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Golden Shower por Kuro Kaori

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Notas del capitulo:

Holaaaa... ¿Hay alguien?
¿Me escuchan? ¿Me oyen?... oks, no XD
Después de un tiempo desaparecida, aparezco (valga la redundancia) para decirles que he escrito un par de OS de Death Note, porque me han pedido que participe del Kinktober ¿Lo escribí bien?... En fin, he escrito algunos no más, no de todos los días, así que los voy a pubilcar aquí, en "Golden shower" por la temática de parafilias y fetiches (Que era la idea hacer varios os en "Golden..." pero al final no lo hice XD )
Por si quieren leer...
Muchas gracias

Near se paseó nervioso por su habitación, antes de suspirar y decidirse por tomar asiento en su cama.

Era tarde en la noche y el silencio que reinaba en la Wammy, hacía dudar de que allí viviesen tantos niños. Ese era el momento apropiado, para que él, aprovechando que no lo veían, hiciera aparición.

Llevaban poco más de tres meses saliendo y ni siquiera se explicaba cómo habían llegado a eso. Él era así, impulsivo hasta los huesos y cuando quiso darse cuenta, había sido arrastrado por el maremoto que era su personalidad, pero la verdad era, que nunca había puesto demasiada resistencia. Siempre había estado fascinado por el simple hecho de que las diferencias entre ambos eran demasiado notorias y eso era lo que le gustaba de él, que fuese todo lo que nunca llegaría a ser.

La relación que mantenían, si así podía llamársele, era extraña. La mayor parte del tiempo que compartían, se enfrascaban en discusiones absurdas, las cuales finalizaban con algunos besos que le dejaban gusto a poco, sin embargo, estaban bien así de ese modo. No podía pedir más… o eso era lo que había creído.

En realidad, no era exactamente un hecho de que él deseara algo más, no obstante, se preguntaba si era Mello, quien quizás lo necesitara. Después de todo, eran adolescentes.

Near esbozó una pequeña sonrisa, que más que eso, resultó una mueca. Debía admitir que estaba un poco preocupado y todo gracias a esa maldita conversación que había escuchado de aquellas muchachas que hablaban cerca de él en la sala común.

Una de ellas había conseguido un novio y las demás, supuestamente, más doctas en el asunto, le aconsejaban que tuviese relaciones con él porque, si no, seguramente se cansaría de esperarla y la dejaría.

Se había pasado todo el día dándole vuelta al asunto, aterrorizado – aunque no lo fuese a admitir nunca- ante la idea de que Mello se aburriera de él. Con el tipo de personalidad que el rubio poseía, era fácil darse cuenta de que nada lograba mantener su interés por demasiado tiempo y la sola idea de que algo así les sucediera, le causaba un gran malestar. Sin embargo, no estaba del todo seguro de estar preparado para dar ese paso…

Sabía que los miedos acerca del asunto eran irracionales, que Mello no le haría daño y que era algo natural. Cuando ambos habían comenzado aquella relación, sabía que parte de aceptarla era suponer que iban a tener sexo alguna vez, pero a pesar de que hubiese pasado tiempo de que ellos estuviesen saliendo, Mello nunca había sugerido nada y quizás, esa era la razón por la cual él no se había preparado para aquello…

¡Mentira!... Simplemente… simplemente, tenía miedo y por primera vez, no tenía fundamentos para sustentar sus sensaciones.

Tal vez, si llevase el asunto con calma… si empezara por algo sencillo, eso le serviría para ganar más confianza.

Sus cavilaciones se vieron repentinamente interrumpidas cuando sintió un ruido en su ventana y pronto Mello, haciendo gala de sus habilidades, hizo aparición en su habitación, para, sin darle tiempo a nada, tomarle del rostro y besarle con fervor en los labios.

—He estado esperando todo el maldito día para verte- dijo el rubio separándose un poco de él y sonrió.

El deseo en los ojos azules de Mello, causó que Near se estremeciera. ¿Cómo no había podido verlo antes, ese hambre voraz y agonizante que se asomaba en el mar embravecido de sus irises?

—¿Estás bien? - preguntó el rubio mirándolo con preocupación y solo en ese entonces, notó que había estado reteniendo el aliento.

