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Una Batinavidad por Nero Sparda

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Notas del capitulo:

Me he perdido demasiado de estos lares y lo lamento, amo este fanfic, le tengo un especial cariño ya que comenzó con una sola imagen que vi mientras vagaba en mi muro de rol. 
Quisiera extenderlo hasta navidad, ya saben, darle fin en la epoca donde empezó, pero me temo que estos son los últimos capítulos, sino es que el preambulo para el final, tampoco quiero hacerlos esperar más. 

Les doy un enorme abrazo, muchos besos y gracias por haber aguantado tanto.

Mi May siempre dice que aguanta 84 años por un capítulo, ni uno menos (?)

Parecía un maltrecho espantapájaros ante el espejo, tenía varios cortes, moratones que no sanarían esa noche ni en varias semanas, además el traje prestado de Dick le quedaba pequeño, pero incluso con la fortuna Wayne resultaba difícil encontrar buenos sastres que quisieran trabajar unas horas antes de navidad, sobre todo cuando Jason pidió tajantemente no estrenar nada, ni siquiera algún ridículo suéter.

Había funcionado al principio, hasta que Dick dejó de envolver regalos para ir hasta su habitación y exponerle cuán importante iba a ser esa cena, lo mucho que Bruce esperaba conocer formalmente a Martha Kent y presentarse ante la reducida familia de su novio con todos sus hijos.

Obviamente intentó recurrir al pequeño y casi insignificante detalle que, si no hubiese acabado herido en su puerta, seguro como el infierno no le habrían invitado, se enteraría después gracias a alguna revista de chismes o bien porque saliese la boda del playboy en la televisión junto con los Robin’s, pero no antes. Él ya no formaba parte de aquello. No tenía familia y aunque la mera idea le dolía también lo encontraba reconfortante, quería decir que podía pasar esa pena a solas, su luto.

Fueron buenos argumentos aunque insignificantes contra el maravilloso encanto marca Dick Grayson, quien lograba hacerlos comportarse durante dramáticas situaciones e incluso domesticó a la fierecita endemoniada Al’ghul.

—Te ves bien, Jaybird.

Reconoció acercándose para atarle bien la corbata e intentar, por milésima vez, hacer algo con su rebelde cabello. Jason no quería soportar sus atenciones de madre histérica ni verse aún más remilgado, ya tenía bastante fingiendo que se sentía bien, en condiciones de una cena con su ex enamoramiento y el futuro esposo de este.

—Ya, estoy listo pero te recuerdo que me iré tan pronto llegue la media noche.

— ¿Cómo Cenicienta? — Bromeó, Jason intentó meterle un puñetazo. —Cálmate un poco Jay, tú eres bienvenido aquí el tiempo que necesites o quieras. Además esas costillas machacadas requieren descanso.

Hay algo oculto en esos bonitos ojos azules y teme lo peor, bien podría haberse corrido el chisme, Tim, quien siempre es tan malditamente observador, pudo decirle algo, confesar que necesitaba hablar sobre sus ridículos sentimientos y entonces toda la cosa se pondrá rara, no puede soportarlo.

—Hay algo que quiero hablar contigo…umh…es importante, verás, Bruce me hizo pensar en ello…

¿Bruce? ¿Acaso Bruce le había contado sobre “aquello”? ¿Le había pedido que lo consolara? No parecía una idea tan loca, después de todo era su niño estrella, su preferido, quizás creía que el toque materno le haría sentir mejor y pronto el asunto entre los dos quedaría olvidado, las heridas sanadas.

Batman debería ser menos ingenuo.

—Dick, mira, no quiero hablar sobre eso ¿sí? Lo he superado.

Al menos creía que lo haría, quería aferrarse a la idea de ser un hombre nuevo para mañana y que los besos nunca compartidos no serían una cruz y los clavos mismos atándolo al pasado.

