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17. El Tao de Kris por dayanstyle

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Notas del capitulo:

ahi les viene el resto del lemon nenesss

   Kris se empujó hacia adelante, enterrando su pene dentro de la cálida funda de Tao. Su pareja gimió y levantó su culo para que Kris lo tomara. —Córrete para mi, Panda.

—Yo–yo no puedo. Ayúdame —Tao gritó.

      Kris liberó las muñecas de Tao. —No muevas tu brazo —indicó mientras tomaba su pulsante pene. Fantasías de atar a Tao jugaban en su mente. Captando imágenes de cuero envolviéndose alrededor de sus delicadas muñecas, sujeto para el propio placer de Kris, estaba cerca de destruirlo.

      Bombeó el pene de Tao, empujándose al mismo tiempo rápidamente. La carnal lujuria y el deseo fluían sistemáticamente. Iniciaban en la punta de sus pies y recorría su cuerpo como una esfera de electricidad estática. Su sangre era fuego.

       —Kris. —Tao arqueó su espalda, su cuerpo se estremecía mientras se derretía y jadeaba—. Haz que me corra.

      —Sí, córrete para mí. —Kris mordió el hombro de Tao, incapaz de detenerse. Todo se volvió rojo, sus ojos cambiaron mientras Kris se empujaba dentro de Tao.

      Levantó la cabeza. —¿Me aceptas como tu pareja, Tao?

       —Si, Kris —Tao gritó mientras se corría. Su pareja se retorcía debajo de él. Kris lo sostenía mientras la cabeza de Tao caía hacia atrás y Kris lo mordía de nuevo.

      Sintió los lazos de su alma desanudarse pero gimió con lo que vio. Dos pequeñas y transparentes formas con la imagen exacta de Tao y de él, danzaban una alrededor de la otra, se fusionaron y se separaron, la imagen de Tao entró en Kris y viceversa. Nunca había oído tal cosa. Sus ojos se transfiguraron cuando las imágenes desaparecieron. No podía creer lo que acababa de ver.

      Vio cómo el pequeño fantasma duplicado de Tao desaparecía dentro de su esternón. El latido de su corazón se sincronizó con el de su pareja. ¿Sería eso porque Tao era un Elven? Sea como fuera era la cosa más hermosa que Kris había presenciado.

      Kris rugió cuando se corrió, empujándose más duro hasta que se vació, saciado.

      —Kris. —Tao sacudía la cabeza de un lado a otro, el sudor brillaba en su cuerpo—. La unión se completó.

      —Vi eso… —Él no estaba seguro de qué debería decir. Jaló a su pareja hacia él, acomodando al pequeño hombre sobre su pecho, acariciando el hermoso cabello.

     —Wow, ¿estaba asustado de esto?— Tao sonrió, sus dorados ojos brillaban.

       —No más miedos. —Kris besó su cabeza y se apartó fácil ya que estaba flácido y lentamente salió. Algo que anhelaba ahora estaba acurrucado en sus brazos.

 

Tao se sentó en el estudio, jalando el estúpido brazalete. No había manera de quitarse la maldita cosa. Eso parecía pequeño y frágil. Demasiado mal que las apariencias engañaran. Se movió un poco tratando de aliviar el ardor del reclamo.

       —¿Qué sucede?— Ren preguntó, dejándose caer en el sofá.

     —Ese horrible hombre azul colocó esto en mi muñeca y ahora no puedo desaparecer. —Tao estaba listo para buscar una barra de metal o cualquier cosa que funcionara.

     —Podemos cortarlo. —Ren señaló hacia la muñeca de Tao.

      —¿Qué usaríamos para cortarlo?— Tao arqueó una ceja hacia el pequeño hombre. La piel de Ren se volvió carmesí y se encogió de hombros.

—Tenemos que ir al establo.

    Bueno, eso era una lejana posibilidad, pero ¿qué podía perder? —Bien, muéstrame el camino.

     —¿A dónde van?— Niel preguntó desde la puerta arqueada del estudio.

       —Al establo. —Tao seguía a Ren a través de la cocina y salieron por la puerta trasera, Niel  seguía detrás de ellos. Quería preguntarle acerca de los guantes azules, pero aun no conocía bien al hombre.

