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The Peacemaker And The Preacher Of Hate por Sly_D_Cooper

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Notas del capitulo:

¡He aquí la parte prometida!

Música usada:

1. Manaphy And The Temple Of The Sea - Departure! To A Voyage!
2. Lucario And The Mystery Of Mew - Tree Of Beginning OST
3. Lucario And The Mystery Of Mew - Go! To The Tree Of Beginning!
4. Lucario And The Mystery Of Mew - Tree Of Beginning 2 OST
5. Inuyasha - Omoi No Hateni OST
6. Inuyasha - Shikon No Tama Wo Motomete OST
7. Inuyasha - Longing 2 OST
8. Rayman M - Forgotten Dungeon OST
9. Lucario And The Mystery Of Mew - Aaron 2 OST
10. Undertale - Waterfall OST

Al día siguiente, reanudaron el viaje y continuaron con su trayecto. Frisk no dejaba de asomarse de un lado a otro para apreciar el enorme paisaje que se abría ante sus ojos mientras Sokka le explicaba algunas cosas aunque Toph se burlara porque intentaba dárselas de listo, a lo que Katara se reía. Pero sin duda, Frisk disfrutaba enormemente de poder apreciar lo que para él era el Mundo Exterior, aquél del que los venerables sabios le hablaron cuando era un niño. Jamás llegó a imaginarse que sería tan inmensamente grande, ¿Y por qué no? También muy bonito, a pesar de todo lo malo.

Momo rebuscó en las bolsas de comida y como era obvio, Katara lo regañó, así que el animal, fue a “refugiarse” en qué mejor lugar que la cabeza del otro maestro del agua, de quien cuyos ojos le volvieron a brillar. Se acercó a Aang, quien estuvo entretenido con Appa.

- Debemos ir por el este. – Le dijo Frisk al Avatar.
- ¿Ya oíste Appa? ¡Yip, yip!
- Oye Frisk, ¡Yo todavía no entiendo eso que te pasa en los ojos! – Intervino Sokka. - ¿Qué tal si me lo explicas?
- Qué idiota eres, Sokka. – Se escuchó por atrás la voz de Toph.
- ¡¡Claro que no!! ¡Si no se entiende algo digo yo que se pregunta!

Y aunque Frisk le hubiera explicado a su amigo sobre el tema del “brillo en los ojos”, tuvo que dejarlo para otro momento porque fue demasiado evidente que Sokka y Toph, como ya era algo habitual, se ponían a discutir. Incluso Aang se reía por varios comentarios que soltaban mientras Katara llevaba su mano a la cara y negaba con la cabeza. Sokka y Toph eran un sin remedio, y los dos juntos eran una fuente de disputas casi constantes. Aunque al menos, así el viaje se hacía más ameno.

- Es una suerte que vosotros pertenezcáis al Mundo Exterior. – Habló Frisk.
- ¿Por qué? – Aang frunció el ceño. – No creo que tu hogar fuera menos acogedor.
- No, si no lo digo por eso. Es porque el Mundo Exterior es… ¡Es enorme! – Extendió sus brazos.
- ¡Au! – Se quejó el Avatar al recibir un golpe involuntario por parte de su compañero.
- Perdón… - Rió ligeramente. - ¿Te hice mucho daño?
- No, no mucho. – Esbozó una ligera sonrisa. – Bueno, como te dije hace tiempo… Nosotros te enseñaremos el mundo.
- ¡Claro! – Asintió, muy feliz. – La verdad mi hogar era algo así como un lugar utópico con el que todos hemos soñado alguna vez, por eso nunca tuvimos la necesidad de irnos de allí… Y como no lo hicimos, llamamos todo lo que no pertenecía al valle como el Mundo Exterior. Aunque yo muchas veces me he imaginado cómo sería.
- Pues ya lo estás comprobando por ti mismo, Frisk. – Aang rió. – Aunque… ¿Qué vas a hacer cuando lleguemos allí? ¿Hay algo en específico que desees?
- No lo sé… - Bajó la cabeza. – La verdad no lo pensé… Antes pensaba que sólo quería regresar para saber cómo quedó todo tras la invasión y el ataque de la Nación del Fuego… Pero más tarde me surgieron dudas y me nació una confusión interna. Francamente… No sé cómo pueda estar el valle, la última vez que lo vi, las llamas lo devoraban todo.
- Bueno no te preocupes por eso. – Dijo Aang. – Ya verás que todo estará bien, y además, nosotros te apoyaremos.

Frisk le sonrió y todo continuó tal cual. Para matar el tiempo, a Frisk se le ocurría jugar con las nubes haciendo su uso con Agua Control, y animando a Katara a que le acompañara. De vez en cuando fastidiaban a Sokka o bien despistaban a Momo, quien se dedicaba a perseguirlas en un intento por cogerlas. Toph había preferido permanecer sentada y sin decir nada. Con la broma, fueron transcurriendo las horas y Frisk le indicaba a Aang la dirección.

Pronto, ante ellos se apreció el Templo del Aire del Norte, lo cual los sorprendió a todos menos a Toph, ya que ella no podía verlo a no ser que tocara tierra firme con los pies para hacer uso de su sistema sísmico.

- ¿Estás seguro que es por aquí, Frisk? – Preguntó Aang, no demasiado convencido. Era demasiado extraño que yendo hacia el hogar del maestro del agua se encontraran de paso el templo que una vez fue hogar de los Nómadas del Aire. - ¿No te habrás confundido?
- No. Sé que es por aquí. Recuerdo que en su momento, Chara me comentó que veía un templo a la lejanía del valle y seguro debe de ser este. Es el único que está por aquí.
- ¿Entonces Chara salía del valle?
- A veces, a lomos de su dragón.

Aang continuó algo desconcertado, pero, si Frisk decía que era por aquí… Es que no podía estar equivocado. Él mejor que nadie era capaz de encontrar su hogar por medio de su sexto sentido, lo más seguro es que Frisk les estuviera guiando hacia un lugar en el que poder acceder más fácilmente al valle. Más, debido a que era un poco tarde, tomaron la decisión de parar efectivamente en el templo que actualmente yacía vacío. Las personas que anteriormente lo ocuparon, al parecer lo desalojaron y arreglaron todo lo que hicieron para otras reconstrucciones. Appa pareció feliz de poder permanecer en un lugar conocido, así como Momo. Por supuesto, Toph fue la primera de alegrarse de pisar tierra firme de una buena vez, a lo que Sokka volvió con sus comentarios y una vez más… Empezaban una estúpida disputa.

Afortunadamente encontraron algunas habitaciones no muy lejos las unas de las otras. Toph no tardó demasiado en querer echarse una siesta, así que la dejaron hacer mientras no causara ningún desastre de los suyos. Por otra parte, Sokka y Katara yacían en compañía de Aang y de Frisk. Al maestro del agua, le contaban acerca de los Nómadas del Aire y el Avatar parecía contento por poderlo hacer, a pesar de lo que su pueblo sufrió a causa de la Nación del Fuego. Sin embargo, Frisk era tan curioso que no tardó en salir corriendo de un lado a otro, así que Sokka fue quien le siguió para que no se perdiera.

- Oye Aang. – Habló Katara aprovechando que se había quedado sola con el muchacho, captando la atención de éste. – Hay algo de lo que quiero hablar contigo.
- Sí claro, dime. ¿De qué se trata?
- Sé que estás feliz de que Frisk comparta muchos momentos con todos nosotros, y que puedas enseñarle tantas cosas y divertirte a su lado pero… ¿Crees que llevarlo a su hogar, es lo correcto? – El rostro de la morena cambió a una preocupada. – Quiero decir, no deseo que me malinterpretes pero… Es posible que si acompañamos a Frisk hasta su lugar de origen… No quiera marcharse de allí y… Y tengamos que despedirnos de él.

