbe había dicho que para muchos japoneses la Navidad no era una celebración de gran significado, pero parecía que en Heartland City era todo lo opuesto. Pudo decir que sus compañeros se divirtieron hasta la mañana del 25, y tal vez incluso vio extenderse un poco sus lazos mientras se intercambiaban regalos con sonrisas en el rostro.  Por su parte, él recibió un abrigo navideño por parte de Gilag que decidió con solo verlo que nunca se pondría, y unos palitos chinos de Alit. Éstos eran de un bonito color rojo, y resultaban multiuso; así que los probó para recogerse el cabello. Resultaba cómodo, por lo que pensó usarlos la noche de Año Nuevo también. Por último, Durbe le obsequió un pañuelo de seda, disculpándose si resultaba algo sencillo; pero para Misael fue un lindo detalle, sabiendo con mirar los dibujos de dragones de escamas doradas y nubes llamativas que había pensado en él al escogerlo. 


 


Los siguientes días fueron a visitar los templos y santuarios locales, donde las personas iban a tocar las campanas y hacer sus plegarias a los dioses. Lo vieron como un buen momento para comprar algunos amuletos y disfrutar de la música de la corte gagaku. Al anochecer en los templos budistas, además, se podían escuchar cientos de campanadas. Cuando simplemente se quedaban en sus cuartos a descansar, normalmente veía a su líder con un libro de mitología en la mano y a los otros dos con compartiendo un manga. 


 


Y así pasó el tiempo hasta llegada la gran noche, donde los cuatro fueron al festival. Durbe quiso más que nada intentar probar algunos juegos tradicionales del país; mientras que por el otro lado lo que mantenía ocupados a los otros dos idiotas era probar platillos de toshikoshi soba y tal. Se divirtieron, a fin de cuentas; y el tiempo se les pasó volando. 


 


Fue a menos de una hora para la medianoche que Misael y Durbe se retiraron para volver a su habitación; mientras que Alit y Gilag se quedaron diciendo que iban a probar algunos platillos más del festival, agregando que más tarde pasarían a darse un baño rápido.  


Los dos llegaron al hotel y apenas pasaron por la puerta de número 10 se sentaron en el sofá cercano a las camas, tomándose un descanso por haber pasado toda la tarde caminando. Misael sentía que su cuerpo estaba un poco exhausto; por lo que primero consideró en recostarse un poco, pero se fijó en lo cerca que estaba su cama de la de Durbe. Tal vez la había movido sin darse cuenta por la noche, o al levantarse en la mañana; pero tampoco quiso moverla de nuevo. No estaba seguro de si eso ofendería a Durbe, así que la dejó como estaba y se acomodó en el sofá junto al peligris. Pensó entonces en tomar un baño antes de volver para ver los fuegos artificiales, pero se quedó en su lugar unos momentos más, admirando otra vez la decoración. El lugar que reservaron tenía un estilo japonés tradicional, lo cual le resultaba reconfortante y agradecía que no fuera como todo lo demás en Heartland City: cubierto de corazones. 


 


Se volvió para ver a su compañero. Le agradaba ver como Durbe aún sonreía; una sonrisa tranquila pero alegre. Lo había visto emocionado durante todos sus recorridos así que nada lo conformaba más que saber que el chico con gafas había disfrutado aquellos días en la Tierra. Claro que lo que hacían aún no dejaba de preocuparle, pero por esa noche decidió limpiarse de cualquier duda. 


 


Por esa noche quería olvidar que eran emperadores, guerreros, y que su entera existencia se dedicaba al sacrificio por su mundo. 


- Se siente extraño ya estar aquí –dijo Durbe, suspirando antes de apoyarse en el respaldo y aflojarse contra el sofá. Misael levantó los pies, y ya que no pareció molestar a Drube, los apoyó en el asiento junto él, con los dedos del pie tocando su muslo. 


 


- Pero ya lo estamos, así que, ¿estás satisfecho? 


