Abrió los ojos lentamente, su cuerpo se sentía pesado, sentía un dolor muy fuerte en la cabeza. Por un momento pensó que tal vez Aomine le había inyectado analgésicos pero lo descarto al poder moverse libremente.
-¿Q-Qué paso? –Murmuro dándose vuelta y viendo que se encontraba en la cama de la habitación del peli azul, hasta que vio la sonrisa de Aomine apoyado sobre la cama.
-Despertaste. –Sintió como su cabello era acariciado, trato de quitarse la mano de Daiki pero ahí se encontraba de nuevo, encadenado. –No Kagami, te has portado muy mal. –Dijo aun con la sonrisa, se levanto y lo miro por unos segundos para luego irse directo al baño que se encontraba en la habitación.
-¡Aomine! –Gritó tratando de liberarse de las esposas y pataleando. -¡Suéltame!
Todo su plan había sido frustrado, si tan solo hubiese esperado un poco más.
-“Takao.” –Pensó rápidamente al recordar al peli negro que lo había intentado ayudar.
-¡Aomine! ¡¿Dónde está Takao?! –Ahora su voz se escucho más desesperada, el oji gris se había metido en problemas por él, tenía que ayudarlo.
-¡¿He?! ¡Acá está! –Grito desde el baño para salir junto a una silla detrás de él. Kagami lo miro confundido hasta que vio que Takao estaba sentado en el asiento, estaba encadenado.
-¡Suéltalo! ¡No le hagas nada! –Suplico una vez estaba Takao en frente de Kagami, estaba dormido. – Por favor… no le hagas nada. –Sus lágrimas comenzaron a salir una por una. –Ha-Hare lo que quieras pero por favor… no le hagas daño.
-¿Lo que quiera? –Preguntó acercándose a Kagami.
-S-sí. –Aomine tomo su rostro cuidadosamente para comenzar a limpiar sus lágrimas con sus dedos. –Pero no le hagas daño. –Sintió sus labios ser presionados a lo que él no se opuso, después de todo la vida de Takao estaba en peligro, sintió como la lengua de Aomine le forzaba a abrir más la boca para introducirla y empezar a inspeccionar cada parte de su boca. –Mghh… -Sus labios eran succionados por Aomine, mordidos y su lengua jugaba con la de Kagami. –Nnhh… -El beso se rompió por el moreno dejando ver un hilo de saliva que los unía.
-Se que lo harías, Kagami. –Dijo uniendo sus frentes. –Pero tienes que aprender que lo que hiciste estuvo muy mal, y para eso debo castigarte.
-¡N-No! ¡Aomine! –Suplico pero ya el oji azul se acerco a Takao para abofetearlo y así despertarlo.
-¿Qué? –Levanto la mirada confundido inspeccionando la habitación hasta ver a Kagami sobre la cama. -¡Kagami! ¡¿Estás bien?! –Una vez recordar todo quiso acercarse pero casi cae al suelo si no fuese por que Aomine detuvo la silla. Giro a verlo temeroso hasta ver la sonrisa desconocida que tenía el peli azul.
-Bien, discúlpame Takao pero tú me ayudaras hoy. –Palmeo su hombro y arrastro el asiento un poco más alejado del peli rojo. –Vamos a jugar un rato, escogí un juego muy divertido.
-¿Qué vas a hacer? ¡Aomine! –Takao vio a un Kagami desesperado, estaba lleno de moretones producto de la caída seguramente, los tobillos, las muñecas, estaban malheridas.
-Kagami… perdón. –Se lamento el azabache mirando al suelo. –Yo… no logre a decirles a los demás.
-Takao… no te preocupes, perdóname a mí por meterte en problemas.
Aomine preparaba las cosas mientras escuchaba la conversación que estaban teniendo el de Seirin y el de Shutoku, el cual no le agradaba para nada tener que dejar que hablasen con SU Kagami.