Al decir eso, la amable sonrisa de Aang desapareció casi al instante, para desviar la mirada. Francamente… No se planteó esa posibilidad, a pesar de que realmente estuviera ahí todo el tiempo. Ni siquiera cuando Frisk le contaba de sus cosas… Como siempre dijo que su casa estaría probablemente convertida en cenizas… Aang dudó de que Frisk deseara volver pero si había algo que no podía negar era que Katara tenía razón. A pesar de todo, Frisk siempre podía decidir no marcharse una vez regresara al Valle Perdido, estuviera como estuviera. Seguía siendo su hogar… Era su casa, a fin de cuentas.

Permaneció en silencio unos minutos, hasta que suspiró y miró a su amiga.

- Es lo mejor para él. – Dijo Aang. – Sé que tal vez pueda ocurrir lo que dices pero… - Dirigió su vista hacia adelante. – Yo pienso que Frisk lo necesita, si no… No creo que me lo hubiera pedido. Estoy seguro que la razón por la que quiere regresar es precisamente para poder tomar una decisión. Y probablemente lo haga y deberemos aceptarla nos duela más o nos duela menos.
- Ya pero… Si decide quedarse y despedirse de nosotros… ¿Le dejarás? Sé que… Tenéis una buena amistad. Frisk se hizo de querer en poco tiempo y la verdad, para serte sincera creo que ninguno de nosotros desea que abandone el grupo.
- Si su decisión es quedarse en el Valle Perdido para vivir allí… Entonces yo no podré hacer nada para evitarlo. Me va a doler, claro que sí… No me gusta decir adiós a un ser querido pero no puedo forzarle a que venga con nosotros. Frisk debe permanecer a donde su corazón le diga. Y sé que Frisk es de la clase de personas que escuchan a su corazón. Nos lo ha demostrado desde que le conocimos. – Comentaba seriamente. – Sé que sabrá qué camino escoger.

Katara simplemente suspiró. El pensamiento de Aang era muy acertado. Si Frisk decidía quedarse en el Valle Perdido, lo único que podrían hacer es aceptarlo… No es como si fueran capaces de forzarle a ir con ellos. Y eso todos lo sabían. Pero Aang estaba en lo cierto: Frisk le pidió ir al valle, seguramente para poder tomar una decisión importante, ¿Cuál? Eso era lo que desconocía y en parte no evitaba sentir algo de temor… Temor, por si el maestro del agua prefería despedirse. Era una idea que a Aang no le gustaba tan siquiera de tener en mente, a pesar de ser así.

El rato continuó mientras fue anocheciendo. Toph había despertado y entre todos se dedicaron a averiguar si por aquí habría alguna cocina que pudieran hacer servir para la cena. Obviamente, para Frisk y Aang fue razón para encontrarle diversión, el resto simplemente les dejaron hacer, total, no es como si fueran a vigilarles cuales niños pequeños, y eso Katara lo sabía mejor que nadie. Ella al menos tenía la ayuda de Suki una vez encontraron la cocina… La dichosa cocina. Sokka las observaba mientras Toph estaba sin hacer nada, como ya era usual. Aunque no fue por mucho tiempo.

Una vez la cena estuvo lista, Sokka tuvo que ir a buscar a Aang y a Frisk y decidió contar con la ayuda de Toph, a pesar de las réplicas de ésta, porque el Avatar era un Nómada del Aire y que si se alzaba del suelo no podría sentirlo y que Frisk podía hacer lo mismo usando el agua. No obstante, sus quejas de poco le valieron. Entre los dos deambularon por el templo y no tardaron demasiado en oír el escándalo de los dos pequeños gamberros hasta visualizarlos dando vueltas por aquí y por allá. Los llamaron, para captar su atención y los hicieron ir hacia ellos. Así pues, regresaron con Katara y con Suki para empezar a llenarse el estómago.

No hubo mayores problemas mientras comían. Hablaban de aquello y lo otro, aunque era evidente que Frisk se mantenía bastante distraído de las conversaciones que tenían y eso no se pasaba por alto para el Avatar y la maestra del agua. Cuando terminaron, volvieron a la búsqueda de las habitaciones y la noche pasó tranquila. A la mañana siguiente, montaron en Appa para dirigirse al Valle Perdido, siguiendo las indicaciones finales de Frisk hasta que debajo de ellos, se abrió paso una zona montañosa pero oscura… Sokka reconoció que el monte había sido calcinado. Aang quiso bajar pero Frisk le comentó que era por otra dirección, con lo cual le extrañó. Algo que no le gustó es que debían de hacer una ruta hasta llegar a su aldea… Aang odiaba caminar, aunque a Suki no le pareció mala idea.

Pisaron tierra firme y no tardaron demasiado en empezar a andar, sin dejar a Appa oculto, ya que no era necesario, así que el bisonte fue un acompañante más.

- Bien, ¿Por dónde comenzamos? – Preguntó Sokka. – Yo veo por aquí montones de caminos por los cuales empezar. – Fue señalándolos con el dedo índice de la mano derecha. - ¿Todos llevan al mismo sitio?
- No. Unos son meras distracciones, otros llevan a otras aldeas colindantes de la mía y el resto son caminos que desvían hacia otros senderos para engañar a los forasteros. – Contó Frisk. – Sólo uno de ellos lleva a la dirección correcta. El resto los podéis considerar rutas secundarias que no conducen hacia el sitio al que queremos ir.
- ¿Enserio? – Preguntó Suki. – Pues… Eso significa que vamos a tener problemas si este valle es un laberinto complejo.
- Lo es, sin duda. – Respondió el maestro del agua. – Sin embargo yo os puedo guiar a través de él. No sólo me lo conozco como la palma de mi mano… - Hizo una pausa, sonriendo y mirando a sus interlocutores. Llevó una mano a su pecho. – Mi sexto sentido sigue funcionando, él nos llevará hasta nuestro destino.
- Me parece curioso y a la vez raro que tengas algo así. – Dijo Sokka. – Sin duda, los habitantes de este sitio son unos personajes sacados de ninguna parte.
- Sokka… - Le reprocharon Katara y Aang.
- Ya verás que será divertido. – Comentó después el Avatar. – Además, siento algo familiar en este sitio.
- Por supuesto, no después de todo una de tus vidas pasadas estuvo aquí. – Esa fue Toph. – Es demasiado evidente.

Frisk estuvo mirando de un lado a otro y avanzó dos pequeños pasos, dirigiendo su vista por cada lugar que se abría paso hasta sus ojos. Mientras dejaba que el resto hablasen, él se concentraba. Entrecerró sus párpados, aspirando profundamente el aire, sintiéndolo entrar en sus pulmones para luego liberarlo de manera calmada y pausada. Entonces, sus ojos volvieron a brillar cuales intermitentes durante una pequeña y breve ráfaga de segundos.