 


- Bueno, sí. Ha sido una experiencia extraordinaria. Los humanos son seres interesantes. Con una existencia tan simple y corta son capaces de hacer cosas increíbles. Pero estoy seguro de que aún nos falta mucho por ver de este mundo –Misael se extrañó cuando de pronto su voz se apagó y su compañero permaneció mirando a la nada unos segundos- Da una sensación de familiaridad, ¿no crees? Solo llevamos unos días como humanos, pero es como si ya fuera parte de algo. De esto, y de todo. Este lugar es tan maravilloso que no quisiera olvidar lo que se siente estar de pie bajo este cielo, con esta carne y estos huesos. Quisiera guardar esta sensación por siglos –dijo, mirándose las manos. Misael se removió un poco, sintiendo sus entrañas contraerse con la sensación de que comprendía perfectamente lo que el otro decía. 


 


- Durbe… 


 


- Lo sé, lo siento si parece que lo pienso demasiado. Se me pasará. 


 


Ser humano era como tener una segunda piel. Es distinta, pero calza de manera exacta, y llegas a sentirte como si hubieras nacido con ella. Pero estaba mal, y esa era la línea que no debían cruzar. Ellos no eran humanos, y no podían permitirse desear serlo. 


 


- De todas maneras, aún siento ese hueco, ¿sabes? Creo que habría disfrutado más de esto si él estuviera aquí –volvió a hablar.


 


Misael sintió un nudo en la garganta al comprender a qué se debía el ambiente a su alrededor, e hizo un esfuerzo por no chasquear la lengua. Acto que había asimilado como una costumbre cuando estaba molesto desde que tenía boca. Siempre se trataba de él, siempre tenía que ocupar los pensamientos de Durbe todo el tiempo. Siempre presente para arruinar la felicidad del chico de cabellos grisáceos y ojos oscuros. 


 


Mientras el recuerdo de Nasch persistiera, no habría algo que Durbe pudiera disfrutar por completo. 


 


- Seguro que él lo habría disfrutado –trató de animarlo, sintiéndose luego avergonzado de sí mismo por sonar tan falso. Agradeció que el otro no lo notara. 


 


- Sé que lo haría, pero no lo demostraría. A veces era muy cerrado, pero eso no lo hacía un mal líder.  


 


La sonrisa de Durbe había cambiado a una mueca de nostalgia y arrepentimiento que Misael quiso desechar inmediatamente, y pensó qué decir para que la situación cambiara. Sin falta de sutileza, claro. Una vez que Durbe tocaba el tema de Nasch, era difícil sacarlo de ese profundo pozo de recuerdos. 


 


- Oh, lo siento –para su suerte, Durbe se volvió consiente de su ánimo y cortó con ello al instante, intentando volver a su pose relajada de antes al ver el ceño fruncido y la consternación en los ojos del rubio- Por favor no te preocupes por mí. Sé que lo encontraremos, no es como si me estuviera rindiendo ni nada parecido. 


 


“No es como si me estuviera rindiendo”. Por alguna razón eso no hizo que Misael se sintiera más seguro al respecto. Y no es que él esperara que Durbe se diera por vencido con Nasch tampoco, era sólo… 


 


- Después de que lo encontremos, ¿qué harás? –las palabras salieron antes de que se lo pensara adecuadamente, pero Misael ya lo había soltado; y la pregunta ciertamente tomó por sorpresa a Durbe. El más alto trató de despejar su mente y se explicó mejor- Sé lo mucho que lo echas de menos, y lo necesitas; y también sé que eres consciente de tus verdaderos sentimientos por él. Es por eso que quiero saber si entiendes que ha pasado mucho tiempo, y las cosas definitivamente no serán iguales cuando se vean de nuevo. 


 


- S-sí, eso lo entiendo muy bien.  


