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No one will love you like I loved you por PanquequeS

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Notas del capitulo: ●No one will love u like I loved u ●EXO ●Sehun/Luhan ●Drama, angst | PG-13 ●Advertencia: Muerte de un personaje. ●Wordcount; 4.4K ●2016; exopanqueques work | Escrito para la dinámica del grupo de escritoras al que pertenezco llamado SeshatSociety - Monster House que se encuentra en wattpad|


PORTADA

No one will love you like I loved you

 

 

 

30 de diciembre de 2015

 

Sehun jamás había imaginado cuán grande era el dolor que se vivía en el desamor, nunca antes había querido tanto a alguien y se había jurado mil cosas antes de haber caído en las redes de la araña con más ponzoña. Conocerlo había sido una casualidad; las más desdichada y dolorosa de las casualidades. Decir que conocer a Luhan fue lo mejor y lo peor de su vida era eufemismo, y uno muy grande.

Sehun había estado subiendo y bajando una montaña rusa con rapidez, sin descanso y sin prever las consecuencias de ello. Sin saber cuán dañado y loco iba a bajar de esas emociones que había comenzado a sentir cuando Luhan apareció en su vida. Había sido un grandísimo tonto y loco, uno muy enamorado.

 

01 de diciembre de 2015

El invierno estaba en su más alto apogeo, la nieve danzando al son más delicado y entremezclándose con las luces de colores de las discotecas del lugar. El olor a cigarrillos y alcohol estaban alrededor, las risas, y las desconocidas voces se escuchaban por todo el lugar.

Sehun no había tenido el mejor día de su vida; había discutido con sus padres, tenía dos materias reprobadas, su jefe le echó la bronca por haber llegado cinco minutos tarde, Jongdae era un grano en el culo constante, Jongin sólo era un estúpido que se unía a Jongdae para joderle la existencia y la guinda del pastel había sido que su revolcón le había pedido formalizar. Y Sehun no era de formalidades baratas ni historias clichés.

Jongdae, siendo el amigo más estúpido de toda su vida junto con el otro estúpido de su amigo, Jongin, habían insistido en salir esa noche para que buscara a alguien con quien follar y le quitara el mal humor. Bueno, no estaba funcionando en lo más mínimo.

—¿Puedes ya quitar tu cara de culo? —preguntó Jongdae, rodando los ojos —. Se supone que salimos con la intención de que te eches un polvo, pero con la cara de pocos amigos que te cargas nadie va a querer follar contigo esta noche, hermano.

—Puedes besarme el culo, Jongdae —gruñó —. No ha sido mi día en lo más mínimo, así que no tengo las fuerzas para soportarte.

—Vete a la mierda.

Sehun se bebió de un trago el chupito que había dejado Jongdae en la mesa y decidió mandar todo a la mierda. No iba a desquitarse con sus amigos por algo que podría mejorar mañana, así que con ese pensamiento le quitó su chupito a Jongin y se lo bebió.

—Espero encontrar a alguien que quiera una follada en los sanitarios antes de que me dé bajón.

Jongdae junto con Jongin rieron en voz alta porque ese era el Sehun que conocían desde hace años y el que querían esa noche.

Sehun no paró de ingerir alcohol desde su primer chupito, consumiendo brandy, vodka y ron seguidamente. Bebidas de distintos sabores, olores y colores. Estaba buscando la forma de liberarse completamente y los tragos, fiesta, y follar eran la mejor solución a todos los problemas de un adulto de edad temprana.

Con pasos torpes se dirigió a los sanitarios, abriendo de un golpe seco la puerta del lugar, bajándose el zíper del jean y tratando de encontrar el urinario. Las grandes cantidades de alcohol en su sangre lo tenían desorientado, pero aún podía continuar bebiendo hasta caer en un como etílico, y no sería su primera vez.

