[POV Otabek]
Si pensaba que era impresionante desde afuera más lo era por dentro, no es que no estuviera acostumbrado a ese tipo de lujos, mi familia era de bastante prestigio, pero ver un barco construido y adornado de la forma que estaba, era impresionante, aunque claro, como decía mi madre “siempre muéstrate elegante”, tenía que disimular mi cara de fascinación en todo momento, mostrando el neutral rostro habitual en mí.
A pesar de que mi familia tenga dinero, siempre hemos sido lo que se llama ¿humilde?, jamás he visto a mi padre levantarle la voz a alguna de las sirvientas o tratarla mal, incluso Lyla suele jugar con Karla, la sirvienta principal que ya es algo anciana, mis padres las tratan con amabilidad a todas, escuchan sus problemas cuando deben hacerlo, en resumen, llevan una relación persona-persona, como cualquiera otra, es por ello que probablemente jamás hemos tenido problema con ellas, como dice mi madre, “una buena compañía la encuentras en cualquier parte”.
Vi a mis padres a los lejos llamándonos sutilmente con las manos, continúe cargando a Lyla y fui hasta donde se encontraban ellos.
−Ya es momento de abordar, entra primero con Lyla, uno de los guardias les llevara a donde quedan nuestras habitaciones, nosotros iremos luego−Dijo mi madre mientras besaba dulcemente la frente de mi hermana, recibiendo una sonrisa muy suave y tierna de parte de ella mientras asentía−
Cuando entramos baje a Lyla para llevarla de la mano, podía tener 10 años, pero aún seguía siendo algo inquieta, necesitaba mantenerla dentro de mi rango o acabaría perdiéndola.
Seguimos al hombre que caminaba al frente de nosotros vistiendo un uniforme negro propio del lugar, igual que todos los demás. Lyla veía todo el pasillo alfombrado por donde caminábamos, paredes y puertas blancas, cada una igual a la anterior.
—Espero no perderme…—Dijo Lyla en su susurro que solo yo podía escuchar—
—Conociéndote saldrás a divertirte en cualquier momento ¿no? —Le dije con una sonrisa acusadora, la conocía demasiado—
—Uhg…puede ser…—admitió desviando un poco su mirada—
—No te preocupes…—Le dije acariciando sus cabellos que se movían con cada movimeitno de ella— Yo estaré contigo, exploraremos este lugar los dos juntos.
No dijo nada mas, pero su sonrisa me respondió por si sola, era normal que anduviera con ella la mayor parte del tiempo, y no me molestaba para nada.
Llegamos a una de las tantas puertas que había en aquel pasillo, el guardia nos entregó 3 llaves, dos eran de las dos puertas frente a nosotros, y la otra estaba al frente de ellas, nos dijo que una de ellas era la matrimonial para nuestros padres, y las demás eran para nosotros; se despidió cortésmente y se devolvió por el pasillo por el que acabábamos de llegar, guarde la llave de la pieza de mis padres en el bolsillo delantero de mi chaqueta y primero fui hacia la habitación de Lyla, ella se veía emocionada, aunque intentaba disimularlo inútilmente.
La habitación de Lyla era amplia, sus maletas ya estaban dentro listas para ser desempacadas en los distintos muebles de la habitación, las paredes eran de un tono rosa muy suave y elegante, decoradas con formas por toda la pared, dándole un toque muy lindo pero elegante a la vez, la cama doble era totalmente blanca, con grandes almohadones en su cabecera, con solo verlos Lyla fue hasta la cama y se tiro sobre ella, de la forma más poco elegante que se puede imaginar, yo solo solté una risa mientras cerraba la puerta, después de todo, así era mi hermana, le permitía al menos seguir siendo la niña pequeña que era frente a mi.
—¿Te gusta tu habitación Lyla? Ya veo que has aprobado la cama—Le dije mientras veía como se acurrucaba en ella mientras abraza uno de los almohadones—
—Está bastante bien, me gusta
Sonrió tan dulce como solo ella sabía hacerlo, una sonrisa casi idéntica a la de mi madre, pero algo más aniñada.
Luego de desempacar sus maletas y deja su ropa perfectamente ordenaba salimos y fuimos hasta la puerta contigua, la que era mi habitación. Guarde la llave de Lyla en mi bolsillo recibiendo una mirada acusadora por su parte.
