Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sweet Sixteen (Yuri on Ice- Otayuri) por Korosensei86

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Después de pasear toda la mañana por Moscú, con el abuelo de Yuri como carabina, Yuri y Otabek descansan a la hora de comer. Sin embargo, meterse en las redes sociales a veces no es tan relajante como se supone en un pimer momento, por mucho que sea el día de tu cumpleaños. 

Yuri se dejó caer agotado en la que había sido su cama habitual antes de mudarse a San Petersburgo y que ahora se le antojó dura y estrecha. Otabek lo miraba con una sonrisa entre burlona y tierna desde la cama gemela de enfrente, la misma cama que su abuelo se había deslomado por montar aquella madrugada.


Un sinfín de recuerdos recientes inundaron sus claras y esmeraldinas pupilas. Estos representaban un buen montón de recuerdos, pero de entre todos ellos su favorito era Otabek bajo la gran galería acristalada del GUM. Simplemente estaban paseando. Sabían que gran parte de los exclusivos productos que se exhibían en los escaparates no estaban destinados para tan humildes compradores, incluso a pesar de su nada despreciable sueldo de patinador profesional. Bueno, tal vez el idiota de Vitya pudiera permitirse alguna de esas pijadas. Entonces, a pesar de todas sus ademanes de rebelde punk y su ensayada indiferencia hacia todo lo que le rodeaba, Yuri quedó nuevamente cautivado. En mitad del expositor, mostrada como una joya real, se alzaba una preciosa chaqueta de cuero negro con estampado de animal print en bolsillos y cuello. Era tan bonita que a Yuri le daban ganas de gritar. Al salir de su peculiar trance, el adolescente rubio se cercionó de que nadie se había percatado de su patético estado segundos antes. Por fortuna, Otabek no se había enterado de nada, concentrado en su móvil y todos aquellos mensajes que leía y enviaba. Yuri pensó con cierta inquina en el posible destinatario de aquella conversación digital, alguien capaz de arrebatarle la atención de su amigo en el mismísimo día de su cumpleaños. Recordó, para su fastidio, la pregunta de su abuelo acerca de Otabek. ¿A caso el muy bastardo se había echado novia? ¡Cómo se atrevía! ¿Y qué significaba entonces aquel estúpido númerito en la Plaza Roja? ¡Un momento! ¿Por qué de pronto le cabreaba tanto que Otabek tuviera novia? Como el abuelo había dicho, era un chico guapo y joven. Lo raro era que no la tuviera. ¿Y por qué ahora le afectaba tanto lo que hiciese Beka? Su mente juvenil se hallaba confusa. Ante la impavidez de Otabek, Yuri volvió furtivamente la mirada hacia la flamante cazadora. Sabedor de que la prenda era demasiado cara para que ninguno de sus conocidos se la regalara por su cumpleaños, se despidió de ella silenciosa y sobriamente.

—Una mañana de locura, ¿verdad?

El comentario de su amigo forzó a la mente de Yuri a volver al momento presente.

—¡Y qué lo digas! —concedió este.

—Por cierto —inquirió de pronto— No he podido preguntarte antes, ¿Qué tal te va con Yuuri Katsuki? Ahora está entrenando en San Petersburgo con la selección rusa, ¿no?

—¡Puff! —bufó Yuri exasperado— Ni me menciones a ese estúpido cerdo. Se pega todo el día con Viktor dándose besitos y abracitos y restregándonos a todos lo súper felices que son juntos. ¡Como si fueran la única pareja de enamorados del mundo! ¡Me ponen enfermo!

—Ya veo —tartamudeó Otabek con un hilo de voz— No te gusta ese rollo.

—¡Pues no! —insistió Yuri convencido, ajeno a las tribulaciones de su amigo— Si yo tuviera pareja no haría esas estupideces. ¡Dejaría a la gente en paz!

—Yuri —susurró Otabek casi como si le doliera— No te gustará Viktor, ¿verdad?

—¡¿¿Qué??! —exclamó Yuri totalmente escandalizado1 ¿De dónde sacas esa tremenda gilipollez?

