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Solamente tú y yo. por hiruma chan

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Notas del capitulo:

he vuelto!!

r(=w=)r

gracias a quienes me animaron a seguir esta historia, disculpen la tardanza.

A leer!!

Capítulo 8: Feudo.

 

 

Un romance, amorío u otro tipo de relación, siempre se da entre personas que han vivido el camino del cariño mutuo, no es posible que simplemente aparezca de la nada; incluso el hilo rojo del destino tarda siglos en adherir a un mismo futuro a dos almas desconocidas entre sí. Obviamente el decidir tan deliberadamente el ser un matrimonio no podía ser la mejor decisión a seguir y sobre todo, un par de simples mortales no darían el más apropiado resultado.

El destino escrito no lo habría hecho tan mal, el hilo rojo no podría tardar tanto e inclusive un inexperto casamentero habría dado mejores resultados y sin embargo, así resultaba siempre ser la convivencia entre personas de carácter reservado, siempre con la constante duda:

¿Cómo debería actuar con él?

 

Había pasado ya un tiempo desde que habían vuelto de su viaje y contemplaron una rutina que poco a poco se volvió incomoda, desayunaban en silencio y al atardecer cuando el rubio volvía de sus labores simplemente cenaban juntos y casi inmediatamente dormían para al siguiente día continuar con lo mismo, incluso los fines de semana.

Ace había dado infinidad de ideas en su cabeza y aunque en sus clases en el instituto le dijesen como actuar ahora que era un omega de familia, simplemente no se veía a sí mismo en un papel tan apartado de su actitud verdadera; por ello fue que pidió consejo a Izo, él siempre había sido de modales impecables y seguro le podría ayudar.

 

- La comunicación es primordial en una relación, es obvio que aún no pueden ni verse directamente a los ojos.

- Eso no… — Ace quería negarlo pero, obviamente su ahora hermano político poseía la razón, ni siquiera en el desayuno se miraban directamente, era como si de repente se hablasen en diferentes idiomas, Marco desaparecía cuando él se daba cuenta de que era observado y si era él el sorprendido no podía evitar sonrojarse y bajar la mirada. Suspiró admitiendo que sin duda Izo tenía razón.

-… — Comprendiendo la angustia del menor habló con suma delicadeza —… ¿Por qué no comienzas dándole la bienvenida?

- ¿Eh?... — Ace, que se había mantenido con las orejas bajas y las elevó velozmente ante la idea de Izo, siempre  daba bienvenida a Marco y no parecía la mejor forma de iniciar una conversación.

- Simplemente espera por Marco en la entrada de la casa, estoy seguro que le será mucho más fácil hablar si están en un lugar más abierto que su habitación.

-… — Aunque pareció dudar Ace optó por asentir en afirmación a la idea del mayor, Marco siempre era más hablador con sus hermanos presentes.

-… — Izo casi no pudo ocultar su sonrisa al darse cuenta de lo que su hermano estaría tratando de evitar, sobre todo teniendo a ese pequeño felino a su completa disposición y en plena discreción de su propia habitación —… Por cierto, tu ropa llegó esta mañana, aunque un mes me parece demasiado tiempo para terminar de reunir tus objetos personales pero, supongo que tus hermanos no querían dar por hecho que te mudas ¿cierto?

- Sabo estudia lejos de casa y pronto se mudará también Luffy, en realidad creo que estuvieron muy ocupados para ver algo tan trivial como empacar mis cosas… — Ace había sonreído ante la mención de Sabo y Luffy pero, no era completamente invisible el dolor en sus palabras, mudarse y saber que sus hermanos seguirían en casa era muy diferente a que ninguno permaneciese cerca de los otros, sin duda sería difícil el visitarse mutuamente.

- Creo que sus visitas durante las vacaciones serán muy bienvenidas por todos en la mansión.

- Eso me consuela mucho en verdad, algunas veces pueden ser un verdadero dolor ¿Sabes? Hehehe.

- Debe ser de hermanos.

- ¡Hey!

- Humhumhum, en fin, lo que en realidad quería saber era si poseías algún pijama, eso que usas es uno viejo de Marco ¿verdad?

- ¿Eh? Sí, pertenece a Marco, en realidad nunca use un pijama, mi cuarto era demasiado cálido y solo dormía con ropa interior pero… ahora… — La voz del moreno disminuyo paulatinamente hasta que perdió su mirada entre los diseños de la alfombra y se agachaba tratando de ocultar el rojo de sus mejillas.

- Entiendo, ¿Qué tal si confecciono algo para ti?

- Pero…

- No será ninguna molestia, descuida.

- Gracias… — tal vez si Ace hubiese tenido idea alguna de los que se estaba maquinando entre las neuronas de Izo habría decidido desistir de aceptar tal presente con mayor ímpetu.

 

 

+++

 

 

- Un beso.