Sehun escuchó la puerta abrirse y miró desde el espejo al recién llegado. Era alto, esbelto y de un rostro bello. En ese instante Sehun no sabía quién de los dos era el más ebrio ya que el muchacho chocaba con las paredes de su alrededor y reía escandalosamente. Sehun siguió con la mirada al otro hasta que éste se posicionó a su lado, una sonrisilla dibujándose en los labios ajenos cuando sus ojos se encontraron con los suyos. Veía la lujuria, el deseo, el mal en carne y hueso.

Sus ojos no se despegaron durante unos minutos hasta que fue Sehun quien desvió su mirada hacía las manos ajenas, las cuales se bajaban el zíper lentamente y esa imagen le dio pensamientos lujuriosos.

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó descaradamente —.si quieres puedes tocar, no me importa realmente.

Sehun proceso la información en segundos y luego se echó a reír.

Las lenguas danzaban en sincronía, las manos tocaban la suave piel y la fricción del uno y del otro los hacía perder la cabeza. Las ropas eran un obstáculo que comenzaron arrancarse, el contacto de piel contra piel la mejor sensación, los labios unidos en un lujurioso besos, las miradas cargadas de deseo. Sehun no sabe sí había sido él o el otro chico quien dio el primer paso y atacó los labios del otro, pero de lo que sí estaba seguro es que esa noche iba a follárselo como jamás nadie lo había follado en toda su vida.

 

05 de diciembre de 2015

Las manos recorrían el cuerpo del uno y el otro, labios en una incesante lucha para ganar el control, la ropa obstaculizando el mayor placer para los amantes, mordidas en el pálido y esbelto cuello blanquecino, gemidos, embestidas, gritos, y la mejor sensación de éxtasis.

Sehun pasaba suavemente sus largos y fríos dedos por la esbelta espalda de Luhan, sintiendo lo suave que era. Su lengua recorría cada centímetro de piel expuesta y le ponía mucho ver la cara excitada de Luhan en el gran espejo de su baño. Era como un jodido ritual todos los días; comerse la boca hasta donde sus pulmones aguantaban, recorrer con labios, dedos o lenguas la piel y, finalmente, llegar desesperadamente al apartamento de Sehun, desnudarse y tener sexo delante del espejo del baño.

Su mano detuvo las caricias y las embestidas poco a poco fueron cesando. Algo captó su atención, haciéndole fruncir el ceño y preguntarse porque Luhan tenía unas imperceptibles marcas de chupetones en su espalda baja. Sehun estaba seguro que él no había dejado esas marchas sobre la piel de Luhan.

—¿Cuál es tu problema? —cuestionó Luhan, mirada fruncida —. Continúa moviéndote, joder.

Sehun volvió a dar embestidas lentas, pero su cabeza estaba yéndose lejos cada vez más y preguntándose quien a parte de él había dejado esas marchas en Luhan.

Cada sesión de sexo terminaba en ellos dos lavándose las evidencias de su apasionado encuentro. A veces, después de cada ducha, Sehun deseaba coger a Luhan de la cintura y llevarlo hasta la cama, arroparse y besarse hasta que cayeran en brazos del Dios del sueño. Sin embargo, cada encuentro terminaba tan rápido como comenzaba.

—¿No puedes quedarte esta noche, Luhan? —preguntó desde la puerta donde estaba recargado —. Es demasiado tarde para que estés en la calle.

Luhan sonrió con coquetería y le lanzó una mirada juguetona, pero diferente a la que siempre mostraba en público. Cuando era Luhan sin Sehun.

—No puedo.

—¿Por qué? —frunció el ceño —. Digo, yo sé que no haces nada los domingos, entonces, ¿por qué no puedes quedarte esta noche conmigo?

Ambas miradas se encontraron y se quedaron prendidas la una con la otra. Ojos vacíos, sin luz ni brillo.

—Los pocos días que hemos quedado nos enteramos que estudiamos en la misma universidad y que yo estudio medicina —comenzó —. No puedo pasármela siempre de fiesta en fiesta o quedarme contigo después del sexo, Sehun. Tengo obligaciones.