- Por aquí. – Dijo entonces el maestro del agua, yendo hacia el sendero de la izquierda. El grupo le miró y le siguió sin dudar demasiado. Sokka y Suki intercambiaron miradas, algo desconcertados. – El Valle Perdido es en efecto un laberinto. Todos los caminos que se ven, son casi la mayoría para desviar la atención del forastero e impedir su llegada hasta el corazón del valle: que es donde vivía mi gente. Sólo los habitantes nos conocíamos cada parámetro de este lugar, por eso, sólo nosotros podíamos guiar a aquellos que desearan venir aquí.
- ¿Y qué pasaba con aquellos que intentaban entrar? – Preguntó Katara con curiosidad.
- ¡Seguro usaban brújulas! ¡De esa manera no se perdían! Si no, ¿Cómo te explicas que la Nación del Fuego lo encontrara y lo arrasara? – Habló Sokka.
- La Nación del Fuego simplemente se abrió paso calcinándolo todo, y como entraron de manera masiva era demasiado obvio que era cuestión de tiempo a que nos encontraran a todos. – Frisk fue quien contestó. – Aquí las brújulas no funcionan.
- ¡¿Qué?! – Sokka miró incrédulo al chico. - ¡Debes estar de broma! ¡¿Cómo que no funcionan?!
- El Valle Perdido está rodeado de muchas montañas, colinas y precipicios, todas estas estructuras rocosas son inestables y todas ellas hacen inestable al propio campo magnético de la zona. Y el clima cambiante también ayuda mucho. Si vienes aquí, con una brújula, te será imposible guiarte y te perderás… Y aquél que se pierde en las entrañas del valle… Morirá sin remedio. Aquí vivían criaturas feroces y sin piedad, como los lobos humanoides, las tarántulas, o incluso los espíritus que habitaban aquí.
- ¿Y a eso lo llamabas tú un mundo utópico?
- Sólo las zonas exteriores del valle eran las más peligrosas pero aún así, como sus habitantes las conocíamos, no había riesgo alguno. Esas criaturas sólo atacaban si se sentían en peligro, pero si no te ven como una amenaza entonces no te harán nada.
- ¿Y sabes si todavía están por aquí? – Cuestionó Katara. – Me preocupa encontrarnos con alguna de ellas y tener serios problemas.
- No te preocupes Katara. – Habló Toph con una sonrisa de oreja a oreja. – Si pasa eso te aseguro que saldrían volando literalmente.
- Jeje… No lo dudo…
- Como podéis ver, todo está calcinado. Dudo mucho que quede algún rastro de vida. – Dijo Frisk, quien se detuvo.

El resto se miraron de nuevo y pararon a su lado, aunque en el caso de Sokka que se adelantó junto a Suki, los dos tuvieron que girarse, desconcertados. Aang sólo permanecía a la espera. Aquí el que mandaba ahora mismo era Frisk, al menos si querían llegar hasta el corazón del valle: su aldea. El chico volvió a mirar de un lugar a otro y cambió de dirección. Simplemente el resto le siguió.

- Espero que no vayamos a perdernos por tu culpa, Frisk. – Comentó Sokka.
- ¿Con tu pesimismo? Eso seguro. – Se rió Suki.
- ¡Oye! ¡Yo no soy pesimista! ¡Soy realista!
- Hm… - Frisk se volvió a detener, por segunda o tercera vez. Y aquello ya extrañó al grupo.
- ¿Sucede algo? – Preguntó Aang.
- Eso antes no estaba ahí. – Señaló una pila de troncos. – Y eso tampoco. – Y luego un montón de huesos enormes.
- ¡¿Qué son esos huesos?! ¡Son gigantescos!
- Huesos de dragones leopardo. Seguro que muchos debieron de ser aniquilados cuando la Nación del Fuego vino a destruirlo todo. – Dijo Frisk. – Aunque es extraño… - Se acercó para tocarlos. – Estos huesos… Sólo tienen unas cuantas semanas, lo cual significa que la muerte del animal aún es reciente.
- ¿Quieres decir entonces que aquí hay alguien?
- Es probable. Pero… ¿Quién llegaría hasta aquí? Y encima habiendo matado a un dragón leopardo teniendo en cuenta que son los maestros del fuego originarios del valle… Es raro, muy raro…
- Toph, ¿Tú puedes ver si hay alguien por el alrededor?
- Si lo hubiese sabido os lo habría dicho desde hace rato, ¿No crees, cabeza flechada?
- Ya… Tienes razón. – Aang rió de manera torpe. – Entonces Frisk… ¿Qué hacemos?
- ¡Yo no voy a quedarme aquí de brazos cruzados para analizar algo tan simple como unos huesos! – Decía Sokka.
- Tú siempre tan escandaloso. – Volvió a reírse Suki.
- No, Sokka tiene razón. – Apoyó Frisk. – No podemos estar aquí todo el tiempo, hay que avanzar. – Miró al grupo. – Rápido, por aquí. – Señaló.
- Otra vez cambiando de dirección… - Se quejó Toph.
- Ah, yo odio caminar… - Y Aang también.

Siguieron avanzando a través del valle, que parecía haber sido calcinado porque todo ante los ojos de cada uno de ellos, lucía colores negros, blancos y grisáceos; árboles arrasados, restos de animales e incluso troncos de importante y colosal tamaño tirados en el suelo… Todo estaba hecho una pena, y el primero en entristecerse era Frisk, quien recordaba muy bien el aspecto del monte antes del ataque de la Nación del Fuego. No obstante, algunas zonas del valle, para Sokka especialmente, resultaban ser demasiado espeluznantes… Y hasta aterradoras. Un pensamiento que Katara compartía. Aang y Suki sólo se ponían nerviosos.

Obviamente, Frisk era el único que estaba como si nada.

De nuevo, el maestro del agua giró y fueron hacia otra dirección mientras les contaba alguna que otra cosilla del valle, como la manera de vivir de los que fueron sus habitantes: meros seres humanos dependientes de la agricultura, la pesca y especialmente de la caza. También les habló de que posiblemente las únicas cosas que se habrían salvado del valle serían los templos de cada Arte de Control, ya que estos lugares se encontraban protegidos bajo tierra o en sitios algo apartados de las aldeas. Especialmente la llamada… Sala del Avatar, algo que sin duda llamó la atención de Aang y los chicos.

Frisk les explicó que la Sala del Avatar era el lugar más espiritual del valle, protegido por generaciones y que era un sitio al cual sólo el Avatar tenía acceso, sin el permiso de él, nadie podía entrar, ya que de lo contrario se activaba una barrera de Energía Control impuesta por el Avatar Kuruk en sus días. Frisk al mismo tiempo comentó que al ser la Sala del Avatar un sitio lleno de una energía mística, de ésta dependía la vida del valle. Si la Sala del Avatar había sido destruida, entonces ya no habría futuro para el Valle Perdido… Y era lo que Frisk más se temía.

Sin decir nada más, Frisk recordó el día en que su hermano gemelo: Chara, intentó entrar por la fuerza a la Sala del Avatar en más de una ocasión. Y efectivamente… El muchacho salió volando por los aires cuando la barrera se activó y lo expulsó inmediatamente, sin darle tiempo a hacer nada. Frisk nunca comprendió el por qué Chara trató de hacer algo así… Y sin duda, sería algo que no entendería nunca. No por algo su hermano estaba muerto, seguramente.

Las horas pasaron rápidamente y decidieron acampar para descansar. Para arriesgarse menos en un lugar tan desconocido como este, Toph fue prudente y decidió levantar unas cuantas paredes con su maestría en Tierra Control, lo suficientemente grandes para que incluso Appa estuviera dentro con ellos. En cuestión de momentos anocheció y gracias a la fogata que prepararon, tenían algo de luz. Sin embargo, el cielo estrellado se veía realmente bien.

La cena no fue muy complicada, una vez más, hablaban de cualquier cosa y compartían historietas o bromas mientras se llenaban el estómago. Sin embargo, Aang notó que Frisk estaba más callado que de costumbre, y eso en parte lo preocupó. En un rato, cuando terminaron, decidieron descansar para poder seguir mañana con el trayecto, ya que deberían de andar, y mucho. No obstante y mientras el grupo descansaba, Frisk estaba sentado de espaldas al muro de tierra, viendo las estrellas en relativa paz y en silencio. El Valle Perdido yacía completamente en un sosiego sepulcral… Ni siquiera había insectos que hicieran ruido, ni el revoloteo de alguna ave… Nada, no había rastro de vida.