      Tenía la sensación de que emparejarse con Kris cambiaría su vida. Tao pensó en Sung Jun. Necesitaba ir a su casa, cambiarse de ropa y decirle a su mejor amigo que él estaba bien. Quizás Sung Jun supiera la manera de quitarse la maldita cosa. Su amigo era inteligente. Si alguien podría descubrirlo, él podría.

 

Tao tuvo un mal presentimiento tan pronto los tres entraron al establo. Algo no estaba bien. Revisó el pequeño lugar, buscando algo inusual. Todo se veía en su lugar, pero la sensación continuaba.

      —Aquí. —Ren le dio a Tao unas pinzas para cortar. Tao trató de deslizarlas entre su muñeca y el brazalete, pero las mandíbulas de las pinzas eran demasiado grandes. Bueno, valió la pena el intento. Niel recorrió el pequeño cuarto y tomó unas pinzas más pequeñas. —Quizás éstas, son pequeñas. Tao fue capaz de deslizar las pinzas entre el brazalete y su muñeca. Hasta ahora, todo bien. Cerró las pinzas, pero no lo cortaron.

      —Déjanos tratar. —Ren y Niel, ambos, presionaron con todas sus fuerzas, pero ni siquiera le hicieron una marca. Tao estaba enojándose. Tomó las pinzas y las lanzó en el establo. Quería desaparecer, nunca había pensado en eso, lo tenía garantizado y ahora ya no podía más.

     Los tres trataron de cubrirse uno detrás del otro cuando un hombre salió de detrás de uno de los caballos. —¿Qué hacen aquí?

       —Es lo mismo que iba a preguntar. —Tao trató duro de esconder el temor en su voz. No era el más valiente del mundo, pero al parecer los dos hombres detrás de él eran incluso más gallinas de lo que él era. ¿Quién era ese tipo?

      —N–Nosotros vivimos aquí. Tú no —dijo Niel desde atrás de Tao. Infiernos, Tao estaba tratando de estar detrás de Niel. Solo porque era el más alto no significaba que fuera el más valiente.

 

      —Puedo olerla a ella en ti. —El hombre se acercó y mostró sus colmillos.

       —Oh niño, un vampiro —Niel gritó. El pequeño hombre de los guantes azules corrió de nuevo detrás de Tao y de Ren. De nuevo él estaba al frente. ¿Esos dos no sabrían que él era el más gallina del gallinero?

       —¿Oler a quién?— Tao se rió nervioso—. Soy gay, no hay un ‘ella’ en mí. —Él sabía que el vampiro se refería a Nana, lo que significaba que dado que él era un Elvin él tenía ese dulce olor. Por alguna maldita razón el destino había hecho su olor irresistible para los vampiros. Lo que sea que eso significara. Así era, y ahora ellos tendrían que salir de esa situación.

       El vampiro se acercó más. Sus negras pupilas viéndolo con más anhelo. —Quiero ese olor. —Se lanzó y los tres gritaron y corrieron para alejarse. El vampiro alcanzó a tomar el brazo de Tao, evitando que saliera del establo. Se giró hacia los otros dos. —¡Huyan!

      —No te dejaremos. —Ren levantó las pinzas, blandiéndolas salvajemente hacia el vampiro y se las lanzó, golpeando la cabeza del hombre. Tao estaba agradecido pero esas dos pequeñas personas necesitaban salir de aquí. No es que quisiera hacerse el héroe. Solo que le parecía mal que ellos fueran atacados. Eran malditamente pequeños.

Tao puso una cara seria y se inclinó para que el hombre lo mordiera, pero la idea le era repulsiva. El vampiro podría tener todo tipo de gérmenes. Tao golpeó con surodilla las bolas del vampiro.

      El tipo gritó. Al parecer, sin importar la raza, las bolas eran un área sensible. Tao logró liberar su brazo y los tres corrieron a través de la puerta gritando con toda la fuerza de sus pulmones.

     Cuatro extremadamente grandes lobos salieron del bosque. Tao evitó girarse y llevar su culo de nuevo al granero. ¿Mencionó cuán grandes eran?

