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Segundas oportunidades por khr

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Notas del capitulo:

No tengo perdón por tardar tanto. No es que me olvidase del fic, si no que no tenía tiempo para escirbir. Juro intentar ir al ritmo de todos los domingos actualizar.

Disfruten...

¿Qué hacía aquí él? No puedo creerme que se saltase el toque de queda la primera noche en el castillo solo para hacer de buen samaritano y llevarme hasta las habitaciones de Slytherin. Potter escondía algo, seguro. Nadie da tanta amabilidad por nada. O yo por lo menos no lo creo. Una cosa es que me empezase a caer medio bien por haberme defendido, y otra es que ya tengo que ser mi mejor amigo. Porque este despliegue de buena fé por su parte no es normal. Así que rehice mi pregunta anterior...

 

-¿Qué haces aquí Potter?-le pregunté sin andarme con rodeos. Llamándole por el apellido suena más a como lo haría un Maalfoy.

-¿No es obvio? Esperarte para llevarte a la Sala Común-responde encogiéndose de hombros.

-No hacía falta, tengo ya catorce años, sé cuidarme solo-le dije de manera orgullosa tratando de sonar como lo haría mi padre. No sé qué hice pero salió mal porque se empezó a reír.

-Entonces ve tu delante, te sigo-dijo sonriendo de manera socarrona mientras se apartaba un poco para dejarme pasar delante.

 

Con más vergüenza que orgullo empecé a caminar sin saber a dónde ir, buscando cómo llegar a las mazmorras. Había escuchado mil veces a mi madre decir que desde la sala común se veía el lago desde dentro, por lo que tendrían que estar ahí. Intentaba caminar seguro pero en cada cruce de pasillos dudaba un poco, algo que a Albus no le pasaba desapercibido pues no paraba de soltar frases tipo “¿seguro que es por aquí?” o “como nos pille McGonagall nos la vamos a cargar aun más”. Algo francamente irritante que me daban más ganas de seguir en mi cabezonería en vez de darle la razón. Así pasó el tiempo hasta que finalmente llegamos a un callejón sin salida en las mazmorras franqueado por dos armaduras. Estaba apunto de probar a decir la contraseña en voz alta cuando la burlona voz de mi acompañante me habló al oído.

 

-¿Así que me has traido sin invitarme a una cerveza de mantequilla ni nada a donde los alumnos mayores se dan el lote verdad?-di un salto por la proximidad y su aliento en mi oído alejándome un par de metros de él, lo que ocasionó más risas por su parte. Me estaba empezando a cabrear...-tranquilo, es broma.

-Deja de reírte-le dije serio.

-Déjame ayudarte-me dijo sonriendo.

-No necesito tu compasión, Potter-le dije volviendo a imitar a mi padre-tan solo llévame a la sala común si tanto lo deseas y borra esa sonrisa de tu cara.

-¿Por qué tendría que dejar de sonreír a algo que me hace gracia?-me dijo con esa odiosa actitud risueña.

-PORQUE NO SOY UNA ATRACCIÓN DE CIRCO-le grité. Abrió grande sus ojos sin entender mi enojo.

-Oye, no me reía de ti, lo hacía contigo-trató de calmarme.

-¿Me has visto en algún momento reír? No, ¿verdad?-un silencio tenso llenó el ambiente entre los dos. Mi respiración aún seguía agitada por el enojo. No me gusta que se rían de mí, ni que yo pase por al lado de alguien y este se ría, aunque sea de otra cosa...

-Perdón, yo solo quería..

-Llevarme a la sala común según dijiste, ¿no?-le corté sin dejarle acabar. Él asintió brevemente-pues venga, llévame y así podremos dormir de una vez.

