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Braille para Videntes || #KuroTsukiDay por Nayu - san

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Reunión de universitarios esas a las que se supone que asistes seguido en esa etapa de la vida. Kuroo llevaba su segundo año en medicina y Tsukishima a penas iniciaba con Ciencias de la Comunicación.

Terminando el periodo, dando inicio a las vacaciones, el ruidoso peligris compañero de Kuroo le había insistido para que lo acompañara  a una pequeña reunión que tendría junto a unos amigos.  A lo largo de el tiempo que llevaba estudiando, Tetsurou aún no se sentía lo suficientemente cómodo como para acceder a alguna de las invitaciones del ruidoso muchacho. Luego de pensarlo unos minutos, tomando en cuenta de que todos lo veían como el tipo antisocial que a penas te hablaba para preguntarte por la hora, Kuroo accedió, provocando que el chico lanzara un sonoro ¡Yuju! Como respuesta.

- Por cierto seguro ya lo sabes, mi nombre es Boluto Kotaro. -dijo caminando al lado del pelinehro mientras salían del edificio.

- Claro que lo sé. -respondió con una pequeña sonrisa en el rostro.

-Bueno, nunca es malo repetir las cosas buenas de la vida. -refutó mientras pasaba un brazo al rededor de los hombros de su compañero.

Luego de unos pasos, en una esquina los esperaba un joven con el cabello azabache correctamente peinado y de mirada elegante, tomaba el celular entre sus manos y hacía una llamada. Casi al mismo tiempo el celular de Bokuto empezaba a sonar. 

-¡Akaasheee aquí estoy! -gritó el peligris soltando del agarre a Kuroo y agitando los brazos para que Keiji lo viera.

Akaashi se sobreaaltó en su sitio y volteó ante el ruidoso chico que lo llamaba, cortando inmediatamente la llamada.

-Mira Akaashi, él es Kuroo. Mi bro. Kuroo miró confundido ante el sobrenombre del joven que sonreía, viendo como una gota traicionera de calor resbalaba de su frente.

-Me alegro Bokuto-san. Soy Akaashi Keiji , un gusto Kuroo-san. -dijo extendiendo una mano hacia el mayor.

-El gusto es mío. -soltó tomando la mano del menor, mientras se sentía hipnotizado por los bonitos ojos que tenía al frente.

Así transcurrió la tarde. Fueron al departamento de Keiji, compraron unos bocaditos para la ocasión y los tres pasaron conversando sobre sus carreras.

- Akaashi ¿No ibas a invitar a más personas? -dijo Bokuto haciendo un puchero con los labios mientras se desparramaba sobre el sofá.

- Sí lo hice Bokuto-san, pero al parecer nadie hapodido venir. -respondió mientras tecleaba su celular.

Kuroo solo los miraba. Honestamente se sentía cómodo con ese par. Akaashi controlaba la efusividad de Bokuto, y este ablandaba la seriedad del otro. No se arrepentía de haber aceptado la invitacíón de Kotaro.

- ¿Y si ya sabes que nadie vendrá con quién te mensajeas tanto Akaashi? -preguntó Bokuto mientras se incorporaba nuevamente en el mueble.

- Con Tsukishima, Bokuto-san. Al parecer lo había olvidado y al terminar las clases se fue a casa, pero ya le avisé y dice que está en camino. -dijo mientras dejaba el celular a un lado.

Minutos después siguieron conversando. Akaashi hablaba de lo difícil que se le daba la Arquitectura, pero no se arepentía puesto que era a lo que quería dedicarse. El celular de Keiji vibró y este inmediatamente leyó la pantalla.

- Tsukishima ya está llegando, iré a recibirlo. -soltó mientras se ponía de pie dirigiéndose al perchero donde descansaba su abrigo.

- Está bien Akaashi, mándale mis saludos. Kuroo rió y Akaashi rodó los ojos ante el comentario de su pareja mientras se acercaba a la puerta para salir al encuentro del rubio. Grande fue su sorpresa al ver al de orbes doradas de pie frente a esta.

- Tsukishima te dije que iría por ti. -soltó algo enfadado mientras cruzaba los brazos.

- Muchas gracias Akaashi-san, pero en serio no era necesario. Puedo hacerlo yo solo. -respondió mientras ponía un pie dentro del piso dispuesto a entrar.- ¿Ha venido alguien a parte de mi?