- …

- En la mejilla por supuesto, para empezar.

 

Por su parte, Marco había decidido hablar con Thatch sobre aquello que lo ¨acongojaba¨ desde hacía un tiempo; no tenía la menor idea de cómo hacer para acercarse más a Ace sin asustar al moreno, el felino nunca le había demostrado miedo o alguna incomodidad con respecto a su distancia, por el contrario, parecía sentirse atraído al rubio pero dudoso de aminorar la distancia entre ambos permanecía alejado y silencioso la mayor parte del tiempo, siempre pareciendo a punto decir algo y mordiendo su lengua en el último instante.

Él no sabía si decir o pedir que se acercase sería lo mejor o sonaría como una orden en dado momento debido a sus nervios. Ahora quería golpearse contra toda pared de la mansión solo por no ser capaz de derribar una barrera tan simple y enorme entre ambos.

Quizá… en realidad… no era el alfa apropiado para Ace.

Y ahí estaba, nuevamente su inseguridad reluciendo con tal descaro, por eso había pedido consejo a su hermano y amigo y aunque el castaño era demasiado cínico con sus demostraciones de afecto, consideró que de hecho podría tener razón en esta ocasión.

Un beso en la mejilla no sonaba tan atrevido ni podría detonar en algún otro tipo de intenciones más peligrosas para Ace.

 

 

*/*/*/*

 

 

- Aaahh…~ — Con un suspiro demasiado insuficiente para calmar sus inquietudes, el rubio giró la manija de la puerta principal de la mansión, no había dado ni un paso dentro cuando el delicado aroma de aquel causante de sus penas abstraídas invadía completamente sus sentidos.

 

- Bi- Bienvenido a casa… — Ace estaba delante de él, parado con las orejas bajas, parecía temer que su proceder no fuese el adecuado para el rubio.

-¡¡…!! — Marco estaba completamente embelesado por las acciones tan tiernas de su esposo, ese felino sería su perdición sin duda alguna; Sonrió sin darse cuenta y avanzó los tres pasos que el separaban del moreno y acto reflejo le tomó del mentón hasta posar sus labios sobre la mejilla derecha del felino y apenas apartándose un poco susurró en su suavemente oído —… Estoy en casa-yoi.

 

Con una sonrisa satisfecha por parte del moreno comenzaron una charla tan amena como aquellas que tuvieron durante su viaje y el rubio pudo aceptar que Ace en verdad poseía inminente belleza que lo cautivaba en más de un sentido.

Por su parte el moreno descubrió que Marco en realidad tenía una personalidad muy sencilla a comparación de la posición social que poseía, su esposo era realmente admirable.

 

 

*/*/*/*

 

 

Algunas semanas después de su charla con Izo, Ace había logrado hablar con Marco sin problema alguno, incluso compartían el baño por las mañanas y aunque Marco siempre se duchaba con calma después de que Ace tomase la tina para él no tenían problema con verse casi desnudos, con una toalla en sus cinturas y el hecho de que ambos fuesen hombres en verdad les era de mucha ayuda.

 

-Yo quiero ser tan fuerte como tú… — Proclamaba el moreno lavando descuidadamente su cabello con aquella esencia de uvas silvestres que tanto le gustaba a Marco.

-La fuerza no siempre se mide en músculos-yoi.

-Lo dices porque sabes que mi cuerpo nunca obtendrá musculatura tan pronunciada como la de tu cuerpo ¿verdad?

-No lo digo por eso… — Al girarse y ver las mejillas de Ace hinchadas en protesta el rubio sonrió —… Por ejemplo, aunque Thatch es más grande y musculoso que Izo, nunca ha sido capaz de vencerlo en una pelea cuerpo a cuerpo-yoi.

-Eso es normal, nunca podrá lastimar en verdad a Izo.

-¿Por qué lo dices? Aunque tenga sentimientos hacía Izo, sabe que nunca le perdonaría si controlara su fuerza, él es igual a ti-yoi, tan terco y orgulloso que sin dudarlo asesinaría a Thatch por ofenderlo de esa manera-yoi.

-Umh~ ¿Tú lo harías?

-…

-¿Contendrías tu fuerza al atacarme?... — Apoyándose en el borde de la tina Ace observó atentamente la reacción del rubio que ya se envolvía la cintura con una toalla de melado color.

-… — Tomando una toalla más extendida Marco caminó hasta donde Ace se incorporaba para dejarse cubrir por la afelpada tela y brazos del rubio —… Moriría con la cabeza gacha, antes de pensar herirte-yoi… — La mirada del rubio se mantuvo firme y reacia ante su resolución expuesta ante Ace.

-¿Ni porque yo te lo pida?... — Insistió el moreno.

-Es lo único en que no pienso complacerte-yoi… — Sonrió el rubio frotando las felinas orejas de su esposo con la cálida tela que secaba el oscuro pelaje.