 

Sin decir una palabra se dio la vuelta y giró por un pasillo. Le seguí de cerca, sin ponerme a su lado para no hablar con él más de lo necesario. ¿Quién se creía? ¿Que por ser parte del clan Potter-Weasly le daba derecho a reírse de cualquier persona? ¿Y que después con decir que iba con buena intención, ya no pasaría nada? Pues conmigo no. Odio las risas. Y más si son hacia mí. No sé qué pretende Albus, pero no me dejaré engañar. Este quiere algo. Una cosa es ser amable con el nuevo y otra muy distinta es ir de su héreo personal. Yo no necesito un héroe...tan solo...

 

-Amigos-le escuché decir. Estaba parado frente a una pared cualquiera-éramos amigos en primero, ¿no?

-Estuve una hora escasa en Hogwarts hace tres años, no cuenta como si fuésemos amigos-le dije cuando me recuperé un poco de la impresión.

-Pues seámoslo ahora-dijo en casi un susurro. Creo que era la primera vez que le veía hablar tan bajo...como con vergüenza.

-Mira Potter no...

-Albus-me cortó-me llamo Albus.

-Me han enseñado a llamar por su nombre solo a mis amigos, Potter-le respondí. Pareció dolerle mi respuesta pues soltó una especie de resoplido de frustración-mira, no sé qué pretendes con tanta amabilidad y buenas acciones hacia mí, pero hazme un favor y para. No me fío de ti. No es normal tanta amabilidad en un Slytherin sin que este quiera algo a cambio-le dije recordando uno de los consejos que me dio mi padre antes de dejarme en el colegio-así que creo que lo mejor para los dos es que no nos relacionemos. Así tus amigos Gryffindors no te miraran mal por relacionarte con un Malfoy y a mi mis posibles amigos Slytherins no me mirarán mal por relacionarme con un Potter.

 

Y sin darle opción a réplica dije la contraseña en alto, para ver cómo la pared se empezó a abrir dejando a la vista la Sala Común. Entré sin mirar atrás. Era bastante elegante, en verde y plata toda la decoración con los asientos de cuero negro. Un gran ventanal se alzaba imponente en un extremo de la sala desde el cual se veía el fondo del lago. 

Tras terminar de dar el repaso a la decoración, me fijé que mi primo Tom estaba en uno de los sofás con un chico y una chica, hablando tranquilamente. Al darse cuenta de que había entrado yo, Tom se levantó y se acercó a mí para darme un breve abrazo.

 

-Ese es mi primito, hechizando al ricitos de oro de Diggory-decía mientras se separaba del abrazo, el cual correspondí con un poco de torpeza. La única persona a la que solía abrazar era a mi madre...el resto (quitando las pocas veces que veía a mi primo) de veces siempre estrechaba manos.

-Ha sido una grata sorpresa comprobar que esta serpiente tiene colmillos a fin de cuentas-comentó la chica sonriéndome de forma cálida. Era rubia, con el pelo recogido en un elegante moño que dejaba un par de mechones caer enmarcando su rostro. De piel casi tan blanca como la mía, pero de ojos color miel que no le daban aspecto de dama en apuros, al contrario, eran fieros.

-Ella es Dorotha Mayer, prefecta de sexto-me explicó mi primo-justo estábamos hablando de que no eras tan vulnerable como nos imaginábamos.

-...-me sonrojé de sobremanera. No me esperaba recibir un cumplido ya desde la primera noche-bueno es que..

-Potter-dijo en alto el otro chico, el cual era corpulento, pelo largo y rizado que lo llevaba recogido en una coleta y barba-¿qué haces que no estás en la cama?

-Cumplir el encargo de la profesora Mitarashi de traer a Malfoy hasta aquí-dijo con voz carente de emoción mientras se dirigía hacia los dormitorios sin mediar palabra.

-Tendrás el justificante-dijo Dorotha con voz diplomática pero claramente amenazante. Potter sin voltearse dejó sobre la mesa un papel y continuó su rumbo hacia su dormitorio. Desde donde estábamos se veía claramente una firma refinada que tan solo podía pertenecer a un profesor-este Potter...de no ser por la maña que se da en la escoba, no habría sobrevivido aquí.

-¿Cómo?-le pregunté sin comprender. No parecía que Potter no encajase en la mesa de Slytherin durante la cena.

