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Segundas oportunidades por khr

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Querido Scorpius,

Me alegra saber que estas en Slytherin aunque francamente no esperaba menos. Los Malfoy hemos estado durante generaciones en esa casa, y tú como mi futuro heredero no podrías ser menos. Aprovecha la estancia en Hogwarts y forja amistades y alianzas con tus compañeros, nunca sabes lo que puedes necesitar en un futuro. Conviene tener amigos hasta en el infierno.

Con respecto al encontronazo con el joven Diggory, solo decirte que te comportes como un Malfoy, no te vengues delante ojos indiscretos. La venganza es un plato que se sirve frío, aprende a ser paciente. Que el odio no te consuma como una vela, sino que te haga estar despierto, esperando la oportunidad idónea. Así hacen las cosas los verdaderos Slytherin y los Malfoy.

Por último, no me suena de nada la profesora Anko Mitarashi. Pero preguntaré a mis conocidos.

Pd. A partir de ahora ayudarás con sus estudios a tu compañera de clase y de Slytherin Petra Goyle. Sé perfectamente que es una joven obtusa y con nada de talento para los libros, pero al igual que su padre conmigo, te puede ser muy leal. Y la lealtad entre Slytherin no es algo usual. Tómalo y utilízalo a tu favor.

Fdo. Draco Malfoy.

 

Terminé de leer la carta de mi padre. La doblé cuidadosamente y me la guardé en algún bolsillo de mi túnica. Después del desayuno la llevarría a mi habitación para guardarla. O después de clases más bien, pues por dormirme tarde estoy que me caigo de sueño y he llegado algo justo a desayunar. Porque a mis amables compañeros de cuarto no les ha dado por despertarme cuando ellos se han bajado. Y aquí estoy, en mitad de la mesa Slytherin desayunando practicamente solo. Había algunos alumnos menores y otros de cursos superiores, pero mantenían las distancias para conmigo. Algo que francamente no me importaba, dado mi humor por las mañanas lo más seguro es que los terminase espantando con mi humor de duende de jardín mojado.

Levantando la cabeza, puedo ver que el resto de mesas están más o menos igual que la mía. Salvo Gryffindor, donde hay una buena cantidad de cabezas pelirrojas de distintass edades desayunando juntos. El clan Weasley-Potter al completo. Incluso los que son de otras casas estaban ahí sentados. Desayunando animadamente y armando un alboroto para nada típico del status de sangre que tienen. Y entre todas aquellas pelirrojas cabezas, hubo una que me llamó la atención. Unos negros cabellos despeinados. Estaba de espaldas, y se le notaba perfectamente el remolino de la almohada. Sería Albus. Y efectivamente de repente se giró y sus ojos esmeralda se fijaron en los míos, un amago de sonrisa surco su rostro y se dispuso a levantarse.

 

-Scorpius, ¿qué tal tu primera noche en el castillo?-giré en la dirección de la voz. Era la chica Zabini, la prefecta de quinto que me defendió ayer y que se llevó un sermón por la directora.

-Ah, buenos días eehh...-me había dado cuenta que no me sabía su nombre. O no me acordaba.

-Karliah Zabini-me contestó sonriendo y sentándose en frente de mí, permitiéndome ver de fondo como Albus volvía a sentarse sin mirarme.

-Sí, perdona es que no soy muy bueno para los nombres-contesté de forma apenada.

-No pasa nada, tranquilo. Y por cierto, McGonagall me ha dicho que la profesora Mitarashi tiene tu varita. Como es tu primera hora, te la dará allí.

-¿Y dónde está su aula? Estoy un poco perdido y no hay por aquí ninguno de mi curso creo-pregunté terminándome mi desayuno.

-La verdad es que vas algo tarde sí, la mayoría de alumnos llega diez minutos antes a las clases de la señorita Mitarashi-comentó mientras empezaba a doblar una hoja de pergamino, dándole forma-es muy estricta con la puntualidad.

-Entonces lo mejor será que me vaya-dije mientras me levantaba rápido y cogía mis libros para ese día. Al no tener varita los tendría que cargarlos-¿por dónde está el aula?

-Sigue el avión-no me dio tiempo a preguntar más pues tras un hechizo que desconocía, el avión que había hecho con el pergamino alzó el vuelo y comenzó a avanzar con ritmo lento y pausado hacia la puerta del Gran Comedor.

-Gracias Karliah, nos vemos después-la dije con una de las mejores de cortesía de los Malfoy.