—Bueno, parece que lo admirabas mucho de pequeño —argumentó Otabek con voz sepulcral—, y me preguntaba si no estarías celo...

—¿Celoso, yo? —le interrumpió furioso Yuri— No sé de qué me hablas.

Yuri respiró hondo antes de sincerarse completamente. Se rascó la nariz nerviosamente con el dedo.

—Bueno, es cierto que igual tuve un cuelgue un poco tonto con él cuando tenía catorce o así, pero ahora que soy mucho más maduro, ya lo he superado. Me alegro por él y por el Katsudon, aunque sea un cerdito imbécil que no sabe saltar. Bueno, sus piruetas están muy conseguidas...

—Comprendo —sonrió Otabek—, Y encima, te han mandado una felicitación muy cariñosa por Instragram...

A Yuri se le pusieron sus enormes ojos verdes como platos ante la mención de Otabek. En pleno siglo XXI, ¿a quién mínimamente educado se le olvidaba comprobar sus redes sociales el día de su cumpleaños? Rápidamente, tomó su móvil y se metió en todas sus cuentas.

La felicitación de Viktor y Yuuri era una tierna foto de ellos dos abrazados a Makkachin, a quién habían hecho salir de un regalo abierto. Yuri sospechaba que habían convertido su cumpleaños en una ocasión para presumir de familia feliz, pero igualmente, habían conseguido ponerle una sonrisa en la cara. En Facebook, Yuuko le había mandado a altas horas de la madrugada, seguramente por el desfase horario con Japón, una enternecedora nota en japonés que luego tradujo torpemente al inglés, algo sobre la pasión de la juventud en la que Yuri se encontraba. ¡Yuuko, aquella dulce mujer japonesa que tanto le había apoyado en Hasetsu! ¿Cómo le iría a ella y a su familia?

Pasó a Twitter para comprobar con cierto tedio como las enervantes Yuri Angels habían vuelto la celebración de su cumpleaños en trendy topic, con un ejército de fanarts para atestiguarlo. Yuri ya estaba empezando a resignarse a ello, sin embargo, lo que leyó a continuación sí consiguió sacarle de quicio.

—¡¡Maldito cabrón engreído!! ¡¡Yo lo puto reviento!! —gritó antes de lanzar al inocente móvil contra la pared.

—¡Yurochka, deja de gritar o te quedas sin piroshkis! —ordenó su abuelo, ajeno a todo.

—¿Qué pasa? —preguntó Otabek algo sobresaltado.

—¡¡Mira!! —ordenó Yuri casi estampándole la pantalla del maltratado terminal en la cara.

Otabek cogió el móvil para colocárselo a mejor distancia, y lo observó con una minuciosidad de relojero. El tweet en cuestión provenía, como no podía ser de otro modo, del arrogante y provocativo Jean Jacques, J.J, Leroy quién siempre había disfrutado provocar a Yuri con menciones acerca de su aspecto afeminado y delicado, pero esta vez había ido demasiado lejos.

—Felicidades a #Yuri Plisetsky en su cumpleaños nº16, nuestra encantadora princesita de hielo —leyó Otabek.

Para colmo del escarnio, J.J había decidido culminar su mensaje con una ilustración Elsa, la protagonista del popular film de Disney, Frozen, detalle que para Yuri no podía ser más insultante.

—¡Será capullo! —suspiró Otabek.

—¡¡Lo mato!! —continuó Yuri retomando su enfado, ¡¡Yo es que lo reviento!!

Con un movimiento felino, Yuri arrebató el móvil de las manos del muchacho kazajo para seguidamente empezar a aporrear el teclado con sus pulgares.

Escúchame, imbécil —se dictó a sí mismo—, ríete cuánto quieras pero como se te ocurra pasarte por Moscú, te voy a partir esas inútiles piernas de pollo que tienes. Punto.

—Dame eso —pidió Otabek— No estás en condiciones de escribir nada en Internet.

—¡Y una mierda! —se negó Yuri— ¡Se va a enterar el muy gilipollas!

—Está bien —advirtió el más mayor— No me dejas otra opción.