-Lo que oyes. De no ser porque gracias a él llevamos ganando la copa de Quiditch desde que entró al colegio más de uno le habría convertido en comida para Hipogrifos-respondió el chico-por cierto, mi nombre es Aeleus Rock. Prefecto de sexto también.

-Pues no parecía muy a disgusto durante la cena-pensé en voz alta.

-A los alumnos más pequeños que él se los ha ganado. Y a los más mayores se las ha ingeniado para que no le molesten-me contó Tom-tanto por amenazas de su padre a sus familias, por jugarretas de los Gryffindors, por hechizos molestos y hasta peligrosos que claramente eran suyos...Toda una serpiente, si su padre lo viera actuar así le desheredaría-bromeó, haciendo que Dorotha y Aeleus rieran.

-Tú solo ten cuidado y no te acerques mucho a él, Malfoy-me recomendó Dorotha-nunca se sabe qué pretende, pero nunca da un paso sin saber a dónde ir.

-Y bueno, ahora vamos a dormir, que el primer día es el que más cuesta madrugar y ya es bastante tarde-zanjó Aeleus mientras se levantaba del sofá y se estiraba la espalda.

-Cierto, síguenos Scorpius, te llevaremos a tu habitación-dijo mi primo mientras me pasaba su brazo por encima y echábamos a andar-has tenido suerte de que estuviésemos atentos, no compartes habitación con Potter-me iba explicando mientras subíamos unas escaleras hasta detenernos en una puerta que ponía un elegante 4º2 en la puerta-aquí duermen los dos Slytherins más Ravenclaws que hay en toda la Casa, te llevarás bien con ellos. Buenas noches.

-Tom-dije cuando este estaba a punto de perderse por un pasillo. Se paró y se volteó ligeramente-gracias. Eres...

-Tranquilo, te entiendo-me dijo sonriendo de forma burlona al ver que no sabía como expresar mi agradecimiento-yo también te quiero, primo.

-No, espera-medio grité acercándome a él para tomarle del brazo-no he escrito a mi padre sobre la casa en la que he quedado.

-Joder es verdad, estabas castigado...-maldijo mientras se mordía el moflete por dentro, pensando-¿y quieres hacerlo verdad?

-Es la tradición-le dije con simpleza. Es tradición que los alumnos de primero escriban a casa con el resultado de la selección. Y aunque no sea de primero, y las tradiciones me den igual, mi padre me dijo que en cuanto pudiese le escribiese con el resultado de la selección. Imagino que más que por preocuparse de en qué casa quedé, sería porque a mi madre le habría gustado así.

-Vale-dijo tras meditar un poco-escríbela y dámela, usaremos mi lechuza. Yo me encargaré junto con mi amigo Nico de que alcance una ventana para salir.

-¿No hay ninguna ventana en la sala común?-pregunté escéptico. Tan solo necesitaba una lechuza.

-Estamos bajo el lago bobo-dijo medio riendo.

-¿Pero no os meteréis en un lío por hacerlo?

-Tranquilo, yo me encargo-me tranquilizó, para acto seguido esbozar una malévola sonrisa-además, seguro que los Gryffindors no se esperan ninguna jugarreta en la primera noche. Te doy diez minutos para esccribirla.

 

Sin esperar respuesta salí hacia donde estaban los sofás. Había un tintero y una pluma en una mesa con un pedazo de pergamino. Era pequeño, pero suficiente. Dudé por un momento en comentarle también el encontronazo con Diggory en mitad del Gran Comedor. No quería preocuparle a lo tonto, pero también es cierto que si se enteraba (algo más que probable) prefería que fuese por mi versión de los hechos, y no por lo que algún alumno chismoso le cuente a sus padres o por la que McGonagall le de.

Querido padre,

Como todo miembro de la familia Malfoy he sido seleccionado en la casa de Slytherin, algo que ya te imaginabas y espero que te llene de orgullo. No te preocupes, la mayoría de los alumnos los conozco aunque sea de las comidas en Malfoy Manor cuando invitabas a tus amigos por lo que no me costará hacer que como mínimo me respeten.

