CAPITULO 3
Ilusiones
Todos llegamos a ese punto en el que necesitamos, un ángel quien nos salve…
-Sólo se desmayó,- dijo serio con una mirada indiferente, y un tono casual como quien habla del clima. Pero al no querer escuchar preguntas tontas decidió continuar. -Gracias a la presión que ha tenido estos días, según el medico, no ha descansado ni comido debidamente- finalizó observando a todos los que estaban ahí en ese momento. No era un médico pero bien sabía por qué se dan la anemia y decidió que decirle eso sus amigos o en sus palabras a los impertinentes esos era el mismo Yami.
Conteniéndose lo más posible para no contestarle al perro como se merece, ese inútil remedo de duelista de tercera. Como se atrevía a exigirle algo… por lo menos cuando el faraón decida despertar se largarían todos los estorbos. Suspiro un poco, por lo menos había podido sacar sin problemas ni contratiempos a el oji amatista por lo cual la reunión llegó al término esperado y tampoco podían hablar de su retiro puesto que cubrió eso también.
Se levantó del sofá hacia su despacho privado con una leve sonrisa en el rostro, no entendía la razón pero se sentía hasta cierto punto satisfecho, sin embargo eso se lo adjudico rápidamente al último contrato firmado.
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No pasaron más que dos horas y media cuando el tricolor mayor abrió los ojos, sintiendo un fuerte escalofrío y luego un horrible frio atrayendo más el edredón hacía sí, intentando recobrar un poco el calor, fue entonces que lo noto sobre su cuerpo aún envuelta estaba la gabardina del CEO, se sintió un poco extraño pero había un sentimiento de familiaridad en la actitud del magnate. No lo entendía del todo pero ahí estaba… Suspiro de forma pesada acomodándose la prenda y posteriormente el edredón pasando sus manos de forma insistente en sus brazos, como una forma de obtener un poco de calor en estos.
No pasaron ni diez minutos cuando llevo una mano a su cabeza, la sensación de el intenso frio había disminuido siendo este sustituido por un punzante dolor. Cerro los ojos con algo de fuerza y pequeñas imágenes llegaron a su mente confundiéndole un poco al no recordar por que se le hacía conocido todo lo que vio…
Intento recordar de nuevo y sólo pudo ver un papiro, pero no entendía lo que en el residía, suspiro y decidió dejarlo por el momento al sentir que su dolor aumentaba. Aunque en ese momento recordó algo…
¡¡¡¡No sabía dónde estaba!!!!
Y tampoco recordaba haber salido del evento sólo la terraza, un poco del horrible pasado encuentro si así podía llamarle y luego haber despertado en esa cómoda cama, sin esperar más se paró debería investigar se colocó los zapatos y salió de la cama, siendo recibido por un leve mareo teniendo que sostenerse de la pared un momento.
*****
Mientras tanto Yuugi y sus amigos habían estado en la sala platicando de diversas cosas con Mokuba, cuando…
-¿Mokuba, crees que podríamos ir a ver a Yami?- mencionó el menor de los tricolores, con cierta timidez a lo que el menor sólo asintió, sabía que su hermano estaría en su despacho privado así que no se enteraría si llevaba a el Rey de los duelos y compañía por la mansión.
No tardaron en llegar a el segundo piso dirigiéndose a la habitación de la que había salido el mayor de los Kaiba. Y sin esperar vieron como se abría la puerta para toparse con el antiguo monarca con una clara sorpresa en el rostro.
-Que bueno que estás aquí Yuugi- fue lo primero que pudo mencionar el más alto con una leve sonrisa, aunque un poco decaída tal vez por el leve dolor que le incomoda, aunque en eso noto la mirada de sorpresa en el rostro de algunos de los presentes aún sin saber si preguntar o no. Hasta que la voz de la hermanita de Wheleer le hizo voltear…
-Vaya, te queda muy largo- hablo la chica con un tono pensativo tomando la tela blanca que cubría al ex faraón, entonces sintió todas las miradas sobre ella volteando por reflejo y luego viendo la cara un poco sonrojada del oji amatista. -¿Dije algo malo?- pregunto con inocencia la chica, volteando hacia sus amigos.
Y es que Atemu no había pensado eso, había tenido tanto frío aún al salir de la cama que no pensó en quitarse la gabardina de Seto, y para su mala fortuna el castaño le ganaba en altura por casi medio metro, lo que resultó en que se avergonzara al notar que la tela lo cubría por completo y aún así arrastraba un poco.
-Nada… etto- hablo rápido el tricolor, intentando sonar normal pero fracasando de forma miserable y es que en sus mejillas aún estaba un rubor tenue producto de su vergonzoso descubrimiento, al punto de creer que mejor hubiera salido con el edredón y sería menos vergonzoso.
-¿Viejo que pasó?- hablo el rubio del grupo intentando ayudar al pobre faraón y también intentando saber más del asunto.
