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Notas del capitulo:

Próxima actualización: 14 / 02 / 2017

Tokio, Japón
31 de enero de 2018
De camino a la casa de Kuroko Tetsuya
8:12 de la mañana

 

— ¿Crees que le vaya a gustar? – Preguntó un rubio a un malhumorado pelirrojo oscuro.

— ¡Qué sí, Kise! ¡Llevas todo el camino preguntándome lo mismo...! – Se molestó Kagami Taiga.

— O vamos, Kagami-cchi, ¡no pongas esta cara, que vas hacer que Kuroko-cchi nos cierre la puerta antes de que podamos decirle «felices 18»! – Decía alegremente Kise Ryouta.

— Haced menos ruido, son las 8 de la mañana y despertaremos el vecindario. – Dijo un peliverde mientras se ajustaba sus gafas en el puente de su nariz con irritación.

— No seas aguafiestas, Midorima-cchi. – Decía Kise infantilmente.

— Tetsu-Kun, ¡ya nos podemos casar! – Decía soñadoramente Momoi Satsuki mientras tenía un aura rosa rodeando sus fantasías.

— No te hagas ilusiones. – La cortó Aomine Daiki, haciéndola enfadar.

— Yo voy porque Kuroko-chin siempre tiene dulces además quiero grabarlo cuando coma tarta. – Comentó Murasakibara Atsushi sonriendo y comiendo dulces.

Aomine estaba pensando seriamente en qué momento se encontraron todos para ir a casa del peli-celeste. Él solo quería pasar por la casa de Tetsuya, decirle «felices 18» y darle su regalo; esperar a que se arreglara y juntarse más tarde con los demás. No pensó en que todos habían pensado igual que él.

— Ya llegamos. – Akashi Seijuuro tocó el timbre de la casa con suavidad.

 

Tokio, Japón
31 de enero de 2018
Casa de Kuroko Tetsuya
7:06 de la mañana

 

Kuroko se levantó de manera pesada y molesta. Miró el reloj de su mesilla y observó que apenas eran las 7 de la mañana. Notaba como si hubiera estado durmiendo durante años y acabase de despertar de ese sueño profundo. Cuando puso sus pies en el suelo notó de golpe que aquella no era su habitación a pesar de su similitud. 

Se puso un poco nervioso. Hacía un tiempo que los Yakuza del clan Minoda, que negociaba con su clan, Bijuu en la parte norte de Francia, le tenían el dedo en el ojo. Esperaba que sus padres estuvieses bien.

Se enderezó y se dirigió al armario puesto que se dio cuenta que los bóxers que llevaba eran demasiado grandes. 

Rebuscó su ropa y sus armas. 

— Vaya, ¿por qué toda la ropa me va tan grande? – Se molestó Kuroko al probarse ya la cuarta camiseta. Resopló; le sorprendió al ver uniformes de la escuela Seirin e incluso más le sorprendió ver el uniforme de básquet. Digamos que, al menos en su memoria, él era el peor jugador de básquet de la historia de su colegio.

Fue quitando percheros y ropa plegada, dejándola delicadamente encima de la cama, hasta que encontró una gran caja de cartón sellada con celo. La abrió y observó que era su ropa, el bate se hallaba más al fondo y su pistola Glock 25 SDN entre algunas armas secundarias.

— ¿Es una broma, o qué? Incluso mi collar está aquí... – Se lo colocó rápidamente. Consistía en una cuerda de cuero negro delgado con un pequeño zafiro enmarcado en plata. Ese collar era realmente importante, era su identificación. – Si son secuestradores, son patéticos... Hasta dejaron mi celular a mano. Mm... no tiene batería, extraño... Creo que ayer lo puse... – Suspiró. – Qué más da, deberé ponerlo a cargar...

Cuando se dispuso a bañarse observó que el tatuaje青玉 (zafiro) situado en la línea de la espalda no estaba.

Eso era extraño y lo único que hizo fue ver que realmente estaba tapado por maquillaje. Eso se estaba tornando raro, hasta en cierto punto, paranoico. – Quieren confundirme. – Sentenció.

No le dio más vueltas al asunto y después de darse un baño relajante (pensando como en esa casa tenía todo lo que él le gustaba) tapó su tatuaje con vendas por si acaso.

— En cuanto tenga oportunidad llamo a Naruto. Cuando sea alguna de sus bromas lo mato. – Dijo seriamente.

Cuando se estaba secando el cabello notó que lo tenía un poco más corto de lo normal. De igual manera se tiró el cabello para atrás.