—No te entregare tu llave, la perderás enseguida
Antes de que pudiera reclamar abrí la puerta de la que sería mi habitación por los próximos días y entre junto con Lyla, las paredes esta vez eran decoradas de un tono azul algo oscuro, adornadas de la misma forma que las de mi hermana, la cama era blanca de igual forma, a diferencia de Lyla lo primero que hice fue abrir las puertas que había, una daba al baño y la otra a una pequeña sala donde se encontraba un piano de color blanco, las paredes eran de un tono más claro y tenía un gran ventanal que daba hacia afuera, estando cubierto por cortinas del mismo color que la habitación donde dormiría.
—Waaah… es precioso, ¿es el nuevo piano que te regalaron hace unos meses? —Pregunto Lyla fascinada mientras se sentaba frente a las teclas y tocaba una por una escuchando su sonido—
—Si… madre insistió en traerlo, le dije que estaba bien con el anterior pero quiso traer el nuevo —Me senté a su lado escuchando cada una de las notas que surgían desde sus dedos—
—Toca algo para mí —Ya me lo esperaba, Lyla cada vez que me veía acercarme a algún piano pedía que tocara para ella, cayendo ante una de sus miradas suplicantes que tan bien sabía hacer me di por vencido y asentí—
Me senté de mejor manera en aquel asiento quedando Lyla sobre mis piernas, y mis dedos se movieron casi sin pensarlo, dejando salir las suaves notas desde mis dedos, era una melodía suave, la primera que había compuesto para Lyla, la que más le gustaba, ella por su parte cerro sus ojos para disfrutar de la música y apoyo su cabeza sobre mi pecho mientras sonreía. Cuando acabe Lyla parecía algo somnolienta, y con algo de maldad jale su mejilla para despertarla.
—¡Hey! —Protesto mientras se acariciaba la mejilla— Oh… ¡mamá!
No me había dado cuenta cuando mis padres se encontraban frente a la puerta mirándonos con una sonrisa, no sabía cuanto llevaban allí.
—Fue una magnifica pieza, como siempre
Dijo mi madre orgullosa mientras se acercaba y cargaba a Lyla en sus brazos.
—Ya está todo preparado, el barco partirá en unos minutos, pueden hacer lo que quieran por el momento, luego iremos a comer.
—Entonces ¿vamos a dar una vuelta? —Me miro mi hermana suplicante, sabía que se moría de ganas por salir y recorrer todo el lugar—
—Claro, ¿Dónde vamos primero? —Pregunte mientras Lyla volvía a poner los pies en el suelo y tomaba mi mano mientras me levantaba—
—Mhn…quiero caminar por fuera, quiero ver cuando parta
Dicho eso salimos de la habitación, despidiéndonos de nuestros padres momentáneamente. Comenzamos a caminar, saludando a algunas personas que ya conocíamos por nuestros padres, Lyla no podía disimular su emoción, y más de alguna vez tuve que agarrarla del brazo para que no se me escapara, terminando por cargarla para asegurarme, aunque pronto la baje cuando mis brazos comenzaron a cansarse.
Caminamos un buen rato por babor llegando hasta una de las puntas del barco, en este caso la proa, aún era temprano asi que el sol nos daba de lleno en nuestro rostro, tuve que quitarme la chaqueta debido al calor, Lyla que llevaba una vestido estaba mucho más cómoda que yo, fue justo en ese momento donde el barco se puso en marcha, Lyla extendía la mano hacia el grupo de gente que se encontraba allí, quería despedirse de todos aun cuando no había ningún conocido entre ellos, debí haberlo hecho yo también…
Una vez más, mi mirada se desvió hacia el barco, en una esquina había una escaleras que llevaban a una parte algo más baja del lugar, donde desde la baranda se podía ver directamente el mar. Esas notas que habían nacido tan de repente volvieron a aparecer en mi cabeza, ahí estaba, volvía a verla una vez más, aunque ahora pude verlo de mejor manera, era un chico…llevaba parte de su cabello tomado en una coleta atrás, dejando su rostro al descubierto, permitiéndome admirarlo de mejor manera, vestía una polera de color lila y unos pantalones negros muy ajustados, se movía de un lado para otro haciendo movimientos suaves y delicados, estaba bailando… mi mirada no se despegaba en ningún momento de aquel cuerpo que parecía flotar con cada movimiento que hacía, no había notado mi presencia ni la de mi hermana, que seguía mirando hacia el puerto que ahora parecía más lejano. La música tan solo nacía desde mi cabeza, era suave pero intensa a la vez, sentía que acompañaba a la perfección aquellos movimientos que salían de su cuerpo.
—Al fin te encontré…