-… Malvado… — Murmuro Ace con un puchero sin comprender del todo las palabras del rubio.

-Soy perverso-yoi… — Susurró Marco dando delicados besos al cuello de Ace.

 

Tal vez por ahora no era capaz de comprenderlo pero, esa era la forma en que Marco le amaba y nunca cambiaría.

 

 

*/*/*/*

 

 

Cuando Ace puntualizó que no sería posible usar más el pijama de Marco no se imaginó que extrañaría tanto la fresca franela sobre su piel pero, más que nada, nunca había pensado en la realidad de su vida al lado del rubio y ahora Izo le daba una bofetada de realidad con sus nuevos ¨ropajes de noche.¨

 

-No quiero usar esto… — Susurró para sí mismo aunque su hermano claramente le había oído.

-Ya pasó más de un año desde que estas con Marco, es comprensible que uses ropa acorde a tu edad, incluso el instituto te dio aquel nuevo uniforme ¿No?

-… Umhg… — Sin ser consciente de la realidad, para Ace era vergonzoso usar aquel vestuario que hacía que todos le miraran en la calle e incluso algunos hermanos de Marco no sabían que decir cuando llegaban a verlo usándolo pues parecía no quedarle de lo justo y pequeño que era, la remera exponía su cuello y no le cubría la cintura en absoluto y ni hablar del pantalón a media cadera que ni con su adorado  cinturón naranja dejaba de caérsele y para colmo a duras penas cubría sus rodillas, por lo menos le dejaban usar sus botas militares y no ese par de sandalias tan ligeras que lo hacían resbalar por los pasillos pulidos del colegio —… No creo que usar ropa que me quede pequeña sea muy adecuado o prudente.

-¡¡…!! — Izo realmente se sorprendió ante las palabras del felino —… ¿Eso…es lo que piensas?

-Así luzco ¿No?... — Ahora era evidente para Izo que la forma en que Ace se miraba al vestir de esa forma, como un ¨niño¨ que no quiere dejar de usar su prenda preferida aunque sea obvio que ya es demasiado mayor para esa ropa.

-¿Por qué no lo usas y le preguntas a Marco como luces?

-¿Eh? Eso será nefasto, es seguro que se ría.

-Te puedo asegurar que no sabrá ni que decir… — Susurró Izo.

-¿Qué?

-Solo prueba, si se ríe yo mimo lo golpearé y te confeccionaré todo un nuevo guardarropa.

-Pero…

-Piénsalo, debo volver al trabajo, cuídate.

-Bien, adiós Izo.

 

Luego de despedirse Ace fue a su alcoba misma que compartía con Marco, observó la ropa viendo los detalles, algunas telas eran brillantes y suaves así como frías y estaba seguro que estas eran para el verano y que obvio era mucho más caluroso cuando se compartía la cama con otra persona; Por otra parte, las demás prendas eran algo afelpadas y un poco más largas aunque estaba seguro de que ni una sola le cubriría ni cerca de las rodillas, la mayoría eran remeras con tirantes, mangas cortas y solo un par de ellas poseían las mangas a medida de tres cuartos pero, también eran de telas casi trasparentes y de colores oscuros quizá rojizos.

Decidió probarse algún conjunto y aunque era ¨pequeño¨ descubrió que el bóxer era de su talla y ajustaba perfectamente a su cuerpo sin cortar su circulación como pensó que lo haría y la remera de manga corta era sumamente fresca y para su gusto cubría su abdomen y no mostraba su ombligo como lo hacía su uniforme del instituto.

Tal vez  lo usaría para dormir con Marco.

 

-¡¡…!! — La simple idea de que el rubio lo viese vestido de esa manera le hizo ruborizarse, no era tan ciego para no darse cuenta de que Marco solía mirar su cuerpo por momentos mientras se bañaban o al dormir, incluso cuando se cambiaba para ir al colegio, el rubio se mantenía pendiente de lo que usaba para salir y nunca dejaba de abrigarle con un abrigo ligero que cubría su cuerpo, incluso en invierno le había dado un gorro lo suficientemente ligero para que no dejase de cubrir sus felinas orejas, sin duda le prefería cubierto cuando salía pero, en casa, podría ser otra cosa —… Marco.

 

Terminó susurrando el nombre de su esposo bajando su mano derecha hasta llevarla entre sus piernas tocándose íntimamente y casi palmeando su mano la retiró velozmente de su propio cuerpo, no podía, no tenía permitido caer en la lujuria, no cuando el rubio no había ido más allá de un par de besos a su cuello.

Enredó su felina cola en una de sus piernas tratando de regular su respiración, las malditas hormonas de sus cambios físicos estaban cobrando fuerza con cada día y aunque no era demasiado para no soportarlo como antes, sabía que progresivamente el libido de su cuerpo iba creciendo día con día y ser estrechado durante la noche entre los brazos del rubios no le estaba ayudando mucho aunque el mismo Marco parecía estar en peores circunstancias que él.

