Capítulo 7
La Oscuridad Asecha…
¿Lastimarme?
Mejor no lo intentes, se jugar ese juego también…
El viaje había sido tenso, por no decir más ya que llevaban a dos yamis que amenazaban con enviar a aquellos hombres al reino de las sombras, pues ese iba ser el descubrimiento que les mostrara a la bola de amarrados egipcios que no los aceptaban del todo, adjudicando que eran extranjeros. Los hermanos les habían ayudado mucho sin embargo en esos momentos eran los que parecían tener peor humor, Ishizu se mostraba ciertamente indignada pero mantenía un semblante frio, en cambio Malik había amenazado a todos inclusive a su oscuridad la cual acabo casi cayendo por las escaleras y al observarlo, el peli cenizo solo había dicho un ¨Deberías tener más cuidado¨ el cual a muchos les helo la sangre… Ondion por su parte había intentado mantener cuerdos a todos en esos momentos en especial a su protegido, él cual no conforme con su yami le había dicho tres verdades a Bakura solo por andar de remilgoso e intentar hacerse el gracioso.
Apenas llegaron al aeropuerto de Domino City y el ambiente no había mejorado en absoluto, al no saber que decirles a los hermanos Ishtar. Sin embargo el tema del día seguía siendo que era lo que estaba pasando, algunos como Joey habían hecho teorías las cuales terminaban siendo cada vez más ridículas… por su parte Yami sabía que no podría guardar mucho más tiempo lo que pasaba y estaba seguro que había cometido un error, se sentía tan extraño era como si hubiera hecho algo erróneo pero no sabía que exactamente y la culpa de no saber que estaba mal, lo estaba matando.
El antiguo monarca después de haber despertado se veía aterrado, no había hablado con nadie más de dos palabras las cuales en todo momento fueron un ¨Estoy bien¨ lo que alertaba un poco a Ishizu, pensando que posiblemente él ya sabía que pasaba o tenía alguna idea pero no sabía qué hacer, no podía incluso imaginarse por qué ocultarle lo que le pasaba a sus amigos, a pesar del aún vivo recuerdo de cuando despertó por la madrugada el oji amatista, los gritos que se habían oído habían sido terribles al punto de helarle el cuerpo.
Suspiro mientras se dirigían al museo, había enviado a Malik, Marik y Bakura con Yuugi para poder ser informada de cualquier cosa relacionada al estado del antiguo poseedor del Rompecabezas del Milenio y solo el guardián de su hermano, estaba a su lado investigarían todo lo que pudieran a pesar de no tener mucho, ya de algo estaba segura y eso era que todo inicio por esas extrañas ruinas.
Desde entonces habían pasado cinco días y solo había podido saber cosas mínimas a pesar de que la fecha aproximada le sorprendió, no se comparó a algunos escritos que hacían referencia a algo oscuro, mientras otros lo que hacían era referirse a una guerra… tampoco entendía la escritura de seguro era más antigua, de los inicios de Egipto tal vez o puede que sea ajena a esta… otro punto en su contra fue el estado en el que se encontraba el faraón cuando hablo con él, para saber de la escritura en su piel, la cual era idéntica, pero este tampoco sabía a qué se refería, suspiro fastidiada antes de salir muchos de los grabados eran imposibles de descifrar en ese estado parecía que el propio tiempo estaba en su contra…
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Apenas habían pasado tres días, cuando solo su hermano y el psicótico de su lado oscuro estaban en casa con el tricolor, aun veía en sus ojos la molestia que les causo, el que los expulsaran de un proyecto tan importante sin darles justa razón, ni justificación, era casi increíble que tanto Bakura como Marik compartían ciertamente la humillación hacia su trabajo y el colmo era que entre los arqueólogos ya se comenzaba a hablar a sus espaldas, sin embargo ella se encargaría de limpiar su nombre sin importarle que, cuando esto terminara.
Tal vez si el faraón, hubiera estado en mejores condiciones y no hubieran abierto ese edificio de una forma tan increíble, todo sería más fácil incluso si solo supieran que le pasaba el oji amatista, un pesado suspiro escapo de sus labios… entrando al lugar con cierto cuidado de no incomodar a el oji amatista y no pudo evitar sorprenderse por segunda vez, con solo observar los normalmente brillantes ojos violetas que estaban cubiertos por una sombra oscura y demostraban un cansancio inusual, recorrió el cuerpo ajeno con la mirada la piel acartonada, una mueca de miedo marcando su rostro, abrazaba sus rodillas con cierta fuerza susurrándose *no es real* como si fuera un mantra, se notaba que no comía exactamente bien y su hermano se lo comprobó con una mirada preocupada. Porque todo fue mal tan rápido no lo entendía su estado era como si todo el tiempo viviera un infierno, parecía incluso que tenía el peso del mundo en sus hombros.