Suspiró, cerrando los ojos hasta abrirlos al sentir una mano en su hombro. Giró su rostro, para ver que era el Avatar.

- ¿Aang? – Preguntó sorprendido. – Creí que dormías.
- No puedo. Estoy inquieto y al parecer… No soy el único, ¿Verdad? – Esbozó una sonrisa mientras se sentaba a su lado. – A mí también me gusta ver las estrellas, aunque no siempre lo hago, ¡Jajaja!
- ¿Es horrible, cierto? – Su voz se escuchó triste, causando el desconcierto del otro. – Antes el valle no lucía así. Era un lugar lleno de vida por todas partes. Mirases a donde mirases, siempre encontrabas algo. Incluso las piedras eran el hogar del musgo. Árboles que parecían llegar y tocar el cielo, aves realmente exóticas y únicas… Los dragones leopardo, que eran las estrellas del monte y los maestros del fuego para nosotros… Aquí había de todo. – Contaba. – Era precioso ver cómo los rayos del sol pasaban a través de la vegetación, y el ambiente era genial cuando soplaba el viento.
- Bueno… Es normal que ahora se vea así tras lo sucedido pero estoy seguro que recuperará todo ese esplendor del que me hablas. – Contestó Aang. – Ya lo verás.
- Todo depende de la Sala del Avatar. En caso de que haya sido destruida, entonces el valle no podrá ser lo que una vez fue. – Suspiró. – La Sala del Avatar contiene la energía espiritual que el valle necesita para su flora y su fauna, las energías están conectadas y dependen la una de la otra para mantenerse.
- Entonces… ¿El valle no puede recuperarse?
- Viéndolo tal y como está… El valle no tiene energía, pero puede volver a su estado inicial mientras la Sala del Avatar se haya mantenido intacta pero… Aún cuando sea así, van a tener que pasar muchos años para que eso suceda. La Sala del Avatar es muy pequeña comparándola con todo el valle… El poder espiritual que hay en ella, ayudará al valle pero requerirá de un tiempo importante.
- Bien, es normal. De todos modos… ¿No estás contento de que aún haya posibilidades para tu hogar?
- Lo estoy, créeme pero sé que nada volverá a ser lo que una vez fue. – Cerró sus ojos, entristecido. – Ya no estarán las personas que una vez conocí, y tampoco lo estará Chara.
- Sé que los echas de menos, en verdad te comprendo muy bien. Puede que yo no hubiera conocido a mi familia biológica pero siempre tuve a personas que lo fueron… En su momento. – Desvió la mirada.
- Soy consciente de lo similares que somos. – Dijo Frisk. – Y eso no me desagrada, de verdad. Supongo que sólo estoy siendo demasiado pesimista por lamentarme de esta manera.
- No, no es ser pesimista. Es sólo que todavía el recuerdo es muy reciente en ti y es normal que sigas sufriendo por esa causa. Pero verás que con nosotros esa herida que tienes irá sanando poco a poco y no se te hará tan dolorosa.
- Cuando estoy con vosotros se me suele olvidar. – Esbozó una sonrisa. – Es divertido estar a vuestro lado.
- ¿Verdad? Ya te dijimos nosotros que encajarías en el grupo.
- Y vaya si no lo hice.

Los dos se rieron aunque más tarde volvieron a quedarse en silencio, más observando las estrellas. El viento sopló. Aang estuvo observándole unos instantes, antes de mirar a otra parte. Sin embargo, lo que el Avatar no se esperó fue que su compañero se apoyara en su hombro. No dijo nada, simplemente… Le dejó hacer.

- Todo se vuelve más agradable a tu lado, ¿Lo sabías, Aang?
- B- bueno… Eso parece. Me gusta que todo vaya bien, así que…
- Me hubiera gustado que vinieras al valle antes de su destrucción… Seguro te habrías enamorado de este sitio.
- Con un poco de suerte, si regresa a su estado inicial podré verlo.
- O de lo contrario… También puedo dibujártelo.
- ¿Sabes dibujar?
- Claro. En mis tiempos libres, cuando no me apetecía leer o hacer algo en concreto… Me pasaba el rato dibujando. La verdad se me daba bien.
- Bueno, entonces habrá que conseguirte papel y tinta. – Se rió. – Oye Frisk. – Le llamó. – Quizá no deba preguntártelo pero… ¿Por qué decidiste pedirme ayuda para volver al Valle Perdido?

Hubo un silencio, tras la formulación de aquella pregunta. Aang respetó ese sosiego, mientras miraba de reojo a su interlocutor, quien nuevamente parecía estar tomándose su tiempo para responderle. Aunque eso sólo provocaba que ciertamente el muchacho se impacientara.

- Necesito saber algo. – Contestó Frisk tras cinco minutos. – Quiero… Quiero pensar en qué es lo que deseo hacer realmente. Lo que tengo que llevar a cabo en mi vida, el destino que debo tomar. Me gusta estar con todos vosotros pero sé que no puedo eludir algo así. – Se apartó para mirar a Aang de frente. – Yo deseo vivir en el Valle Perdido y devolverlo a su estado inicial para permanecer en él y estar rodeado de animales por todas partes. Pero… Quiero estar seguro de que esa es mi prioridad.
- Frisk…
- Desde que comencé a estar con vosotros, realmente me sentí como si tuviera una familia, dejé de sentirme tan solo y pude seguir adelante porque estabais todos allí, apoyándome. De no haber sido porque me encontrasteis y quisisteis ser amigos míos, probablemente me hubiera suicidado.
- Siempre nos ocurren cosas buenas después de las malas, ¿No te parece? Tal y como has visto, aquí todos hemos sufrido lo nuestro y cuando te conocí, noté que algo no iba bien contigo así que… Quise ayudarte y todos quisimos hacerlo a nuestra medida. Tú hiciste el resto.
- No, no te creas. – Negó con la cabeza. – Yo al principio… Digamos que no confiaba en vosotros, a pesar de que os quería agradecer la ayuda que me disteis tras liberarme. Pero con el tiempo que compartí con vosotros me di cuenta que no tenía por qué veros como si fuerais a hacerme algo malo, y que podía permanecer con vosotros, tal y como me dijiste. Me apoyasteis y supe superar muchas cosas que por mí mismo no habría logrado.
- Vamos, tú también has hecho cosas buenas por nosotros. Te recuerdo que a Sokka le alegraste el día ayudándole con diversas cosas y mira que no es fácil con el carácter que tiene. – Se rió Aang. – A Katara siempre la ayudas y además te llevas bien con Suki y ambos os entrenáis juntos de vez en cuando. Tu relación con Toph es positiva a pesar de que ella es un poco complicadilla de tratar.
- Bueno… Tal y como te conté… Mi hermano Chara ya me dio experiencia para gente así.
- ¡Jajajajajaja! Me hubiera gustado mucho conocerle, habría sido divertido.

Al día siguiente, el grupo continuó con el trayecto. El que menos contento parecía era Appa, quien lucía cansado de caminar y Aang apoyaba a su bisonte. A él tampoco le gustaba. Era más cómodo ir volando, por supuesto. Toph bostezó, comentando que unas horas más de sueño no le vendrían mal y como siempre, comenzó una absurda conversación con Sokka. Katara por su lado, caminaba al lado de Frisk, quien seguía guiándolos cual brújula andante.