 

Tras esperar su despedida me dispuse a seguir al avioncito de papel, tras darle un pequeño vistazo a la mesa de los Gryffindor, donde Albus ya no estaba. ¿Y yo por qué le busco? Ya habíamos quedado en que no me fiaba de él. Me debe resultar indiferente lo que haga, a fin de cuentas mucho decir que somos amigos y tal  pero me ve solo y sin saber dónde queda la clase y se va sin esperarme. Una cosa es que no quiera ser su amigo o otra que no podamos ser compañeros de clase. Iba tan en mis cosas que no vi venir al alumno de Gryffindor que sin venir a cuento me estampó contra la fría pared de piedra, sacándome el aire y tirando los libros que llevaba.

 

-Vaya, vaya Malfoy. Ya tenía yo ganas de encontrarme contigo por los pasillos-era un chico pelirrojo, mayor que yo y con gafas. Sería del clan Potter-Weasley, seguro.

-¿Qué demonios quieres?-le espeté tratando que no me temblase la voz. Fui a agacharme a por libros pero el chico que agarró fuerte de mi muñeca derecha y me pegó fuerte contra el muro de nuevo.

-Escúchame bien, mortífago. No quiero que vuuelvas a hechizar a ninguno de los alumnos decentes de este colegio, ¿me has entendido?-me dijo apretando más su agarre en mi muñeca, haciéndome daño. Aguanté la mueca de dolor que amenazaba con salir y llevé rápido mi mano izquierda hacia los bolsillos interiores de mi túnica para coger mi varita, solo para darme cuenta de que no la tenía.

-¿Quién coño eres?-pregunté con odio. Pensaba vengarme en cuanto tuviese mi varita, lo juro. Pero una varita en mi garganta cortó mis pensamientos. Sentía miedo. Yo estaba desarmado y él era más fuerte que yo y además tenía su varita.

-Háblame con respeto, sucio mortífago-me advirtió apretando su varita contra mi garganta.

-¿Qué ocurre aquí Potter?-nada más oir aquella voz, el chico me soltó y se giro mientras guardaba disimuladamente su varita.

-Nada, Dehler-dijo girándose para hablar cara a cara con el chico de ojos ambarinos-el torpe este se ha chocado contra mí y a tirado sus libros.

 

Y tras dedicarme una mirada de advertencia se fue. Me quedé en mi sitio, acariciándome la muñeca. Seguramente me quedaría un moratón, mi piel es muy sensible. Tenía ganas de llorar. Todo el odio que me inundaba se había evaporado y había dado paso a la potencia que daba el estar solo en lugar nuevo y hostil. Y completamente indefenso. Con resentimiento hacia mí y hacia todo este castillo di un golpe con el puño en la pared, descargando mi enojo. Me agaché para recoger mis libros. Todo bajo la atenta mirada de Dehler, que no se había movido ni un milímetro de donde se encontraba.

 

-Malfoy, ¿estás bien?-preguntó serio.

-¿Dónde está el aula de la profesora Mitarashi?-ignoré su pregunta. Si hablaba del tema seguro que lloraría. Y antes teñirme el pelo que dejar que alguien en este estúpido colegio me viese llorar.

-Sígueme-dijo simplemente, sin hacer caso a mi cambio de tema tan brusco.

 

Tras un par de metros, llegamos al. Ya estaba llena. Todos los alumnos perfectamente sentados y mirando al frente, donde la profesora Mitarashi estaba sentada leeyendo el periódico tranquilamente. Compartíamos esta clase con los Gryffindor, encima. Todos miraban en mi dirección, algunos con sonrisas burlonas o con malfingida indiferencia. De entre todos ellos, la peor mirada fue la de una chica sentada en primera fila, con pelo rojizo. Otra dichosa Weasley. A su lado estaba Albus, que estaba girado en mi dirección, con la vista clavada en mi muñeca lastimada, no solo por el agarre de ese chico si no también del golpe que le di a la pared. Buscando un sitio libre vi que había uno al lado de una chica de Slytherin. La chica era gorda como ella sola, con cara de troll mareado de tanto leer. Miraba también en mi dirección, levantándose y acercándose a mí.

 

-Buenos días Scorpius, soy Petra-se presentó la chica. Su voz era monótona y torpe-trae, llevaré tus libros a la mesa. Mi padre me ha dicho que me siente contigo.

-Sí, Petra tranquila. Mi padre me ha dado el mismo aviso-le dije mientras me quitaba los libros. Dehler a mi espalda ahogó un resoplido de risa mientras pasaba por mi lado rumbo a la primera fila, para sentarse con Zeref. Me dirigí rumbo a la mesa de la profesora, a por mi varita, mientras Petra iba hacia la mesa que compartiríamos.