-Bien. –Miro a Takao con una sonrisa más maliciosa para colocar un pequeño cuaderno de notas y un lápiz en la mesa de luz y junto a ello, un martillo y numerosos clavos de concreto.
Las pupilas de Takao se contrajeron y comenzó a respirar aceleradamente al igual que Kagami.
-Midorima me dijo una vez que te gustaban los juegos así que pensé que tal vez este te gustaría, a todos le gusta. –Se sentó de cuclillas frente al oji gris. –Este juego va a ser irónico, porque si fallas no solo vas a matar al muñeco, sino que también a ti.
-“¿Muñeco?” –Se pregunto así mismo.
-¡Vamos a jugar al horcado! ¡Si fallas te mueres! –Dibujo en el cuaderno el patíbulo y los espacios que ocupaban las letras. –Ya sabes cómo se juega, si fallas en una letra tengo que dibujar una parte del cuerpo, por ejemplo, empezare con el pie derecho, pero no solo hare eso. –Lo miro alzando las cejas por si burlarse de él se tratase. –Si no que también voy a incrustarte estos clavos en la parte que haya dibujado, hasta que por ultimo tenga que dibujar tu cabeza y ahí te incrustare el clavo en tu cuello y morirás de hemorragia.
Kagami quedo pasmado mientras que Takao solo comenzó a llorar y temblar.
-Pero si ganas. –Los dos levantaron ambas cabezas para mirar al moreno. –Serás libre.
Takao trago en seco para mirar automáticamente a Kagami como si se preguntará que pasaría con él si lo dejaba a solas con Aomine.
-Eres un maldito psicópata. –Escupió mirando a Aomine retándolo, este solo miro con simpleza a Takao.
El peli azul miro por unos segundos a Kagami para tomar el cuaderno y el lápiz.
-Bien, será fácil. La palabra es un adjetivo, por ejemplo: Tú eres un completo “ignorante”. –Se apoyo en la pared mientras miraba a Takao. –Empieza.
Takao empezó a sudar y mirar por todos lados, nervioso, hasta que vio el cuaderno donde Aomine le mostraba el juego.
-“Tiene 5 palabras.” –Pensó. –“Si me equivoco…” –Dirigió su vista a los anchos y grandes clavos que estaba en la mesa de luz.
-A-A… -Dijo tímido para mirar al moreno.
-Incorrecto. –Sonrió ladino y dibujo la primera extremidad del cuerpo. Pierna izquierda.
Tomo el gran martillo junto con uno de los clavos y se dirigió donde Takao para elegir el lugar correcto donde colocarlo.
-¡No! ¡Aomine, no lo hagas!
Ignorando los gritos del peli rojo hayo el lugar correcto donde el sangrado no sería tanto, no quería que se muriese al instante, aun no. –Aquí. –Le brindo una mirada sonriente al azabache que lo miraba con terror para colocar la punta del clavo en el tobillo y alejar el martillo. –Adiós. –Golpeo el clavo hasta encajarlo en el hueso donde la sangre empezó a salir sin cesar.
-¡Ahhh! ¡No! ¡Basta! –Aomine dejo de golpear el clavo hasta ver al oji gris llorar y gritar. -¡Ya!
-Bien, sigamos. –Volvió a su posición para tomar el cuaderno y ver como Takao se retorcía del dolor.
-¡E-E! –Grito esta vez más desesperado.
-Incorrecto. –Volvió a tomar el martillo y uno de los clavos para hacer lo mismo con el otro pie.
-¡Ahh! ¡No! ¡Déjame! –Una vez dejo de golpear el clavo prosiguieron.
-“Un adjetivo… ¡Hay muchos!” –Se grito a sí mismo, se estaba volviendo loco, el dolor era insoportable.
-¡I! -
-¡Correcto! –Lo felicito para seguir esperando otra letra del menor mientras escribía está en el penúltimo casillero.
-¡O!
