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Sonrisa de ángel por MarychanRod

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Notas del capitulo:

 

Está vez traigo un hermoso DaiSuga que surgió de inusualmente un momento de tristeza es algo corto pero pienso que salió tierno. Ellos son mi segunda OTP en Haikyuu! Pensaré en más one-shot para ellos. Los amo.

Disclaimer: Haikyuu! no me pertenece, es autoridad de Furudate-sensei.

Sin más que aclarar, les invito a iniciar la lectura.

 

 

Flash Back.

Era un día algo caluroso con sus padres decidieron salir al parque cerca de su casa. Era un domingo y esos días los pasaba con ambos padres. Estaba feliz de aquello. En aquella zona donde vivía no habían muchos niños por lo cual generalmente jugaba con algunos vecinos. Pero ese preciso día no había nadie en aquel hermoso parque. Al parecer era muy temprano aún.

—Iré a los columpios— le aviso a sus padres.

A su corta edad de cuatro años era muy maduro. Sus padres le dijeron que fuera con cuidado. El solamente asintió con la cabeza y deshizo aquel agarre que sostenía con la mano de su madre. Camino hacia los columpios y se subió en uno de ellos. Comenzó a mecerse con calma observando el cielo y las aves que pasaban de vez en cuando.

Pasaron unos minutos donde solamente escuchaba el canto de las aves y el sonido del viento. Se mecía con los ojos cerrados a un ritmo lento. Aquella calma y paz le gustaba. Le hacía sentir muy bien. Fue entonces donde un ruido proveniente de uno de los columpios a la par suyo le saco de su ambiente de tranquilidad. Abrió con sus ojos y lo que miro lo maravillo demasiado.

Sus mejillas se sonrojaron de un color rosado. Se fijó en la figura que reposaba en aquel columpio de color rojo. Un chico que imaginaba era de su edad. Aunque no lo había visto hasta ahora. Aquel chico tenía unos cabellos de un color algo peculiar. Un gris que por extraño que se escuchará le recordaba la calma que siempre le gusto. Tenía un pequeño lunar reposando en su pómulo izquierdo de forma tan perfecta. Dudo por un momento. ¿Acaso aquella persona no era nada más que una visualización de su imaginación? O ¿Era un ángel? ¿O un fantasma? La tercera opción le aterró un poco y trato de eliminarla de su cabeza concentrándose en la segunda opción.

—Un ángel...— inconscientemente aquellas palabras salieron de sus labios.

Sus mejillas ahora tenían un color más rosa a llegar a ser rojizo. Desvió la mirada al ver que aquella maravilla de aparición le volteo a ver. ¿Le habrá escuchado? Dedujo que si porque escucho una risa suave proveniente de él.

—Siento decepcionarte— escucho aquella voz tan perfecta y dulce. —Pero si lo dices por mi soy un humano nada más—

Y sostuvo un tiempo más su risa. No le molestaba escucharlo, le encantaba, aquella risa sonaba tan melodiosa y dulce. No le importaría que se riera de él. Con tal de escucharlo hablar o reír de esa forma.

—Lo siento, es que...— calló.

No sabía cómo explicar aquel error. Que pensaba en voz alta y no lo noto cuando llego. ¿Tal vez funcionaría? No, sería muy absurdo. Su rostro ahora parecía un tomate de tan rojo que se encontraba. Se puso nervioso. Miro de nuevo a aquella persona que estaba a su lado. Este le observaba con una mirada curiosa. Pero algo le termino de avergonzar. Era aquella sonrisa de ángel que tenía. Enserio pensaba seriamente que si era un ángel.

—No debes disculparte, muchos me confunden pero con un fantasma por el color de mi cabello— le observo como tomo aquellos sedosos cabellos entre sus dedos pequeños.

—Enserio lo siento— dijo suspirando. Ya había quedado en ridículo y que el peli gris le justificará su torpeza le hacía avergonzarse incluso más.

—Ya te dije que no debes disculparte— soltó otra pequeña risa. —Sugawara Koushi, un gusto—

Extendió aquella mano que parecía suave. Dudo por unos minutos pero la estrechó con la suya. No fallo en aquel pensamiento. Al parecer aquel chico era muy suave. De verdad que pensó que eso que ocurría era realmente irreal y producto a su imaginación.