-Buenos días Scorpius, algo tarde para mi gusto aunque aún la clase no ha empezado asi que no puede recriminarte nada-me saludó la profesora al llegar a su mesa.

-Buenos días a usted también, profesora Mitarashi. ¿Le importaría devolverme mi varita?-dije con voz diplomática extendiendo mi brazo para tomarla. La profesora me la estaba dando, justo cuando se fijó bien en mi muñeca y en vez de darme mi varita me agarró con delicadeza pero con firmeza mi muñeca, mirándola con el ceño fruncida.

-¿Qué ha ocurrido Scorpius?-preguntó seria.

-Nada-espeté. Necesitaba ya mi varita. Me sentía completamente indefenso sin ella, con todos los ojos de la clase fijos en mí.

-¿Qué ha ocurrido?-volvió a preguntar.

-Ha ocurrido que no tenía mi varita-contesté mordaz mientras me zafaba de su agarre.

 

Tras apretar sus labios en una fina línea me devolvió mi varita de mala gana, gesticulando un ya hablaremos que tan solo yo escuché. Me giré de vuelta a mi sitio y me senté mientras guardaba mi varita en mi túnica. Sin soltarla. Por fin me sentía seguro y a salvo.

Tras sentarme, la clase dio comienzo. Se basó en primer lugar en explicar mediante un esquema todo lo que daríamos este curso. Hechizos de duelo avanzado en el primer trimestre, criaturas tenebrosas avanzadas en el segundo trimestre y contramaldiciones en el tercero. La mitad de lo que íbamos a dar ya lo conocía por haberlo estudiado por mi cuenta en Malfoy Manor por lo que no me impresionó  para nada el temario. Tras ese pequeño esquema, pasamos a la clase de hoy. Una soberana tontería de repaso de hechizos de duelo del año pasado que básicamente se basaban en Expelliarmus y en ejecutar correctamente un Protego. Una soberana tontería, que por desgracia tuve que explicar en susurros a Petra cuando nos dio tiempo para repasar por parejas la información que sabíamos sobre la pequeña lista de hechizos que nos dio.

 

-Bien, intento de magos de cuarto-gritó la profesora tras una media hora de estar así, sin hacer nada-poneos de pie, empieza la parte práctica. Y antes de que os pongais a discutir por con quien os pongais tranquilizaros. Yo iré haciendo las combinaciones.

 

El ejercicio era una tontería un duelo. Al mejor de tres desarmes. En cualquier otro momento estaría nervioso por la práctica, pero el resentimiento y el enojo contra este colegio aún bullía en mí. Tras un par de personas me tocó a mí.

 

-Bien, Scorpius. Enséñame de qué eres capaz-dijo la profesora-Rose Weasley querida, ven al frente del salón tú también. Te batirás en duelo con él.

 

Los murmullos no se hicieron esperar. Los de Gryffindor sonreían y daban palabras de ánimo a la tal Rose. Weasley...serría prima o lo que fuese del maldito chico Potter que me había asaltado en el pasillo. Apreté fuerte mi varita, dejando blancos mis nudillos. Está mal tomar venganza con una persona que no tiene nada que ver, pero es de su dichosa familia. Valdría como pequeña venganza.

Mientras me abría paso entre los alumnos de Slytherin, les escuchaba decir que esperaban que no les decepcionase, que ella era la mejor de la clase y un montón de cosas que me desanimaban. La mayoría de las frases que hacían tambalear mi confianza salían de la sucia boca de Diggory, que llevaba un gorro tapando la calva que le había dejado. Menudo imbécil. Estaba apunto de llegar cuando alguien me detuvo agarrándome del brazo. Era Dehler.

 

-Oye Malfoy, tranquilizate-me susurró-ella no es James, controla tu magia.

 

Me zafé de su agarre. Ya sabía el nombre del Potter que me había agredido en el pasillo. Pero ello solo acrecentó mi ansia por hacerla morder el polvo a esa dichosa Weasley. Al llegar por fin al frente, pude observar que la profesora Mitarashi sonreía con malicía. Como si este emparejamiento fuese una especie de experimento suyo.

 

-Bien, saludaros como buenos magos. Y no os olvidéis, a la de tres comienza el duelo-nos indicó la profesora. Nos giramos para hacer el saludo.

-Procuraré no hacerte daño, Malfoy-me susurró con odio la chica.

 

Aquello solo me cabreó más. ¿Por qué me odia si no me conoce? Maldita hipocresía Gryffindor. Malditos prejuicios y maldito todo. Tras separarnos después del saludo nos pusimos en posición de duelo. Mientras la profesora contaba. Uno...dos...tres.