- Ah, esto empieza a cansarme. – Comentó Sokka tras abandonar su disputa con la maestra de Tierra Control. - ¿Cuánto nos falta para llegar? Lo único que hay aquí son montones de árboles pasados por una buena fogata.
- ¿Quieres callarte, Sokka? Eso no es para nada considerado. – Le regañó Katara, para no variar. – Recuerda que Frisk nos dijo que el Valle Perdido era algo así como un laberinto y que el viaje no iba a ser especialmente corto.
- Ya pero es que estoy harto de caminar tanto… ¿Qué tal si buscamos esa aldea directamente a lomos de Appa?
- No creo que a la bola de pelo andante le haga demasiada gracia cargar con todos y tener que escuchar tus patéticas quejas.
- Muy graciosa, Toph.
- Es la verdad, te pasas el tiempo de queja en queja y es irritante.
- A Toph no le falta razón, Sokka. De vez en cuando, ser un poco optimista no es nada malo. – Habló Katara.
- Para optimista ya tenemos a míster sonrisas. – Señaló a Aang.
- Ni que sonreír fuera algo de lo que avergonzarse. – Reprochó el Avatar infantilmente. – Deberías ser más paciente, no todos los días podemos estar en un lugar tan alucinante como este.
- No sé qué le ves tú de alucinante, Aang. Es sólo un monte devorado por las llamas. – Bufó el moreno.
- Ah… Creo que debiste de callarte, Sokka… - Dijo Katara al ver que Frisk se había detenido.

El chico miró hacia el maestro del agua, quien efectivamente había parado de caminar y estaba de espaldas a ellos. Sokka tragó saliva en un gesto instintivo, Aang suspiró y llevó su mano a la cara, negando con la cabeza. Toph simplemente se cruzó de brazos, haciendo una mueca que ya mostraba su creciente irritación. Momo fue el único quien pareció no entender demasiado la situación. Se hizo un silencio incómodo para ellos en general mientras el viento sopló nuevamente. Era demasiado obvio que Sokka parecía haber metido la pata de lleno, era algo que a ninguno de los presentes les extrañaba, aunque era posible que Frisk no se hubiera adaptado a ello todavía.

- E- esto… - Sokka se acercó al maestro del agua. – Lo lamento, yo… No qui…
- Creo que no deberíamos seguir… - Le interrumpió Frisk, causando el desconcierto entre todos los demás.
- ¿Por qué lo dices? – Aang entonces se acercó. - ¿Te equivocaste?
- No, no es eso… - Bajó la mirada. – No estoy demasiado seguro de querer continuar.
- ¡¿Qué?! – Toph no tardó en hacerse de escuchar. Caminó hacia Frisk, toda enfadada. - ¡Debes estar de broma! ¡¿Nos hemos preparado este viaje, cambiando constantemente de dirección y usado un tiempo importante para que ahora nos vengas con esta tontería?! – Le obligó a girarse para cogerle del cuello de la camisa, sin poderle mirar directamente a los ojos como ya era usual por su ceguera. - ¡No hemos venido hasta aquí para nada!
- Venga, calma, calma. – Se aproximó Katara. – Entiendo que estés molesta Toph y en parte no niego que tengas la razón pero también es comprensible que Frisk se sienta inseguro, no sabemos con lo que nos podamos encontrar.
- ¡Yo sí sé con lo que nos vamos a encontrar, señorita! – La señaló. - ¡Y nos encontraremos con muchos problemas porque yo no he venido aquí para que ahora este idiota se haya acobardado! ¡Porque eso es lo que es! ¡Un cobarde!
- Ah, ahí vamos de nuevo. – Suspiró Sokka.
- Lo lamento. – Frisk se disculpó. – Yo no quiero causar contratiempos es sólo que… Lo último que vi antes de que la Nación del Fuego me capturase, fue el valle siendo víctima de las llamas… Para ser sincero tengo miedo de lo que vaya a ver…
- ¡¿Pues sabes una cosa?! ¡El miedo no se te irá hasta que no lo enfrentes! ¡Y yo no pienso largarme de aquí sólo porque cambiaste de opinión! ¡Así que o seguimos o seguimos! ¡Tú decides! – Toph seguía molesta y todo indicaba que no se calmaría así por las buenas. - ¡¿Acaso te crees que eres el único con temor aquí?! ¡Déjame decirte que míster quejicas es el que está más cagado de todos!
- ¡Toph eso no fue para nada amable! – Replicó Sokka. - ¡Yo no estoy asustado!
- ¡Claro! ¡Y por eso te mantienes taaaaaan cerca de la bola de pelo! ¡¿Cierto?!
- ¡Ah! ¡Cierra tu maldita boca! ¡Si lo único que vas a soltar con esa lengua es veneno, mejor mantenla quietecita!
- ¡No me da la gana! ¡Quizá la lengua deberías mantenerla quieta tú! ¡Estoy muy harta de escuchar tus comentarios! ¡Cada vez son más irritantes!
- ¡Será porque no tienes paciencia, como yo!
- ¡¿Tú paciente?! ¡Anda no me hagas reír! ¡Además! ¡Contigo es algo insoportable!
- ¡Ah! ¡¿Ahora soy insoportable?! ¡¿En qué quedamos?!
- Bueno, calmaos ya, ¿No? – Intervino Suki. – A veces cansa oíros discutir por todo.
- ¡Es su culpa! – Dijeron al unísono, ya que también se señalaron al mismo tiempo. Suki simplemente suspiró y negó con la cabeza. Este par no tenían remedio alguno.

Frisk se había mantenido callado mientras Katara y Aang permanecieron a ambos lados del chico. En ocasiones, interrumpir las peleas de Sokka y Toph era un pelín arriesgado, porque acababas recibiendo. Afortunadamente, la cosa entre esos dos acabó calmándose gracias a Suki y en parte porque Momo los distrajo, causando la risa de los presentes. No obstante, continuaban detenidos y sin seguir con el trayecto. Por eso, Aang puso su mano sobre el hombro de Frisk, esbozando una sonrisa.

- Entendemos que tienes miedo pero, sea lo que sea, nosotros estamos a tu lado, ¿De acuerdo? – Habló, viendo que Katara asentía para apoyarle a sus palabras.
- Te ayudaremos a que venzas ese temor, no te preocupes. Verás que todo se va a solucionar. – Opinó la muchacha, imitando la acción de Aang. – Nos tienes aquí contigo.
- … - Frisk giró su cabeza para mirarles a los dos, entonces asintió. – Muchas gracias.
- ¡No hay de qué!
- ¿Qué tal si continuamos entonces? – Ofreció Katara. – No nos vamos a estar aquí todo el rato, ¿O sí?
- Tienes razón. – El maestro del agua volvió a hacer una afirmación con la cabeza. – Sigamos.
- ¡Menos mal! ¡Ya era hora de que te decidieras! – Habló Toph.
- Tú mejor cállate, tus comentarios también molestan. – Dijo Sokka.
- ¿Qué has dicho cerebro de mosquito?
- No empecéis vosotros dos otra vez. – De nuevo Suki al rescate. – Sois increíbles, ¿Acaso no os cansáis de discutir o qué?
- ¿Con él? Nunca. ¡JAJAJAJA!
- ¡No es gracioso, enana!
- ¡Seré enana y todo lo que quieras pero al menos no quedo en ridículo como tú!
- ¡¡Yo no hago el ridículo!! ¡Yo hago algo llamado AR-TE!
- Sí, un “arte” para niños, ¡JAJAJAJAJA!
- ¡¡AAAH!! ¡Mejor cállate!
- Si es que… No tenéis remedio. – Suspiró Suki. – Anda ven, seguro que a Appa le gustará caminar a tu lado. – Se rió. – Con el cariño que te tiene.
- Siempre le llena de babas. – Habló Aang. – Es gracioso cuando lo hace.
- Y que lo digas. – Katara se tronchó de risa.