 


- Entonces, ¿no has pensado… –se aclaró la garganta, repentinamente tenso por terminar la oración. Era delicado plantearle aquello, porque si bien los Barians no creían en las almas gemelas; para ellos, cuyas vidas eran casi eternas, compartirla con un compañero que consideraran especial era una decisión importante; sobre todo porque eso implicaba crear una conexión entre sus almas- intentarlo con alguien más? –le costaba mirarlo directamente, pero vio por el rabillo del ojo cómo sonreía.  


 


- No creo que sea tan fácil encontrar a alguien más – su voz y su sonrisa eran una disculpa; como si lamentara el sentirse de esa manera. Como si sus sentimientos por Nasch fueran culpa suya, y eso enfadó más a Misael. 


 


Trató de relajarse y rebuscó en su mente a lo que había querido llegar con todo esa conversación, que cada vez iba peor. No estaba en sus planes arruinar esa noche para Durbe, pero si para mejorarla tenía que hacer que se olvidara de Nasch, haría lo necesario. 


 


- ¿Cómo lo sabes si no lo intentas? –finalmente lo dijo, y se sintió más liviano al hablar después de eso- Como Barian, entiendo que sea difícil considerarlo, pero en este momento estamos bajo el papel de humanos. Solo será temporal, y puede que te arrepientas luego si lo dejas pasar. Querías hacer esto para recordar, y ya has disfrutado de casi todas tus experiencias humanas, así que, ¿por qué no ésta? 


 


Durbe tardó en responder, y Misael creyó que sus palabras estaban persuadiéndolo. 


 


- Simplemente no veo la necesidad de “experimentar” con eso –contestó tras unos minutos. Puso también un pie en el sofá ajustándose al espacio, doblando la pierna y abrazando la rodilla contra su pecho- Pronto volveremos a nuestro mundo y… -suspiró- ¿Cómo cierras una conexión de ese tipo cuando ni siquiera fue formada? Debe ser distinto para ti, Misael. Seguro has tenido a alguien antes, ¿no?  


 


- No realmente –vio un deje de asombro en el otro ante su respuesta, pero no le avergonzó en lo más mínimo decirlo. La sola idea se le hacía irreal, pero no para Durbe; que había pensado que Misael debió haber tenido más de una pareja en toda su vida. Él existió siglos antes de la aparición de Durbe; a decir verdad el Barian maestro de los dragones llevaba más tiempo en su mundo del que podía recordar. 


 


- ¿Dices que tú nunca…? 


 


- Nunca. 


 


 - Oh –susurró, aún sin parpadear. 


 


- Por eso pensé que podríamos intentarlo –soltó rápidamente, y fue entonces cuando sí se sintió avergonzado. 


 


Había visto el tipo de interacciones afectuosas entre los humanos antes, y al preguntarse si Durbe estaría curioso por aquello también, no pudo evitar imaginarse a él y Durbe haciéndolo. Eso que ellos llamaban un beso. Algo que a simple vista solo parecía un contacto común y corriente, pero los humanos le daban un significado más amplio y profundo; y pensó que por eso tal vez a Durbe le llamaría la atención. Después de todo, era algo que no podían hacer en su forma original. Los Barians no tienen bocas, así que no sienten la necesidad de llevar a cabo tal acto. Pero aun así no podía quitarse esa imagen de la cabeza. 


 


Y ahora le había insinuado a Durbe que quería que se besaran. No explícitamente, pero esperaba que tuviera esa idea en mente. No le molestaría hacer las otras cosas que las parejas hacían, como tomar su mano o sostenerlo entre sus brazos; pero si su corazón iba a desbocarse tocando a Durbe; prefería que fuera haciendo algo que sólo en su forma humana pudieran darse a probar en esos momentos. Estaba casi seguro de que Durbe lo había pensado también, era difícil decirlo por su expresión ilegible; pero esperó a que respondiera. El de gafas quedó pensativo un momento, y Misael lo comprendió. No esperaba que se tomara tal propuesta a la ligera, desde luego, pero de por sí ya saber que lo estaba considerando era algo. 


 


- Está bien –contestó, finalmente; en un susurro casi tímido pero tan repentino que lo tomó por sorpresa un poco- No me molesta si es contigo, Misael. 