Yuri se retorció de dolor y humillación cuando Otabek le agarró de la muñeca, obligándole a soltar el móvil.

—Esto lo hago por tu bien —aclaró mientras recogía el aparato del suelo— Y te aseguro que me ha dolido más a ti que a mí.

—¡No me digas! —gritó Yuri ofendido sentándose en su cama— ¿Pues sabes qué te digo yo? ¡Que estoy harto de que nadie me tome en serio por lo “bonito” que soy!

—Sabes que J.J es un capullo y que nadie le hace caso —terció Otabek— Seguro que te tiene envidia porque tú has ganado el Gran Prix y él la pifió en el programa corto.

—¡No es sólo J.J! —insistió Yuri— ¡Es todo el mundo! Intento ser un patinador fuerte. Me mato todos los días en la pista, gano torneos, pero la gente no para de subestimarme por ...¡Mi cara! ¡El hada rusa, me llaman! ¡Es tan insultante! ¡Tú no lo entiendes! ¡Cómo podrías entenderlo! Con... ese cuerpo tan cachas y masculino...

En cuanto Yuri fue consciente de las implicaciones de lo que había dicho, escondió la cara en la almohada para ocultar el calor que afloraba en sus mejillas.

—Bueno —carraspeó Otabek—, a mí me gusta tu cuerpo tan delgado y flexible. Creo que es...

—¿Bonito? —le interrumpió Yuri—, Me encantaría que alguien por una vez me considerara algo más que una cara bonita...

Otabek tomó la barbilla de Yuri con su mano izquierda, forzando al rubio a incorporándose y mirarle a los ojos. Yuri se dio cuenta con cierto pavor de lo cerca que estaban uno del otro.

—No, ahora el que no entiendes eres tú —afirmó con rotundidad— Eres mucho más que bonito. Eres precioso, pero no es por la armonía de tus facciones, ni por la esbeltez de tu cuerpo, ni siquiera por tu pelo rubio o tus enormes ojos verdes. Ninguna de esas cosas contribuye a tu auténtica belleza, son meros adornos. Eres bello, Yuri Plisetsky, pero por la determinación y resistencia que te imbuyen a ti y todo lo que haces. Eres hermoso porque antes que nada eres fuerte y eso es lo que más me ha cautivado siempre de ti. Puede que los demás te consideren una mera hada, pero para mí siempre serás el Tigre de Rusia. Un soldado.

Era curioso lo de Otabek, siempre tan parco en palabras y sin embargo, en raras pero milagrosas ocasiones, ese tímido joven conseguía armar las frases más convincentes con las palabras justas. Por su parte, Yuri se quedó sin habla pero no por la contundencia del discurso de su amigo, si no por el tacto de su aliento sobre sus labios. Los de Beka estaban cerca, tan, tan cerca.

Fue como darle el primer mordisco a un chicle de frutas tropicales, como una cereza que explota en el paladar, chispeante y sabroso. Ninguno de los dos supo a ciencia cierta como ocurrió. Se apartaron sorprendidos, como si no terminasen de entender lo que acaban de hacer, pero para entonces Yuri se había vuelto adicto a aquel sabor afrutado de los labios de Otabek y reclamó más. Otabek accedió a aquella reclamación, abrazando al rubio y tumbándolo dulcemente sobre la cama. Poco a poco, los castos besos fueron profundizándose en un hambre cada vez más voraz. Yuri fue persiguiendo los labios con Otabek hasta llegar a mordérselos con avidez. Así, el kazajo jadeó roncamente ante el atrevimiento de su otrora amigo. Se incorporó levemente para mirarle a los ojos y en medio de aquel deseo carmesí que tenía su congestionado rostro, Yuri creyó encontrar un destello de desafío. No pudo evitar arquear la espalda cuando Otabek introdujo su lengua en su boca , abrazando la suya en una lenta y persuasiva danza de saliva. El mero tacto de ambos músculos enfrentándose era suficiente para dejar al ruso sin aliento. De pronto, Otabek rompió tal tentador encuentro para empezar a mordisquear su tierno y blanquecino cuello, algo que hizo que el leve enfado de Yuri se aplacara un poco más.