—Sawamura Daichi, un gusto— se presentó tratando de calmar su corazón que desde que miro a Sugawara no dejaba de latir rápido.

Aquel chico movió suavemente su mano de arriba hacia abajo. Le sonrió de nuevo. Su corazón nuevamente comenzaba a latir con fuerza. Soltaron el agarre y ambos con la mirada en el otro se mecían. La tarde comenzaba a invadir el lugar. Después que Daichi dejará su vergüenza a un lado hablaron sobre sus gustos. Al parecer ambos tenían un gusto en el voleibol.

Platicaron horas. Hasta que miraron que el sol comenzaba a ocultarse. Ambos se bajaron de los columpios. Y se miraron sonriendo hacia el otro.

—Fue un gusto conocerte Sawamura-kun—

—Lo mismo digo Sugawara—

—Entonces te veo otro día, acabo de mudarme hace poco, mi padre tiene un trabajo donde viaja constantemente así que vivo en diferentes lugares desde que lo recuerdo— miro hacia el cielo perdiéndose en aquel color naranja que las nubes comenzaban a tomar.

—Espero que podamos estar juntos por mucho tiempo más—

Susurro más para sí mismo que para que Suga le escuchara. Al notar que ahora Suga le miraba se sonrojo un poco y desvió su mirada.

—A mí también me gustaría compartir más tiempo contigo, después de todo eres el primer amigo que hago— le dijo con sinceridad.

—Entonces te prometo venir más seguido y podemos jugar por mucho más tiempo—

Dicho aquello se olvidó de su vergüenza, tomo las manos del peli gris y las apretó con firmeza pero sin fuerza. Tratando de demostrar que hablaba enserio. Lo que no espero es que Suga le agarro sus manos. Y de nuevo aquella sonrisa angelical volvía al rostro de Suga.

—Es una promesa entonces—

—Una promesa—

Sonrió. Ambos sonrieron y se despidieron, Daichi le conto a sus padres sobre su nuevo amigo. Ellos le dijeron que tratarían de llevarlo más seguido para que lo mirará. Habían ido por su hijo al hacerse tarde. Pudieron ver a aquel chico del que hablaba su hijo, irse con su madre en dirección opuesta. Parecía muy buen niño.

Los años pasaron con rapidez, ahora aquellos dos pequeños tenían siete años. Era un día frío. Muy frío. Sugawara caminaba con su madre, una mano iba sujetada a esta y la otra llevaba una bolsa mediana de color azul. Koushi estaba algo triste. Su mirada lo reflejaba. Aquel tiempo de frío no ayudaba.

Su madre le dejo en donde siempre se encontraban con Daichi. Se sentó en un sube y baja. Miraba hacia el suelo. Mirando pasar los insectos que valientemente salían con ese clima. Se sorprendió al notar que ahora se encontraba arriba del juego de niños.

— ¡Sawamura-kun! — le regaño frunciendo un poco el entrecejo.

— ¡Buenos días Suga! — le llamo con una enorme sonrisa.

Suga trato de esconder aquel sonrojo en su bufanda de color azul oscuro. Aunque se llevaban bien. No podía llamarle de otra forma. Al menos no ahora. Miro a Daichi. Su corazón latió con rapidez y apretó un poco sus labios. Hizo un movimiento para intercambiar lugares en el sube y baja.

— ¿Sucedió algo? Te veo un poco triste—

Ahí estaba aquella mirada tan observadora. Suspiro. Pero luego le sonrió.

—No es nada— pauso sus palabras. —Solamente estaba triste de no verte durante unos días—

—Lo siento, el frío era demasiado y mi mamá no dejaba que saliera—

—No te preocupes, yo tampoco pude salir hasta ahora—

Sonrió. Decidió que aquel día lo iba a disfrutar al máximo. Jugo junto a Daichi. Dejando la pequeña bolsa azul en un lugar seguro. Al terminar el día y que la temperatura bajará un poco más llegó el momento de la despedida. Algo triste tomó la bolsa. La apretó en su pecho y miro a Daichi que lo observaba preocupado.

—Esto es para ti— le dijo entregándosela.

—No es mi cumpleaños ni un día de celebración— dijo confundido pero la tomo.

—Bueno es un recuerdo para cuando nos volvamos a ver— sentía que sus ojos comenzaban a humedecerse.

