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The Peacemaker And The Preacher Of Hate por Sly_D_Cooper

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes de Undertale y Avatar The Last Airbender pertenecen a sus legítimos autores. Este trabajo va sin ánimo de lucro.

Notas del capitulo:

Música usada en esta parte:

1. Hack.Sign// - Interlude OST
2. Manaphy and The Temple Of The Sea – Departure! To a Voyage!
3. Pokémon Movie10 BGM – Alice and Tonio
4. Pandora Hearts – Gravel OST

Era de noche, pero la luna yacía llena en el alto firmamento, acompañada por esas envidiosas estrellas que intentaban imitar su brillo espectacular. La fogata seguía encendida, mientras el grupo dormía, todos excepto Frisk. El chico yacía sentado y apoyado de espaldas a Appa, un bisonte volador y con quien Frisk había estrechado una buena amistad. Sin embargo, el joven maestro de agua permanecía despierto, viendo el fuego moverse, víctima de los juegos de las pequeñas brisas de aire que corrían por el bosque que durante unos pocos días se convirtió en una especie de guarida temporal, hasta que decidieran retomar un rumbo fijo.

Hacía días que Frisk comenzó a comportarse de una manera extraña, según Aang y el resto. Todos ellos, inconscientes del instinto del chico que siempre le indicaba hacia dónde debía de ir para llegar hasta el Valle Perdido, su hogar. Frisk, desde que conoció a estos chicos, aprendió poco a poco a confiar en ellos y una vez logró una estable amistad con cada uno de los que formaban el grupo, Frisk les confesó sobre su pasado o pequeña parte de él. El único que sabía más a fondo sobre su vida era el propio Aang con el que sin duda, Frisk llegó a sentirse unido.

Viendo la fogata, Frisk decidió levantarse y sin hacer ruido, se acercó a la orilla de un río, ya que afortunadamente yacían cerca de éste. Alzó su rostro, para ver las estrellas y la luna, la cual le iluminaba con sus rayos de seda. Permaneció, un rato de esa manera hasta arrodillarse para coger algo de agua entre sus manos, observando cómo se le escurría por éstas. Él raras veces había mostrado su gran capacidad en Agua Control, ya que prefería no usarlo a pesar de los intentos de Aang por ayudarle a superar sus miedos e inseguridades. Incluso Katara trató de hacerlo en infinidad de ocasiones.

Pero resultó inútil. Frisk seguía frenándose a sí mismo.

- ¿Frisk? – Entonces escuchó una voz, por supuesto inconfundible y totalmente conocida para él. No tuvo ni que molestarse a girarse, para ver quién era. - ¿Otra vez estás despierto? Esto empieza a ser una mala costumbre.
- Lo sé. – Respondió, con relativa suavidad. – Pero no puedo dormir. Eso es todo. No tienes por qué acompañarme, puedes seguir durmiendo si quieres Aang.
- Está bien, no hay problema. – Sonrió el chico, sentándose a su lado. – Dime, ¿Qué te inquieta? – Preguntó con calma. – Últimamente actúas de una manera muy rara, ¿Se debe a por algo en concreto?

Frisk permaneció mirando el agua, sin decir nada, sin contestarle. Eso causó aún más la intriga en el Avatar, quien aún observaba a su interlocutor con paciencia, o al menos dándole su tiempo para que le respondiera. Si algo aprendió Aang de Frisk, es que éste último no solía contestar al instante en la mayoría de las veces, se tomaba su rato para hacerlo y en ocasiones ni se molestaba en dar una respuesta. Para muchos, podría ser una actitud impasible por parte del maestro del agua pero nada más lejos de la realidad. Se debía precisamente a que Frisk pensaba en muchas cosas, y lo más importante: no alejaba el pasado de su mente, razón por la cual solía quedarse en su mundo. Al menos, eso es algo de lo que Aang supo darse cuenta con el tiempo.

Para Frisk, seguía resultando complicado hablar sobre su vida, y por eso nadie del grupo le forzaba a hacerlo. Katara al menos logró hacérselo entender, ella era la más indicada para hablar de temas así.

- ¿Nunca te has preguntado qué es lo que ves cuando te miras en un espejo o tu reflejo en el agua? – Preguntó Frisk, sorprendiendo al propio Aang, quien miró el río con algo de duda pero con curiosidad. – Yo llevo tiempo cuestionándomelo. – Dijo.
- ¿A qué te refieres, exactamente? ¿Acaso tú ves algo más allá?
- … - Mantuvo su silencio pero cerró sus ojos castaños. – Usualmente veo a alguien.

Aang volvió a mirar el agua, frunciendo el ceño. Era algo muy raro, así que se asomó, observando su reflejo y a Frisk a su lado. Su interlocutor lucía algo triste pero también… Como ausente.