       Ren y Niel deberían de estar acostumbrados a ellos, porque ellos ni parpadearon. Sólo señalaron el granero y gritaban que había un vampiro ahí. Tao vio a los tres hermanos Wu salir de la cocina y dirigirse al establo con los lobos.

      —Salgamos de aquí. —Tao tomó las manos de Niel y Ren y los jaló al interior de la casa. Él corría hacia la mesa de la cocina cuando Kris y sus hermanos entraron. La cara de Kris era de ira pura.

—¿Qué estabas haciendo afuera?— Kris demandó.

     —Tratando de quitarme el amuleto. —Tao levantó su muñeca, enojado por el tono de ira de Kris. No era su culpa que un loco vampiro estuviera ahí.

      —No es seguro que salgas. No quiero que vayas a ningún lado a menos que yo o alguno de mis hermanos esté contigo. Tao bufó. —No gané la elección ni me uní a la mafia. No necesito guarda espaldas. De hecho, necesito desaparecer y llevar mi feliz culo a mi casa y cambiarme de ropa.

     —No necesitas desaparecer. Te llevaré. —Kris rodeó la mesa, pero Tao se alejó.

        —No creo eso. Sólo porque somos pareja ahora no significa que estemos pegados por las caderas. Yo puedo lograrlo. —Tao siguió evadiéndolo, colocando la mesa entre ellos.

       —¿Cómo vas a lograr eso, Panda? No puedes desaparecer para entrar y salir. —Kris bufó moviéndose a la izquierda y casi atrapando a Tao.

      —Iré con alguno de esos chicos, Neanderthal. —Tao se movió a un lado de la mesa y salió por la puerta al patio. Había olvidado acerca de los vampiros, y al que pateó en las bolas. El pensar en que Kris lo atrapara y lo hiciera regresar logró que corriera cruzando el patio.

       Entró en pánico cuando miró sobre su hombro y vio a Kris y a sus dos hermanos cazándolo. Su instinto estaba entre luchar y huir, pero dado que era una gallina, huyó. Tao dejó salir un poco varonil grito cuando Kris lo derribó.

      —Suéltame, bárbaro. —Tao se retorcía, pero Kris lo sostenía firmemente con esos enormes músculos—. Estás arrugando mi ropa de dos días.

      —Entonces compórtate, estás actuando como un hombre loco. —Kris se levantó jalando a Tao con él—. No puedes correr alrededor de este maldito lugar solo. Eso no es seguro.

      —Logré vivir todos mis ciento diez años sin necesidad de escolta para ir a orinar. Puedo llegar a casa en una pieza sin que Biker Bob y su familia me escolte. —¡Lo sabía! Estar emparejado con Kris estaba cambiando toda su vida. Él quería quitarle su independencia. Tao disfrutaba su libertad, entrar y salir de cualquier lugar o continente desapareciendo. Amaba ver otras culturas, entrar en otros juegos y animar a los equipos.

 

       Kris no iba a quitarle eso. Ya era muy malo que tuviera el grillete en su muñeca evitando que disfrutara su vida. No necesitaba otro alrededor de su cuello.

      —¿No recuerdas que el vampiro trató de atacarte? No es seguro para ti que vagabundees solo. Ahora eres un Wu. Estás pegado a nosotros. —Kris tomó el brazo de Tao y lo jaló hacia la casa. Tao enterraba los talones para liberarse. —Entiendo el peligro, pero no estaré en una jaula. Ahora, déjame ir, maldición. —Se retorcía y gritaba, pero Kris no lo liberaba.

Tao sabía que lo que su pareja decía era verdad. Había muchos peligros afuera, especialmente alrededor de ese lugar, pero si permitía que Kris decidiera sobre su libertad ahora, él estaría por siempre en las sombras. No podía permitir eso.

       —No te necesito. —Tao curvó sus labios hacia adentro tan pronto como las palabras salieron de su boca. Vio el dolor en la expresión de Kris antes de que su pareja la enmascarara. Kris gruñó, empujándolo hacia sus hermanos.