—Bien, entonces bésame.

Sehun se había enterrado sus uñas en su tierna piel, el enojo surgiendo de algún lugar dentro de él y una gran necesidad de monopolizar a Luhan de cualquier forma posible.

—Me marcho —dijo, pasándolo de largo —. Nos vemos.

Sehun agarró la mandíbula del otro y estrelló sus labios en los ajenos, comenzando un beso con brusquedad. Y algo dentro de él se había comenzado a volver loco, llenándolo de dolor y desgarrándolo segundo a segundo.

Sehun quedó inmóvil al sentir como Luhan mordía con fuerza su boca y luego empujándolo lejos. Luhan se limpió la boca y sonrió de manera sínica, antes de susurrar un adiós. Y Sehun comprendió que Luhan era el mejor de los mentirosos.

 

10 de diciembre de 2015

—Joder, quítate esta mierda.

Los jadeos se entremezclaban con el aire caliente del cuarto de baño, las miradas lujuriosas chocando la una con la otra.

—Mierda, te necesito tanto.

Los chasquidos de los besos resonaban por todo el silencioso baño, las ropas desaparecían al ritmo de las embestidas sobre ellas, y el deseo crecía y crecía a pasos grandes.

—Quítate los jeans —jadeó —. ¿Por qué de entre todos los jodidos días de la semana, precisamente hoy te tenías que poner estos jeans tan ajustados y ese estúpido suéter ridículo?

—Porque es bonito y, además, hacía mucho frío hoy.

—Y una mierda, Luhan —chistó —. Tú lo hiciste con toda la intención de joder.

—Bueno, en parte tienes razón —se burló —. Y ahora, ¿podrías usar tu boca haciendo otra cosa, Sehun?

Sehun desvistió a Luhan, dejándolo completamente desnudo. Limpió el espejo que estaba cubierto por todo el vapor que desprendían por la temperatura y el esfuerzo físico que estaban haciendo y lo miró con intensidad, con deseo…con un sentimiento fuerte y latente.

Las prendas desaparecieron, siendo remplazadas por la dulce sinfonía de gemidos y choques de piel contra piel. La colonia de Sehun cayéndose al suelo cuando las blanquecinas manos de Luhan se apoyaron sobre la pared, recibiendo las rápidas embestidas, una tras otra.

El esbelto cuerpo de Luhan siendo empujado sobre el váter, sus piernas siendo abiertas y él acuclillándose entre ellas, éste le lanzó una mirada lujuriosa antes de bajar su cabeza hasta tomar el pene de Luhan, succionando lentamente.

El gemido extasiado de Luhan había sido la mejor canción que Sehun hubiese deseado escuchar en toda su vida. Era una pasión desbordante, una lujuria incesante, una locura por monopolizarlo y un sentimiento que jamás antes había querido experimentar. Sabía que él nunca había sido una buena persona y ha sido el típico chico que rompe corazones, vive de revolcones con cualquier persona, y el tipo que más odiaba las cosas clichés y las historias de amor.

Sehun había sido un bastardo egoísta toda su vida porque nunca había querido nada ni nadie como había comenzado a querer a Luhan, una persona tan mala y retorcida como él. Y le dolía, maldita sea, le dolía tanto que no sabía cómo manejarlo.

—Maldición —gimió, parando y girando a Luhan —. Maldita sea —gruñó entre el cuello ajeno, comenzando a embestir con rudeza.

—Ngh —gimió —. Sehun, más rápido.

—Eres un bastardo —rumió —. Eres un maldito bastardo, Luhan.

Sehun repetía una y otra, y otra vez, mordisqueando el cuello de Luhan y rematando cada vez más fuerte dentro del otro. Mordisqueaba con dureza y sin consideración, tratando de borrar las marcas de otra boca, las caricias de alguien más, borrar el olor de otra persona.

—¿Por qué? —embistió con más fuerza —, ¿Por qué tenías que hacerme esto?