Marco era un alfa sano y fuerte en plena vida ¨activa¨ mientras él era un omega entrando en su edad de fertilidad, sin duda sería difícil para él concebir a esta edad, aunque no imposible pero…

 

-¿Marco… estaría feliz con una… familia propia… una familia… conmigo?

 

Ace se miró al espejo tratando de imaginarse en cinta con al menos un par de cachorros consigo, seguro serian felinos ya que el rubio no poseía rasgos zoomórficos.

 

-Rubios de orejas negras… — Ace sonrió ante la idea, sin duda, él amaría tener una familia con Marco. Sonriendo con tristeza se quitó la ropa y la guardó en el fondo de uno de los cajones que el rubio le había ofrecido para sus ropas —… Por muy hermoso que suene, no deja de ser un simple anhelo que es imposible de cumplir.

 

 

*/*/*/*

 

 

Desde que Ace se había mudado a la mansión siempre había alguno de los hermanos de Marco que le hacía compañía todos los días y cuando Teach había vuelto de uno de sus trabajos su guardia había sido de mínimo cinco de ellos.

Ace no lo comprendía, sabía que Teach le mentía con frecuencia con respecto a sus deberes y le hacía realizar algunas labores que eran del mayor pero, nunca fue algo realmente difícil y solía contarle de los lugares a los que iba, incluso le había contado del incidente que tuvo con Marco mismo que parecía ser la causa de su ausencia constante en la mansión.

 

-No es que diga que a causa de ti me he visto obligado a salir del único sitio que he conocido como un hogar… — Teach sonreía al ver la vacilación de dolor en la mirada del felino —… En realidad es por mi trabajo que debo salir, pero, que puedo decir si realmente me gusta lo que hago.

-Ya veo… — Respondía Ace abrazando sus piernas mientras tomaban té acompañado de la tarta de cereza que siempre traía Teach de sus viajes, el jardín era visible desde toda la mansión y un lugar realmente amplio que los mantenía a la vista de todos.

-¿Y tú?

-¿Yo… qué?

-No me digas que toda tu vida seguirás siendo un mantenido de Marco, bueno mientras te tenga por las noches no creo que le moleste pagar todos tus caprichos.

-¡¡…Nosotros no…!!

-No me digas que ni siquiera te has revolcado con él, ni siquiera las ganas de follar le has calmado, no dudo que se aburra de ti en poco tiempo… — Negó continuamente con la cabeza de un lado a otro, desaprobando completamente la ¨falta¨ del felino.

-… Eso no… — El moreno fijó la mirada sin observar en lo más mínimo ¿En verdad Marco lo rechazaría por eso, por no cumplir su deber marital?

-¡Ah! Mira, tengo que irme… — Teach salió del jardín ignorando completamente al felino por unos cuantos pasos pero se giró para dar la última estocada al corazón de Ace —… No te sientas culpable, seguro que ni sus especies congenian, después de todo Marco no tiene rasgos de ningún animal, debe ser por ello que ni siquiera ha querido tocarte, después de todo, tener sexo con un mitad gato ¿No es zoofilia? Seguro que sentirá asco de solo dormir contigo.

-… — Ace se mantuvo en silencio, eso era seguro, Marco siempre se distanciaba cuando se notaba particularmente ¨caliente¨ en sentido sexual, seguro intuía lo que el felino era en realidad y por ello no se acercaba a él más de lo estrictamente necesario.

 

Nunca sería para Marco y por supuesto Marco nunca lo aceptaría.

Estrechó con mayor fuerza sus piernas y oculto su rostro apoyándose en estas dejando que el atardecer llegara.

Sintió el dolor recurrente que siempre le había oprimido el pecho, los ojos le picaban con insistentes lágrimas que no podían ser contenidas y sin embargo, una vez más, no derramó su llanto.

No lloró, no por algo tan común en su vida, su mera existencia era despreciada desde que tenía uso de razón, así que no tenía ningún sentido derramar su llanto pero, no podía negar que el hecho de que fuese el rubio quien le odiaba, dolía mucho más; sonrió y pudo jurar que estaba en plena agonía.

¿Por qué dolía tanto?

Fue inconsciente del paso del tiempo, ni el frio del otoño logró hacerle reaccionar, simplemente su mente se revolvía a causa de las ideas de abandono y desprecio que el rubio le daría luego de que supiera lo que verdaderamente era.

Lo que era, el mismo sol lo evitaría cuando se supiese la verdad.

Y con lo mucho que apreciaba ahora a Marco.

 

 

*/*/*/*

 

 

Marco fue sorprendido por la ausencia del felino en la puerta donde siempre le recibía con una sonrisa, vio pasar a Teach hacía la sala y pregunto por el moreno.