      —Cuídenlo. —Su pareja se fue dejándolo con Suho y… ¿Cuál era el nombre del otro chico? Él quería correr detrás de su pareja, disculparse por las duras palabras, pero Kris ya se había ido.

       —Sólo actúa de esa forma porque le importas y está asustado por ti —dijo Suho mientras él y su hermano lo guiaban al interior de la casa. Tao se giró y encajó su índice en la palma de su mano. —¿Es tan difícil para él sólo decir eso en lugar de actuar como machote?

 

     Suho sacudió la cabeza y cruzó sus brazos sobre su enorme pecho. —Si, lo es. Kris no es bueno con las suaves emociones. Nunca lo ha sido.

     No pareció hacerlo mal cuando reclamó a Tao. De hecho, emanaban de él. ¿Tendría una doble personalidad? ¿Temía mostrarse débil frente a los demás? Tao no podía vivir con eso. Él no iba a tener una pareja tierna en la cama y una gruñona persona frente a todos los demás. Si no le podía mostrar algo de calidez en público a Tao, Tao no lo quería como pareja. «Demasiado tarde para eso. Oh, cállate». Tao gruñó. Ahora estaba discutiendo consigo mismo. Eso no podía ser bueno. —Miren, necesito ir a casa. Así que, ustedes chicos pueden acompañarme o me voy caminando. No me molesta cuál sea.

—Yo te llevaré.

—¿Cuál es tu nombre?

     El hombre se rió. Soy Yongguk. Encantado De conocerte, hermanito.— Tao lo vio fijamente. —No me llames de esa forma. Eso significaría que Kris también es mi hermano y eso es asqueroso.

Yongguk le dio una profunda carcajada. —Me agradas.

      —Qué mal, Kris me tomó primero. —Se rió graciosamente—. Bien, vámonos. —Tao miró alrededor mientras se dirigía a la puerta del frente, preguntándose a dónde se había ido su pareja. Se sentía mal por lo que dijo, pero él tenía que mantenerse firme. Bueno, algo firme, él aun estaba siendo escoltado.

 

Tao suspiró. Tenia la sensación de que tratar de mantener su independencia iba a ser una ruda batalla. Tao se sentía incómodo mientras se dirigía a su casa. Parecía que toda la tribu lo observaba. Él sabía que el emparejarse fuera de su raza era extremadamente raro, ¿pero qué es lo que debería de hacer? ¿Negar a la otra mitad de su alma? No era su culpa que el destino le hubiera elegido a Kris como su pareja, y él no lo cambiaría, no importaba lo cabeza dura que fuera.

      Y si era totalmente honesto consigo mismo, él no cambiaría eso. Kris podría ser testarudo y cabeza dura, pero a Tao le gustaba de esa forma.

      Ellos sólo tenían que trabajar lo de las muestras públicas de afecto, y lo de su independencia.

        Los hermanos debieron de haber visto las expresiones. Ellos se movieron más cerca de Tao hasta que él llegó a su casa. Nunca lo admitiría pero estaba agradecido. Las miradas que recibía lo hacían sentirse rechazado. Los antiguos lo veían con desaprobación, e incluso algunos de sus antiguos amigos parecía que le daban la espalda. Le dolió, pero Tao mantuvo la cabeza en alto, incluso aunque se sentía como una gallina en su interior. No les daría esa satisfacción.

       —No eres bienvenido aquí— uno de los miembros de su tribu se adelantó y lo proclamó. Tao vio las manos del hombre para asegurarse de que no tuviera armas. Los Elves del Bosque podían ser irrazonables en ocasiones, y él no iba a dejar pasar una sucia pelea con ellos.

      —Oh, ¿si? ¿Quién negoció los quinientos acres, hmm? Yo lo hice —dijo Tao que comenzaba a enojarse. Ellos fueron los que le lanzaron la corona de Centinela en la cabeza para que fuera tras Nana. Ellos prácticamente lo empujaron a la puerta, ¿y ahora querían darle la espalda?

       Ahora que pensaba en eso, el título era algo que le lanzaron para lograr que buscara a JongIn. ¡Ellos eran incluso más gallinas que él!