 


No esperaba que el otro hubiera aceptado tan pronto, para ser honesto. Su corazón latió fuertemente al escuchar eso, y se tuvo que recordar que su sistema circulatorio no era igual en esos momentos al de su forma alienígena para explicarse el rápido aumento de temperatura en su cuerpo.  


 


- ¿Estás seguro? 


 


Deseaba besar a Durbe, si tenía que admitirlo; pero quería que fuera enserio. Quería que Durbe estuviera dispuesto a hacerlo sin Nasch en su cabeza de por medio. 


- Sí, porque… Ninguno de los dos tenemos ataduras pendientes, y porque es la primera vez para los dos, así que no tenemos que preocuparnos. Será mejor guiarnos el uno al otro –pareció avergonzado por lo que acababa de decir, pero Misael pensó que el sonrojo que adornaba sus mejillas era adorable. ¿Estaba bien pensar que su compañero emperador era adorable?  


 


Durbe bajó las piernas del sofá y Misael lo imitó, coordinando con sus movimientos; aproximándose a la par cuando éste lo hacía. Su mano se deslizó por el asiento, como buscando la suya, y Misael al comprender posó su mano sobre la del peligris.  


 


- Todas estas sensaciones humanas –comenzó Durbe, cruzando de vez en cuando sus dedos con los de Misael mientras acariciaba su mano- los impulsos, los deseos; todo como un nuevo instinto. ¿No es un poco… aterrador?  


 


Estaban sentados bastante juntos ahora y sus rostros estaban cerca. Muy cerca. El rubio se inclinó un poco para que no se sintiera tanto la diferencia de altura y su frente se apoyó en la suya.  


 


- No realmente. 


 


Sobraba decir que para él casi siempre se sentía así. No importaba mucho que estuviera en su forma humana o Barian, sus sentimientos por Durbe no cambiarían. Sus respiraciones entrechocaban y se acompasaban. Podía ver sus grandes ojos negros con claridad, pero aun así sentía la urgencia de quitarle los anteojos para verlos directamente. No supo si fue por la cercanía, pero el calor entre ellos era abrasador; por lo que no se extrañó cuando Durbe se aflojó el yukata y una de la mangas resbaló de su hombro. La piel pálida se veía suave al tacto. 


 


- Uhm… -vaciló, nervioso; y Misael se sintió de la misma manera. Solo no quería apresurar nada pero ansiaba cortar con la distancia entre sus labios- ¿Q-quieres ir a la cama primero? 


 


- No, aquí está bien. 


 


No veía la necesidad de detener con esa cercanía entre sus cuerpos por nada. 


 


- D-de acuerdo –sus manos temblaban un poco, y sudaba. Ambos lo hacían- ¿D-debería quitarme la ropa?  


 


- ¿Q-qué? ¿Tienes tanto calor? –el rostro de Durbe ya era rojo vivo, y Misael estaba igual. 


 


- No, quiero decir, para… esto… 


 


- ¿Por qué preguntas eso? Solo es un beso, Durbe. Podemos tomar un baño luego. 


 


Entonces el de cabello grisáceo se apartó despacio, mirándolo confundido, y el rubio lo miró de la misma forma. 


 


- ¿Un beso? 


 


Se miraron unos minutos, y cuando finalmente Misael procesó el error, dándose cuenta del malentendido, se sintió…  


 


- ¿Creíste que yo…? –prefirió no terminar aquella pregunta. No necesitaba una afirmación para indignarse aún más.  


 


Ofendido. Enojado. Dolido.  


 


Durbe no lo estaba tomando en serio. 


 


- ¡¿Por quién me estás tomando?! -lo empujó para terminar de apartarlo y se levantó del sofá. Quería marcharse de allí, ya era lo suficientemente humillante. 