—Lo estoy- contestó secamente y liberándose de sus manos se alejó aún más para mirar hacia otro lado, mientras enredaba su dedo en su mechón favorito. Debía darse valor para dar el siguiente paso, pero ¿Cómo se lo propondría?...

—No pareces estar bien-

La voz del rubio le llegó demasiado lejana. En su mente, solo había lugar para sus cavilaciones. ¿Cómo le diría a Mello lo que había estado reflexionando hasta hacía tan solo unos instantes?... ¿Debía comentarle sobre aquella conversación que había escuchado? ¿Hablarle, probablemente, de los temores que estaban embargándole hasta el punto de nublar su juicio? ¡No! ¡Ni pensarlo!... Tal vez… lo mejor era, simplemente, ir al grano.

—¿Le gustaría a Mello que le practique sexo oral? -

—¿Qué? - preguntó el rubio notoriamente sorprendido.

**

—Lo que Mello ha escuchado… Si le gustaría que le practique…

—¡Sí, sé lo que dijiste! - le interrumpió violento.

La propuesta de Near lo dejó parado en silencio como un idiota en medio de aquella habitación, solamente iluminada por la luz de la luna. La sorpresa que en él había provocado, le hacía jurar que podía escuchar los propios engranajes de su cabeza tratar con esfuerzo de girar, para procesar de una vez por todas lo que acababa de decir.

¿Era lo que estaba pensando? O Quizás, ¿Era su lado hormonal, que llevaba años ardiendo en un deseo subyugador, el que le hacía escuchar esas cosas?

Llevaba más tiempo del que podía recordar, anhelando hacer a ese albino suyo. A veces, la propia respuesta de su cuerpo, le había abrumado al notar que simplemente con un roce de aquella blanca piel sobre la suya, era capaz de encenderle de una manera que hasta podía resultar dolorosa. Sin embargo y sorprendiéndose a sí mismo, había sido capaz de contenerse y aceptar que probablemente, Near no tenía los mismos tiempos que él y era por eso, que no se le había lanzado encima, como un lobo hambriento ante la inocente presa… o quizás, eso era lo que había pensado y al final, resultaba que la presa no era tan inocente…

“¡Carajo! ¿Lo había hecho esa maldita bola de algodón con alguien más?”

Mello sintió los celos ardiendo dentro de él, de una manera que parecía querer arrasarlo todo. Disgustado, miró a Near muy serio, apretó la mandíbula con fuerza y preguntó marcando con odio cada una de sus palabras.

—Y tú ¿Qué sabes de hacer una mamada?

Lo observó encogerse de hombros, con un ademán demasiado desinteresado para su gusto, quizás, hasta aburrido, y ejerció presión en sus puños hasta el punto de clavarse de manera dolorosa las uñas en sus palmas. ¡Deseaba golpearlo!

—A decir verdad, mi experiencia en la materia es nula.

Mello sintió como sus ánimos se enfriaban repentinamente y otra vez, se halló sorprendido observándole, pero esta vez Near no lo dejó hablar…

—Soy consciente de que tarde o temprano las personas que mantienen una relación como la de Mello y la mía, practican el sexo… y visto y considerando que ambos somos adolescentes a los que se supone hormonados, me atrevo a decir, que es natural que algo así suceda entre nosotros después de tres meses. Noté que Mello no había dado el primer paso y supuse, que algo dentro suyo le pide que vaya despacio. Agradezco su consideración- dijo esbozando una pequeña sonrisa —Y me comporto igualmente considerado al realizar una propuesta acerca de practicarle sexo oral.

Mello le observó alucinado y casi se ahogó con sus propias palabras, cuando habló.

—¿Tú… quieres hacerlo? - preguntó ansioso, completamente deseoso porque dijera que sí, tanto, que le costó darse cuenta de que ya había dado varios pasos acercándose a él para mirarle a los ojos.

—No lo sugeriría si no lo hubiese estado pensando con antelación.

—Eso no es lo que pregunté- respondió frunciendo el ceño en una mueca casi infantil y Near volvió a sonreír.

—La respuesta es, sí… Quiero hacerlo.

Mello tragó en seco repentinamente nervioso y boqueó un par de veces sin saber que decir. Sintió su corazón latir con fuerza en su pecho.