       Una luz se encendió en su cabeza. Ellos no querían que tuviera éxito. Querían que fallara. Realmente no le agradaba a ninguno de ellos. ¿Por qué?, él no lo sabía. Nunca había hecho nada para ofender a ninguno de ellos. ¿Qué le estaba sucediendo a su raza? Los una vez poderosos Elves del Bosque estaban comenzando a ser engreídos, y eso no le agradaba.

      Ellos lo habían lanzado a los leones…er, lobos, y no les importó. El título de Centinela supuestamente se lo daban a quien mostraba su valor, él era el último que debió haber tenido ese privilegio.

       El antiguo dio un paso hacia Tao hasta que Yongguk gruñó. Le asustó la expresión en el antiguo que rápidamente se transformó en ira. —Recoge tus cosas y vete.

       Todo esto porque se emparejó con alguien fuera de su raza. Tao no podía creer la manera en la que actuaban. Cierto, él nunca había sido uno de los favoritos, pero ¿lo rechazaban porque Kris no era uno de ellos? Eso no era justo. Los prejuicios era algo que le molestaba a Tao.

       —Cuida tu lengua. —Yongguk dio un paso al frente—. O te la corto.

Tao rápidamente corrió hacia su casa, sosteniendo un sollozó mientras tomaba sus pertenencias. Una tristeza lo recorrió al pensar en que nunca volvería a ver a la gente de su tribu de nuevo. ¿Por qué ellos actuaban de esa forma?

      ¿Todo eso era porque Kris era lobo y él era un fey? Eso no debería de importar. Pero aparentemente importaba. Tao dejó salir la ira y entró en su casa. Entre más pronto tomara sus cosas más pronto saldría de aquí. ¿Hacia dónde correría? Quién sabe, pero era mejor que seguir aquí.

      —Hey, ¿qué estás haciendo?— Sung Jun preguntó entrando en la habitación de Tao. Su mejor amigo se apoyó en la pared estudiándolo. Tao se limpió las lágrimas con las mangas y metió sus cosas dentro de una bolsa. —Aparentemente ya no soy bienvenido aquí. Empaco mis cosas. Sung Jun se enderezó, su voz con ira. —¿Quién dijo eso? Tao gruñó. —Hyun Joong.

      —¿Ese imbécil? Su cabeza se quedó atrapada tan en el pasado, que seguramente podría oler lo que los dinosauros comían. No le prestes atención. Tao negó con la cabeza. Entendía lo que Sung Jun estaba diciendo, pero él no recibió las palabras llenas de odio. Eso le dolía como el infierno y sólo quería poner la mayor distancia entre su cuerpo y esa villa. —No voy a obligar a nadie. Si no me quieren aquí, entonces simplemente me iré.

 

Sung Jun cruzó los brazos sobre su pecho, viendo fijamente a Tao. —¿Sólo te vas a alejar de nuestra amistad?

        Las manos de Tao se tensaron ante la ira en la voz de Sung Jun. Nunca le había hablado de esa forma antes. ¿Ese era el día de ‘fastidien a Tao’? Dio un paso alejándose de la cama y le sonrió a su amigo de mucho tiempo. —Aun puedo visitarte. Todo lo que tienes que hacer es decir mi nombre.

r13;Tao bajó la vista hacia el brazalete—. Bueno, quizás no. ¿Sabes cómo puedo quitarme esto?—Tao levantó la mano mostrando su más reciente pieza de joyería. Sung Jun parecía impactado, y entonces rápidamente lo enmascaró. Inclinó la cabeza y asintió viendo la muñeca de Tao. —¿Quién te…? ¿Kiseop te puso esto? Tao asintió.

Sung Jun examinó el grillete, sostuvo la mano de Tao mientras giraba la muñeca. —Creo que puedo. Espera.

r13;Sung Jun soltó su brazo y salió de la recámara. Tao siguió empacando hasta que Sung Jun regresó al cuarto, con una pequeña llave en la mano. —Déjame tratar con esto.

Tao le dio su mano a su mejor amigo, viendo cómo Sung Jun insertaba la llave en el brazalete y lo liberaba. La sensación de total libertad inundó a Tao. Abrazó al hombre, y le dio un rápido beso de agradecimiento en la mejilla. —Gracias. —Metió el brazalete en el bolsillo, diciéndose a sí mismo que lo iba a enterrar tan pronto como regresara. Nadie debería ser prisionero de esa forma.