- Tal vez… ¿A tu familia? – Se atrevió a hablar el Avatar.
- Quiero confesarte una cosa. – Dijo Frisk, sin molestarse a responder su pregunta. - Yo tuve un hermano gemelo.
- ¡¿Qué?! ¡¿Un hermano gemelo?! – Vale, aquello fue algo inesperado.

Entonces, vio a Frisk meter la mano por dentro de su camisa y Aang, observó la presencia de un collar de oro en forma de corazón. Era un objeto muy bonito, o al menos eso le pareció a él. La expresión de Frisk lució melancólica, había dolor y tristeza en sus ojos, así como nostalgia. Aang permaneció en silencio, esperando a ver si le decía algo en los próximos minutos. Cuando se trataba del pasado del maestro del agua… El Avatar mejor que nadie sabía que había que darle su tiempo. Meterle prisa era inútil y a veces una de las peores opciones.

- Este colgante… Simboliza la unión que tenía con mi hermano. Él también llevó uno en su momento.
- Entonces, ¿Eran dos?
- Sí. – Asintió. – Éramos los únicos de mi pueblo en tener unos colgantes así. Pero aunque fuéramos gemelos, éramos muy distintos independientemente de las pequeñas diferencias físicas que tuviéramos. – Dijo. – Como ya sabes… Yo soy un maestro de Agua Control que conoce las bases de Sangre Control. Sin embargo… Chara fue lo opuesto a mí. Él era un maestro de Fuego Control, el único en tener llamas azules de todo nuestro pueblo.
- ¿Chara? ¿Así se llamaba? – Vio a Frisk asentir. - ¿Y qué fue de él? ¿No sobrevivió como tú?
- Yo pienso que murió junto al resto de los aldeanos que formaban mi pueblo, incluyendo a los grandes maestros de las distintas Artes de Control.
- ¿Piensas? ¿Acaso no…?
- No pude ver su cuerpo, ni siquiera le vi enfrentando a los forasteros que vinieron a atacarnos… Es la única duda que tengo al respecto, pues tampoco creo que su colgante se hubiera perdido por allí.
- Entonces no es seguro que esté muerto, ¿Cierto?
- Es lo que sospecho… Aunque tampoco vi a mis padres, sé que ellos no pudieron sobrevivir. Amaban nuestro hogar y lo protegerían de absolutamente todo y echarían a cualquier amenaza.

Aang se quedó pensativo mientras Frisk volvió a permanecer callado. Los dos, observaban el agua, que reflejaba la luna y las estrellas. Sin embargo, yacían analizando cada opción del tema en cuestión… Frisk creía que su hermano parecía estar simplemente desaparecido, aunque Aang dudaba de que hubiera tenido tiempo de verlo morir… Lo más seguro es que Chara sí enfrentara a los soldados de la Nación del Fuego y acabara reducido a cenizas. Por unos instantes, Aang miró a Frisk intentando encontrar alguna respuesta a su intriga… Una intriga que le hacía cuestionarse muchas cosas.