 


- ¡Misael! –Durbe lo llamó, pero él ni se volteó. No quería mirar hacia atrás, y encontrarse con la culpa en su mirada mientras le pedía perdón. Porque a pesar de todo Durbe era gentil, y sabía que se disculparía, pero no necesitaba compasión, ni que Durbe viera como sus ojos se actuaban en ese momento. No quería que viera cómo lo había lastimado. 


 


- No te disculpes. Fue estúpido de mi parte pensar en algo tan infantil al pedirte esto –fue duro, pero lo prefería de esa manera; aparentar ser fuerte cuando su voz estaba a punto de quebrarse. 


 


- Misael, no te vayas –pidió, siguiéndolo hasta la puerta. 


 


- ¡Déjame solo! –abandonó la habitación de un portazo, sin haber dejado de darle la espalda en ningún momento, y corrió por el pasillo. No supo si lo pensó o fue inconscientemente, pero cuando se detuvo se dio cuenta que tenía la mano sobre el pestillo de la puerta de la habitación 08. Para cuando volvió en sí sólo pensó que no tenía otro lugar al que ir así que no lo dudó mucho antes de intentar abrir la puerta. Estaba abierta, para bien o para mal; así que no debería haberle sorprendido mucho ver a Alit apenas entrar, pero lo hizo. Y enseguida reaccionó refregándose los ojos con el puño, aunque ya fuera demasiado tarde. 


 


- ¿Misael? –apenas verlo, dejó el manga que Gilag le había prestado y se levantó de un salto de la cama, donde se hallaba leyendo- ¿qué pasó? 


 


 


Por la preocupación en el rostro de Alit podía imaginarse que no tenía buen aspecto, y dudaba que eso cambiara aunque intentara disimularlo, así que decidió no ocultarlo. Era inútil, estaba seguro de que parecía que iba a llorar. Estaba siendo visto en prácticamente su estado más débil. 


 


- ¿Es Durbe? –se le hizo un nudo desde la garganta al estómago de sólo escuchar su nombre. Alit pareció tomar su silencio y su respiración pesada como un sí- Puedes contarme, Gilag está tomando un baño así que sólo yo escucharé.  


 


Misael lo pensó, y es que no se le ocurrió una razón a ese punto para no hacerlo. No podría verse más patético que en ese momento, con todo ese tormento de emociones reflejado en sus ojos, así que ¿para qué molestarse? Alit ya sabía lo que sentía por Durbe de todas formas, al igual que Vector, y seguramente Gilag. Por todos los dragones, hasta el mismo Durbe debería saberlo ya, ¿no era demasiado obvio? 


 


Y se lo contó todo a Alit, de manera concreta y precisa; sin irse con detalles y acabando de limpiarse los ojos. 


 


- …y Durbe pensó que harían algo cómo, la conexión de las gemas del alma* en nuestra especie, pero del modo carnal que lo hacen los humanos? –concluyó el de ojos verde musgo, juntando las yemas de sus dedos índices para agregar gestos a la última parte. Misael se limitó a asentir, reconsiderando muy tarde el haberle contado todo a aquel idiota. Pero al menos confiaba medianamente más en Alit que en cualquiera de los otros. 


 


- ¡Así que Durbe pensó que le estabas pidiendo que fueran amantes! 


 


- ¡No! –se sobresaltó al escuchar como el otro soltaba tal cosa como si nada. 


 


- Entonces, ¿cómo es que lo llaman?... ¡Ah! ¿“amigos con derecho”? 


 


- Alit. 


 


El joven de piel morena se disculpó callándose al sentir el aura atemorizante que el rubio arrojó sobre él, pero Misael se calmó segundos después. Sabía que el chico no buscaba burlarse de él. 


 


- …Supongo que tienes razón, fue algo como eso. Él seguro pensaba que sería algo temporal, quizá solo por esta noche. Si realmente pensara en mí como su pareja, no habría querido ir tan rápido.  


 


No agregó que en el fondo pensaba que él también tenía la culpa, que debió haberse expresado mejor para decirle a Durbe lo que en verdad quería. 