Golpeó un par de veces más y se corrió dentro de Luhan, mordiendo cada centímetro de piel con rudeza, chupando sin consideración y tratando de convencerse así mismo que Luhan era únicamente suyo y de nadie más.

 

**

 

—¿Ya te vas? —interrogó del mismo y acostumbrado lugar —. ¿Tampoco puedes quedarte hoy?

Luhan lo miró por el espejo, secándose el cabello con una toalla del baño y sonrió de esa manera torcida, sin emoción y sin vergüenza.

—Sabes que no puedo quedarme.

Se miraron con intensidad; una mirada burlesca y otra llena de un agonizante y loco dolor.

—Nunca puedes quedarte conmigo —bramó —. ¿Con quién sí puedes quedarte, Luhan? ¿Con quién de todos con los que follas puedes quedarte?

Luhan caminó lentamente hacía Sehun, con la mirada puesta en los ojos del más alto; los ojos más tristes y enojados del mundo. Una mezcla maravillosa que apreciaba con toda la burla que podría exudar de sí mismo. Sus manos se posaron sobre el cuello del otro, acercándolo más a su rostro y teniéndolo a centímetros del suyo.

—No puedes amarme, Sehun —susurró, letra por letra —. Es lo peor que puedes hacer. Cuando hay amor todo se vuelve una mierda y eso tú lo sabes perfectamente bien.

Se miraron en silencio, dolor, tristeza, crueldad pura, burla, repugnancia y desamor flotando entre ellos.

—Cuídate, Sehun.

Y el beso le supo a azufre, a podrido, a veneno, a adicción…a algo que Sehun nunca, por más dolor que le lograse a causar, podría dejar de necesitar con locura y desesperación.

 

20 de diciembre de 2015

Todo su cuerpo tiritaba del frío, pero no quería moverse. El agua de la regadera caía sin parar sobre su cuerpo, su cara estaba apoyada sobre sus rodillas y el llanto era incontrolable. Sehun se sentía tan perdido.

Él no sabía cuándo se había convertido en lo que era ni lo necesitado que estaba. Todo él estaba hecho un desastre desde que había conocido a Luhan y nunca había querido pasar por esto porque amar a Luhan había sido el peor error. Nunca quiso caer en el amor y mucho menos de Luhan porque éste era como él, y dos personas que piensan de la misma manera acerca del amor no tenían ningún futuro juntos.

Enamorarse de Luhan implicaba vivir un desamor continuo, visitas a la media noche, sexo trazado con dolor y una despedida pintada de puñaladas en el corazón. El único recuerdo que quedaba en todas esas noches fugaces era el recuerdo del cuerpo desnudo de Luhan entre sus brazos, los gemidos que retumbaban en ese mismo baño, los gritos de éxtasis y la amarga sensación de no recibir absolutamente nada.

 Y era tan doloroso amar a Luhan, tanto que él no sabía cómo controlar la ansiedad de no poder ver, tocar, sentir o tenerlo a su lado. Era tan desastroso y estaba matándolo a pasos pequeños y lentos.

Habían pasado diez días y Luhan no había vuelto más, y Sehun tenía tanto miedo. En su arranque de locura, con toda la carga emocional en sus hombros, no se controló y tomó una pequeña hoja de navaja. Sentir como su piel estaba siendo abierta controló de alguna manera su desesperación y pudo respirar. Sin embargo, la sensación le había durado tan poco que se soltó y dejó pasar una, y otra vez la navaja por su piel hasta que había dejado de funcionar.

El llanto se apoderó de él durante largas horas y, en esa misma posición en la que estaba, acurrucado bajo el chorro de agua de la regadera y con la cara enterrada en sus rodillas, él sabía que enamorarse de alguien tan ruin y cruel como lo había sido él sólo significaría su dolor. Estaba tan estúpidamente enamorado y jodido por sentirlo.