Se colocó unos pantalones negros y un Pull and Bear (camiseta de tirantes para hombre) celeste y unas Tennis shoes negras. Ya, si tenía frio, cogería la chaqueta.

Justo cuando cargo la pistola y la coloco en la atadura de la cintura de su pantalón (esos pantalones eran expresamente para cargar armas de manera discreta) junto a un par de cuchillos, el timbre de esa extraña casa sonó, que cada vez que se paseaba por ella, veía fotos suyas pero como si en ellas fuese más mayor. ¡Incluso encontró una con gente desconocida en una cancha de básquet! Abajo del marco ponía claramente con su firma; «Los mejores de Japón».

— Vaya, parece que... – Volvió a leer el pie de la foto. – Espera, ¿Japón?... ¿Cómo...? ¡¿Qué mierda...?! – Se quedó estático. – ¿¡Estoy hablando japonés?!

Estaba atento a cualquier movimiento de los individuos que estaban detrás de aquella casa. Y abrió.

— ¡¡Felices 18!! – Dijeron a coro los 7 chicos que tenía delante suyo.

Kuroko los miro. ¿Era él o su cuello estaba empezando a doler bastante? ¡Dios que gigantes eran esos tipos...!

— Genial, lo que me faltaba. – Dijo malhumorado el menor.

— ¡¡No seas cruel, Kuroko-cchi!! – Exageró Kise intentando abrazarlo, pero el peli-celeste lo esquivó ágilmente.

Estaba por cerrar la puerta cuando cayó en cuenta de algo...

— ¿Qué felices 18?... – Dijo Kuroko confundido. Si era su cumpleaños pero... – Tengo 12. – Más confundidos estaban sus compañeros, puesto que Kuroko iba de una manera tan distinta a la que iba normalmente. Le daba un toque...

— "Rebelde". – Además, ¿eran ellos o Kuroko era 20 cm más bajo de lo habitual? O, pero dejando eso de lado... – "Pero lindo..." – Pensaron los presentes ante la cara confundida del menor.

— Lo siento, pero creo que no soy a quien buscan.

Hubo un silencio incómodo y largo. Kuroko estaba por cerrarles la puerta pero de nuevo fue interrumpido. Necesitaría tomar medidas de seguridad. Quizás eran agentes encubiertos intentando confundirle. ¡Qué tontos!

— Chico, ¿cuál es tu nombre? – Preguntó Kise rompiendo esa atmósfera tan extraña.

— No voy a decir mis datos personales a gente que no conozco. – Dijo seriamente el peli-celeste. Miró con rencor al más alto. – "Casi ni le veo la cara..."

Antes de que nadie pudiera decir algo, Akashi se acercó con mala cara al niño y con unas tijeras en mano. Eso helo a los demás pero Kuroko solo se quedó serio, apartando levemente su rostro del puntiagudo objeto.

— Dime tu nombre, mocoso. – Dijo el emperador con las tijeras muy cerca del rostro del menor que lo miraba intimidante. No quería aceptarlo, pero se sentía inquieto por no saber dónde se encontraba su Kuroko. En su lugar tenía una réplica en miniatura (linda) pero demasiado molesto a la vez.

Kuroko sacó uno de sus cuchillos y lo amenazó en clavárselo seriamente en la pierna.

— Eso debería de preguntar yo. ¿Acaso sois los Yakuza del clan Minoda? ¿Creen que con siete niños de parvulario van a detenerme? – Eso se estaba poniendo feo. Akashi estaba siendo "vacilado" / amenazado por un crío de 12 años. Eso no sacaría nada de bueno...

— ¿Qué mierdas dijiste? – El Emperador no dudó en pasar las tijeras a una velocidad inhumana por la mejilla del menor, dejando un rastro carmesí en ella. Kuroko paso su mano por la herida. 

— ¿Es todo lo que tienes, Cerecita? – Preguntó con burla.

Todos tiraron un paso hacia atrás en busca de un poco más de seguridad lejos del aura profunda y oscura del capitán.

— Yo lo mato. Vosotros encargaros de la escena del crimen. – Los chicos, con miedo a que se cometiera asesinato le sacaron las peligrosas tijeras de la mano de Akashi (como no, ¿quién fue el suicida?).

— ¿Yakuza? Perdón chico, solo venimos a esta casa para felicitar a un amigo. ¿Sabes quién es Kuroko Tetsuya? ¿Eres algún familiar suyo? – Preguntó con suavidad la peli-rosa para calmar el aura oscura de Akashi y transmitirle confianza al pequeño, aunque... Bueno, su aura competía contra la del Emperador.