- Oye. – Más, Frisk le sacó de sus pensamientos al llamar su atención. – Quisiera pedirte un favor.
- Dime.
- Tú… ¿Podrías ayudarme a ir a mi hogar? – Preguntó, cruzando sus ojos castaños en los azulosos de Aang.
- Claro pero… Hay un problema… No sabemos dónde es, ni siquiera tenemos una referencia de cómo se…
- Es el Valle Perdido. – Le interrumpió. – El Valle Perdido es un lugar remoto y de difícil acceso más no es imposible llegar hasta él. – Decía.
- Ya pero… No sabemos por dónde queda.
- Yo os puedo llevar allí.
- ¿Qué? ¿En verdad puedes hacerlo? – Alzó sus cejas, sorprendido. – Pero tú mismo nos dijiste que no conoces el Mundo Exterior, y que ni siquiera sabes señalar correctamente algún lugar en el mapa.
- Lo sé, pero… Los habitantes del Valle Perdido tenemos un sexto sentido, puedes llamarlo un instinto especial. Nacemos con él y nos permite localizar el valle en cualquier momento, estemos donde estemos.
- Claro… Con razón se te iluminaban los ojos en todas las ocasiones anteriores… Vaya eso es increíble. – Esbozó una amplia sonrisa. – Frisk, ¡Eres una caja de sorpresas!
- Entonces… ¿Me ayudarás a ir?
- ¡Por supuesto! – Apretó las manos para hacer énfasis. – Tengo muchas ganas de ver cómo es tu hogar, Frisk. ¡Seguro debe de ser muy bonito!
- Bueno… Yo no lo creo. – Desvió la vista.
- ¿Qué? ¿Por qué? – Enseguida se apenó, debido al pesimismo de su interlocutor.
- Recuerda que la Nación del Fuego lo destruyó… Lo único que quedará será un paisaje cubierto de árboles quemados y reducidos a cenizas, de los ríos y pequeños riachuelos secos o contaminados, un lugar arrasado y destruido, sin vida… Y cientos de miles de plantas y animales víctimas de aquella catástrofe. Ni siquiera los templos se habrán salvado…
- ¿Teníais templos?
- En el Valle Perdido vivían maestros de todos los elementos, por esa misma razón se hicieron templos de las distintas Artes de Control, eran las únicas zonas donde se podía practicar con el elemento en cuestión para no causar ningún desastre en contra del valle, su fauna y su flora. Estos templos se construyeron en diferentes áreas y lugares del valle.
- Eso es increíble. ¿Sabes si eran muy grandes? – Inconscientemente, Aang se estaba emocionando con tan sólo imaginárselo.
- Lo eran, y mucho. Recuerdo que dos de ellos estaban bajo tierra. En el valle había un volcán inactivo, pero aún así, los maestros del fuego decidieron construir en el subsuelo un templo para el entrenamiento de este elemento, con el fin de proteger la vegetación del alrededor y evitar posibles incendios. El templo está en contacto con la cámara de magma del volcán, así que cada vez que se produce lava, ésta caía por las paredes y por pequeños conductos e incluso por debajo del suelo del propio templo, y la desviaba. Así se evitaba que el volcán entrara en erupción porque la presión en el interior no aumentaba.
- Eso es increíble. Debieron de ser maestros realmente muy fuertes.
- Desafortunadamente ese templo está sellado. – Dijo Frisk. – Para abrirlo se requiere de un maestro fuego que sepa usar su elemento con fuerza y potencia, por eso los otros maestros no tenían acceso por sí solos.
- Entonces, ¿Cómo sabes sobre él?
- Chara me llevó. Chara fue uno de los maestros fuego más poderosos, además, también era un maestro de Aire Control.
- ¡¿Qué?! ¡Debes estar bromeando!
- No, la verdad no. Yo mismo fui testigo de que usaba el aire a través del fuego… Nuestro padre nos dijo que al ser descendientes del Avatar Kuruk, era posible que no fuéramos unos maestros de un solo elemento.
- ¿Eso quiere decir que tú también tienes el aire?
- No lo sé. Hasta ahora sólo he podido usar Agua Control. – Miró sus manos. – De haber sabido que yo también podía usar Aire Control, ¿No crees que lo habría sabido?
- A veces no nos damos cuenta de que tenemos dos elementos. Aunque bueno, si tu hermano era bueno con Fuego Control, no me extraña que pronto descubriera su doble genética.
- ¿Doble genética? – Preguntó Frisk.
- Sí. Hay muchas personas que tienen doble genética y que por lo tanto tienen disponible dos elementos, que usualmente no son opuestos. Normalmente se debe a que parte de la familia interviene más de un solo elemento. – Contó Aang de manera breve. – Dime Frisk, ¿Recuerdas si en tu familia habían maestros de algún otro Arte de Control aparte de Agua y Fuego?
- Posiblemente mis antepasados y… Mis abuelos. – Respondió. – Mi abuelo materno usaba Aire Control y mi abuela materna Agua Control. En contrapartida, mis abuelos paternos aunque no les conocí, sé por boca de mi padre que eran maestros de Tierra Control.
- Caramba, están todos relacionados… - Aang rió con torpeza. – Tuviste una familia increíble. Creo que no me extraña entonces que tu hermano tuviera tanto Fuego Control como Aire Control. ¿Qué tal si entonces descubrimos si tú también tienes algún otro Control aparte del dominio del agua?
- Eso es difícil. Nunca ha pasado, y no creo que vaya a suceder ahora.
- Entonces todos te ayudaremos a saberlo. – Sonrió el chico. – No te preocupes, verás que todo saldrá bien.

Frisk esbozó una gentil sonrisa. Aang como siempre, tan optimista. Era algo que al maestro del agua le hacía sentir más seguro y más en confianza. Puede que después de todo, Aang tuviera razón y él también fuera capaz de usar otro elemento en cuestión así como Chara en su momento. Frisk no entendía demasiado cómo se las apañaba Aang pero siempre lograba mejorar el ambiente o el ánimo de las personas. A lo mejor es que era una de sus grandes virtudes.

Permanecieron en silencio, viendo el agua correr por el río, de manera tranquila. Era un río bastante amplio, además de poder contemplar la luna llena cada vez más alta en el oscuro firmamento.

- ¿Quieres que empecemos ya con el viaje hacia el Valle Perdido, Frisk? – Aang fue el primero en volver a hablar.
- ¿No deberíamos preparar las provisiones?
- Bueno… Eso… - Puso su mano en su cabeza. - ¡Se hace sobre la marcha!
- No tienes remedio. – Frisk esbozó una sonrisa. – No te preocupes, primero preparemos bien el viaje para luego comenzarlo, ¿Está bien?
- Pero tengo ganas de ver cómo es el Valle Perdido…
- Lo único que verás es lo que una vez fue y lo que ya no es. – Suspiró y alzó su rostro. – Allí no queda nada más que desolación, seguramente. La última vez que lo vi… Todo ardía en llamas.