- Sí, Bokuto-san trajo un amigo. -dijo mientras se ponía a un lado, dejando un espacio considerable para que el rubio pudiese entrar.

- Ya veo. -respondió mientras se quitaba los zapatos y el abrigo, colgándolo en el perchero.- Pobre aquel que se haga amigo de Bokuto-san.

- Lo mismo pensé.

Dicho esto Akaashi sonrió y dio un leve empujón al rubio por la espalda para dirigirlo hacia la sala.

- Kuroo-san, él es Tsukishima Kei. Tsukishima, él es Kuroo Tetsurou.

Tsukishima extendió una mano hacia el moreno, quien  no dudó en tomarla. El chico que tenía frente a él era sencillamente hermoso. Su cabello rubio dejaba escapar unos rizos rebeldes por la gorra de lana que llevaba. Sus facciones eran delicadas, con unos hermosos ojos dorados; la pequeña nariz le parecía tan adorable que hasta le daba ganas de darle un mordisco, y los delgados labios teñidos de rosa que pronunciaban su nombre.

- Buenas noches Kuroo-san, un gusto conocerlo.

La pequeña reunión transcurrió mejor de lo que esperaba. Sin duda había sido una buena idea aceptar al chico de cabellos plateados.

Así transcurrieron varias primaveras, los años avanzan y los dos mayores estaban a punto de graduarse como médicos con honores. ¿Qué mejor despedida que una última reunión como univrsitarios?

Así pasaron otra noche, sentados en la sala de siempre, fantaseando sobre las cosas que podrían hacer cuando tuvieran el cartón en sus manos. Bokuto no dejaba de enumerar las cosas que le compraría a Akaashi por ser el mejor novio del mundo, mientras Kuroo miraba encantado como Tsukishima sonreía discretamente tras su taza de café ante los comentarios bizarros del peligris.

Kuroo se preguntaba cómo es que Tsukishima ni se inmutaba ante las miradas de tonto enamorado que le lanzaba.

  ~o~  

- Aquí es. -dijo el rubio deteniéndose frente a una casa color café.

El clima era fresco, pero ambos se sentían demasiado sofocados por la situación. Como buen sempai, Kuroo se ofreció a llevarlo a casa. Practicamente sería la última vez que se verían, por lo menos en estas condiciones, ya que al día siguiente era la graduación dando por finalizado su ciclo estudiantil. Era ahora o nunca, todo o nada.

Ambos caminaron a paso ligero hacia la puerta. Kuroo observaba detenidamente cada movimiento del rubio mientras introducía una llave con un curioso bulto en la cerradura, provocando que esta se abriera. 

En cuanto Tsukishima se volteó, Tetsurou no dudó más e inclinó el rostro dejándolo a cortos centímetros de distacia, moviendo los labios sugerentemente esperando lo que vendría. Ya imaginaba la escena: Tsukishima correspondiendo a sus insinuaciones y regalándole uno de esos besos por los que tanto había aguardado. Luego del contacto acariciar su rostro sonrojado y llenarlo de besos. Esperando ansioso otro toque de los labios ajenos, para luego fundirse ambos en un abrazo cargado de emociones, tantas que podrían pasar así toda la noche, demostrando su sentir sin palabras.

- Buena noches Kuroo-san. Buena vida. -dijo Tsukishima seguido de una pequeña sonrisa antes de ingresar a la casa y cerrar la puerta tras de si.

¿Qué acababa de suceder?

Había sido rechazado.

Rechazado.

Tsukishima Kei lo había rechazado con una frialdad inimaginable. 

Al día siguiente Kuroo Tetsurou se graduaría. 

Al día siguiente Kuroo Tetsurou sería un médico con homores.

Al día siguiente Kuroo Tetsurou no volvería a ver a Tsukishima Kei.  

~o~  

Kuroo Tetsurou, un médico muy reconocido en Japón para su corta edad. Luego de una ardua semana de trabajo decide ir a tomar unas copas con ese amigo y colega peligris que conoció cuando era aún más joven. 

Con los primeros dos botones de la camisa desabrochados y con la pierna apoyada en una barra, dándole un aspecto más desenfadado.

- ¿Y cómo está Akaashi? -pregunta haciendo bailar la copa de vino entre sus dedos.

- Oh, él está bien. Últimamente ha tenido mucho trabajo. Ya sabes como es... -respondió mientras jugaba con el cigarrillo entre sus dedos- ¿Y tú cómo has estado bro?