 

-Debe seguir en el jardín, creo que estaba molesto no sé, quizá algún berrinche de niños… — El desdén en las palabras de su hermano inquietó al rubio, con una fría mirada dejó a Teach hablando solo y fue presurosamente al jardín, Ace nunca había dado mala imagen a nadie, incluso si estaba realmente ofendido o molesto, siempre se controlaba a fin de no dar mala impresión de sí mismo o de su familia ahora incluso de sus hermanos políticos y por supuesto del mismo Marco. Salió encontrando al felino en un instante descansado sobre una silla en el jardín, no sabía que el moreno había permanecido inerte desde esa mañana pero, lo supuso efectivamente, pues era algo que siempre hacía.

 

-… — Dejarse sumir en sus oscuros pensamientos sin pedir ayuda nunca — Ace… — El rubio trató de tomar su mano pero, fue repelido por el felino con un movimiento brusco.

-… — El moreno se ocultó con mayor pena ante sus propios actos.

-¿Qué sucede?... — Sin quererlo, la voz de Marco fue fría a causa del brusco rechazo.

-Nada… — Ace salió andando lejos del rubio, el que Marco no usase aquel ¨yoi¨ al final de una de sus frases indicaba que estaba realmente molesto, lo recordaba desde el incidente con aquella hiena durante su viaje.

-Claramente tu actitud no es por ¨nada¨… — Marco le siguió de cerca y debía aceptar que Ace era realmente veloz cuando estaba molesto pues el felino ya estaba recorriendo los pasillos que unían la sala con sus habitaciones privadas de la mansión.

-¡No te interesa!... — Su incapacidad para perder al rubio le frustraba por completo.

-¡Es obvio que lo hace si te estoy cuestionando!... — La respiración del rubio se aceleraba con cada palabra, así mismo su desesperación e impotencia.

 

Ambos comenzaron a elevar el tono de sus voces mientras avanzaban con mayor ímpetu hacia el cuarto que compartían, la ira incrementaba en ambos, el rubio quería exigir que Ace le dijera que le habían hecho para que actuase de esa manera pero, a causa de su propia ira y frustración no podía calmarse y expresarse adecuadamente para hacer entrar en razón a un huraño felino ahora realmente furioso; Simplemente no sabía cómo tratar con ese… ni siquiera se le ocurría una manera de llamar al felino sin que fuese ofendido, Ace solo podía entender que el rubio le odiaba y justamente hoy daba inicio al desahogo de su creciente ira contra él, quizá pronto vendrían los golpes y la esclavización sexual, el dolor que le causaba el simplemente imaginar que el rubio le odiaría, degradaría y sin duda sería vendido, aquella línea de pensamiento le dejaba incapaz de comprender la verdadera causa del proceder tan violentó por parte del rubio.

 

-¡¡DIME QUE SUCEDE!!... — Completamente fuera de sí Marco alcanzó el antebrazo del felino y le obligó a girarse, sin embarco con la velocidad de Ace este terminó girando demasiado veloz y no pudo reaccionar para evitar caer al suelo de sentón y con un fuerte estruendo por el golpe.

-¡Ahg!... — Ace gimió ante el dolor.

-¡¡…!! — Al darse cuenta el rubio de que había lastimado a su esposo, calló al instante de rodillas dispuesto a suplicar perdón.

 

No obstante la reacción del felino al sentirse acorralado por el rubio que abatía sobre él, fue tirar un zarpazo al brazo derecho de su atacante siendo lo suficientemente tenaz para hacer sangrar al rubio e inconscientemente quemar la carne ajena con verdadero fuego naciente desde su propio cuerpo.

 

-¡¡Aah…!! — Marco abrió los ojos perplejo, los dedos de Ace ardían en llamas. Observó al moreno que no podía retener las gruesas lágrimas que se desbordaban desde sus oscuros ojos mojando completamente sus mejillas.

 

Ahora sin duda Marco lo odiaría, ahora sabía que él no era un ¨simple y corriente gato¨ seguro lo entregaría a los capitanes de la ¨justicia absoluta¨ para que lo investigaran como el fenómeno que era.

Comprendiendo lo que pasaba por la mente de Ace, el rubio dejó que sus propias llamas cubrieran su herida sanándola por completo y seguidamente rodeó el cálido fuego del felino.

 

-… Es realmente un alivio, saber que no soy el único… — Murmuró el rubio pegando su frente a la de Ace compartiendo aquel cálido contacto que le hacía sentir que por primera vez no andarían completamente solos por el mundo e inconteniblemente Marco derramó más de un par de lágrimas al saber que ni siquiera su inusual existencia sería un impedimento para pasar el resto de su vida con su felino esposo.