—Suga... Esto es— detuvo su hablar y le miro con tristeza. — ¿Una despedida? — preguntó tomando las manos de Suga.

—Mi padre de nuevo será transferido y la verdad— sollozó apretando las manos de Daichi. —No quisiera irme— pauso aquello para dejar salir otro sollozo. —Porque por fin encontré a alguien importante para mí—

—Suga...— soltó las manos de Suga.

Suga primero miro triste a Daichi. Pero al sentir aquella calidez que le invadió, sonrió. Sonrió con nostalgia. Se aferró a las ropas de Daichi. Y sollozo un poco en el hombro de este. Daichi le consoló y le dijo todo lo que significaba para él. Aunque fueran unos niños. No eran tan tontos. Sabían que se querían mucho. Aunque aún no sabían que aquel sentimiento tenía un nombre. Después de todo eran muy jóvenes aún.

—Daichi— le llamo por primera vez por su nombre sorprendiéndolo. —Esto no es una despedida— pauso para limpiar sus lágrimas con su mano. —Es un hasta luego, prometo que aunque tarde años volveré—

—Estaré ansioso de poder verte de nuevo—

Aun sin separarse de aquel abrazo. Compartieron aquella calidez por un tiempo más. Se sentía muy bien aquella sensación cálida. Se extrañarían mucho. Se separaron. Se miraron a los ojos y se dedicaron una sonrisa enorme y sincera. Daichi siempre pensó durante estos años que pasaron que esa sonrisa era la de un ángel. Y aunque Suga no lo dijera pensaba que la sonrisa de Daichi era la más hermosa que pudo ver sus ojos durante todos esos años.

—Se me olvidaba abre tu regalo—

Daichi obedeció la petición de Suga. Al abrirla se encontraba una bufanda de un color más pálido de la que Suga llevaba. Y dentro de esta también estaba un pequeño llavero de pelota de voleibol.

— ¿Te gusto? — preguntó sonriendo.

—Claro, están geniales— sonrió feliz. —Muchas gracias—

—Espero que te quede bien y yo también llevaré este llavero para cuando nos encontremos— le dijo mostrándole un llavero igual.

—Sabes que pode reconocerte aún sin el llavero ¿verdad? —

—Hay que ser precavido en todo Daichi—

Rieron un poco. Sabían que eran los últimos minutos que pasarían juntos. Al menos hasta que pudieran reencontrarse. A Suga llegó un recuerdo de una película que vio en unos días atrás. Pensó que tal vez imitarla no era mala idea. Se acercó a Daichi y le deposito un beso en la mejilla izquierda. Un beso suave y tierno. Que demostraba los sentimientos tanto de cariño como tristeza en ese momento donde se separaban por un tiempo. Que ambos esperaban no fuera largo.

—Su-Suga...— dijo sorprendido.

Cubrió su mejilla, sonrojado. Aquella sensación que sentía en su mejilla era un fuerte calor. Miro como Suga le sonreía divertido y avergonzado.

—Fue un beso de hasta luego— una risa escapó de sus labios de forma suave. —O al menos eso vi en una película con mi mamá—

—Entonces ahora esta es la despedida—

Sonrió triste y apretó un poco la bolsa que sostenía en sus manos.

—Ya te dije que es un hasta luego, torpe Daichi— dijo dándole un leve golpe en el brazo.

—Eso dolió— dijo divertido.

—Ese era el objetivo— dijo riendo un poco.

Cuando miraron a sus madres cerca. Sabía que llegaba el momento. Se abrazaron de nuevo para luego despedirse. Con la promesa de verse de nuevo. Que esperarían todo el tiempo necesario hasta volverse a ver. Aun caminando a sus direcciones opuestas. Ambos miraron hacia atrás. Levantaron sus manos y se despidieron de nuevo.

Fin Flash Back.

Daichi despertó. Habían pasado tantos años. Sonrió algo nostálgico al recordar aquellos momentos con su primer amor. Ahora que ya había crecido lo sabía. Se había enamorado de Suga, aquel chico feliz y dulce que conoció hace ocho años. Siempre iba al parque con la esperanza de encontrarse con él. Y no perdía la esperanza de verlo de nuevo. Y poder decirle sus sentimientos. Que aún después de ocho años seguían vivos en él.