- Lo de siempre, nada nuevo la verdad.

Bokuto arrugó la frente y dirigió una mano a la mandíbula mostrándose pensativo.

- Bro...

- ¿Si bro?

- ¿Hace cuánto que no sales con alguien?

Kuroo casi escupe el trago que acababa de tomar al oír la pregunta del peligris. Pensándolo bien, la última relación que había tenido fue con una joven enfermera, pero terminó pronto. Sencillmente no eran compatibles y felizmente ella también pensaba lo mismo, finalizando la relación sanamente y terminando unicamente como colegas.

Es que desde aquella velada en la que sus labios se enfriaron de esperar un beso por parte de Tsukishima, se cuestionabq todasfinalivelad: ¿Y si en vez de esperar que Tsukishima respondiera él lo hubiera hecho?¿Y si le hubiera dicho las cosas directamente y no como un niño dejando señales?

Tras el rechazo por parte de Tsuki, Kuroo no se dio por vencido y al día siguiente, cuando todos iban a la universidad a recoger las cosas de sus casilleros, decidió ir más temprano de lo normal y cuidando el no ser visto, pegó una nota en el casillero del rubio. Una nota donde le pedía encontrarse en la terraza, obviamente la nota no tenía su nombre.

Esperó, esperó hasta que el menor al fin apareció, ignorando por completo el adhesivo amarillo que colgaba de su puerta y sacando las cosas del casillero con cuidado mientras Kuroo lo observaba de lejos y sentía como su corazón se rompía un poco más. Claramente Tsukishima no quería nada con él.

Graduación.

Buscar trabajo. 

Conseguirlo.

Ser un médico recomendado y recibir ofertas mejores hasta llegar a donde está ahora.

El tema de Tsukishima lo dejó de lado, restándole importancia al dolor sentido en ese momento considerando que solo se trataba de su primer corazón roto como el adolescente que era.

No supo de él hasta que cierta mañana acompañado de su taza de café y con un pequeño minino a sus pies, se dispuso a leer su periódico. Y ahí frente a él el nombre Tsukishima Kei resaltaba.  Si mal no lo recuerda Kei a penas se había graduado hace unos meses, sin embargo ahora veía su nombre en una pequeña columna de un diario reconocido en Japón, como su primera aparición.  Pronto esas pequeñas columnas se hicieron más grandes llegando a ocupar páginas enteras de entrevistas a figuras reconocidas u opiniones extensas sobre cierto tema sonante.

Kuroo sigue a Tsukishima entre esas letras. Notando a diario como evoluciona su trabajo, admirado por la facilidad de palabras del rubio.

Siempre al pie de la entrevista aparecía el correo electrónico de este, por si alguien necesitaba comunicarse. Kuroo luchó muchas veces por evitar escribirle.

Solo fue mi primer corazón roto. Se repetía una y otra vez.

O al menos eso era lo que creía hasta hace unos minutos...

¿Hace cuánto que no sales con alguien?

Salir con alguien. Muchas veces.

Amar a alguien. Solo una vez.

Se suponía que la respuesta que le daría a Bokuto sería contarle sobre la enfermera con la que salió y adicionarle un: "Ahora estoy tranquilo. Tengo tantas cosas que hacer que el amor me es algo innecesario bro".

Pero las palabras bailaban en su boca. 

No podía decirlo. 

No podía. 

No cuando su primer corazón roto, su primer amor de adolescente se encontraba sentado en la mesa a la que su mirada se dirigía.

Tsukishima se veía más maduro. El cabello corto había sido dejado atrás y ahora llevaba unos pequeños rizos colgando de su cabello. No aparentaba haber crecido y seguía igual de delgado. Llevaba puesto unos pantalones grises y una camisa blanca con corbata azúl. En la misma mesa del rubio se encontraba Ushijima Wakatoshi, uno de los mejores jugadores de volley en todo Japón.

Tetsurou miraba  anonadado como Tsukishima hacía su trabajo: lanzaba  preguntas rápidas y directas al mayor y con sus delgados dedos sostenía una pequeña grabadora, guardando cada palabra. Observaba atentamente cada uno de sus movimientos. De vez en cuando los anteojos resbalaban por el puente de su nariz y habilmente los volvía a su lugar, cuando pasaba los dedos entre sus rubios cabellos para acomodarlos o cuando dirigía la copa a sus labios y terminada la acción estos quedaban con un rastro de alcohol en la comisura. Algo que no se le hacía más que irresistible.