 

**

 

Él lo tomó de la mano, arrastrándolo al baño. De alguna u otra manera, ambos decidieron que verse teniendo sexo a través del espejo que estaba en el baño del departamento de Sehun era excitante y lo convirtieron en su santuario.

Las caricias desesperadas y los besos necesitados no se hicieron esperar. Él besó, chupó, mordisqueó todo lo que pudo como sí no hubiese un mañana. Y es que Sehun tenía miedo de que no hubiese un mañana porque Luna podía desvanecerse como la espuma de mar.

—¿Qué sucedió con tu brazo? —cuestionó entre besos y besos —. Al parecer fue algo grande, eh.

—No fue nada —dijo sin emoción —. El estúpido gato me rasguñó.

Luhan sonrió.

—Sehun, tú no tienes gatos.

Él no dijo nada, pero tomó la boca de Luhan, besándolo sin cansancio, sin rencor, sin dolor porque ahora mismo sólo deseaba sentirlo. La ausencia de las caricias, besos y el contacto de piel contra piel habían causado estragos en él, volviéndolo loco y necesitado de Luhan.

Esa noche, entre jadeos, mordiscos y gritos de placer, él entendió que debería hacer algo, lo que fuese necesario antes de que todo desapareciera. Estar sin Luhan durante un corto tiempo lo había vuelto loco, enamorarse también había sido un error, pero todo se esfumaba en el momento que él miraba hacía el espejo y chocaba con el rostro de Luhan, gimiendo, y pidiendo por más.

Aunque él sabía que nada era real, que Luhan no estaba ni estaría enamorado de él, que las caricias dadas eran tan falsas como las sonrisas de su acompañante, quería tenerlo a todo costo, quería monopolizarlo, obligarlo a quedarse con él, obligarlo a amarlo únicamente a él. Sehun quería que Luhan tuviera sólo ojos para él.

Por eso, empujó más fuerte, enterrándose tanto como pudo en Luhan, haciéndolo gritar de placer y de dolor. Sí, estaba follándoselo como jamás antes lo había hecho, todo era brusco, instintivo, doloroso, pero era tan poco comparado a todo el martirio que el sufrió ante la usencia de su amante.

El agua de la regadera los empapaba, entremezclando con el sudor con el agua y el característico olor del jabón que usaba Sehun. Y lo más importante, el agua se llevaba consigo el semen de ambos mezclados las lágrimas de dolor que guardaba un marchito corazón.

 

**

 

—¿Puedes venir mañana? —preguntó con desesperación —. Necesito verte mañana.

Luhan asintió, terminándose de arreglar el cabello frente al espejo del baño.

—Por supuesto, Sehun —tarareó —. Mañana puedo.

—¿Me lo prometes?

Luhan lo miró y se giró, caminando hacía el alto. Apoyó sus manos sobre el fuerte pecho de su acompañante y sonrió.

—Te lo prometo.

Y Sehun disfrutó de esa mentira porque necesitaba escuchar esas palabras, por más que fueran unas palabras vacías, sin valor alguno, él las quería escucharla. Y sabía que ese amor tan enfermizo que sentía por Luhan terminaría volviéndolo loco, pero se dijo que podía correr todos los riesgos con tal de conseguir a Luhan al precio que fuese posible. Necesitaba tener a Luhan porque nadie más podría amarlo como él lo hacía.

 

30 de diciembre de 2015

Las ojeras pronunciadas en su rostro era la evidencia de lo poco que había estado durmiendo esos días, sus clavículas resaltaban por haber perdido kilos y la palidez en su piel era una simplificación de su estado anímico. Estaba cansado física y mentalmente. Estaba tan extenuado de todo, pero sobre todo él se sentía solo y necesitado de Luhan.

Sehun sabía que tan buen mentiroso era Luhan, pero había deseado poder creerle para así poder encontrar un punto medio entre la tranquilidad y la desesperación de no volver a verlo. Y tenía razones para desconfiar, no iba ser la primera vez que lo dejaba de lado.