— ¿Kuroko Tetsuya? Imposible. Tetsuya soy yo, ¿amigos míos? Lo dudo. – Dijo guardando su arma de donde la sacó.

Otro silencio.

Esto debía ser una de aquellas bromas pesadas; pensaron los mayores ahora. 

— A ver... Mira, no sé qué tienes que ver con el clan de Yakuzas, pero solo queremos saber dónde está Kuroko. Un chico bajo, de unos 1,70 m, que le encanta la malteada de vainilla... Digamos que es como tu, pero en versión grande. – Kuroko los miro raro y los dejo entrar porque estaba empezando a impacientarse y además tenía frío. 

Momoi cogió la foto de Kuroko donde salía el equipo de Seirin en la final de la Winter Cup.

— Chico, es este de aquí. – Dijo Momoi señalando la foto. Kuroko frunció su entrecejo y miro molesto a la mayor que rápidamente se sintió levemente intimidada.

— Para empezar, no me llamen niño, criatura, mocoso ni chico. Me llamo Kuroko Tetsuya. Ese otro sujeto no tengo ni idea de quién es. Puede que sea mi hermano perdido... – Dijo con sarcasmo. 

— ¡Mira imbécil! ¡Me estas agotando la paciencia! ¡O me dices donde esta o te parto, maldito crio! – Grito Aomine harto cogiendo al niño por la solapa de su camisa.

Un pitillo resonó en la sala. Desconcentrando a Aomine por un segundo. Kuroko con ágiles movimientos, empujo a Aomine con una fuerza lo suficiente fuerte para tirarlo al suelo.

El peli-celeste se dirigió a donde tenía su móvil cargándose y lo abrió de inmediato.

— Si van a estar fastidiando, mejor váyanse, inútiles como vosotros no son necesarios. – Dicho esto, el peli-celeste se concentró en su celular. Las 9:58. Busco un contacto en concreto y llamo. Eso ante la furiosa mirada de Akashi y Aomine. Ese maldito niño les estaba comenzando a tocar los huevos. – Hatake-San. – ¿Hatake? 

— ¿Quién es ese tipo? – Preguntó Kagami a la Generación. 

— Ni mierdas, no tengo ni idea. – Dijo Aomine sorprendido. 

— Callad y prestad atención un poco. – Dijo molestó Midorima.

— ¿Cómo que "cuanto tiempo"? Si nos vimos hace 2 días... – Dijo molesto Kuroko. – ¿4 años sin vernos? – Dijo sorprendido Kuroko. – ¿Cómo que debo tener 18? ¡Hatake-San, sigo teniendo 12! – Kuroko se había perdido. – En Japón. Pensé que había sido un secuestro o una broma de Uzumaki-San, pero solo me encontré con unos buenos para nada. – Kuroko era ajeno al aura oscura que tenía detrás de él. – ¿Qué no te lo crees...? – Suspiró. – No sé qué ha pasado. – Kuroko estuvo un rato en silencio. – ¿Están contigo? – Pausa. – ¿Podrían venirme a buscar? – Kuroko se sentó en uno de los sillones, con las piernas cruzadas y su mano en la cabeza, a modo de disculpa. – Lo siento, Uchiha-Sempai. – Pausa. – ¿Y ese? – Kuroko izó una mueca extraña. – Entonces nos conoceremos después, si, si, gracias Kakashi-san. Nos vemos.

— Esta loco. – Comentó en voz baja Momoi.

— Me da igual que este loco, yo sólo quiero verlo sufrir ahora mismo. – Dijo Aomine con unas tijeras en mano. 

— Aomine-cchi, ¿de dónde sacaste estas tijeras? – Preguntó el rubio con frustración. Tenía suficiente con Akashi...

— Bien chicos. He estado hablando con un compañero y me ha dicho que me vendrán a buscar en 6 horas. De mientras quiero saber todo lo que sabéis de mi doble

— ¿Y qué hay de ti? – Preguntó Kise.

— Si os lo cuento tendré que mataros. – Dijo fríamente. 

— ¿Soy yo o es como un doble de Akashi con la apariencia angelical de Kuroko? – Susurró Kagami.

Todos asintieron ante la letal e inexpresiva mirada del menor. Joder, ¡pequeño pero matón!