 


- Ya veo… ¿él no se lo tomó muy bien, verdad? ¿te rechazó después de creer eso? 


 


- Todo lo contrario, me aceptó. Hasta se mostró con ganas de hacerlo –contestó con amargura. Se alivió de que fuera Alit quien estaba escuchándolo, porque se imaginó a Vector riéndose de su situación hasta caer en el suelo a carcajadas. La imagen le dio ganas de golpear algo, o a alguien; y sólo entonces se lamentó de que el susodicho no hubiera venido con ellos. Usar a Vector para desquitar su ira nunca estaba demás; y como el muy imbécil siempre se lo buscaba, no había remordimientos. 


 


- ¡Wow! ¡Eres asombroso, Misael! 


 


Misael lo miró totalmente desencajado por su repentino entusiasmo, tanto que perdió las ganas de golpear a Vector. 


 


- ¿De qué hablas? 


 


- ¿No ves lo positivo de todo esto? 


 


- Durbe tomó mi proposición como si fuera algo que harían uno de esos vulgares humanos; y no como si le hubiera pedido que me considere capaz de llenar el lugar que Nasch ha vaciado de su vida. ¿Qué tiene de positivo eso?  


 


- Te equivocas, porque es justo de lo que se trata. El vio que tú podías hacer eso. 


 


Misael negó con la cabeza, cansado de no seguirle el ritmo. 


 


- ¿Qué no lo entiendes? ¿Tú, que tanto conoces a Dube? Él siempre ha reservado ese lugar para Nasch, pero de repente tú simplemente se lo pides y él cae a tus pies; en algo tan importante como conectar con alguien. ¡Eso significa que de verdad eres alguien especial para él! ¡Con esto tienes una gran ventaja contra Nasch! 


 


Misael quedó estupefacto un segundo, perdido entre todo lo que había dicho Alit. ¿Él, especial? ¿Tanto como Nasch? ¿Tanto para que Durbe lo eligiera sobre Nasch? No lo había pensado de esa manera para nada, y aunque sabía que Alit solo exageraba las cosas; la idea no abandonó su mente. 


 


“No me molesta si es contigo, Misael”. Cuando Durbe dijo eso, ¿quiso decir que quería experimentar todo contacto humano posible únicamente con él? ¿Qué conectar, de la manera que fuera, estaba bien si era con él? 


 


¿No se trataba de eso ser especial para alguien? 


 


- Soy especial para Durbe… -susurró muy suavemente, y aunque no supo si Alit lo escuchó, decir aquellas palabras en alto lo hizo sentir mejor. Una calidez lo inundó de lleno. 


 


- Misael, tienes que volver a aclarar las cosas con Durbe. 


 


- ¿Qué pasa aquí? –Gilag salió del baño con la bata en una mano, ya vestido, encontrándose con los dos chicos sentados en el sofá. 


 


- ¡Misael va a arreglar las cosas con Durbe para que estén juntos!  


 


Por alguna razón no quiso golpear a Alit por haber gritado aquello, pero eso no quita que le hizo querer cubrirse la cara con una mano. 


 


- ¡Genial! ¡Es como en un BL! 


 


- No me detendré a preguntar qué es eso –dijo el rubio, poniéndose de pie- Voy a hacerlo. Gracias por todo, Alit. 


 


- De nada… ¡Woaahh! ¡Nosotros también debemos darnos prisa! –exclamó señalando el reloj en la pared. Faltaban menos de 10 minutos para Año Nuevo. 


 


Tuvieron que apresurarse para salir rumbo al festival de nuevo. El rubio se adelantó, corriendo con aquellas palabras grabadas en su mente. 


“Soy especial para Durbe”. 


