El muchacho de cabellos grises se sintió desorientado unos segundos. Parpadeó, confundido. Reconoció paredes, muebles y colores. Y luego a una pequeña niña de grandes ojos verdes. Ella le miraba con la misma curiosidad que en su rostro debía estar incrustada.
-¿Sakura?
Ella sonrió. A su lado estaba Shaoran, el muchacho que últimamente pasaba mucho tiempo con la hermana menor de su mejor amigo. Ambos parecían un poco perturbados.
-Yue.-dijo Yukito al instante.-estaban hablando con él, por supuesto.
Al ver la nerviosa reacción de la niña sonrió gentilmente, para calmarla. Ella asintió con la cabeza y suspiró.
-Mi hermano dijo que cuando regresaras subieras a su habitación.
-¿Touya no está en el trabajo?
-Le dieron libre.-explicó ella rápidamente.- ¿Quieres que prepare té antes de salir? Shaoran y yo iremos a ver a Tomoyo.
-No te preocupes, Sakura.-Yukito negó con una sonrisa. Ella lo imitó y antes de cruzar por la puerta que daba a la calle prometió traer postre para la cena, a la que -por supuesto- él estaba invitado. Shaoran se despidió con la mano y ambos salieron corriendo de la casa. Yukito suspiró. Ya estaba acostumbrándose a perder la conciencia y a aparecer en el hogar de Touya. Sin embargo esas lagunas que aparecían en sus pensamientos a veces le molestaban. Yue, su otra identidad, normalmente era más solicitado que él, Yukito. Pero sabía que ayudaba, que Yue lo hacía. Además estaba bien solo con el hecho de existir.
Recordó la petición de Sakura y subió al segundo piso. La puerta de la habitación de Touya estaba abierta, aún así tocó antes de entrar. Recibió un gruñido de respuesta, el chico moreno estaba sentado sobre su cama. Al ver a Yukito su rostro no cambió, pero sus ojos comenzaron a brillar de una forma en que ninguno de los dos se daba cuenta, pues ambos estaban acostumbrados a esa mirada. Yukito se sentó a su lado, sin aflojar su constante sonrisa amable.
-Hola.
-Hola.
Yukito estaba enamorado de Touya. Su corazón no latía como loco cuando lo veía, porque conocía su esencia y se sentía muy cómodo con ella. Touya era calidez, iluminación y paz. Se encontraba muy a gusto a su lado, se sentía seguro y protegido. Era como si el mundo exterior a esa habitación desapareciera y solo quedaran sus ojos. Y de alguna forma se sentía bien solo con eso, satisfecho. Nunca pensaba mucho en los sentimientos que poseía hacia él. Por eso el moreno lo sorprendió con sus palabras.
-Yukito, te amo.
Su rostro permaneció tan serio como siempre. El de los cabellos grises, en cambio, comenzó a enrojecer lentamente.
-También te amo, Touya.
-Yo hablo de forma romántica. Es más que eso, pero es la palabra que se adecúa mejor en nuestro idioma.
-Touya.
Todo había sido muy repentino, como tartamudeó casi al instante. Pero su mejor amigo no lucía de acuerdo. De hecho, su rostro indicaba que se había sacado un gran peso de encima. Touya suspiró como si una gigante bola de aire hubiese habitado en su garganta.
-Intenté decírtelo muchas veces, de hecho. Pero la oportunidad siempre... se me era arrebatada. Pensé que era el momento de que lo supieras, eso es todo.
Yukito no respondió. Le apretó el pecho de una forma extraña. Touya se dio cuenta de su reacción y volvió a hablar.
-No... No me he explicado bien. Escúchame, Yukito. Lo que siento por ti va más allá de las palabras. Estoy enamorado de tu ser, de todas tus características. Estoy enamorado de la forma en que haces que me enamore de la vida. No cambiaría nada de ti. Y estoy cómodo, por lo que no debes sentirte obligado a darme una respuesta.
-No me siento obligado, quiero hacerlo.
