Afrodita ardía en llamas al enterarse que Hera la traiciono. Tantos años de amistad se fueron al carajo cuando Hera se acostó con su amado.
-JiYong!- Gritó fuertemente Afrodita al entrar en aquella mansión de cristal que habían construido bastante tiempo atrás. Pensó que el sería el indicado para tal venganza hacia Hera. Era pequeño, pero el más ágil con el arco, de entre sus 4 hijos.
-¿Si?- Un chico de cabello casi blanco y castaño, piel perfecta, ojos claros, flores en la cabeza, labios rojizos, confundible con una chica, una chica plana pero un chica.
-Quiero que vayas a donde se encuentra el hijo de Hera, toma las flechas de tu padre, quiero que lances una al corazón de Seung y que se enamore de alguien que le haga daño. ¿Entendiste, hijo mío?-
-¿Por qué debería hacer tal cosa? Nunca lo he visto ¿Cómo voy a saber quien es?-
En efecto Ji nunca lo había visto, casi siempre se encontraba muy ocupado entrenando con su arco o asiendo múltiples cosas, no tenia tiempo para tonterías.
No quería desatar la furia de Afrodita contra el, obedecería, aunque no quiciera.
-¡No me cuestiones!¡Haz lo que te digo! Tú lo sabrás, el tiene el cabello negro totalmente-
Todos o bueno casi todo por ahí tenían el cabello claro o como Ji, de dos colores.
Ji soltó un suspiro y entró a su habitación, tomó un par de flechas que se encontraban a escasos centímetros de su cama, colocó estas en su espalda y comenzó a caminar hacía la salida de aquella mansión.
No tenía ni la menor idea de en donde se podría encontrar el hijo de Afrodita, caminó sin sentido hasta llegar a un pequeño estanque con peces de colores a su alrededor se encontraba lleno de flores y paso muy verde. Tomó una pequeña ramita y se sentó cerca del estanque, comenzó a juguetear con el agua salpicando un poco.
Se perdió en sus pensamientos por un momento, pero un ruido cerca de el lo hizo volver a la realidad, un tanto apresurado se puso de pie y camino hacía aquel ruido, al estar cerca de aquel que hacía el ruido se escondió detrás de un árbol durante unos segundos para después asomar un poco la cabeza, saco su arco y una fecha y apuntó hacía aquella persona, estaba seguro que era el hijo de Afrodita. Este estaba un tanto escondido entre las ramas haciendo quien sabe que cosa.
Ji se quedó quito por un momento esperando a que este se moviera para disparar la flecha, justo en su corazón.
Seung se movió de entre las ramas, quitando una que otra que estorbaba en su camino.
Un pequeño conejo se había atorado en las ramas, Seung lo ayudó a liberarse y cuando lo logró una gran sonrisa aparecio en sus labios. Se levantó y prosiguió en lo que estaba, realmente solo miraba el paisaje, no era gran cosa.
Ji al notar que el contrario se levantó apuntó con mas precisión pero no dejó ir la fecha, en ese momento Seung se dio la vuelta dejando ver aquel rostro sus ojos miraban aquel extraordinario ser frente a el, tenía una espalda ancha, cabello negro. Por suerte Seung no notó la presencia de Ji Yong.
Ji bajó el arco, estaba embobado con aquellos ojos, con aquellos labios, con aquellas manos, con ese cuerpo que hacía honor a su familia, ¿Qué esperar de un hijo de Zeus?
No podía hacerle tal cosa a la persona más perfecta que había visto en toda su jodida vida.
-¿Hola?-
"WAAAW Esa voz" Pensó JiYong era profunda, casi ronca. Sacudió la cabeza en negación, se estaba comportando como un idiota.
-Hola.-Contestó Ji por fin.
-¿Quién eres?- Le cuestionó Seung.
-JiYong. Me llamo JiYong.- Le sonrió mirando como el contrario se acercaba.
-Es un gusto. Mi nombre es SeungHyun.-
-Tengo que irme, SeungHyun.- Se dio la vuelta y comenzó a caminar.
-De acuerdo. Te veo pronto.-
-Espero que no.-Susurro para que solo el se escuchara.
Ji entró a la mansión silenciosamente no pasaron ni 2 segundos para que Afrodita se acercara a el.
-Y bien ¿Quedó listo?-
-No, no lo encontré. Pero te aseguro que pronto lo haré.-