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Let It Burn por Anna-chan

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Notas del capitulo:

¡Hola! ¡Anna-san aquí!

¡Les traigo un nuevo cap!

Se que algunas cosas de la historia es confusa, pero todo se va a aclarar con el tiempo :D

Espero que les guste.

Asato ingresó al despacho, escudriño el lugar con asco. Un niño lo miraba alegremente. Se encontraba sentado sobre una pila de cadáveres, sus ojos bicolores se cerraron, moviendo los pies de forma inocente. Encendió un cigarro, exhalando el humo para minimizar el nauseabundo olor podrido. Se sentó en su silla de presidente, el olor a podredumbre no le dejaba concentrarse.

 - Esto es asqueroso. – Los ojos se tornaron rojos.

 - Ara, ara ¿Ya no te gusta el olor a sangre, abuelo? – la sonrisa del niño se volvió socarrona.

 - Siempre tan cariñoso, Rido-sama. – Los cadáveres empezaban a volverse cenizas.

 - ¿Acaso te da asco? – el sonido macabro de su dulce risa le dio escalofríos al otro vampiro.

Rido infundía terror, y más ahora que tenía apariencia de un niño. Asato trago con dificultad su saliva, sentía su garganta seca, la presencia de un puro hacia que los otros vampiros deseasen su sangre. Ante la acción del mayor, Rido sonrió aún más, mordió su labio. El noble se acercó a su señor, importándole poco lo que su amo podía hacer. Rido no se movió de donde estaba. Se consideraba una gran falta de respeto tomar la sangre de un puro, ellos se consideraban lo más cercano a un ser sagrado y poderoso. Con el pulgar, limpio la sangre que se derramaba del labio. Lo llevo a su boca, probando aquel líquido. Perdió la consciencia. Tomo al niño por el cuello, estampándole contra la pared, el pequeño permaneció tranquilo.

Dispuesto a beber la sangre, Asato se relamió los labios. La sonrisa de Rido se volvió aterradora. El noble sintió como una corriente picaba sus venas y arterias, su cabeza dio vueltas, las células de su cuerpo comenzaban a enloquecer. Sus oídos escuchaban la risa macabra del niño. Ya no sentía los tejidos musculares, los huesos no le respondían. En un instante ya estaba arrodillado frente al niño. Rido veía con diversión la escena. Asato dejo de luchar cuando su cuerpo ya no le obedecía.

 - Oh, creo que alguien es muy fiel a su amo. – Rio eufórico.

 - Maldito. – Murmuro.

 - ¿Qué dijiste? – Sonrió. Asato se retorció en el suelo.

 - ¡Ya basta, por favor! – El brazo del vampiro se quebró, al igual que sus piernas. – No fue mi intención, Haruka-sama me obligo. –

Rido pareció asombrado ante la repentina confesión. Asato calló cuando se dio cuenta de que había metido la pata, claramente eso no era la que Rido quería oír en esos momentos. Rido puso una de sus piernas en la cabeza del rubio. Aún tenía al vampiro controlándole. La mirada del niño era oscura y tenía un brillo rojizo.

 - ¿Te obligó a qué? – Al no obtener respuesta, el niño estiro los cabellos rubios, acercándolo a su rostro. - ¡Contéstame! ¡¿A qué te obligó ese maldito?!

 - Haruka-sama… me obligo…- El vampiro volvió a sentir como sus músculos le fallaban, sus brazos se apretaron en su cuello. Se estaba estrangulando.

 - ¡Dímelo, o voy a matarte! – Rido estaba que los asesinaba a todos. Presentía que se iba a enterar de algo que le disgustaba en absoluto.

 - No puedo respirar. – Le dijo al niño, haciendo que este lo libere de su agarre. – Haruka-sama me obligo a secuestrar a Zero Kiryuu. –

Los ojos de Rido se abrieron con sorpresa. Las ventanas retumbaron y explotaron. La rabia se podía sentir en el ambiente. Una extraña llama comenzó a extenderse hacia Asato. Rido estaba por perder el control, pero no debía hacerlo, este cuerpo sustituto era muy débil. Primero tenía que recuperar la fuerza suficiente para volver a su cuerpo. Se tranquilizó, pero la rabia aún seguía palpitando en sus venas.

 - Ah, lástima que no puedo matarte, serás de mucha utilidad. – Soltó al otro vampiro de su poder.

 - ¿Útil para qué? – Asato se permitió temblar. El niño le mostró una dulce sonrisa.

 - Primero me dirás absolutamente todo acerca del secuestro… y, por último. – Asato se incorporó, mirando atentamente a su señor.

 - ¿Señor? –

 - Me serás de ayuda para reclamar lo que siempre me perteneció. - Rido miro a la luna, lo recordó todo durante su letargo.

 - Lo que… - Asato lo miraba sin entender.