  


 


  


… 


  


  


 


Misael intentó hacerse paso entre la multitud que iba amontonándose en las calles y las aceras. Algunos encendían algún artefacto extraño que dejaba salir humo y chispas, y parecían ir a explotar, pero las personas no parecían verlo como algo peligroso. Lo ignoró y escuchó las voces a coro haciendo una cuenta regresiva. Eso fue suficiente señal para saber que ya no había tiempo, y que si buscaba a Durbe seguramente estaría en un solo lugar. Llegando a la plaza lo vio sentado en una banca, y acercándose también vio aparecer a Alit, que llegaba corriendo seguido de Gilag. Sin embargo esos dos se quedaron a cierta distancia, como si Alit hubiera advertido que necesitaban algo de privacidad. Misael lo agradeció internamente y se acercó al de cabello grisáceo; que en cuanto lo vio se puso de pie. 


 


- Lo siento, de verdad que lo siento –se apresuró a decir, no queriendo que el otro lo interrumpiera y así poder explicarse- Te malinterpreté, sé que debió resultar ofensivo y si te lastimé, lo lamento. Solo pensé que como esto iba ser sólo mientras fuéramos humanos, íbamos a llegar hasta el final de esa experiencia –confesó, apenado. 


 


- ¿Entonces sí querías que fuera algo de una sola vez? –Misael funció el ceño, recuperando la decepción. 


 


- ¿No era así como tú lo querías? 


 


- ¡Durbe, yo iba enserio! El beso… era un comienzo. Algo que podemos hacer en esta forma, pero no es lo único que busco entre nosotros. Yo quiero ser más que tu compañero, porque eres especial para mí. Claro que, si no estás dispuesto porque no puedes quitar a Nasch de tu cabeza, sería mejor que ambos lo dejáramos así.  


 


Fue la primera vez que alguno dijo el nombre de su anterior líder en voz alta frente al chico, y Durbe se sobresaltó un poco. Pero no fue esa la razón por la que abrió grandes los ojos y miró a Misael como si todo cobrara un significado nuevo. 


 


- Yo… No pensé que al proponerme aquello estabas diciendo que querías que yo fuera tu primer compañero especial, porque dijiste que no habías tenido uno antes, y no creía que yo sería lo suficientemente especial para ser el tuyo. 


Misael jamás pensó que algo que saliera de la boca de Durbe le sonara estúpido. 


 


- ¡Pero lo eres! –exclamó sin pensarlo, y luego trató de regular su tono de voz para no sonar enojado; que es lo que aparentó- Lo eres, eres muy especial, Durbe.  


 


- Entonces…  Si digo que también eres especial; si hay algo que pueda hacer para recuperar tu respeto y ser digno de ocupar ese lugar, haré lo que sea. No quiero echar a perder nuestro vínculo luego de todo este tiempo, así que si con algo puedo enmendar mi error aunque sea un poco, solo dilo. 


 


Misael sintió su corazón conmoverse por aquellas palabras, viendo en el brillo de sus ojos lo mucho que le importaba a Durbe arreglar las cosas entre ellos. Sintió que aquello confirmaba más las palabras de Alit, y eso le dio cierta esperanza. Esperanza de que algo más podría surgir entre los dos. Abrió la boca para decir algo, pero una especie de silbido seguido de una explosión lo interrumpió. 


 


Al alzar los ojos al cielo, vio un montón de luces salpicar el cielo. Era similar a ver estrellas fugaces alzarse en el cielo y luego estallar majestuosamente con un fuerte ruido. Las chispas de colores hacían diferentes combinaciones, pero todas adornaban la noche de maravilla. No eran estrellas de verdad, pero le impresionaron de manera casi similar; y él sería el futuro Maestro de la Galaxia. 


 


- ¡Qué genial! –escuchó de Alit a sus espaldas. 


 


- Es hermoso… -se volvió al oír la voz de Durbe, pues sintió la urgencia de ver su cara en ese momento. Justo ahora se había cumplido otro año en la Tierra. Era un momento que muchos humanos atesoraban y deseaban pasar con sus seres queridos. Comprendió ese sentimiento por un momento. Los ojos de Durbe desaparecían tras el reflejo en sus lentes con cada una de las estrellas explotando en el cielo, pero su delicada sonrisa expresaba bastante.  


- Sí, es muy bello –susurró. 