-No se estaba en la terraza y de pronto… todo oscureció, hacia frío una voz y luego desperté aquí- aclaro con los brazos haciendo una pose un poco graciosa. Antes de cruzar sus brazos pues el frío se había hecho presente de nuevo.
-Esto es raro- aseguro Tea haciendo una pose pensativa con las manos.
-concuerdo contigo Tea, sin embargó lo que quiero en este momento es… saber…- mencionó el pequeño tricolor con las manos cruzadas y una vena resaltando, su tono era o intentaba parecer tranquilo mientras cerraba el puño con algo de fuerza como una medida para tranquilizarse- ¿Como te puedes presionar al punto de casi no comer, ni dormir?- pregunto el más joven mirando un poco amenazante a el antiguo gobernante de Egipto. Al parecer ya llevaba más tiempo del que pensó con aquello que le aquejaba y nunca siquiera se le acercó a decirle nada, eso le molestaba pues el había pensado que no llegaría a esos extremos o hubiera hecho algo antes.
-Bueno… es que yo…- no sabía que decir, y bueno ni modos que le dijera de esas extrañas pesadillas. Por otro lado no sabía que habían dicho que era por presión o preocupación eso podía sacarlo del aprieto por ahora así que sin más bajo la mirada y suspiro de seguro había sido Kaiba el que dijo aquello. -Solo cosas mías Aibou- mencionó con una fingida sonrisa a molestar con ocurrencias bobas a su contraparte.
-Ahora resulta que hay una reunión de perdedores en mi casa- hablo un altivo castaño mirando de forma fría a todos los presentes hasta parar en Yami, el cual recayó en la vergüenza ganándose un lindo tono cereza en las mejillas. Por su parte el mayor de los Kaiba apenas pudo controlarse al ver así al más bajo, la verdad era que no sabía si reír, burlarse o voltear la cara e ignorar al antiguo monarca, sin embargo al ver la actitud del otro decidido ignorar por ahora la situación de su rival. -Sígueme…- fue todo lo que dijo antes de voltearse y comenzar a caminar.
-En un momento los veo- menciono el tricolor más alto mirando un poco a Mokuba el cual pareció entender la indirecta y paso a los amigos de Yami a el cuarto, pidiendo algunos aperitivos y bebidas como un buen anfitrión. Todos aceptaron la invitación del menor entre algunas platicas risas, y una que otra queja de Joey el cual solo hablaba desvaríos del joven CEO provocando que sus amigos lo tomaran de broma. Mientras Atemu salía tras el castaño aún cubriéndose con el abrigó que traía. -Y bien ¿Qué pasa?- hablo apenas se detuvieron en una habitación la cual abrió el empresario y le invito a pasar notando que el sitio era un estudio el antiguo dueño del rompecabezas del milenio observo la enorme habitación la cual tenía varios libreros tapando las paredes y un mínimo de mobiliario para oficina.
-Ten- menciono entregándole el teléfono, el cual nunca noto el ex gobernante con cierta duda acercándose unos paso a él. -es por parte del médico que te atendió. Antes de irse menciono que cuando despertarás te comunicara con él, solo por dudas referentes a tu salud- explico sentándose en la silla forrada de cuero mientras el más bajo tomaba el aparato con el cual no paso más de diez minutos antes de colgar… el oji azul se había enterado básicamente de la conversación al estar junto al teléfono. -Al parecer ya se pueden ir de mi casa- agrego el magnate cruzándose de brazos, entonces la herida de la muñeca del oji violeta llegó a su mente sentía que conocía ese idioma pero no lo recordaba. ¿Donde lo había visto?...
El otro se dirigió a la puerta, tendrían que hablar con el hermano de Seto para poder salir de ahí suspiro al tomar el pomo de la puerta de madera y hablo lo suficientemente alto como para ser oído “Gracias” había sido la palabra que inundó el lugar antes de oír el ruido metálico del pomo siendo girado y luego el golpe de la puerta al ser cerrada. El joven que se quedó en el interior se quedó callado o impresionado nunca pensó escuchar esa palabra justamente de su rival ya que este era igual a el de orgulloso.
*****
Tras haber hablado con Mokuba este les había enviado a casa de Motto en una limusina con una sonrisa y disculpándose por la actitud de su hermano, sin embargo todos concordaron en que no era su culpa y como siempre un oji miel les decía a todos que de seguro se quedaría soltero para siempre, haciendo reír a más de uno. Por otro lado el viaje fue silencioso y tranquilo hasta llegar a la casa- tienda del abuelo de Yuugi todos se despidieron y fueron a descansar ya que era algo tarde…
Yami por su lado no noto algo interesante en ese momento y eso fue que aún sobre su cuerpo se encontraba la gabardina de cierto ególatra, duelista que se autoproclamaba su eterno rival.
Continuará...