Siguieron caminando, sin mayores complicaciones. Afortunadamente, ni Sokka ni Toph se discutían, ya que Suki mantenía entretenido al muchacho. Momo sobrevolaba un poco la zona, para a veces pararse en el hombro de Aang o en la cabeza de Frisk, quien continuaba guiándoles. Usualmente cambiaba de dirección, deteniéndose previamente para verificar el camino y escoger la ruta más indicada a través de su sexto sentido. Appa rugía aburrido, aunque no por demasiado tiempo gracias a Momo.

Pararon un rato, para descansar y comer pero decidieron no tardarse demasiado. Las horas continuaron pasando y ellos avanzando, hasta que frente a los ojos de cada uno aparecieron unas puertas selladas con alguna clase de extraño mecanismo. Frisk se detuvo frente a éstas.

- ¿Son… Puertas? – Preguntó Sokka.
- Creo que eso es obvio, Sokka. – Fue Katara quien le contestó. – Aunque… ¿Por qué están aquí? ¿Acaso… Es alguna clase de trampa o algo así?
- ¿Frisk? – Aang miró al maestro del agua, que permaneció en silencio pero con la vista fija hacia adelante. - ¿Frisk? – Volvió a llamarle. – Hey, ¿Qué pasa? – Se desconcertó aún más cuando vio al chico acercarse a las puertas.
- Espera, eso puede ser peligroso. – Habló Suki. – No sabemos qué clase de lugar pueda ser. Pienso que no deberíamos arriesgarnos a saberlo.
- Opino lo mismo que tú, demos media vuelta y busquemos otro camino.
- No hay otro camino, Sokka. – Entonces habló Frisk, tocando las puertas con la mano. – Mirad hacia arriba, por favor. – Pidió.
- Lo único que veo es una enooorme y colosal montaña. ¿Qué hay con eso?
- No es cualquier montaña Sokka. – Habló Toph. – Es… ¿Un volcán?
- ¿Cómo sabes eso? – Preguntó el moreno.
- Usualmente los volcanes tienen formas en específico, con el sistema sísmico puedo ver a través de cualquier cosa, que no se te olvide. Hay como una especie de edificio bajo tierra y es grande, creo que también está muy caliente, hay algo que está en movimiento en su interior. – Explicaba la maestra de Tierra Control. - ¿Tú sabes de qué se trata, Frisk? Eres el único que se conoce este valle.
- Tal y como has dicho… Es un edificio subterráneo. – Contestó el aludido. – Es el Templo del Fuego.
- ¡¿Es un templo?! – Entonces Sokka se sorprendió. - ¡Pero bueno! ¡¿Qué hace un templo bajo el suelo?! ¡No tiene sentido!
- Los maestros de Fuego Control que vivían en el valle, construyeron este templo en las entrañas del volcán que hay frente a vosotros. De esa manera, no sólo evitaban una posible erupción que pudiera destruir nuestro hogar, también tenían un sitio donde entrenar sin miedo a incendiar la vegetación del entorno.
- Eso explica por qué está aquí. – Katara alzó sutilmente sus manos. – Aunque… ¿Por qué dices que no hay otro camino? Se supone que el valle es un laberinto, ¿No? Digo yo que habrá rutas alternativas.
- Las hay pero tomarían mínimamente entre dos y tres días para completarlas y llegar hasta las aldeas y la que fue mi aldea, todas ellas son el corazón del valle. Supongo que no querréis usar ese tiempo sólo para evitar este atajo. – Señaló las puertas.
- Espera, ¿Ese templo es un atajo? – Preguntó Sokka.
- Los maestros del fuego así lo hicieron para tomar ventaja de sus enemigos. La ruta por la cual os he llevado, os sería imposible de encontrar por vosotros mismos.
- ¡¿Qué di…?!
- Él tiene razón. – Toph se adelantó a Sokka. – No me costó demasiado trabajo ver que hay cientos de caminos que llevan a muchos otros senderos y no parecen muy seguros.
- Este sitio es cada vez más siniestro. – Opinó Suki.
- Entonces Frisk… ¿Qué hacemos? – Habló Aang. - ¿No puedes abrir el templo?
- No es tan sencillo como parece. El templo tiene las puertas selladas que sólo se abren con un mecanismo de apertura que se activa a través del uso del calor. Por eso están esos tubos metálicos. – Señaló. – Ellos conducen el fuego para activar ese mecanismo.
- Creo que es como las puertas del Templo del Avatar Roku. – Dijo Katara. – Debe ser el mismo.
- Tienes razón, yo pensé en eso también. – Asintió Aang. – Entonces… ¿Tú no puedes abrirlo, cierto Frisk?
- Me temo que no. – Negó con la cabeza. – Soy un maestro de Agua Control, aquí mis poderes no son útiles, y tampoco lo serán dentro.
- ¿Dentro? – Preguntó Suki. - ¿Sabes lo que hay dentro?
- Sí. Entré en este templo muchas veces. – Respondió. – Si queremos llegar hasta el corazón del valle, este templo nos conducirá hasta él en poco tiempo. Es un atajo, tal y como dije. Lo único que hay que hacer es usar fuego para abrir las puertas.
- Entonces creo que puedo ayudar. – Sonrió Aang. – Afortunadamente Zuko me enseñó Fuego Control, no me gusta demasiado su uso pero por esta vez…
- Pues nos harías un favor, ¿Qué tal si en lugar de gastar saliva, te callas y te pones a la acción? No tenemos todo el día. – Habló Toph para no variar.

Aang rió torpemente pero no tardó en posicionarse correctamente para hacer Fuego Control. El resto se alejaron por precaución. El muchacho se concentró durante unos instantes, antes de proceder. Hizo varios giros y gestos con sus manos, para crear dos ráfagas ígneas que se metieron justamente por aquellos tubos metálicos que empezaron a activar las puertas, las cuales comenzaron a abrirse lentamente. De ellas, salió una ola de calor que el grupo notó con relativa facilidad por la temperatura concentrada en el interior.

Se miraron los unos a los otros y Frisk fue el primero en entrar, así que tras él fueron los demás. El túnel fue lo bastante largo para mantenerlos en la intriga hasta que ante ellos, se abrió paso un lugar muy grande, de paredes volcánicas con estandartes de dragones colgadas, algunas muy maltratadas por el fuego, otra en buen estado y el resto prácticamente calcinadas. Por el suelo, había conductos de lava que al mismo tiempo iluminaban el templo. Había tótems con fuego en su interior esparcidos por el edificio; sacos de comida; pilares con dragones esculpidos en la cúspide; sillas de roca; pequeños árboles chamuscados; pequeños pasadizos que llevaban a otras salas a las cuales fueron.

La sala principal era pequeña y había dos tronos con la forma de un dragón, a los extremos dos pilares. En la siguiente, la cual era la colindante, había un conducto de lava que pasaba por debajo de unas escaleras rocosas acompañadas de otro árbol chamuscado. A los dos extremos, un par de pilares de dragones por cada lado que indicaba la presencia de dos habitaciones más, las cuales parecían ser una sala de torturas.

Los chicos retrocedieron para regresar al pasadizo principal.