 


Podía apreciar que realmente estaba disfrutando aquello, y en el fondo pensó que no le importaría quedarse a ver como la Tierra cumplía otro año si con ello podía ver a Durbe así de feliz otra vez.  


 


- No quiero perderte –dijo el de cabello gris de repente, sin mirarlo– Entiendo que quizá sea mejor dejar atrás toda la idea de intentarlo; pero si aún lo quieres… Me encantaría ser más que esto para ti, si es que todavía queda alguna oportunidad para ello.  


 


- Todavía voy en serio contigo, no quiero que esto dure solo esta noche –contestó, firme a sus sentimientos- Quiero una relación que perdure. Sólo nosotros dos. 


 


Misael sintió su corazón latir fuerte de nuevo, al calor acumularse en sus mejillas, y no pensó mucho en lo que haría a continuación. 


 


- Eso está bien por mí; porque no quiero llenar ningún espacio. Quiero expandir el que ya hice para ti.  


 


 - Durbe –dijo, antes de que pudiera decir otra palabra. 


 


El de ojos oscuros quitó los ojos del cielo para mirarlo, y Misael acortó la distancia entre ellos un poco antes de hablar de nuevo. 


 


- Si estás bien con hacer cualquier cosa para arreglarlo, ¿qué tal el beso pendiente? 


 


Las luces se reflejaron en sus gafas otra vez, impidiéndole ver sus ojos por un segundo; y como si Durbe le leyera la mente se las quitó para poder verlo directamente. Un rubor asomó en sus mejillas y pareció volverse más tímido de repente, pero asintiendo con la cabeza lo miró decidido y ya no flaqueó al cortar el espacio entre ellos. 


 


Misael aún estaba consciente de la diferencia de altura, y se inclinó un poco para facilitar el encuentro de sus labios. Fue extraño, suave, y lento. Lo hacía con los labios pero lo sentía con todo el cuerpo. Dentro de él se arremolinaron un conjunto de emociones que no estaba seguro de haber experimentado en toda su existencia. Fue como si uno de esos dichosos fuegos artificiales estallara dentro de él. 


 


Cuando se separaron, los estruendos se habían  apagado un poco y parecía que sólo durarían unos minutos más. Sin embargo, Durbe no parecía molestarse con ello. Su atención permaneció en el rubio, pensando en el beso; mientras que éste se preguntó si esa era la clase de experiencia que buscaba Durbe, y si le había satisfecho; porque él sintió que no le bastaría con una sola vez. Fue como una decisión. Besó a Durbe y decidió que tendría que hacerlo de nuevo. Que iba a hacerlo de nuevo. Y así lo hizo. 


 


Pensó que si lograba ocupar suficiente espacio en los pensamientos de Durbe; ya no cabría el hoyo que dejó Nasch. Y en el fondo, y por un instante, deseó que aquel planeta no estuviera involucrado con la guerra en su mundo, y que pudieran tener la oportunidad de revivir algo así de nuevo. 

Notas finales:

Puse estas historias juntas porque creo que se complementan; ya que  en una lo más importante es la declaración y no el beso (que nunca sucedió, lo siento, simplemente me pareció perfecto dejarlo asi) y en la otra significaba más el beso que el cómo se expresaban sus sentimientos con palabras (porque eso apestó, lo siento de nuevo, declaración de amor MizaDoru fallida). Ahora solo me queda declarar algunos puntos:

*Con “gemas del alma”, Alit se refiere a las gemas que los Barian tienen incrustadas en el pecho, y que como representan su corazón; en teoría para este fic ellos pueden formar lazos con ellas de manera similar. (sexo con gemas barian? creo haberlo visto en los rincones oscuros de tumblr)

Otra cosa, no se pregunten cómo los Barian pagaron el Hotel, porque nadie ni siquiera sabe cómo se pagan la escuela.

Ahora sí, muchas gracias por leer y espero que pasen una linda noche de fiestas!! Feliz Año Nuevo!!!


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