Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sweet Sixteen (Yuri on Ice- Otayuri) por Korosensei86

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Después de recoger a Otabek en el aeropuesto, Yuri se muere de ganas por enseñarle su ciudad. ¡Qué pena que su abuelo no esté dipuesto a quedarse en casa esperándoles!

Con precisión de cirujano, Otabek seccionó por la mitad el blini de arándanos y crema agria que había pedido. Enfrente a él, Yuri jugaba con el papel de la pajita que ahora asomaba desde el interior de su zumo. Se había enfrascado en aquella observación durante más segundos de los que habría estado orgulloso. Aún sí, cuando te pasas tanto tiempo hablando con alguien que sólo puede aparecer ante tí en forma de pantalla, texto o eco de voz, cuando un ser querido se transforma en meros impulsos electromagnéticos, no deja de resultar chocante verlo de pronto manifestado en tres dimensiones.

¿Aquel Otabek de carne y hueso era el mismo ente abstracto que conocía de todas aquellas conversaciones telemáticas? El rubio adolescente, esbelto y dorado como una espiga de trigo, sólo tenía el recuerdo de un atardecer en Barcelona como prueba de ello. En contraposición, ahora tenía las luces eléctricas de un Teremok cercano a la próxima estación de centro y su asfixiante decoración rojo y amarilla a las ocho de la mañana de un miércoles.

—Se te va a enfriar —señaló Otabek refiriéndose al blini de salmón de su amigo.

—Estoy dejando que se enfríe —mintió Yuri—. Aquí lo sirven todo muy caliente. No me imaginaba que te fuera el dulce. No te pega con tu imagen de tío serio y duro.

—Hay muchas cosas que todavía no sabes de mí —se limitó a replicar Otabek dándole un sorbo a su café.

Yuri estaba al tanto de ello. Por mucho que la fachada impenetrable y distante de Otabek causara que otros lo juzgaran demasiado indiferente y frío como para acercarse, Yuri sabía por sus muchas charlas que aquella aparente impavidez escondía un mar de secretos y emociones. Y aquel hubiera sido un buen momento para adentrarse en dichas profundidades si no fuera por la presencia incansable e interceptora presencia de su abuelo. Desde que recogieran a Otabek, Nikolai no le había quitado ojo de encima al muchacho kazajo, como un depredador persistente que estudia a su presa, y su nieto no podía sentirse más avergonzado por aquella injustificada actitud.

—¿Os queda mucho, chavales? —inquirió el anciano haciendo temblar sus pierna derecha impaciente, Yo ya hace rato que me he tomado el té y eso que me lo han puesto hirviendo.

—No es cierto —protestó Yuri irritado, Acabamos de sentarnos.

—A mí no me mires —se disculpó Nikolai— Sois vosotros los que queréis hacer turismo.

Justo cuando Yuri iba a responder a su abuelo, Otabek le posó su mano sobre el hombro para tranquilizarlo.

—No se preocupe, Señor Plisetsky. Como rápido —le aseguró.

Otabek remató su jugada dirigiéndole el ligero cabeceo de aprobación a un sorprendido Yuri. Desde luego, Otabek se estaba comportando como un aplomo admirable ante aquella incómoda situación. El joven ruso no podía esperar el momento de estar a solas para disculparse como es debido por el comportamiento tan inusual y agresivo de su abuelo. En un esfuerzo de facilitarle la labor a su amigo, devoró su blini con mayor celeridad de la que fue capaz.


Bueno, abuelo, anunció Yuri entonces sin poder ocultar su entusiasmo, Beka y yo nos vamos a ver la Plaza Roja. ¿Te llevarás su equipaje a casa, por favor?

—¿Tan pronto me echas, chico? —río el anciano


Yuri no podía salir de su asombro, no entendía a lo que se refería su abuelo.

—Ese era el plan —explicó inquieto

—Lo siento mucho, zagal —repuso Nikolai irónico—, pero no pienso sentarme en mi casa como un mueble viejo, mientras te dejo solo con un perfecto desconocido que, además, ya te ha secuestrado.

Yuri pudo comprobar como la desafortunada mención hizo que a Otabek se le tensara la comisura izquierda de los labios.

—¡No me lo puedo creer! —chilló Yuri escandalizado— ¡ No me puedo creer que saques eso ahora! ¡Beka no es cualquiera! ¡Es mi amigo! ¡Y ya te he explicado lo de aquella vez! ¡Fue todo una exageración de la prensa! ¡Beka en realidad me ayudó!

—Yurochka —le llamó la atención su abuelo—, Ten un poco de discreción. Estás llamando la atención. Sabes que soy un pobre viejo con el corazón débil. ¿Qué te cuesta darme el descanso de saber que estás bien? Además, no me vendrá mal estirar las piernas un poco.