      Él no iba a dejar que pudieran atrapar a alguien con eso. Aunque la idea que le cruzó por la mente fue colocar la cosa en la maldita muñeca de Hyun Joong.

 

    Eso le enseñaría a no juzgar a la gente sólo porque se emparejaba con alguien que no era de su raza. Bárbaro bastardo. Sung Jun envolvió sus brazos alrededor de Tao, jalándolo mas cerca. —Te voy a extrañar— murmuró en el oído de Tao.

Tao vaciló, Sung Jun nunca había actuado de esa manera antes. Eso hizo que se sintiera extremadamente incómodo. Se aclaró la garganta, empujó el pecho de Sung Jun, y se alejó de su compañero de casa. —Bueno, tengo que irme. Te visitaré.

      Tomó su bolsa, la lanzó a su hombro y le dio una última mirada a su recámara y a su mejor amigo. Había otras cosas que necesitaba llevarse, pero necesitaba a los hermanos para que le ayudaran. Sung Jun seguía ahí con una estoica expresión, pero Tao sabía que eso era una fachada. Eligió ignorar eso y se dirigió a la puerta de la recámara.

      —¿Terminaste?— Suho y Yongguk entraron al cuarto, Suho miró a Sung Jun, una expresión de desaprobación cruzó su cara.

       —Si, terminé. —Los hermanos y Sung Jun le ayudaron a llevar sus cosas a la camioneta. Todo eso llenó la parte de atrás, Tao dio una última mirada antes de cerrar la puerta de la camioneta.

      ¿Cómo habían cambiado las cosas tan drásticamente? No sólo su tribu se estaba ajustando a un nuevo medio ambiente desde que tuvieron que dejar atrás el que había sido su hogar desde el amanecer de la existencia, sino que ahora él los dejaba para iniciar una vida nueva con alguien más…de nuevo.

 

     Se sentía fuera de lugar. ¿A dónde pertenecía realmente? Desde la guerra, su hogar ya no se sentía su hogar y cuando se mudaron, él realmente nunca había desempacado sus cosas. ¿Incluso podría tener la sensación de hogar de nuevo?

     Ahora no tenía uno. Su familia había muerto y él estaba dejando a su mejor amigo y a su tribu. Ni siquiera se sentía como si realmente tuviera una pareja. No por la manera en la que estaba actuando Kris. Así que, ¿qué tenía? Tao subió a la camioneta, viendo a la villa que una vez consideró su hogar lentamente alejarse.

      Regresaron al territorio de Kim y entraron al camino de grava. Tao vio la enorme casa, un lugar que ahora sería su hogar permanente. Parecía más una prisión que un acogedor hogar.

       Ignoró la sensación y sacó sus cosas de la camioneta, las otras parejas salieron a ayudar. Él llevó sus pertenencias a la habitación de Kris, una habitación en la que él no estaba seguro de ser bienvenido después de sus duras palabras.

      —Gracias. —Les dio una débil sonrisa a las parejas que le habían ayudado.

      —Eres bienvenido. —Ren le sonrió—. Ven al estudio, jugaremos video juegos. Tao le sonrió al pequeño hombre. —Iré.

      Bueno, al menos tenía a las parejas para pasar el rato. Parecía que Kris había desaparecido. No lo culpaba. ¿Quién iba a querer estar pegado alrededor y ser insultado de nuevo? Su pelea por la libertad le había salido al revés, y ahora él iba a pagar el precio de eso.

Tao anhelaba estar de regreso en los brazos de Kris, para ser sostenido y hablar de lo que le importaba. Por cómo se sentía ahora, él lo necesitaba más.

      Los otros lo dejaron mientras él desempacaba y doblaba su ropa cuidadosamente y la acomodaba en la cómoda. Colgó el resto, metió los zapatos en el armario. Tao se sentó en el borde de la cama, inseguro de qué hacer. Realmente no tenía deseos de jugar videojuegos ahora. Tao caminó hacia la ventana y metió sus manos en los bolsillos, viendo el bosque. Realmente era una hermosa vista.