Bokuto notó inmediatamente hacia donde se dirigía la atenta mirada de su amigo así que cambió el hilo de la conversación.

En cierto momento de la velada, entre las miradas indiscretas que el pelinegro mandaba, notó que el rubio también lo observaba con una pequeña sonrisa en los labios. Lo único que su mente pudo hacer en ese momento fue alzar la copa hacia él, con una sonrisa más amplia de lo que esperaba. Pero para su amarga sorpresa la escena de siempre se repetía y Tsukishima pasaba de él mirando hacia otro lado.

Con el rostro rojo por el momento volvió la copa a su lugar y le dio un pequeño golpe en el hombro al peligris, quien empezaba a reír por lo que acababa de ocurrir.

- Bro debo decirte algo. -dijo recuperando la compostura tras los comentarios burlones que le acababa de lanzar al pelinegro.

- Bokuto, ahora no quiero hablar de eso. -refunfuñó sirviéndose otra copa.

- Es que en serio es importante, verás Tsuk...

- ¿Qué te parece si mejor me hablas sobre Gen bro? -interrumpió Kuroo.

Ese comentario fue suficiente para cortar la hilación de la conversación y empezar una nueva. Bokuto se desvivía hablando de su hija. Repitiendo una y otra vez que era hermosa porque se parecía mucho a Akaashi.

Kotaro le contaba sobre los pequeños dientecitos que le empezaban a  crecer a la pequeña. Kuroo solo asentía y sonreía, pero sus sentidos y suspiros se encontraban en la mesa de Tsukishima. Tsukishima se puso de pie, guardó la grabadora en el bolsillo derecho y se acomodó el cabello una vez más antes de extender la mano hacia Wakatoshi a modo de despedida. 

Luego ambos se dirigieron a la salida y Kuroo sintió como un pedazo de él desaparecía junto al rubio en cuanto este cruzó la puerta que el mayor sostenía.

Sin pensarlo dos veces se puso de pie y rapidamente se colocó su saco.

- Bro, ¿Qué demonios...?¿A dónde vas? -preguntó el peligris confundido.

- ¡El destino me ha devuelto a mi primer corazón roto, mi primer amor de adolescente acaba de reaparecer frente a mi y lo estoy dejando ir como un idiota!¡Debo ir por él! -respondió mientras se daba la vuelta dispuesto a dirigirse hacia la puerta.

El grito lanzado provocó la atención de algunos curiosos que miraban atentos la escena.

- Bro, escucha. Debo decirte algo verás... -dijo algo nervioso mientras jalaba de la manga del pelinegro.

- Bro, por favor suéltame. -respondió intentando soltarse del agarre.

- Solo será un momento. Kuroo verás, Tsukishima es...

- Bokuto. No tengo tiempo para esto. Dicho esto se soltó bruscamente y salió del luga

r. Bokuto se removió inquieto en su sitio. Solo quedaba una cosa por hacer. "Lechucita tengo miedo. No pude evitarlo". Tecleó a su pareja.

 

 

 Salió tan de prisa que sintió como el aire fresco golpeaba su rostro obligandolo a cerrar los ojos. Pero en cuanto los abrió pudo ver como Tsukishima subía un taxi y se alejaba por la pequeña calle alumbrada de farolas.

Lanzó un gruñido enfadado maldiciendo al tiempo. 

Maldiciendo a Bokuto. 

Maldiciéndose a si mismo por olvidar que tiene un automovil y puede seguirlo.

Tan pronto como lo recordó se dirigió corriendo hacia el estacionamiento y subió a la camioneta cerrando la puerta con fuerza tras de si. Encendió el vehículo, pisó el acelerador y se dirigió a la misma calle a la que Kei se dirigió, con las tenues luces alumbrando en la callezuela.

Cruce. 

Esquina. 

Semáforo.

Iba siguiendo de lejos a aquel taxi para no levantar sospechas.

En cuanto se detuvo frente a un complejo de departamentos y vio bajar al rubio, supo que ese era su hogar. Sintió que las manos empezaban a sudarle cuando se estacionó una esquina antes y se bajó a la par del otro.