— ¿Superado…? ¿Quieres decir que tú…? ¿También te sentías así?— Dick parecía en verdad consternado. —Oh, joder Jay…siento no haberlo visto antes, es que yo…— Niega. —Estaba con Babs y luego Kori, y todo el asunto de querer matarnos, no pude dedicarte más tiempo pero…ahora estoy decidido. —

No sabe en qué punto se ha perdido, sólo puede contemplar a su hermano con desconcierto, el ceño fruncido y los dedos tironeando la corbata que parece querer asfixiarlo. Entonces escuchan a alguien llamar a la puerta, son suaves sonidos casi inseguros, luego aparece el rostro sereno de Bruce Wayne y Jason se siente tenso, nuevamente avergonzado, expuesto.

—Ya están aquí, por favor ¿pueden bajar?—

No hay ni un “compórtate” implícito y eso le deja peor sabor de boca, quiere decir que su tutor se siente culpable, cree que le ha fallado, otra vez, seguramente se torturará por eso toda la noche. En el fondo hasta degusta una pequeña y dudosa satisfacción al saber que lo tendrá presente mientras acaricia o habla con Clark Kent.

—Vamos, no quiero hacer esperar al Súper bobo.

Intenta bromea y así aligerar la presión en su pecho pero unas manos firmes le han tomado de los hombros, haciéndole sentir el sabor suave de una boca tibia que se mueve amablemente sobre la suya aún inerte. No puede creer que Dick Grayson le esté besando, sosteniéndolo cual amante de una manera tan amable, tan gentil que ni siquiera sabe reaccionar.

Entonces se aparta, como si nada hubiese pasado entre ellos y hasta Jay podría llegar a pensar que se trata de una alucinación causada por los calmantes, pero tiene aún esa sensación tibia, el sabor dulce de sus labios.

—Luego hablaremos Jay, tenemos invitados y debemos darles la bienvenida.

Dick salió dejándolo sumido en su propia preocupación, el estupor inicial se iba disipando para darle paso al terror más puro e insano que jamás sintió. ¿Grayson estaba enamorado de él o por qué carajo lo había besado? ¿Es que Bruce le dijo…? Dudaba mucho que el patriarca murciélago lo hubiese enviado a consolarlo de “esa” manera, y si bien Jason no era indiferente a los encantos del chico, aún tenían muchas cosas que esclarecer, por el momento y tal como había dicho su "hermano", debían terminar esa ridícula cena navideña.

 —Una catástrofe a la vez.

Se dijo en voz alta para darse valor y bajar.

 

 

                 ****

 

Todos estaban reunidos en el primer piso frente a la gran puerta abierta por donde el frío viento del exterior se colaba, incluyendo algunas mascotas del pequeño Wayne, el cual estrechaba la mano arrugada de una mujer mayor que además le sonreía con verdadera calidez, encantada con su pose de nene mimado.

A sus espaldas Superman vestía un elegante traje oscuro que le hacía resaltar apuesto y alto, ya no las feas camisas de franela que normalmente cargaba a todos lados. Y no, no es como si él hubiese investigado profundamente al alíen mientras este era un civil común.

Alfred tomó sus abrigos, invitándolos a pasar a la sala mientras estaba lista la cena.

Su árbol navideño brillaba imponente justo al lado de una ventana, casi tan alto como el techo y lleno de coloridos listones, esferas e incluso unas cuantas golosinas envueltas con papel brillante. Sin duda Dick se había esforzado bastante haciendo de la velada aún más mágica.

 —Pero que encantadores muchachos, debe estar orgulloso señor Wayne, los ha educado bien. — La mujer volteó en su dirección, sonriéndole en todo momento— Tú debes ser Jason ¿no? Clark me habló de ti, el más temperamental, pero así son los adolescentes, ¿les contó que él hizo una enorme rabieta cuando Jonathan no le dejó entrar al equipo de americano? Oh, fue una semana difícil.

Jason correspondió a su saludo, al abrazo e incluso al beso que le dejó sobre la frente, haciéndolo inclinarse para lograrlo.

Esa mujer tenía una sonrisa contagiosa y tibias manos amables que echaron su cabello hacia atrás, peinándolo como Dick no pudo hacerlo minutos antes.

Clark, que venía cargado de bolsas y cajas, emitió una carcajada ronca mientras lo dejaba todo bajo el suntuoso árbol, donde más enormes y coloridos regalos ya esperaban ser abiertos.

 —No hacía falta que trajeran nada, malcriaran a los chicos.

Martha hizo un gesto con la mano, restándole importancia justo al tomar asiento.