 

-Expelliarmus-gritamos a la vez, pero yo mucho más rápido ocasionando que la chica Weasley saliese despedida hacia atrás cayéndose de espaldas.

 

Los murmullos de excitación no se hicieron esperar, asombrados porque la mejor de la clase hubiese sido derrotada por un Malfoy. La mirada de odio de la chica fue aterradora. Apretando sus finos labios con rencor. Con ayuda de algunos alumnos de Gryffindor la chica se levantó y volvió a ponerse en su lugar para continuar con el duelo. La profesora nada más que sonreía, como si esa fuese la reacción que esperaba de su experimento. Uno...dos...tres.

 

-Reducto-chilló la pelirroja antes de que llegase a tres la cuenta. Tan solo me dio tiempo a lanzar un protego, que no fue suficiente y oacasionó que saliese despedido contra la pared, cayendo sobre mi muñeca al caer.

 

¿Pero quién se creía? Si no hubiese lanzado ese protego a tiempo la chica podría haberme matado, o por lo menos haberme hecho más daño del debido. Hice una mueca de dolor al apoyarme sobre mi muñeca ya lastimada para levantarme. Creo que estaba rota. Las lágrimas amenazaban con escarpárseme. De rabia, impotencia, dolor...Toda el aula era un caos, Gryffindors reían, Slytherins acusaban de trampa, otros se reían de mí...y entre todos, el único callado era Albus, que miraba con decepción el espectáculo que observaba. Nuestras miradas se cruzaron, y él negó suavemente, como instándome a no levantarme, a dejarlo en empate e ir a la enfermería a curarme la muñeca.

 

-YA BASTA, ASQUEROSOS GUSANOS-gritó la profesora-señorita Rose, le daré el punto pero tenga más cuidado. Esa maldición es muy peligrosa.

-Sí profesora, pero con un alumno taaan aventajado no me esperaba que tratase de bloquearlo con un simple protego-dijo la chica con rintintín. Fue la gota que colmó el vaso.

-¿Scorpius puedes...?

-Comience la cuenta, profesora estoy listo-la corté con voz rota por la ira. Se iba a enterar la princesita de lo que significa ser alumno aventajado. Tras dudar un instante, la profesora asintió.

 

Uno...dos...tres.

 

-Expelliarmus

-Depulso-grité a la vez. Una fuerte fluctación salió de mi varita, tomando la maldición de la chica Weasley y devolviéndosela con mucha más fuerza, empujándola fuertemente contra la pared.

 

El ruido del choque contra la pared fue estremecedor. Pero fue aún peor cuando el suelo se empezó a llenar de sangre. Rose tenía una brecha en la cabeza por el golpe y perdía sangre a cada minuto. Tras un insulto entre dientes la profesora Mitarashi fue a por ella, y diciendo que ninguno saliese del aula fue hacia la enfermería, seguida por algún que otro Gryffindor y por Albus el primero, el cual me dirigió una mirada llena de resentimiento antes de salir. Yo aún estaba en shock, sujetándome mi muñeca rota por la anterior caída. No quería hacerla tanto daño, no me esperaba que mi magia se descontrolase de tal manera que no me pudiese efectuar el hechizo de manera segura.

 

-Maldito mortífago de mierda-chilló un Gryffindor de pelo rubio y rizado. Al fijarme en él vi que me apuntaba con su varita, pero ninguna palabra salio de sus labios, pues un Expelliarmus de Dehler le desarmó en el acto.

-¿Qué crees que haces Chris?-le preguntó con voz calmada Dehler, mientras le apuntaba ahora él con su varita.

-Ya has visto lo que ha hecho ese desgraciado-le espetó el otro.

-Yo lo único que he visto ha sido un duelo nada amistoso entre dos personas-replicó Zeref dando un paso al frente-así que más os vale parar quietos, Gryffindors.

-Ese hechizo no lo he escuchado en mi vida, seguro que es magia negra-dijo con veneno Diggory. Algunos murmullos se escucharon, dándole la razón.

-Merlín nos guarde si a cualquier hechizo que no conoces lo llamas magia negra-se burló Zeref, ocasionando que el resto de Slytherin se riese.

-Eres el mismo indicado para hablar sobre qué hechizos no son magia negra, Zeref-intervino un chico de anormal pelo gris de Gryffindor.

-Un mago debe saber de todo, Harry. Aunque nunca llegue a practicar esa magia-respondió Zeref, sonriendo de forma siniestra a mi parecer.