Eran unos niños. Todavía no tenían como comunicarse. No pudieron mantener comunicación con el otro. Suspiro y se levantó. Hoy sería el primer día de preparatoria. En aquella escuela que había admirado por tantos años. Karasuno. Quedaba equivalentemente cerca de su casa. Se vistió con calma y bajo para desayunar.

Por alguna extraña razón se sentía muy feliz. Asumió que fue por aquellos tantos recuerdos junto a Suga que llegaron como forma de sueño el día anterior.

—Te veo muy feliz Daichi— dijo su madre divertida.

—Bueno es que soñé con algo muy hermoso—

—Oh me puedo imaginar quien es eso "hermoso" del que hablas—

Se avergonzó un poco. Su madre reía divertida. Ella era la única que descubrió con la tristeza de su hijo que este estaba enamorado de Koushi. El pequeño que frecuentaba en aquel parque ahora renovado.

—Nos vemos después mamá—

—Ve con cuidado Daichi—

Tomo su bolso. En el reposaba aquel llavero con forma de balón de voleibol. No había ningún momento en el que no saliera de su casa sin él. Camino con algo de nerviosismo. Después de todo era su primer día de clases. Los árboles de cerezo estaban en su más grande esplendor. Era la época de florecimiento. El aire algo frío soplaba y estremecía un poco su cuerpo. Miro como los pétalos de cerezo caían con su gracia única.

Miro ahora entre los demás. Parpadeo al ver unos cabellos grisáceos moverse con el ritmo y suavidad de aquella brisa algo fría. Tallo sus ojos con algo de sorpresa. Tal vez estaba imaginando aquello.

—No, esos cabellos deben ser...— lo pensó un poco.

Luego corrió entre la multitud de las demás personas. Pudo observar entre ellos aquellos cabellos que le llamaron la atención. Fijó su vista hacia el bolso de este. Tenía un llavero como el suyo. Ya eran dos coincidencias como para equivocarse. Cruzo el mar de personas. Y llegó a su objetivo.

—Suga— dijo en un tono algo elevado y tomo el hombro del peli gris.

— ¿Eh? — cuando este volteo a ver quién lo llamaba, sonrió.

"La sonrisa de ángel" fue el único pensamiento de Daichi soltando el hombro del peli gris y viéndolo a los ojos.

— ¡Daichi! ¿Eres Daichi no? — dijo algo torpe y feliz.

—Tiempo sin vernos—

—Mucho tiempo— sintió unas pequeñas lágrimas asomarse a sus ojos.

Las limpio con rapidez. Le sonrió ampliamente y se abrazaron como el reencuentro que tanto habían ansiado. Se separaron después de un rato y algo avergonzados. Rieron un poco y se fueron caminando entre pláticas sobre todo lo que habían vivido esos ocho años.

Ambos se inscribieron en el equipo de voleibol. Al parecer los dos seguían practicando aquel deporte. Daichi estaba muy feliz. Al salir del club. Caminaron con su nuevo amigo Asahi. El cual era de primer año aunque parecía mayor. Al quedar ellos dos solos Daichi le invitó a comer algo en una tienda donde vendían unos bollos muy deliciosos.

—Vaya a cambiado mucho desde que viví aquí— dijo al llegar a aquel parque donde compartió tanto con Daichi.

—Sí, lo remodelaron hace poco— dijo sentándose en uno de los columpios.

—Aunque siguen estando estos columpios donde recordaba que estaban— dijo sentándose a la par de Daichi.

—Esto me trae muchos recuerdos, sabes siempre venía esperando encontrarte—

—Mi padre hasta este año tiene un puesto fijo, agradecí mucho que fuera aquí en Miyagi— hizo una pausa. —Cuando saliera de clases pensaba venir a buscarte, pero tú me encontraste primero Sawamura-kun—

Le sonrió como él solo lo hacía. Aquello sonrojo un poco a Daichi. Aquella sonrisa seguía siendo hermosa, incluso más si se le permitía decírselo. Miro a Suga y le sonrió sincero. Se levantaron de los columpios y quedaron de frente el uno al otro.

—Tu cabello es muy característico Sugawara-kun— dijo divertido y tomo un pequeño mechón con cuidado.

—Me alegra volver a encontrarte Daichi— dijo sincero y con un rubor en sus mejillas de color rojo suave.