 —Tonterías, navidad es para malcriar a los chicos— Entonces sonrió aún más ampliamente, mostrando la blanca dentadura y el brillo inusual de sus ojos cansados, parecía joven pese a su edad, llenaba aquel lugar con algo distinto. — ¿Por qué no los deja abrir unos cuantos ahora? Será divertido.

Jason tomó asiento en la alfombra junto a sus dos hermanos menores, Tim a la izquierda y Damian abrazado al enorme Gran Danés llamado Titus, Dick se apoyaba contra el brazo del sofá donde estaba Bruce pero parecía buscarlo con la mirada cada cierto tiempo.

Se sintió nervioso e irritado, repentinamente fuera de lugar, no había pertenecido nunca a una familia real ni festejado navidad como en esas películas cursis que solían pasar durante la temporada.

Solía escuchar las discusiones interminables de su padre o recibir palizas cuando preguntaba por qué no tenían ningún árbol lindo en donde poner regalos, usualmente esos golpes concluían con la frase típica de papá: eres demasiado perdedor para tener algo.

Jason procuró alejar los deprimentes pensamientos de su madre drogadicta ahogándose en el baño mientras él, a su corta edad, intentaba sostenerla. Tuvo éxito, Dick Grayson ya corría a buscar los regalos que había conseguido, seguramente una semana antes, para sus hermanitos.

A Damian le dio una enorme bufanda roja con sus iniciales tejidas y una discreta R resaltando en amarillo. Tim tuvo varios videojuegos nuevos que Jason conocía sólo de oídas. Los vigilantes no tienen tiempo de patear traseros virtualmente cuando están esquivando balas en la vida real.

Bruce recibió coloridas corbatas e incluso unos calcetines verde neón, seguramente brillarían en la oscuridad. A Clark le regaló una camiseta negra con el logo “Soy Batman” que les hizo reír, sobre todo por la cara de Bruce cuando este inmediatamente se la puso.

Y lo dejó a él al final, no sabiendo si Dick pretendía darle dramatismo o sólo dejaba a su preferido de último.

—Para mí Jaybird.

Jason carraspeó cuando Grayson recalcó con especial énfasis el “mí” en aquella frase y se dedicó a buscar su regalo entre las capas de papel, pretendiendo que no sucedía absolutamente nada, ni un beso, entre los dos, encontrándose pronto con una hermosa chamarra negra de cuero.

—Vaya, Dick…esto es…

— ¿Te gustó? — El mayor parecía nervioso. —Si la prefieres en otro color podemos cambiarla…

—Está bien, abuela Grayson, me encanta.

Intentó escucharse casual y desinteresado pero inmediatamente sintió el asfixiante abrazo de Dick, las miradas tanto de Bruce como de Clark estaban sobre él y no supo decidir si era aprobación o sospecha. Batman podría no llevar el manto pero seguía siendo suspicaz.

¿Qué importaba? No es como si tuviesen un noviazgo secreto o parecido, ni siquiera llevaban bien su relación padre e hijo.

Quizás sólo estaba algo paranoico.

— ¡Suficiente! Es mi turno.

Desconcertó a todos la enérgica iniciativa del pequeño Robin, quien era tan reservado y arisco, tachando aquel festejo como una “ridícula manera de promover el consumismo en mocosos bobos”,  sin embargo ahora se movía a prisa buscando un colorido paquetito que inmediatamente entregó a Jason. Aumentando aún más las sospechas entre los presentes.

— ¿Va a explotarme en la cara? ¿Es un ácido mortal? ¿Otra palanca?

Preguntó alejando el elegante regalo pocos centímetros justo cuando Damian volvía a empujarlo con una sonrisa de suficiencia y los ojos entornados de Bruce Wayne sobre ambos.

—No seas tonto, ¿cómo le haría eso a mi querido hermano mayor?

Allí había murciélago encerrado, sin embargo Jason no era ningún cobarde; se armó de valor para abrir la cajita, tan delicadamente que más parecía estar desmantelando una bomba. Posiblemente así fuera.

Le dio confianza la risita disimulada del reportero. Vamos, Clark no se mostraría tan alegre si allí dentro hubiese algo que pudiese matarlos, mutilarlos o dejarlos  heridos. No era su estilo.

