Tim se acercaba despacio, cauteloso, podía escuchar los indecisos pasos y poco después contemplar esa mirada celeste que le inquietó. Le hizo sentir demasiado expuesto, vulnerable, pero resultaba natural, su joven reemplazo era intuitivo, demasiado brillante como para ignorar el obvio hecho de que Jason Todd estaba sentado en su jardín, malherido no sólo físicamente.
—Hola.
No quería dar explicaciones, no le apetecía hablar sobre sus estúpidos sentimientos rotos ni sobre el ridículo enamoramiento adolescente que había tenido con su protector y prospecto a padre. Jason sólo deseaba desconectarse del mundo, desaparecer, tal vez patear algunos traseros para olvidarse del suyo, patético y congelado en el exterior de la mansión Wayne, sentado sobre la fría banca sin poder marcharse a casa y mirando caer uno tras otro los copos de nieve.
Gotham vestía de inmaculado blanco, era como si el cielo intentase cubrir temporalmente la oscuridad, la muerte y desolación que esa ciudad traía consigo.
No lo lograría, esconder la basura bajo la alfombra no hace que esta desaparezca, Jason lo sabe, sus padres no dejaban de discutir sólo por ser navidad. Su madre no se saltó ni una dosis sólo porque afuera caía nieve y los otros niños esperaban a papá Noé. Nada mejoró nunca, independientemente de la fecha.
—Escuché que ibas a quedarte, Alfred está tan emocionado que fue con Damian por más comida. Seguramente le hará comprar algún regalo mejor que...ya sabes.
Alfred debería estar molesto, habían destrozado la sala entera unas horas antes de navidad, los adornos no estaban completamente puestos y él se colaba a una fiesta donde no sería bienvenido.
—Sólo estoy de paso. ¿Desde cuándo Bruce festeja navidad? Él es como el Grinch versión murciélago.
Tim suelta una amena y discreta risa que sorpresivamente logra relajarlo. De todos los Robin es quien menos le juzga, quien no parece atacarlo cuando está sangrando no sólo del cuerpo, sino del espíritu. Jason siente que está roto y puede desmoronarse frente a aquella mirada serena.
—Tenemos invitados...
—Eso escuche, y ¿quiénes son? ¿La Liga?
Jason sabe que algo malo viene, algo que deja serio a Tim durante un breve instante, como si buscase las mejores palabras para decírselo. Entonces se siente estúpidamente frágil, similar a una muñeca de porcelana que debe ser manejada con amabilidad, evitando así destrozar los últimos pedazos sanos.
—Tiene nueva novia y va en serio ¿no?
Tim lo sabía, sobre su enamoramiento no correspondido, tal vez incluso el beso compartido secretamente entre las sombras como fugitivos amantes, sus ojos no dan lugar a mentiras, le observa con tanta lástima que Jason se ve muy tentado a golpearlo. No quiere darle pena a nadie, él puede cuidarse solo porque siempre ha estado solo.
—Se supone que es secreto y nos dará la noticia esta noche. Él sale con Superman.
Claro, ningún ser vivo sobre el planeta se merecía al viejo Wayne así que recurría a alienígenas que fácilmente podrían extinguirlos si algún día amanecían de mal humor.
Jason casi se río, ¿quién podría competir con el perfecto hombre de acero? ¿Él? ¿Ofreciéndole su explosiva personalidad, su hosco carácter y un profundo rencor?
— ¿Jay?
Tim seguía siendo sumamente cuidadoso, sobre todo al verle levantarse con tanta brusquedad y llevarse ambas manos a las heridas abiertas. No estaban bien, Damian había causado unas cuantas durante su breve pelea, pero la urgencia de huir sobrepasaba su cansancio físico o siquiera el dolor.
—No les he comprado nada, iré a la ciudad, escogeré algunas bombas caseras hechas con amor...
—No es necesario, Alfred seguro traerá obsequios para todos. Déjame revisarte.
Permitió que le tocase, comprobando sus manchados vendajes o los nuevos rasguños, a diferencia suya Tim tenía las manos tibias y su contacto fue reconfortante, le acariciaba como si fuese algo precioso, una persona importante y no un asesino desolado en noche buena.
— ¿Estarás bien? Podemos hablar, puedes hablar conmigo o con Dick, solo déjalo salir Jason, estará mejor.
Nunca estaría mejor, nunca cerraría esa vieja herida que se había infectado ni tampoco olvidaría que fue abandonado y reemplazado por el hombre a quien más amaba. Evitó exteriorizarlo del mismo modo que evitaba mirar sus profundos ojos, analizando sin tregua cualquier detalle, buscando la grieta en su perfecta máscara de indiferencia.
Entonces, mientras él se concentraba en la nieve fría que todo iba cubriendo, la soledad creciente de una noche invernal más, Tim le besó. No fue como los exigentes labios de Bruce Wayne sobre los suyos ni como aquellos que a veces recibía de mujeres hermosas durante alguna misión, fue un beso dulce en la mejilla, carente de dobles intenciones o mentiras.
Sólo era Tim besándole bajo la nieve, intentando muy a su modo recomponerlo.