-¿Qué hacéis todos de pie y con las varitas sacadas, mocosos?-preguntó con voz inquietante la profesora desde la puerta del aula. Todos fuimos a sentarnos a nuestros sitios. Yo seguía shockeado y algo pálido, en parte debido a mi fractura de muñeca-Bien, lo que ha pasado no ha de volver a ocurrir. ¿Entendido? Una cosa es un duelo entre casas, y otra muy distinta una batalla campal. Por ello, Rose y Scorpius tendrán veinte puntos menos cada uno, por usar maldiciones no estipuladas en las reglas del duelo.

-¿Y ya está? ¿Eso es todo lo que va a hacer?-preguntó Chris a la profesora-por poco muere alguien aquí, profesora.

-Cierto, de no ser por los reflejos de Scorpius solo Morgana sabe lo que ese reducto podría haberle hecho. Pero no pienso pedir la expulsión de Rose.

-Creo que Chris se refería al último hechizo de Malfoy, profesora-intervino Diggory. La profesora le miró con molestia mal disimulada.

-Para mañana quiero que haga un ensayo de dos mil palabras sobre la maldición depulso, joven Diggory-dijo impasible Mitarashi-a ver si así sigue pensando que puede matar a alguien, pedazo de ignorante.

-Profesora, Scorpius necesita ir a la enfermería-dijo Petra tras levantar la mano-se ha roto la muñeca.

-Me tenéis harta y es el primer día-se quejó-Albus, acompaña a Scorpius a la enfermería anda, seguro que no sabe dónde está.

 

Sin ocultar su molestia se levantó de su asiento en primera fila y se dirigió hacia la puerta. Me puse a seguirlo pues no parecía dispuesto a comprobar que le seguía. Dejamos atrás el aula y nos pusimos a bajar escaleras. Entre los dos reinaba un silencio sepulcral. La tensión era tal que se podía cortar con un diffindo. Yo tan solo iba sumergido en mis cosas. En los problemas que me acababa de buscar con los malditos Gryffindors, pues no me había dado cuenta de lo popular que era la dichosa Rose Weasley. Mi maldita insensatez me había puesto en peligro. Si por hechizar a un Slytherin, James ya me había amenazado, ahora que había mandado a una de su familia a la enfermería...tendría que andarme con mil ojos por los pasillos. Como odiaba Hogwarts...

 

-No hacía falta que fueses tan duro, ¿sabes?-dijo de repente el chico, parándose de golpe ocasionando que por poco chocase con él.

-Perdona, ¿qué dices?-le pregunté fingiendo no haberle escuchado.

-Que la próxima vez que hechices de esa forma a mi prima, te las verás conmigo Scorpius-me dijo de forma seria.

-Vaya, supungo que habría sido mejor que me golpease con ese reducto, supungo-dije con ironía-¿o eso estuvo bien?

-Merlín pues claro que no estuvo bien. Ambos fuisteis imbéciles. Pero a los Malfoy nadie les gana en eso según parece-dijo con amargura, con decepción.

-¿Te atreves a hablar de qué familia es más estúpida, Potter?-pregunté con odio. No admito que se crea que su familia es mejor, mucho menos cuando uno de sus miembros me amenazó antes de la clase de DCAO-Porque ya te digo yo que de honor la vuestra no tiene nada. Os quejais de los prejuicios de los sangrepura cuando vosotros teneis los mismos prejuicios contra los hijos de exmortífagos. Os creeis los dueños del castillo, odiais sin motivo, os creeis que es vuestro deber el salvaguardar la ley y el orden en este maldito lugar. OS CREEIS MEJORES QUE CUALQUIERA SOLO PORQUE VUESTROS PADRES ELIGIERON MEJOR-le grité al final, rojo de rabia. El tan solo me miraba con los ojos bien abiertos, asombrado por mi grito.

-Hablas sin criterio-dijo vacilante. Estoy seguro de que él también piensa todo esto.

-¿Sin criterio dices?-pregunté riéndome-¿quieres saber qué me ha pasado en la muñeca antes de la clase?-él asintió de forma dubitativa, como si anticipase que aquello no le iba a gustar-pues que alguien del maldito clan Potter-Weasley le ha parecido divertido jugar a aurores y mortífagos conmigo en el pasillo antes de clase.

-ESO NO ES CIERTO-gritó con los ojos abiertos como platos por la acusación-nadie de mi familia haría algo así.

-¿A no? ¿Estás seguro?-le pregunté, sabiendo perfectamente que ni él mismo se creía lo que me estaba diciendo-mira, no tengo tiempo para esto. Pero si tan seguro estás pregúntale a un tan James Potter.

 

Y sin esperar respuesta, seguí mi camino sin él. Ya encontraría la enfermería, pero lo que no quería era seguir estando con Albus. No quiero tener nada que ver con esa dichosa familia que tantos problemas me dará a partir de ahora.


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