Y Jason pronto comprendió porqué reía.

— ¿Te gusta mi regalo, Red Tonto?

Un sepulcral silencio se instaló en la habitación. Tanto Grayson como Todd quedaron muy quietos mirando el interior del regalo, haciendo a Bruce removerse incómodo, lanzándole apenas una miradita al muy divertido Clark Kent sentado a su lado.

—Dami, te agradezco mucho el gesto, lindo en verdad, aunque lo rosa no me va.

Tan lentamente como hablaba fue sacando la diminuta tanga de encaje que además iba unida a un revelador sostén del mismo coqueto diseño y con copas bastante generosas.

—Tampoco creo poder llenar esto, si no lo notaste, soy algo plano.  

Las primeras sonoras carcajadas fueron de Tim, Bruce tenía una mueca descompuesta, entre aterrorizada y avergonzada, muy similar a la que mostraba Damian en ese momento con la mandíbula desencajada, haciendo exagerados ademanes e intentando vanamente quitarle el regalo para no seguir avergonzándose a sí mismo.

— ¡Yo no compré esto! ¡Debió haber algún error! ¡El mío era un payaso! ¡Suéltalo Todd…Grayson, par de pervertidos!

Ahora el pequeño paquete viajaba cual balón de futbol americano, desde las manos de Dick hasta Jason y pasando incluso por Tim que parecía completamente perdido en sus burlas.

Bruce Wayne estaba a nada de sufrir un colapso nervioso, incluso Clark se apresuró a frotarle suavemente la espalda, intentando calmarlo, mostrarle que Martha reía también, divirtiéndose a lo grande con los muchachos.

—Tranquilo, ella comprende, aceptó nuestra relación ¿no? Sabe lo que viene en el paquete.

Clark intentaba animarlo, besando suavemente el contorno de su mejilla y hasta el cuello donde se permitió dejar una posesiva marca ahora que nadie estaba mirando. Logró relajar los hombros rígidos del murciélago, sin embargo aún tenía esa pequeña arruga en el ceño, señal de que algo lo estaba consumiendo despacio desde dentro y que no hablaría, al menos no presionándolo sino cuando lo creyese prudente. Al menos ahora compartían como pareja, antes su amante guardaba todo dentro.

—No creo que sea un juego adecuado, Damian se ha excedido.

—No fue su intención, esperaba algo diferente, puedo asegurarlo, tu hijo no es de esas bromas.

Sí, conocían ambos lo suficiente al pequeño Robin, nunca se vio muy interesado en bragas ni femeninas ni masculinas, mucho menos haría bromas referentes cuando Jason resultaba el blanco perfecto para muchas otras con palancas incluidas.

— ¿Crees que va bien?— Preguntó tentativamente Bruce, a nada de levantarse y ocultar las tangas ahora esparcidas sobre su alfombra. —A Alfred no le gustará nada esto.   

—Claro, ¿no recuerdas cuando le contamos a Dami sobre nuestra relación?

¿Cómo olvidarlo? El joven Wayne intentó asesinarlo tras prepararle una elaborada emboscada, argumentando cuando Batman llegó al rescate que si no tenía capacidad para enfrentar a Robin mucho menos era digno de pretender a su progenitor. A esa amenaza velada se sumaron Dick Grayson con sus mil preguntas completamente indiscretas, Clark aún podía recordarlas, ¿qué posición les gusta al hacerlo? ¿Alguna vez lo hicieron durante una patrulla? ¿Es por eso que pasan tanto tiempo en la Liga?

Tenía intención de molestarlos a ambos, quizás incomodarlos, o al menos lo sospechaba.

Tim fue sencillo…en parte. Comenzó una exhaustiva investigación que culminó desenterrando toda su escasa vida amorosa, incluso con quién había ido al baile en tal año de Instituto. Fue bochornoso que además adjuntara fotos no muy favorecedoras.

Alfred simplemente les dedicó un “ya era hora” y Clark no supo si ese mayordomo conocía la tensión sexual acumulada desde hacía años o lo decía porque Bruce “el playboy” sentaba cabeza.

—Quiero que sea una noche perfecta.

—Ya es perfecta, ¿no lo ves?

