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Ese ángel y el caído por Princess Nemesis

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Notas del capitulo:

Los personajes de vampire knigth no me pertenecen, sino a su creadora Matsuri Hino.

IV

 

Si no fuera un ángel estaría maldición una y otra vez. Al final Yagari no le explico nada, le dijo que no podía hacerlo. Tendría que esperar a que el sueño del Creador concluyera, él era el único que tenía la potestad de decirle algo sobre Ichiru, nadie aparte de Yagari y él le recordaban.

 

Sacudió la cabeza para no pensar en eso, tenía que concentrarse en su trabajo. Observó y sobre voló por la ciudad, los humanos estaban tan concentrados haciendo sus deberes que no se daban cuenta de su presencia, su deber era cuidar de esa ciudad con ayudada de su legión de ángeles, pero sin interferir en el día a día de los humanos.

 

Descendió en un alto edificio desde donde podía ver como los ángeles que estaban a su cargo cumplían con su trabajo. Hizo nota mental de los que debían mejorar, y a los que debía felicitar por su excelente trabajo.

 

Sintió una presencia, pero no le prestó atención. Varios murciélagos comenzaron a fusionarse entre sí, y de entre ellos salió un hombre realmente alto.

 

—Con que tú eres el dueño de esta ciudad.

 

Zero volteo, a su lado estaba un hombre de cabellos castaños largos ondulados, su corazón comenzó a latir rápidamente, pero se normalizo cuando vio esos ojos de diferentes colores.

 

Comenzó a analizar a ese hombre, era más que obvio que no era un humano, sus rasgos eran sublimes, su porte elegante. Un demonio, eso era.

 

—No te metas en mi camino –dijo Zero con frialdad.

 

Los demonios eran peligrosos, y aunque hubiera una alianza, todavía existía el rencor por las guerras pasadas, lo había aprendido con todos sus encuentros con ellos, siempre que los veía ellos les hacían saber que odiaban a los ángeles, pero no hacían nada para romper el tratado.

 

—No tengo intenciones de hacerlo, solo quería conocer al ángel que mantiene a esta ciudad tan limpia. Todos los demonios enviados aquí para tentar a los humanos se han rendido. Los pobladores de este lugar alaban al Creador y no comenten saltas tan graves. Y si las hacen rápidamente se arrepienten.

 

Zero sonrió tenuemente, no era fácil encontrar a un demonio que alabara su trabajo.

 

—No es mi culpa que los demonios que manden aquí no sepan hacer su trabajo.

 

El castaño rio fuertemente.

 

—¡Felicitaciones! Pero ni crees que te lo dejaremos fácil “Mano derecha de Dios”.

 

Cuando termino de hablar desapareció transformándose en una neblina roja.

 

Sabía que no harían su trabajo fácil, pero estaban equivocados si creían que decepcionaría al Creador.

 

Zero escondió sus alas y se dejó caer desde la parte alta del edificio, por lo que comenzó a caminar entre los humanos, no se preocupaba ya que solo los niños le podían ver, esto era ya que ellos estaban cerca de la gloria del creador y podían sentir su inmenso poder.

 

Le gustaba ver a los humanos de cerca, era interesante ver como solucionaban los problemas que tenían, además de como actuaban antes circunstancias difíciles. Para él los humanos eran únicos, maravillosos, fuertes y capaces de muchas cosas. No debían de ser subestimados.

 

Sonrió al ver como una niña hablaba con su padre y este se encontraba avergonzado ya que no sabía que responder a los interrogantes de su pequeña hija, la cual quería saber ¿Cómo se hacían los bebes? Se compadeció de ese hombre, todos los padres humanos temían a esa pregunta.

 

Zero escuchó como un pequeño grupo de 4 jóvenes discutían, no les prestó atención, porque eso era normal entre los adolescentes. Pero dirigió toda su atención a esa escena cuando observo como uno de esos jóvenes cayó al piso sentado, para luego llevar su mano a su roja mejilla. Busco con la mirada al responsable de eso, y vio a un joven de cabellos castaños ondulados, y escucho claramente lo que le dijo al joven que golpeo.

 

—Ve a insinuártele a tu hermana, y veras lo que te hace.

 

El joven se apartó de esos adolescentes, que rápidamente fueron a levantar al que estaba en el piso.

 

Zero se le quedó viendo al castaño y se percató que el joven volteo, por lo que borgoña y amatista se encontraron, una descarga eléctrica le recorrió por todo el cuerpo y sintió como su corazón empezó a latir fuertemente. Esos ojos eran hermosos. Y parecía que ese joven podía verle.

 

Aunque el castaño se estremeció ante la mirada de ese peli plata, no le prestó atención por lo que siguió su camino.

 

Zero al ver como comenzaba a alejarse salió de su trance y se dispuso a seguirle, vio como doblaba una esquina, cuando llego a esta, el castaño no estaba.

 

Llevó una mano a su pecho, los latidos de su corazón no querían detenerse, noto como respiraba agitadamente.

 

El Creador siempre le decía que debía escuchar a su corazón, pues este le decía que tenía que encontrar a es hermoso castaño.


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