—Creo que Mello debería tomar asiento, en la cama.

El rubio permaneció quieto los segundos en que le costó comprender que aquello había sido una orden. Luego, en el más completo de los silencios, tomó asiento en la cama y observó a Near ubicarse de rodillas entre sus piernas, para colocar tímidamente las manos sobre sus muslos… ¿Realmente iba a suceder?

—Yo… eh… me desprenderé el pantalón.

—No es necesario- respondió el albino y miró fijamente su entrepierna, antes de proceder con cierta duda, a bajar el cierre.

Mello contuvo un jadeo cuando los pequeños dedos tocaron suavemente su pene flácido sobre la tela de la ropa interior.

—¿Sabes que tienes que hacer? - preguntó curioso y observando con deseo la pequeña y rozada boca, tratando de hacerse a la idea de que pronto estaría dentro de ella. Su pene pulsó ansioso ante la imagen mental

Los ojos grises se alzaron para observarle de manera reprobadora y Mihael deseó haberse mordido la lengua. Luego de eso, Near volvió la atención a su miembro, el cual estaba comenzando a reaccionar ante los roces.

¡Maldita sea, apenas lo había tocado y ya estaba poniéndose duro!

Mello se sonrojó avergonzado y desvió la mirada. Era normal, después de todo, que tuviese una erección… Llevaba deseando a Near, desde hacía más tiempo del que le gustaba admitir.

Sintió como su ropa interior era lentamente bajada y como un airecillo frio soplaba sobre su piel desnuda. Sin poder evitarlo, volvió su mirada hacia Near, esperando ver algún tipo de expresión en su rostro ante la visión sin obstáculos de su pene, sin embargo, él se veía imperturbable como siempre y eso, en parte, hirió su orgullo.

De repente y sin previo aviso, sintió todo su cuerpo tensarse ante el roce  de los labios de Near sobre su miembro, los cuales repartían pequeños besos a modo de prueba, logrando estremecerle. Apretó fuertemente los dientes para no soltar un repentino jadeo y en ese instante, el mocoso alzó los ojos para verle.

¡Maldito, sabía que era capaz de doblegarle con nada!

Mello ya no pudo reprimir su gemido al sentir la humedad de su lengua rozar la punta de su pene. Sin embargo, pronto dejó de sentir todo contacto y el albino se separó de él, con su gesto típico de llevarse el dedo al cabello para pensar.

—¿Qué carajos, Nate? - le llamó desesperado.

El aludido frunció los labios y el ceño notoriamente disgustado. Mello lo miró confundido y a punto estuvo de gritarle que dejase de jugar con él, cuando cayó en la cuenta de que… ¿Estaba avergonzado?

—Supongo… que no me he detenido a reflexionar acerca del asunto como es debido. Me preguntó si la impulsividad de Mello es contagiosa - dijo sin mirarle, con sus mejillas suavemente coloreadas.

—¿De que hablas, enano? ¡Sigue con lo que hacías! - le ordenó exasperado.

—Para ser alguien brillante, Mihael es bastante lento.

—¡¿Qué mier…?

—No sé como debería proseguir.

Mello sintió todo el aire escapándose de sus pulmones, en el momento en el que le devolvía una mirada alucinada.

—¡¿Qué?!

—¿Tienes problemas de audición?

—¡Cállate, estúpido! Tu… tu quisiste hacerlo- le reprendió frustrado.

—¿Tiene, Mello, otra obviedad para decir?

El rubio suspiró, tratando de relajar sus ánimos.

—Está bien…-soltó y se frotó la cara con violencia. — Solo… Tan solo, lámelo, como si fuese una paleta…
—Mello debería saber que no soy fanático del dulce…

—¡Carajo, sabes a que es a lo que me refiero! ¡Tan solo haz lo que te parezca!

Near bajó la mirada hacia el pene tumefacto de Mello y pareció dudar unos instantes más. El rubio sintió su miembro pulsar de manera dolorosa y a punto estuvo de quejarse, cuando sintió el suave roce de los dedos ajenos sobre su piel. Los labios de Near, pronto envolvieron la punta y succionaron tentativamente, causando que gimiera ante el placer y arqueara la espalda en respuesta. Sus caderas comenzaron a moverse, buscando profundizar la penetración en aquella boquita tan hermosa. Mierda… Near se veía tan obsceno arrodillado entre sus piernas, con su pene entre sus labios, que creyó que solo eso bastaba para hacerle venirse.