Aang miró un poco apenado a Frisk y suspiró. Era demasiado obvio que su buen amigo aún tenía problemas para asimilar su duro pasado, quizá por eso apenas hablaba sobre ello… Todavía le dolía, a pesar de todos sus intentos por animarle e incluso los de Katara, quien siempre le ofrecía mucho apoyo y comprensión. Aunque… Frisk usualmente solía apartarse en la mayor parte del tiempo y al parecer hasta Toph se daba cuenta que era porque el chico en verdad no estaba bien. Menos mal que siempre estaba Sokka ahí para hacerle olvidar a Frisk sus cosas durante un rato en muchas ocasiones.

No es que Frisk y Sokka se llevaran mal, eran buenos amigos que sin embargo solían discutirse por estupideces, como ya era usual en ellos. Francamente a Aang le resultó sorprendente esta relación pero fue sin duda gracias a Sokka que él y los demás llegaron a conocer más cosas sobre Frisk, y poder apreciar cómo reaccionaba según qué cosas, o qué pensaba en según qué temas. Eso para Aang era importante, al menos si deseaba saber más sobre el nuevo integrante del grupo.

Los dos, se mantuvieron en silencio durante unos largos minutos hasta que decidieron volver y echar una cabezada. Como ya era de esperar, Aang se durmió antes que Frisk. Pero los dos con Appa.

A la mañana siguiente, despertaron y empezaron a recoger las cosas. Aang les contó a sus amigos que quería ir al Valle Perdido: el hogar de Frisk, y aunque hubo mucha controversia sobre dónde era y qué tipo de lugar resultaba ser, Frisk lo explicó de una manera breve. También contó acerca de que no necesitarían ningún mapa, pues él mismo era capaz de llevarlos allí usando su instinto, algo que los sorprendió aunque Toph fue la que pasó olímpicamente, no es como si a ella le importara demasiado, total, mientras tuviera un poco de acción…

Así pues, Katara y Frisk se pusieron de acuerdo en preparar bien el viaje, antes de proceder a comenzarlo. Todos subieron a bordo de Appa para ir a los pueblos más cercanos para las provisiones y el agua. Sokka fue inteligente y localizó un bosque que tenía fama de tener buenos frutos así que fueron allí y llenaron algunas bolsas con frutas. Para Aang fue divertido, ya que se las apañó para convertir los árboles en un medio de “parque de atracciones”. Por supuesto, Katara le echó la bronca por no ayudar demasiado aunque luego Frisk a escondidas le prometió al Avatar que más tarde podrían divertirse con cualquier cosa.

Más tarde, cuando estuvieron listos y con las provisiones preparadas para todo un señor viaje, empezaron a subir las provisiones antes de proceder a alzar el vuelo gracias a la ayuda del bisonte volador de Aang.

- Appa, este va a ser un viaje largo. – Frisk acariciaba al animal, observándolo. – Vamos a necesitarte mucho, ¿Podrás prestarnos tu ayuda? – Escuchó al animal gruñir como dando su afirmación. – Muchas gracias.
- ¿Qué tal si llevas tu las riendas de Appa, Frisk? – Habló Aang, mirando al chico. – No creo que a Appa le importe mucho sabiendo lo bien que te llevas con él.
- Llevarse bien con él es poco. Casi siempre duerme a su lado, parece otro de su especie. – Decía Sokka.
- Yo por lo menos no me dedico a hacer bromas absurdas, señor metomentodo. – Le reprochó Frisk ignorando a Aang sin quererlo.
- ¿Qué has dicho? – Sokka se acercó al maestro del agua. - ¡Yo tengo muy buen humor! ¡No como tú, Míster Aguafiestas! ¡¿O debería decir Míster Sensibleras?!
- Cierra la boca, no quiero ir tu asquerosa vocecita pululando por aquí. ¿Qué tal si mueves tu sucio culo a otra parte?
- ¡Mi voz no es asquerosa! ¡Enano! – Le dio toques en el pecho con el dedo índice. – Soy mayor que tú así que el que debe cerrar su boca eres tú.
- A mí no me vaciles o te convierto en un cubito de hielo en menos que canta un gallo, maldito retrasado. O mejor aún: te doy una patada en el culo para que vueles un rato por tu cuenta.
- Venga, venga, ya es suficiente. – Intervino Aang en la disputa, con una torpe sonrisa. – Vosotros nunca podéis dejar las diferencias de lado, ¿Eh?
- ¡Es él que es estúpido! – Dijeron los dos al mismo tiempo, señalándose, también.
- Son un par de idiotas acabados. – Sentenció Toph.
- Y que lo digas, no vale la pena entrometerse en sus peleas de niños pequeños. – Y esa fue Katara.
- ¡Vosotras nunca ayudáis en nada! – Replicó Sokka.
- Igual que tú, “so’melón”.
- ¡¿Qué has dicho enano?!
- ¡Lo que oyes maldito retardado!
- ¡Basta ya! – Aang los separó cuando los otros dos se encararon. - ¡Dejen sus diferencias de lado! ¡Así no vamos a ninguna parte!
- La culpa es de este pitufo que no deja de faltarle el respeto a sus mayores.
- Mira quién fue a hablar, el imbécil del grupo que se cree todo un comediante.
- Vuelve a decir eso y te enteras, niñito. – Se encaró de nuevo a Frisk.
- Vuélveme tú a llamar niñito y conocerás la ira de todo un maestro agua.
- Tú no le llegas ni a la suela de los zapatos a Katara.