— Bien, bien. No nos pongamos psicópatas. A ver, Kuroko Tetsuya es un chico que físicamente es exactamente igual que tú, solo que mayor. Hoy cumplía 18 años y venimos a celebrarlo con él puesto que sus padres tienen temas de negocios a menudo. Es bastante inexpresivo y suele ocultar sus problemas, mayoritariamente. Le encanta el básquet, lo adora. Aunque realmente sea un flojo, se esfuerza mucho y además es muy bueno con los pases. Despues del entrenamiento toma siempre una malteada de vainilla. A, y es un tipo con muy poca presencia. – Dijo Momoi. – Aunque también es muy amable y caballeroso con las mujeres. – Continuo mientras juntaba sus manos y soñaba despierta. 

— No le pongas tantas flores, Momoi. – Dijo seriamente Kagami. – Te falto decir que es muy cruel con los miedos de los demás... – Comentó mientras algunos soltaban lagrimas exageradas recordando el miedo que le tenía a los perros o el miedo de Daiki hacia los fantasmas.

Murasakibara seguía comiendo dulces de la nevera (Kuroko tiene muchos dulces...) mientras que Kise revoloteaba por toda la casa coleccionando cosas de su amado peli-celeste.

— Se autoproclama ser una sombra. Pero sin que se dé cuenta es la luz del equipo. – Decía un sonriente Kagami.

— Cierto. – Afirmó Aomine.

— Si no hubiese sido por él nosotros aún estaríamos separados... – Continuó Midorima ajustándose los lentes.

— A sido un gran súbdito. – Comentó Akashi, ganándose una mirada reprochadora de los presentes mayores. – ¿Qué? 

— Además es muy atento y... – Intentó continuar Kise.

— Ok, basta. Tanta cursilería me está dando estragos, enserio. – Comentó Kuroko con molestia mientras se levantaba. – Ya veo que no nos parecemos ni en el blanco de los ojos.

Midorima observaba como el pequeño actuaba y su manera de expresarse. No llegaba a entender esta extraña situación. Su preciado horóscopo había advertido aquella mañana a todos los signos un extraño acontecimiento.

Ahora que lo pensaba con detenimiento, ellos no sabían quién era Kuroko Tetsuya hace seis años atrás.

El caso es que ese niño era clavado a Kuroko Tetsuya, aunque actuaba diferente. Decía ser él, solo... Cabía la minúscula posibilidad de que... Quizás aquello que Oha-Asa había predicho para Acuario era cierto...

En un principio no había entendido que significaba pero...

"Querido Aquario. Deberás cancelar todos tus planes por ahora. Parece ser que passado y presente se han mezclado. Cuidado con lo deseas, mi Aquario. Las cartas me dicen que hasta que no te aprendas a valorar en ambos momentos y aprecies lo que tienes en el presente no podrás volver a tu tiempo correcto."

Difinitivamente no lo había entendido hasta ahora.

— Kuroko. ¿En qué año estamos...? – Dijo Midorima ante la cara de confusión de los demás. 

— Midorima, que preten... – Intervino Aomine.

— 2012 – Dijo molesto. A qué venía eso. 

Los 7 chicos restantes miraron al niño como si fuera un bicho raro. Momoi miró a Kise y este asintió, entendiendo enseguida, dándole un teléfono mientras él buscaba algo en su celular.

— El número del manicomio más cercano es...

— ¿Qué idiotez están haciendo? – Dijo con ojos irritados el menor. 

— Mocoso, estas fuera de sitio. Estamos en 2018. – Dijo Kagami.

— ¿Piensan que me voy a creer esa mierda? Además, Cejas Raras, no me llames mocoso. – Dijo molesto. Miró impacientemente la hora. Las 10:38. Aún quedaban cinco horas y media. – ¿Acaso quieres ser el primero en morir? No estuve entrenando toda mi vida para que me vengan llamando estupideces como estas.

— Te llamo como se me venga en gana, enano. – Fin, la gota que colmó el vaso.

Kagami estaba al suelo siendo víctima de una llave que desconocía pero que lo tenía totalmente paralizado. Kise, alarmado de que Kuroko-Junior le rompiera algo a Kagami (cosa que no sería muy bueno para Seirin) cogió al -ahora menor- y lo apartó sin darse cuenta de que en menos de lo que canta un gallo se encontraba besando el suelo con el pie del peli-celeste encima de su cuello con una sonrisa algo sádica y seria.

Ante eso, se desató una guerra de insultos, sarcasmos e ironías. Tendrían que esperar un poco para recibir explicaciones... Porque estaba claro que por parte de ese Tetsuya no encontrarían ni entenderían absolutamente nada.