Touya sonrió por primera vez esa tarde. Con delicadeza tomó un mechón de cabello de su amigo y lo colocó tras su oreja. Pero su mano no se movió inmediatamente, bajó hasta su mejilla y se quedó ahí. El toque, que en otro momento no hubiera sido una sorpresa, le puso los nervios a flor de piel dentro del nuevo contexto. Sin embargo no le fue difícil pronunciar las palabras que reposaban en su lengua.
-Estoy enamorado de ti, Touya.
Los ojos del moreno adquirieron un nuevo brillo. No esperaba esa respuesta, pero la aceptó de forma natural. De pronto le parecía de lo más sensato que sus sentimientos fuesen correspondidos.
Touya permaneció en silencio, Yukito bajó la mirada. La mano del chico movió con dulzura su cabeza, de forma en que sus rostros quedaran frente a frente. Sus miradas irradiaban algo que los dejaba absortos, algo que nadie más hubiese podido comprender, a no ser que estuviesen completamente entregados a otra persona, y que esa persona entendiera el sentimiento. Touya se acercó lentamente a su rostro, Yukito acortó la distancia. No fue hasta que sus labios se tocaron cuando comprendió lo mucho que anhelaba ese toque. Y los ojos de ambos se cerraron.
Touya besó suavemente los labios de Yukito. Acarició su cabello, sintió su aroma y respiró sobre él. Luego abrió un poco su boca, y no le sorprendió que sus labios encajaran como si de un rompecabezas se tratase. Y se dio a paso su lengua, que danzó por dentro de la boca de su amigo. Fue un beso que se prolongó lo suficiente como para que el corazón de Yukito saltase de su cuerpo. Y cuando lo terminaron, se sintió como si hubiese despertado de un sueño.
-No esperaba esto cuando Sakura me pidió que subiese a tu habitación.-susurró Yukito.
-Probablemente ella sabe como me siento por ti. Así mismo como yo.-hizo una mueca y frunció el entrecejo.-sé que ella está enamorada de ese mocoso sin necesidad de que me lo diga.
-Es un buen chico.
Touya iba a replicar, pero entonces negó con la cabeza y volvió a acercarse a Yukito.
-No quiero que cambiemos de tema.
Las mejillas de Yuki volvieron a encenderse. Touya se inclinó sobre él, y como consecuencia el de ojos grises se vio obligado a recostarse sobre la cama. Lo volvió a besar, esta vez más profundamente que antes. Los brazos de ambos se entrelazaron, sus cuerpos se apegaron. Como ese día hacía calor, ambos llevaban tan solo una camisa corta.
-¿Puedo…?
Yukito se dio cuenta a qué se refería. Sin avergonzarse, asintió con la cabeza. Touya le quitó la camisa y observó la palidez del cuerpo de su amigo. Su piel era hermosa, suave y fría. Y a pesar de ser poco tibia, irradiaba calidez.
-Me encantas.-murmuró Touya.
Yukito lo tomó del cuello para acercarlo más a él. El beso fue diferente a los otros; la lengua de ambos danzaba una melodía lenta en un principio, pero luego feroz e irremediable. Y el beso se convirtió en un movimiento desesperado, combinado con caricias en el cabello. Caricias que luego se movieron al resto de su cuerpo.
Touya acarició su cintura, sus brazos, su torso. Mientras lo hacía, ambos se miraban a los ojos. El moreno procedió a besar su pecho, cuando Yukito cerró los ojos repentinamente.
Touya besó su frente y le puso su camisa antes de que Yue apareciera, reemplazando el lugar en el que había estado su amigo. Se sintió un poco molesto, pero solo un poco. Porque recordó que sí Yue había vuelto, Sakura lo necesitaba.
-Sakura quiere preguntarme algunas cosas.-explicó Yue, seriamente. Luego sonrió vagamente.-él nunca había estado tan feliz.
Extendió sus alas y salió por la ventana. Touya lo observó hasta que desapareció de su vista. Suspiró y se acostó, sin mucho que reflexionar. Se preguntaba de qué forma Yukito lo miraría la próxima vez que se viesen.