Aang suspiró y negó con la cabeza tras llevarse la mano a la cara. Esos dos eran imposibles cuando se discutían de una manera tan absurda. Sin embargo, Aang y los dos que estaban hablándose de malas maneras el uno contra el otro, miraron curiosos cómo la tierra se movía para al final… Sokka y Frisk acabaron chocando sus cabezas y terminaron en el suelo retorciéndose por el tremendo golpetazo. Entonces, el Avatar se dio cuenta que Toph había sido la causante, obviamente. Katara se rió, por lo tontos que ahora se veían tanto su hermano como Frisk. Aunque gracias a eso, pudieron proceder. Subieron a bordo de Appa, dirigido por Aang como ya era una costumbre y empezaron a alzarse en el aire.

Toph se mantuvo quieta como ya era de esperar mientras Katara regañaba a su hermano y también a Frisk por siempre empezar y tener disputas estúpidas que podrían simplemente ahorrarse. Aang la escuchaba y se reía. Katara parecía una mamá enfadada echándoles la bronca a unos niños pequeños que se habían portado mal. Francamente, no era nada raro ya que en efecto, la maestra del agua precisamente tenía un aire maternal inconfundible. Cuando por fin se callaron los tres, la paz reinó en el ambiente.

Sokka se tumbó mientras Katara, según volaban, repasaba el mapa que tenían a mano. Frisk observaba desde el sillín, el paisaje que ante él se abría paso ante sus ojos. Era algo genial poder observar el mundo desde el aire… Un mundo que estuvo desconociendo durante mucho tiempo y que gracias a Aang y a su grupo de amigos comenzaba a conocer. Entonces, Frisk se acercó al Avatar para sentarse a su lado.

- ¿Por dónde vamos? – Preguntó Aang con una sonrisa de oreja a oreja.
- Hm – Frisk entrecerró la mirada y acercó ambas palmas de sus manos sin llegar a rozarlas la una con la otra. Así, sus ojos brillaron cual intermitente durante una fracción de segundos bastante veloces. – Por allí. – Señaló el noroeste.
- ¡Muy bien! – Tal y como indicó el maestro del agua, el maestro del aire cambió de dirección. – Dime Frisk, ese instinto tuyo… ¿Puedes usarlo a voluntad?
- No estoy seguro. A veces es involuntario. Supongo que sucede simplemente porque soy el último habitante del valle. – Respondió. – Nunca me paré a pensar si este sexto sentido puede controlarse de manera consciente.
- ¿Y lo que acabas de hacer?
- Mi madre me lo enseñó. Ella me contó que hacerlo de esta manera, activaba este sexto sentido.
- ¡Tu madre debió de ser una mujer muy inteligente! ¡Al menos para haberte enseñado tantas cosas!
- Fue mi maestra en Agua Control, también me enseñó las bases de Sangre Control pero jamás usé este último Arte. No me gusta la sangre, me parece una manera cruel de hacer daño a cualquier ser vivo. – Decía Frisk. – Siempre me han gustado los animales y me ha disgustado mucho el hecho de usar la violencia contra las personas… Por eso simplemente preferí no utilizar Sangre Control.
- Haces bien, coincido contigo. Además, tu dominio con el agua es increíble, así que personalmente opino que no necesitas Sangre Control en lo absoluto.
- ¿De veras? – Le miró.
- ¡Claro! ¡Katara y tú sois los maestros agua más fuertes he conocido! Eso sin contar por supuesto a míster Pakku…
- ¿Pakku…?
- Un maestro agua de la Tribu del Agua del Norte. Fue quien nos enseñó a Katara y a mí sobre Agua Control. Nos la vimos negras con ese hombre. Es demasiado ególatra y un machista.
- Entiendo… - Frisk llevó su mano al mentón. – Pero yo creo que no todos los maestros son malos, ¿O sí? Bueno… Eso sin contar a los de la Nación del Fuego…
- Descuida, ni siquiera los de la Nación del Fuego son mala gente. Sólo obedecían a su rey y se dejaban llevar por las palabras hipócritas que usaban para manipularlos. Verás ahora que con Zuko a la cabeza de su reino, todo estará bien. Él es una gran persona aunque pueda parecer muy desagradable, pero sin duda Zuko es alguien en quien puedes depositar tu confianza.
- Pareces conocerle muy bien.
- Me costó lo suyo pero fue divertido hacerme amigo suyo, pude descubrir cómo era realmente además, desde un inicio siempre creí que no era tan mala persona, no me preguntes por qué, simplemente era algo que había en su mirada. Justo como me pasó contigo.
- ¿Eh? ¿Conmigo? – Frisk se señaló a sí mismo, con las cejas alzadas.
- No te mostraste muy amistoso, ¿Recuerdas? Incluso te lanzaste varias veces contra Zuko y tuvimos que apartarte de él a la fuerza. Estabas muy resentido con la Nación del Fuego y lo pagaste con él.
- Ya… - Bajó la cabeza. – Es algo de lo que realmente me arrepiento…
- Tranquilo, es algo comprensible. – Aang le mostró una sonrisa. – Todos hacemos aquello o lo otro por algún motivo en especial. Así como Zuko quiso capturarme por recuperar su honor y su lugar en su país, tú quisiste liberar parte de tu malestar contra él por lo que sufriste y porque su gente destruyó tu hogar. Afortunadamente supiste reconocer tu error.
- Ya, pero no fue fácil… Soy testarudo, más que una mula.
- Lo sé pero todos tenemos defectos. Además… - Aang puso una mano sobre la cabeza de su compañero. – Lo que importa es que tienes un buen corazón.