- Esto tiene pinta de ser más bien una mazmorra que un templo. – Opinó Katara.
- No comprendo la presencia de todos esos árboles aquí, ¡No tiene sentido!
- Los árboles quemados son el hogar de los dragones leopardo que son más jóvenes. – Empezó a explicar Frisk. – En el pasado, este lugar tenía la función de mazmorra para meter a nuestros prisioneros y torturarlos con el fin de averiguar a qué habían venido y cómo habían encontrado este lugar. Era muy arriesgado que forasteros vinieran aquí, representaban un peligro para la seguridad del valle.
- Con razón habían esas camas de tortura. – Dijo Suki. – Entonces Frisk, ¿Esto es un templo o una prisión?
- Es un templo. Dejó de ser una prisión cuando el Avatar Kuruk decidió cambiar la función de este edificio y hacerlo un lugar de entrenamiento para los maestros de fuego y el refugio de los dragones leopardo. Él hizo muchas reformas con la ayuda de incluso los maestros tierra.
- ¿Aquí también hubieron maestros tierra? – Preguntó Toph.
- En el valle habían maestros de todos los elementos. Todos ellos vivían en las aldeas del valle en relativa paz y armonía. Nos conocíamos los unos a los otros porque los pueblos no eran muy grandes y nos ayudábamos con el tema de los víveres y los recursos naturales para la vida. Todos teníamos la única obligación de proteger la Sala del Avatar.
- ¿La Sala del Avatar? – Repitieron Katara y Sokka.
- Se hizo hace mucho tiempo atrás para mantener estables las energías espirituales del valle. Según viejos relatos que fueron registrados en antiguos pergaminos, contaban la existencia de conflictos entre los espíritus con el ser humano aquí en el Valle Perdido. Al principio se creyó que los espíritus estaban enfadados porque su hogar había sido interrumpido por la actividad humana pero más tarde se confirmó que era porque ya había energías inestables que chocaban entre sí. Así que el Avatar Kuruk se encargó de poner un orden a ese problema y se resolvió, creando la Sala del Avatar que las mantiene a ambas en equilibrio. Pero como consecuencia, la Sala del Avatar y el Valle Perdido se necesitan mutuamente para poder mantener la vida aquí. Aunque una de ambas energías se vea afectada, si una de ellas permanece intacta entonces es posible que todo vuelva a su estado inicial.
- Es increíble… - Dijo Suki. – Vaya, sabes mucho sobre tu hogar.
- Sí. Ni siquiera Sokka sabe tanto del suyo. – Rió Katara.
- ¡Oye! ¡No es mi culpa! ¡Yo tenía muuuchas cosas importantes allí en la Tribu del Agua del Sur!
- Está bien, no hay problema. – Frisk sonrió. – Yo me dedicaba a leer mucho y también a escuchar las historias de los venerables ancianos y de los hombres más veteranos de las aldeas. Me gustaba oír incluso las anécdotas de muchos maestros de distintas Artes de Control. Toda clase de conocimiento me gusta, porque siempre puede serme útil para ayudar a alguien.
- Pero eso es muy aburrido. – Dijo Toph. – Es más divertido romper las normas y hacer lo que te plazca sin que nadie tenga que decirte nada. ¡Romper cosas y patearles el trasero a los demás es una gozada!
- Jeje… Je… Claro Toph. – Habló Aang con torpeza. – Pero Frisk… Aquí no hay ningún dragón leopardo.
- Debieron huir cuando tuvieron oportunidad… Al menos eso espero. – Contestó el chico.
- ¿Dragones leopardo? – Preguntó Suki.
- Son dragones con manchas de leopardo, lógicamente. – Frisk miró a la chica. – Pero son enormes, creo que un poco más que Appa. Sin embargo, no son tan peligrosos. En el valle los considerábamos los maestros originales del fuego.
- Aquí parece que había de todo. – Habló Sokka.
- Más o menos.
- Pero a pesar de todo… - Aang miraba a todas partes. – Es increíble lo enorme que es este sitio y que… Que la lava se deslice con esa inmensa facilidad. Esos conductos parece que están bien hechos.
- Deben de estarlo o de lo contrario este lugar se echaría a perder. – Dijo Toph. – Estamos muy cerca de la cámara de magma del volcán.
- El templo fue hecho con mucha precisión incluso cuando se hicieron reformas. – Intervino Frisk en la conversación mientras andaban hacia un túnel: su atajo. – Cualquier trabajo que aquí se realizaba era peligroso y debía de ser hecho con cuidado, es arriesgado y mucho construir tan cerca de un volcán, ya que las vibraciones subterráneas provocadas podrían derivar en una erupción involuntaria que no podría controlarse.
- Eso es muy cierto. Hubierais acabado todos calcinados aquí. – Opinó la maestra de la tierra. – Pero, sabiendo eso… Aún así, ¿Por qué se hizo? Me refiero a la construcción, por supuesto.
- Este templo está expuesto a las presiones y a las temperaturas que origina el volcán, aquí los que tenían afinidad con Fuego Control estaban obligados a aprender algo llamado “auto control”.
- El maestro del almirante Zhao me explicó sobre ello. – Dijo Aang. – Un maestro de Fuego Control debía de saber auto controlarse a sí mismo para no destruir tu alrededor y a los que te rodean, y evitar así un desastre.
- Exacto. Ese mismo concepto se aplicaba aquí. – Asintió Frisk. – El volcán es un lugar inestable de presiones, vibraciones y temperaturas, también de actividad por supuesto. Por eso mismo, este templo era el sitio indicado para el aprendizaje de esta Arte de Control. Todos aquí estaban obligados a controlarse a ellos mismos y avanzar adecuadamente con el fuego.
- Sin duda es un rincón inhóspito pero eficaz para el entrenamiento de maestros de fuego.
- Yo no sé vosotros pero aquí me muero de calor. ¡Quiero salir ya!
- Ahí va otra vez míster quejas.
- ¡Yo no soy míster quejas, enana!
- ¡Claro que lo eres! ¡Ya te estás quejando!
- No empecéis de nuevo. – Intervino Suki.
- Es por aquí. – Indicó Frisk. – Una vez crucemos este túnel llegaremos a mi pueblo.
- ¡Ah! ¡Qué bien! – Se alegró Aang. - ¡Tengo ganas de verlo! ¡Vamos, chicos! – Y fue el primero en meterse en el estrecho atajo.

El resto le siguió y con un poco de suerte, Appa pudo caber al tener el tamaño justo. Pero a diferencia del túnel anterior, este era más largo. Aunque fue cuestión de poco más de media hora que finalmente, acabaron por cruzar y la luz se abrió paso ante ellos. Sin embargo… Nada era como ellos habrían esperado, al menos no como Aang llegó a imaginarse. Todos salieron y en pocos momentos, pudieron apreciar un pueblo cubierto de cenizas y polvo, de casas destruidas y muy pocas conservaban parte de sus estructuras. Aang se quedó boquiabierto pero con una triste expresión mientras Frisk se adelantaba unos pocos pasos al grupo y a él.

El silencio era sepulcral. Incluso Toph era capaz de ver a través de su sistema sísmico el panorama que se abría paso ante ellos. Lo que una vez pudo ser un lugar armonioso y bello ahora sólo era un vasto territorio destruido por el fuego. Aang lentamente y tras haber mirado a todas partes, dirigió su vista hacia Frisk, observando su espalda. Tragó saliva, imaginando cómo debía de sentirse. Sólo el pequeño rugido de Appa se escuchó cuando se acercó al maestro del agua. Incluso Momo, mostró su preocupación y su incertidumbre.