-¡¡…!!... ¿Fuego…? ¿Ambos… somos fuego?... — Cuestionó Ace observando atentamente y parpadeando repetidamente tratando de saber si las llamas que danzaban con frenesí casi enloquecido serían producto de su imaginación y buscó la mirada azulina como consuelo a una posible demencia repentina.

-Lo somos-yoi… — El rubio sonrió suavemente tomando con sus manos ambas mejillas pecosas.

-¡Marco!... — Ace se lanzó a los brazos del rubio rodeando su cuello fuertemente con ambas extremidades aferrándose a su pareja y fue igualmente correspondido por el mayor que le estrechó desde la cintura.

 

En un pasillo oscuro sería su mejor momento al darse cuenta de que nunca más estarían solos y por muy peculiares que fueran, ahora se tenían uno a otro.

 

Y sin embargo, un par de ojos les observaba con frustrante envidia y una creciente ira al darse cuenta del engaño en que había caído. Quizá sus hermanos y padre no eran tan ilusos como siempre había creído.

 

 

*/*/*/*

 

 

Pasado un tiempo desde que habían conseguido llevar una relación más ligera, el simple hecho de decir ¨bienvenido a casa¨ y ¨he vuelto¨ era tan suave en sus voces y la sensación de estar cerca el uno del otro había dado un giro realmente reconfortante para ambos. Se podía decir que se conocían desde siempre, casi como si fuesen hermanos.

Y sin embargo esa no era su situación.

El rubio reconocía evidentemente la forma en que Ace actuaba con él, únicamente a su esposo le daba un vaso de jugo antes de cenar o compartía una tostada con jalea de naranja en el desayuno, usualmente aprovechando el estado adormilado del rubio para ofrecerle un poco, el sabor dulce a primeras horas del día le daba al rubio un reconfortante sentir pues cuando recuperaba la visibilidad siempre veía al moreno lamiendo sus dedos cubiertos de dulce y sonriéndole dándole los buenos días.

Todo era tan pacífico y aun así el rubio no bajó la guardia, todos los días luego de asistir a clases Ace siempre era acompañado por alguno de sus hermanos políticos, siempre había alguno de ellos en la mansión ayudándolo o simplemente acompañándolo. Vista le dio algunas clases de esgrima, Haruta le pidió ayuda con algunas de sus tareas, Izo siempre le solicitaba ser su modelo con alguno de sus nuevos diseños además de obsequiarle una infinidad de nuevos y antiguos sabores de té que sin duda sería la envidia de cualquier cafetería, incluso Jozu le mostró algunas de sus rutas en la obtención de los diversos suministros de su joyería y sin en cambio, fue con Thatch con quien pasaba mucho más tiempo. Los postres y platillos que le servía al felino eran sin duda uno de los más exquisitos manjares de toda la variedad existente en la culinaria mundial.

Ace solía disfrutar abiertamente de todos los dulces y relamía sus  labios con gula al probar cada tarde un nuevo dulce.

 

-De no ser porque conozco a Thatch, diría que está tratando de conquistar al gatito… — Eso había dicho Teach un domingo por la mañana cuando Ace disfrutaba un panqué que recién había horneado Thatch especialmente para él.

 

Ese día ni Marco ni nadie más había podido probar ese pan, Ace había corrido con sus hermanos Luffy y Sabo para compartirlo.

 

-…Tal vez… En verdad se sienta mejor con alguien más… — Ese había sido el pensamiento del rubio desde aquel momento —… Ace podría ser mucho más feliz con alguien más… con Thatch.

 

Llegar a esa línea de pensamiento había dado origen a un constante ir y venir de resentimientos dentro del rubio, Thatch y Ace eran dos personas sumamente importantes en su vida pero…

 

-… Te mataría antes de que solamente llegases a pensar en tenerlo… — La helada mirada y voz tan seria no dejaban duda a que ciertamente lo haría pero…

-¿Marco, qué sucede contigo?... — Izo le había devuelto a la realidad, estaba en la mesa al lado de su padre y hermanos, cenando todos juntos como cada fin de semana, curiosamente Thatch mantenía su mano muy cerca de uno de los platillos favoritos del rubio colocado justo entre los dos.

-Entonces, sí no pueden compartir, lo comeré yo… — Al lado de marco el felino había tomado el platillo completo para comerlo él mismo.

-… — Marco giró su vista concentrándose en como el felino disfrutaba la comida y luego del primer bocado cogía una generosa porción con su tenedor y le ofrecía alimentarlo cual si fuese un niño pequeño.

-Dijiste que lo comerías tú… — Refunfuñó Thatch con pucheros.

-Marco es mi esposo y puedo compartir siempre con él… — Las mejillas de Ace enrojecieron pero nunca desistió de compartir su platillo con el rubio.

-Es bastante obvio que has sido rechazado Thatch… — Izo comentó devolviendo la alegría a la mesa con renovadas burlas para el castaño.

-¿Marco…?... — El moreno parecía preocupado al no ser aceptado su platillo.