Frisk se lo quedó mirando, sorprendido y esbozó una tímida sonrisa. Simplemente conversar y compartir momentos con Aang le parecía realmente agradable y divertido, las horas siempre pasaban voladas incluso cuando sólo transcurrían algunos minutos. El viaje siguió sin el mayor de los problemas, mientras Frisk le continuaba dando la indicación al Avatar. Algunos giros llegaban a marear a Toph, que mandaba directamente a Sokka a la mierda por las burlas o los comentarios de éste.

Viendo que empezaba a anochecer, el grupo se puso de acuerdo en pasar la noche en un pueblo. Afortunadamente, unos amables granjeros les ofrecieron un cobijo en una casa colindante que era de su propiedad, no muy grande pero lo suficiente para que pudieran usarla para dormir por esta noche. Tampoco tuvieron la necesidad de ocultar a Appa, que pudo caber en la parte de atrás. Así pues, mientras Sokka se entretenía a mirar el mapa para saber a dónde demonios habían terminado, y mientras Toph no hacía nada, Frisk y Katara se ocupaban de preparar la cena. Esta pequeña casa tenía la fortuna de tener una cocina la mar de mona. Y Aang se entretenía mirando a sus compañeros. Aunque más bien, el chico husmeaba el olor de la comida haciéndose.

- ¿Qué tal si pones la mesa, Aang? – Ofreció Katara. – Así harás algo útil.
- ¿Qué? ¿Yo? – Se señaló. – Pero eso es aburrido…
- Venga no seas holgazán. – Le reprochó la chica. - ¿O prefieres ayudarnos a cocinar?
- Como haga eso echará a perder la cocina entera. – Se rió Frisk.
- ¡Oye! ¡Eso no es cierto! – Se enfurruñó el muchacho. - ¿Qué tal si se ocupa Sokka de poner la mesa?
- Podéis hacerlo los dos. – Comentó Katara.
- Ah… Está bien…

Aang se retiró de la cocina aunque rápidamente volvió pidiendo los cubiertos, causando la risa de Frisk por su mala cabeza. Katara se los dio y le llamó la atención a Sokka para que ayudara. El chico replicó pero vamos, no pudo llevarle la contraria a su hermana, y por eso terminó accediendo tal y como Aang en su momento. La única que se libraba era Toph que se burlaba de Sokka como ya era habitual. Tras un rato, la cena estuvo lista y se sentaron a comer, hablando de cualquier tontería. Toph y Sokka volvían a decirse tonterías y no paraban de soltar una detrás de la otra. Katara se reía y Aang a veces participaba.

Aunque los ojos del Avatar se desviaron hacia un taciturno Frisk que parecía haberse quedado en las nubes. Le dio gracia observarle. Frisk estaba empanado y mirando las musarañas y el golpe de Sokka en la mesa lo sobresaltó de tal manera que provocó la risa de Aang por la cara que mostró el maestro del agua, quien sólo pudo sonreír al percatarse que realmente se había quedado en Babia. El rato siguió sin el mayor de los problemas, incluso cuando terminaron de cenar. Estuvieron un rato más despiertos hasta que decidieron retirarse a dormir en algunas habitaciones disponibles.