Silencioso. Intentando no levantar algún tipo de sospecha se detuvo a observarlo de lejos, en cuanto el taxi se alejó dio más pasos terminando otra vez cerca del rubio; siguiéndolo por el pasillo y subiendo jas escaleras junto a él, lo sufucientemente sigiloso como para no ser descubierto. Se detuvo cuando el otro lo hizo en la primera puerta del tercer piso.

Lo observó de cerca con más detenimiento, encantado con cada una de sus facciones. 

Puede que ahora sea un gran médico, pero por dentro no dejaba de ser ese tonto adolescente enamorado. Se golpeó mentalmente por eso.

Tsukishima chasqueaba la lengua constantemente y tanteaba con las llaves que tenía entre los dedos intentando hallar la correcta.  Como toda persona, tuvo esa sensación extraña cuando sientes que alguien te sigue así que decidió voltear. En cuanto el rubio lo miró de frente, Kuroo dio unos pasos atrás, sintiendo su corazón dar un brinco.

Al fin estaba allí frente a él, al fin lo tenía cerca.

Estaba allí como siempre. Tan bello, dulce e indiferente.

Kei al no ver algo importante,volvió hacia la puerta y empezó a avanzar dentro del cuarto dispuesto a darse una ducha y dormir tras el largo día de trabajo.

¿A caso lo estaba pasando por alto otra vez? ¿Cuántas veces más iba  a rechazarlo? ¿Cuánto más podría soportar esta situación?

- Tsukishima... -suelta con un hilillo de voz, suficientemente alto para que ambos puedan oírlo.

El rubio siente su corazón encogerse en su pecho ante la voz que oye. ¿A caso estaba  soñando?

- ¿K-Kuroo-san?  Se acerca hacia Tsukishima y lo toma entre sus brazos.

Puede sentir como el cuerpo contrario se estremece ante el contacto.  Su primer corazón roto. Su primer amor de adolescente. No podía dejarlo ir.

Lentamente se aleja y lo mira de frente aún tomándolo por los hombros. Lo observa unos segundos: los ojos bien abiertos por la confusion y los labios entreabiertos provocando ser besados.

- ¿Por qué me haces esto? -suelta sonando dolido. Tsukishima lo mira  - ¿Por qué me ignoras? ¿Por qué pasas de mi todo el tiempo? -las palabras pesaban y dolían al salir-. Tsukishima. Me gustas. Por favor no me dejes solo. Tsk, que patético, ya soy mayor para llorar. 

Dicho esto con una voz quebradiza, lágrimas amargas empezaron a brotar de los ojos de Tersurou. Llevaba los sentimientos y palabras atoradas en la garganta.

Mentía.

Mentía cuando le decía a Akaashi que entendía el hecho de que Tsukishima ya no saliese con ellos.

Mentía cuando decía que no lo extrañaba.

Mentía al decir que solo era un aies de adolescente.

Tsukishima pudo oír los sollozos tras la inesperada confesión del pelinegro y sintió un electrizante cosquilleo desde la punta de los pies. Él también sentía lo mismo que Tetsurou. Por supuesto que sí. Solo que era difícil...

- Kuroo-san y-yo...

- No es necesario Tsukishima. -interrumpió el pelinegro limpiando sus lágrimas con un pañuelo. Ahora no podía ni pensar en lo patético que se veía. Necesitaba respuestas-. ¿Por qué? Cuando te llevé a casa luego de la última reunión. Al día siguiente cuando te dejé una nota. Esta noche. Todo este tiempo ignoras mis pedidos de atención. Si no quieres algo conmigo solo dilo y ya. -bufó frustrado-. Todo este tiempo, he estado atado a  ti inconscientemente. ¿Por qué me haz ignorado dejándome con la duda estancada en el pecho?¿A caso no te haz dado cuenta?¿A caso estás ciego?

Kei escuchó atentamente cada palabra del pelinegro y al escuchar la última oración salir de los labios ajenos sonrió con ironía, algo que sorprendió un poco a Kuroo.

Con algo de torpeza extendió sus delgados dedos y los dirigió hacia la cabeza de Tetsurou, enredándolos entre los cabellos ajenos. Kuroo tenía un olor peculiar. Tabaco y hospital, a eso olía. Luego fue bajando hasta llegar a una de sus mejillas. La palpó un poco, se sentía caliente. De seguro estaba sonrojado por el alcohol y lo que acababa de hacer. La acarició y acunó, a lo que el mayor respondió como un pequeño minino.