-¡Tsk! Casi. –Se quejo para dibujar la mano izquierda del muñeco y buscar las mismas cosas para tomar a Takao. Tomo la muñeca de Takao he hiso lo mismo que con las otras extremidades, incrustarlo.
-¡Ahhhh! –Cada vez los gritos era peores.
Kagami solo lloraba intentado no ver la escena.
-Kagami. –Escucho de la boca de Aomine para verlo aterrado. –Ayúdalo, di una letra. –Dijo esta vez con una sonrisa que solo a Kagami le daba, una sincera y sin ninguna chispa de malicia. –Seguro él le dará al blanco. –Esta vez mirando a Takao.
Taiga miro a Takao que solo lo miraba desesperado.
-¿R? –Preguntó mirando a Aomine quien solo movió la cabeza en forma de negación.
Trago en seco y miro a Takao pero, este le miro enfadado.
-¡Idiota! –Le insulto el azabache dejando a un sorprendido Kagami. -¡Ahhh! –Esta vez era su mano derecha que estaba sangrando producto del clavo.
-Bien Takao, te quedan 4 letras y solo la cabeza. –Se sentó en la cama donde se hallaba Kagami. –Está a tu suerte. –La sonrisa se deformó a una burlesca.
-¡T!
-Correcto. –Escribió la letra detrás de la letra “I”
-“Ti…” –Pensó Takao para buscar adjetivos con aquellas dos palabras.
-¡Sutil! –Grito victorioso para ver la sonrisa de Aomine desaparecer y escribir las letras restantes.
-Bien hecho pero… -Se levanto para mirarlo de frente. –Tu hubieras sido sutil si te hubieras fijado que la llave de las esposas la tienes atrás.
Takao inspecciono con las manos ensangrentadas las esposas hasta sentir la llave encajada en las esposas.
-Tú hubieras ganado si hubieras sido sutil. –Dibujo por último la cabeza y se dirigió a las esposas para sacar la llave.
-¡Tsk! ¡Mierda! ¡Si tan solo no hubiera entrado! –Grito mirando a Kagami. -¡Si tan solo te hubiera dejado morir! ¡Eres un bastardo!
-N-no… Takao… -Sollozo Taiga pero en cuanto se dio cuenta Takao estaba sangrando del cuello, todo se estaba empapando de sangre, escucho gemir y respirar agitadamente al oji gris hasta que soltó su último respiro. –T-Takao… ¡Takao! ¡No!
La silla cayó junto al cuerpo al suelo ensuciando por todas partes.
-Takao… -Sollozaba mientras las lágrimas salían esta vez sin miedo. -¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué?
-Shhh… -Se acerco a Kagami para abrazarlo mientras lo acariciaba. –Ya Kagami, no llores.
-¿Cómo no voy a llorar, Aomine? ¡Suéltame! ¡No me toques! –Lo empujo con todas sus fuerzas logrando así alejarlo.
-Kagami, yo te dije que si tratabas de escapar pasarían cosas muy malas ¿O no?
-… -Lo miro incapaz de decir algo, se sentía culpable, se sentía irreal.
-Se que… aun no me entiendes por completo y tampoco me amas como yo a ti, pero –Tomo la barbilla del peli rojo mostrando la rojez de su rostro y el brillo de las lágrimas. –Hare que lo hagas, hare que te aferres a mí. –Kagami solo esquivo su rostro con temor para no verlo. –Desde ahora en más tendrás que hacer todo lo que yo diga porque si no Takao no va a ser la única víctima.
Kagami lo miro sorprendido, se le vino a la cabeza rápidamente a alguien a quien Aomine podría hacerle daño si no lo obedecía.
-El próximo puede ser Kuroko y el próximo Himuro.
Taiga tan solo bajo la mirada para asentir como si de un niño recién regañado se tratase.
-Tendrás que recompensarme por lo que hiciste. –Tomo su mano para entrelazarlas. –Ya tengo algo en mente.
“Maid”