Estos granjeros eran afortunados de tener una casa que aunque no fuera grande, sí era útil y agradable. Más, el único que no ocupó ningún cuarto fue Frisk. Como era habitual, él estaba con Appa.

- ¿Sabes? Sigo sin saber qué es lo que significa tu nombre. – Frisk yacía bocarriba, mirando al bisonte tumbado en el suelo. – Tampoco comprendo mucho por qué mi padre parecía atemorizado por animales como tú… Si incluso los dragones leopardo eran más grandes. Oye Appa, ¿No crees que mi padre fue un poco estúpido? Después de todo, no pareces un bisonte agresivo y dudo mucho que el resto de tu raza lo fuera.

Frisk parecía entretenido hablándole a Appa. El animal parecía simplemente escucharlo, mientras lucía estar a gusto en su compañía. Cada noche o casi cada noche, Frisk había adoptado la costumbre de dormir con el bisonte porque según el maestro del agua… De esa manera conciliaba mejor el sueño, dado que las pesadillas continuaban presentes en su vida, así como el insomnio. A Aang no le importaba demasiado, de esa manera, yacía seguro de que nadie le haría nada a Appa mientras ellos descansaban. Frisk era un buen maestro de Agua Control y además percibía muy bien a los enemigos, ya que siempre permanecía alerta ante cualquier sonido, debido a su sueño ligero.

El hecho de Frisk dormir junto a Appa era una opción que a Aang le hacía sentir más relajado.