—¿Ya acomodaste todo?

Tao cerró los ojos ante la profunda voz detrás de él. Su pareja había regresado. Temía que regresara, temía lo que pudiera ver en los ojos de Kris. —Si.

       Fuertes brazos circularon su cintura, jalándolo hacia un sólido pecho. Tao casi grita ante el contacto. Con lo poco que conocía a su pareja esos fuertes brazos significaban que ahora todo estaba bien. —Bien. —Kris besó su sien antes de levantar el brazo de Tao—. ¿Cómo lograste quitarte el brazalete?

      Nada se le pasaba a su shifter. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios. —Sung Jun tenía una llave.

      Kris gruñó mientras giraba la muñeca de Tao. r13;¿No te parece eso extraño?

 

Tao no había pensado en eso, feliz en el momento en que estuvo libre. ¿Cómo su mejor amigo estaba en posesión de eso? Ahí no había explicación. —No en ese momento. Sólo estaba feliz de estar libre del grillete. Tiene que haber una razón para eso. Confío en él.

—Yo no —Kris le gruñó al oído. Tao no estaba de humor para otra discusión. Estaba cansado, necesitaba una ducha y le dolía el ostracismo que recibía. Todo lo que quería hacer era tomar una ducha e ir a la cama.

       —Estoy cansado. —Tao se salió de los brazos de Kris y se dirigió al cuarto de baño. Con lo mucho que necesitaba el consuelo de Kris, no quería discutir.

       Se desnudó, reguló el agua y suspiró mientras se colocaba bajo el chorro permitiendo que el agua alejara su dolor. Inclinó la cabeza hacia atrás, se lavó el cabello y lo enjuagó.

      Cerrando el agua, envolvió una toalla alrededor de su cabello y otra en su cintura.

      Los ojos de Kris seguían cada movimiento una vez que Tao regresó a la recámara. No estaba seguro si su pareja lo veía con ira o con lujuria. Encontrando sus pantalones de pijama, Tao dejó caer la toalla que sostenía en su cintura y se los puso.

      Kris llegó detrás de él y le quitó la toalla que estaba en su cabeza y tomó el cepillo que estaba sobre la cómoda. Tao se quedó de pie mientras su pareja cepillaba su cabello. Se sentía tan bien. Casi podía quedarse dormido ahí.

      Disfrutaba la sensación de los dedos de su pareja recorrer su cabello.

     —Vamos a la cama. —Kris lo guió, levantó los cobertores y Tao se deslizó bajo ellos.

—Duerme, Panda.

Tao asintió, se giró y una lágrima bajó por su mejilla. La absoluta soledad lo rodeaba. Su pareja se acurrucó detrás de él y jaló a Tao hacia su pecho y lo meció mientras se dormía.

 

Tao se movió unos centímetros hacia abajo, levantando brevemente la vista para asegurarse de que Kris seguía dormido. Está bien, la técnica debía de ser tan difícil. Era solo un pene. Uno muy largo, pero aun así un pene. Tao estudió el flácido eje de su pareja. Incluso en reposo era impresionante. Con su pulgar e índice levantó el pedazo de carne y se inclinó, lo lamió con la punta de su lengua. El suave pene se movió. Tao levantó la vista de nuevo, pero Kris aun roncaba tan fuerte como para tumbar el techo. Se apartó y examinó la V bajo la corona. Tenía un hermoso pene no circuncidado. Nunca había visto uno así antes y estaba fascinado. Bueno, está bien, nunca antes había visto el pene de ningún hombre, pero sabía que el de Kris era diferente al suyo circuncidado.

     Empujó el prepucio hacia atrás y luego de nuevo hacia adelante, riéndose graciosamente mientras lo hacía. —Quiero comerte. —Usó una gruesa voz tratando de imitar a Kris. Tao jaló la piel hacia atrás y apenas pasó su lengua por el brillante presemen que comenzaba a escurrir de la cabeza del pene, el eje empezó a llenarse, siendo incluso más impresionante. ¿Podría acomodar todo eso en su boca?

 

continuara...

Notas finales:

proximamente...

dejen rw


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