Y hablando de respeto...imagino que te llegarán noticias de que he sido castigado en la primera noche del curso. Pues bien, es cierto, McGonagall me ha castigado a limpiar todas las mesas del comedor como un muggle por dejar calvo con un hechizo a Robert Diggory. Antes de que te vuelvas loco y me mandes na vociferadora debes saber que el alumno en cuestión hizo un comentario de mal gusto en el cual se mencionaba a mamá, hecho por el cual me vi obligado a actuar. Espero que lo entiendas...

Por cierto, tenía algo que preguntarte. ¿Te suena de algo la bruja Anko Mitarashi? Resulta que es la jefa de casa Slytherin y profesora de DCAO. Parece bastante joven y asiática. Me pareció extraño que diese clases y encima fuese responsable de Slytherin.

Bueno no te entretengo más. Espero con ansias tu respuesta y no te preocupes, no me emteré en más problemas.

Un beso, Scorpius Malfoy.

 

Tras poner el punto final, la doblé en cuatro y la sallé para cerrarla con un sello con el escudo Slytherin que había sobre la mesa. Me levanté con intención de buscar a mi primo para darle la carta. No me hizo falta buscar mucho, estaba esperando en la puerta de mi habitación con un chico alto y delgado de pelo rizado y negro.

 

-Qué puntual eres-me saludó sonriendo-Scorpius, te presento a Nico, “el azote de los leones”

-Encantado conocerte, aunque sea con tres años de retraso-saludó mordaz el tal Nico-ese hechizo que le lanzaste a Diggoru fue una pasada, tienes que enseñármelo cuando tengas tiempo.

-Sí, claro...un gusto-no sabía qué decirle. Primero insinúa que no debí irme de Hogwarts y después me da un cumplido.

-Bueno, nosotros nos vamos antes de que Filch y su gata zombie den la marcha por las mazmorras. Duerme ya Scorpius-zanjó el tema mi primo.

Y sin más se dio vuelta y continuó rumbo a quien sabe dónde. Bostezando cansado me giré hacia la puerta. Según parece los de 4º están divididos en dos cuartos. Y en el otro dormirá Potter con ese idiota de Diggory y alguno más. No me dio ni tiempo a agarrar el picaporte de la puerta cuando esta se abrió, dejando ver bajo el marco de la puerta a un chico de mi altura, piel blanquecina, pelo negro algo largo dejando caer dos mechones sobre su frente y unos inusuales ojos con el iris color rojo oscuro. Me quedé plantado en donde estaba por la sorpresa. Esos ojos...no daban miedo, pero sí que eran inusuales. Aunque bueno, quitando a mi padre no conozco a nadie más con los ojos grises como los míos. Sin darle más importancia me dispongo a entrar, pero el chico lejos de apartarse para dejarme pasar, pone un brazo obstaculizándome pasar.

 

-¿Se puede saber quién eres?-me pregunta con voz calmada, evaluándome-¿y por qué hablas solo delante de mi habitación?

-Scorpius Malfoy, esta es mi habitación-le dije alzando la cabeza simulando fuerza. El chico parpadeó sin comprender.

-¿A quién le has pedido permiso para ello?-volvió a preguntar sin moverse ni un ápice. Sus ojos fijos sobre los míos me empezaban a incomodar. Era el color...

-¿Acaso estos metros cuadrados del castillo son tuyos?-le pregunté de manera socarrona.

-¿Acaso sabes de quién son realmente?-me preguntó sonriendo de manera extraña ante mi comentario.

-A Salazar Slytherin-pregunté más que afirmé.

-Vaya, la respuesta simple. Verás no es por nada pero opino que estarías mejor en otra habitación. Hay suficientes como para que no tengamos que...

-Zeref, deja entrar al chico de una vez. Thomas Nott ha hablado conmigo y me lo ha explicado todo-se escuchó una voz desde dentro de la habitación.