-Mi faraón, ¿se encuentra bien?- menciono la mujer acercándose a la cama pero solo recibió un asentimiento mientras la volteaban a ver, así que decidió continuar tomando la muñeca marcada con cierta ternura, como la que tiene una madre al curar una herida en un niño pequeño -Solo quería saber si conoces algo de esta lengua…- le dijo recorriendo las marcas en la piel, notando de inmediato lo ausente que estaba el menor…
-No, no sé nada…- menciono bajando la cabeza, antes de soltarse de la mujer para acercarse a el pequeño escritorio que estaba junto a la ventana, abrió un cajón y tomo un cuaderno, junto a un libro, -Pero… tienes que guardar esto, por favor.- menciono entregándolo con cierto cuidado, tenía un mal presentimiento así que opto por tomar el libro y lo coloco en su regazo.
-Seguiré investigando…- aseguro levantándose y dirigiéndose a la puerta para salir del lugar, no sin antes entregar el extraño ejemplar a su hermano para que lo revisara y viera si podía sacar algo importante del manuscrito…
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En la casa-tienda de los Mottou, actualmente todo era un caos el tricolor mayor apenas llego se encerró en su habitación no quería hablar de nada, casi no comía, ni dormía, el frio parecía haberse alojado en su cuerpo y sumándole los inconscientes intentos de todos para que hablara solo le estresaban, a la única que había recibido en todo ese tiempo fue a Ishizu, sin embargo no es que se hubiera comportado muy sociable solo que creía debía resguardar el escrito a pesar de que ni él recordara todo lo que en el se encontraba plasmado, solo algo le decía que más tarde les serviría. Ese sentimiento era el mismo que le aquejaba desde que salió de la tumba de Seth con aquel papiro escondido, nadie entendía que pasaba él pequeño tricolor estaba completamente asustado con lo relacionado a su oscuridad y eso el antiguo gobernante lo sabía sin embargo no se atrevía a hablar con ellos, ya que aunque no lo admitiera tenía miedo… un miedo tan arraigado como nunca antes lo había sentido antes ni siquiera cuando peleo contra Zorc, no quería que sus amigos salieran heridos por su culpa.
Su cabeza en esos momentos estaba hecha un nudo, ya que cada que intentaba recordar algo de esas extrañas pesadillas no había nada, siquiera hablar de modo tranquilo con sus amigos del tema ya que una voz le comenzaba a amenazar provocando ciertos temblores en su cuerpo y su mente se esfumaba en una nube de miedo y soledad, los antiguos sueños se habían disipado dejando solo pesadillas plagadas de terror, sangre, guerra o solo asesinatos y eso que no habían pasado más de cuatro días ahora si tuviera que vivir así se volvería completamente loco o eso creía él.
Hace casi una semana todos sus amigos por si solos habían proclamado quien lo estaría cuidando como si fuese un niño y eso en cierta forma le incomodaba, pero aun recordaba cómo se habían repartido el trabajo mientras creían que estaba en su habitación, los dos peli cenizos se quedarían en casa del oji morado y ambos alvinos los visitarían a diario o eso era lo que tenían en mente lo que no sabían era que el tricolor ya sabía de ello y por lo mismo, las debilidades del plan. Al llegar solo a Domino City ambos jóvenes habían dispuesto de la habitación de invitados en la casa de Yuugi.