—Oh, Beka —jadeó el rubio con los labios nuevamente libres.

Yuri era incapaz de pensar en lo que estaba ocurriendo. Sólo podía alcanzaba a entender que aquel era el abrazo más intenso y ardiente de todo a su vida, que querría que este no terminara nunca, y así permanecer amarrado a Beka para siempre en aquella vertiginosa caída. Presa de ese mismo torbellino de pasión, cuando el kazajo empezó a acariciar su vientre bajo la ropa, Yuri levantó sus caderas, de forma casi automática, como si aquel fuera el gesto más natural del mundo. Aquella fricción se le antojó la sensación más deliciosa que hubiera experimentado jamás, solo comparable al primer corte de la cuchilla en el hielo.

—¡Espera un momento! —le pidió de pronto Otabek, sacándole de su particular paraíso— ¡Espera un momento!

—¿Qué? ¿Qué pasa? —preguntó Yuri confundido.

—Esto no está bien.

La frase se sintió como una estaca de hiel atravesándole el corazón. Una lluvia de vergüenza e inadecuación cayó sobre el joven rubio con la fuerza implacable de un huracán.

—¿Cómo?, musitó este.

—Yo tengo dieciocho y haré diecinueve en Noviembre. Soy un adulto para la ley de muchos países, mientras que tú sólo tienes dieciséis... Yo no debería... abusar de ti.


Yuri quiso protestar, rebatir aquel arrebato de responsabilidad mojigata que había abducido a su amigo, pero el ruido de un plato haciéndose añicos contra el suelo, le interrumpió. Lo primero que vio fue unos pobres e inocentes Katsudon- piroshki desperdiciados por los suelos. Yuri tardaría años en dejar de culparse por no haber oído el ruido de la puerta a tiempo.

—¡¡QUÉ LES ESTÁS HACIENDO A MI NIETO, DESGRACIADO!!

Por mucho que ya no estuvieran besándose, Otabek estaba tumbado sobre Yuri, con sus cuerpos enredados entre sí. La escena no podía resultar más clara, especialmente ante la mirada de un abuelo sobreprotector. Nikolai no perdió tiempo a la hora de tomar cartas en el asunto. De un tirón de orejas, consiguió que el fornido joven se separara de su nieto y se incorporara.

—¡¡Ya sabía yo que no eras trigo limpio!! —siguió acusando— ¡¡Y en mi casa!! ¡¡Mi propia casa!! ¿No te queda ni un poco de decencia? ¡¡Debería sacarte de aquí a patadas!!

—¡Ya basta! —exigió Yuri también a voz en grito— ¡Beka no ha hecho nada, yo lo he besado! ¡He sido yo! ¡Así que si tienes que enfadarte con alguien, enfádate conmigo!

—¡Jovencito! —amenazó Nikolai fuera de sí— No tolero que me hables en ese tono. Mientras viva en mi casa...

—¿Tu casa? ¡Tu casa! —exclamó Yuri— Hace años que no vivo en tu casa. Es más, ¡Soy yo quién te ayuda a pagar el alquiler! Tengo dieciséis años. ¡Tú no decides lo que hago ni con quién! ¿Sabes lo que te digo? ¡Que no te aguanto ni un segundo más! ¡Beka, nos marchamos!

—¿Qué? —preguntó Otabek enredado en la confusión de la pelea.

—¡¡QUE NOS VAMOS!!

Y esa fue la razón por la que Yuri y Otabek no pudieron comer Katsudon-piroshky para almorzar el día del dieciseisavo cumpleaños de Yuri.

Notas finales:

En fin, ante todo, espero no haber suscitado el odio de las fans de J.J. He de admitir que no me encuentro entre ellas, ya que no me suelen caer bien las personas arrogantes. Aún así, espero que les guste. 

Si tienen cualquier crítica o sugerencia, por favor, me vendría muy bien que me la comentaran. 

¡Un saludo y hasta la semana que viene! 

¡Muchas gracias por leer!

P.S: sé que es una tontada decirlo, pero es mi cumple... y hoy sí me siento algo más identificado con nuestro punk tsundere favorito. 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).