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Polaris por Yori Kibara

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Aquellos ojos de zafiro encendido se abrieron lentamente y lo primero que miraron fue el celeste del techo de su apartamento, por un momento pensó que todo lo que había pasado fue simplemente un sueño, un grito de su subconsciente por encontrar aquella persona "correcta", por desgracia el dolor en su costado lo regreso a la realidad y al levantarse noto que en el sillon contiguo se encontraba perdidamente dormido aquel pelinegro.

Habia un olor en el ambiente que le hacia cosquillas en la nariz, al mirar la mesa de centro, vio un pequeño monton de toallas de mano manchadas de sangre y a un lado, la botella de ron especiado de la alacena, casi vacia. Al notar que el pelinegro no se movia, su cabeza se lleno de panico pensando lo peor; asi entonces se acerco lo mas rapido que pudo y pego su oido en el pecho del joven. El panico se desvanecio al escuchar un firme y constante latido junto a la suave y casi imperceptible respiracion del pelinegro. Sonrojado, impresionado de si mismo sobre el acto de acercarse asi a un desconocido, se quedo inerte mirandolo sentado en el piso. Lo miraba como si pudiera grabar en sus ojos cada centimetro de él, como un mendigo mirando un tesoro.

En su mente, lo que habia pasado esa tarde y el modo en que ocurriera no era otra cosa que una señal clara de que ese hombre se trataba de la persona que habia estado esperando toda su vida. Aquella persona que habia estado buscando. La persona "correcta". Necesitaba saber su nombre, de donde venia y que lo habia llevado a encontrarle; docenas de preguntas pasaban por su mente cuando aquel pelinegro se movio ligeramente sin despertar, en ese ligero movimiento el castaño se percato de un breve sonido metalico que entre la tela de su camisa dejaba al descubierto una cadena alrededor de su cuello. Despacio tiro de la cadena, esperanzado en encontrar algo que le diera aunque fuera una breve pista de quien era ese hombre de cabello de ebano, perdidamente dormido en su sofa.

Al final de esa cadena habia un par de placas, muy parecidas a las que utilizan en la milicia, solo que estas eran mas delgadas, una de ellas tenia grabado un fino codigo de barras seguido de una serie de letras y numeros que no parecian tener ningun sentido, mientras la segunda tenia grabada el ala de algun ave, quizas, no era claro ya que estaba rota por la mitad.

-LM-5692-5- susurraba decepcionado para si mismo, estas letras y numeros no le decian nada sobre el pelinegro. Cierta ansiedad se apoderaba de el y no podia contra eso.

Una vez mas cedio al impulso, esta vez acerco sus labios a aquellos del pelinegro y al hacerlo se percataba del olor dulce del ron, proveniente de esos labios, cerro los ojos mientras el rubor de sus mejillas aumentaba, uniendo al final sus labios a aquellos del hombre de cabellos negros.

-¿Will..am?- decia el pelinegro entreabriendo los ojos -¿que haces?-

El castaño se hecho de inmediato para atras, sorprendido, sonrojado y asustado tan pronto lo escucho.

-te llamas asi ¿no? William, eso dice tu identificacion, tranquilo- Le señalo entonces su cartera que reposaba en la mesa de centro mientras se estiraba en el sofa levantando los brazos y se sentaba mirando fijamente a esos ojos de zafiro.

William se habia quedado mudo, avergonzado y con el rostro sonrojado, sin embargo, la necesidad de saber quien era ese hombre se acrecentaba y la fija mirada azulgris de éste, sobre él, lo torturaba.

-¿quien.. eres?- Pregunto nervioso -n-nombre.. ¿cual es tu nombre?-

-Si te lo digo- respondio el pelinegro con expresion rigida en su rostro -me temo que tendre que matarte- lo miro fijo, William estaba sorprendido y asustado -es broma- agrego en seguida riendo suave -Pero en verdad no puedo decirtelo, porque si lo hago...- apunto repentinamente al costado herido de William -eso... no seria nada a comparacion de lo que podria pasarte- Termino de decirlo y se llevo la botella de ron casi vacia a los labios bebiendo apenas un sorbo de ella.

William se sintio invadido por el miedo, el pelinegro era la personificacion de los problemas, cuando toda su vida se alejo de ellos. Y por un segundo la duda podia leerse en sus ojos, tan claro como el agua.

-Mikhael- Rompio esta vez el silencio el hombre de cabello negro, sorprendiendo a William y descarrilando su tren de pensamientos -me llamo Mikhael- Le dijo mas despacio mientras al castaño se le dibujaba una sutil sonrisa en los labios.

Cuando parecia tener animos de decirle un poco mas sobre él, fue interrumpido de pronto por un golpeteo gentil en la puerta -¿esperas visitas?- Giro rapidamente el rostro, William negaba con la cabeza. Mikhael se estiro hasta el lugar donde estaba su abrigo y de su bolso tomo un arma pequeña que le dio de inmediato al castaño, le dio instrucciones de permanecer en el pasillo y solo disparara si fuera necesario.


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