Conteniendo su profunda indignación ante la encerrona de su propio abuelo, Yuri volcó su atención en Otabek.

—Yo no tengo nada en contra —musitó este.

La plácida y dulce luz de un sol todavía invernal de Marzo, bañaba la amplia explanada de la Plaza Roja, salpicando el suelo de piedra oscura e iluminando aquel exuberante y alocado de coloridas cúpulas. Yuri que conocía al dedillo aquellos monumentos desde su más tierna infancia, se sentía más tentado a admirar la pureza curvilínea de la despejada nuca de Otabek, que caminaba a unos escasos centímetros de él. Era increíble estar tan cerca y tan lejos de una persona, pues mientras Yuri, como arrastrado por un sueño, recorría con la mirada todas las inclinaciones de la espalda de su amigo, este prefería ignorarle para admirar la exagerada y archiconocida Catedral de San Basilio.

En un intento de superar sus irracionales celos, dando un sorbo al zumo que no había terminado aún, Yuri volvió a dejarse llevar por las dulces mareas de su contemplación, sin percatarse de que una voz conocida y lejana volvía a invocarle.

—¡Yuri! —llamó Otabek

—¿Qué? —reaccionó de golpe el rubio.

—Llevaba un rato llamándote, se explicó Otabek, y parecías como ido. ¿Te encuentras bien?

—Sí, bueno, repuso Yuri, es solo que esta situación es... muy rara. Lo siento, no tenía previsto...eso.

Yuri señaló a su abuelo que se había alejado para saludar a un par de viejos compinches.

—No te preocupes. No me molesta —dijo Otabek sin pizca de doblez en su contundente voz.

—Te está tratando fatal —refunfuñó Yuri genuinamente indignado.

—¿Tú crees? A mí sólo me parece que te quiere mucho y que intenta protegerte, aclaró el kazajo, En cierto modo, le entiendo.

Con la rapidez de un aleteo, Yuri se giró para mirar a su compañero para toparse con una expresión inédita en él. Otabek mantenía había desviado su oscura e inescrutable mirada al suelo, mientras sus espesas cejas se retorcían de apuro y en sus morenas mejillas asomaba la sombra carmesí de un esquivo rumor. El corazón de Yuri empezó a agitarse en su pecho de pura curiosidad.

—Sabes, Yuri —comenzó a hablar no sin titubear— Hay algo que querría comentarte...

El sol de aquella apacible mañana enfocó entonces a Otabek como si del galán protagonista de una obra se tratara. Al mismo tiempo, el aroma de una primavera todavía por asentarse invadió el aire alrededor de Yuri. El rubio tragó saliva.

—Dispara —escupió el ruso— notando como sus pálidas mejillas se encendían con la rabia incandescente de un rubí.

—Se trata de aquella tarde en Skype —concretó Otabek

—¿Ah, eso? —respondió Yuri mareándose como si la plaza entera girase a su alrededor— Ya he aprendido la lección. Te mandaré un whatsapp antes de encender la cámara.

—No, no es eso lo que quiero decir, precisó Beka, Verás, desde entonces, tú... has estado muy raro...yo quería saber si tú....

Tan absorto estaba en el momento y el ensordecedor retumbar de sus propios latidos, que Yuri tardó demasiado en darse cuenta. En el movimiento pendular de sus manos, ambos estaban destinados a encontrarse. Sin embargo, aquella electricidad repentina al tacto fue demasiado para él. De un respingo, Yuri se zafó del contacto de Otabek. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, ya era demasiado tarde. Se retorció de rabia contra sí mismo: ¡Acababa de rechazar a su mejor y único amigo! ¿Qué demonios le pasaba? Yuri vio con terror cómo el rostro habitualmente pétreo de Otabek se crispaba de puro bochorno y culpabilidad.

—Lo siento —musitó este incómodo.

—No, yo... —intentó excusarse Yuri sin atreverse a mirarle a los ojos.

Sin embargo, para cuando pudo encontrar las palabras que buscaba, una vetusta fuerza de la naturaleza insistió en posicionarse entre ellos, separándolos y empujándolos.

—¡Venga, chicos! —apremió Nikolai presa de una recién adquirida energía juvenil, ¡Qué os quedáis atrás! ¡Aún nos quedan muchas cosas que ver!

Notas finales:

Bueno. igual este capítulo igual ha quedado muy escaso. De todas formas, aún les quedan muchas desventuras a Yuri y Otabek en Moscú. 

Espero que les guste y ¡Hasta la semana que viene!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).