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Mientras tanto en Kaiba Corp. Las cosas no iban de los mejor, iniciando por la insistencia de un extraño tipo que seguía pidiendo, se aliaran ambas empresas, sin embargo lo más extraño era que aquella ¨empresa¨ ni siquiera se especializaba en tecnología si no su rumbo era más arcaico o así le llamaba el CEO ya que esta se encargaba de la extracción de minerales, siendo que sus minas más ricas estaban la mayoría en Egipto en extracción de oro y diamantes, y por más que había investigado solo había encontrado pocas cosas, por lo cual no le sorprendería que se tratara de algún truco posiblemente algún movimiento ilícito o algo así. Sin mencionar que este tipo ya le había hartado y vaya que le había mostrado paciencia al sujeto, observo como se abrió la puerta para ver a un hombre alto de piel clara, cabello negro largo y unos extraños ojos ámbar, portaba un traje gris oscuro con un maletín en mano, mientras se dirigía a él empresario…
-¡Ya te he dicho, esta es una empresa de juegos o es que no lo entienden, Cornett!- exclamo al ver al tipo frente a su escritorio con un fuerte golpe en el mueble el cual parecía afirmar lo dicho, el hombre sin embargo seguía sonriendo como si esperase tal reacción y no le tomara en cuenta,
-Vamos, solo llámeme Michael y le admito que lo he entendido, Señor Kaiba vine por pedido exclusivo de mi jefe tómelo como una visita social. - se detuvo solo para sonreír con cierto veneno antes de proseguir -Espera verle pasado mañana en la tarde…- menciono entregando un papel doblado con lo que suponía seria la dirección, el castaño estaba por replicar cuando el hombre continuo, llevándose una mano a la barbilla su tono se volvió sarcástico y su mirada se tornaba inquietante. –Le aseguro que no se arrepentirá… y espero tenga más cuidado en sus reuniones futuras no queremos que le pase nada al antiguo faraón ¿Cierto?- finalizo con burla, mientras guiñaba hacia el castaño antes de hacer un ademan de retirarse, él oji azul no sabía que contestar estaba seguro nadie sabría del pasado de Yami incluso él lo creía prácticamente imposible, ni mucho menos lo que paso en la celebración de KC. Aunque algo le decía que todo estaba yendo mal y no sabía exactamente que o ¿Por qué…?.
Esa era la misma molesta sensación que tuvo aquella noche en la que se encontró con el tricolor inconsciente.
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Tras haber cumplido los siete días encerrado y en sus ya típicas condiciones, ya no soportaba más, era simplemente demasiado ruido por lo cual decidió salir, claro que no soportaría preguntas y dudas por parte de todos, ya no los aguantaba debía admitir todo era tan insoportable, los olores que se mesclaban con solo salir del cuarto ya que a cada rato les daba por cocinar, sin olvidar esa maldita voz molestándolo a cada rato, el despertar de esas pesadillas en gritos sordos para no despertar a nadie, el dolor en la muñeca marcada como si estuviese ardiendo durante las noches, por ello decidió salir de la casa del menor por la ventana. Y corrió rápidamente a un parque cercano, donde se sentó bajo un frondoso árbol, cuando aquella voz volvió a resonar en su cabeza provocando un increíble dolor y adormecimiento en sus sentidos…
**Mi querida mascota**
Se mordió los labios por el dolor y volteo la cabeza con violencia en negación…
**ya es hora, vendrás a mi**
Se detuvo un poco, observando unas extrañas siluetas acorralándolo,
**pagaras tu desobediencia querido**
Intento alejarse por instinto desgraciadamente quedo encerrado por el árbol a sus espaldas, mientras el sabor metálico de su sangre se propagaba por su boca al negarse el gritar por el dolor, observando cómo se acercaban a él a pesar de aun no poder saber cómo o quienes eran esas personas y si es que lo eran…
**y por fin el traidor morirá frente a ti**
Tras escuchar la última frase tres extraños hombres aparecieron por fin en su rango de visión. Los cuales le cerraban el paso, estuvo a punto de salir corriendo usando, el árbol para impulsarse cuando comenzó a perder por completo sus sentidos ante el dolor, el cual ya estaba logrando que unas cuantas gotas saladas huyeran de sus ojos, a pesar de ello no dejaba de ver a esos hombres sin bajar la mirada, intentando enfrentarlos…
Pudo observar clara mente a los tres sujetos frente a él, los tres altos y de piel clara sin embargo cada quien tenía algo distinto, entonces fue que perdió completamente el sentido golpeando con el árbol antes de caer al suelo a los pies del trio…
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Mientras tanto en la vivienda de los Mottou todos los amigos del faraón se reunían, intentarían hablar con el oji amatista, todos esperaban pacientes a que los más cercanos a este lo llevaran a la sala, ya no podían seguir con formalidades, necesitaban saber que harían y pronto. Sin embargo tras un largo rato en el cual el pequeño hikari y Wheleer habían tocado la puerta con insistencia, el segundo se cansó y se lanzó contra la misma tirándola de golpe y de paso terminando en el suelo…
Al escuchar el estruendoso ruido todos subieron encontrándose con una habitación completamente sola.