Luhan era tan mala persona como lo había sido él antes de haberse enamorado. Y se arrepentía tanto de haber comenzado a sentir cosas porque estaba consciente que, el único de entre los dos, quien saldría jodido de esa situación era sólo él. Había sido consciente, sabía los riesgos, pero de todas formas se arriesgó.

Él había quebrado todo lo que había estado a su alcance durante esos días; las copas, las vajillas, perfumes, todo excepto el espejo del baño. Luhan había prometido volver al día siguiente, pero nunca lo hizo ni al día siguiente de ese. Sehun había sido paciente, esperándolo todos los días durante la noche, sin siquiera dormir ni comer, pero Luhan no estaba regresando.

Jongdae y Jongin había tratado de hablar con él después de haberlo visto tan lamentable cuando habían llegado de sorpresa, pero Sehun no hizo el amago de siquiera devolverles las llamadas después de ese día. No quería nada ni que nadie le molestase a menos que no fuese Luhan.

Y sí, estaba tan perdido desde esa noche en la que Luhan lo había dejado en el marco de la puerta de su departamento, con un beso sabor a dolor y tristeza. Los cortes sobre su piel eran una fiel compañía cuando comenzaba a sentir picazón por la sensación de unos largos y delgados dedos ausentes sobre ella. Las caricias que Luhan dejaba sobre su cuerpo era como un veneno, esparciéndose por todos lados, matándolo a pasos lentos y haciéndole retorcerse de dolor.

Se había dado cuenta que no necesitaba a Luhan para ser feliz, sino que lo necesitaba para vivir. Luhan lo estaba destruyendo a pasos gigantescos y él se estaba dejando morir por un amor unilateral, dañino y podrido. Él nunca debió conocer a una araña tan ponzoñosa como lo era Luhan.

El sonido de unos suaves tock, tock lo regresaron a la realidad y su corazón se agitó de una manera descontrolada, emocionado por el simple hecho de que podría ser Luhan. Podía casi jurar que la persona que estaba detrás de la puerta era Luhan. Sus pies querían correr a abrir la puerta, sus dedos deseaban tocar el cuerpo ajeno del otro, sus labios estaban necesitados del pútrido sabor a tabaco de la boca de Luhan, todo él estaba gritando por un poco de Luhan.

Sin embargo, su cuerpo se había quedado estático cuando pensó que sí era Luhan tendría un poco de lo que había estado anhelando esos diez días en los que no habían estado juntos, pero Luhan se iría de su lado otra vez y él no quería eso. Ya no podría soportarlo. Era un martirio estar sin el más bajo. Necesitaba, no, tenía que tener a Luhan sólo para él.

Cerrar los ojos y tratar de confiar una vez más en Luhan no cambiaría nada. No va a quedarse con él simplemente por no ver lo que estaba pasando. En realidad, todo estaría peor cuando lo volviese abrir los ojos. Cerrar los ojos y confiar no haría la diferencia porque Luhan tenía el talento de mentir y él de creer.

Amar a Luhan al grado de volverse loco había sido la forma más triste y bonita que ha tenido la vida para decirle que no se puede tener todo. Y le dolía, maldita sea que sí le dolía, pero sabía que no iba a poder conseguir el amor de Luhan, pero tampoco iba a dejarlo en otros brazos.

Su racionalidad se había ido al carajo en el momento que supo que lo que estaba sintiendo por el otro era tan bello, pero doloroso, triste y corrompido. Su amor era tan tóxico al grado de volverlo inestable y roto. Se había enamorado al grado de volverse adicto a las caricias que semejaban amor. Estaba tan enamorado, pero tan loco a la misma vez por Luhan. Ya no lo soportaría más. Tendría a Luhan para él solito o nadie lo tendría, como tampoco estaría dispuesto a que Luhan lo dejara otra vez.

Caminó hasta la puerta, sintiendo su cuerpo estremecerse por todo lo que estaba sintiendo y por lo que estaba dispuesto hacer, y la abrió. Sus ojos chocaron con los brillosos y expresivos ojos de Luhan; tan dulces, tan inocentes y angelicales, pero tan llenos de maldad y crueldad.