- Esto se ve horrible. – Sokka fue el primero en decir algo, y menos mal que lo hizo. El ambiente, ya de por sí deprimente, era tenso. – Como siempre… Los de la Nación del Fuego hicieron algo que pudieron simplemente ahorrarse.
- Y que lo digas. – Siguió Suki. – Supongo que… Simplemente quisieron conquistar este lugar, como ya lo hicieron o intentaron con muchos otros.

Frisk les ignoró y simplemente caminó hasta detenerse en una casa que pareció ser grande en un pasado, y que aún conservaba pequeñas partes de su estructura. Alzó poco a poco, su mano izquierda tocando la madera quemada como si tuviera miedo o… Inseguridad. Pero nada más lejos de la realidad. Él simplemente… Recordaba su pasado, y comparaba las imágenes del antes con el ahora… Con el después.

Sokka y Suki empezaron a dedicarse a inspeccionar el lugar por mera curiosidad. Algo que Toph también hizo en compañía de Katara, aunque la maestra del agua lucía más preocupada por Frisk más pensaba que él ahora deseaba, quizá… Estar solo. Razón por la cual no iba a preguntarle si estaba bien. Fue algo que inconscientemente, lo dejó en manos de Aang, quien sin duda sí se acercó al muchacho. Aspiró aire y lo soltó, en un gesto breve que indicaba su nerviosa postura, y que no sabía demasiado qué decir en primera instancia.

- Esta era mi casa. – Frisk fue quien tomó el inicio de la conversación. Su mirada lucía triste, casi totalmente sin esperanza. – Era la más grande de esta aldea. Las demás quedan a unos pocos kilómetros. Usualmente aquí solíamos también tratar a aquellos que se habían hecho daño, a modo de “enfermería”. – Explicaba.
- Eso significa que teníais buen nivel de curación, ¿No?
- Yo solía ayudar mucho a mi madre en ello. Éramos los únicos que nos ocupábamos de ello. El resto de los maestros usualmente aprendían más conocimientos o simplemente los enseñaban a las nuevas generaciones.
- O- oye Frisk… - Le llamó, poniendo su mano en el hombro. – Mira… Yo… Yo sé cómo te sientes. Pasé por lo mismo que tú. Puede que ahora lo veas todo perdido, o incluso sientas mucha rabia y resentimiento contra la Nación del Fuego pero…
- Tranquilo, no iré a buscarle cuentas pendientes a Zuko. – Le interrumpió. – Él ahora está a la cabeza de su reino, ¿No es así? – Miró al Avatar. – Supongo que no tendré que preocuparme, además… - Cerró sus ojos. - ¿Qué más le pueden hacer al valle? Ya está todo destruido, ya no hay animales y los dragones leopardo que probablemente sobrevivieron, marcharon y aquí no van a regresar. Mira cómo está todo. – Se giró, alzando sus manos para hacer referencia al lugar. – Todo pasado por el fuego, destruido, cubierto de cenizas y polvo… Con mucha suerte los templos habrán permanecido intactos.
- ¿Hay más templos? – Preguntó. – Podríamos ir y confirmarlo. ¿Por dónde están?
- Es que… ¿Quieres ir a verlos?
- ¡Claro! Tú mismo dijiste que no todo estaría destruido, ¿No? Debemos de comprobarlo. – Contestó. Por todos los medios, Aang trataba de animar al maestro del agua. No le gustaba verle tan… Decaído.
- Es… - Iba a acceder.
- ¡EEH! ¡Aang! ¡Frisk! ¡Venid, venid! – Les gritaba Sokka desde lo lejos. - ¡Hemos encontrado algo genial!

Los dos se miraron mutuamente, y se encogieron de hombros sin entender demasiado qué pasaba. Se alejaron de la casa para acercarse a su compañero en compañía de Suki. Una vez con ellos, miraron a Sokka quien simplemente se agachó y señaló una planta… O más bien una flor azulada con detalles en blanco. Frisk, al verla, esbozó una gran sonrisa. El maestro del agua imitó al moreno, acariciando con mucho cuidado la planta.

- Qué gran milagro… - Susurró. – Esto es genial, ¡Es estupendo!
- ¿Por qué? – Preguntó Suki. – No creo que una flor pueda vivir sola en un terreno así.
- Esta no es una flor cualquiera, Suki. – Dijo Frisk. – Es una Flor del Eco.
- ¿Flor de qué? – Cuestionó Sokka.
- Flor del Eco. – Repitió con calma. – Estas flores siempre han estado en el Valle Perdido durante cientos de generaciones, todo aquello que oyen, lo pueden reproducir. Es como si coges a un loro que te repite aquello que le dices, es lo mismo.
- Vaya, entonces es genial. – Sonrió Aang. – Nunca había visto una, ¿Es una especie única en este valle?
- Lo es. – Asintió. – Además, nosotros las usábamos para iluminarnos durante las noches. No usábamos fuego para proteger la vegetación que siempre nos había rodeado. Así que cogíamos recipientes y sacábamos las flores para ponerlas en ellos y así evitar hacerles daño. Las Flores Eco brillan cuando el sol nos dice adiós.
- Este sitio es cada vez más extraño. – Dijo Sokka.
- ¿Y qué haremos con la flor? – Preguntó Suki. - ¿Nos la llevaremos o algo?
- No podemos hacerlo. – Frisk miró a la chica. – Es parte del ecosistema del Valle Perdido y también está vinculada a las energías de aquí. El hecho de que esta flor siga viva o haya podido nacer después de lo que sucedió significa que el valle tiene energía y que por lo tanto, puede volver a su estado inicial.
- Muy buena toda esa explicación y lo demás pero… ¡¡Yo no entiendo absolutamente nada!!
- Es fácil de entender Sokka. – Habló Aang. – Cada lugar de este mundo tiene un porcentaje de energía espiritual en concreto. Como en el pantano, que tenía mucha, es lo mismo aquí. Hay lugares que se mantienen vivos o que dependen de esa energía para seguir existiendo, si se elimina, entonces desaparece. Eso es lo que Frisk intenta explicar.
- Entonces… ¿El valle aún tiene posibilidades? – Suki miró al muchacho.
- Las tiene. – Asintió con una sonrisa. – Y nada me hace más feliz. Que esta flor siga viva es una clara señal que el Valle Perdido aún tiene pequeñas reservas de energía espiritual. De ser así y si la Sala del Avatar ha permanecido intacta, entonces es más que seguro que el valle regresará a ser el que fue una vez.
- Eso es genial, ¿No? – Habló Sokka. – Son buenas noticias, al menos este lugar no se perderá para siempre.
- Sokka tiene razón, sin embargo… ¿Hay algo en lo que podamos ayudar?
- No, Aang. Sólo podemos esperar. Los árboles quemados desaparecerán con el tiempo, la vida regresará y todo volverá a su normalidad.
- Por cierto, ¿A dónde se metieron Toph y Katara? – Sokka giró su cara de un lado a otro. – No las veo por aquí.
- ¿Qué tal si vamos a buscarlas? – Ofreció Suki.
- Eso es obvio.

Así que, sin más, Frisk y Sokka se pusieron de pie. Mientras avanzaban, Frisk se detuvo a mirar la que fue su casa, con cierta tristeza. Más la sonrisa de Aang le hizo corresponderla con otra, y sin más, siguió junto a ellos para averiguar dónde se encontraban sus dos compañeras. Hablaban de diversas cosas, aunque Frisk no prestaba demasiada atención, ya que se distraía con Appa. Aang le observaba relajado, ya que se estaba preocupando, todavía, de que todo esto en verdad pudiera afectar al chico… Y le angustiaba aún más el hecho de que Frisk simplemente estuviera fingiendo. Nada le sentaría más mal.

Notas finales:

¡Hasta la 3ª parte!


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