-Estoy bien-yoi… — El susurro del rubio fue apenas audible y tomando entre sus dedos la mano del felino que le ofrecía alimentarlo tomó el bocado, el platillo en si era uno de sus preferidos pero nunca le había hecho sentir esa dulzura en su paladar, sin duda, aquel pequeño felino agregaba demasiada dulzura a toda su vida.

 

Y sin embargo… esa pequeña duda seguía clavada en su pecho.

 

 

*/*/*/*

 

 

Aquella tarde Ace estaba completamente solo en la mansión, Thatch llegaría mucho más tarde de lo esperado y aunque no era gran diferencia todo parecía completamente solitario.

Oyaji tenía demasiado trabajo al otro lado de la ciudad junto con Marco en interminables reuniones y todos habían coincidido con una semana severamente ocupada.

Andando por los pasillos que le llevarían a las habitaciones que compartía con el rubio, Ace revisaba sus mensajes de teléfono, al parecer Luffy estaría en una excursión y Sabo pasaría por algunas pruebas en las oficinas del sur de la ciudad.

 

-Completamente solo… — Murmuró cerrando su celular.

-No deberías menospreciar a quien aún te acompaña.

-¿Eh…? Teach… — Delante de él, en un pasillo poco concurrido por su oscuridad estaba uno de los más antiguos hijos de Edward Newgate.

-No deberías decir ¨solo¨ cuando obviamente yo te hago compañía.

-Ciert… ¡…!

 

Un inminente peligro alertó al felino con un escalofrío que recorrió su espalda, la forma en que el mayor acariciaba sus felinas orejas era suave pero no dejaba de ser incomoda, por no mencionar la opresión en su pecho además de que parecía no darle espacio alguno, cada vez le acorralaba más contra la pared sin dejarle escapatoria.

Peligro… peligro… peligro. Sus nervios solamente gritaban advirtiéndole.

 

-¡¡Sueltame!!

-Estoy en… ¿Eh… Ace?... — Thatch había llegado a casa mucho antes y se mantuvo alerta de inmediato recordando de quien se debía proteger a Ace. Corrió hasta el pasillo de dónde venían los gritos y en efecto encontró al felino medio desnudo con Teach acorralándole contra una esquina del pasillo —… ¡¡Teach!! ¿Qué demonios haces?

-… — Al verse descubierto el mayor se alejó del felino aunque sin darle el suficiente espacio para alejarse y huir de él —… Lo lamento, me he dejado llevar. Thatch aleja a Ace de mí lo más posible, no creo poder contenerme mucho más.

-Ace ven conmigo…

-¡¡…!!... — Ante sus ojos el acto más cobarde, el felino fue testigo de cómo Teach golpeaba en la cabeza a Thatch dejándolo indefenso en el suelo y le pateaba sin cesar. La sangre y los quejidos de dolor del castaño inundaron el pasillo.

-De-Dejalo… ¡¡Teach detente!!... — Ace se lanzó contra el mayor dando un puñetazo en la cara del mayor y derribándolo al suelo pero, cuando trato de reponer al castaño acercándose para saber su estado fue atrapado por Teach —… ¡¡Sueltame, déjame ir!!... — Forcejeo  retorciéndose tanto como le fue posible.

-¡Arg!... — La adolorida voz de Thatch le paralizó.

-¡Eh! ¿Qué haces?

-Siempre me desagrado como  no tienes idea… — Dijo Teach aplastando la mejilla del castaño en el suelo y oprimiendo cada vez más bajo su pie, Ace podía jurar que incluso escuchó el crujir de la mandíbula de Tatch al romperse —… Un imbécil optimista que nunca deja de llamarte ¨hermano¨ cuando lo único que siempre quise fue romperle el cuello… — El pie de Teach siguió sus palabras al posarse sobre el cuello del castaño y oprimiendo lentamente.

-¡¡Espera, detente!! ¡¡Haré lo que quieras, pero… detente!!

-… — Sonriendo Teach arrojó a Ace al suelo —… Solamente quiero que seas obediente y sumiso cual gatito ¨débil¨ que eres.

-… — Ace apretó los dientes con furia, ¨débil¨ eso era lo que era y por ello no podía defender a uno de sus hermanos.

-… Y que cooperes, por su puesto.

-¡¡…!!

 

Con sus manos temblando y aún en el suelo Ace se retiró los restos de su camisa y los pantalones cortos que había escogido para ese día, así también se quitó la ropa interior.

 

-¿Qué es lo que debes pedir ahora?... — La amplia sonrisa de Teach era lo que más despreciaba Ace en ese momento tan humillante —… Y que sea como es debido.

-… Alfa… — El felino bajó la mirada al tiempo que se recostaba en el suelo alfombrado y separaba las piernas exponiéndose completamente desnudo —… Por favor… tómame… — Terminó murmurando al tiempo de mantener los ojos fuertemente cerrados así como sus puños y clavando sus uñas con tal fuerza que su piel sangró por la presión ejercida en sus palmas.