Debía decirlo.  No podía seguir haciéndole esto. Las situaciones narradas por Tetsurou eran desconocidas para él.

Tomó el rostro ajeno ahora con ambas manos y lo obligó a mirarlo. Pagaría lo que sea por poder ver la expresión de Kuroo Tetsurou en estos momentos. Lanzó una risilla y prosiguió.

- Kuroo-san. Tú también me gustas y sí... yo soy ciego.  

~o~  

La  pequeña pelinegra se encontraba sentada en el umbral de la puerta y hacía jugar entre sus dedos la pequeña fresa de arcilla que colgaba de su collar. Se sobresaltó al oír la carcajada que venía de parte de su padre y lo miró sorprendida.

Este al verla intentó recuperar un poco el aire y extendió los brazos hacia la pequeña en señal de que se acercara. Ella lo hizo rapidamente, corriendo con sus pequeñas piernecitas hacia el sofá donde este se encontraba. 

Al llegar la tomó entre sus brazos y la sentó en su regazo, no sin antes depositar un sonoro beso en su cabecita.

Mientras, en el sofá del frente, Akaashi reprendía a Bokuto por la tontería que acababa de hacer. Es que ¿a quién se le ocurre regarle unos lentes de realidad virtual a un ciego? 

- Agradezca a Dios el tener una hija Bokuto-san, porque no me molestaría en absoluto quedarme viudo...

Estaba seguro que él debió haber comprado el regalo para Kei, pero ya era demasiado tarde.

Akaashi se preocupaba enormemente en todo en cuanto a  lo que a Tsukishima se refiere.

Accedió cuando le dijo que se sentía atraído por ese pelinegro estudiante de medicina del que Bokuto tanto hablaba.

Incluso aceptó el pedido de Tsukishima de no decirle sobre su condición para que las cosas entre ellos pudieran fluir con más facilidad.

Lo consoló cuando entre sollozos apareció en su puerta y se lanzo sobre él porque en todo este tiempo Kuroo no había mostrado el mínimo interés en él. 

Tsukishima era de las personas más importantes en su vida. La pequeña risa del rubio hizo que dejara de regañar a su pareja.

- Descuiden Akaashi-san, Bokuto-san. Aunque yo no pueda usarlos seguro que Tetsu sí y eso lo hará feliz. Así que a mi también me hace feliz, gracias por el regalo.

- ¿Ves lechucita? Lo tenía todo planeado desde un principio, no había por qué alterarse Akaasheee. No es nada Tsuki. -dijo Kotaro mientras apretujaba una de las mejillas de su pareja.

- No hay de que, más bien lamento el momento Tsukishima. Me encargaré de reemplazarlo lo más pronto posible. -respondió mientras pellizcaba la nariz de Bokuto para que lo soltara de una buena vez.

La pequeña niña rió al ver la cara de Kotaro al ser pellizcado y los fingidos sollozos que soltó después

. - Bueno, al parecer es mi turno. -dijo Kuroo señalándose con un pulgar de manera orgullosa.

En cuanto lo hizo, a su hija le nació un brillo en sus dorados ojos y aplaudió con sus manitas.

Esto hizo que el pelinegro plantara otro sonoro beso en su frente antes de cargarla y ponerla en los brazos de Akaashi.

Luego se dirigió hacia Tsukishima quien se encontraba sentado en el sillón personal por ser el agasajado. Sacó un sobre de su bolsillo trasero y se posicionó frente a ese chico que tanto amaba. 

¿Cuántas veces ya se lo había dicho? No importaba decirlo una vez más.

- Te amo Kei, feliz cumpleaños. -dijo mientras se arrodillaba frente a él y dejaba el sobre entre las manos de su pareja.

Tsukishima sonrió y abrió el sobre que se sentía algo pesado. Sacó del interior un papel grueso y al sentir su textura supo inmediatamente de que se trataba.

Pequeñas lágrimas de emoción empezaron a brotar de sus doradas orbes.

- Oh Kei. -lo tomó entre sus fuertes brazos y formó un recorrido de besos en la rubia cabellera.

- ¿ Qué es bro? -soltó insistente Bokuto mientras alzaba el cuello intentando ver el contenido de la carta, pero solo se trataba de un papel en blanco. Hizo un puchero por eso, pero volteó al notar que su pareja también se encontraba sollozando.