—A mí también me alegra mucho poder verte de nuevo—

Se miraron a los ojos. Las palabras sobraban en ese momento donde se comunicaban todo con una mirada. Ambos indecisos de dar el primer paso para lo que se avecinaba. Fue Daichi quien suspiro y soltó el mechón de cabello de Suga para acariciarle una mejilla. Suga se sonrojó más haciendo muy evidente su sonrojo. No despego su mirada de los ojos cafés de Daichi en ningún momento.

Fueron cerrando sus ojos con lentitud a medida que se acercaban sus rostros. La distancia era muy poca. Unos escasos milímetros separaban los labios de ambos. Cerraron por completo sus ojos. Dejando que los alientos de ambos se convirtieran en uno solo. Sus labios se rozaron y Daichi deshizo aquella distancia en unos segundos. Sus labios ahora se unían en un suave toque. Lleno de sentimientos y ternura. Lleno de todo el amor que guardaban por el otro. Durante unos segundos no deshicieron aquel toque de labios.

Una de las manos de Suga viajo hacia la mano libre de Daichi. La tomo con suavidad pero a la vez nervioso y feliz. Se separaron cuando les fue exigido lo que era su preciado oxígeno. Separándose con lentitud. Abrieron sus ojos y se miraron a los ojos por unos segundos más. Daichi junto sus frentes con cariño. Ambos con sus corazones latiendo a mil por hora. Ambos sin saber que decir en aquel momento. Donde las palabras sobraban. Donde solamente importaban ellos. Se sonrieron y se envolvieron en un cálido abrazo.

—Te amo— un susurro por parte de ambos se escuchó.

Se separaron un poco del abrazó sin deshacerlo por completo. Se miraron con sorpresa y rieron divertidos.

— ¿Desde cuándo? — preguntaron al mismo tiempo.

—Habla tu primero— le dijo Daichi divertido cerrando sus ojos y haciendo el abrazo como antes.

—Desde que entendí que lo que sentía por ti hace ocho años era amor—

—Entonces pensamos igual—

Suga se acurrucó en los brazos de Daichi. Compartiendo la calidez del otro. Felices de compartir aquellos sentimientos hace tantos años. Se separaron cuando se hizo tarde. Compartieron información de celulares y correo entre ambos. Daichi acompaño a Suga hasta su casa. Al parecer quedaba a unas cuantas calles de la suya. Con algo de timidez de ambos se despidieron con un rápido beso en los labios.

—Hasta mañana Daichi—

—Hasta mañana Suga—

Al día siguiente Daichi esperaba ansioso a Suga. Al ver esos cabellos grisáceos acercarse lo supo. Ahí estaba su ángel, sonriendo como él sabía. Le saludo feliz. Tomo la mano derecha de este y miro el pequeño sonrojo en las mejillas de Suga. Luego sintió como este entrelazó sus dedos con los de su mano. Sonrió con más felicidad.

—Buenos días Daichi—

—Buenos días Suga—

Suga fue el que ahora tomo la iniciativa y le dio un beso cariñoso de buenos días a Daichi. Un beso suave en los labios. Le sonrió con felicidad y emprendieron su camino hacia la escuela. Era temprano así que tenían mucho tiempo para pasarlo solos.

—Se me olvidaba— dijo llamando la atención de Suga.

— ¿Qué cosa Daichi? — preguntó curioso.

— ¿Te gustaría ser mi novio? —

—La respuesta debería ser más que obvia— dijo riendo divertido. —No...— pauso sus palabras y miro la expresión de sorpresa de Daichi. — ¡Me encantaría! — le dijo sincero para luego reír.

—Eres algo cruel Koushi— dijo suspirando de alivio y le apretó una mejilla con su mano libre.

—Eso duele Daichi— dijo sin parar de reír.

—Te amo Koushi— le dijo divertido soltándolo.

—Te amo Daichi— dijo sobando su mejilla.

Miraron a sus ojos. Y se dieron un nuevo beso. Ahora el primer beso como pareja oficial. Sonrieron con complicidad y caminaron hacia la escuela sin soltar sus manos. Entre bromas y pláticas. Felices de compartir ese dulce amor durante tantos años separados. Y que al volverse a encontrar su amor creciera mucho más que antes. Ese amor que estaban seguros duraría muchos, pero demasiados años más. De ser posible hasta el final de sus vidas.

Fin.

 

Notas finales:

 Espero que les haya gustado. Hasta el próximo proyecto. Bye~

 


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