Allí tenían a sus hijos, sus pequeños pajaritos, porque Superman los empezó a ver como suyos desde el momento en que declaró su amor al murciélago, aunque Jason no ha tenido la oportunidad de amenazarlo, incluso si no le aceptan aun. Ellos le pertenecían. Ellos reían, jugaban, mantenían una convivencia más o menos natural teniendo en cuenta sus pasados, sin peleas reales o intentos de homicidio, sólo chicos correteando por la sala jugándole otra broma al hermano menor.

Martha aplaude también encantada, su rostro iluminado debido a la alegría, no sólo al fuego crepitante en la chimenea o los focos coloridos del árbol.

Es entonces cuando Bruce busca a sus padres, las pinturas que quedaron de ellos colgadas allí también, preguntándose si así se siente tener una familia verdadera, eso es ser feliz, normal, sin villanos que patear por las calles, sin pesadillas ni remordimientos, sólo una familia que te ama.

—Sí— Responde tomando la mano del Superman. —Es perfecta.  

 

 [……………………….]

 

Dick intenta sacar fotos a todo. Damian ha terminado indignado debido al poco éxito de su broma, con los brazos cruzados sobre el pecho, haciendo pucheros que según él no son pucheros, y acurrucado contra su enorme perro. Han tenido una noche maravillosa llena de risas sinceras, más de las que realmente esperaba o que se ven durante el año.

La mansión Wayne es sombría, pareciendo sumergida perpetuamente en la tragedia y el dolor.

¿Ahora? Es como si el sol saliese de pronto en pleno invierno, puede comprenderlo, hay un sol sentado junto a Bruce Wayne que le da tantas atenciones como puede.

Los adultos charlan, Tim intenta jugar los videojuegos y él termina acercándose hasta donde Jay descansa. Sus ojos están entornados, parece concentrado en el árbol pero él sabe que algo lo molesta.

—Sigo diciéndolo, si prefieres una chamarra marrón podemos cambiarla mañana…o pasado.

—No, me gusta el negro, no la usaré para perseguir criminales.

Su hombro roza ligeramente el ajeno, espera alguna reacción, quizás otro alejamiento comprensible, Jason siempre fue el arisco de la familia, no por gusto, supone Richard, demasiados golpes y es muy joven aún.

—Dick, sobre el beso…

—No tienes que responderme nada, no hay presión, me dejé llevar. Puedes estar algo confuso, pero verlos a ellos, la manera en que son felices…no lo sé, me hizo querer intentar algo también y tú me gustas Jay, no es sólo un capricho, te he querido desde hace años cuando eras un mocoso gruñón.

Ve pasar el breve destello del dolor por los verdes ojos ajenos, desea tomarlo en sus brazos, sostenerlo y repetirle mil veces que le ha enamorado sin querer, que lo ha tenido negándose a sí mismo aquello durante todo ese tiempo por temor a ser juzgado o peor, rechazado.

En cambio baja la mirada a sus pies.

— ¿Y si yo quisiera a otra persona, alguien que no me va a corresponder?

Entonces Dick comprende poco a poco porqué Jason se ve afligido, la apagada mirada otras veces rebosante de burla o desafío.

—Esperaría, comprendo que necesites tiempo para sanar pero te acompañaría mientras tanto.

Por segunda vez en la noche Red Hood volteó hasta dónde se encontraban Bruce y Clark, ambos charlando animadamente con Martha, quien se ríe de alguna broma que él no alcanzó a escuchar, los tres relajados. Hay alegría sincera compartida entre todos. Luz y oscuridad. Quizás no sea tan mala combinación, quizás incluso un tipo como él tiene esperanza de ser feliz.  

— ¿Sabes? No recuerdo haber tenido nunca relaciones formales sin que intentasen matarme después.

—Comprendo el sentimiento aunque no dije que fuese muy formal…por ahora…

Dick le codeó las costillas y eso fue suficiente para relajarlo e iniciar otra pequeña pelea mucho más privada, una divertida que alternaba besos, caricias e incluso palabras amables cuando se creían a salvo de miradas indiscretas.

Sí, tal vez navidad era para comenzar proyectos, tener cenas familiares y recomponer corazones rotos. 


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