 

Alzando ligeramente los hombros se apartó de la puerta y me dejó entrar por fin a la habitación. Era simple pero bonita. Tres camas, con dosel para tener intimidad. Y una ventana que daba al lago de nuevo. Mi baul estaba en frente de la cama pegada a la pared de la izquierda. Al lado de la mía se encontraba una cama deshecha, de Zeref me imagino, con libros por aquí y por allá. En la otra, pegada a la ventana descansaba un chico de anormal pelo color cenizo, moreno y de constitución musculosa. Pero lo que me llamó la atención de él fueron esos ojos color ámbar. Si los de Zeref eran raros, los de este ya eran más extraños que un dementor alegre.

 

-Disculpalé-volvió a hablar el chico de pelo blanco desde la cama-sufre de Insomnio crónico y aprovechá cualquier ocasión para entablar conversación con alguien.

-Conversación sería con alguien que pudiese seguirla, no con mentes simples como las que abundan en este colegio-respondió sin más el chico. O le había entendido mal o me acababa de llamar imbécil en toda mi cara.

-Ahí te equivocas, Zeref-le replicó el otro con gesto cansado-según me ha comentado Thomas Nott es tan Ravenclaw como nosotros-el de ojos rojos rodó los ojos para fijarlos después en mí, evaluándome.

-¿Quién les cedió este castillo a los cuatro fundadores?-me preguntó el de ojos rojos.

-Según tengo entendido lo construyeron los Cuatro fundadores...-dije dubitativo. Zeref iba a replicar pero le corté antes de que dijese nada-pero según un cuadro de mi mansión de la época, dice que el castillo era de un tal mago Logan...aunque no hay ninguna referencia a un mago que se llamase así.

-Vaya, no eres tan ignorante como pensaba-sin dejarme replicar fue hacia su baul y con un movimiento de varita sacó un libro negro con runas extrañas en la portada y me lo tendió por una página en concreto. Estaba escrito en un idioma antiguo que no me sonaba de nada-es daédrico, normal que no lo entiendas. No he encontrado aún a ninguno a parte de mí que sea capaz de leerlo.

-¿Y qué pone?-le pregunté sentándome en la cama mirando el libro sin comprender nada.

-Aún no lo he traducido del todo, es realmente difícil el alfabeto daédrico. Pero esa página en concreto habla sobre un mago del siglo IX llamado “Logan sombrero grande” que vivía en Escocia en un castillo similar a este, a juzgar por la foto que viene en páginas posteriores.

-¿De dónde sacaste este libro? ¿Y dónde aprendiste a leer este idioma extraña? ¿Y de dónde data?-las preguntas se agolpaban en mi cabeza, queriendo salir todas a la vez y encontrarlas respuesta. Al alzar la vista pude ver un amago de sonrisa en los labios del chico, como complacido de mi curiosidad.

-No es por cortar vuestra agradable charla, pero ya es bastante tarde-nos cortó el otro chico-y quiero dormir, continuad la conversación mañana.

-Sí, lo siento...-empecé a disculparme, pero no me sabía su nombre.

-Ashran Dehler-dijo con simpleza desde su cama, girándose para darnos la espalda.

 

Zeref no dijo nada más y se metió de nuevo en la cama, cerrando las cortinas. Muerto de sueño y sin hacer ruido, me puse el pijama y me metí en la cama. No sabía lo cansado que estaba hasta que el chico de pelo cenizo no nos había mandado callar. Era interesante la conversación, y Merlín sabe que en cuanto pueda la continuaré para enterarme de todo cuanto pueda. Pero por hoy ha sido suficiente. Volver a Hogwarts, la ceremonia de selección, el encontronazo con Diggory, la extraña actitud de Potter, el aviso de mi primo, mis compañeros de cuarto...muchas preguntas y pocas respuestas es lo que tengo, y no me gusta dormir con preguntas rondando mi cabeza pero como decía mi madre cuando me desvelaba por leer: “el niño descansado es el más avispado”.


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