 - Lo que los Kuran me quitaron. – Un jarrón exploto cerca de Asato, quien comprendió a lo que se refería. – Reclamare a Zero Kiryuu como mío. –

………………………….

Zero lamio el arma, probando la asquerosa sangre que había sido derramada sobre esta. Su mueca se deformó en un gesto de asco. Una macabra expresión, y disparó tres veces a las tres criaturas que estaban ahí. Los niveles E se convirtieron en cenizas, tres tiros certeros en el cráneo. Un suspiro salió de sus labios. Se llevó un cigarrillo a la boca y lo encendió. No se acordaba de cuando lo empezó a hacer, pero siempre le gusto fumar debes en cuando. Dio una calada y suspiró de placer cuando el humo pico sus pulmones.

Salió de aquel fétido lugar. Se sacudió la suciedad y camino hasta llegar a su motocicleta. Se subió en ella y hecho a andar, sintiendo como el fuerte viento golpeaba su rostro, rio con gracia. Atravesó el pueblo, llegando hasta la academia, ingreso y estacionó la moto en el mismo lugar de siempre. Al bajarse prendió otro cigarrillo, iba a dirigirse a su casa cuando escucho unos ruidos provenientes del bosque. Se puso en alerta, yendo en dirección al bosque.

Olio la sangre y fue corriendo hasta llegar a un prado. Siguió el aroma guardando el arma al no divisar ningún peligro. Llego hasta un charco de sangre, el cuerpo de un vampiro estaba desapareciendo en cenizas. Se arrodillo y palpo la sangre, la degusto y se asqueo. No sabía a vampiro. Disparo hacia un punto entre los árboles, escuchó un desgarro en el cielo. Miro hacia arriba y allí estaba, aquella quimera que había creado el desastre entre su familia. La quimera le sonrió, sus cabellos plateados eran largos, sus ojos pasaron de ser heterocromáticos a ser naranjas electrizantes.

 - Así que… ¿Por fin te atreves a enfrentarme? –

 - Es que estuve ocupado… - aquella cosa sonrió, atacando al cazador.

Zero no esquivo el ataque, recibiendo el golpe. Fue lanzado hasta el árbol más cercano, la quimera apareció frente a él. Con sus manos lo agarró del cuello, estrangulándolo.

 - ¿Por qué no te transformas? – Pregunto de forma seria. – Vamos, transfórmate y destruye todo.

 - No lo hare. – La quimera apretó más fuerte su agarre.

 - ¡No me jodas! – Zero sintió como las manos de la quimera comenzaban a arder, sus ojos pasaron de naranjas a negros… los ojos de un demonio.

 - Prometí… que nunca… te lastimaría. – La mirada dulce de Zero le sorprendió. Un fuerte dolor de cabeza le hizo soltar a su víctima.

El aire caliente se colaba en su garganta, su piel se volvió escamosa, sus pupilas se afinaron tanto y su iris cambió, tornándose rojo y azul, invadiendo completamente la esclerótica. Su transición comenzaba. Un fuego rojo lo envolvió, de un salto fue al cielo. Cuando un par de alas de igual color que sus ojos aparecieron, se estaba transformando en dragón, pero antes de que se terminará de convertir, sintió como un par de brazos lo abrazaban, transmitiéndole un dolor que se extendió por todas sus extremidades. Abrió los ojos.

Y entonces lo vio…

Las inmensas alas violetas de Zero, con escamas tornasoladas entre blanco, violeta y tonos diferentes de turquesas. Correspondió al abrazo, hundiendo su rostro en el cuello del otro. Estuvieron en esa forma un buen rato, hasta que el cazador comenzó a descender. Llegaron a un lugar donde no conocía, Zero se deshizo del abrazo. Pudo apreciar sus ojos, los ojos de un dragón, hermosos ojos violetas con varios matices. Lloró y se lanzó a los brazos del otro, acurrucándose en su pecho, donde, después de mucho, se sentía a salvo. Zero acaricio su cabeza, como cuando lo hacía cuando era un niño. El peso de su melancolía lo hizo caer al suelo, llevando a Zero con él.

 - Te estaba extrañando, mamá… - La quimera le miro con cariño, y Zero le brindo una sonrisa.

 - No olvides que te amo, mi pequeño. – Le susurro.

Le dio un beso en la frente y la quimera cayó inconsciente. Lo dejó suavemente en el césped, colocando una barrera de protección. Le borro los recuerdos y se dispuso a marcharse. Pero antes de hacerlo, volteo a mirarlo.

 - Yo también te extraño, mi pequeño niño. – Susurro.

Se marchó de ahí, sabiendo que la quimera volvería. Su hijo volvería a él, y también su esposo.

Notas finales:

Espero que les haya gustado.

 

Estaba pensando en escribir otra historia, con la misma temática, pero siendo un omegaverse.... ¿Les gusta el omegaverse? ¿Les gustaría que escriba otra historia?

Pueden respnder en los comentarios.

¡Gracias por leer!

Anna-chan


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