-¿Dónde está…?- fue todo lo que pudo decir el menor antes de que el timbre se escuchara haciendo eco en el tenso silencio que se había formado en la puerta de la habitación, provocando el menor saliera de sus cavilaciones y bajara corriendo pensando que sería el propio Yami a pesar de todo al abrir la puerta en verdad se topó con la última persona que esperaba estuviese ahí. Frente a él se encontraba un altivo castaño y un oji gris dudoso e intrigado a la vez el cual miraba en aparente silencio a su hermano mayor…
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Atemu abrió los ojos con cierto cansancio, sólo para encontrarse que no estaba en el parque y lo último que recordaba era a aquellos extraños tipos, recorrió el lugar con la mirada el cual era amplio, se notaba viejo pero tenía cosas modernas casi como si todo hubiera sido arreglado hace poco, contaba con una enorme cama con largas cortinas que la cubrían y demasiadas almohadas en diversos colores claros, alrededor habían antorchas encendidas que decoraban la estancia. Sin embargo las puertas habían sido sustituidas por unas pesadas cortinas largas, se intentó levantar sólo para darse cuenta que no podía ya que en su cuello residía una gargantilla de finos diseños a pesar de no identificar el material, pudo pasar sus dedos y sentir las formas que tenía este, también tenía una cadena larga que se detenía en la cama cosa que le hizo enojar por la humillación. Volteó e intentó jalarla sin embargo no obtuvo resultados.
Al escuchar pasos volteó de forma rápida poniéndose de forma defensiva, a pesar de que sólo pudo ver a uno de los responsables de su extraña estancia o por lo menos eso era lo que sabía…
-Príncipe consorte, me alegra que haya despertado por fin…- mencionó sin el mínimo aporte de respeto y delatando el sarcasmo tras esas palabras mientras una sonrisa prepotente surcaba sus labios -Bienvenido a su nuevo hogar su majestad- continuo con sarna -Soy Alexander Volkov- dijo al final al notar la cara de desconcierto del oji amatista, el tipo tenía una piel clara con el cabello de un color plateado el cual le llegaba a la cintura y unos ojos del color de las esmeraldas, vestía una larga gabardina color negra con un pantalón de mezclilla gris, una camiseta de color índigo con unas botas estilo militar.
-A mi puede llamarme, Gilbert Burgstaller- hablo otro hombre entrando el cual tenía un cabello rojo corto, unos penetrantes ojos del color del mercurio, la piel clara. Vistiendo un abrigo blanco con algunos detalles en dorado, un pantalón de vestir junto a una camisa de un azul profundo…
-Así que, ya están aquí- afirmo una tercera voz sin embargo el hombre que entraba no tenía una piel clara como las otras está era de un tono bronceado acompañado de unos intrigantes ojos del color del ámbar, -Soy Michael Cornett- agregó por fin con cierta burla al notar la irónica situación. -En este momento hablaré con mi amo estoy seguro que ya desea verlo o a lo mejor será cuando “él” se presente, por el momento prepárenlo – finalizó con una risa de lado antes de salir del lugar, tratando al antiguo espíritu como si no estuviese ahí…
El más bajo no pudo evitar sentirse enojado e intimidado, no sólo no tenía escape, no sabía dónde estaba y de seguro ya se habían preocupado en casa de Yuugi… sin mencionar que no entendía porque esos tres lunáticos se lo llevaron, entonces fue que noto como estos se dividían entrando uno a la habitación de junto y el otro salió del lugar, solo para volver un momento después con algo de ropa en sus manos antes de dirigirse a la cama donde lo libero temporalmente. Sin embargo a pesar de intentar escapar sólo logró un golpe en el abdomen el responsable de hacerle perder todo el aire y una llave contra la cama la cual a cada segundo se volvía dolorosa…
En uno de los salones del mismo lugar un hombre peli negro llegaba de forma apresurada a una extraña sala, en la cual residía la figura de un hombre sentado, rápidamente se arrodilló y por último hablo.
-Mi señor hemos traído lo que nos pidió, también espero que la remodelación haya sido de su agrado…- menciono mirando el suelo el cual no hace mucho había sido limpiado.
-Le has quitado unos tres mil años a este lugar y al mismo tiempo le diste un poco de la apariencia que siempre debió tener, también he observado la mejora en los grabados antiguos y has traído a mi rebelde mascota… si has encontrado a Arza y también lo has traído veremos tu recompensa… así que habla y olvídate de tanta lambisconería.- declaro la figura desde el trono haciendo un ademán antes de golpear con la uña el reposabrazos de roca el cual inmediatamente comenzó a cambiar, sin embargo un débil gruñido salió de sus labios aún seguía muy débil… después de esperar tanto tiempo y seguía débil, no pudo evitar maldecir a todos los que anterior mente se opusieron a él antes de escuchar al hombre a sus pies.