- Keiji ¿Qué sucede cielo? -dijo mientras tomaba la mano del pelinegro a quien la pequeña niña miraba sorprendida.

- No es nada Bokuto-san. -respondió con una pequeña sonrisa mientras aspiraba por la nariz.

Mentía. Claro que sabía de qué se trataba.

Tsukishima también apretó entre sus delgados brazos a su pareja y aspiró su olor.  Aún olía a cigarrillos y hospital, como aquella noche en la que pudo "ver" las cosas con claridad.

Ambos se alejaron y Kuroo depositó un casto beso en los labios ajenos antes de volver a su lugar. Tsukishima alzó las gafas y limpió las lágrimas con su antebrazo.

- Yo también te amo Kuroo-san. -dijo antes de coger el grueso papel con más firmeza.

Sabía lo dificil que era esto para Kuroo. ¿Cuantas veces lo reñía por encontrarlo leyendo esos pesados libros en braille? A pesar de los intentos, a Tetsurou se le daba fatal. Pero al parecer eso no fue inpedimento para lo que acababa de hacer.

- Voy a leerlo...

Dicho esto colocó las yemas de los dedos sobre esos pequeños hoyitos que sobresalían de la hoja y empezó: "Te quiero en la totalidad de la palabra. Ni más ni menos, eso no existe, lo limita. Te quiero por la mezcla peculiar de carácter y físico que traes. Me gusta tu cabello, que no se decide si ser ondulado o rizado a medias, me encantan tus ojos dorados y esas gafas que los cubren. Me fascina tu sonrisa… Tu sonrisa me parece lo más perfecto e imperfecto perfectamente… Cuando sonríes y estás a punto de llorar o cuando sonríes y estás feliz, solo sonríes y me tienes. Y te tengo. Te describiría todo pero me quedo y atesoro lo que más me gusta. Te quiero con ese carácter extraño y voluble, ese temperamento tan apaciblemente turbulento y crítico a la vez, esa manera extraordinaria de pensar y esa curiosidad incansable, esa que me llamó la atención siempre. Te quiero así, y mi última razón puede leerse egoísta pero te quiero porque me haces mejor persona, porque desde que estamos juntos he mejorado en todo aspecto, duermo más, me alimento mejor, pienso más en las otras personas y no siento la necesidad de tener algo físico con alguien más, no necesito a nadie más. Tú me haces mejor, tú me haces moral y decente. Me haces feliz y amable, incluso cuando estás lejos por el trabajo, me haces sentirme humano, me haces sentirme igual, no superior, me humanizas en todo el sentido de la palabra, me haces sentir miedo, me destruyes y vuelves, vuelves y me haces feliz y todo eso ya no significa nada en comparación. Y entonces la pregunta sería ¿por qué no quererte?”

Al terminar de leer, los tres adultos se sentían conmovidos por las palabras y miraban a Tsukishima mientras apretaba el papel contra su pecho como si de un valioso tesoro se tratase. 

Kuroo se puso de pie y tomó a su hija del regazo de Akaashi llevándola entre sus brazos hasta donde estaba Kei. Al estar frente a él lo tomó de una mano obligándolo a ponerse de pie.

Acarició cada  una de sus delicadas facciones y quitando las gafas besó ambos párpados. Luego lo tomó de la barbilla mirando hacia él.

- Kei. Soy médico, y me gusta. Soy padre, y me encanta. Soy esposo de Tsukishima Kei y lo amo. -besó los delgados labios de su pareja- Como lo amo.

Akaashi se limpió las pequeñas lágrimas de emoción mientras veía la escena y abrazó a su esposo antes de besar su mejilla.

Luego de unos minutos procesando lo visto Bokuto al fin lo comprendcomprendió.

- Oh, ya entiendo. -susurró al oído de Keiji mientras lo rodeaba con un brazo por los hombros-. Braille para videntes.

 

Notas finales:

HI!
Este fue mi humilde aporte al #KuroTsukiDay, espero les haya gustado y si así fue me lo hicieran saber mediante un rw.
Las palabras en la carta de Kuroo no me pertenecen, son de una persona a la que sigo y admiro mucho. Mi querido fundador de los Fuhsl, Lange y Berzerk. Amante de la pizza y el café. Políticamente incorrecto. Dándome razones para no seguirlo desde 2015.
Muchas gracias por leer y nos leemos pronto...
BYE!<3

 


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