 

París, Francia
31 de enero de 2018
Sala de control del clan Bijuu
1:40 de la mañana

 

Hatake Kakashi despidió su día con un buen trago de sake y unas cuantas mujeres entre sus manos. Naruto, Sai y Sasuke estaban de misión y no tardarían en llegar. Los esperaría un poco más y de mientras acabaría unos cuantos informes que tenía pendientes. Así podría tener un poco de tiempo libre el día siguiente.

Apenas 10 minutos después, la predicción de Kakashi se cumplió. Tres chicos entraron por la puerta con una sonrisa triunfadora a pesar de su cansancio.

— Veo que les fue bien. – Sonrió Kakashi.

— Kakashi, a nosotros siempre nos va bien. – Burló Uzumaki Naruto. Clasificado como el noveno. Era llamado Kyubbi, por su astucia y su audacia. Hacía unos pares de meses que cumplió los 18. El chico era doncel, claramente no era de ser muy listo; su rostro fino y su cuerpo casi femenino era una clara señal. Sus ojos azules viajaron a los de los dos varones que lo acompañaban.

— No presumas tanto, dobe. – Sonrió al ver el berrinche del menor. Uchiha Sasuke. Clasificado como Zenkio. Tenía 19 años. Era un varón, hijo menor de la primera línea sanguínea del clan Uchiha.

— En realidad, Naruto, casi te matan. – Hizo una pausa. – Dos veces. – Uchiha Sai. Clasificado como Yunkai. Primo hermano de Sasuke. Único hijo de la segunda línea del clan Uchiha.

Naruto iba a revocar a Sai con unos cuantos insultos cuando el teléfono de Kakashi sonó. 

— Hatake Kakashi al habla.

— ¿Quién llama a esas horas? – Dijo con cansancio Naruto. 

— ¿Kyzen? – Kakashi se sorprendió al reconocer rápidamente la voz inexpresiva. De golpe comenzó a reír suavemente. – ¡Cuánto tiempo!

— ¿Kyzen? No me lo puedo creer. ¡¡Es él Sasuke!! – Susurraba a gritos Naruto.

— ¡Usuratonkachi! No te emociones tanto y deja de gritar. – Dijo Sasuke.

— ¿Cómo que dos días? – Kakashi rio. – ¡¡Si llevamos como cuatro años sin vernos las caras!! ¡¡¡Ya debes ser todo un hombre!!! – Continuó burlando Kakashi.

— Es que desde que se fue del Clan no hemos vuelto a ver. ¡No encuentro el momento de ver que tanto ha cambiado desde entonces! – Dijo emocionado.

— "Seguro que es menos ruidoso..." – Pensó molestamente Sasuke. 

— ¿Has estado bebiendo, renacuajo? – Dijo calmando su risa. – Anda, cuéntame, ¿dónde estás ahora? – Pausa. – ¿Secuestro? Vaya. Sí que has bebido. – Volvió a reír. – No me lo puedo creer, enserio. Eso tengo que verlo. – Burló. Antes de que pudiera continuar Naruto chilló.

— ¡¡¡Tetsu-Chan!!! ¿¡Qué tal!? ¡Tenemos que ponernos al día, he! – Dijo alegremente.

— Me da ganas de conocerlo. Si es compañero y amigo de Naruto no lee veo por qué no. – Sonrió Sai de manera escalofriante como siempre, básicamente.

— ¿He? Sí, claro. – Pausa. – Ah, está bien. – Suspiró con resignación.

— Ah, Tetsuya, acabamos de llegar. – Pausa. – ¿Eh? Ya. – Gruñó. – Esta bien. – Sasuke fue diciendo maldiciones mientras iba a cambiarse. 

— Espero que nos conozcamos. – Comentó Sai. 

— Es Sai Uchiha. Bueno, Tetsuya, me despido, más tarde hablamos. Claro, sí. En seis horas estamos.

Kakashi colgó y solo pensó en que cuando viera a Tetsuya lo iba a matar. Él tenía un día libre planeado... – Realmente estoy llorando internamente...

Naruto iba de aquí para allá haciendo las maletas a una velocidad inhumana. Tenía ganas de reencontrarse con él. Al fin de cuentas, después de que Kuroko se despidiera nunca más supo de él; ni a dónde fue, ni con quién, ni cuándo... entre otras preguntas que él quería que le contestará el mismo Tetsuya, no por nada eran primos...

 

Notas finales:

¡Espero que les haya gustado! Muchas gracias.

Cualquier cosa, decidmelo, :), tengan un lindo día.

Saludos y besos.


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