Siempre habías sido alguien especial pero lo negaste todo el tiempo porque ni tú mismo eras capaz de verlo… Te considerabas “normal”, pero era obvio que no lo eras. Algo brillaba en ti constantemente, tal vez… ¿Tu voluntad? Tu firme y fuerte voluntad. Al menos es lo que vi en ti. Esperé, por mucho tiempo, a que un día vinieras y que me dijeras abiertamente todo acerca de ti, pero supongo que era sólo un deseo egoísta mío, sólo por lograr ver el mundo que veían tus ojos.
Eras un espíritu indómito. Te aferrabas a tus seres queridos, pero no dejabas que nadie se te aferrase a ti de manera definitiva. No permitías que nadie estuviera contigo de una manera más seria… Nunca tuviste una pareja, y sigues sin tenerla. Eres demasiado libre, como para reducirte a ello. Y eso me entristecía enormemente porque… Porque personas como tú era una posibilidad entre un billón, de poder encontrar. Quizá por eso la gente que se interesaba en ti se enfadaba o dejaba de tratarte de la misma manera cuando dejabas bien clara tu posición.
Mientras tú estás aquí, el ambiente se volvía distinto. La gente se animaba, había más alegría, y los demás sonreían más. Siempre habías tenido ese poder especial de sacarle a todo el mundo una sonrisa, por pequeña que ésta fuera. Simplemente era algo que no todos eran capaces de hacer, y que tú, sin embargo… Llevabas a cabo, como si fuera algo normal, algo sencillo… Cuando en realidad se trataba de un asunto complejo. ¿Quién era el guapo que hacía que alguien, por ejemplo un desconocido, sonriese? No estaba seguro pero… De lo que sí me convencía cada día, es que… Es que sabía que tú solamente ibas buscando tu lugar en este mundo.
Te sentías como si no encajaras, por más que volvieras de color rosa la vida de los demás, por más que los hicieras sentir bien, por más que te entregaras totalmente a tus seres queridos al cuidarlos y protegerlos, preocupándote por ellos. Era curioso lo mucho que comprendías a la gente, al mundo… Y lo cruel que era el simple hecho de que nada ni nadie pudiera entenderte a ti. Debía de dolerte, ¿No es así? Creo que tú más que nadie eras consciente que no encajabas en ninguna parte. Quizá por eso, cuando estabas con tu mejor amiga es que parecías tener esa sensación de que había alguien ahí fuera que te hacía sentir como si en verdad hubiera un sitio para ti entre los demás.
Eso, sin contar con los problemas familiares que tenías. Buscabas tu manera de aislarte del mundo, de no pensar en ello… De olvidarte. ¿Por qué? Porque te dolía. Lo tratabas de enfrentar, de vez en cuando y a tu manera. Era estúpido el pensar que tu intención era entender y ayudar tanto a tu madre como a tu padre, a pesar de que cada uno te intentaba poner en contra del otro de alguna manera. Siempre te sentías entre la espada y la pared, cuando se trataban de esos conflictos familiares a los cuales intentabas poner equilibrio, pero todo resultaba inútil, te cansabas y era entonces que te derrumbabas.
Mientras estás aquí, todo parece fluir, el viento parece soplar sólo para llevarte con él. ¿Y sabes qué pienso? Que algún día, te irás con el viento. Yo pienso, por más que me duela que… Es así, es tu destino. Tú eres la encarnación del viento, del cielo… Y simplemente llegará el momento en el que te irás.
THE END