—¡Oh, si enano, sí… así me gusta! – soltó, enardecido y su espalda se arqueó hasta el punto de tocar el colchón.

Presa de una excitación imponente, Mello se incorporó de inmediato, quedando sentado en la cama y acarició los blancos cabellos de su amante, antes de acariciar sus mejillas suavemente y llevar la mano hasta su mentón, para obligarle a mirarle a la cara. Sus labios hinchados y sus mejillas sonrojadas, provocaron en él una terrible urgencia. Plantó en sus labios un violento y demandante beso y pronto, sin dar tiempo a nada, cambió las posiciones de ambos, obligando a Near a recostarse sobre la cama, para colocarse entre sus piernas.

—Espera… espera- dijo el albino, pero el rubio no le escuchó. Le acalló con otro beso, en el momento en que sus manos desprendieron los botones de su camisa, para acariciar su suave piel y pellizcar sus pezones, obteniendo gemidos como respuesta.

Liberó rápidamente sus labios, para besar su cuello y bajar por su pecho y vientre hasta detenerse en la cinturilla del pantalón.

—Mello…- le llamó Near en un susurro mezclado con un jadeo y el aludido procedió a liberarle de sus pantalones y de la ropa interior. Observó el miembro hinchado del albino y luego dirigió una rápida mirada a su rostro, para descubrir una expresión avergonzada en él. Alzando la mano, acarició con ternura sus mejillas y sin decir nada, procedió a engullir el pene de Near.

Poco tiempo bastó para reducir a Nate en un manojo de gemidos y sollozos necesitados. Sus manos tironeando de su cabello y sus caderas moviéndose para obtener más, solo consiguieron excitarle aún más, causando que llevase su mano hacia su propio adolorido miembro, para masturbarse.

—Mello… Mello- le llamó entre gemidos cada vez más desesperados y el aludido, lo supo, que estaba a punto de venirse. Liberando su miembro y recibiendo lloriqueos de protesta, fue directamente en búsqueda de los labios del albino, para besarlo con fervor en el mismo instante en el que tomaba ambos penes y los masturbaba con fuerza.

—Di mi nombre… Di mi nombre, Nate- ordenó deseoso por confirmar que Near era suyo y que solo él podía provocarle esas sensaciones.

—Mi…Mihael- suspiró y su espalda se arqueó cuando el orgasmo le golpeó con fuerza, haciéndole despedir chorros de espeso semen en la mano del rubio y contener de mala manera un gemido.

Mello chupó su cuello hasta dejar una marca y sintió su cuerpo contraerse en grandes oleadas de placer que, al liberarse, le hicieron sentir aliviado.

Se desplomó sobre el cuerpo de Near quedando inerte por unos segundos, en los cuales sintió sus brazos envolviéndole y sus tibios besos sobre sus cabellos. Se sentía bien allí, oliendo su perfume y escuchando los sonidos de su corazón. El ambiente era tan perfecto, el silencio era acogedor y en el mundo solo parecían estar ellos dos.

—Mihael… yo…-

La voz de Near le llegó en un suave susurro que pareció acariciar algo dentro de él, muy profundo.

—Creo que te amo, Nate- soltó de repente sintiendo su propio corazón latir con fuerza dentro de su pecho, sin embargo, también pudo escuchar el de Near, latir de la misma manera —¿Será que puedes amarme, también? - preguntó, temeroso.

Los labios de Near se posaron sobre su frente, abrasadores y cargados de una ternura conmovedora.

—Sí…- susurró casi sin aliento.

Mello sonrió, sintiéndose la persona más feliz del mundo.

En ese momento, se juró a si mismo que nada ni nadie lo separaría de Near.

Sin embargo, el destino siempre fue cruel y pronto se encargaría de llenarlo todo de silencio.

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado... la semana que viene, habrá otra publicación y de ahí les diré las fechas :)
Muchas gracias por leer ♥

Saludos n.n/


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