—¿Sabes que hace un frío de infierno afuera? —preguntó, entrando al interior —. ¿Por qué estabas tardando tanto?

—Estaba…ocupado.

Luhan se giró a verlo y sonrió.

—Te ves como mierda, Sehun.

Sí, él sabía que se veía como la mierda, pero estaba bien. Todo estaría bien a partir de ahora.

—¿De quién crees que es la culpa? —inquirió, sonrisa torcida sobre sus labios —. Eres un mentiroso, Luhan y yo soy el estúpido que siempre creerá en ti.

—Te dije que no te enamoraras de mí, Sehun —sonrió —. Amar a alguien significa autodestruirte y mírate nada más, estás tan jodido, y hundido en esa mierda. Te lo advertí, Sehun, porque yo nunca iba amarte ni siquiera a sentir un poco de lastima por ti.

Sus labios temblaron mientras trataba de mantener esa sonrisa torcida.

Personas que son como el mar llegan, te atraen, te revuelcan, te ahogan, te dejan en la orilla; confundido, angustiado y casi muerto —susurró —. Eso, Luhan, es lo que tú me hiciste.

—Era sexo —dijo —. Fuiste el único que vio algo más en esto, el que quería más de lo que yo podría ofrecer. No te amo, Sehun y nunca lo haré, ¿entiendes?

—Escucha con atención, Luhan —gruñó, el enojo emergiendo de lo más profundo de su ser —, nadie te amará como lo he hecho yo durante todo este maldito tiempo. Tú puedes decir lo que quieras, pero estás tan dentro de mí que no hay manera de arrancarte de ese lugar y sí yo no puedo tenerte, nadie más lo hará.

Sus ojos estaban nublados por el dolor, el odio, rencor y enojo, sus oídos estaba sordos a los gritos y suplicas y su corazón insensibilizado a cualquier otro sentimiento. Estaba tan fuera de sí que no le había importado estrellar la cabeza de Luhan en los azulejos de su baño, estaba tan metido en su rencor y enojo que repitió la misma acción una y otra, y otra, y otra vez. Las manos blanquecinas de Luhan había caído inerte desde hace mucho, las suplicas habían cesado y el llanto ya no estaba más.

No estaba consciente de las acciones porque estaba tan ensimismado en todas esas emociones negativas que lo estaban asfixiando que no controló su rabia y su sufrimiento. Él no había estado en sí cuando había tomado del cabello a Luhan, arrastrándolo por su apartamento, llevándolo hasta el baño donde lo obligó a besarlo, pero en vez de recibir un beso lleno de lujuria, había recibido una mordida haciéndolo sangrar.

No había estado consciente cuando había comenzado a empujar a Luhan hasta la regadera, forzándolo a desnudarlo, pero sin poder lograrlo. No había sido consciente de cuán grande era su locura hasta que se dio cuenta de la sangre que estaba en los azulejos, en el piso…en el inerte cuerpo de Luhan.

Sus dientes castañeaban, sus manos frías como el aire de la ciudad y su alma tan vacía como las calles de Seúl en las madrugadas. Él no había estado lo suficiente cuerdo, la adrenalina corría por sus venas y su corazón bombeaba sangre rápidamente. La tristeza reemplazaba al coraje a pasos gigantescos, la angustia crecía y crecía, y el dolor agonizante lo mataba lentamente. Le dolía tanto que no sabía cómo lidiar con todo lo que estaba sintiendo, luchando con el centenar de emociones tratando de no perderse en el sufrimiento.

Estalló en risas, lágrimas bajando por sus mejillas y sus brazos abrazando el cuerpo sin vida, besándole la coronilla. Sangre en unos temblorosos y sonrientes labios.

—Sí, Luhan —asintió, abrazando con más fuerza el cuerpo —, por fin estaremos solamente tú y yo.


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