-Créeme, NO seré dulce… — Escuchó de Teach seguido del sonido de la cremallera de sus pantalones.

 

Dolor, interminable dolor, agonía física y mental.

Su pecho se oprimió sofocándolo ante el apacible recuerdo.

 

-“Marco…”

 

 

*/*/*/*

 

 

Un mal presentimiento.

Era lo único que nunca podía ignorar.

Y cuando aquella dulce voz cubierta de sufrimiento suplicaba su presencia.

Era intolerable no acudir a su llamado.

 

Además de la sangre en sus manos, nada podría decirle que había ocurrido en la mansión.

Recordaba a Ace llamándole con lágrimas en sus ojos.

Luego pidiendo desesperadamente su ayuda al lado de un Thatch herido, vio claramente a Izo llegar apresuradamente a su lado y correr con los médicos de la familia, ahora ni siquiera recordaba sus nombres.

Solo podía ver a Ace arrodillado en el suelo, era evidente que entre sus piernas había sangre y su cuerpo mostraba algunos inminentes moretones que se volvían cada vez más oscuros.

Se acercó lentamente hasta poder arrodillarse delante del felino envolviéndole con su propia camisa de color lavanda, aquella misma que tanto adoraba el felino y cubriéndolo suavemente le rodeó también con sus brazos e inevitablemente manchándole con sangre.

 

-Ace…

-Lo siento… lo siento… lo siento… — El llanto del felino era apenas audible, Marco no se pudo sentir más miserable a no poder proteger a su querido esposo.

 

No sabía ni que había ocurrido, en un momento estaba en una reunión y al instante siguiente se encontraba en un pasillo cubierto de sangre  ya ni hablar de su auto en plena entrada completamente destruido de la parte delantera e incluso faltaba un retrovisor y un costado de la defensa trasera denotaba un choque con algo parecido a un hidrante por el tamaño del abollado en el metal y sin duda los agentes de tránsito en la entrada de la mansión lo buscaban a él.

Tomó en sus brazos al felino llevándolo a su habitación y adentrándose en el baño le dejó en la bañera sentándolo con sumo cuidado y templando la temperatura en la manguera de mano lavó sus manos para luego tomar jabón y shampo para bañar a Ace, frotó la sangre con delicadeza deslizándola por completo del cuerpo del felino que aún se mantenía cubierto con su camisa, el moreno no dijo nada en todo momento manteniendo la mirada baja.

 

-¿Sabes?

-…

-No estoy seguro de que sucedió pero, sí te llegué a lastimar…

-¡Eso no…! — Apresuradamente el moreno fijó sus ojos en los azules de Marco.

-Es que, siempre que me acerco a ti… tiemblas, casi con miedo-yoi.

-Eso es… “Cuando perciba mi aroma en ti, nunca querrá volver a tocarte.” — Esas habían sido las palabras de Teach pero, Marco… parecía haber perdido el olfato por completo —… ¿No crees que… huelo mal?

-¿Eh?... — Marco olfateo descaradamente a Ace desde su cabello, su cuello y su pecho e incluso le hizo incorporarse un poco para olfatear atrevidamente entre sus piernas.

-¡¡…!! — En ese momento Ace completamente avergonzado tomó el borde de la camisa que usaba ahora húmeda y apretándola entre sus dedos la estiró tratando de cubrir sus partes íntimas que aunque el rubio fuese su esposo aún no había visto desde tan corta distancia —… “Pero, otro hombre sí, lo ha hecho…”

-Usaste un jabón de naranja para tu baño esta mañana-yoi

-¿Eh?

-No hay otra esencia en ti-yoi, ¿Quieres que use el mismo?... — El rubio se giró para buscar jabón adecuado.

-Marco…

-¿Umh?

-Seguro que…

-Completamente seguro-yoi.

-… Marco ¿Te bañas conmigo?

-¿Seguro?

-Sí.

 

Ace extendió sus brazos hacía Marco instándole a entrar en la bañera con él y sin poder negarse Marco se desnudó para luego colocarse entre las piernas del moreno que pidió lavar su cabello y espalda primero. Después fue el turno de Ace y el felino disfruto la sensación de las manos del rubio al lavar sus orejas felinas, espalda y su cola. Ahora sin la camisa Marco pudo disfrutar la vista de su esposo en completa desnudez y aunque los moretones seguían persistentes no disminuían en lo más mínimo la belleza de su felino esposo delante de él.

 

Ninguno los dos comprendió la razón del porque Ace conservaba su propio aroma y que posteriormente sería cubierto por la esencia de Marco con tal naturalidad.

 

 

Continuará…

Notas finales:

cuidense mucho!!!!

mata-nee!!!


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