-El traidor vendrá estoy seguro de ello, así como estuvo cuando comenzó a debilitarlo estará aquí para cuando usted regrese con toda su fuerza.- hablo admirando como lo que parecía roca sólida se comenzaba a transformar en un fino asiento de apariencia similar a el oro blanco y un piso de mármol negro, pero el enfado en su señor no lo supo comprender. A pesar de que aquello aún no se parecía en lo más mínimo a su antigua ciudad la cual esperaba regresara cuando su señor estuviera de nuevo completo ya que si de algo estaban seguros era que aquel sello aun no desaparecía del todo. – Mi señor hablo por nosotros tres cuando le pido nos dé el honor de ser su círculo interno. Nosotros le ayudaremos a triunfar no como aquellos que le abandonaron apenas la guerra comenzó- Aseguro bajando la mirada con sumisión antes de por una estruendoso carcajada
-vosotros tres no son estúpidos y saben que pedir. Pues bien concederé su petición sin embargo esta vez no quiero el mínimo error o ustedes me responden con su vida- dictaminó antes de levantarse y hacerle otro ademan está vez para que lo siguiera. – Ahora cuenta me los cambios que han sufrido mis hermosas creaturas- mencionó restándole importancia.
Tendría que ver antes a su querida ¨mascota¨ solo así podría apresurar su poder el cual seguía siendo drenado por ese imbécil, sin duda la forma en que lo sello había sido muy inteligente eso se lo tenía que reconocer…
/Mientras aquel que te desterró a la obscuridad no regrese tu fuerza y tu maldad permanecerán en esta tumba. Que se encargara de drenar tu fuerza impidiéndote el escapar de ella, solo hasta que alguien que comparta mi sangre te libere y tomes la fuerza de tu antiguo captor, no regresaras a este mundo... /
En realidad ese tipo lo había retrasado lo suficiente, ya que al morir el no hubo quien compartiera su sangre hasta esos momentos… Así que ahora debía comenzar con su venganza como esta avanzara y ya sabía quién sería el primero el colaborar sonrió de lado mientras volvía al hombre que le acompañaba. El entendía por qué querían esos tipos los puestos eran codiciosos y al mismo tiempo estúpidos, pero esta vez no cometería el mismo error que con Arza. Ya que su confianza en el que se dijo su hermano fue lo que lo hundió hasta el fondo y por lo cual estuvo casi diez mil años encerrado.
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Por su parte Kaiba había entrado a la casa de Mottou donde le contaron todo lo que había pasado y casi se golpea mental mente al oír que no hallaban a Yami él ya tenía un presentimiento de donde podría estar no sabía porque pero un extraño sentimiento de preocupación cada vez lo molestaba más.
-Yuugi, en ese caso tenemos un problema- mencionó sacando la hoja doblada que le dieron tiempo antes y aventándola en la mesa. Para que el menor la tomara.
-Mi querido amigo, espero verte pronto en el Valle de los Reyes. Tengo conmigo a cierta belleza egipcia que estoy seguro esperas ver- leyó el menor sin apartar la mirada del papel…
-Kaiba si eso es así necesito terminar de saber que son esos extraños jeroglíficos, puede que tengan algo importante, necesito tu tecnología– hablo Ishizu si seguía trabajando como hasta ahora se retrasaron demasiado y tenía el presentimiento de que les quedaba cada vez menos tiempo para hacer algo o mejor dicho para impedir algo.
-bien Roland se encargará de ello, mientras nosotros nos vamos de una vez… necesitaremos algún plan- ordenó con los brazos cruzado “Maldición ni siquiera parezco yo, y todo por ese estúpido sentimiento…” pensó con molestia antes de salir -Nos vemos en una hora en el Aeropuerto de la ciudad, Mokuba vamos – hablo calmado sin dejar le preguntaran algo, ya todos estaban en aquella casa pues iban a hablar con el faraón y varios corrieron a hacer maletas en ese momento. Con la gente de Kaiba y la mayor de los hermanos sería suficiente para investigar en esos momentos, aunque por ahora nadie le preguntara a él castaño de donde había conocido a aquel tipo o que estaba pasando.
Mientras tanto con los hermanos Kaiba el menor había intentado obtener respuestas de su hermano pero este no le respondía nada, notaba cada vez más la preocupación a pesar de que quería verse normal, lo cual le preocupaba un poco ya que Seto Kaiba nunca se preocupaba por nadie. Ya había marcado a Roland para usar el Jet así el tiempo se reduciría en gran escala, descansarían en una casa que rentaron por una semana a pesar de que sabían no dudaría tanto tiempo “¿Que rayos está pasando ahora?” pensó curioso entre algunas maldiciones y es que para él era totalmente una molestia, ni siquiera le importaba que le pasase al maldito faraón, entonces porque su falta de comportamiento.
Continuara…