- Como es costumbre, siempre te encuentro con Appa por las noches. – Habló Aang, apareciendo mientras se acercaba a los dos presentes. – Parece que le tomaste cariño, ¿Cierto?
- Bueno, no todos los días puedes estar con un bisonte, ¿No? – Sonrió Frisk.
- La primera vez que te vi con él me sorprendió mucho. – Se sentó al lado de su interlocutor. – No me lo esperé, sinceramente. Yo pensé que me guardabas desprecio o algo sólo por ser el Avatar.
- No, claro que no. Es sólo que me expresé mal en aquella ocasión. – Frisk se reincorporó, apoyándose de espaldas a Appa. – Lo único que quise decirte es que no te iba a tratar de una manera diferente a los demás sólo porque tuvieras una condición distinta… Sólo para que no te sintieras mal.
- Sí, me lo dijiste.
- Además… - Cerró sus ojos. – Mi padre me decía que los bisontes eran peligrosos pero nunca pude comprender por qué pensaba así. Appa es uno y sin embargo míralo… - Acarició el animal. – Es un trocito de pan. Justo como tú.
- Jejeje bueno… - Se puso algo nervioso. – Me alegra que pienses eso, aunque no soy del todo un trocito de pan, la verdad he llegado a causar muchos desastres.
- Pero eso nos puede pasar a todos, Aang. Eres una persona de carne y hueso, quizá con un trabajo demasiado duro pero… Tú también sientes y padeces. No es como si no tuvieras el derecho a equivocarte y a aprender de los errores. Que yo sepa… - Le miró, con una suave sonrisa. – No veo que seas de piedra.
- ¡Jajajaja! Tienes razón. He tenido a mis amigos y a mucha otra gente que nos ha apoyado, tanto a ellos como a mí, así que pude aprender muchas cosas. Más me siento bien de que tú y yo podamos entendernos tan bien, la verdad encontrar a personas como tú o como los chicos, no es algo fácil a pesar de todo.
- Cierto. – Asintió. – Pero siempre podemos encontrar a personas que puedan comprendernos.
- Y supongo que por eso duermes con Appa, ¿Verdad? – Se rió Aang. – Compartís un vínculo bastante peculiar, al contrario que Sokka, ni siquiera te da asco cuando te llena de pringue o te babas.
- Es Appa, él no me da asco. Cuando era niño solía estar en el bosque del valle rodeado de animales y de los dragones leopardo.
- ¿Dragones leopardo?
- Sí, eran unos muuuuuuy grandes. – Hizo un gesto gracioso con las manos en un intento por tratar de poner un ejemplo del tamaño de dichas bestias. – No veas lo enormes que eran, yo parecía una hormiga, ¡Jajajaja! Recuerdo que Chara tenía uno muy chulo.
- ¿Enserio? Yo nunca he visto uno.
- Bueno… Eran dragones que únicamente vivían en el valle. Quizá con un poco de suerte, puedan quedar unos pocos allí que hubieran sobrevivido. Recuerdo que los dragones leopardo solían tener una guarida dentro del Templo de Fuego, como una manera de protegerlos.
- ¡Eso es genial! ¡Me muero de ganas de ir allí!
- Pues creo que deberás esperar un poco, aún nos queda bastante por llegar además, debemos pensar también en Appa. – Miró de reojo el animal. – Hay que asegurarse que va cómodo y que está bien.
- Lo sé, créeme que lo cuidamos mucho aunque no te lo parezca. Sin él, no sé cómo nos lo habríamos montado en muchas ocasiones la verdad.
- Eres afortunado de tener a Appa, Aang. – Sonrió Frisk. – Es un gran amigo y además es divertido.
- Me alegro que lo pienses. Yo también creo que he tenido mucha suerte de tenerle a mi lado. ¿Tú nunca has tenido un compañero así?
- No, la verdad yo solía rodearme de los animales del bosque. Al contrario que Chara quien tenía a su dragón leopardo, yo solamente era amigo del resto de criaturas que vivían en el valle.
- Ah… Chara debió de tener buena mano con los dragones para ser dueño de uno tan grande como lo describes.
- Ya, Chara tuvo sus cosas buenas, a pesar de todo lo malo que hacía. Para serte sincero… No es que Chara hubiera sido la mejor persona del mundo.
- Bueno, nadie puede serlo, ¿O sí?
- No lo digo por eso. Hace tiempo, cuando todo iba bien en el valle… La relación paterno-filial con Chara y nuestro padre era muy complicada… Y creo que en una ocasión, mi hermano llegó a envenenarle.
- ¡¿Qué?! – Aang se quedó boquiabierto. - ¡¿Quiso matarlo?!
- Es lo que sospeché y todavía le doy vueltas a ese asunto. Chara tenía un extraño desprecio hacia todo el mundo, es como si nos hubiera odiado a todos… No respetaba a los venerables ancianos, no se comportaba con los maestros de las distintas Artes de Control y usualmente les hacía perder la paciencia… Ponía histérico a nuestro padre con su rebeldía y mi madre perdía los estribos con él…
“¿Por qué me recuerda a Toph?” – pensó con una nerviosa sonrisa. – Supongo que Chara quiso ser libre, ¿No?
- No lo sé… - Suspiró. – A veces era muy brusco y atacaba sin razón, solía alejarse mucho de los demás y volaba a lomos de su dragón leopardo por eso siempre creí que Chara sabía cómo era el Mundo Exterior, era uno de los únicos en poder salir del Valle Perdido a voluntad y eso a nadie de los que vivíamos allí le gustaba… Menos a nuestro padre. Él llegó a acusarle muchas veces de que por su culpa podría atraer la atención de enemigos innecesariamente y que era un imprudente de cuidado.
- Oye Frisk… ¿No será que tu padre era demasiado estricto?
- Buf… Ni te lo imaginas… Lo era y muchísimo, no sabes hasta qué punto. Yo tuve innumerables disputas con él y en dos ocasiones renegó de mí como a su hijo.
- ¡¿Enserio?! Pero… ¡Eso es muy cruel! ¿Por qué lo hizo?
- La aldea y las otras aldeas colindantes a la nuestra, vivíamos de la agricultura, y de la pesca pero especialmente de la caza… Mi padre era cazador y siempre les enseñaba a los niños cómo acabar con la vida de un animal… A mí me disgustaba enormemente y para cuando mi padre quiso enseñarme, yo me negué. Me rehusé a aprender algo así porque no quería matar a ningún animal del bosque, yo los adoraba y no deseaba hacerles daño… Eso molestó enormemente a mi padre y esa fue la primera vez que renegó de mí. Tiempo después, la segunda ocasión fue porque lo insulté en el Parlamento de nuestra aldea al llamarlo supersticioso sólo por su temor a los bisontes voladores que veíamos pasar por encima de nuestras cabezas durante muchos años antes de que tal vez la Nación del Fuego arrasara con tu pueblo.
- Vaya… Tu padre fue un hombre difícil… Has debido de sufrir mucho por su culpa.
- Bastante, la verdad. Mi padre era tozudo, firme, inflexible, poco considerado y muy, muy exigente… Apenas nos daba un respiro a Chara y a mí. – Suspiró el maestro del agua. – Pero no era malo, era un buen padre. Yo entendía que sólo quiso enseñarnos lo mejor. Tenía sus cosas buenas a pesar de todo.
- Al menos tu padre era un buen hombre.
- Sí, lástima que Chara se dedicara a ponerlo histérico… Luego las broncas me caían a mí. Era un hermano de lo más problemático, nunca paraba quieto. A mí había veces en que me ponía nervioso.
- ¡Jajaja! ¡Menudo hermanito más divertido tuviste!
- Ah, en ocasiones era una pesadilla.
- Vamos Frisk, admítelo… ¡Seguro debía de ser genial!
- Tú hubieras encajado más con él que yo.

Notas finales:

Espero que os haya gustado la 1ª parte, ¡Nos seguiremos viendo en la próxima actualización!


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